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ENTREVISTA
Javier Cacho es el escritor español que más ha profundizado en la personalidad de los grandes exploradores polares. El hallazgo del pecio del bergantín goleta con el que Ernest Shackleton trato de cruzar la Antártida en 1914 ha traído la actualidad el libro que le dedicó en 2013 bajo el sugerente nombre de “El indomable”.
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El explorador Javier Cacho, autor del libro Shackleton, el indomable. Texto: Alberto Sánchez
Javier Cacho reconoce que todavía se le pone la carne de gallina al recordar las recientes imágenes del Endurance, descubierto hace apenas un mes con su figura increíblemente inalterada tras pasar 107 años en la más impenetrable oscuridad a tres mil metros de profundidad en el Mar de Weddell, en la Antártida. Cacho, científico, escritor y divulgador, fue miembro de la primera expedición científica española a la Antártida y jefe de una de las dos bases de nuestro país en el continente helado. Es el único español vivo que tiene una isla con su nombre, la Cacho Island, un pequeño islote en aguas antárticas. La pasión de Javier Cacho al contar la odisea de Ernest Shackleton y el Endurance, como hace en su libro ‘Shackleton, el indomable’ (2013), permite al lector sentirse uno más del mítico grupo que sobrevivió a aquella aventura de un año y medio soportando temperaturas de 30 grados bajo cero y afrontando en uno de sus episodios una travesía de 1.300 kilómetros en un bote de menos de siete metros en las aguas más salvajes y frías del planeta. Tras fracasar en su expedición antártica antes incluso de comenzar, al quedar el Endurance atrapado en el hielo, el líder del grupo se marcó un único objetivo en el que alcanzó un impensable éxito: salvar a todos sus hombres.
¿Qué sentiste al ver por primera vez las imágenes del Endurance hundido a 3.008 metros de profundidad?
-Ahora mismo se me pone otra vez la piel de gallina. Me emocioné y estuve a punto de echarme a llorar. Ver el nombre del Endurance en el espejo de popa y la estrella de cinco puntas, la rueda del timón… Prácticamente veías a Shackleton o al capitán Worsley gobernándola. No esperaba que lo encontraran. Ya lo habían intentado tres años antes sin resultados. Era una búsqueda en absoluta oscuridad con poco más que la luz de una linterna en una posición geográfica muy imprecisa. Les quedaba una semana, incluso el barco había quedado atrapado por el hielo, pero al final lo encontraron. Creo que las imágenes han conmovido a todos los que han oído hablar de Shackleton.
¿Cuál era el objetivo que luego se vería frustrado de la Expedición Imperial Transantártica que lideró Shackleton en 1914?
Quería hacer el más difícil todavía. Shackleton ya no era el primero en llegar al Polo Sur pues lo habían conseguido Amundsen y Scott. Quería cruzar la Antártida de un extremo al otro. Esto era más difícil desde un punto de vista logístico pues no podían contar para el segundo tramo con depósitos de víveres que pudieran dejar a la ida. La primera parte del trayecto era totalmente desconocida.
¿Por qué llegaron a la historia?
Llegaron a la historia porque lo importante no es lo que haces, sino cómo lo haces. En el momento en que el barco quedó atrapado en el hielo, Shackleton comprendió que no podría completar su proyecto, pero cambió el chip y decidió que su objetivo era conseguir salvar a todos sus hombres. Durante el invierno pudieron estar dentro del barco aceptablemente bien, pero nueve meses después los movimientos del hielo aplastaron el barco. Entonces se quedaron viviendo sobre el mar congelado, a merced de vientos y corrientes y a expensas de que no se hundiera el hielo, con la comida escasa. Allí surgió el líder que era Shackleton. Les dijo: “Muchachos, si me seguís, de esta salimos”. Era muy optimista. Finalmente llegaron en tres botes salvavidas a una pequeña isla aislada, la isla Elefante, y Shackleton tuvo que zarpar desde allí junto a otros cinco tripulantes en uno de aquellos botes para intentar llegar a Georgia del Sur, una travesía de 1.500 kilómetros hasta la primera isla habitada.
En uno de los mares más duros del planeta. ¿Cómo era ese bote y cómo consiguieron orientarse?
Así es, estamos hablando de una travesía durísima, en unas aguas donde el viento sopla muy fuerte de manera constante y levanta grandes olas. Era un bote descubierto en el que habían puesto piedras a modo de lastre. Consiguieron orientarse porque llevaban un grandísimo marino a bordo, el capitán Frank Worsley, que fue capaz de tomar posiciones con el sextante en esas duras condiciones y a pesar de que muchos días el cielo estuvo nublado.
27 hombres perdidos en el hielo un año y medio y todos ellos sobrevivieron ¿Cómo fueron capaces de salir adelante?
La clave fue el liderazgo de Shackleton. Él fue capaz de mantener el espíritu, animando a todos constantemente con partidos de fútbol, competiciones de trineo, jugando a las cartas, leyendo libros en voz alta porque no tenían uno para cada uno, cantando, tocando el banjo… Horas después de llegar a la isla Elefante ya estaba preparando la travesía.
¿Cuáles fueron los peores momentos en esa ya de por sí dramática situación?
-Uno de los momentos dramáticos en esos largos meses fue cuando se vieron obligados a abandonar el barco. Entonces
Javier Cacho es el único español vivo que da nombre a una isla.
Shackleton tiene que repartir los sacos en los que dormirán en tiendas de campaña sobre el hielo, en lugar de en sus aceptablemente cómodos camarotes. Los mejores sacos eran de piel de reno y los malos eran de lana. Decidieron sortearlos, pero tras el sorteo vieron que había hecho trampas: todos los hombres de confianza, incluido él, se habían quedado con los sacos de lana (los malos). Shackleton intentó paliar el sufrimiento de la marinería con los mejores sacos de dormir. Es solo una muestra de su gran capacidad de liderazgo y sacrificio.
¿Te sirvió de inspiración el ejemplo de Shackleton?
Yo creo que todos los exploradores seguimos a Shackleton. A mí me conmueve. Ese hacer equipo con su gente, lograr que todos trabajen en la misma dirección. Era un gran director de orquesta con grandes solistas en su grupo. Siempre ha sido uno de mis ídolos.
¿Qué le atrae a los exploradores del hielo, del frío, de la inclemencia más extrema?
No sabría concretarlo, pero yo soy feliz en la Antártida y siempre estoy deseando volver. Tiene un silencio especial, sin lugar a dudas. Allí descubres al ser humano que hay detrás de la persona que tienes delante, con independencia de su color de piel, su nacionalidad o su religión. El espíritu de supervivencia queda mitigado por el afán de cooperación. Estás dispuesto a hacer cualquier cosa por él y sabes que él haría lo mismo por ti, porque eres un miembro de su misma especie. Eso es muy fuerte y es algo que hemos perdido en las grandes ciudades.