La trampa se rompió y escapamos

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Francisco Cerro Chaves Obispo de Coria-Cรกceres

La trampa se rompiรณ y escapamos Es tiempo de confiar


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte ¿Estoy convencido día a día que el Señor siempre ha estado de nuestra parte? El salmista parte de esta convicción. Está seguro. Lo vive todo desde el latido del Corazón de Dios, sabiendo que solo saldremos adelante en la medida en que nuestra vida esté respaldada siempre porque el Señor ha estado de nuestra parte. La crisis de la fe brota siempre de pensar que el Señor se ha alejado de nuestro lado. Cristo Resucitado nos convoca a «ir a Galilea y allí me veréis». La Galilea de los gentiles, donde está el lago Tiberíades, la Decápolis, es decir, la cita del Dios Vivo es con la vida y en la vida, en lo concreto, en lo cotidiano, que es donde descubrimos si el Señor está o no de nuestra parte. La confianza es clave para seguir a Cristo. Vivir en las entrañas de la vida con todos los acontecimientos que, día a día, vivimos y que tanto nos cuestiona. ¿Está o no el Señor a nuestro lado y de nuestra parte? 21


A veces, aquí, en este momento, es donde se para la santidad en nuestra vida. Cuando nos visita el dolor y entra en conflicto nuestra relación con Dios. Es necesaria una confianza plena en el Amor de Dios. Un Amor confiado es siempre la clave para adelantar, para seguir luchando hasta llegar al final, pero es necesario confiar siempre, si no queremos pararnos entre todos los quemados por la vida, entre los mediocres, entre los que se quedaron en la orilla sin escuchar la invitación del Maestro: «Rema mar adentro». Que lo diga Israel ¿Qué tiene que decir Israel? ¿Qué tiene que decir Isaac, Jacob? Tiene que decir y cantar la Misericordia del Señor, que siempre actúa en nuestro favor. La espiritualidad cristiana es la vida vivida desde Cristo. No se puede vivir una vida al margen del Amor de Dios. Tampoco el Amor de Dios nos puede hacer vivir al margen de la vida, de la historia, de lo concreto, de lo cotidiano. No es buena ni una espiritualidad sin vida, ni una vida sin espiritualidad. La espiritualidad es también aquello que describe san Ignacio, 22


ese mundo interno donde se juegan batallas y donde es necesario discernir el bien de lo mejor y, sobre todo, lo que Dios quiere de nosotros. El pueblo de Israel siempre ha cantado en sus fiestas, en sus encuentros, las hazañas y el favor del Señor con su pueblo. La Iglesia hoy, a través de la Liturgia, que es el latido del Corazón de Cristo en el corazón de la Iglesia, entona en los Laudes estos cánticos que, una y otra vez, alaban y repiten que es eterna la Misericordia del Señor. La Iglesia en la Pascua canta, durante la cincuentena pascual, esta alegría y este gozo porque decimos: «Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo, dad gracias a Dios porque es bueno, porque es eterna su misericordia». Cantemos sus maravillas porque confiamos en su Amor. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte Hay que afirmarlo con la palabra y con la vida: el Señor está de nuestra parte. No hay que dudarlo. Sabemos que el Amor del Señor siempre actúa en nuestro favor, como nos recuerda san Pablo: «Sabemos que Dios ordena todas las cosas para bien de los que le aman» (Rom 8,28). 23


El límite de la confianza en Dios es una confianza sin límites. Sabemos que una confianza no se cimenta de una manera estable y continuada, se basa en lo que dice este Salmo, porque «el Señor está de nuestra parte». La confianza siempre se asienta en la profunda humildad de quien ama entregando la vida desde su pobreza, pero confiando. El papa Francisco resalta siempre que una espiritualidad que no tiene en cuenta la confianza en el «Dios de lo imposible», como creyó María, tiene los días contados, se perderá en la bruma de los momentos difíciles. Las Bienaventuranzas reflejan el Corazón de Cristo pobre, misericordioso, humilde, manso… y esta confianza es siempre reflejo de lo que vivió Jesús en su relación con el Padre. Jesús agradece que el Señor se revele a los sencillos, a los humildes y a los que no desconfían. La confianza se convierte en el trampolín de la santidad. Los más santos han sido siempre quienes más han confiado en su Corazón. El Corazón de Jesús siempre ha potenciado (En Ti confío), como la Divina Misericordia, la confianza en el Señor, que es capaz de transformar nuestra vida, para que toda ella esté 24


impregnada de una osadía, sin la que no se puede sostener ni mantener una vida de santidad. Impresiona que san Claudio de la Colombière escriba que prefería ser juzgado por Cristo antes que por su propia madre, pues Cristo es más misericordioso que su propia madre. Cuando nos asaltaban los hombres Nos cuesta confiar cuando nos atacan los hombres: ¿En qué consisten sus ataques? Precisamente en apartarnos de la voluntad de Dios. Estos «asaltos» nos recuerdan lo que también dice el libro de Samuel: «Pongámonos en manos de Dios, antes que caer en manos de los hombres» (2Sam 24,14). Es bueno reflexionar en la vida cristiana (pues sigue siendo actual y siempre lo será), sobre los enemigos «del alma»: el mundo, el demonio y la carne. En el fondo, todos los enemigos nos atacan, nos quitan la paz, no nos dejan vivir en la paz de un amor que se entrega. En el fondo nos asaltan los enemigos que son contrarios a la santidad y que, sobre todo, no soportan nunca la santidad que vence todos los asaltos del enemigo, «mentiroso y padre de la mentira».

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10. Confía siempre Me dijeron que estabas lejos y viniste a mi vida como la primavera. Te pedí que me hablases de Ti y floreció el almendro. Te comenté que no podía más y viniste a mí en mi pobreza. Te presenté mis manos vacías y me abrazó tu Ternura. Te dije que no podía más y pusiste un abrazo en mi alma. Me quiero a veces marchar y te veo salir a mi encuentro. Cuando llega la noche me arropas con tus grandes ojos. Te presenté una por una mis quejas y guardaste silencio. Te dije que te eché de menos y vi que estabas a mi lado. Te he buscado siempre y creo que eres Tú el que me ha encontrado.

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conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza. En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo, ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea. (San Claudio de La Colombiére) Confieso que el Señor ha roto en mi vida la trampa del cazador Cuando medité por primera vez largamente este Salmo, fue como una luz dentro de mi corazón que todavía no se ha apagado. En aquellos momentos me experimentaba como un pájaro, me encontraba perdido, atrapado por la trampa del cazador y, sin embargo, una y otra 68


vez tenía la experiencia de que el Señor me liberaba, me dejaba salir volando de la trampa del cazador, todas las asechanzas y trampas del enemigo eran descubiertas y vencidas. Este librito es un cántico a la Misericordia del Señor que se traduce en confianza, pues como decía Pablo: «Sé de quién me he fiado y estoy persuadido de que llevará a buen término la obra que comenzó en mí». ¿Cuál es la acción de la Misericordia del Señor que rompe la trampa del cazador? 1. Confianza sin límite. Lo primero es saber que no hay camino, ni progreso espiritual, si no somos capaces de confiar. Los santos han dicho que hubo un momento, un tiempo, en sus vidas en que el Señor les ha pedido un salto en la confianza. Quizás es lo que nos hace salir de nuestra mediocridad. Es lo que le pide el Señor al joven rico: «Vende todo y sígueme» (Mt 19,21). Ese vender todo, ese salto, ese fiarse hasta el extremo, es lo que cambia la ruta de nuestra vida. La santidad no está en el «paisaje» de nuestra vida cristiana, sino en la ruta que unido a Cristo me hace lanzarme con infinita confianza. Esa confianza es un punto y aparte en nuestra 69


historia de la santidad. Todo nos lo jugamos en la confianza en el Señor. Sin confianza se frustra la santidad. Hay momentos en que o confiamos o no salimos hacia adelante en nuestra identificación con los sentimientos de Cristo. 2. La trampa de la que nos cuesta salir. Hay momentos en la vida, de más o menos duración en que nos encontramos con el escándalo de que parece que Dios nos ha fallado. Vivimos con la sensación de que el Señor ha hecho con nosotros experimentos, porque albergamos en el corazón una cierta tristeza, ya que a nosotros no se nos ha atendido en su momento y caemos en la peor de las trampas: la desconfianza en el Amor del Señor. Es como si a las trampas del cazador el Señor no les da esa importancia o las ignora, mientras que nosotros lo pasamos tan mal. Ante las garras del cazador nos debemos lanzar en las manos de Dios que, aunque a veces no lo veamos, está detrás de todos los acontecimientos de la vida. Incluso de las trampas que nos acechan y que permite el Señor para nuestro bien. 70


Lo que nos cuesta creer, cuando nos visita el dolor, la cruz, o cuando el Señor permite el pecado en nuestra vida y caemos en la trampa del cazador, es el seguir creyendo en la bondad del Señor, sabiendo que a los que aman a Dios todo les sirve para su bien. Solo confiar en su Corazón, porque la trampa del cazador se vence cuando el Señor nos lanza a una vida nueva, donde es su Amor el que nos transforma. El Señor nos ayuda a vivir una santidad sencilla, como la de la Virgen María. 3. Pistas de salida de la trampa. Cuando lo estamos pasando mal nunca nos encontramos para muchas lindezas espirituales. Sigue siendo válido aquello que santa Teresita del Niño Jesús apuntaba: que las cruces y dificultades del camino las vemos como gracia cuando han pasado, cuando lo estamos pasando mal, cuando las estamos pasando canutas, no somos capaces de contar y cantar las maravillas que hace el Señor, que siempre derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Por lo tanto solo el humilde, el que se fía de Dios, puede conseguir escapar de la trampa del cazador; 71


Índice

Prólogo..................................................................... 7 De entrada............................................................... 11 Orar con los Salmos. Dulzura del libro de los Salmos...................... 11 No hay santidad sin confianza en Dios.......... 13 Oración y vida................................................... 17 Texto del salmo 123................................................ 18 Confianza cuando todo se complica.................... 19 Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte................................................. 21 Que lo diga Israel ............................................. 22 Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte................................................. 23 Cuando nos asaltaban los hombres ............... 25 Nos habrían tragado vivos .............................. 26 Tanto ardía su ira contra nosotros ................. 28 Oración y Cruz.................................................. 29 Confianza en los peores momentos de nuestra vida.................................................. 29 Nos habrían arrollado las aguas...................... 30 75


Llegándonos el torrente hasta el cuello ......... 31 Nos habrían llegado hasta el cuello ............... 32 Las aguas impetuosas ...................................... 33 Bendito el Señor ............................................... 34 Que no nos entregó.......................................... 35 En presa a sus dientes ...................................... 36 Hemos salvado la vida, como un pájaro........ 37 El pequeño detalle de una confianza que se hace agradecimiento............................. 38

Confiar es agradecer............................................... 39 De la trampa del cazador................................. 39 La trampa se rompió......................................... 40 Y escapamos...................................................... 42 Nuestro auxilio es el nombre del Señor......... 43 Que hizo el cielo y la tierra ............................. 44 Comentario del Salmo 123 del papa Benedicto XVI................................... 45 Oraciones confiadas............................................... 51 Oraciones salmícas de confianza.................... 53 1. Padre de confianza........................................ 53 2. Tú eres mi confianza..................................... 54 3. Oración osadamente confiada..................... 54 4. En Ti confío................................................... 55 5. Orar a corazón confiado.............................. 56 6. El asombro de la confianza.......................... 57 76


7. Nunca me has fallado................................... 57 8. ¿Qué es confiar en su Corazón?.................. 58 9. Nuestra confianza......................................... 59 10. Confía siempre............................................ 60 Decálogo de confianza..................................... 61 El deseo de la contemplación de Dios............ 62

Conclusión: una confianza que nos hace santos................. 65 Acto de confianza en Dios .............................. 66 Confieso que el Señor ha roto en mi vida la trampa del cazador.................... 68 Epílogo..................................................................... 73

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