Murcia Semana Santa 2020

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cultos de Cuaresma

EL CULTO A LOS DOLORES Y ANGUSTIAS DE LA VIRGEN: NOTA DISTINTIVA DE LOS SERVITAS Miguel López García Vocal de Cultos de la Cofradía de Servitas

E

n al artículo “Memorias de Cuaresma en Murcia”, publicado, en 2019, en la revista La Procesión, quedó patente que los cultos tributados en las iglesias y conventos de la ciudad a la Virgen, en su advocación de los Dolores, fue muy significativo durante los siglos XVIII y XIX, por los motivos tantas veces aducidos: estela dejada por la Dolorosa de Jesús en la devoción popular, devoción particular del Cardenal Belluga a los dolores de la Virgen, milagro de la Virgen de las Lágrimas en la casa de López Majuelo, ...etc, sin embargo, si miramos en conjunto la historia de la Orden Servita, desde sus orígenes en la Florencia del siglo XIII hasta hoy, y su presencia en nuestra ciudad como Confraternidad de la Orden, al menos desde 1665, constatamos que la devoción mariana a María Dolorosa es considerada como la nota distintiva, específica y primitiva de los Servitas en el seno de la Iglesia1, siendo, por tanto, en Murcia la Congregación de Servitas de María Stma de las Angustias, la que conforme a su vocación desarrolló, difundió y organizó el mayor número de cultos y ejercicios en memoria de los dolores de la Virgen, desde su establecimiento en la parroquia de San Bartolomé-Santa María, mediado el siglo XVII. La devoción a los dolores y angustias de la Virgen comenzó a desarrollarse en Europa a finales del siglo XI, con un primer indicio en las celebraciones de sus cinco gaudios y sus cincos dolores, simbolizados por cinco espadas, anticipadoras de la celebración litúrgica instituida mucho más tarde. Con el anónimo escrito “Liber de passione Christi et dolore et planctu Matris eius” se inician las composiciones relativas al tema del llanto de la Virgen, confirmándose con la “compassio Virginis” a cuya propagación contribuyeron entre otros: S. Anselmo de Canterbury (1033-1109), Guerrico de Igny (1080-1155) y S. Bernardo de Claravalle (1090-1153). En el siglo XIII, marca otro hito la composición del Stabat Mater atribuido a Jacopo de Todi (+ 1306) y en el XIV se codifican en seis los dolores de María, coincidiendo con seis momentos recogidos en los evangelios canónicos: la profecía de Simeón, la Huida a Egipto, la pérdida de Jesús niño, la presencia de María al pie de la Cruz, el Descendimiento o Piedad2 y la Sepultura de Jesús. En la centuria siguiente, se incluye un séptimo dolor que no figura en dichos evangelios y recuerda el encuentro y pasmo de María al encontrar a su Hijo en la calle de la Amargura; se multiplican los ejercicios piadosos y testimonios iconográficos de la Virgen de los Dolores; y el Papa Sixto IV, en 1482, compone y hace introducir en el Misal romano una misa centrada en la memoria de María a los pies de la cruz, con el título de Ntra. Sra. de la Piedad y Angustias, celebración que se difundió en occidente con varias denominaciones y fechas3. 1. En el Capítulo General que tuvo lugar en Monte Senario del 18 al 20 de junio de 1895, el prior general Giovanni Angelo M. Pagliani, recordó en su definitorio que “el espíritu de nuestra Orden (…) es el culto a la Virgen Dolorosa”. 2. El número de espadas y angustias de María, que a partir de la propuesta de Fray A. Ballottini en 1612 quedó fijado en los siete que se meditan en la actualidad, desde el siglo XIVhabía sido considerado como de seis, de ahí que haya pervivido en muchos lugares de Europa la denominación de “Quinta Angustia” al momento del descendimiento de Jesús y piedad de la B.V.María, que según la corona de dolores actual sería el sexto 3. La fecha de celebración más extendida era el viernes de la tercera semana de Pascua.

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