RivasAlDiaN203_Noviembre2020.qxp_ok 3/11/20 14:37 Página 14
Factoría de arte y conocimiento REPORTAJE> Con 36 años de docencia, la Universidad Popular ha iniciado el curso con más 1.200 personas matriculadas en sus talleres - Hablamos con profesorado y alumnado para saber cómo es el regreso en un año marcado por medidas de seguridad sanitarias
Texto: Álvaro Mogollo Fotos: Publio de la Vega y Javier Barchín
l saber no ocupa lugar y el deseo de aprender sigue latente en cualquier circunstancia. Así lo atestiguan las 1.215 matrículas cumplimentadas para el presente curso en la Universidad Popular de Rivas, que cumple 36 años desde su fundación. Las obras de remodelación en el centro cultural García Lorca han hecho que el inicio de curso se haya trasladado al Centro de Emprendimiento e Innovación (CEI), situado en la calle de Mariano Fortuny, unas instalaciones que parecen ideadas para abordar las circunstancias actuales. Los diversos talleres, que van desde una a cuatro horas semanales, han vuelto a funcionar en octubre. Como sucede con otras actividades presenciales, se extreman las precauciones para evitar contagios y se han reducido las ratios. E incluso algunas de las clases que no requieren intervención práctica, se imparten de forma virtual.
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ALUMNADO MANUELA CASADO Restauración de muebles Manuela Casado pertenece al grupo de quienes repiten matriculación a pesar de la pandemia. Este curso ha elegido el taller de restauración de muebles, mientras que el año anterior se ejercitó en patchwork y cerámica. Esta vecina ripense es jefa de vigilancia nocturna del Museo del Prado y reconoce que los talleres le sirven para desconectar del trabajo y todo lo demás. Entiende que
estamos ante un momento excepcional y que haya gente con reparos para regresar a las clases: “Algunas personas que conozco quieren esperar un poco hasta que la situación se normalice. Yo estoy tranquila porque veo que se cumplen las medidas de seguridad. Incluso he mandado fotos a mis amistades para que lo comprueben de primera mano”. “El sitio es una maravilla porque es una nave y eso tiene muchas ventajas. Los techos son altísimos, hay mucha distancia entre las mesas y tiene dos puertas de ventilación que se dejan un poco abiertas para que se genere corriente”, describe. Afirma que piensa apuntarse nuevamente a cerámica y patchwork cuando acabe la reforma del centro cultural García Lorca, ya que ahora le resulta algo más complicado desplazarse. También explica las medidas adoptadas en este nuevo curso: “Se ha bajado el número de personas en el grupo. Anteriormente eran unas 25, ahora 12”. Llevan guantes, además de la mascarilla, aunque no se pierden las típicas charlas distendidas entre compañeras y compañeros. “No percibo temor en la gente de la clase porque con tanta distancia no existe ese miedo lógico que se da en otras situaciones”, afirma. Y finaliza argumentando que volvería a matricularse: “Lo haría otra vez y le diría a la gente que se matriculase, no se entra en contacto directo con nadie”.
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RAFAEL TAMAMES Cerámica Uno de los alumnos veteranos en la Universidad Popular es Rafael Tamames, que este curso se ha matriculado en cerámica. A sus 88 años se mantiene activo y con ganas de seguir progresando. El curso pasado estuvo apuntado también en pintura, pero como dispone de material para pintar en su casa, ha preferido practicar en su domicilio para salir lo menos posible al ser persona de riesgo. Las medidas de seguridad del taller de cerámica convencen a este médico traumatólogo jubilado: “Al principio tenía miedo, pero cuando fui al taller me dio sensación de seguridad y de tranquilidad. Somos pocas personas y estamos francamente bien, cada una en una