Deja que te soprenda la vida

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Antonio Gil Moreno

Deja que te sorprenda la vida


Pórtico Deja que te sorprenda la vida, el título de este libro, es toda una invitación, no solo a las sorpresas de la vida, sino a vivir esperanzados. O lo que es lo mismo, a vivir con el alma en vilo, abiertos siempre «a lo imprevisto», sencillamente, porque «Dios es un imprevisto», no conocemos sus caminos, ni sus pensamientos. Solo sabemos que «sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni nuestros caminos sus caminos» (cf. Is 55,8). Tampoco los tiempos de Dios coinciden con nuestros tiempos, lo que produce en nosotros una cierta desazón y, en muchas ocasiones, un gran abatimiento, creyendo que Dios no nos escucha o que Dios no se acuerda de nosotros y nos ha abandonado. Todo lo contrario. Dios siempre está esperando a la puerta de nuestro corazón. Esperando, como nos dice el Apocalipsis, que le abramos para que Él entre y «se quede a cenar con nosotros». El papa Francisco nos ha hablado con frecuencia de las «sorpresas» de Dios, porque para 5


él «Dios es una continua sorpresa». Nos lo decía en una de sus eucaristías: «En nuestra vida tenemos miedo de las sorpresas de Dios. Él nos sorprende siempre. Dios es así. Jesús no está muerto, ha resucitado, es el Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive. Acepta, entonces, que Jesús resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de Él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten seguridad de que Él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como Él quiere». Jesucristo nos invita a vivir su resurrección, convirtiendo nuestras vidas en «vidas de resucitados». Vivir como resucitados es vivir alegres y confiados, como antorchas vivas que iluminan y dan calor. Un resucitado es alguien que cree en la vida y en la «fuerza que nos llega de lo alto», impregnando la realidad de cada jornada en peldaños que nos elevan a la plenitud. A lo largo de estas páginas, descubrimos esas pequeñas resurrecciones plasmadas en paisajes, 6


personajes cercanos o lejanos, acontecimientos grandes o pequeños, situaciones del mundo y de la vida que proclaman un mundo nuevo, donde es posible construir entre todos la «ciudad de Dios», que soñaba san Agustín. Deja que te sorprenda la vida es un libro de vivencias personales, de testigos clarividentes, de apuntes recogidos al hilo de la vida, de latidos abiertos a la reflexión, para descubrir el sentido de nuestros pasos y de nuestro caminar. La resurrección de Jesús nos dice que aquel humilde campesino de Galilea «fue constituido Hijo de Dios en plena fuerza a partir de su resurrección de la muerte: Jesús, Mesías, Señor nuestro» (Rom 1,4). Jesús, que fue la imagen de Dios en la tierra (cf. Col 1,15), y alcanza la plenitud de Dios en este día. Y por eso, el Señor Jesús es la plenitud de todas nuestras mejores ilusiones. Serán esas ilusiones convertidas en fervientes anhelos, esas luces radiantes que nos hacen soñar y vivir una vida nueva, sorprendente, ese caminar con los brazos abiertos de par en par, conscientes de que el amor transforma nuestros pasos, los que forman cada capítulo de este libro, saboreando el esplendor de nuestras pequeñas resurrecciones diarias. Porque la Resurrección de Cristo nos anuncia nuestra futura resurrección, pero 7


nos invita a resucitar las zonas muertas de nuestra vida, a levantarnos del fracaso y de la derrota, a soĂąar despiertos para construir un mundo mejor, mĂĄs humano y mĂĄs cristiano.

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Resucitar es «besar con María»: a Dios, al prójimo que necesita ternura; a las personas que sufren ante las mil injusticias que nos convierten en pequeños crucificados; a todos cuantos necesitan que les echemos una mano o que les ayudemos a llevar su cruz.

13 Vivir la perfecta alegría El jesuita Benjamín González pide al Señor la perfecta alegría, en una oración breve pero intensa.

Concédenos, Señor, la perfecta alegría. La que mana como una resurrección fresca, entre escombros de proyectos fracasados. La que no logran desalojar de los pobres ni la cárcel de los sistemas sociales ni los edictos arbitrarios de los amos. La decepción más honda y golpeada no puede blindarnos para siempre contra su iniciativa inagotable. Tu alegría es perseguida y golpeada, pero es inmortal desde tu Pascua.

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14 Los tres pecados originales del siglo XXI El pecado original continúa presente en nuestro mundo, con las semillas del mal en las entrañas. Apenas se habla ya de esa ruptura histórica entre el hombre y Dios, con la expulsión del paraíso. ¡Son tantas las claves de interpretación que nos ofrecen los escrituristas, que no sería fácil resumirlas en unas líneas! A pesar del ambiente secularista, la persona moderna sigue volviendo la vista atrás, en la búsqueda del fundamento de tantos males. En esa búsqueda ha encontrado no uno sino tres pecados originales, que parecen haber implantado su sede en la sociedad de nuestro tiempo. El primer pecado original que comete hoy la persona moderna, consiste en querer ser soberana del bien y del mal, al igual que quiso serlo Adán, el primer hombre. El segundo pecado original que comete hoy la persona moderna, consiste en querer ser soberana del prójimo, anulando al hermano Abel, al igual que hizo Caín, según se nos narra en las páginas del Génesis.

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El tercer pecado original que comete hoy la persona moderna, consiste en querer ser soberana de la historia, dirigiéndola hacia los fines establecidos por el ser humano, al margen de los fines inherentes a su naturaleza y a su voluntad divina. Estos son los tres pecados originales del hombre y la mujer del siglo XXI, que ensombrecen el mundo, dejándolo casi a oscuras en muchos pueblos y ciudades, y asolando terriblemente los más hermosos paisajes humanos.

15 Caminando felices por la vida Recuerdo hoy a Nikos Kazantzakis, un hombre que admiraba a Francisco de Asís y que escribió un hermoso libro sobre él. Cuando alguien le preguntó por qué le impactaba tanto su persona, respondió: Le amo porque su alma, a fuerza de amor, ha vencido a la realidad ‒el hambre, el frío, la enfermedad, el desprecio, la injusticia, la fealdad‒, y ha logrado transformarla en un sueño alborozado, tangible, más verdadero que la misma verdad. San Francisco había encontrado el secreto que los alquimistas de la Edad Media buscaron en vano: el 28


secreto para transformar el metal más vil en oro puro. Para san Francisco, la piedra filosofal era su propio corazón. Ciertamente, uno de los secretos de felicidad consiste en transformar la realidad, en hacer de los paisajes sórdidos, jardines maravillosos. ¿Qué pondríamos en el horizonte de nuestras vidas para convertirlas en vidas felices? ¿Cuál sería nuestra propia receta? Primero, tener un gran ideal por el que luchar en la vida. Segundo, tener fe en el futuro, poniendo en juego lo mejor de nosotros mismos. Tercero, tomar la decisión de pensar mucho más en lo positivo que en lo negativo; afrontar las zonas oscuras, iluminándolas para evitar miedos y congojas. Cuarto, creer descaradamente en el prójimo y preferir ser engañados una vez por él, a pasarnos la vida desconfiando de todo el mundo. Quinto, despertarse cada mañana como recién nacidos. Sexto, sonreír como pórtico de afanes y trabajos. Sonreír, sobre todo, si un día tenemos que decir algo amargo. 29


Séptimo, aprender de los niños, aprender de los santos. Octavo, no ser demasiado ambiciosos; querer pocas cosas pero quererlas apasionadamente. Noveno, saber distinguir muy bien lo importante, de lo urgente; lo esencial, de lo accidental; lo que vale realmente la pena, o lo que se queda como adorno de la estancia. Décimo, vivir la vida en clave de don, de gratuidad, sintiendo, al caminar, la mano de un Dios, Padre de ternuras y bondades, que nos ofrece calor y ayuda para caminar por valles y desfiladeros.

16 Para reavivar la fe La escena de aquellos dos discípulos camino de Emaús sigue impresionando nuestro corazón. Iban comentando todo lo que había sucedido. «Estaban tan ciegos que no lo reconocían». ¿Por qué? Porque les falta fe, esa fe que ilumina nuestra mirada y nos permite ver más allá de las apariencias. Y lo que Jesús hace, en su acompañamiento paciente y humilde, es reavivarla. Lo hace recordando la palabra de Dios, «empezando por Moisés y todos los profetas», 30


que es siempre afirmación del amor de Dios por su pueblo y promesa de salvación, aunque por caminos que no son los humanos. Cuidemos nuestra fe: - Se nos apaga la fe. - Se nos adormece, cuando Dios no se ajusta a nuestros planes, a nuestras previsiones, a nuestro modo de hacer las cosas. - Jesús reaviva la fe en los discípulos cuando les parte el pan y repite ante ellos el gesto y el memorial de la entrega. - Se reaviva la fe en el compartir de la Eucaristía, presencia viva del Señor que conmueve el corazón. «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino…?», se preguntarán después aquellos dos discípulos. - Y ya desde un corazón afectado «se abrieron sus ojos y lo reconocieron».

17 Proclamar en el alma el poema «Emaús» Me encuentro, una vez más, con el precioso poema de Ernestina de Champourcin, que lleva por título Emaús, aquella aldea a la que se dirigían los dos discípulos de Jesús, desalentados 31


y desconcertados tras la crucifixión de su Maestro. Ernestina percibe que es ya tarde, que llega la noche y que se siente sola ante la oscuridad. Porque es tarde, Dios mío, porque anochece ya / y se nubla el camino; porque temo perder / las huellas que he seguido, no me dejes sola y quédate conmigo. Porque he sido rebelde / y he buscado el peligro, y escudriñé curiosa / las cumbres y el abismo, perdóname, Señor, / y quédate conmigo. Porque ardo en sed de Ti / y en hambre de tu trigo, ven, siéntate a mi mesa; / bendice el pan y el vino. ¡Qué aprisa cae la tarde! ¡Quédate, al fin, conmigo!

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40 Iluminar las tierras de penumbra Tierras de penumbra, película estrenada en 1993, dirigida por Richard Attenborough y protagonizada por Anthony Hopkins, describe una historia de amor: la que mantuvieron en los años cincuenta C. S. Lewis y la poetisa norteamericana Helen Joy Gresham. Joy, de origen judío, se había convertido al cristianismo influida en gran medida por las obras de Lewis. Tras varios años de relación epistolar, Joy visita por vez primera a Lewis en 1952. Al año siguiente, tras divorciarse de su marido alcohólico, se instala con su hijo Thomas en Londres. Desde ese momento el trato entre Joy y Lewis se intensifica, sin salirse inicialmente de los límites de una amistad puramente intelectual. Pero en 1956 se diagnostica a Joy un grave cáncer óseo. Lewis acepta, entonces, un singular matrimonio civil de conveniencia, para que Joy pueda obtener la nacionalidad británica. Poco a poco, el sesudo y solterón profesor de Oxford se da cuenta de que siente por Joy verdadero amor. Y así tiene lugar la boda canónica anglicana en la habitación del hospital donde 69


estaba ingresada Joy. Por aquel entonces Lewis tenía 59 años y ella 42. Joy se recupera momentáneamente y puede hacer con Lewis ese viaje hacia el paraíso. Es el momento de máxima felicidad. Pero pronto Joy vuelve a recaer y, finalmente, muere. Ahora Lewis sabrá realmente lo que es el dolor y cómo buscará sinceramente asumir la pérdida de un ser tan querido desde la fe. Hay varios momentos en la película, en los que el protagonista formula el tema del sufrimiento y pregunta en una conferencia a sus oyentes: ¿Acaso quiere Dios que suframos? Dios quiere que seamos capaces de amar y ser amados. Quiere que maduremos. Y precisamente por eso, porque Dios nos ama, yo sugiero que nos concede el don de sufrir. O por decirlo de otra manera, el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos. Y porque somos como bloques de piedra, los golpes que tanto daño nos hacen también nos van modelando y haciéndonos más perfectos.

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41 Muñecos en las manos de Dios El poeta Carlos Murciano decidió un día contemplarse poética y religiosamente. Y al hacerlo, compuso este poema tan original como sincero: Las cosas claras, Dios, las cosas claras. ¿Acaso te pedí que me nacieras, que de dos voluntades verdaderas, de barro y llanto, Dios, me levantaras? ¿Acaso te pedí que me dejaras en mitad de la calle –en las aceras se apiñaba la vida– y que te fueras y que en tu desdén me atropellaras? Palabra que no sé por lo que peco. Palabra que procuro, mas en vano, llenar tu hueco, rellenar mi hueco. Pero soy nada más Carlos Murciano. Ni hombre ni nada, Dios, solo un muñeco que se mueve en la palma de tu mano.

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Índice Pórtico...................................................... 5 1. Ver y creer........................................ 9 2. Encontrarnos con Jesús hoy............. 11 3. Descubrir el estilo de Jesús.............. 12 4. Poner a Jesús en el centro de la vida....................... 13 5. María Magdalena, Juan y Pedro....... 15 6. Ser testigos de Jesús......................... 16 7. No dejemos nunca de amarnos......... 17 8. Orar al Padre con inmensa ternura... 18 9. Respuestas sencillas......................... 20 10. Superar tristezas y turbaciones......... 21 11. Pensar, creer y amar......................... 23 12. Prodigar los tres besos evangélicos.. 25 13. Vivir la perfecta alegría.................... 26 14. Los tres pecados originales del siglo XXI.................................... 27 15. Caminando felices por la vida.......... 28 16. Para reavivar la fe............................. 30 17. Proclamar en el alma el poema «Emaús»........................... 31 18. Necesitamos vivir el regalo del tiempo.......................... 33 85


19. Venciendo todos los miedos............. 34 20. Ofrezcamos palabras de ánimo y de aliento....................................... 37 21. Saborear la Gran Noticia de la historia..................................... 39 22. Ser luz del mundo y sal de la tierra................................ 40 23. Colocar a Dios en nuestro corazón............................ 42 24. Amar en sacrificada solidaridad....... 44 25. Pedir perdón al final del camino....... 45 26. Hagamos nuestros los ojos de Jesús............................... 47 27. Reflexionar con Dios al fondo.......... 48 28. Saborear la soledad sonora............... 50 29. Llegar a dar la vida por Cristo.......... 52 30. Enseñar con amor............................. 55 31. Caminando de la mano de Dios....... 56 32. Ser evangelios vivientes................... 58 33. Hacer siempre el bien....................... 59 34. Vivir una espiritualidad de comunión..................................... 60 35. Recoge la luz del sol con las manos................................... 61 36. Fuente, flor, ala y venda................... 62 37. Aprendiendo de la naturaleza........... 63 38. Crear una familia.............................. 65 39. Cambiar a mejor en cada instante.... 66 86


40. Iluminar las tierras de penumbra...... 69 41. Muñecos en las manos de Dios........ 71 42. Hacer, no solo decir.......................... 72 43. Sentirse siempre como un niño........ 72 44. Un gesto hermoso, sorprendente...... 74 45. Viviendo la aventura de los monjes.................................... 75 46. La dicha anhelada............................. 78 47. Seguir la Estrella y no las falsas estrellas..................... 79 48. Practicar la mejor fórmula de felicidad...................................... 80 49. Poseer el arte de la sonrisa............... 81 50. Escuchar a Dios, como lo escuchó María.................... 82

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