Francisco Cerro Chaves
EscribĂa sobre la arena JesĂşs y la misericordia
Prólogo Este libro es un canto a la infinita Misericordia del Padre. Paso a paso y poco a poco, va abriendo nuestros ojos y nuestro corazón a la hondura del mensaje que el evangelista Juan nos relata en su capítulo 8: El encuentro entre Jesús y la mujer. Muchos añadiríamos al título el adjetivo adúltera, para referirnos a la mujer, porque ya nos hemos acercado a este texto en otras ocasiones; sin embargo todos sabemos que no se trata ni de su apellido ni del apodo de su familia, se trata del apelativo que la otorgan aquéllos que quieren juzgarla y que intentan con ello probar a Jesús. El Señor no se dirige a ella con ese término sino con el de MUJER, conociendo muy bien las connotaciones que tenía esta palabra en aquel momento de la historia y en aquella cultura. Realmente he disfrutado leyendo este libro, porque ofrece bastante luz a esa pregunta que muchos padres, educadores y pastoralistas nos venimos haciendo desde hace tiempo: ¿Por qué los jóvenes de hoy están cada vez más alejados de Dios? ¿Por qué sienten que vivir el Evangelio les coarta su libertad, que Su mensaje es aburrido, triste, y pasado de moda y que no les ofrece ventajas ni garantías? Igual es que no estamos siendo capaces de transmitir al Dios Padre que acoge a la persona tal 7
como es, incluso con sus miserias, y le devuelve la dignidad sin juzgarla. La mujer del texto experimenta un cambio interior, al ser acogida, escuchada y perdonada, que la lleva a un cambio en su vida. El Señor se compadece, se hace cargo de su debilidad y esta Misericordia es la que la transforma. Aquí está la clave, esto es lo que deben apreciar nuestros jóvenes: que el Señor toma la iniciativa en sus vidas, que Él les ama primero aunque no sean conscientes de ello y les da la capacidad de amar y ser amados. Que el Señor está siempre acogiéndonos, escuchándonos y alentando nuestra vida, para que saquemos de nosotros mismos todo lo mejor que Él nos ha regalado al darnos la vida y al cuidarnos, desde el respeto a nuestra elección de encontrarnos con Él. Es posible que los jóvenes lleguen al encuentro personal con Dios, pero el camino es a través de su infinita Misericordia que transforma y da esperanza al mundo. Esto es lo que me transmite este libro y, sobre todo, conociendo de cerca la entrega incondicional del autor a los jóvenes y la confianza que él tiene en la persona. Animo a los jóvenes, y a los que ya no lo son tanto, a dejarse sorprender por estas páginas, instrumento del que se sirve el Señor para ayudarnos a descubrir Su profunda Ternura y Su inmenso Amor. Verónica Cáceres De la Coordinadora de Jóvenes de la diócesis de Valladolid 8
De entrada Siempre me ha impresionado este pasaje de Juan 8,1-11. En algunos códices primitivos no aparece, porque pensaban que nos mostraba a un Dios demasiado condescendiente, demasiado bueno, excesivamente misericordioso. La Iglesia descubrió en este texto la bondad del Corazón del Señor. En mis múltiples tandas de Ejercicios espirituales, siempre me gusta comentar este pasaje en la primera semana de los mismos. Suelo decir que es el único texto, de todo el Evangelio, donde se pregunta a Jesús sobre lo que piensa del pecado. Normalmente se lo preguntamos a la teología moral, a la psicología, a la pastoral, pero pocas veces se lo preguntamos a Cristo directamente: Y tú, Jesús, ¿qué piensas sobre nuestros pecados? ¿Tú qué piensas de mi pecado? Precisamente se lo preguntan a Jesús para ponerle a prueba. Además le cuestionan sobre el pecado más grave que tenía el pueblo, el pecado de adulterio. Porque el pueblo elegido, el pueblo de la revelación, era un pueblo infiel, porque se había marchado detrás de otros dioses y había sido ingrato. En este pasaje le presentan a una mujer sorprendida en adulterio. Con la sabiduría que siempre tiene 9
el Señor, nos responde a todos los interrogantes que solemos tener cuando nos enfrentamos a la terrible realidad de nuestro ser pecadores. Jesús no responde a la pregunta sobre el pecado con una respuesta teórica, sino que escribe sobre la arena y dice: «Vete y no peques más». Responde a la pregunta con toda la realidad de su vida.
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