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El “malnom” como dato identificador y el “congelador” de la historia de Xàbia
Vicente Catalá Bover
La publicación, de las colaboraciones literarias en los libros de las fiestas patronales y populares de Xàbia, “Fogueres”, “Moros y Cristians” y “Mare de Dèu de Loreto”, revisten un interés que excede de la simple curiosidad de su lectura. El motivo principal que mueve a los colaboradores, es el de informar y dar a conocer el carácter o idiosincrasia local. Esa información en forma de colaboración, tiene la misión de engrosar el patrimonio cultural del pueblo, dando lugar a la formación de su historia, con lo que se llega a la conclusión de que la historia es el relato de los hechos relativos al hombre, ordenados cronológicamente. Estas colaboraciones, que en el futuro serán la historia del pueblo no deben desaparecer, ni olvidarse, sino “congelarse” y conservarse en el
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Vista aérea poblado maritimo primeros años 60- Arxiu Municipal Xàbia
medio adecuado, para surtir su efecto en el momento en el que el historiador de turno lo saque a la luz pública. Ese medio es un archivo.
Sobre esta materia y todo lo que se escribe sobre Xàbia, la maestra y escritora Pepa Guardiola, lo cataloga así: “La riqueza de un pueblo no se mide por el patrimonio personal que acumulan sus vecinos, sino por el patrimonio colectivo que generación tras generación, década tras década, han creado, conservado y atesorado las personas que han formado y lo forman”. La asociación cultural “Cirne” tiene por norma institucional contribuir al desarrollo del pensamiento y a la exaltación de los valores culturales.
Sala multiusos AMX
Antiguo cauce rio Gorgos, hoy avenida jaime Ios primeros años 60 Arxiu Municipal Xàbia
El “malnom” o apodo, propio de los núcleos rurales, como era la Xàbia de toda la vida, la agrícola, es un nombre que se aplica a otro nombre, formando un sobrenombre. Según el Código civil, el nacimiento determina la personalidad y esa personalidad queda acreditada por la imposición de un nombre en el Registro civil. El sobrenombre suele aplicarse por la sociedad a las personas, tomándolo de sus defectos físicos, de un oficio o de alguna circunstancia especial o llamativa de la misma. Es decir el nombre lo impone el Registro civil, y la sociedad pone el sobrenombre. Uno se impone y el otro se pone. El nivel de aceptación por parte del interesado (el apodado), es muy alto y casi siempre bien aceptado. Hay sus excepciones. La mayoría, se sienten orgullosos del ”malnom” porque perciben, sienten en su vida, el recuerdo nostálgico de sus antepasados, de los cuales heredaron ese “malnon”. Es el caso de los “Sabata”, “Pelut”, “Pachanca”, “Pipa”, “Frare”,”Rull”, “Parrando”, “Corder”, “¨Faixa”, “Gallo”, “Farreta”, “Cabiscol”…etc. tanto en Aduanas como en el núcleo del casco viejo del pueblo, su vecinos, se aferran a él. El paso del tiempo, los nuevos usos y costumbres de las jóvenes generaciones y los adelantos en las formas de comunicación e identificación, son o serán, en el futuro, la causa de la decadencia del “malnom”.
Sobre ésta materia del apodo, Mª Teresa Catalá Crisóstomo, de Xàbia y profesora de Instituto, tiene un brillante estudio de los motes de los marineros, publicado en el libro editado por la Comissió de Festes Mare de Dèu de Loreto, titulado “Xàbia marinera. Memoria gráfica” y patrocinado por el Ajuntament de Xàbia, en 1996. El nombre del trabajo es: “El apodo de los buenos marineros” Entre otras cosas afirma: “Los apodos constituyen una valiosa herencia de nuestro mayores: forman parte de nuestro bagaje cultural y lingüístico y por lo tanto, no han de ser objeto de menosprecio, por el contrario, han de ser merecedores de todo nuestro respeto.”
Por salvar del olvido a la anécdota que dio origen al apodo familiar de “Pachanca” nos dice: “El apodo que nos ocupa es una deformación fonética de la expresión “pas de xanca” (paso de zanco)”. El origen del apodo debemos buscarlo en Moraira, donde vivía el padre de Antonio Crisóstomo, al que la gente decía que andaba enzancado, es decir, con las piernas muy separadas como si andara con zancos. A causa de esta peculiar manera de andar fue conocido entre el vecindario como el de “pas de xanca, expresión que con el paso del tiempo y que a causa de la transmisión oral ha pasado a convertirse en “Pachanca”. Esta es, resumida, la historia del apodo de la familia de la profesora Mª Teresa Catalá.
Volviendo un poco al pasado, encontramos en este pueblo, el aspecto repetitivo de los apellidos más corrientes, como Buigues, Torres, Bisquert, Bas, Sapena, Sala, Ramos, Crespo... etc. he hizo que en tiempos pasados, por ésta y otras causas, los vecinos trataron de identificarse con sus paisanos con un sobrenombre, y ha sido tal la aceptación y popularidad de esta modalidad identificativa que hay gente que es más conocida por el “malnom” que por el nombre y apellidos propios.
Hace unos años, se me ocurrió la idea de hacer una prueba sobre la efectividad de esta costumbre del apodo. Un día de Septiembre de 2012, en uno de los bares existentes en el Mercado municipal me encontré con tres vecinos de Xàbia, de 75 a 80 años, de buen talante y reconocido arraigo local, a quienes expliqué que quería hacer una prueba sobre los apodos más frecuentes del pueblo. Estas personas, aceptaron de buen grado, pen-
Inauguración nuevas dependencias octubre de 2018 Arxiu Muncipal Xàbia
sando que era un juego para ejercitar la memoria. Los reunidos a la mesa del bar éramos: Francisco Devesa Pascual, “Carrasco” (hostelero), Francisco Bas Gisbert, “L´alemá” (panadero) y Francisco Diego Vives “Mosensol” (pelotari). El desarrollo del juego, consistía en que yo nombraría, sin señalarlos, los nombres y apellidos de cada uno de ellos, es decir de los tres, a continuación deberían decirme uno por uno el mote de las dos personas (excluyendo, claro está el suyo). Ninguno de los tres supo atribuir o identificar a los otros dos. Dijeron en forma vaga y dudosa que esos nombres y apellidos que yo había nombrado les “sonaban”, pero no “caían” quienes eran. No hubo identificación. Estas tres personas eran conocidas, entre ellos, de toda la vida por el apodo, pero desconocidas, de toda la vida, por el nombre y apellidos verdaderos. He aquí demostrada la eficacia del “malnom”.
Como estamos en el tema de apodos, quiero hablarles del “congelador”, el apodo que le he puesto al archivo municipal, en el que voy a exponer su inesperada y vandálica destrucción, en el año 1936, fecha fatídica de la historia de España, al estallar la guerra civil. Sin ánimo de hacer una narración histórica de la misma, por no ser éste el medio ni el momento, diré muy brevemente que el Gobierno de España estaba en manos del Frente Popular, ganador de las elecciones de Febrero de ese 1936. Al producirse el Alzamiento nacional, los individuos del Frente Popular, comenzaron a desencadenar la violencia, el desorden público y el asesinato de personas por el simple hecho de vestir sombrero, corbata y ser de derechos: asesinaron a personas como Vénmela, Ramos, Tena y otras más. Se incautaron de bienes muebles e inmuebles y asaltando el archivo municipal y el parroquial, les prendieron fuego, rematando su maldad quemando la iglesia parroquial de San Bartolomé. Resultado: Xàbia se quedó sin archivo, y su historia desapareció con el fuego, cual “foguera” festera.
En los años siguientes, a partir de 1939, el papel documental que iba generando la administración local y los órganos de otro orden, se fueron guardando, o más bien almacenando, sin carácter de archivo, en distintos locales del Ayuntamiento. Los investigadores, en ese periodo de “orfandad” archivística, tenían que acudir a los distintos negociados, para localizar un documento “almacenado” en algún local. Había que acudir con buena cara, para contar con la amabilidad y buen servicio del funcionario, dado que éste no tenía la obligación de actuar como archivero, buscando papeles viejos.
Transcurrían los años, y las distintas corporaciones municipales en sus respectivas legislaturas no acertaban a tomar las medidas adecuadas para resolver esta carencia cultural, hasta que Vicent Chorro, elegido concejal en las elecciones municipales de 1979, según cuenta el profesor y escritor Francisco Reus en su libro, “Les eleccions a Xàbia”, puso manos a su proyecto de partido, para dotar a este pueblo de un archivo municipal.
Instalaciones AMX
La Corporación municipal empezó a trabajar con interés en el proyecto, y fruto del mismo, ha sido la creación del flamante archivo municipal, ubicado en el carrer D´Avall, ocupando el lugar donde estaba emplazada la oficina técnica de Urbanismo. Fue inaugurado el 8 de Octubre de 2018, en un acto público presidido por el alcalde José Chulvi, con asistencia del concejal de cultura Quico Moragues y el nuevo archivero Juan José Más.
El archivo municipal, como lugar donde se conservan y custodian los documentos gráficos y escritos, de la historia del pueblo (el “congelador”) está a la disposición de curiosos, investigadores e historiadores.