es eres somos
10#
historia
#“... si alguna de las muchachas quisiere aprender a leer…” (Datos históricos sobre la Enseñanza elemental en las escuelas de Torrelodones. Nuevas aportaciones) En el siglo XVIII solamente ciudades y villas populosas contaban con maestros de primeras letras pero, por iniciativa de regidores y padres, pequeñas villas como Torrelodones tuvieron presencia fija de un maestro, según consta en nuestra respuesta 32ª al Catastro de Ensenada (1751): “un maestro de primeras letras a quien se le paga seiscientos reales”. De acuerdo a la legislación coetánea, los maestros debían acreditar vida honesta, limpieza de sangre1 y pasar un examen sobre Doctrina cristiana, Caligrafía y cuentas. Dado que los maestros solo admitían niños y las maestras niñas, por la respuesta del Catastro sabemos que únicamente los niños de Torrelodones aprendían a leer, escribir y contar. De haber podido, las niñas habrían practicado “calceta, bordados, encaxes, 1
Cristiano viejo.
cofias, redecillas…” si bien, las leyes preveían que aunque “el principal objeto ha de ser la labor de manos, si alguna de las muchachas quisiere aprender a leer [no se menciona escribir ni contar], la maestra estará obligada a enseñarla y examinarla en este Arte”. El Catecismo era la única materia común a niños y niñas. En el siglo XIX, el consenso entre moderados y progresistas permite publicar una ley de Instrucción Pública conocida como “Ley Moyano” (1857), vigente más de cien años, que estableció la gratuidad para alumnos sin recursos y la obligatoriedad de escolarización de los españoles de seis a nueve años (incluso sordo-mudos y ciegos en centros específicos). Los padres que lo impidiesen serían multados. Esta enseñanza elemental consistía en Doctrina cristiana,
Lectura, Escritura, Gramática, Ortografía, Aritmética; además, nociones de Agricultura, Industria y Comercio los niños y “labores propias del sexo y nociones de higiene doméstica” las niñas. Numerosos documentos de nuestro Archivo como actas de la Junta de Enseñanza, inventarios de las escuelas, premios a los mejores alumnos, muestras y fichas escolares... nos cuentan cosas como estas: En 1870 desde Madrid mandan que “el maestro ha de recibir en su escuela por término de 50 días, con la separación debida de los niños, a las hijas de los vecinos que han pedido al citado maestro las admitiera para enseñarlas, sin perjuicio de crear en su día la escuela de niñas” y el maestro Juan Malpartida se queja porque “El local de la Escuela [ubicado en el Ayuntamiento] es la