Lia Beltrami
MUJERES DE LA RESURRECCIĂ“N Por los caminos del mundo
Introducción Amanece. Las nubes del cielo se van uniendo y crean una gama de grises sorprendente. Parece que todo se va oscureciendo, para no volver a renacer más. El horizonte queda cerrado por un muro. ¿Hacia dónde escapamos? ¿Qué es lo que va a ocurrir? El silencio. El olor de la tempestad que llega. La inquietud. El miedo. Falta la respiración. El tiempo queda como suspendido. No se percibe el final. De pronto irrumpe algo nuevo: un rayo traspasa la masa de nubes y extiende en el aire el color del oro. Los nubarrones permanecen allí, pero no son el final, son simplemente una cortina tras la cual el sol comienza a resplandecer. Es la contemplación de la huella de Dios, que embriaga de esperanza. Una mirada puede cambiar el curso de la historia: desde los abismos de la muerte es posible llegar a la vida plena, en un solo instante. Es la mirada de Cristo resucitado que ilumina los abismos más profundos, que salva la existencia más desesperada, que fertiliza el desierto más árido. El nuevo nacimiento en Cristo es la experiencia más importante en la vida de una persona. Por los caminos del mundo he encontrado hombres y mujeres que han experimentado la resurrección, que se han dejado atraer por los abismos, que han 5
sido llamados por su nombre y han respondido. Siento la necesidad de describir algunas de esas experiencias, para que el gozo más grande no permanezca oculto, sino que resuene como los tamtam de la sabana. Cuando la mirada percibe sólo las nubes y la vida parece privada de luz, puede servir de ayuda el considerar lo que vivieron las mujeres que consiguieron superarse, que se dejaron amar por el Resucitado, para obtener de Él algo de su fuerza, de su esperanza. En el Evangelio, casi todos los encuentros con Cristo cambian la vida, modifican su trayectoria. El de María Magdalena es tal vez el más significativo: desde los abismos más profundos pasa a ser la mujer liberada de siete demonios, ¡la que recibió el primer anuncio de la resurrección! Mucho es lo que se ha escrito sobre esta mujer: historias, tradición, devoción, leyendas, fantasías. Muchos son también los estudios históricos y exegéticos sobre los textos. Leo las palabras sobre María de Magdala y al mismo tiempo las escritas sobre María de Betania, así como sobre la mujer del perfume: la liturgia latina las hace coincidir en la memoria del 22 de Julio, la tradición ortodoxa celebra tres fiestas distintas. No sé si históricamente fueron personas diferentes, para mí ahora se trata de la misma mujer evangélica que pasó de la muerte a la vida, en espera de la resurrección última. Aquella mujer que hizo de su vida un don, como respuesta al amor perfecto. Recorro las líneas de la Buena Nueva, me detengo para dejarme transportar a otros lugares y volver a ver 6
los rostros de tantas mujeres de nuestro tiempo y de otras épocas que encontraron al Resucitado, mujeres que afrontaron las fatigas más duras para dar vida y hacer crecer a los hijos, mujeres que arriesgaron la vida para dar vida, mujeres que lo dejaron todo para socorrer a los hermanos, y también mujeres y hombres que tuvieron el valor de abandonar un camino de muerte para decir sí a la vida… Al principio de cada capítulo he agrupado los diversos episodios sobre María de Betania y María de Magdala en los cuatro Evangelios, para poder trazar un itinerario de vida que podría representar el recorrido de conversión de cualquier hombre o mujer en camino. En algunos episodios, donde ha sido posible, he citado varias versiones de los evangelistas, para poder contemplar el hecho desde distintos puntos de vista. La Palabra es fuente de novedad cada vez que nos acercamos a ella con la mente libre y el corazón abierto. En estas páginas seguiré en concreto a María de Magdala en el Evangelio, especialmente en el de Juan y, con ella, las huellas del encuentro con el Resucitado en la vida de pequeñas y grandes mujeres que han dejado una señal profunda en mi vida, y cuyo testimonio me ayudó en momentos difíciles y me acompañó en los más felices.
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