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EL TEMPLO DE JERUSALÉN
El Templo de Jerusalén aparece en la historia entre el siglo IX a.C. (construido por Salomón) y el año 70 d.C., cuando el general romano Tito lo destruye. Hasta el día de hoy, no ha vuelto a ser reconstruido.
1. El «Templo de Salomón». El primer edificio fue construido por el rey Salomón, el hijo de David, en Jerusalén (1Re 3,1), «sobre el monte Moria» (2Crón 3,1). Hasta el año 622 a.C., el culto a YHWH se realiza simultáneamente en Betel, Guilgal, Silo, Dan y Jerusalén. A partir del año 622 a.C., el rey David manda destruir todos estos santuarios y solo deja el de Jerusalén. En el año 587 a.C. Nabucodonosor, rey de Babilonia, destruye Jerusalén y el Templo: «El día siete del quinto mes […] llegó a Jerusalén e incendió el Templo del Señor, el palacio del rey y todas las casas de Jerusalén» (2Re 25,8-9).
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2. El «segundo Templo». Algunos judíos exiliados en Babilonia vuelven y consiguen con muchas penas reconstruir un pequeño templo, que se conocerá con el tiempo como «segundo Templo» (Neh 1–7). Tras la llegada de los reyes griegos seléucidas, el Templo es profanado por Antíoco IV Epífanes (2Mac 5,1-27); los generales griegos «tenían órdenes de profanar el Templo de Jerusalén, dedicándolo a Júpiter Olímpico […]; el Templo se vio lleno de lujuria […]; el mismo altar estaba lleno de víctimas ilícitas y prohibidas por la Ley» (2Mac 6,2-5). Daniel se refiere a estos hechos detestables y comenta que el rey extranjero «pondrá fin al sacrificio y a la ofrenda, y levantará sobre el altar el ídolo detestable» (Dan 9,27). Los macabeos se sublevarán y, una vez vencidos los generales griegos, conseguirán recuperar la ciudad y purificar el Templo. Con motivo de la Fiesta de la dedicación del Templo, nace la fiesta de la Hanukkah (candelabro de nueve brazos).
3. La reforma de Herodes. El rey Herodes el Grande engrandecerá y embellecerá el «segundo Templo»; las obras duraron «cuarenta y seis años» (Jn 2,20). Es el Templo contemporáneo de Jesús, donde realiza parte de su ministerio. No se puede hablar de «tercer Templo», pues no se corresponde con la realidad.
4. El Templo, lugar elegido por Dios, es donde descansa su «gloria»: «Mientras los sacerdotes salían del lugar santo, una nube llenó el Templo del Señor […]. La gloria del Señor llenaba el Templo» (1Re 8,10). El profeta Ezequiel tiene una doble visión. En la primera ve cómo la gloria de Dios abandona el Templo por los pecados del pueblo: «La gloria del Señor se elevó en medio de la ciudad y fue a posarse sobre el monte oriental de la ciudad» (Ez 11,22). En la segunda ve cómo la gloria del Señor regresa al Templo: «Me llevó luego al pórtico que mira al este y vi que la gloria del Dios de Israel llegaba del este […]. La gloria del Señor entraba en el Templo por el pórtico oriental […]. La gloria del Señor llenaba el Templo» (Ez 43,1-5).