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MANUEL DÍAZ SÁNCHEZ. IN MEMORIAM
Javier Hernández Ferrer cronista de la Comparsa de Estudiantes
“Soy una persona transparente, de las que dicen las cosas a la cara, mirando a los ojos”. Manolo Díaz.
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El pasado 25 de julio fallecía uno de los más grandes festeros, artesanos y personas que haya tenido el placer de conocer. Alguien del que yo, y tanta otra gente, hemos aprendido de tantas cosas: sobre fiestas, sobre trabajo, sobre integridad personal, sobre la vida, sobre disfrutar de los éxitos, sobre apechugar con los errores. Como es hora de ser transparentes, vamos a decir las cosas a la cara: me puedo meter en un lío por escribir esto, en mi comparsa es norma, desde hace cierto tiempo, no dedicar desde las “altas esferas” este tipo de homenajes a ningún socio en concreto, si lo hiciésemos no daríamos abasto, creo que está bien, y otras comparsas tienen la misma política en estos casos. Por ello, lo que viene ahora es un claro y flagrante caso de abuso de poder, invasión de competencias y arbitrariedad en las instituciones que ríete tú de lo de Cataluña, ya que, siendo un artículo con motivaciones claramente personales, si no fuese cronista no podría escribirlo en estas páginas, que es donde, por lo menos, mereces estar. Por ello, asumiré toda mi responsabilidad político-festera, encubriré a mis colaboradores, me saltaré la Constitución, el Estatuto, los Reglamentos de las Cámaras y la valla de la Troya y lo que haga falta, con valentía y decisión.
Estarás pensando, Manolo, “¿y de todos los que podrían escribir de mí tenía que ser el estudiante, y además, el estudiante que la primera vez que lo vi me robó las llaves de la furgoneta y me tuvo que llevar el Carujo a casa?”. Hombre, podría haber sido otro, que seguramente lo haría mejor, pero ya decías que yo era como el Bitter Kas (y un cagarnera y un rocambole, cuyo significado exacto sigo sin conocer), así que intentaremos (el plural no significa “yo y mis múltiples personalidades”, es que somos varios) que para ti y los tuyos sea algo especial.
Con el grupo “Los Inquietos”, siempre ahí dando el callo Enlace para más contenido: https://goo.gl/QSMBzF
El Manolo cabo
Sin entrar en cuestiones técnicas que solo los cabos conocéis, en Villena, los cabos gastadores tradicionalmente eran extremadamente sobrios, sin prácticamente desviarse de lo que suele ser un cabo de gastadores militar, y posteriormente fue apareciendo un estilo más adornado y florido. Pues bien, Manolo combinaba con una maestría insuperable la sobriedad militar con la, digamos, coreografía moderna de un cabo de escuadra. En sus últimos años era bueno, pero en sus tiempos de esplendor era un auténtico espectáculo, lo tenía todo, arte carisma, dotes de mando, puesta en escena y figura, que la figura es importante. Para el que esto escribe, el mejor, sin olvidar a otros como Joaquín Cortés o Miguel Navarro “El Tito” (y más, que si nos ponemos no paramos), con el que al principio hubo cierta tirantez pero luego forjaron una amistad a prueba de bombas. Amigos para siempre, tanto que a lo mejor Anto e Isabel andaban con la mosca detrás de la oreja. Bueno, no, esto era broma. Lo de ser mejor o no ser mejor entra dentro de los gustos de cada uno, esto es cierto, pero que tu excelencia era innegable y que marcaste una época está probado y requeteprobado por los 13 premios conseguidos (1978, 1979, 1980, 1982, 1983, 1986, 1989, 1991, 1992, 1994, 1996, 1998, 1999), que engalanan las paredes de la sede de tu comparsa, concretamente en el museo, donde deben de estar los reconocimien-
En todo su esplendor como cabo de mochilas
tos a esas obras de arte que nos ofrecías en cada desfile. Aunque como tú bien decías, la calidad de un cabo no se mide en número de placas, sino en decibelios, tú salías para que te aplaudiesen, y a fe que lo conseguiste hasta el último día que llevaste una gumia en la mano. Hasta que dejen de aplaudirme o hasta que no pueda más. Lo diste absolutamente todo. pesar de su enfermedad (yo si no estoy para desfilar salgo en camello). La ilusión que tenía podía con todo, pero al final su enfermedad se lo llevó. Después del servicio militar en el cuartel de Rabassa (en el que tenía un sargento apodado Chu Enlai, como el lugarteniente de Mao), entra como cabo de mochilas en el Bando Marroquí, pero su labor dentro de la Comparsa no se limita a ser cabo. Sin ponerse medallas cuando las cosas iban bien y, sobre todo, lo cual dice mucho de una persona, apechugando y dando la cara como el que más cuando la comparsa de Marruecos atraviesa momentos duros, que los atravesó. Colaborador activo en multitud de actos y efemérides, llega a ser presidente de su Comparsa. Un hombre más de hechos que de palabras, como demuestra el hecho que, un día 5, a la altura de las 4 esquinas, un integrante de la Peña el Pupitre se acercó a él, le dio un a abrazo y al ofrecerle éste un whisky, le dio un generoso trago. Esto entraba en contradicción con todo lo que él me había dicho: ir abrazando al público, beber en el desfile, con un estudiante… ¡con las pullas que nos echaba! Luego se lo dije: “Manolo, ¿tú no decías…?”. Su respuesta fue tajante, una de esas frases lapidarias que te decía y no se te olvida en la vida: “Si a mi amigo Pepe Ferrando le apetece tomarse un whisky conmigo yo me tomo un whisky con él y si a mi amigo Pepe Ferrando le apetece darme un abrazo, yo le doy otro”. Fin de la cita. Lección de vida. La amistad ante todo y sobre todo. Por cierto, ese año ganó el premio.
Terminando la Entrada como cabo Tuareg ¡no le quitéis puntos que ya ha pasado Toni Pardo!
Manolo, el Marrueco
Manuel Díaz Sánchez nace el 28 de febrero de 1958 y nace ya Marrueco. Ignoro cuándo fue su padre, el gran carpintero y ebanista Luis Díaz Coloma, a apuntarlo, pero si me dicen que nació ya con el pantalón bombacho y el turbante, y que en vez de llorar les decía a los médicos que se quitasen las gafas de sol y se volviesen a saludar a la tribuna, me lo creo. Es más, me cuesta pensar que no fuese así. Miembro más joven de la Escuadra de Tuareg, que este año ha celebrado un 50 aniversario bastante agridulce. Escuadra que comenzó a hacer las juntas en la carpintería del tío Luís, el padre de Manolo y de Ángel, donde tiene éste el taller. Manolo, era un chiquillo cuando entró en la escuadra y cuando hablaban de cosas, digamos de mayores, le decían: nene vete a tu casa, que era un poco más arriba de la carpintería. Manolo heredó la gumía de Cabo del gran Pepe Caracoles y lo fue de la Comparsa durante 33 años, casi nada. El camino se va poniendo cada vez más cuesta arriba para su escuadra y ya les van quedando menos fuerzas para continuar con esta labor, la de hacer fiestas, en la que él, estaba tan ilusionado al intervenir como el primero en los preparativos de este 50 aniversario, aun a Manolo con Luis, su padre
Con la siempre sonriente, caiga lo que caiga, Escuadra de Tuareg despidiendo a la Morenica
No todo era seriedad, de cachondeo era otro portento. Como anécdota, en la fiesta del 25º aniversario de los Tuareg de la Cábila iba mi padre con una chilaba (que compró para la ocasión) intentando venderle al respetable asistente un reloj estropeado, bonito y barato, un Seiko que pretendía vender por «seiko mil pesetas». Manolo se unió a él y al final de tanto tute el reloj acabó funcionando por unos días. Pero lo bueno es que le preguntabas al resto de asistentes y ¡había estado con todos y con todos había pasado el mejor ratico de la noche! Incluso en esto fue un pionero, pues tras una antológica retreta de los Tuareg, en la que iban disfrazados de guardias civiles, llegando a detener el tráfico a su paso por la Avenida de Alicante, tuvo el honor de ser el primer huésped del cuartico de la Troya. Por supuesto, al día siguiente como una rosa. O en la organización de las fiestas del barrio, despertando a las monjas, consiguiendo unas tracas que si las sacas ahora llaman a los TEDAX y tocando “Vacaciones en Benidorm” (©Juan Ángel Ribera) con instrumentos de turuta. Siempre dándolo todo. En todo. Sin medias tintas. Que se lo pregunten al Chu Enlai.
Manolo, simplemente Manolo
Sobre el Manolo fuera de las fiestas, qué decir, excelente orfebre, maestro de los metales. Artista, hijo de artista y padre de artista. Manolo era un hombre de hechos más que de palabras, como se ha dicho antes, y a los hechos me remito, ahí están Anto, su mujer, y sus hijos Samuel y Judit (no veas
la cara que pusimos mi madre y yo cuando mi nena se nos puso a cantar la barca lulú que no tiene luz). Si están con él, los ha hecho él y los ha moldeado él, merecen la pena, son una auténtica obra de arte humana. Creednos. Os lo decimos a la cara. Mirándoos a los ojos.
Manolo y su familia junto a las coronas que ofrecieron a la Virgen de las Virtudes
Manolo y Mariano, capitán y alférez 2006, con unas mocicas mu rebonicas
Nunca te irás del todo
Lo que tenía claro Villena y “tus Marruecos” es que estas fiestas iban a ser distintas, emotivas y con un recuerdo muy presente. Se recordaría a un marrueco, un presidente, un cabo, un artesano, a una persona muy implicada y trabajadora por y para la fiesta, a un señor de los pies a la cabeza (de esos que cada vez escasean más), y por supuesto a un marido y a un padre. ¡Te marchaste! Si (para desgracia de muchos) pero la huella que has dejado permanecerá por mucho tiempo en muchos corazones. Desde el día uno de ese mes tan especial para los de Villena, septiembre, incluso antes, en el con-
En la escuadra de Capas Azules. El cabo era Luis Díaz, su padre
cierto de los pasodobles, te hiciste muchos más presente: “El Cuartelero” y esa imagen tan representativa tuya, mostrando todo tu saber hacer como cabo; la noche de los cabos, tus cabos, ese recuerdo a tu persona; la Chirigota “Los Gobanilla” y ese pasodoble que te dedicaron donde enmudecían sus instrumentos y los corazones del público asistente; la Pregonera y las menciones desde el balcón; tu compañero de batallas, Miguel Victoriano Navarro “El Tito”, empuñando tu sable en La Entrada, tal y como hablasteis unos meses antes, ese sable que tantos buenos ratos te hizo y nos hizo disfrutar en cada uno de los desfiles; Nacho Rodes y su mochila de Moro Nuevo, portada sobre su espalda en cada uno de los desfiles en tu memoria y con tu nombre grabado; ese serrucho grabado con tus iniciales también en la espalda de tu heredero en los Marruecos, Juan José Muñoz “El Carajillo”; el abrazo de Juan y tu hijo en la puerta de tu casa; tus Tuaregs y ese camello con las dos espadas en recuerdo a los dos miembros tristemente perdidos en solo un mes;… demasiados recuerdos como para no soltar lágrimas ese día 5.
Tu recuerdo, estoy seguro, que permaneció en muchas cabezas durante todas las fiestas, buscando esa sonrisa o ese guiño en cualquier comparsa, por si te habías vuelto a vestir de Moro Viejo, Marrueco, Contrabandista,… siempre nos podías sorprender. Pero si me dan a elegir (entre todas las vivencias contigo) me quedo con tus conversaciones en cualquier lado, fuese tu taller, en medio de la calle,… donde fuese era un buen momento para hablar de la vida, de las fiestas, de la música, de lo que fuese, porque tus palabras eran tranquilizadoras y esperanzadoras, y hablando se entiende la gente, y contigo se entendían muy bien las cosas. Gracias por la ilusión que tuviste (o nos mostrabas) en todos y cada uno de los momentos de tu vida, por tus ganas de luchar contra viento y marea, por tu compañía experimentada,
Sé que un tiempo nos volveremos a cruzar y ese saludo que se hizo tan habitual en los últimos 5 o 6 años: - “Hasta luego Manolo” - “Hasta luego __________” volverá a sacarme una sonrisa.