Felices porque somos amados

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Emiliano Antenucci

FELICES PORQUE SOMOS AMADOS La alegría de los hijos de Dios


Introducción Todos la buscan, pero pocos la encuentran. Hay tantísimos que la tienen ya pero no se acuerdan de que la tienen. Hay tantos que recuerdan haberla visto cuando ahora ya no la tienen. Muchos están convencidos de que depende del dinero. Muchos la confunden con la serenidad o la alegría de los tiempos mejores. Los materialistas creen que es el placer. Los románticos piensan que es el amor. Los enfermos dicen que es la salud. Yo digo que es la vida. Quien se ha visto a punto de morir (y no ha muerto)… es feliz… ¿por qué? …porque vive. (Omar Falworth, Felicidad)

Los cristianos no debemos ser felices por marketing, para hacer publicidad o para vender productos u obtener votos y consenso popular. La felicidad, para los cristianos, no procede de una técnica mental, del corazón o del bienestar del cuerpo: mindfulness, yoga de la risa, hygge (método 9


danés para ser feliz), psicología positiva, etc. Uno es feliz si se siente en su interior profundamente amado por Dios. También podríamos escribir, como ha hecho Marzia Del Prete, un bellísimo «mapa de la felicidad» (con estas entradas: agradece, perdona, da, ayuda, imagina, medita, come sano, sonríe, socialízate, haz ejercicio físico, dale un propósito a tu vida, vive la naturaleza), pero creo firmemente que la fuente, el manantial, el origen de la verdadera felicidad es solo Dios. El propósito de este libro es hacer más feliz a quien lo lea. Felices porque somos amados: esto nos hace felices a nosotros y hace felices a todas las personas que nos encontramos cada día. Escribo de noche, porque se consigue ver mejor la luz de la propia alma y las estrellas del Cielo, de las que ya han hablado los poetas. Escribir es como «dar a luz», es un acto en el que experimentamos sentimientos diferentes: del miedo al valor, del dolor a la alegría. Un libro hace libre a quien lo escribe y a quien lo lee. La tinta de la pluma se mezcla siempre con la oración, las lágrimas y los colores de la vida. Las páginas están repletas de las historias de luz y de sombras y de la «geografía» herida de las personas con las que nos hemos encontrado. 10


El apostolado de la escritura es otra manera de hacer el bien y evangelizar en lo mĂĄs hondo del alma. Todo nos lo ha dado Dios, nosotros solo somos lĂĄpices que se van gastando en sus manos amorosas y misericordiosas. AmĂŠn. (Fray Emiliano Antenucci)

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2 Felices, porque somos amados Es curioso observar cuál es el ideal de la felicidad que persiguen los hombres y en qué lugares tan singulares buscan la fuente de la que surge. Algunos la buscan en la acumulación de las riquezas, algunos otros en la soberbia del poder, otros en la conquista del arte y la literatura. Pocos la buscan en la búsqueda de su espíritu o en la mejora de sus conocimientos. (Helen Keller, Optimismo)

Una vida sosegada y modesta trae más felicidad que perseguir el éxito junto con una agitación constante. Cuando hay voluntad, hay camino. (Albert Einstein, Mensaje que dejó como propina a un mensajero en Japón) Contemplo a menudo el cielo Contemplo a menudo el cielo. Lo miro por la mañana a las horas de luz y todo el cielo se adhiere a los ojos y viene a beber, yo también me 25


adhiero a él, como una planta que se alimenta de luz. (Mariangela Gualtieri, Fuego central)

La felicidad no consiste en llevar una vida sin problemas. Una vida feliz se obtiene superando las dificultades, afrontando los problemas, resolviéndolos, aceptando el desafío. Acepta un reto, hazlo lo mejor que puedas e intenta superarlo. Y siente luego la felicidad en el momento en que te das cuenta de que has plantado cara a las dificultades y al destino. Y en cambio te sientes perdido si aumenta tu comodidad. La felicidad es el reto de la humanidad presente, por su dignidad futura. (Zygmunt Bauman, en el documental La teoría sueca del amor)

Todo lo que se ha dicho está íntegramente contenido en la misma palabra «felicidad». Esta palabra deriva, como se puede observar, de la raíz indoeuropea fe, de la cual proceden los términos latinos ferax (tierra fértil, que da muchos frutos) y felix, buena añada. De esta misma raíz deriva foemina (en el sentido de generadora) y el verbo felo, que quiere decir amamantar; y de aquí viene filius, que quiere decir «amamantado». La etimología del término creo que es suficiente indicativo de que la felicidad está originalmente 26


implicada en la idea de crecimiento, de potenciamiento del ser, en resumen, con el bien. (Salvatore Natoli)

¿Por qué me hice fraile? Para hacer felices a los demás, o mejor aún, porque hay Alguien que me ha hecho feliz y me sigue haciendo feliz constantemente. La vocación es la respuesta a la felicidad que me es continuamente entregada desde el Cielo. (Fray Emiliano Antenucci)

La felicidad no consiste en vivir solo momentos, instantes, pequeñas cosas, alegrías imprevistas, sino que es un estado mental y espiritual que proporciona bien-estar al cuerpo y al alma. La felicidad es nuestra vocación eterna, y somos felices en esta tierra cuando el tiempo está suspendido en un fragmento de eternidad, en un destello de luz, en el Amor infinito de Dios. Pregustamos ya aquí un poco del Cielo, una alegría del Paraíso, una «bocanada de aire» de vida eterna. Lo contrario de la felicidad no es solo la tristeza, sino el tedio. En el tedio nos sentimos vacíos, tristes, apagados. La felicidad, que nace del corazón y se hace visible en el rostro, reaviva la esperanza que ya está presente en cada uno de nosotros, que hace florecer las flores de nuestra vida, que crece para convertirse en el diseño de Dios y desbloquea el corazón paralizado por el 27


endurecimiento (esclerocardia). Si no somos felices, no vivimos nuestra naturaleza divina, que es aquello para lo que hemos sido creados. La tristeza es un acto de egoísmo, un pecado «ontológico», el hacer girar la vida sobre nosotros mismos para no ver la belleza de la vida y el dolor de los demás en el mundo. Quien está triste se cierra, desconfía, se lamenta continuamente, es un holgazán, está abatido. La felicidad es la fiesta de la vida, fecundidad del corazón que ama hasta «enloquecer» de alegría. La felicidad es sentirse constantemente amados por Dios: esta es una percepción real del corazón y del alma. Somos amados, esto nos hace alegres. Somos amados, esto nos hace superar todas las tempestades y las críticas. Somos amados, esta es la fuerza que nos hace avanzar hacia adelante. Somos amados por Dios, este es el verdadero secreto para vivir y comenzar aquí el paraíso. En una foto, tres gorriones en medio de la nieve buscan migajas de pan para alimentarse: me hace pensar en cada uno de nosotros, en busca de «migajas» de felicidad que no nos llenen el estómago, sino el corazón. Seamos todos buscadores de felicidad. Creo que la felicidad es desear aquello que somos y aquello que tenemos. 28


No son las cosas, las «situaciones» imaginarias las que nos hacen felices, sino que en la realidad encontramos a Dios que nos sorprende siempre, comportándose con nosotros no como la Bruja, sino como Papá Noel, que nos hace constantemente regalos independientemente de lo que seamos y de nuestros pecados. He visto personas que cambian continuamente de móvil y de portátil pero que tienen la tristeza reflejada en su rostro. Voy a hacerte una pregunta fundamental y «difícil»: ¿eres feliz? Me responderás que feliz es una palabra muy fuerte. Pero yo te digo que, si esperas que pase el tren de la felicidad, no lo cogerás. Maravíllate cada día con el cielo que hay en tu interior y las estrellas y el sol que brillan fuera de ti. Maravíllate cada día con las sonrisas de los niños y con las «sabias arrugas» de los ancianos. Maravíllate cada día con la hormiga que trabaja «noche y día», preparándose para el invierno y con el canto de la cigarra «holgazana» pero artista. Maravíllate cada día de todos los dones que el Señor ha hecho por ti, cuando es siempre poquísimo lo que nosotros hacemos por Él.

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7 El lavado de cerebro y las tres S de Satanás No améis al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, las pasiones carnales, el ansia de las cosas y la arrogancia, no provienen del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y con él sus deseos insaciables; pero el que hace la voluntad de Dios vive para siempre. (1Jn 2,15-17)

El espíritu de las tinieblas es capaz de mostrar a Dios como enemigo de la propia criatura y, ante todo, como enemigo del hombre, como fuente de peligro y de amenaza para el hombre. De esta manera Satanás injerta en el ánimo del hombre el germen de la oposición a aquel que «desde el principio» debe ser considerado como enemigo del hombre y no como Padre. El hombre es retado a convertirse en el adversario de Dios. (Juan Pablo II, Dominum et vivificantem, 38) 79


Satanás opone resistencia; se opone; nos seduce para hacer que nos equivoquemos de camino; nos engaña; nos acusa; nos inculpa; nos condena después de acusarnos, convenciéndonos de nuestra culpa. (Bob Mumford, El espíritu de la verdad y del error)

Por el contrario, cuando está bajo la acción del espíritu maligno -dado que Satanás es el acusador, el diablo (=el que divide), el enemigo de la naturaleza humana, porque es un homicida desde el comienzo, el príncipe de las tinieblas, falso y mentiroso siempre-, el hombre trata de tener todo oculto, se siente llevado al particularismo, percibe en su interior angustia, replegamiento y clausura; por consiguiente, se siente inmerso en una dinámica de egoísmo, de división, de polarización hacia los extremos opuestos. En este dinamismo interior el hombre se percibe más bien como una espiral que se cierra y experimenta una sensación de vacío, de estrechez, de esclavitud, de confusión, de ambigüedad, de inseguridad, de miedo o de fuerza (pero solo a la hora de criticar), en el señalar con el dedo a los demás y a todos, en el acusar y en el darse a las sutilezas de argumentaciones abstractas e irreales. Queda atrapado en la desolación. (Maurizio Costa, El arte de discernir: premisas, criterios y reglas)

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Si vas a un club nocturno, y tomas drogas, quizá, o alcohol, ácido o alguna otra sustancia, nadie te dice nada, pero si empiezas a rezar o a ir a la iglesia te dirán: «¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? ¿Los sacerdotes o los frailes te han lavado el cerebro? ¿Quieres consagrarte al Señor?», etc. Parece que los cristianos estamos «discapacitados» y no sabemos divertirnos «de otra manera», amando la vida (Jesús es la verdadera Vida) y la belleza en todas las situaciones y en todas las cosas que hacen (Dios es la Belleza infinita). Precisamente es cierto que la «mentalidad» del mundo no puede comprender a quien se ha hecho «lavar el cerebro y el corazón» por Cristo, que cura, libera y salva. La auténtica experiencia de fe libera y es liberadora y no tiene ninguna contraindicación. El mundo funciona al revés: una persona que se descontrola es valiente, pero quien baila y no se desmadra no lo es. Hay quienes pueden acabar teniendo envidia de los sacerdotes y se alejan de ellos porque estos «guías que el Señor ha escogido» pueden desviarles de su camino, sobre todo de los caminos que ofrece el mundo. El cristianismo, en cambio, es «la humanización» del ser humano y revaloriza a toda la persona. Nos olvidamos de que el concepto de persona nació con el cristianismo, y que de ahí nace también el valor que se le da a cada uno. El sacerdote es quien te ayuda 81


a vivir el sueño que Dios ha puesto en ti desde la eternidad. Por lo tanto, como sacerdote, no veo toda esa felicidad que ofrece el tomar decisiones guiándonos por el estómago, por el corazón y por los criterios egoístas del mundo. Solo Dios y su inmenso amor pueden colmar el abismo del corazón humano. Veo mucha infelicidad y me pregunto: «¿El matrimonio no es un camino hacia la felicidad?». A veces se convierte en la tumba del amor, de la libertad, de las amistades, de los talentos personales e incluso del camino personal de la fe. Parece que dos personas quieren construirse una «isla de la felicidad», pero que lo es solo en apariencia, mientras esté aislada, sin puentes de comunicación con los amigos, con las alegrías y los dolores de las vidas de los demás. Los «consejos proféticos» son incómodos en nuestra vida; en un primer momento detestamos a quien nos los da y no queremos escucharlos. El tiempo es el único maestro que da la razón a la realidad tal como es, y a las mejores decisiones que pueden tomarse, porque a veces los sentimientos y nuestra manera de ver nos vuelven ciegos a todo lo demás. No todo lo que da placer en la vida es correcto a los ojos de Dios. Bendice a quien dice no a una relación malsana, inmadura y posesiva con una persona. Bendice a 82


quien te dice que «vas a acabar cayendo por un precipicio porque estás cegado por las emociones y los sentimientos, que a veces son engañosos e ilusorios». Hay tantos errores que podríamos no cometer, si escucháramos en nuestra vida a todas las personas sabias que nos aconsejan según el «sexto sentido» (el Espíritu Santo) y no según los sentidos... Más que un «lavado de cerebro»: el encuentro con Dios te libera el corazón, te abre la mente y los ojos, precisamente gracias a la gran Luz continua que es el Amor de Dios. El Tentador y el mundo que nos rodea tratan de desviarnos del camino de la fe con tres «S», que son «pequeñas serpientes» que nos tientan a lo largo de toda nuestra vida, incluso en el «pináculo del templo», es decir, dentro y fuera de la Iglesia. Salario Quien posee es poseído por las cosas que tiene. El ahorro a veces se camufla con la máscara de la avaricia, que no nos deja ver a nuestro prójimo, sino nuestra cartera o nuestra cuenta bancaria. La gran poetisa Alda Merini, con su gran ingenio, ha escrito: El dinero es una excusa para defenderse de la muerte, 83


es una máscara bajo la cual el hombre se esconde para no dejar ver que es un ángel, un ángel triste y atribulado. (El sonido de la sombra)

Como decía san Francisco, el dinero es el estiércol del diablo, y alguien ha dicho, irónicamente, que abona la viña del Señor. El papa Francisco, que sueña con una Iglesia pobre para los pobres, nos recuerda: «Cuando una persona está apegada al dinero se destruye a sí misma, destruye a la familia. El dinero sirve para realizar muchas obras buenas, para hacer progresar a la humanidad, pero cuando se transforma en la única razón de la vida, destruye al hombre» (Homilía del 21 de octubre de 2013). Sexo La lujuria es amor sin amor, nos vuelve tristes y vacíos. Así escribe el experto jesuita, el padre Giovanni Cucci, en su artículo sobre este vicio capital: Se puede decir que el vicio de la lujuria, precisamente en el ámbito biológico, presenta características sobre todo culturales. La lujuria está, de hecho, ligada esencialmente a la fantasía y a la imaginación, y encuentra estímulos y sugestiones en los medios de comunicación: televisión, 84


novelas, revistas, películas. […] La relación entre lujuria e imaginación se hace aún más evidente cuando tomamos en consideración los problemas de la dependencia de internet. Aquí la imagen, y sobre todo su reelaboración fantasiosa, acaba por absorber completamente la mente del que navega por Internet, hasta apagar del todo no solo el deseo sexual, sino también cualquier otro tipo de interés o actividad. […] La pornografía revela grandes temores en el ámbito afectivo, porque lleva a huir de las dificultades vinculadas a una relación real y estable para refugiarse en una fantasía irreal pero tranquilizadora. En el hombre, el órgano sexual por excelencia es el cerebro, su universo cultural; en dicho lugar encontramos las raíces y los comportamientos destructores de la lujuria. […] El hecho de que la lujuria no cese con la llegada de la «paz de los sentidos», senil o virtual como en la dependencia de internet, muestra el carácter espiritual de dicho vicio, vicio intelectual, de fantasía e imaginación porque está enfermo «de absoluto». […] Esta búsqueda de lo absoluto se nota también en la tendencia a idealizar la sexualidad y a exigir demasiadas cosas del otro, sin aceptar las limitaciones. Una sexualidad promiscua y discontinua, además de dificultar el conocimiento del otro, pasa con facilidad a los extremos, igualmente irreales, de la idealización y la depreciación. Es una consecuencia de la cultura llamada del narcisismo, en la que el ser humano quiere ocupar el lugar de Dios, 85


Índice Escribir es hacer el bien.................................. 7 Introducción.................................................... 9 .

1. Agradecer.................................................. 13

. 2. Felices, porque somos amados.................. 25 . 3. Educar en la felicidad................................ 35 . 4. Solo el asombro conoce............................ 51 . 5. La vida es el arte del encuentro................. 59 . 6. El don de las lágrimas............................... 71 . 7. El lavado de cerebro y las tres S de Satanás............................... 79 . 8. El humor para vivir................................... 93 . 9. El pecado y la tristeza............................... 99 . 10. Del estiércol nacen las flores.................... 115 . 11. Luchar el noble combate........................... 127 . 12. Fray Espíritu Di-vino................................ 137 . 13. Abrazar a los lobos.................................... 167 . 14. No quitarle las alas a la mariposa............. 177 . 15. Consejos para ser feliz.............................. 183 . 16. El amor es más fuerte que la muerte......... 193 Bibliografía........................................................ 203 207


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