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VELA OCEÁNICA
El éxito del hombre tranquilo
Didac Costa pasa a la historia como el primer navegante español que completa dos veces la regata de la vuelta al mundo en solitario
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Por JULIO GONZÁLEZ
Didac Costa a su llegada a les Sables d’Olone tras completar su segunda vuelta al mundo sin escalas ni ayuda exterior. / Vendée Globe
Perseverancia, humildad y serenidad son tres rasgos de la personalidad que están muy acentuados en Didac Costa y que, sin ninguna duda, han contribuido a que este navegante barcelonés de 41 años, bombero de profesión, haya conseguido hacer historia en la vela oceánica al convertirse en el primer español que completa dos veces la vuelta al mundo en solitario y sin escalas, la mítica Vendée Globe. 97 días, 6 horas 27 minutos y 3 segundos. Ese es el tiempo que necesitó Didac para recorrer la travesía de 28.172 millas náuticas. Lo hizo con el mismo barco que en 2017 (el ex Kingfisher) y consiguió rebajar en 11 días y 13 horas el registro logrado en aquella edición. Su hazaña tiene más mérito si tenemos en cuenta que el One Planet One Ocean era el tercer barco más antiguo de los 33 que tomaron la salida. Se trata de un diseño de Owen Clarke botado en febrero del 2000, sin ‘foils’, con el que Ellen MacArthur fue segunda en la edición 2000-2001. Además, en su camino hacia el éxito, el regatista español ha contado con un exiguo presupuesto que ha sufragado, en una parte, de su bolsillo. El ilusionante proyecto se completó gracias a un grupo de empresarios mallorquines de la náutica que contribuyeron en la puesta a punto del barco antes de la salida. Las firmas Grupo Barco, Quantum Palma, SNIP, Cover Up, Testia, Sebastiá Sitjar, Akzonobel y STP Shipyard Palma, ofrecieron sus servicios de forma desinteresada o al menor coste posible. El RCNP organizó el 5 de septiembre de 2020, dos meses antes del inicio de la regata, un encuentro del navegante con varios regatistas juveniles e infantiles del club, a fin de acercar la vela oceánica a los deportistas más jóvenes y al mismo tiempo colaborar en la difusión del proyecto.
La hazaña de Didac tiene un doble mérito: su barco, construido en el año 2000, era el tercero más antiguo de los 33 que tomaron la salida
El IMOCA 60 de Didac Costa en el momento de zarpar para su segunda Vendée Globe. / VG
Hasta ahora, además de Didac Costa, solo el vizcaíno José Luis de Ugarte (ya fallecido) había conseguido finalizar en la edición 1992-1993. Los otros dos participantes españoles en esta prueba histórica fueron el navegante mallorquín Javier ‘Bubi’ Sansó, que lo hizo en las ediciones 2000-2001 y 2012-2013, teniendo que abandonar en ambas, y el vasco Unai Basurko, que lo hizo en la de 2008-2009, y que también se vio forzado a dejar la competición antes de tiempo. La clave de la hazaña de Didac está en su perseverancia y fuerza mental. En esta ocasión, Costa pudo apretar algo más el barco para mantener la velocidad pero también tuvo que ser prudente en algunos tramos como el del Oceáno Pacífico, donde se registraron vientos muy fuertes, ya que no se libró de varias averías a lo largo del recorrido, sobre todo, con problemas en el piloto automático, en la veleta y en los sables de la mayor. El registro de Costa quedó lejos del de Yannick Bestaven, ganador de esta Vendée Globe. El patrón francés cruzó el 28 de enero la línea de llegada a bordo del Master CoQ IV en Les Sables d’Olonne y fijó una marca de 80 días, 03 horas, 44 minutos y 46 segundos de regata alrededor del mundo en solitario. El francés se adjudicó la victoria en su segundo intento en la Vendée Globe. La primera vez, en 2008, tuvo que abandonar la competición a poco de iniciarse la prueba tras sufrir una avería en su embarcación en aguas del Cantábrico. Bestaven es ingeniero de formación e inventó los hidrogeneradores que equipan los IMOCA de esta Vendée Globe. En 2001 ganó la Mini Transat con un barco construido por él mismo y tras lograr el triunfo dos veces en la Transat Jacques Vabre, ahora ha inscrito su nombre también en la historia de la vuelta al mundo.
RESCATE EN ALTA MAR
Esta edición de la Vendée Globe no estuvo exenta de épica. El episodio más dramático tuvo lugar a principios de diciembre de 2020, cuando Jean Le Cam rescató del agua a Kevin Escoffier, que se encontraba a la deriva a algo más más de 800 millas del Cabo de Buena Esperanza. Escoffier tuvo que abandonar su embarcación tras sufrir importantes daños. Se da la circunstancia que Jean Le Cam ya vivió una situación similar en una vuelta al mundo. El 6 de enero de 2009, el entonces patrón del PRB, Vincent Riou, rescató a Le Cam de su IMOCA 60 volcado en el Cabo de Hornos. En esta ocasión, el navegante de 61 años invirtió los roles salvando a Escoffier de una situación potencialmente letal. Este rescate acabó siendo clave en el desenlace de la regata pues, en esta ocasión, el ganador no fue el que primero en cruzar la meta. Charlie Dalin lo hizo unas ocho horas antes que Yannick Bestaven pero el ganador recibió una bonificación de 10 horas y 15 minutos del jurado de la regata por su participación en el salvamento de Kevin Escoffier.
Museu Marítim de Mallorca un museo que suma
El Snipe en el museo de Mallorca El Sant Miquel en el antiguo Club España
Por ALBERT FORÉS GÓMEZ*
Desde que nació el Consorci Museu Marítim de Mallorca, en el año 2018, se ha contado con una vocación democratizadora del proyecto, abriéndolo a la ciudadanía y a las diferentes personas y agentes sociales que han trabajado y luchado en favor de la existencia del museo, heredero del antiguo Museo Marítimo Baleares.
Una vez iniciado este proceso, se pone a disposición el proyecto presentado por la dirección gerencia a la comunidad. Todo ello en favor de la conceptualización de un museo centrado en el mar y su relación con nuestra sociedad, desde la llegada de los primeros navegantes a las islas, allá por el año 2.500- 2.200 antes de nuestra era hasta nuestros días. El museo pretende explicar quiénes somos, a través del mundo de la historia marítima. No hemos de olvidar que hasta hoy en día la mayoría de las mercancías producidas en el exterior de las islas nos llegan por mar. Sus habitantes vivimos de forma directa o indirecta de él, del sol y de la playa, del sol y del mar. Ya sea como extractores o cómo consumidores de él, a través de la pesca profesional, deportiva, de los deportes náuticos, de una colchoneta o simplemente de sus puestas de sol en un atardecer de cielo rosado en invierno o de una húmeda y calurosa tarde de verano desde una playa o cala de nuestra costa. Mientras vemos llegar pequeñas embarcaciones, llenas de personas procedentes de lejanos lugares, en busca de una vida mejor, huyendo de conflictos enquistados durante décadas.
El abanico es amplío y el trabajo arduo para intentar recoger, exponer y explicar todos los aspectos mencionados desde las diferentes salas expositivas. Unas más relacionadas con el mar y su biodiversidad y otros con nuestra historia, donde no solo se narrarán hechos, sino que se expondrán diferentes elementos patrimoniales relacionados con ellos. Es en la parte patrimonial e histórica, donde entre otros aspectos se prestará especial atención a las primeras regatas acaecidas en el Port de Palma, de finales del siglo XIX, donde se empezaba a vislumbrar lo que sería el futuro de la navegación en Mallorca y de la economía de la isla: el recreo y la sociedad del ocio.
A lo largo del siglo XIX Mallorca empieza a recibir los primeros turistas, de la alta aristocracia y burguesía europea que acude a Mallorca en busca de un pasado orientalizante. Mallorca aún conservaba elementos de un pasado no tan lejano, vinculado al período islámico. Más tarde las elites locales empezarán a organizar regatas con los pescadores del puerto, vinculadas a los santorales locales. Un salto importante en el devenir de estas regatas será la aparición del Snipe, diseñado exclusivamente para la competición. Esta pequeña embarcación aparece en Florida, construida por William Crosby, quien publicó los planos constructivos en la revista Rudder. Rápidamente es copiada en Mallorca, y a principios de la década de los años cuarenta el mestre Cardona decide dar el salto al recreo y empieza a construir snipes de alta calidad, siendo pionero en la isla y a su vez replicado por otros «mestres d’aixa» de otros puertos, cómo la estirpe March, en el Port de Sóller. Uno de los snipes construidos por el mestre Cardona, y donado por el Sr. Carlos Ferret a la Asociació d’Amics del Museu Marítim de Mallorca y al mismo museo, ocupará una zona central en uno de los espacios expositivos de la sede de Palma. A finales de la posguerra española se crea el Real Club Náutico de Palma, tras la fusión del Club de Regatas y el Club de España. Las regatas se consolidan y el Club, es un abanderado en este tipo de eventos deportivos. Aquí empezaba un cambio de paradigma en el uso y explotación del mar. Año tras año la flota pesquera, al igual que toda la actividad del sector primario irá reduciendo su peso en el conjunto de la economía isleña en detrimento del turismo y el sector servicios. Esto producirá un cambiado en el paisaje de los puertos y de las embarcaciones que en ellos encontramos, abriendo un sector de negocio y de ocio con un alto valor añadido, que hace del Port de Palma uno de los lugares más cualificados del Mediterráneo en el sector de la reparación náutica. A este hecho hay que sumar la gran cantidad de deportistas de élite vinculados a la vela que han surgido en nuestra isla.
Regata de Snipe en el RCNP en 1962 Snipe cedido por Carlos Ferret
¿Qué costaba en 1961 un ‘Stradivarius del mar’?
Manolo Gómez rescata de un contenedor un presupuesto del famoso constructor naval mallorquín Pedro Cardona. La jornada del maestro se pagaba a 136 pesetas.
Por JOSÉ LUIS MIRÓ
Lo primero que hay que intentar definir es qué es una joya. Sólo así se puede llegar a entender que lo que para unos es un trasto, un objeto cuyo valor es menor que el espacio físico que ocupa, para otros represente un tesoro. Manuel Gómez, experto en patrimonio y asesor del Museu Marítim de Mallorca, asume que mucha gente (“la mayoría”, dice) no es consciente del valor de ciertas cosas o, en su defecto, de su importancia patrimonial. Existen el valor económico, el valor sentimental y el valor histórico. El primero es universal y no ofrece lugar a dudas. Muchas personas se apegan al segundo hasta que literalmente tienen que elegir entre el ‘trasto’ o su propia comodidad. El tercero puede estar contenido en un objeto antiguo o en un documento que sean, por sí mismos, capaces de explicar algo. Pero no todo el mundo es capaz de ponderarlo: requiere “conocimientos y una cierta sensibilidad”. Si a su propietario no le dice nada, es normal que acabe en un contenedor o, en el peor de los casos, roto, triturado e incluso carbonizado. Gómez atesora en su casa de Santa Catalina efectos y papeles que han sido literalmente rescatados de la basura o en mercadillos de segunda mano. Guarda timones, anclas y documentos de la más diversa índole: planos, cartas, revistas antiguas, diccionarios de lenguaje marítimo, manuales de construcción… Cosas que para el común de los mortales (más si son de secano) no significan nada pero que a él le hablan: “Me cuentan cómo fue nuestro pasado, tan ligado a la mar, y eso me ayuda a entender el presente y hasta cierto punto a predecir el futuro. Me dicen, por ejemplo, que se están perdiendo nuestras raíces marineras y que pronto, si no lo remediamos, no sabremos ni de dónde venimos”.
Requeriría mucho tiempo y espacio traer aquí todo lo que Manolo Gómez ha ido guardando desde que de muy jovencito, como ya nos contó en un anterior número de A bordo, se sintió atraído por la cultura de la mar. Pero como sabemos que, además de acaparador, es un excelente documentalista, y a poco tiempo que se le dé es capaz de encontrar cualquier referencia de su archivo, le proponemos completar el artículo del director del Museu Marítim, Albert Forés, con alguna aportación sobre los barcos de la clase Snipe que popularizaron este deporte en la Bahía de Palma desde mediada la década de los 40.
“Tengo una joyita”, responde de inmediato al otro lado del hilo telefónico. Y narra la siguiente historia: “Hacía poco que había muerto Pedro Cardona, socio ilustre del RCNP y meste d’aixa que se hizo muy famoso por construir los mejores Snipe de madera de España, en competencia con los que por entonces también fabricaba el Astillero Lagos, en Galicia. Eran obras maestras. El regatista Félix Gancedo los llamaba los ‘Stradivarius del mar’. Un día iba andando por Santa Catalina, camino de mi casa, y vi que alguien había dejado unas cajas junto a un contenedor. Me acerqué y encontré un montón de papeles, sin mucho orden. Entre ellos había varias revistas antiguas del Real Club Náutico de Palma. No sabía si las tenía en mi archivo, así que me las lleve a casa. Revisando el hallazgo encontré unos documentos que me parecieron relevantes: las copias hechas con papel carbón de un presupuesto de seis páginas para la construcción de un Snipe en 1961 en el taller del mestre Cardona. Uno puede pensar, ¿y qué me estás contando? Pues que gracias a esto sabemos no sólo lo que costaba un Snipe fabricado en Santa Catalina hace 60 años, sino todas y cada una de las piezas que llevaba, desde la orza galvanizada hasta el más pequeño de los tornillos, y hasta los seguros de los operarios, que aparecen computados”. Manolo se compromete a localizar el documento. Le lleva apenas unos minutos. “Lo tienes en tu correo”, anuncia a través de un mensaje de WhatsApp. Y en efecto, ahí aparece el presupuesto, perfectamente escaneado. Seis hojas con membrete: “Pedro Cardona Marí. Constructor de Embarcaciones. Francisco Martí Mora, 21. Teléfono 25595. Palma de Mallorca”. No sabemos si el barco en cuestión llegó a ser construido, si el cliente aceptó el presupuesto. Tal vez alguien que lea estas líneas pueda aclararlo. La oferta lleva fecha del 19 de abril de 1961. El precio total de un “Snipe a punto de navegar excepto velas” era de 26.198,50 pesetas (157 euros), de los que uno podía ahorrarse 2.000 si optaba por no coger el extra de la “bañera estanca”. La jornada del maestro Cardona se pagaba a 136 pesetas.
Alex Graneri
de la escuela de verano a la gloria nacional
El talento del vigente campeón de España juvenil de 5.000 metros fue descubierto hace once años por el entrenador Ismael Uali. Hacía sólo 15 días que había empezado a remar.
Por JOSÉ LUIS MIRÓ
“Sé que los JJOO son algo muy grande, pero voy a entrenar a tope. Soñar es gratis”, asegura Alex Graneri (18) desde la concentración del equipo nacional de piragüismo en el embalse de Trasona (Asturias). Hace apenas unos días que se ha proclamado campeón de España de 5.000 metros en Sevilla y, sin apenas tiempo para celebraciones, su cabeza ya está puesta en sus objetivos más inmediatos: “Este año quiero clasificarme para el Campeonato del Mundo o un Europeo en las distancias de K1 500 y 1.000”. Alex descubrió el piragüismo en la Escuela de Verano del Real Club Náutico de Palma cuando tenía 10 años y, desde entonces, no se ha separado de la pala. Como muchos de sus compañeros llegó a este deporte por casualidad y una recomendación. “Mi madre no tenía con quien dejarnos aquel verano y una amiga le dijo que la escuela del RCNP estaba muy bien, así que nos apuntó durante dos semanas. Así empezó todo”. El descubridor de Alex y de su hermana Cristina, también referente del equipo de palistas del Real Club Náutico de Palma, fue el entrenador Ismael Uali, responsable de los equipos de base y del equipo nacional de paracanoe (piragua adaptada). “El vio que ambos teníamos facultades y nos ‘captó’ para el equipo de competición”. La trayectoria de Alex Graneri desde la escuela de verano hasta la concentración del equipo nacional ha estado jalonada de éxitos. No hay un solo año en el que no haya subido a recoger su diploma en la gala del deporte del club. Al ser preguntado por su palmarés, pide tiempo para hacer memoria: “He sido campeón de España varias veces y en diferentes distancias: en K1 3.000 y 1.000 metros; también en K2 mixto y ahora en K1 5.000. Hace dos años fui subcampeón de 1.000 metros”. Tanta medalla no se le ha subido a la cabeza. Son triunfos importantes, qué duda cabe, pero sus retos son ambiciosos: subir a un podio internacional y, quién sabe, representar a España en unos JJOO. Para ello sabe que sólo hay una receta: “Trabajo, trabajo y más trabajo”. Y a saber que se la aplica a rajatabla. La rutina en Trasona es “bastante dura”, reconoce al teléfono. Los martes y miércoles toca levantarse a las seis de la mañana para entrenar antes de ir al Instituto, donde estudia primero de Bachiller. El resto de días puede dormir una hora más, pero apenas queda tiempo libre: clases, entrenamiento, estudiar, dormir, clases, gimnasio, remar, clases, dormir… Y así en una especie de bucle eterno. Algún día, confiesa, le da “el bajón”. Para superar esos momentos cuenta con la ayuda de Miquel Salom, el psicólogo del Real Club Náutico de Palma que acompaña a los deportistas en sus momentos difíciles. Alex, sin embargo, se siente una persona afortunada por hacer aquello que le apasiona. No todo el mundo tienes esa suerte. “Me gusta el piragüismo y es un privilegio llevar aquí dos años, entrenando con la élite de este deporte”. Sabe que el gran salto está a la vuelta de le esquina: pronto le tocará medirse con los mejores de la categoría Sub 23 y las cosas se pondrán de verdad serias. Para eso se prepara desde que Uali detectó su talento cuando sólo llevaba 15 días remando. Bendito el día en que la madre de Alex y Cristina no tuvo donde dejarlos y eligió el RCNP. Entonces empezó una historia cuyo final aún no se ha escrito.
Remar
en tiempos de pandemia
Alicia Heredia, palista preolímpica del RCNP, hace balance de la temporada marcada por las restricciones del Covid: no todo ha sido malo
Por JOSÉ LUIS MIRÓ
La pandemia de Covid lo paralizó todo. Muchas actividades no han podido regresar aún a la normalidad. Otras no lo harán nunca. El coronavirus se ha llevado por delante empresas y sueños. También ha mermado las ilusiones de un gran número de deportistas que han visto interrumpidas sus carreras. La falta de motivación, al cancelarse casi todas las grandes competiciones, se ha convertido en un lastre. Lo reconocen incluso aquellos regatistas y piragüistas del club que se caracterizan por su enorme fuerza de voluntad. La ausencia de objetivos plausibles hace que el cuerpo y la mente se relajen: ¿para qué renunciar a ciertas comodidades de la vida si al final el esfuerzo no servirá para nada? No todos, sin embargo, hacen una lectura negativa del aciago año 2020. O no sólo negativa. Es el caso de Alicia Heredia, piragüista preolímpica del RCNP, quien, dentro del desastre que ha significado el coronavirus para el deporte en general, ha hecho un ejercicio de racionalización para separar el grano de la paja, lo bueno de lo malo. Su conclusión es que el encierro, con todas sus limitaciones, ofreció una serie de ventajas para la preparación en las que no hubiera reparado en circunstancias normales. Los meses más duros del encierro la pillaron en Menorca, donde pudo seguir entrenando bajo la supervisión de Vinca Escandell. Esa entrevista se hizo antes del selectivo nacional donde Alicia necesitaba ganar para optar a la plaza olímpica femenina de K1 500. Con independencia del resultado obtenido, queda la lección de su carrera hasta ese momento, afrontada con tesón y optimismo. Todo un ejemplo para estos tiempos.
¿Cómo viviste los meses del confinamiento?
En piragüismo tenemos la ‘ventaja’ de que no tenemos muchas competiciones. Lo normal es hacer cuatro regatas al año, y yo al final pude hacer tres… Acertamos en ir a finales de febrero de 2020 a Portugal, a una competición abierta, para medirnos un poco y quitarnos carbonilla, antes del teórico clasificatorio de abril… Luego llegó el confinamiento.
Y se cerró todo.
Sí. Nosotros nos lo tomamos con filosofía. Pensamos: no sabemos cuándo volveremos a competir, pero vamos a seguir entrenando duro por lo que pueda pasar. Vimos que teníamos bastante tiempo por delante y decidimos invertirlo en mejorar algunas cosas. No nos dejaban tocar el agua y teníamos que remar con un simulador, que es un rollo, pero, a cambio, aprovechamos para trabajar la fuerza. Tal y como está organizado el calendario, hay poco tiempo para la preparación física, así que lo vimos como una ventaja para enfocar el trabajo hacia aquello que tenemos más descuidado: la flexibilidad, la fuerza, la técnica…
Vale, pero sin competición no hay objetivos y eso tiene que afectar, ¿no?
Los objetivos deben adaptarse a las circunstancias, qué remedio. Es cierto que, debido al confinamiento, no podíamos medirnos en competiciones, pero nos marcamos nuestros propios controles para ir viendo cómo progresábamos. El reto era mejorar, y para eso sólo hace falta establecer unas marcas. Si había competición, bien, porque nos iba a coger entrenados; si no, no pasa nada, seguíamos trabajando.
Esa es la actitud…
Es lo que hay. La verdad, aunque suene raro, es que lo vimos como un regalo, porque de alguna manera nos permitía prepararnos mejor. Yo ahora me veo bastante bien, un pelín por encima del estado de forma del año pasado. Veremos los resultados en abril, en el selectivo. Hemos podido entrenar con mucha calidad.
Y ahora que han vuelto las regatas, ¿cuál es el objetivo?
Los Juegos. No me gusta hablar de más, pero el objetivo es ganar el selectivo. No hay otra opción si queremos estar en Tokio. Y después ir a la repesca, donde quedan tres plazas. Creo, de verdad, que llego a este momento con mi mejor versión, pues he aprendido de los errores en la preparación de años anteriores. En mi caso la pandemia nos ha dado un tiempo extra para mejorar.
Del amor
a los naufragios
Un pecio es la imagen del declive de las cosas, y en todos y cada uno de ellos podemos ver muy diversas estampas de la desolación.
Texto: Juan Antonio Horrach Foto: Jaime Sierra
El agua es el elemento transitorio por excelencia. Por él todo pasa pero nada permanece salvo la vertiginosa liquidez de su naturaleza. El mar suele ser el itinerario entre un puerto y otro, un lugar de paso que exige quedarse atrás en el espacio y en el tiempo. Sin embargo, para los pecios supone el punto final, su mortaja escurridiza pero letal. Sufren la pena infinita del agua, como decía un Bachelard que tanto trabajó el vínculo onírico de mares y ríos, mostrando aquí su aspecto más preciso. Si “el sueño le da al agua el sentido de la patria más lejana, de una patria celeste”, en el fracaso que representan los pecios asoma una asociación metafísica clara que es a la vez una invitación onírica: todo lo que existe se derrumba, y en ese derrumbe hay poesía y belleza. Como sabemos, un pecio es aquella embarcación, o parte de la misma, que ha quedado hundida total o parcialmente en las aguas, sobre todo de nuestros mares y océanos, pero también de ríos. Un pecio es la imagen del declive de las cosas, y en
Gabarra hundida en Portocolom
todos y cada uno de ellos podemos ver muy diversas estampas de la desolación. Proyectos varados, imágenes congeladas bajo el mar o asomando quietamente sobre las aguas. Incluso ver una discreta lancha varada en una pequeña playa mallorquina, tras una imponente tempestad nocturna, nos deja una sensación punzante. No vemos allí un trozo de madera atrapado, que luego acabará siendo rescatado, sino un proyecto y unas experiencias que han sido quebradas de raíz con ciega pero implacable voluntad. El agua acoge, como un acuario macabro, el dolor de la existencia y sus múltiples avatares. La mayoría de pecios están completamente sumergidos, aunque algunos sólo en parte, como ese imponente transatlántico norteamericano (SS America) que permaneció casi dos décadas yaciendo retador en la costa canaria de Fuerteventura. El más famoso (en su caso, en vida) Achille Lauro fue secuestrado por terroristas palestinos en los 80, para acabar incendiado y hundido frente a las costas de Somalia. Y ya ni hablemos del Titanic. La lista sería inmensa, y es que según la ONU son unos tres millones los pecios que hay repartidos por nuestro mundo acuático. Muchos pueden ser los motivos por los cuales un navío en activo acaba varado para siempre: naufragios, abandonos, tormentas, errores técnicos o humanos, etc. Los puntos de mayor concentración de pecios suelen relacionarse con conflictos armados, situaciones límite que generan abandonos o destrucciones masivas. En Galicia, escenario marítimo de numerosas batallas a lo largo de la historia, tenemos el mayor cementerio europeo de pecios, con nada menos que 8.000 ejemplares en sus costas, de los cuales 1.600 han sido catalogados. En Mallorca tenemos algunos muy interesantes, aunque el de más reciente descubrimiento añade un elemento más a su fascinación: permaneció diecisiete siglos sin ser descubierto a sólo 50 metros de la arena en la siempre frecuentada bahía de Palma, y a únicamente 3 metros de profundidad. Se trataba de un navío romano de unos diez metros que transportaba ánforas. Enésimo ejemplo de que lo más cercano es lo que se escapa con mayor facilidad a nuestra mirada. Siempre me han fascinado estampas del estrago, como aquella imagen veneciana que deleitaba al pintor Riera Ferrari: un cementerio de barcos que se pudren en una dársena. O esa imagen también veneciana de Joseph Brodsky, que aparece en su precioso libro Marca de agua, representación para él del azote de la felicidad en los invernales canales: el poderoso olor de las algas heladas. Por eso mi amor a los pecios, mi camaradería con su suerte que conecta bastante con mi propia vida. Aunque en realidad la analogía funcionaría con toda existencia, al margen del nivel de sus éxitos mundanos. Muchos de estos pecios fueron célebres en vida, aunque lleven años o siglos rumiando submarinamente el porqué de su caída en desgracia. Recuerda que eres mortal. Si en cada espera del crepúsculo puede despertarse en nuestro cerebro reptiliano ese temor ancestral de que mañana tal vez ya no amanezca, ese final de la luz y del tiempo que siempre insinúa ser el último, con los pecios se genera un miedo similar: el fin que espera a toda embarcación, la condena de toda vida, haga lo que haga, a quedar atenazada bajo las aguas, entre las rocas o dormida sobre la arena mojada. Como se decía en la Divina Comedia, “no hay remedio para tu fractura, tu herida es incurable”.
Pecio de un pesquero en la Bahía de Palma
Más horas sumergido
que en tierra
Por JOSÉ LUIS MIRÓ Fotos JAIME SERRA
Jaime Serra es buceador profesional en el RCNP y uno de los mejores fotógrafos submarinos de Mallorca.
Si hay un caso paradigmático de alguien que ha hecho de su pasión su trabajo, ese es el de Jaime Serra (Palma, 1963), buceador profesional en el Real Club Náutico (RCNP) y uno de los mejores fotógrafos submarinos de Mallorca. Aunque nunca se ha parado a pensarlo, es posible que a lo largo de su vida haya pasado casi tantas horas en tierra como sumergido. “La verdad es que mis días libres los paso casi siempre buceando y haciendo fotos”. Empezó, como la mayoría de los buzos aficionados de su generación, haciendo pesca submarina, pero pronto se interesó por el buceo con equipo autónomo y decidió que quería ganarse la vida bajo el agua. “Fui sacándome títulos hasta alcanzar el nivel de instructor y hace 24 años que soy profesional”, explica Serra en el interior del pañol en el que cada día, desde 1996, se enfunda el neopreno para trabajar junto a sus com-
ILLA DEL SOL
El pesquero Illa del Sol reposa a 44 metros de profundidad en la Bahía de Palma. La nave fue abordada por un velero cuando se dirigía a las pesqueras de Cabrera desde su puerto base en Palma a las 05.20 horas del 29 de octubre de 2003. Tres tripulantes pudieron saltar a la balsa salvavidas. Un cuarto quedó momentáneamente atrapado en el barco, pero finalmente pudo ser rescatado. La colisión se produjo por un descuido del patrón del velero, cuya proa provocó una gran vía de agua en la obra viva de la barca de bou, de 50 toneladas.
pañeros David Herrera y Ernesto Llofriu en el mantenimiento de los fondos del RCNP.
Aquí su labor consiste esencialmente en el montaje de cadenas y trenes de fondeo. Algunos trabajos son complicados y exigen pasar muchas horas sumergido en el poco atractivo paisaje submarino del puerto de Palma, a escasa profundidad y sin apenas visibilidad. Parece lógico que al llegar su turno de libranza Jaime Serra prefiriera dedicarse a alguna actividad de ocio en seco. Pero no. A la menor ocasión vuelve a ponerse el ‘traje de faena’, se cuelga su equipo fotográfico y se sumerge para inmortalizar como pocos saben hacerlo el mundo de las profundidades, con su flora, su fauna, sus increíbles colores y sus restos del accidentado paso del hombre por el planeta.
ANDREA FERRARA
El Andrea Ferrara es un motovelero que apareció abandonado en la playa del Port de Pollença. La embarcación fue remolcada y fondeada por un astillero frente a la base militar de la localidad. Hasta que un día desapareció, sin más. En 2019, un grupo de buceadores la localizo hundida a 38 metros de profundidad. El ‘Barco Fanstasma’, como se le conoce popularmente, se ha convertido en uno de los grandes atractivos del buceo recreativo en Mallorca y sirve de hábitat a numerosas especies. Todas las imágenes que acompañan el reportaje sobre los pecios de este número de A bordo son de Jaime Serra, cuya buen ojo para la iluminación en tomas con gran angular lo convierten en uno de los mejores especialistas en la plasmación de esa atractiva y romántica decadencia que caracteriza los naufragios. “Se me dan bien los paisajes con modelo, me gustan más que la imagen con macro”, señala sin el menor atisbo de soberbia Jaime Serra, que vivió el tránsito de la fotografía analógica a la digital como una natural adaptación a los medios de los que
DON PEDRO
Con sus 143 metros de eslora, el Don Pedro es el pecio buceable más grande de Europa y uno de los principales atractivos que ofrece el Mediterráneo para los aficionados al submarinismo de recreo de todo el planeta. El carguero, propiedad de la extinta naviera Iscomar, se hundió el 11 de julio de 2007 al poco de zarpar de Ibiza con destino a Denia. La colisión contra los bajos de un islote llamado el Dado provocó una gran vía de agua en el lado de babor y el posterior hundimiento del buque, cuyos restos reposan a 47 metros de profundidad. Las autoridades barajaron la posibilidad de reflotarlo, pero pronto la descartaron por costosa. Una vez sellado y descontaminado, se levantó el veto al buceo en la zona.
dispone el artista para hacer su trabajo. No puede ocultar, sin embargo, que conserva la mirada y la metodología de aquellos fotógrafos de la vieja escuela que ‘editaban’ por adelantado, planificando con esmero cada disparo. “En la fotografía submarina la iluminación es muy importante. A veces utilizo flash, otras veces uso filtros, dependiendo de cada momento, pero lo que siempre intento es que el resultado sea natural. Retoco muy poco las fotos en el ordenador, apenas corrijo los niveles, la temperatura de color y las sombras”, revela sobre su técnica, aunque confiesa que lo que nunca hace es planear la escena: “Suelo salir al mar con la modelo, pero sin preparar nada concreto. Tengo una idea aproximada de lo que quiero, pero siempre me acabo adaptando a lo que me inspira el paisaje”. Nadie lo diría viendo el resultado espectacular de su serie de posados de mujeres entre los restos desvencijados de los pecios del Dique del Oeste, a un tiro de piedra del puerto de Palma. Jaime asistió en sus inicios a varios seminarios sobre fotografía submarina. Allí aprendió a manejar las ópticas y a iluminar, pero su formación ha sido básicamente la de un autodidacta con talento innato. “Me he ido buscando la vida por mi cuenta hasta encontrar mi propia manera de trabajar y mi estilo”. Su equipo actual lo forman una Nikkon con carcasa, una Sony “muy buena para hacer vídeo” y una Olimpus “perfecta para fotografías microscópicas”. No se casa, como se ve, con ninguna marca. Desde hace ya muchos años bucea con Nitrox 32, una mezcla enriquecida con mayor porcentaje de oxígeno que le permite permanecer más tiempo sumergido. Su inmenso archivo está guardado en distintos discos duros, de los que va borrando lo que no le gusta. “Cada vez –señala– hago menos fotos”. Como los grandes maestros, no necesita tener el gatillo fácil.
PETER VAN DANCING
El Peter Van Dancing es un velero holandés de madera de unos 30 metros de eslora que fue abandonado en Portocolom. El fondeo no aguantó un temporal y acabo en las rocas. Ante la imposibilidad de recuperaro, las autoridades optaron por hundirlo en un arenal cercano, donde se ha transformado en el hábitat de numerosas especies. La nave está partida por la mitad a una profundidad de 27 metros.
JUNKERS 88
Despuntaban las primeras luces del alba del 24 de febrero de 1943 cuando la tripulación del pesquero Segundo Gaspar fue sorprendida por un fuerte destello en el cielo. Un Junkers 88 de la fuerza aérea alemana, Luftwaffe, acababa de sufrir una avería tras participar en un bombardeo en Argelia. La aeronave realizó un amerizaje de emergencia cerca de la localidad conocida como s’Algar. Sus cuatro tripulantes pudieron saltar a tiempo y fueron rescatados por el pesquero, que los trasladó a Mahón. Uno de ellos tenía una herida de bala en una pierna. Los restos espectrales del avión se encuentran a 47 metros de profundidad sobre un lecho de arena.
PLAYA DORADA
Una mujer ataviada con un vestido blanco se asoma al balcón de popa del carguero Playa Dorada, en el del Dique del Oeste del puerto de Palma. Entre lo fantasmagórico y lo onírico, pero en perfecta armonía con los seres que cohabitan en la estructura del buque hundido en 1989 tras dejar de estar en servicio, los progresos de la enigmática dama fueron registrados durante cerca de una hora por la cámara de Jaime Serra en septiembre de 2015.
RCNP: deporte y #valores
El club refuerza las capacidades y la educación en valores de sus regatistas a través de una programa pionero de psicología deportiva
Por PRENSA RCNP
El área de psicología y la dirección deportiva del Real Club Náutico de Palma han puesto en marcha un proyecto destinado a inculcar valores positivos a los regatistas y piragüistas, así como a ayudarles a mantener la motivación y el espíritu de superación. El programa de apoyo psicológico nace, en parte, como respuesta a la situación derivada de la pandemia de Covid-19, que ha provocado la suspensión de numerosas pruebas nacionales e internacionales, y ha afectado, en consecuencia, a los objetivos que los deportistas se habían marcado corto y medio plazo. También supone el desarrollo de una segunda fase del convenio firmado en su día con el Departamento de Psicología de la Universitat de les Illes Balears (UIB) para fomentar la educación en valores a través del deporte. “Los regatistas y piragüistas trabajan sobre objetivos inmediatos. La pandemia ha trastocado por completo esta dinámica, lo que nos obliga a reforzar el soporte psicológico y, al mismo tiempo, nos da la posibilidad de poner el acento en el fomento de los valores asociados al deporte. Nuestro objetivo es formar deportistas, pero también contribuir en la medida de nuestras posibilidades a formar mejores personas. En estos momentos tan complicados que estamos viviendo, el deporte debe de aportar las competencias necesarias para poder hacer frente a la vida y a la adversidad”, explica Manu Fraga, director deportivo del RCNP. Miquel Salom, psicólogo del RCNP, insiste en este punto. La crisis del coronavirus está afectando de manera significativa a la práctica del deporte, que “se ve limitada por las
restricciones sanitarias y la alteración de los calendarios de competiciones sobre los que los deportistas se marcan sus metas”.
PRIMER BALANCE
En este contexto, el RCNP, de la mano de su dirección técnica, ha visto la oportunidad de potenciar valores y capacidades como la motivación, la determinación, el esfuerzo o la autoestima a través de un programa de psicología deportiva de un año de duración bajo el nombre de “12 meses, 12 acciones” que se difunde bajo la etiqueta #valoresRCNP y dispone de su propia página web en el dominio rcnp.es/valores. “Los estudios nos dicen que el deporte aporta valores. Pero, ojo, porque éstos no siempre son buenos. El deporte no educa en valores positivos ‘per se’, eso es algo que se debe trabajar desde las organizaciones”, señala Salom, quien cuenta para esta campaña destinada a los equipos de vela y piragüismo del RCNP con la colaboración y el asesoramiento científico del doctor Alejandro García, profesor titular de Psicología Básica de la UIB. “La colaboración con la UIB será muy estrecha para que el resultado de lo que se investigue se pueda trasladar posteriormente a la psicología aplicada”. El programa está dividido en cuatro niveles sobre el respeto, el esfuerzo, la superación y la solidaridad. El objetivo general es aumentar la responsabilidad de los deportistas a medida que avancen los niveles. Los conceptos asignados a cada mes, explica Miquel Salom, se trabajaran a través de la formación previa de los técnicos del club y en sesiones de debate mensuales con los deportistas de las diferentes categorías, cuyas mejores aportaciones –seleccionadas por los entrenadores– se incorporán resumidas a un gran mural virtual. La concreción de los conceptos que definen cada valor se trasmiten de abajo a arriba, es decir, del deportista (ya sea de base o de alto nivel) hacia la entidad, que asumirá el resultado del programa como una suerte de catálogo de principios vinculados no sólo a la práctica deportiva, sino a la educación entendida en su dimensión más amplia. En marzo se cerró la primera de las cuatro fases del programa. La actividad consistió en distintas dinámicas grupales dirigidas por los entrenadores de las secciones de vela y piragüismo. Los deportistas del RCNP debatieron sobre los conceptos de fair play, empatía y determinación a partir de la visualización de vídeos con casos reales.
“El primer trimestre –indica Salom– se ha centrado en el valor del respeto. Estamos satisfechos, vemos que el proyecto empieza a andar y que la implicación de los entrenadores y los chicos es cada vez mayor”. “En esta primera toma de contacto hemos podido tratar dos valores estrictamente humanos, la empatía y el respeto por las normas, y otro con un carácter más deportivo, como es la determinación. Ello nos ha permitido abarcar tanto la formación personal como la deportiva. Las impresiones de los regatistas y piragüistas sobre los debates que les hemos propuesto han quedado plasmadas en el mural virtual de la página web del club”, señala Salom. El mural condensa a través de frases recogidas por los entrenadores el índice de comprensión de los conceptos sometidos análisis.
Salom recoge al azar tres citas de los deportistas que, a su juicio, resumen el buen trabajo del trimestre: “No dejes que el miedo te gane (determinación)”. “Hay que pensar antes de juzgar a los demás por lo que hacen (empatía)”. “Hay que mostrar respeto en la victoria y en la derrota (fair play)”.
El RCNP se sube al barco de Monti-Sion Solidària
El club recoge 800 kilos de alimentos para la asociación benéfica y se compromete a colaborar en la concienciación de sus socios
Texto: Prensa RCNP
El Real Club Náutico de Palma hizo entrega al final del año 2020 de un lote con más de 800 kilos de comida y productos de primera necesidad a la Fundación Monti-Sion Solidària. El material fue recepcionado, de manos del presidente del RCNP, Emerico Fuster, por el responsable de la entidad benéfica, Blai Vidal, quien agradeció la solidaridad de los socios del club y abogó por llevar a cabo futuras acciones conjuntas para tratar de mitigar la grave situación de crisis derivada de la pandemia de Covid-19. El deseo de Blai Vidal fructificó menos de un mes y medio después, concretamente el 11 de febrero, con la firma de un convenio de colaboración por el que el RCNP se compromete a seguir prestando soporte a la asociación y a fomentar la solidaridad entre sus deportistas de base. El acuerdo fue auspiciado por Javier Torrres, miembro de la junta directiva del club y voluntario de Monti-Sion solidaria. Blai Vidal señaló que Monti-Sion Solidària es una fundación de ayuda integral a las personas que da actualmente asistencia a 2.500 familias (más de 6.000 personas, 1.600 de ellas menores de 10 años) y advirtió de que todavía no se ha vivido lo peor de crisis: “La mayoría de nuestros beneficiarios acusan todavía las secuelas de la anterior crisis; muchas familias no lograron superarla y la pandemia ha venido a agravar la situación. Las personas mayores que han acogido en sus casas a hijos y nietos gracias a que tenían dinero ahorrado han dejado de disponer de esos recursos, con todo lo que ello conlleva. La cifra de personas a las que estamos ayudando no para de crecer”. Monti-Sion Solidària cuenta en estos momentos con 200 voluntarios -cifra récord en sus 11 años de existencia-, procedentes en su mayoría del alumnado de escuelas de Mallorca. “Nuestro principal activo son estos voluntarios, que se ocupan de la logística, pero el corazón que bombea la solidaridad son las entidades que, como el Real Club Náutico de Palma, la Cooperativa de Sa Pobla, la Fundación Barceló, Distribuidora Rotger o Caixa Bank, por citar solo unas cuantas entre más de un centenar, colaboran con nosotros a través de su acción social”, destacó Blai Vidal. Vidal piensa que la pandemia de Covid-19 ha desbordado a la sociedad: “Pensamos que vivimos en el primer mundo, pero eso no deja de ser una ficción. Para saber lo que en realidad está pasando hay que estar a pie de calle. Nuestra filosofía es ser siempre positivos y optimistas y poner el acento en la solidaridad que estamos recibiendo de particulares, empresas y entidades”, concluyó. Emerico Fuster, por su parte, recordó el compromiso “histórico” del RCNP con diversas entidades benéficas como Monti-Sion. “Siempre que ha estado en nuestra mano hemos ayudado, y lo seguiremos haciendo en el futuro, puesto que está en el ADN de nuestro club”.
Emerico Fuster, Blai Vidal y Javier Torres.
Nueva vida para la piscina cubierta
El largo periodo de confinamiento de hace un año sirvió para realizar algunas reformas que se habían ido demorando para no afectar a los servicios que el club presta a los socios. Una de ellas era la de la piscina cubierta, ubicada en el primer piso del edificio social. Los problemas fueron detectados meses antes del inicio de la pandemia. El equipo de mantenimiento advirtió durante una de sus inspecciones rutinarias que se estaban produciendo unas filtraciones y que, si no se actuaba rápido, la estructura de la piscina podía verse afectada. Ante esta situación se optó por realizar una reforma a fondo que, según explica José Riudavets, responsable de mantenimiento, consistió en “retirar el forro de gresite, picar el vaso de la piscina y aplicar una nueva impermeabilización con un producto más moderno”. “Hubo que embaldosar de nuevo todo el interior y contorno de la piscina. Tras barajar diversas opciones, teniendo en cuenta los problemas surgidos con el paso de los años, optamos por un sistema flotante de baldosas antideslizantes”, añade Riudavets.
La piscina se pudo reabrir en el mes de noviembre de 2020 y actualmente presta servicio a pleno rendimiento, aunque con las restricciones correspondientes a cada uno de los niveles de seguridad sanitaria decretados por el Govern balear. El espacio de la piscina cubierta ha tenido a lo largo del tiempo diferentes usos, como el de sala para la exposición flotante de fotografías con motivo del 25 aniversario de la Copa del Rey de vela y el centro de prensa de esta regata desde 2007.
Antes
Después
Clubes:
buenos para la sociedad y para la economía
Un estudio de la UIB revela que los náuticos de Baleares generan un volumen de negocio de 627 millones de euros al año, el equivalente al 1,9% del PIB regional, y dan empleo directo a 1.132 personas.
Por PRENSA RCNP
Los clubes náuticos generan un volumen de negocio anual de 627 millones de euros, equivalente al 1,9% del PIB de Baleares, según revela un estudio realizado por el Departamento de Economía y Empresa de la Universitat de les Illes Balears (UIB). El impacto económico total de los clubes náuticos sobre la economía regional, señala el estudio, supone un valor añadido del orden de 209,6 millones de euros para un volumen de producción medido y estimado de 626,9 millones de euros. Estas actividades, en su conjunto, suponen el empleo de 3.883 personas (de los cuales 1.132 son empleos directos). La partida destinada a salarios y seguridad social se sitúa en 14,7 millones, cantidad a la que cabe sumar los 9,7 millones que estas asociaciones abonan a las autoridades en concepto de tasas y cánones de ocupación del espacio público portuario. La suma de su presupuesto anual asciende a 56,2 millones de euros. El análisis del Departamento de Economía y Empresa de la UIB supone la primera medición científica de la actividad desarrollada por los clubs náuticos del archipiélago. Se trata de una radiografía que demuestra el carácter estratégico de estas entidades que fueron “pioneras” de lo que hoy se conoce como sector náutico y que, al contrario del resto de marinas y puertos deportivos, se caracterizan por carecer de ánimo de lucro: todos los recursos generados por su actividad se reinvierten en el mantenimiento de las instalaciones y en el sostenimiento de los equipos deportivos y escuelas de vela.
La Asociación de Clubes Náuticos de Baleares (ACNB) sostiene que los clubes son “los polideportivos del mar”, con la peculiaridad de que no tienen ningún coste para el erario. “Es más –apunta Miquel Suñer, su presidente–, nosotros pagamos al Estado o la Comunidad Autónoma por el alquiler de la instalación y nos ocupamos de formar a los deportistas y navegantes sin recibir subvenciones. Desde hoy sabemos que, además, nuestra aportación a la economía local es muy importante”. El estudio ha permitido establecer “la verdadera dimensión” de los clubs náuticos en el contexto social y económico de Baleares. Se sabía que lo que hacen es importante, pero hacía falta poder resumirlo en una cifra. Gracias a este estudio, los 24 clubes de las Islas pueden presumir sin miedo a exagerar que son el equivalente al 1,9% del Producto Interior Bruto de Baleares, y sentirse muy orgullosos de su trabajo. Los clubes náuticos de Baleares gestionan 8.279 amarres, de un total de 20.272. La gran mayoría de estas embarcaciones son de menos de 10 metros de eslora (5.499) y corresponden a usuarios de la llamada náutica social o de clase media. La ACNB representa a 12.777 socios. Otras cifras destacadas de la función social que desarrollan los náuticos y marítimos son los 7.748 alumnos que albergan sus escuelas de vela y piragüismo y la organización de 336 competiciones y 150 eventos socioculturales en los últimos tres años (hasta 2019).
El ejemplo del RCNP y la Copa del Rey
El RCNP es una de las entidades que más aportan al conjunto del volumen de negocio de los clubes de Baleares. Para muestra un botón: La 37 Copa del Rey MAPFRE de vela tuvo, en apenas ocho días, un impacto económico de 17.493.356 de euros para la
4,6 MILLONES EN ALOJAMIENTOS
El sector que más provecho obtuvo de la Copa del Rey MAPFRE fue el del alojamiento turístico, con 4.621.925 euros. Le siguieron la restauración, los supermercados y otros proveedores de comida, que alcanzaron los 3.348.491 euros de facturación de clientes directamente relacionados con la regata, y las compañías aéreas y marítimas, que sumaron 2.626.346 euros. Taxis, autobuses y empresas de alquiler de vehículos alcanzaron los 676.435 euros, mientras que los asistentes a la regata, ya sea como participantes, como invitados o como periodistas, gastaron 829.689 euros en ocio, 735.920 en equipamiento deportivo y 743.936 en compras y regalos, entre otros. La investigación revela que el gasto medio de los asistentes a la Copa del Rey oscila de manera notable dependiendo de si se trata de un armador (2.668 euros), un invitado (408 euros), un regatista (181 euros), un periodista (212 euros) o un técnico (119 euros). En cuatro de los cinco grupos ese desembolso por jornada es superior al del turista convencional que visita Mallorca (144,59 euros). economía de Mallorca, según los mismos autores del estudio de la UIB referido al conjunto de los clubes. La cifra, que convierte la Copa del Rey en el evento deportivo anual que más riqueza genera en Baleares, se refiere a la contribución de este acontecimiento deportivo a diversas actividades económicas como el transporte marítimo, aéreo e interior, el alojamiento, la oferta complementaria, el ocio, la cultura y los servicios relacionados con la organización y el mantenimiento de las embarcaciones inscritas. El estudio se circunscribe a los ocho días que duró el acontecimiento de 2018, desde las dos jornadas previas de mediciones y registro de participantes (28 y 29 de julio) hasta la última de las seis restantes de competición (del 30 julio al 4 de agosto). Cada día, la Copa del Rey aporta 2,2 millones de euros a la economía de su entorno, lo que da idea de la magnitud deportiva y la relevancia turística y social de esta regata. El mayor impacto económico de la Copa del Rey corresponde a los propietarios de los barcos participantes, a quienes se atribuye un gasto de 6.422.244 euros. Los regatistas generaron otros 4.382.058 de euros y se situaron como el segundo grupo más beneficioso para la economía mallorquina, seguidos de los invitados a la regata (2.924.386 euros), el propio RCNP (1.809.203 euros), las marcas patrocinadoras (1.427.910 euros), los medios de comunicación (345.158 euros) y los técnicos de la organización (182.399 euros). Para llegar a estas conclusiones, la UIB llevó a cabo un arduo trabajo de campo diseñando instrumentos de investigación específicos para cada grupo observado e incorporando técnicas de neuromarketing en el proceso de recogida de datos.
LITERATURA Las islas felices de Oceanía
Texto: Diego Riera Hevia
Todo viaje debe ser también interior. No sirve de nada ir a Roma y no maravillarse en el Panteón de Agripa. Como fuere que no siempre tenemos a mano un panteón o un palacio de Carlos V en Granada a mano, hay que seguir unas pautas. La duración del viaje, su extensión, la compañía y el medio de locomoción son los principales puntos a tener en cuenta.
Paul Theroux (USA, 1941) se tiró un año y medio para visitar toda Oceanía, solo y a bordo de un kayak plegable. Y le dio para un librazo, Las islas felices de Oceanía (Ediciones B, 2002; traducido por R. Borrás). Es cierto que este señor hacía trampas; por un lado, para ir de un archipiélago a otro iba en medios más convencionales -recordemos que todos los continentes caben dentro del Pacífico, es enorme- y, por otro, es escritor. Muy prolífico y versátil, prácticamente un libro al año ya sea novela, ensayo o viajes. Sus dos obras más conocidas son La costa de los Mosquitos -recordarán la película con Harrison Ford- y el libro de viajes El gran bazar del ferrocarril, un paseo desde Reino Unido a Japón y vuelta. La obra que nos ocupa comienza en Nueva Zelanda con una visita promocional y la separación de su esposa. Esta huida emocional le lleva a Australia para seguir con la publicidad de su último libro y de ahí se va al norte, a Cairms y al Cabo York. Comienza la aventura, cruza a Papúa-Nueva Guinea y de allí a las Trobriand. Cuando acaba con la Meganesia sigue hacia el este, recorre la Melanesia (Islas Salomón, Fiyi…) y de ahí a la Polinesia (Tonga, Samoa, Tahití, las Marquesas…) para acabar en el archipiélago de Hawai.
Es cierto que no hay vibrantes descripciones del paisaje ni un estudio de las rutas seguidas; sin embargo, podemos ver un retrato del paisanaje de las islas, una reproducción fiel de lo que nos encontraremos si llegamos un día a Nuku’alofa, como si de un relato de Stevenson o London se tratara. En total una cincuentena de islas en un viaje pausado, a una escala humana a pesar de la enorme extensión que abarca. La sencillez del relato evoca a La primera vuelta al mundo de Pigafetta ¡Qué fácil parece cruzar un tercio del planeta! Para muestra un botón: “…el Pacífico era como un cielo estrellado, como el espacio exterior, y viajar entre islas era como una aventura interplanetaria.” Aunque esto es una reseña de un libro, no podemos dejar de hablar del medio de viaje. El piragüismo es un referente en el RCNP y seguro que algún palista se interesa por la Klepper Aerius I Expedition usada por Theroux. No es nada revolucionario, las Klepper ganaron todas las medallas en Berlín 1936 y eran el estándar para los kayaks. Una estructura de madera forrada por una cubierta impermeable que actualmente ha evolucionado a aluminio y fibra de carbono con cubierta de PVC o Hypalion, como las neumáticas del club. Por lo visto la otra marca top es Feathercraft y hay abundante bibliografía sobre el tema siendo Complete Folding Kayaker de Ralph Diaz el libro de referencia.
Las islas felices está descatalogado pero pueden encontrarlo subiendo el Puig de Sant Pere en la biblioteca de Ca’n Sales o comprarlo a través de Iberlibro, una web de libros de viejo impresionante.