TRECE MANERAS DE MIRAR UN MIRLO
Wallace stevens
Editorial Subpoesía
trece maneras de mirar un mirlo Wallace stevens Editorial Subpoesia Buenos Aires, DICIEMBRE 2012 editorialsubpoesia@gmail.com
I
Entre veinte cerros nevados lo Ăşnico que se movĂa era el ojo de un mirlo.
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II
Yo era de tres pareceres, como un รกrbol en el que hay tres mirlos.
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III
En el viento de otoĂąo giraba el mirlo. TenĂa un papel muy breve en la pantomima.
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IV
Un hombre y una mujer son uno. Un hombre y una mujer y un mirlo son uno.
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V
Yo no sĂŠ si prefiero la belleza de las inflexiones o la belleza de las insinuaciones, si el nido silbando o despuĂŠs.
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VI
El hielo cubrĂa el ventanal de cristales bĂĄrbaros. La sombra del mirlo lo cruzaba de un lado a otro. La fantasĂa trazaba en la sombra una causa indescifrable.
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VII
Oh, delgados hombres de Haddam, ¿por qué imagináis pájaros dorados? ¿No veis cómo el mirlo anda entre los pies de las mujeres que os rodean?
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VIII
Conozco nobles acentos e inevitables ritmos lĂşcidos; pero tambiĂŠn conozco que el mirlo anda complicado en lo que conozco.
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IX
Cuando el mirlo se perdió de vista señaló el límite de un círculo entre otros muchos.
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X
Al ver mirlos volar en la luz verde, hasta los charlatanes de la eufonĂa gritarĂan agudamente.
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XI
Viajaba por Connecticut en un coche de cristal. Una vez le entr贸 el miedo, por haber confundido la sombra de su equipaje con mirlos.
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XII
El río se mueve. Estará volando el mirlo.
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XIII
Toda la tarde fue de noche. Nevaba, iba a seguir nevando. El mirlo se detuvo en la rama del cedro.
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A la larga, la verdad no importa.
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