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SALUDA DEL CONCEJAL DE FESTEJOS

TOTANA 2018 Fiestas de Santa Eulalia

SALUDA

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CONCEJAL DE FESTEJOS.

Agustín Gonzalo Martínez Hernández.

FIESTAS PATRONALES SANTA EULALIA 2018

Querid@s vecin@s:

Un año más, llegamos a las puertas de unas nuevas Fiestas Patronales de Santa Eulalia. Para este año 2018, me gustaría reproducir las palabras que escribí el pasado año:

“La vida del municipio cambia en estos días, y desde la Concejalía de Festejos, hemos intentando hacer un programa variado y extenso, dentro de la austeridad que tenemos que observar, y que nos obliga a echar mano de la mayor imaginación e ilusión posible a la hora de elaborarlo.

Para ello, también tenemos que agradecer la colaboración y la generosidad de todas aquellas personas y asociaciones que participan en la organización, y las que velan por el normal desarrollo de las mismas. Tener un recuerdo especial para todas aquellas personas que ya no están con nosotros, pero que han contribuido en hacer de Totana un gran pueblo, suponen igualmente un momento de memoria y de reconocimiento en estos días.

Si queremos convertir nuestro pueblo cada día en un lugar mejor, tenemos que seguir conservando nuestras tradiciones como pilar y punto de partida, y volver a nuestras raíces para continuar trabajando por las generaciones venideras.

Que las tradicionales cuadrillas con sus canciones populares, acompañando las romerías, y que los platos y dulces típicos de estas fechas regados con vino y mantellina, junto con el fervor de un pueblo a su Patrona Santa Eulalia, alivien y reconforten nuestro ánimo para poder afrontar juntos y unidos un futuro que se presenta complicado, pero que sabremos y podremos despejar.”

Dichas quedan, y espero os guste este programa en el que nuestra Patrona luce de una manera muy especial.

Sin más, desearos a todos los vecinos y vecinas de Totana, así como a los visitantes que nos acompañen estos días, que disfrutéis de este Programa de Fiestas en una perfecta convivencia de armonía y concordia, con mucha responsabilidad y respeto, aparcando los problemas y preocupaciones que nos acucian. FELICES FIESTAS.

TOTANA 2018 Fiestas de Santa Eulalia

El periódico local El Campo publicaba en 1918 una revista titulada Totana Ciudad, un trabajo de entidad y contenido, expresión de la nueva realidad urbana que se abría paso en el panorama regional para mostrar la solidez de su voluntad. La edición facsimilar de esta publicación en 2018, llevada a cabo por el Ayuntamiento, ha supuesto la recuperación de este bien patrimonial.

Juan Cánovas Mulero. Cronista Oficial de la Ciudad de Totana. TOTANA

Memoria de un Centenario (1918-2018)

Las efemérides no solo tienen la impronta de lo nostálgico, de hacernos rememorar acontecimientos, situaciones y escenarios que marcaron un hito en concretos momentos sino que colaboran en el encuentro y conocimiento con contextos que interpelan sobre las esencias de la vida en unas específicas coyunturas. Contribuyen, de esta manera, a comprender, valorar, preservar y cuidar el legado recibido, pues en esa transmisión reside una parte importante del quehacer de un pueblo, del carácter de sus gentes. Por ello, apoyar lo identitario, lo que singulariza y distingue a una comunidad, ayuda a forjar referentes sobre los que dar solidez a la existencia, al compromiso socio-cultural, político y fraternal.

Totana ha llevada a cabo a lo largo de este año de 2018 una amplia oferta cultural a fin de conmemorar su primer centenario como ciudad, poniendo la mirada para ello en la concesión que el 30 de julio de 1918 le dispensaba el rey Alfonso XIII, otorgándole por medio de un Real Decreto, el título de ciudad, en expresión de su aprecio, reconociéndole, igualmente, su trayectoria de impulso, superación y testimonio de dedicación en su dilatado itinerario como villa, atendiendo también al «creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio y su constante adhesión a la Monarquía». Alentando esta proclamación y presentando al monarca los logros conseguidos estuvo el general Ángel Aznar Butigieg, un militar enamorado de una tierra que fue cuna de su progenitor y «patria adoptiva» suya. De este modo, Totana, cuyas raíces urbanas comenzaron a dar fruto allá por el siglo XV, recibía la afirmación de la Corona, exhortando la grandeza de su audacia y abnegación. Es indudable que una concesión de estas características no determina un cambio de ritmo ni un acentuado quehacer económico, pero sí que sostiene la estima, la capacidad y los desvelos de sus vecinos en su apuesta por un camino de desarrollo y progreso, luchando contra adversidades climatológicas, alimenticias, sanitarias… En la base de esa disposición se encuentra una trayectoria de totaneros y totaneras de implicación con la tierra, una lucha constante frente a las adversidades climáticas, con un riguroso aprovechamiento de los escasos recursos hídricos y un claro desafío por renovar su producción agrícola, avalado por el esfuerzo de sus gentes que con el sudor, la tenacidad, las fatigas, pero también con las esperanzas, las ilusiones y los anhelos, transformaron las «rústicas laderas» que se desgranan de la Sierra de Espuña en fértiles y fecundos parajes, en donde como escribiera el poeta de raíces totaneras Andrés Sobejano, «el pino de baladas se hizo rosas y azahar meridionales» y «las toronjas de fuego como luces encendieron los huertos». Surgía así el grandioso espacio de Los Huertos y lo hacía desde la cooperación de cientos de totaneros que con el tesón y la reciedumbre de su amor a la que es cuna de sus anhelos, supieron forjar y transmitir la esencia que nos impulsa a seguir atestiguando la identidad y el temple de Totana, a la vez que interpela a todos y cada uno de sus habitantes a continuar edificando sobre los sólidos cimientos recibidos.

La antigua villa contaba en 1918 con una población cercana a los 13.000 habitantes, con un elevado número de ellos avecindados en sus diputaciones rurales y dedicados, principalmente, a la tierra, como también

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El arrojo realizado por Totana para poner en producción el cultivo de la naranja era valorado positivamente. El presbítero totanero Juan Munuera, hijo del historiador Munuera y Abadía, ponía de manifiesto esa capacidad de convertir «en ricos naranjales, que no tienen rival en el mundo, cientos de hectáreas de terreno hasta entonces improductivo». Una apreciación a la que se unía el poeta Jara Carrillo, director que fue del periódico El Liberal de Murcia, al afirmar que la fecunda identidad de sus gentes se fusionaba con su naturaleza, presentando ese entorno como «uno de los más bellos jardines de esta región de los azahares».

a actividades alfareras, primordialmente a la «fabricación de platos, ollas, tinajas, tejas» y telares para la «elaboración de mantas y cobertores». A estas tradicionales tareas se habían unido, a lo largo de la década de 1910, diferentes gestiones que contribuyeron a su engrandecimiento y que posibilitaron el reconocimiento del Soberano. Así, se contó con la apuesta industrial que en 1912 promovía la empresa La Totanera, dedicada a la fabricación de conservas vegetales y frutas en almíbares y que en 1918 daba trabajo a 400 obreros con un rendimiento diario de 50.000 kilos, bajo la gerencia de José Sánchez Plazas. Al socaire de esa vitalidad se instalaba en 1914 una sucursal del Banco de Cartagena y en 1917 surgía la Industrial del Niño Jesús, dedicada al aserrío, a la construcción de barriles, cajas de envases y molino harinero que disponía de pozo de agua propio y que ocupaba a 50 obreros, fabricando diariamente 500 envases de madera.

Estas iniciativas no dejaban de ser, a pesar de su expresividad, pequeños empujes, pues fue una constante en su discurrir histórico, la falta de trabajo y las escasas posibilidades laborales de sus obreros, lo que les sometía muy a menudo a un prolongado paro estacional, mermando su alimentación y esperanzas. Para empeorar la situación una pertinaz sequía seguía castigando a la población, de tal modo que en julio de 1918 el Concejo se vio obligado a dejar «sin efecto la concesión hecha a don Justo Aznar para el aprovechamiento de agua de la Carrasca, por escasez». Esta situación se hizo más agobiante al inicio del otoño cuando se reducía considerablemente el aporte hídrico que surtía a la villa procedente del mencionado nacimiento. La coyuntura llegó a ser tan angustiosa que el alcalde había propuesto en marzo de ese año, «se suprimieran los gastos que según costumbre originan la adquisición de cera y música para las funciones de Semana Santa». A este cúmulo de adversidades se unía el alza de precios de las mercancías básicas de consumo ante la alta demanda que de ellas llevaron a cabo los países europeos contendientes en la Primera Guerra Mundial. Ante esa situación, los panaderos solicitaban en abril de 1918 el aumento de 5 céntimos en el kilo de pan «por la constante subida del precio de las harinas», haciéndose más dramática la situación en agosto de ese año cuando se denunciaba la dificultad de conseguir abastecimientos de cereales. Para afrontar tan perentorio contexto los obreros contestaron con varias huelgas pidiendo la rebaja del importe de las subsistencias, en tanto que su carestía les alejaba de los productos imprescindibles para el diario sustento, lo que sumía su existencia en un lamentable estado de pobreza. La situación que no fue atendida debidamente por las autoridades locales, alcanzó en diversas ocasiones un acentuado nivel de conflictividad, levantando a la población contra los abusivos precios de las subsistencias básicas, especialmente del pan, que se encarecía ante la especulación por la búsqueda europea de cereal.

Agravando esta adversidad, la falta de trabajo limitaba las condiciones de vida de los obreros lo que generaba situaciones de intenso dramatismo, sobre todo cuando transcurrían amplios periodos sin que los jornaleros pudiesen ejecutar peonada alguna, base de su sustento. Para minimizar las consecuencias de tan calamitoso escenario el Ayuntamiento planificó una

Imagen exterior de la empresa de conservas La Totanera, posteriormente Triptolemos.

La producción y exportación de la naranja a mercados europeos tuvo un principal alcance en la economía de Totana. La demanda de este artículo avivó su crecimiento y aseguró un amplio mercado laboral. Etiqueta de una de las empresas exportadoras.

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El paro agrícola y el elevado coste de los productos básicos, sumían a la población obrera en situaciones de honda dificultad. Para paliar esa realidad el Ayuntamiento llevó a cabo varias iniciativas que tenían por objeto mejorar sus infraestructuras y con ello atender la demanda de trabajo. Asimismo, hubo de incrementar los gastos sociales para atender tan urgentes requerimientos.

La gripe de 1918 causó estragos en una población mal alimentada y con escasas posibilidades de reacción ante crisis epidémicas. Francisco Martínez Muñoz-Palao, concejal y alcalde del ayuntamiento de Totana, desde el compromiso con los valores de la tierra y la determinación de dotar de agua a las fértiles tierras heredadas del Levante, llevó a cabo una fundamental labor de estudio y difusión de estas necesidades. Consciente de la transcendencia de la educación y empapado de ideas regeneracionista, en agosto de 1918 presentaba a aprobación de sus compañeros de corporación «el proyecto decidido y firme de la construcción en este municipio de un edificio que sirva de base para el funcionamiento de una escuela graduada de cinco grados». De igual modo, impulsó iniciativas orientadas a favorecer el cooperativismo y la oferta de trabajo agrícola.

serie de obras encaminadas a mejorar las infraestructuras hídricas y de comunicación. Para ello, se solicitaba la «construcción del segundo tramo de la carretera a Bullas», a la vez que se actuaba en la reforma de la cañería del agua de Los Frailes, el arreglo del «camino de la estación», la reposición «de todo el arbolado que falta en las alamedas de la localidad», como también la reparación «del pavimento de algunas calles y asimismo el de la plaza de abastos».

Por otra parte, las autoridades locales debieron de lidiar con intensas dificultades económicas para hacer frente a la asistencia médico-farmacéutica de numerosas familias que engrosaban el grupo de «pobres de solemnidad». De hecho, los farmacéuticos presentaban al Concejo la imposibilidad de seguir atendiendo ese suministro por la cuantiosa deuda generada. Asimismo, los responsables del hospital de la Purísima Concepción, denunciaban la falta de material para poder atender a los enfermos que acudían a él.

Este cúmulo de aflicciones, unido a las precarias condiciones sanitarias y deficientes hábitos profilácticos, favorecieron que en septiembre de 1918 Totana comenzase a sufrir las consecuencias de la mal llamada «gripe española» o «epidemia de los pobres», en tanto que afectó de modo significativo a los sectores más humildes. La intensidad de la infección alcanzó una cierta virulencia entre septiembre y noviembre de 1918. Los porcentajes de fallecidos por esta causa oscilan entre el 21 % y el 28% del total de defunciones en la villa, para ese periodo, acentuándose de modo más intenso en el mes de octubre de 1918 durante el cual, del total de muertes, el 67% lo fue por motivo de esta plaga. Tras varios meses de menor incidencia la ciudad sufrió un nuevo rebrote en la primavera de 1919, alertando entonces el Concejo sobre la necesidad de tomar las adecuadas medidas para «evitar en lo posible el incremento de la epidemia gripal». En este último periodo, bien por las medidas preventivas adoptadas por la municipalidad o bien por el menor encono del virus, la repercusión disminuyó, sin llegar a superar las muertes por esta infección índices del 20%. Para el verano de ese último año la epidemia prácticamente había desaparecido. De los afectados por el virus de la gripe, la mayor parte lo fue en edades comprendidas entre los 16 y los 50 años, dañando menormente los primeros tramos de la vida y a los mayores de 50 años.

Ahora, 100 años después, sus vecinos, afianzados en el legado acumulado e impulsados por su Ayuntamiento, han programado una variada y diversa oferta cultural y social que viene desarrollándose a lo largo de todo el 2018 para conmemorar este acontecimiento. Mesas redondas, conferencias, documentales, conciertos, exposiciones, publicaciones, actuaciones de concienciación y sensibilización… están ayudando a entender las brisas que han dinamizado el discurrir de Totana, a valorar el esfuerzo de tantos vecinos que en momentos de adversidad supieron entregar lo mejor de sí en favor de esta tierra, de sus esencias y raíces, pero también a comprender nuestro tiempo, a trabajar por él, contribuyendo con aromas que secunden el bien común, la convivencia, pues no siempre, cualquier tiempo pasado fue mejor.

La exposición pictórica y escultórica «Totana, in centesimo anno suo», ha permitido acercar a los vecinos a las creaciones artíticas de notables autores totaneros.

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“Escudos de distintas poblaciones murcianas representados en la parte baja de las pinturas del Santuario”

Francisco José Miras Martínez Alfonso Espejo Rodríguez TRADICIÓN

y devoción compartida

Existe en muchas fiestas patronales, encuentros socio-religiosos u otras manifestaciones culturales, que hacen peculiares esas jornadas festivas, elementos participativos compartidos con todos los que siente los mismos valores y sentimientos, que asocian a esas celebraciones de encuentro con carácter singular y único.

La idiosincrasia de Totana en cuanto a la devoción a nuestra patrona Santa Eulalia de Mérida es valorada y admirada por muchas poblaciones limítrofes a nuestro municipio. Es manifiestamente conocida la frecuente afluencia al Santuario muchos domingos y festivos, así como en romerías y fiestas patronales de visitantes provenientes de comarcas vecinas como Cartagena, Lorca, Fuente Álamo, Las Palas, Alhama de Murcia, Aledo, Murcia, etc. Por citar alguna acción compartida de peregrinación y devoción existente, destacaríamos una ruta entre el campo de Cartagena y el Eremitorio de la Santa, donde cohabitan esperanzas e ilusiones depositadas en la intercesión de nuestra invicta patrona. La hospitalidad que brinda Totana a los foráneos es generosa y acogedora, así lo atestigua el que año tras año se vea incrementado el número de participación devocional. Esa “añadidura foránea” que aportan los que siente con verdadera pasión contenida las tradiciones de nuestra ciudad, hacen que se enriquezca nuestro patrimonio costumbrista de una forma especial y atractiva. El compartir la mesa con todos los visitantes hace gala de un carácter abierto y expansivo, con las inquietudes entusiastas que caracteriza a los moradores de estas tierras.

Otra manera de comunicar nuestra devoción eulaliense, es poder acompañar en las esperanzas e impaciencias del ser humano, al manifestar nuestra devoción a la mártir de Cristo. Esas complacencias devocionales son manantial vivo en los corazones de los romeros que se transfieren a lo largo de los años con verdadero ardor social, siendo un activo preciado entre los vecinos y visitantes.

La gastronomía también presenta un lenguaje comunicativo e identitario que esos días de celebración, engalanan los hogares y cocinas con ingredientes típicos de esas festividades. La generosidad mayúscula de los totaneros está suficientemente acreditada con los siglos de tradición y devoción compartida con todos. No perdamos esa orientación de seguir abonando nuestra historia local con acciones y decisiones encaminadas a no perder la esencia que emana de las manifestaciones tradicionales, que han llegado hasta nuestros días gracias a la responsabilidad de los que nos precedieron en la transmisión de esos valores, guardando en los hogares totaneros cofres de experiencia y sentimiento eulaliense.

Estos días de conmemoración sintamos con júbilo la ferviente manifestación de toda una comarca por lo nuestro, lo que hace que palpiten los corazones de todos aquellos que depositan sus emociones vibrantes en Santa Eulalia de Mérida creando lazos de convivencia y fraternidad.

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Eduardo Monserrat. Coros y Danzas Ciudad de Totana EL FOLKLORE EN TOTANA:

Un legado para el futuro

Que Totana es un pueblo que se precia de mantener y cultivar sus tradiciones es algo indiscutible. Que cualquier totanero puede relacionar cada época del año con la fiesta o tradición propia de esas fechas, también. Que son esas tradiciones las que nos hacen sentirnos realmente unidos a nuestro pueblo, a nuestros vecinos y al entorno en que vivimos, por supuesto que sí. Hablamos especialmente de fiestas como el Carnaval, la Semana Santa y muy significadamente por el valor que encierran, las de nuestra Patrona, Santa Eulalia, y todo el desarrollo festivo que tiene lugar entre su bajada a la ciudad el 8 de diciembre y su Romería del 7 de enero. Pero hay un elemento que muchas veces pasamos por alto en lo que a tradiciones se refiere: El folklore de nuestro pueblo. Para empezar hay que precisar que cuando hablamos de folklore nos referimos a toda esa serie de elementos que han ido conformando nuestra historia, nuestra identidad, nuestra forma de ser como pueblo. Como diríamos aquí: “¡Total, ná!” Pero no es sólo folklore, como muchas veces se cree, el cante y baile tradicional. O como muchas veces, por simplificar, se suele llamar: “Las jotas”. Estamos hablando, además de la música y los bailes, de toda una serie de elementos que han formado parte de la vida de nuestros antepasados. Hablamos de su forma de vestir, de su forma de trabajar, de su forma de disfrutar de los pocos momentos de ocio que tuvieran lugar. Y todo esto ha hecho que hoy seamos quienes somos. ¿No les parece importante? Los estudiosos del folklore (término acuñado por primera vez en el S.XIX por el investigador y anticuario británico William John Toma) establecen unas características para que algo pueda ser considerado folklore, ya que no todo lo popular es folklore: Debe ser un patrimonio compartido por un pueblo; transmitido de forma oral de generación en generación; que tenga un carácter anónimo; una función social específica (como el celebrar el fin de la cosecha o un hecho religioso importante); y que es una seña de identidad de un lugar, de un pueblo y muchas veces (la mayoría) con origen en el mundo rural.

Pues si tenemos en cuenta todas estas características podemos empezar a centrarnos en lo que es nuestro propio folklore y en la institución desde la que escribimos este artículo a qué dedicamos nuestro esfuerzo.

En primer lugar nos centraremos especialmente, por no alargarnos excesivamente, en los aspectos más relacionados con la música y el baile. Podríamos hablar también de la artesanía, las leyendas, los dichos y formas de hablar… ya que eso también es folklore. Pero eso lo dejaremos para próximas entregas para no cansar al lector. Obviamente nuestra música, baile e indumentaria tradicional se inserta en la tradición de las

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tierras del sureste español, de las tierras murcianas y, como todo folklore, tiene influencias de otras latitudes y de las gentes de otros lugares que por aquí pasaron. En cuanto a la música y el baile, nuestros tatarabuelos y sus antepasados, en sus veladas festivas, es normal que bailaran los llamados “bailes sueltos” en los que los miembros de la pareja de “bailaores” no se tocaban (si acaso alguna mano en el hombro y poco más). Son muchos los bailes y músicas de este tipo pero por estas latitudes podríamos citar como propios de nuestro folklore: • Las Jotas y Hierbabuenas. • Las seguidillas y las parrandas • Las malagueñas

En aquellos tiempos los pasos de estos bailes se aprenderían por observación. Es decir, viendo bailar a los que ya sabían, y cada pareja bailaba los distintos pasos en el orden que creía conveniente la mujer, que parece ser que era la que llevaba la voz cantante en estos bailes.

La música corría a cargo de una cuadrilla que se acompañaba de instrumentos de cuerda, aunque a veces se unía algún clarinete o flauta travesera. Ya en el siglo XX e importados de Europa Central, las cuadrillas también incorporan los llamados “bailes agarraos”, como polkas, mazurcas y valses. Y las parejas, ahora sí, también bailaban “agarrás”, con mano en el hombro y la cintura. Pero, respecto a los bailes sueltos de los que hablábamos de carácter popular y sencillo aprendidos de forma natural y por observación, junto a ellos aparece en el siglo XVIII el llamado “baile bolero”, y que tuvo gran éxito en toda España y concretamente en nuestra zona murciana.

Se trataba, ni más ni menos, de tomar como base los pasos de los bailes populares pero recreándose en hacerlos más complejos y espectaculares. Surge así la figura del “maestro bolero” o maestro de danza, ya que estos bailes sí debían ser aprendidos de un maestro. Hasta el siglo XX estos bailes tuvieron gran éxito decayendo bastante, especialmente, tras la guerra civil. Pues bien, ya podemos hacernos una pequeña idea de cuál es el material que, desde aquellos remotos tiempos y de generación en generación, ha llegado hasta nosotros y con el cuál queremos trabajar para mantener viva esa parte tan importante de nuestro pasado.

LA PREGUNTA ES: ¿Y CÓMO SE MANTIENE VIVO ESE LEGADO MUSICAL Y DE BAILE TRADICIONAL? ¿CÓMO SE EVITA SU DESAPARICIÓN?

La respuesta es sencilla: Practicándolo de forma viva. No hay otra manera.

Y en este punto es donde cobra sentido nuestra asociación: Peña folklórica “La Mantellina” con su grupo de Coros y Danzas Ciudad de Totana. Nuestro cometido es participar de ese legado manteniéndolo vivo, ejecutando los bailes y cantando las distintas piezas musicales. Ambas cosas inseparables. Para ello, a través de las clases, un nutrido grupo infantil aprende desde bien joven los pasos que bailaron sus tataratatarabuelos. Igualmente los adultos mantienen esos bailes. Algunos de ellos incluso recuerdan a sus propios abuelos llevándolos a cabo. Y junto a ellos un grupo de músicos cantantes que está abierto, al igual que en el baile, a quien desee participar de esa importante expresión cultural. Pero como decíamos, no sólo de música y baile se nutre el folklore. Y por eso, junto a nuestro grupo de Coros y Danzas, en las presentes fiestas de nuestra Patrona, deseamos presentar en sociedad nuestra Peña Folklórica “La Mantellina”. Se trata de que no sólo quien sienta el deseo de bailar, tocar y cantar este tipo de música tenga cabida en nuestra asociación. Al crear una peña folklórica (unida al grupo de Coros y Danzas) lo que pretendemos es hacer partícipes de la misma a todas aquellas personas que, sin bailar y cantar, quieran participar de nuestras distintas actividades relacionadas con la vestimenta, la artesanía, participar en nuestros actos, desfiles, ayudar en la elaboración de carrozas decorados, preparación de alimentos típicos y todo el sin fin de actividades que pretendemos llevar a cabo en relación con nuestro folklore. El pasado año marcó un hito en nuestra asociación pues, entre otras actividades, fuimos capaces de desarrollar una serie de actos en el día de la Región, con una amplia participación: Recepción en el Ayuntamiento, misa huertana en la Parroquia de Santiago y posteriormente un nutrido desfile con carrozas y grupos sobre nuestras costumbres, que finalizó con un Festival de Folklore en el Parque Municipal donde más de 300 personas disfrutaron de nuestra gastronomía, música y bailes. Queremos seguir manteniendo y engrandeciendo el legado que nuestros antepasados nos dejaron. Ese que nos ha dado nuestra personalidad, nuestro carácter y que ha hecho que Totana sea hoy lo que es ¡Anímense! ¡Les esta-

mos esperando!.

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