RivasDia N165_ok 31/03/17 16:28 Página 26
RD ABRIL 2017
ENTREVISTA
“Muchas mujeres de América Latina están siendo criminalizadas” GUSTAVO CASTRO> Se encontraba en la misma casa en que fue asesinada Berta Cáceres, activista hondureña, el 3 de marzo de 2016. Este defensor de los derechos humanos vive refugiado en España por Amnistía Internacional, y visitó Rivas en febrero
Entrevista: Patricia Campelo Fotografía: Luis García Craus
erido de bala, salvó la vida después de que los asesinos de la activista hondureña Berta Cáceres le dieran por muerto. A Gustavo Castro, coordinador de la ONG Amigos de la Tierra, no le esperaban aquel fatídico 3 de marzo de 2016 en la vivienda de Cáceres, pero su presencia improvisada – Castro cambió sus planes en último momento- es ahora la principal oportunidad para restar impunidad al proceso judicial contra los ocho sicarios imputados.
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Sin esperanzas de alcanzar a los autores intelectuales, Castro permanece a la espera de que la justicia hondureña le llame para una ronda de reconocimiento. Mientras, este mexicano de 53 años, activo defensor de los derechos humanos, vive acogido en España por el programa de protección de Amnistía Internacional, organización que le trajo a Rivas el pasado febrero para ofrecer una charla en la Casa de Asociaciones y encuentros con estudiantes de institutos. Castro compartía activismo con Berta Cáceres, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), desde donde la líder indígena se enfrentaba a megaproyectos de la industria extractiva que provocan el
éxodo y el empobrecimiento de las poblaciones indígenas, poniendo en peligro sus vidas. Cáceres obtuvo en 2015 el prestigioso Premio Goldman por su lucha contra la construcción de la represa hidroeléctrica de Agua Zarca. Según informe de la ONG Global Witness, más de 120 activistas han sido asesinados en Honduras desde 2010 tras enfrentarse a empresas que deterioran el medio ambiente. El asesinato de Berta Cáceres es uno de los muchos perpetrados en América Latina, pero el de ella ha suscitado un interés internacional sin precedentes. ¿A qué se debe? Es la pregunta que todo el mundo se hace y nadie encuentra respuestas. Creo que fue como un basta, un hartazgo; un balde de agua fría en un contexto en el que muchas otras mujeres habían sido asesinadas. Y Berta, que había sido premio Goldman un año antes, y eso también impresionó más, tenía medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Fue un impacto muy fuerte. Y tiene mucho sentido esa frase de que Berta no murió sino que se multiplicó; que no la sepultamos sino que la sembramos. Me sigue impresionando gente que me dice que ha realizado acciones de todo tipo, marchas e iniciativas.
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¿En qué estado se encuentra el proceso judicial contra los sicarios que les dispararon? Ahora hay ocho imputados. El séptimo fue detenido en México en enero, y el octavo hace dos semanas [por principios de febrero]. De este último se presume que es el que me disparó, pero estoy esperando a que la fiscalía me llame para reconocerlo vía consular o presencial. Hay quien me dice que vaya y otros que ni de loco. Valoramos las condiciones de seguridad. De momento, esperando a la solicitud formal, que parece que sí la va a haber. Y sería en las siguientes semanas. Durante meses ha lamentado que se produjera este retraso en el proceso judicial. ¿Se trata de algo premeditado? Había una estrategia el último año porque, de alguna manera, el Gobierno [de Honduras] quería anular al testigo, es decir, a mí, y una de esas formas era perder el expediente como hizo la magistrada, que se le ocurre una noche sacarlo para estudiarlo en su casa y se lo roban. No llevaba escolta. Lo entendemos como un