Hacer camino con las escrituras

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HACER CAMINO CON LAS ESCRITURAS


Lidia Maggi

HACER CAMINO CON LAS ESCRITURAS


Las citas de la Biblia están tomadas de La Biblia. Traducción interconfesional, BAC-Verbo Divino-Sociedades Bíblicas Unidas, Madrid 2008.

Fotografía de cubierta: Arde sempre il cuore quando, lungo la via, spiega le Scritture? acuarela de don Carlo Tarantini. Título original: Fare strada con le Scriture Traducción: Mª Jesús García González © PAULINAS 2018 Carril del Conde, 62 - 28043 Madrid Tel.: 91 721 89 84 - Fax: 91 759 02 04 E-mail: editorial@paulinas.es www.paulinas.es PAOLINE Editoriale libri © FIGLIE DI SAN PAOLO - Milán ISBN: 978-84-17398-07-1 Depósito Legal: M-23972-2018

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 /93 272 04 45)».

INTRODUCCIÓN Palabras en camino. Palabras pronunciadas mientras se camina. Carentes de la precisión de las palabras estudiadas, expresadas sin reflexionar en profundidad. Palabras habladas, cuyo estilo, tan empático como impreciso, es preservado gracias a la oralidad1. Palabras que resuenan mientras se hace camino. Como aquellas que escucharon los dos discípulos de Emaús, en su camino de regreso, decepcionados por las expectativas fracasadas de una Palabra que consideraban divina y que, sin embargo, había sido silenciada por quienes estaban en el poder. La historia muestra escenarios de muerte que hacen enmudecer todas las palabras, que paralizan incluso los pasos más tímidos. 1 Estas páginas son fruto de una serie de conversaciones sobre el «camino en las Escrituras» que se mantuvieron en Renco (VB), organizadas por Giancarlo Martini, en colaboración con algunas parroquias y la asociación cultural «don G. Giacomini» (www.finesettimana.org). A partir del diálogo con los participantes trato de plasmar por escrito todo lo que surgió en aquel encuentro, conservando el espíritu del mismo.

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Solo queda la fuerza para impulsar los remos de la barca y volver a casa. Y precisamente en ese no-camino de pasos dictados por la desesperación es donde surge, inesperada, la Palabra capaz de conmover, de hacer cambiar de rumbo. No son palabras de enjuiciamiento. Son más bien palabras que hacen preguntas. Que escuchan. Que acompañan, reavivando en los corazones el fuego sofocado por las cenizas. Una palabra que sabe hablar en un momento de crisis, cuando el camino se detiene y la meta se desvanece en el horizonte. Palabras que resuenan, que hacen camino. Hasta el punto de volver a abrir senderos interrumpidos. O de trazar otros nuevos, con pies inseguros pero con ganas de ponerse en marcha. Palabras en camino. Que se acercan con pasos sigilosos. Que susurran a quienes están cansados, agotados, en voz baja, a media voz. Indicaciones que hacen vislumbrar otros horizontes. Palabras que caminan, no palabras que han llegado ya. Que confían en una meta aún desconocida. Y en un compañero de camino, a quien creían inmóvil y que, de improviso, se nos acerca allí donde nuestros pies se detienen y nuestras piernas fallan.

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LA FE COMO CAMINO La palabra que probablemente exprese mejor la esencia de la fe bíblica es «confianza». No se trata solo de una cuestión de similitud semántica. Porque de la materia de la confianza están hechos los numerosos hilos del tejido bíblico. Generalmente uno piensa en la confianza como en una postura pasiva, una confianza vivida como un abandono total en manos de alguien que actúa en nuestro lugar, como cuando nos dejamos caer en una silla, sin fuerzas para volver a levantarnos. O bien asociamos a la confianza una forma ingenua, infantil, de mirar el mundo sin percatarnos de su fealdad. La confianza bíblica es una experiencia más compleja: es movimiento, es deseo de cambiar, junto con la disponibilidad a dejarse llevar por aquel que puede indicarnos el camino, aun cuando el trayecto no se nos muestre muy claro en el horizonte. En las Escrituras, confianza es sinónimo de camino. Desde el comienzo y con diversos lenguajes, la Escritura narra la experiencia de creer como 7


que se ha confundido de camino y se debe modificar el recorrido. ¿Podremos experimentar una experiencia similar nosotros, que estamos perdidos, bloqueados, carentes de meta y de brújula? Es preciso que, en el camino aquí propuesto, nos acerquemos a otro personaje de la Escritura, a su protagonista, aquel que puede curar a una humanidad ciega, coja, paralizada y ponerla en camino.

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UN DIOS EN CAMINO ¿Qué significa hablar de «un Dios en camino»? Para la Escritura quiere decir que entra en la historia y la convierte en una «historia de salvación». Comienza un camino con un pueblo, escogiendo caminar junto a Abrahán, instándolo a salir y a caminar con él, hacia «la tierra que yo te mostraré». Y es como si Abrahán, al empezar a caminar, además de llevar consigo a Sara, a Lot, sus bienes y sus animales, hubiese tenido otro misterioso compañero de viaje, también él en salida, arrancado de las tierras que conoce y embarcado en una aventura imprevisible, que no depende ya solo de sus propios planes. Decir que el Dios bíblico es un Dios en camino significa afirmar que Dios se escapa de las estancias separadas e inaccesibles en las que la imaginería religiosa tradicional lo ha colocado siempre, para entrar en el mundo creado por él y hacer frente a una historia que, en su constante ir y venir, pide la salvación. Dentro de esta historia, Dios camina también. Una jugada imprevisible, que pone patas arriba la idea humana sobre lo divino. Y que puede narrarse solo con palabras en movimiento, 27


con narraciones plurales, que adoptarán todas las lenguas, todos los idiomas y formas del lenguaje humano, adentrándose hasta el fondo de la realidad, tan solo vislumbrando su misterio. Dios se presenta de modos diferentes El Dios en camino entra repentinamente en escena, desde el principio de la creación. La narración bíblica lo presenta como el Dios que habla, que dice: «¡Que exista la luz! Y la luz existió» (Gén 1,3). En el universo estático y mudo, Dios da los primeros pasos, pone en movimiento la Palabra. La realidad toma forma en un movimiento rítmico, compuesto de noches y mañanas, de días y semanas. Y cuando en el jardín de la creación aparece un ser hecho a imagen de Dios y llamado a ser semejante a él, aquí se pone también en movimiento la palabra humana y el diálogo. Y, de pronto, el movimiento se vuelve complejo. El camino de la confianza, evocado en las palabras divinas, se ve interrumpido por las palabras de sospecha de quien se interpone en el camino y, rastrero y seductor, los hace descarrilar y salir del jardín. En el momento en que Adán y Eva, después de haber comido del fruto, sintieron vergüenza y se escondieron, el texto bíblico presenta a Dios como voz que camina por el jardín. 28

Qué extraña forma de hablar de Dios, poco verosímil, ya no antropomórfica. Una voz que camina, que llama a Adán y le mira. Voz en movimiento, que pregunta e impulsa el camino humano, diabólicamente interrumpido, y pone en movimiento también lo divino. También a él le encontramos fuera del jardín, entre los pliegues de una historia dolorosa, voz en movimiento que se hace oír en un arbusto espinoso, en una zarza que arde sin consumirse (cf. Éx 3,2). A Moisés, que había visto quemarse y consumirse a sus hermanos, esclavos en Egipto, y que él mismo está quemado de rabia y su estatus privilegiado de príncipe acabado, reducido al de un fugitivo, Dios se le revela como voz que llama desde la zarza ardiente. Moisés, al principio intrigado por ese extraño fenómeno, la mira girando a su alrededor, y en cierto momento escucha la voz de Dios que le llama y le dice: «Ve a sacar de Egipto a mi pueblo» (cf. Éx 3,10). De nuevo la palabra divina se pone en camino, para desbloquear una situación de estancamiento. De nuevo se conectan los hilos del diálogo, se entrecruzan los pasos de Dios y de la humanidad. Y, una vez más, el camino tomado corre el riesgo de interrumpirse por aquella desconfianza diabólica, que adopta la forma de una objeción cada vez mayor de Moisés, que 29


continúa hasta el final: «¡Por favor, Señor, envía a cualquier otro!» (Éx 4,13). En el diálogo, Moisés pregunta el nombre de este inesperado compañero de viaje. ¿Qué tendrá que decirle al Faraón cuando le pregunte quién lo envía? Dios responde: «Esto responderás […]: “Yo soy” me envía a vosotros». Extraño nombre para ese ser misterioso en quien solemos pensar como alguien que no está, que abandona la historia trágica y se encierra en sus aposentos privados. Para la Biblia, la esencia de Dios –su nombre– consiste en su adentrarse en la historia, en moverse por el terreno accidentado del mundo, buscando el camino de salvación. El Dios que está ahí es el Dios que quiere caminar con Moisés. Por tanto, la primera página de la Escritura es aquella en la que figura el certificado de nacimiento de Israel –que pasa de ser una masa de esclavos a ser un pueblo libre– y que pone en escena no solo a una humanidad que camina, sino también a un Dios que no teme ponerse en camino él también y que no deja de hacerlo ni siquiera cuando el camino humano se interrumpe. Un Dios que se convierte En la Biblia, el camino divino asume formas que para nosotros son inconcebibles, cuando no blasfemas. Como cuando no teme decirnos que 30

también sus pasos son inciertos. Nos cuenta que Dios a veces cambia de idea, toma otro camino, se convierte. Y cuando no lo hace él, son los protagonistas humanos quienes le piden que lo haga. Como lo pide la voz del profeta: «Tal vez Dios se arrepienta […] y no perezcamos» (Jon 3,9). Un breve relato didáctico nos muestra el camino de conversión de la voz divina. En el libro de Jonás leemos que Dios planea destruir una ciudad y envía a su profeta a anunciarles su fin. Pero después cambia de idea y salva la ciudad. Y entonces Jonás se enfurece y acusa a Dios de haber cambiado de actitud, de haber sido demasiado bueno, incluso con los enemigos de su pueblo elegido. Por medio de una serie de rasgos negativos, en una situación de enfado pero también de intimidad –como nos sucede también a nosotros, cuando nos peleamos y discutimos, las palabras resuenan en la intimidad–, Jonás reprocha a Dios el no tener carácter, le acusa de ser un compañero de viaje del que no se puede fiar, que no sabe mantener el rencor contra los malvados. Dios tratará de convencer a su profeta mostrándole la bondad de la lógica del cariño, a la cual hace referencia incluso en el caso de un árbol que nos da sombra. Es precisamente este vínculo, que ha impulsado a Dios a caminar con una humanidad frágil, el que explica el cambio 31


SI PARA REINAR NO ESTÁ DIOS Son muchas las voces que acompañan el camino del pueblo. Voces que cuentan y voces que reflexionan. Voces que denuncian y voces que exhortan. «En distintas ocasiones y de múltiples maneras» (Heb 1,1). Pero vienen acompañadas por el mismo hilo conductor, que custodia el núcleo incandescente de la revelación bíblica y que en la obligada revisión del exilio se vuelve poderosamente el centro de atención. Ante la pregunta: «¿Por qué este pequeño grupo de esclavos, que había recibido la tierra y había llegado a ocupar una determinada posición ha sufrido el ocaso en tan poco tiempo? ¿Qué le ha hecho caer?», el Israel del exilio ofrece unánimemente la siguiente respuesta: «Nos saltamos una etapa del camino, la del Sinaí. Nos precipitamos sobre la tierra, olvidándonos de los planes necesarios para evitar construir al azar». El Sinaí es la etapa del desierto donde Dios entrega una palabra «diferente», la Palabra necesaria para caminar en libertad, el lugar donde Dios establece un pacto con su pueblo. Este núcleo del éxodo, este momento decisivo, Israel lo consideró como una inútil etapa 129


intermedia, tras haber salido de Egipto y entrar en la tierra prometida, etapa que podía haber evitado en el momento que tuvo una tierra propia y pudo ser el amo de su propia casa. En el afán por recoger los frutos, aquella parada era un obstáculo. Era mejor simplificar el asunto y dirigirse directamente a la meta. La gramática del viaje que nos ha llegado de nuestros padres es demasiado compleja. Quizá en su época caminaran así. Pero hoy, ¡el que se detiene está perdido! En cambio, quien se perdió fue el pueblo que no se detuvo, que despreció la sabiduría necesaria para hacer el viaje. Una sabiduría manchada de sangre Según la Escritura, la sabiduría por excelencia es Salomón, el rey bajo cuyo reino Israel alcanza el máximo esplendor. A él le han sido atribuidos los libros sapienciales, que componen la tercera parte de las Escrituras hebreas, el Primer Testamento cristiano. Pero la suya es una sabiduría de segundo grado, al borde de la infidelidad. Y, así, en el relato bíblico mientras escuchamos el elogio del sabio rey, también escuchamos su contrapunto, que insinúa algunas objeciones respecto a su fidelidad y, sobre todo, respecto a la capacidad para perdurar de su sabiduría. 130

El narrador coloca hábilmente la voz crítica en el libro de los Reyes, donde se incluye la vida de Salomón. De hecho, sus comienzos están marcados por las intrigas de la corte por parte de su madre, Betsabé, para expulsar a Adonías, el legítimo heredero del trono del ahora moribundo David, y hace que ascienda al trono Salomón. Y la conclusión hace entrar en escena a un rey amante del lujo, que se rodea de mujeres y rinde culto a los ídolos. Ningún camino que comience mal está perdido definitivamente: siempre es posible cambiar el rumbo. Y ningún camino, por glorioso y ejemplar que sea, está libre del riesgo de desviarse, en el último momento, cuando parece que puede dejarse llevar por la inercia. Dentro de esta problemática el narrador nos presenta a un rey sabio que, en lugar de pedirle riquezas y poder (por razones de estado, obviamente, «no para mí, sino por el bien de mi pueblo») a Dios, que está dispuesto a concederle todo lo que pida –«Pídeme lo que quieras»–, se dirige a él orando en estos términos: Tu siervo vive en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Dale a tu pueblo un corazón atento para gobernar a tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién es capaz de gobernar a un pueblo tan importante como el tuyo? (1Re 3,8-9). 131


Un corazón capaz de escuchar a Dios y al pueblo para poder gobernar con justicia: en lapetición que hace Salomón tenemos el retrato del rey sabio, representante de un pueblo que vive en la tierra con esa misma sabiduría. Pero el corazón que escucha es también un corazón que no atiende a razones y, para alcanzar el poder, no tiene escrúpulos en mancharse de sangre. Es, de hecho, el mismo personaje que sigue el consejo de su anciano padre para ascender al trono. Sin rodeos, David le dice que tiene que desembarazarse de todos sus posibles enemigos, incluido su hermano mayor. Y Salomón efectúa esa «limpieza» matando a su hermano Adonías. En el corazón de Salomón no hay solo sabiduría y escucha, sino también la estupidez de Caín. Sus pasos se mueven, inciertos, entre los dos caminos. Juega a dos bandas. El «juicio salomónico», parábola del reino La puesta en práctica de la sabiduría que le pidió en su oración está narrada en la proverbial escena del juicio: Un día acudieron al rey dos prostitutas. Se presentaron ante él y una de ellas le dijo: «Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Yo di a luz, estando ella en casa, y 132

tres días después ella también dio a luz. Estábamos nosotras solas, no había nadie con nosotras en casa: solo estábamos nosotras dos. Una noche murió el hijo de esta mujer, porque se durmió encima de él. Entonces ella se levantó de noche y, mientras yo estaba dormida, tomó a mi hijo de mi lado, lo acostó a su lado y luego puso junto a mí a su hijo muerto. Cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Pero a la luz del día lo observé atentamente y descubrí que ese no era el hijo que yo había dado a luz». La otra mujer replicó: «¡No! Mi hijo es el vivo, y el tuyo, el muerto». Pero la primera insistía: «¡No! Tu hijo es el muerto, y el mío, el vivo». Y se pusieron a discutir delante del rey. Entonces el rey dijo: «Una dice: “Mi hijo es este, el que está vivo, y el tuyo es el muerto”. Y la otra replica: “No, tu hijo es el muerto y mi hijo, el vivo”». Y añadió: «Traedme una espada». Le llevaron una espada y el rey ordenó: «Partid en dos al niño vivo y dadle una mitad a una y la otra mitad a la otra». Entonces la madre del niño vivo, profundamente angustiada por su hijo, suplicó al rey: «Majestad, dadle a ella el niño vivo. ¡No lo matéis!». La otra, en cambio, decía: «¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan!». Entonces el rey sentenció: «Dadle a aquella 133


mujer el niño vivo, y no lo matéis, porque esa es su madre» (1Re 3,16-27). El narrador nos presenta un caso judicial. Lo primero que hay que determinar en un tribunal es la identidad de las personas afectadas, el lugar, el momento y las circunstancias en la que han tenido lugar los hechos. Pero no aparece nada de esto en el relato. Solo se habla de dos prostitutas, cuyo nombre y procedencia desconocemos. Más que llevarnos a la sala de un juzgado, el narrador nos cuenta una parábola. Por tanto, no se trata de un episodio modelo, recordado para manifestar la sabiduría de Salomón, como parecería en una primera lectura. Aquí Salomón no es un maestro de la sabiduría, sino un alumno, que debe aprender que el reino no ha de ser dividido por la espada, como sucederá a su muerte. El reino no podrá sobrevivir si no mantiene unidos, por medio de un pacto, a todos sus componentes. Salomón, tan hábil para resolver aquel complejo caso judicial, no lo será tanto para gobernar su reino. Su corazón capaz de escuchar, no le ha sido suficiente para comprender la palabra que se le ha dirigido. No todos los maestros del arte de caminar son a su vez valientes caminantes.

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Todos los reyes hicieron lo que es malo a los ojos de Dios El libro de los Reyes, al contarnos la historia de los soberanos que se suceden en el trono de David y en el reino del Norte, concluye todas las narraciones formulando un juicio negativo: «Hicieron lo que es malo a los ojos de Dios». Solo un rey es exonerado, y no se trata de Salomón. A su muerte, sus hijos se pelean por el trono. Entre todos prevalece Roboán. En su discurso programático entendemos la política del padre, de la que se desprende la del hijo: Mi padre os puso un yugo insoportable, pero yo aumentaré vuestra carga. Mi padre os castigó con azotes, pero yo os castigaré a latigazos (1Re 12,14). Un discurso que muestra a Salomón sacrificando todo ideal de justicia y sabiduría en el altar de la edificación del templo, y explotando a su pueblo para adquirir poder. Israel, que había sido liberado de Egipto con Moisés, vuelve a estar, con Salomón, doblegado para hacer trabajos forzados. Pero este regreso a la esclavitud no viene por orden del faraón, sino por imposición de su propio rey. El camino del éxodo no solo se ha desviado. Con un rotundo cambio de sentido, Israel 135


Índice Introducción.............................................................. 5 La fe como camino.................................................... 7 «Mi padre era un arameo errante»......................... 14 Ceremonia establecida y recuerdo del camino........................................... 16 El camino de Abrahán........................................... 18 Tipología de los caminos: el emigrante, el turista, el vagabundo.......................................... 20 El viaje organizado................................................ 23 El camino del peregrino........................................ 24 Fe como esperanza de conversión......................... 25 Un Dios en camino.................................................... 27 Dios se presenta de modos diferentes................... 28 Un Dios que se convierte...................................... 30 Dios camina con su pueblo, pero no le aparta de la historia.............................. 32 Se hace camino al andar........................................ 33 La Biblia como camino............................................. 35 La verdad de los personajes bíblicos..................... 36 Un camino interior de conversión......................... 39 La historia de José y el camino hacia la fraternidad................................................... 41 La fraternidad herida............................................. 43 En busca de una fraternidad.................................. 48 Historias que hablan de nosotros........................... 50 Bajo la influencia del Éxodo..................................... 55 Un éxodo releído continuamente........................... 55 Del Dios de las familias al Dios del pueblo.......... 57 Un camino también interior .................................. 58

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Acontecimiento fundador...................................... 60 Hacia la libertad.................................................... 62 Un Dios con los esclavos...................................... 64 Lazos de sangre y lazos de elección ..................... 65 Niveles del Éxodo................................................. 67 La tierra es de Dios................................................ 69 Una enseñanza en camino..................................... 70 Muerte y resistencia.............................................. 71 Moisés y la Biblia.................................................. 74 Vivir en dos mundos.............................................. 78 Los tiempos de la liberación.................................. 80 No nos liberamos por nosotros mismos................ 81 El trabajo de Dios y el trabajo de las mujeres..................................... 83 El corazón endurecido........................................... 85 La muerte de los primogénitos.............................. 87 El suicidio de Egipto............................................. 88 Un libro histórico y teológico................................ 90 El éxodo como parto............................................. 91 A un lado y a otro del Jordán................................... 93 Caminar y detenerse.............................................. 93 Un camino hacia atrás........................................... 95 El camino de la fe.................................................. 97 Hacer memoria...................................................... 99 La violencia de Josué............................................ 101 El camino cíclico................................................... 102 Un recuerdo que nos mira..................................... 104 La fascinación de los ídolos.................................. 106 Olvido, ira, llanto, perdón..................................... 109 La extensión de la violencia.................................. 111 La ley como camino.............................................. 114 Rut o la universalidad de la fe............................... 117 La llegada de la monarquía................................... 119 La tentación del conformismo............................... 121 El movimiento profético ....................................... 122 Trabajar por el futuro............................................ 125

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Si para reinar no está Dios....................................... 129 Una sabiduría manchada de sangre....................... 130 El «juicio salomónico», parábola del reino........... 132 Todos los reyes hicieron lo que es malo a los ojos de Dios.................................................. 135 Caníbales…........................................................... 136 … a excepción de Josías........................................ 138 En el Sinaí............................................................. 140 Las diez palabras................................................... 142 El camino de Jesús.................................................... 149 Huida del Sinaí y huida de la cruz......................... 150 Hablar de Jesús a partir de la cruz......................... 151 La fe nace bajo la cruz, la incredulidad con la resurrección........................ 154 ¿Predicamos a Cristo crucificado?........................ 156 Sin la cruz, un cristianismo «de aleluyas»............ 158 Sentido de la cruz y sentido del camino................ 160 La escena de la unción.......................................... 162 El perfume de la vida entregada............................ 165 Una vida ofrecida para que ningún otro sufra....... 168 Una visión retrospectiva........................................ 171 Los Evangelios de la infancia como anticipación................................................. 172 El bautismo de Jesús............................................. 174 Dios comparte la condición humana..................... 177 El hombre que camina........................................... 179 El camino de los primeros cristianos....................... 183 Cierre humano, apertura del Espíritu.................... 186 Un nuevo Génesis.................................................. 187 La Palabra es protagonista..................................... 189 «Los seguidores del camino»................................ 191 El milagro de la comunicación.............................. 199 Un camino que continúa........................................ 201

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