Relato

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Relato de la Tierra Prometida

Haciendo memoria desde el olvido Yensi Marcela García Segura Especialización en Estudios Feministas y de Género


AVP

Diagramado por producciones El Ladrillo


Relato de la Tierra Prometida

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Haciendo memoria desde el olvido

Yensi Marcela García Segura Especialización en Estudios Feministas y de Género



Palabras claves: Niñas, violencia sexual, campesinas, continuum, Urabá.

NOTA ACLARATORIA

Las citas y voces de este diario aparecerán con viñetas de colores diferentes al costado izquierdo:

Aquellas que se encuentran en color amarillo corresponden a voces de niñas estudiantes.

Las de color verde a personas adultas, vecinas, vecinos, comunidad o docentes.

Las citas extraidas del diario de campo personal de la autora tendrán color café.

Se evitó usar nombres de personas y algunos lugares, preferentemente se han utilizado iniciales.



Hola mi querida profesora espero que es vien, le escrivimos para decirle que la estrañamos mucho esperamos verla pronto porq” nos hace mucha falta sus regaños, sus abrasos, sus consejos, bueno todo ya q” nos separaron nosotras pero quedamos con el mejor recuerdo de nuestra profe Marcela la más querida. Esperamos q” usted tamvien siempre será la persona que se supo ganar nuestros corazones…

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Es mucho lo que me motiva a escribir sobre la zona en que habité durante dos años, uno de esos lugares quizá más apartados de las memorias y los intereses de algunos y algunas que crecimos al interior del país, una zona estigmatizada que encarna los más dolorosos recuerdos de un país en guerra; un lugar en donde ideales y supuestos globalizados acerca del mundo, también se desmoronan. Urabá es hoy día el territorio predilecto para mis reflexiones existenciales, personales y políticas, y eso se debe a que me transformó de increíbles maneras, despedazó por ejemplo, el imaginario de pobreza que había elaborado en tanto redujo a nada las necesidades que pudiera tener yo, una joven de ciudad a sus veinticinco años. Lo más importante de esta herencia, es sin duda alguna, la motivación perene de encontrar como mujer mi lugar en el mundo, lo que no hubiera conseguido sin mis estudiantes. - Seño , es que usted si es diferente…con usted uno puede hablar como una amiga, como una hermana que le enseña a uno… es rara. 2

Repaso haberme convertido para muchos y muchas de mis estudiantes en su confidente, en un tipo de inmigrante extraña a la que admiraban más allá de lo exótico; me confirmaban con cada momento que en mí, habían depositado su confianza y su cariño, muy a pesar de la extrañeza que producía ser una joven soltera de la capital, disfrutando intensamente de la vida en el campo. Casi no parpadee, pegada a la ventana durante las once horas de esa noche de enero de 2013 en ese bus viejo de Medellín a Urabá. Atrás quedaba el universo viejo, la ciudad, la comodidad en casa, mis ideales sobre capitalizar, la prioridad del éxito profesional, los apegos vanos, y veinticinco años de una realidad que se desdibujaba conforme se adentraba la noche, y me alejaba de la capital.

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No había miedo ni rastros de melancolía, la expectativa me había inundado. La única certeza hasta ahora era la de un contrato por dos años para ser docente en esta tierra con treinta jóvenes profesionales más, con quienes compartíamos la convicción de transformar la realidad social a través de las aulas, además de una genuina urgencia por huir a nuestra edad, no sabíamos bien de qué. Éramos hombres y mujeres, aunque reconocí cierta sinonimia entre las mujeres que viajábamos; éramos inquietas, soñadoras, enérgicas, obstinadas y sensibles; despojadas del miedo habíamos elegido conocer la realidad de otras comunidades, de otras latitudes, de otras culturas, de otras generaciones, y desde luego de otras mujeres también. A nueve horas de Medellín. Desde el municipio de Mutatá que es en su mayoría indígena, hasta Arboletes que limita con el departamento de Córdoba; pasando por mi querido pueblo de Chigorodó, ya se respira Caribe. El mismo mar que bordea Necoclí, desaparece por entre los 3 árboles y las etéreas montañas durante las tres horas en chivero o uaz , que nos dirigen a Santa Rosa de los Palmares, una de las ciento treinta y seis veredas del municipio. Rápidamente comprendí que las necesidades allí son otras, que la ciudad me bombardeaba con el derroche y las distracciones, y que aquí en cambio estaría más lejos del consumo y más cerca de la tierra. Son muchas las experiencias vividas en Urabá las que me interpelan como sujeta política hoy día, en definitiva las relaciones cercanas y honestas que tejí con mis estudiantes de teatro y las comunidades de las veredas La Guaca y Santa Rosa de los Palmares, en Chigorodó y Necoclí, con seguridad representan ese lazo indivisible con esta tierra. Las muestras teatrales con los dos semilleros de circo teatro, el éxito y reconocimiento entre, comunidades, docentes, padres de familia, directivos y Secretaría de Educación, quien los condecoró en ceremonia pública; hicieron de mi experiencia como docente un aprendizaje y un grato recuerdo inacabado. - Yo hago teatro porque me gusta ser otras personas, poder tener como otras vidas…

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No era profesora desde que jugaba con mi hermana a serlo, aprendí vocales, dibujaba abstractos paisajes e inventaba canciones en un salón ficticio de clases. Supe que este reto ameritaba otro tipo de esfuerzo, requeriría de toda mi destreza para lidiar con las inconformidades y frustraciones que puede dejar ser docente en condiciones adversas. La gran mayoría de las Escuelas rurales en el Urabá no cuentan con agua potable, electricidad, salones, sillas en buen estado o pisos en cemento; lo que sumado a las altas temperaturas dificulta aún más el disfrute de enseñar y de aprender. - Seño espere sacamos la mula del salón… - ¡Oi! Otra vez se le metieron las vacas al salón… Y es que no había imaginado ser profesora; no de primaria, no de todas las asignaturas, no en el campo, no bajo cuarenta grados de temperatura, no durante dos años, no despojada de mis construcciones sobre el mundo, y jamás planee tampoco ser testigo de realidades crueles e injusticias que desde la ciudad para mí eran lejanas. Muchas y muchos a quienes les hablo hoy, sorprendidos pensarán que vivir en este siglo, sin agua, electricidad o teléfono, es además de una injusticia social, una pesadilla o un castigo espantoso, y de alguna manera pueden tener razón, pero reconozco que no hubiese tenido tanto sentido ésta experiencia sin condiciones semejantes. - Pero usted, una rola, ¿qué hace por acá y tan lejos de su familia? ¿No se aburre por acá? Con determinante justicia, Urabá me mostró que es un lugar intenso, de clima, tradiciones, ideas y sentires tremendamente ardientes; aquí se percibe más allá de los sentidos, se intensifican las emociones, se aprende a diario y se sobrevive solo con el cuerpo y el espíritu bien dispuestos. - Eso se llama paño, tranquila que es por el agua de pozo, se le mancha más feo a uno la piel.

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Cuando hablaba de Urabá era inevitable pensar en la tenacidad de sus habitantes, en la genuina cordialidad con que se relacionan, en el desinteresado auxilio que prestan a quien lo necesite, y en el haber hecho de este lugar un puerto de progreso, resistencias y reivindicaciones a pesar de tantos años de memoria cautiva. Transmitir lo que dejan las palabras, sentires y evidencias de los abusos a los que son sometidas niñas en pleno desarrollo sexual,I bien podría ser la materialización de un sentimiento de responsabilidad con ellas y con las mujeres del Urabá; las mismas que me educaron sobre cómo ver el mundo a través de los ojos de una trabajadora del campo, una madre, una estudiante, una abuela, una mujer. - Ser mujer aquí es bien difícil…desde peladita le tocan cosas duras. - Ver cosas, aprender a defenderse en el campo… conseguir un buen marido… 1. Nombre que en lengua Embera katío (tradicional en la zona) traduce Urabá. 2. Modismo rural para referirse a una profesora. 3. Uaz, chivero, motocarro, son nombres de transportes vehiculares en Urabá.

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Entre el campo y la ciudad Ser mujer en la capital ya había representado un reto para mí, probablemente el estatuto femenino en la ciudad también demandaba verme, sentirme o pensarme bajo estructuras determinadas por el género, la edad y la clase; Urabá no distaba de este panorama, con la diferencia de que aquí, mi condición de foránea era privilegiada. Muchas de las mujeres me contaban que sus jornadas de trabajo eran extenuantes, que conseguir dinero se ponía cada vez más difícil, en la vereda por ejemplo, con el implacable verano la cosecha de arroz se quemaba y la de maíz la devoraban las plagas. Sabían que el trabajo más estable era poder criar sus propios animales en casa y vender derivados a sus vecinas y vecinos. Las mujeres en el campo se encargan de pilar el arroz, desgranar, alimentar a los animales, arrear el agua y leña, cocinar y atender a sus familias, son reconocidas por su labor de madres y “buenas mujeres”; mientras que tradicionalmente los hombres se encargan de trabajos como la construcción, fumigación, entre otras, que los obligan a permanecer poco en casa.II En las veredas son escazas las mujeres mayores de veinte años, solteras o sin hijos. Las familias ocasionalmente son nucleares, la mayoría están constituidas por abuelas y abuelos con más de tres nietas o nietos a cargo, por causa del desplazamiento o migración de familiares hacía ciudades como Monteria o Medellín, frecuentemente en busca de más oportunidades laborales e ingresos. Conocí la realidad de muchas mujeres y niñas campesinas en Urabá, y desde entonces es imperiosa la convicción de reflexionar profundamente sobre la justicia, la reparación, la guerra y la vida misma. Dos años de vivir en la ruralidad, convivir a diario con niñas, adolescentes y mujeres, reconocer la operación violenta relacionada con el género; sirvieron para confrontarme sobre mis exenciones personales, mi rol político en el mundo, y mi responsabilidad con otras mujeres. Escribo entonces, porque es mi manera de traducir y compartir la experiencia hasta ahora más importante de mi vida en términos profesionales y personales, escribo por estás ganas de declarar que nuestras mujeres

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campesinas se encuentran olvidadas, que los niños y niñas son los más vulnerables dentro de éstas lógicas violentas perversas que parecen no ceder, escribo porque es la manera más legítima de gritar eso que se hace difícil decir, escribo para hacer memoria de la mano del lugar que me vio nacer por segunda vez; escribo con la intención de devolverle a la tierra prometida un poco de lo que tanto me narrara y me llevara a interpelarme aún hoy día. - ¿Seño para qué escribe tanto? … ¡Ah!, camine más bien pa´l monte, allá si se aprende de la vida. Las veredas en Urabá acogen a quienes las visiten, la magia se aviva con las lunas amarillas, las noches estrelladas, la brisa tibia y el sonido ensordecedor del silencio y la lejanía, que no son más que el regalo de este rincón del país olvidado por unos y desconocido por otros; un lugar del cual se vuelve convencida de hacerse a un proyecto político personalen mi caso particular un proyecto feminista- ! Ay seño! no se olvide de nosotros, acá tiene una familia. - Usté vuelve… Dos años después, de vuelta en Bogotá, un íntimo compromiso se me hizo necesidad; hablar sobre mis estudiantes, sus enseñanzas, de seres profundamente sensibles y extremadamente vulnerables en medio de un contexto geopolítico que parece no reducir la violencia contra los cuerpos feminizados, y en donde más bien pareciera trabajarse por reconfigurarla permanentemente, es ese mismo lugar, a donde el Estado hace años no llega, del que quiero hablar. Del Urabá antioqueño se nos dice que es una de las zonas más golpeadas por el conflicto armado en la historia oficial colombiana, probablemente por ocupar el segundo lugar en desplazamientos durante la década de los noventas y ser epicentro paramilitar desde 1993. Apellidos como Báez, Castaño, Mancuso y Rendón Herrera, son familiares para muchos y muchas colombianas, al representar la constitución del ejército paraestatal más violento en Colombia.

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- Yo no estaba pa´ esa época seño, pero mamita4 me cuenta que le tocó salir a pie de la vereda con los pelados (hermanos)… Nunca cuenta como murió papá. Los primeros bloques de Autodefensas se radicaron en Cordobá y Urabá pero se extendieron a todo el territorio colombiano en menos de una década, interesados principalmente en la estratégica ubicación de la región y el puerto panameño, la productividad que representaba la explotación de madera, además de la abundante zona selvática y rural que les sirvió para cometer ilícitos durante años. Poco nos dice esa misma historia, que esta región es también cuna de deportistas destacados como, Juan Guillermo Cuadrado, Camilo Zuñiga o Catherine Ibargüen, que es pionera en la expresión del bullerengue, que además fue el primer asentamiento español tras la conquista, por lo que representa patrimonio histórico, que su ecosistema es variado, que sus habitantes son una genuina mezcla chocoana y paisa, que alberga a comunidades Emberá, Zenúes, Tule, entre otras, que es la principal productora de plátano, piña y cacao, que hace dos años cuentan con equipo de futbol profesional, y que se trata de una tierra hermosa sin precedentes. Hoy, dos décadas después de la tendencia creciente de la violencia, que centró su operación en la modalidad de tierra arrasada, el desplazamiento, las masacres y asesinatos selectivos; según el Centro de Memoria Histórica, se habla de una tendencia decreciente de la violencia desde el año 2003, debido en gran medida al sub registro, la desmovilización paramilitar y las nuevas modalidades de violencia no letal que aún no se registran, denuncian o visibilizan. - Ellos no son paras seño, unos de ellos si eran de esa gente antes, pero ya no… - Organizan a la comunidad y le ayudan, mantienen como el orden… 5 no les gustan los pelados que roban, ni el chisme ni eso… Poner la mirada en los sentires de mis niñas estudiantes, atender sus propias concepciones sobre el mundo tratando de comprenderlas, acompañar y ser parte de sus vivencias, fueron las principales razones que pudieron

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llevarme a cuestionar cómo crece una niña del campo en Urabá, y a revelar por supuesto las lógicas de operación masculinas hegemónicas del poder y la sexualidad, que incluso persisten o se exacerban después de desmo6 vilizadas las AUC . Recuerdo que mientras viví en Chigorodó y Necoclí, nunca nadie se refería a la seguridad o inseguridad del municipio; pensaba yo que podría ser un tema vetado, un asunto sobre el cual nadie quiere hablar o estiman que ya está resuelto, no propiamente por la fuerza pública legal, sino por un agente armado que “mantenía el orden”. La percepción de seguridad y aparente calma, que se vivía en Necoclí, era de un orden de zozobra y frivolidad. Podíamos las mujeres forasteras andar por el pueblo, claro, no hasta muy entrada la noche, cada persona en la vereda aún sin que se hablara al respecto, sabía que sobre las diez no se caminaba, ni se hacían visitas, lo más extraño es que jamás me atreví a preguntar por qué, imagino que interioricé al igual que mis vecinas y vecinos santarroseños, las dinámicas que se cumplen pero no se cuestionan. Supe entonces que la tranquilidad que se respiraba era un mandato o ley interiorizada y respetada comunitariamente, semejante a lo que Foucoult denominó métodos de castigo y vigilancia, y que bien podrían consolidarse como una política del terror. - !Ah mija! Lo que pasa es que usted está en un lugar en donde pasa mucho pero se ve poco… Me preguntaba mientras caminaba o montaba bicicleta hasta muy entrada la madrugada y sin temor, si acaso esa no era una muestra de desacato o un absoluto privilegio en mi condición de peregrina, privilegio del que evidentemente las mujeres nativas no gozaban. Para desgracia de Foucoult y mía, dichos métodos de castigo y vigilancia, son implementados por agentes armados en la actualidad, y corresponderían al “perfeccionamiento” de la violencia, más allá incluso de lo que se conoce como continuum. Que afecta a las niñas y mujeres de la región desde hace décadas, pero que tiene un carácter discontinuo en la historia.

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Mi familia no se salvó de mi discurso sobre mi percepción de seguridad en Urabá, solía contarles sorprendida que ésta había aumentado, que estaba en un lugar seguro para mí, en donde la gente me respetaba, conocía y cuidaba de mí. - Mamá yo estoy bien. Aquí es muy tranquilo, bonito…lo de peligroso no es cierto. Era difícil hablar con alguien sobre estos asuntos, así que recurrí a la escritura, registraba vivencias, sucesos, aprendizajes y dolorosos testimonios, en un cuaderno cuadriculado que varias veces se me mojaba con la lluvia o servía de colonia para el moho. Me sorprende cómo se hace natural pensar en que una niña deba estar su primera vez con un hombre de estos…Pienso que eso no es tan normal ¿cómo les hacen pensar a las familias eso?… Para las campesinas y campesinos la percepción de seguridad ha aumentado considerablemente, a partir de que el paramilitarismo se autoproclamara en la zona como el ente con mayor influencia militar y económica desde hace más de una década. La mayoría de las familias de mis estudiantes, destacaban la labor de los frentes de seguridad o los jefes de seguridad como son conocidos dentro de sus comunidades y veredas. - Él (comandante) es bueno seño, él antes ayuda aquí cuando la gente tiene problemas. - Ellos ayudan acá arto, compran en la tienda, gastan en el descanso (receso en la Escuela) son buenos seño. Con el resurgimiento de estos frentes de seguridad, se busca retomar el control de territorios y comunidades, incluso a través de los cuerpos de las más pequeñas, mediante métodos de castigo y vigilancia instaurados en comunidades rurales; tácticas que muestran ser mucho más elaboradas y “discretas”, pero no menos peligrosas y certeras. Estos habitus se asemejan a un tipo de violencia invisible poco evidente para las comunidades, Bourdieu definió estás legitimaciones como violencia simbólica; para demostrar que se trata de una coerción que se instituye

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por mediación de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar III al dominante (y, por lo tanto, a la dominación)…, Lo que provoca que se convierta en natural. Yo, consternada y entendiendo poco. Era un martes cuando revisé la tarea de pre escolar: “Recortar y pegar palabras que inicien con la letra A”, una de las estudiantes más dulces muestra su cuaderno con orgullo de haber podido cumplir con su tarea. En la vereda no había muchos libros o revistas que pudieran usarse para recortar, salvo un periódico. Tomo su cuaderno y leo “Autodefensas”. Paulatinamente me daba cuenta, de cómo la realidad de estas comunidades está filtrada por determinados imaginarios naturalizados sobre lo violento. Podía dimensionar con cierta extrañeza, que en la ciudad un suceso semejante hubiese dado incluso para una cita con el orientador o psicólogo de la Escuela, o en su defecto un castigo disciplinar; pero yo estaba en una vereda lejana, en donde nunca hubo psicólogo orientador, y en donde lo normal era recortar palabras del único periódico que se leía en la vereda, que elaboraba y entregaba mensualmente la organización. Las y los habitantes de veredas en Urabá, se relacionan a diario con los grupos armados emergentes, les venden en sus tiendas (algunas financiadas por la organización), los ven recorrer en moto o lujosos carros las veredas durante todo el día, les atienden en sus casas y muchos vecinos les piden ayuda o favores personales. Su presencia en definitiva es naturalizada y hasta exaltada permanentemente. - Hoy J. me contó que un comandante lo contrató para hacer una casa…por eso no ha ido a estudiar esta semana. Me dijo: Seño ellos son los de la plata... Era apenas lógico que comunitariamente se les acepte, se les respalde y se les obedezca con sujeción. - El profe J. Me contó que todos los años ellos donan los dulces para la fiesta de los niños y las niñas, y en navidad hace una cena para todas las familias de la vereda, traen regalos a los niños y hay una fiesta en la Escuela.

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Repasando los diarios, alcanzo a pensar que regular las dinámicas comunitarias en la vereda era una tarea ya alcanzada para ese entonces por los frentes de seguridad, pero pareciera ser apremiante poder controlar las prácticas privadas y hasta sexuales de los territorios donde operaban. - …Inician mandándoles el celular y así…si la pelada lo recibe pues se empiezan a charlar, y luego él ya va a la casa y hablan, ahí les propone, que si quieren poner la casa bonita, o mensualidad… Estos grupos rearmados y resguardados en las veredas, controlan el ingreso y salida de las y los habitantes, reglamentan la producción y el trabajo de la tierra al ser dueños de ella, administran los recursos y el trabajo empleando personas de la comunidad en la construcción, el trabajo del campo o jornal, y mujeres para oficios en sus lujosas casas. Casi la totalidad de las prácticas productivas y comunitarias de las veredas se realizan bajo su autorización, pocas actividades que impliquen relaciones sociales o económicas escapan al dominio de quienes ostentan el poder y la autoridad allí en el campo. - Observo a las niñas que estudian en la otra vereda. Me llama la atención sus celulares costosos…se maquillan mucho, siempre tienen el pelo cepillado, su ropa es diferente... discuten entre ellas cuando se ven, N. dice que es porque varias son esposas del comandante. En la tarde con mis vecinos y vecinas, en la tradicional cita en sus casas para tomar tinto, comer bollos de maíz, recoger mangos o guayabas, o saliendo a caminar con mis estudiantes; era común que mencionaran que a una de las niñas de la Escuela “la habían casado”. Rápidamente me aclaran que se trata de acuerdos comunes y en donde en apariencia, las familias ni las menores se ven obligadas a hacerlo. -…solo esperan que la pelada tenga medio senitos y ya se la quieren llevar. -…La vendieron seño, no la ve ahora como anda toda maquillada y con buena ropa, igualito que la hermana. Nunca en mis dos años en Urabá, fui testigo de un matrimonio, uniones simbólicas o legales. Pero si me explicaron muchas veces mis estudiantes que la noche de “bodas” se daba tras una fiesta de la organización o

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el frente. Se suministra alcohol a las niñas, luego eran llevadas solas a fincas lejanas cuya ubicación solo conocían los altos mandos. A pesar de mi profunda indignación por la evidente cosificación, jamás pregunté por qué la mayoría de las veces eran grabadas con celulares durante la relación sexual; con qué fin enfocaban sus rostros y luego a algunas las exponían públicamente entre las veredas, bien como trofeo o como escarnio. - Ay! Seño esas niñas les toca muy duro con esos manes…nunca haber estado con un hombre… - ¿Viste esa peladita? Ya nos llegó el video hasta a los profesores, ¿podés creer? Pensé ignorantemente por los primeros días, que estaba ante ritos o costumbres bastante cuestionadas, probablemente en donde las mujeres elegían la pareja con la cual deseaban intimar, y en donde la sexualidad ya no era un tabú. Bastaron dos años para comprender que la violencia sexual aquí se torna plurimorfa, de muchos rostros y diversas naturalezas; que en estos pactos se concebía a las niñas como desprovistas de agencia, incluso, en lo relacionado con sus propios cuerpos. - Está bonita, hablan con los papás... Les ofrecen plata mensual, ropa, regalos…Hay veces le gusta arto al comandante, y se la llevan a vivir a las casas de ellos o le hacen casa bonita. Estos métodos de regulación violenta de las niñas y las mujeres, garantizan el control de los territorios y comunidades durante periodos más largos, exhortando la sexualidad de las más pequeñas. Así, vistas como mujeres (aunque sean niñas), de determinar e influir la manera en que se visten, las relaciones que establecen, los trabajos a los que sus familias acceden, y de cierta manera generarles mejores condiciones económicas, se legitima el aparato de la violencia sexual contra las niñas. Se entroncan las matrices de dominación sexo/género, clase, etnia, y edad, que autoras como Avtar Brah, comprenden como, interseccionalidad.IV Piénsese en los daños colaterales que dejaron la desmovilización, la reinserción y el rearme de grupos armados. Ahora bien, la ausencia del Estado en zonas en donde al paramilitarismo se reconstituye, contribuye

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en definitiva a la instauración de nuevos órdenes militares-políticos y sociales, que dan cuenta de formas de violencia disyuntivas relacionadas con el comercio sexual, la violación sexual, la venta y trata de niñas; articulados todos al gran aparato de poder militar hegemónico. Despojar a las niñas de su íntimo derecho a decidir sobre sus cuerpos y sexualidades, sirve para instalar efectivamente nuevos métodos de control y vigilancia, garantizando la dependencia económica de estas comunidades, mientras se articulan diversos sistemas de opresión, para someter eficientemente a las poblaciones campesinas, y trivilizar los cuerpos femeninos infantiles. Puedo ver ahora que se trata de una táctica de operación militar no solo cruel sino refinada contra las campesinas, focalizada en las niñas entre los diez y trece años, y en donde el discurso de obtener mayor prestigio, reconocimiento, modernidad, belleza y dinero, se les implanta como necesidad y urgencia. Entiendo con la misma preocupación que dichos sistemas de opresión se intersectan de maneras complejas y con fatales consecuencias para las niñas. La violencia simbólica se materializa, en medio de está tranza con beneficio económico a partir de la legitimación de la violación, y en simultáneo refuerzo de las hegemonías, controlando cuerpos y territorios. La hegemonía del poder sobrepasa el control militar de la zona, y ha alcanzado el ámbito privado de las familias rurales, quienes dependen no solo económicamente de estas organizaciones, sino también política y cotidianamente. Apenas releyendo un cuaderno viejo, puedo escuchar de nuevo las voces de cada una de ellas, reprochando a veces las acciones de “esos señores”. Guardo con recelo todavía, sus rostros pueriles preguntándome por la posibilidad de viajar lejos y llevar otras vidas, por qué no en una gran ciudad como Bogotá -de la que yo provenía-. Vienen a mi memoria, los frustrantes días en los que apenas empezara a comprender lo punzante de ser niña en Urabá. - Esa pelada se puso bonita, va a ver que rapidito la venden.

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Si ser mujer representaba para muchas, una inminente responsabilidad por lo ya descrito, ser niña podría convertirse en una de las cargas más perentorias también. Resultaría que nacer mujer no era garantía de más y mejores oportunidades, y al ser bonita acarrearía implícitamente la responsabilidad de contribuir a la mejora de las condiciones de su familia. Estudio de nuevo a mis niñas de teatro, sintiendo que ellas también me estudiaban a mí; escuchaban atentas sobre mis proyectos de continuar estudiando, de viajar, comprar una casa frente al mar, y de la ilusión compartida de que nuestras familias fueran felices. Entonces vuelven a pasar por el corazón, y es ahora cuando pienso que imaginaban una vida ciertamente lejana pero compatible con sus ideales, con lo que querían para sus seres queridos, su mamita, sus hermanas y hermanos. Probablemente añoraban una de esas vidas perfectas y felices de la televisión que solo podía verse en las casas de los comandantes, o desde el empolvado televisor del punto de seguridad donde las invitaban a sentarse “un ratico”. - ¿seño si vio Factor Xs anoche?… …Pues ahí en el televisor del punto. Es apenas normal que mientras no tuviéramos agua, luz, o un baño privado, soñáramos con una tina de baño como las de esas mansiones de lujo, con una cama grande sobre un piso de baldosa o mármol para que no se amañaran tanto las culebras y los animales en la casa; soñábamos a veces con cuartos y casas de material. Era apenas natural que quisieran poder comprar unos zapatos bonitos para “el culto” , tener un cuarto para ellas solas, tener un celular lujoso para pararse debajo del almendro a recibir un poquito de señal, y llamar a alguien para que les contara como iba el mundo allá afuera. Querían verse como las “peladas blanquitas” que mostraban las revistas de productos de belleza de las vecinas. 7

! Llego la revista seño! ¿Qué va a pedir este mes? Las niñas abogaban por una vida en donde ser campesinas no pareciera una condena, en donde no tuvieran que ser posesión de alguien más, elegir, aunque eso implicara probablemente tener opciones entre las

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cuales elegir. Imaginarían quizá, un día en el que no se privilegiara la belleza femenina e hipersexualizaran sus cuerpos desde niñas. A mí me gusta estar allá porque uno se siente como en el futuro, tienen luz, televisor de los granduos para ver el partido seño… 8

Me he preguntado durante este tiempo sobre la profunda intencionalidad de estos grupos emergentes de violar o ser las primeras parejas sexuales forzadas de estas niñas; me parece incluso que tendría que ver con la encarnación de la mercantilización o la pedofilia. Me desconcierta la celeridad con la que un modelo de sometimiento a partir de la violación infantil femenina, se abre paso y se fortalece, lejos de permitirles a estás comunidades el agenciamiento colectivo. Recurriendo al pago, la buena imagen de la organización frente a la comunidad, “el buen trato”, la solidaridad, la seguridad, el respeto por las normas y la penalización de los malos comportamientos, se aseguran cadenas de dependencia económica perversas entre las familias y la organización armada. De nuevo en Bogotá, releyendo estos diarios puedo saber que la violación, el incesto, el abuso físico y emocional, el acoso sexual, el uso de las mujeres en la pornografía, la explotación sexual, la esterilización o la maternidad forzada, la negligencia contra las niñas, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual en contextos de guerra, el incesto, la mutilación genital, y la impunidad de estos actos, son todas expresiones distintas de la opresión de las mujeres y no fenómenos inconexos.v 4. Adjetivo con que se designa a la abuela en Urabá. Papito: Abuelo. 5. Termino para designar a los jóvenes. Peladas o pelas: Mujeres jóvenes. 6. Autodefensas Unidas de Colombia 7. Reunión de carácter evangélico que se celebra en muchas veredas de Urabá, y se lleva a cabo entre la comunidad para elevar peticiones, agradecer o en memoria de sus fallecidos. 8. En Urabá, las y los nativos emplean modismos como anchudo, granduo, largudo, dentro de la mayoría de adjetivos de manera cotidiana.

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A los once años Una tarde después de clase, acompañada de una niña y un niño, estudiantes de doce y trece años; me contaban que uno de sus compañeros y mejores estudiantes, se sentía atraído por una compañera de su salón; me pareció normal, pues tendrían la misma edad; recuerdo haber pensado que serían bonita pareja. Me costó trabajo entender por qué lo habían golpeado y amenazado el día anterior y que por eso había faltado a clase. - Le pegaron por andarse besando con L. Es que seño, él ya sabía que ella es mujer del comandante, para que pone a hacer eso. Ese pelado se va a meter en un problema grande. Muchos de los adolescentes en la Escuela reconocían que tener novia era bastante difícil, notaban que sus compañeras poco se fijaban en ellos, y desde muy pequeñas eran pretendidas por hombres mayores y adinerados contra los cuales era imposible competir. Para mis estudiantes hombres tener una relación sentimental era un privilegio que pocos podían darse y al que cada vez se hacía más difícil acceder. Pero era inevitable sentirse atraído por alguna compañera o desear ocasionalmente contar con un poder y dinero semejantes para pretenderlas. Un mínimo porcentaje de niñas “casadas” se gradúa como bachiller, ninguna consigue salir de la zona o relacionarse sentimentalmente de nuevo por permanente vigilancia y temor, y solo unas pocas no resultan ser obligadas a abortar de acuerdo a la política de estas organizaciones. Estos regímenes sexuales violentos implementados en buena parte del Urabá antioqueño, por los grupos emergentes constituidos en su mayoría por hombres desmovilizados de las AUC, van más allá de reproducir el continuum de violencia en el marco de la desarticulación del movimiento paramilitar con la ley de Justicia y Paz.VI 9

En mi sincera intención por comprender y desnaturalizar estas violaciones a mis estudiantes, alcanzo a creer que la organización las restituyó, las reconfiguró, las transformó, las adecuó, las perfeccionó, pero no se mantuvieron continuas, inmutables, y jamás disminuyeron.

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La dinámica exacerbada del abuso y la misoginia, durante y posterior a épocas de conflicto, me parecía que reconfiguraba visiblemente las prácticas comunitarias y sometían de manera certera a muchas niñas, mujeres y centenares de familias en el campo. Entiendo ahora que: el cuerpo de las mujeres cobra un significado de botín de guerra, o arma táctica para intimidar y aterrorizar a la población objetivo o para castigar a las mujeres y simpatizantes del supuesto enemigo, o un medio para humillar a la otra parte y destruir la pureza sexual de sus mujeres, destacándose la vinculación innegable de la violación con la idea del honor, siendo la violación en estos escenarios de guerra, un medio para comunicar la derrota a los varones del campo enemigo, resultando este VII tratamiento en discriminaciones”. - Ese hombre ha comprado a más de quince niñas acá no más en la vereda, y así es en otras veredas, porque cambian de casa a cada rato. La violencia simbólica puede ser aliada y clave para el auge de las violaciones sexuales en zonas de influencia paramilitar del país; donde se están estableciendo “nuevos” regímenes basados en la tranza sexual-económica de niñas, y en donde operan regularmente la legitimación e invisibilización por parte de muchas familias campesinas. Concepciones como “él es dueño de”, “la compraron”, o “esa es mujer de”, son muestra del poder y soberanía ejercida por dichas organizaciones en una escala superior a la que yo conocía y quizá por eso me costaba tanto trabajo comprender. En Urabá, pensaba que esas operaciones parecían tener inconcusamente un tinte colonial, o ser la materialización de la violencia focalizada sobre cuerpos feminizados. - La hija de don C. la mayor seño, es una de las mujeres del comandante… ahorita es que anda bien bonita, con su moto y su ropa fina… Ese hombre la tiene viviendo bien sabroso Veía a algunas de mis niñas estudiantes ansiosas por su menarca, además de confundidas sobre lo que esta representaba para su comunidad y para los comandantes. Con regularidad se sentaban bajo algún árbol conversar sobre cómo estaban cambiando sus cuerpos, sobre las sensaciones y

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dolores físicos; recuerdo que con cierta inocencia me preguntaban sobre las primeras relaciones sexuales y las posibilidades de quedar en embarazo. Todas estas fueron oportunidades para acercarnos y ligeramente persuadirlas sobre la importancia de nuestros cuerpos sexuados. Hoy creo, que bien hubiera podido contarles a mis estudiantes sobre Beauvoir, compartir lo que pensaba ella al respecto; que se trataba de un periodo de confusión, que bien puede iniciarse a los doce o trece años, y que representa por demás una crisis diferenciada entre los niños y las niñas. Un periodo en donde el cuerpo infantil se torna cuerpo de mujer y se hace carne, y que lo natural era que ellas como niñas vivieran esta etapa con inquietud y disgusto. - Eso le sale senos y se crece la cola más bueno. - Esa peladita se puso fea después de que estuvo con ese man, seño. Vivir en una vereda lejos de los privilegios que confiere la capital, significó la manera de darme cuenta que tras la calma y seguridad simules que se viven en Urabá, se recrudecen y ocultan violencias acordes con la esclavitud sexual y la prostitución forzada; la primera relacionada con la venta o trueque y la segunda con la obligación que se ejerce sobre otro u otra para realizar prácticas sexuales de diversa índole. Mis niñas estudiantes de teatro, por ejemplo, sufrieron dificultades para reconocer sus cuerpos, durante las primeras prácticas de teatro; temían hablar en público, les costaba acercarse a sus compañeros hombres, y hablar sobre sus hasta entonces inciertos futuros…la estigmatización, los entramados culturales y la forma en que muchas mujeres conciben su cuerpo impiden que hagan visible en la esfera pública lo que es considerado íntimo, privado. Las huellas en el cuerpo y los impactos emocionales que deja la violencia sexual no son comunicadas por las víctimas por temor a los señalamientos.VIII ...nadie en la vereda se refiere al trueque de las niñas como violación o abuso, ni sexual ni de ningún tipo…

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La invisibilización de las reconfiguradas y perfeccionadas violencias sexuales contra niñas campesinas, en el marco de la desmovilización, con seguridad favorece su naturalización en las comunidades, dificulta el manejo, y convierte al Estado en cómplice, en tanto no las reconoce como resultado de un proceso de desmovilización insuficiente y hasta inconcluIX so; algo así como un fracaso bien planeado. La exacerbación de la violencia sexual en contextos bélicos, acompañada o robustecida por concepciones culturales viciadas de la lógica patriarcal, ponía de manifiesto la complejidad en la lectura del continuum de violencia sexual. Mis propios diarios de campo, son señales vivas de la memoria y la realidad de mis estudiantes, y que aún me generan conflicto, principalmente porque no existen garantías para la desmovilización efectiva de estos grupos en la actualidad. Hoy Y., una niña de séptimo grado que se había “casado” con un comandante militar, nos dijo a los profesores que está embarazada. Pensé que no tiene más de 13 años. Le aconsejamos que continuara sus estudios pero su familia está de acuerdo con que se retire de estudiar. La violencia de la que fui testigo en Urabá y que describo, mantiene sus intenciones de someter, hacer uso de la fuerza, ejercer poder sobre niñas, mujeres, y territorios, regular y establecer dinámicas sexuales basadas en una mirada androcéntrica,X que demanda también de nuevas miradas y problematizaciones que pongan en evidencia la discriminación y subordinación a razón de la edad, la etnia, la clase y desde luego el género. Nuevos repertorios y escenarios de acción violenta no solo dan continuidad a la violencia sufrida por mujeres y niñas, sino que proponen nuevas configuraciones de los patrones hegemónicos de dominación sobre ellas, complejizando aún más su lectura y desaparición. - Hoy hablé con las niñas de quinto de primaria, me decían que han recibido varias veces propuestas de los señores de seguridad para ir a dar una vuelta por el pueblo. Quedé muy preocupada, creo que fue evidente…

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- Y. Apenas tiene diez años, su hermana N. es esposa del comandante político y su mamá tiene una relación sentimental con uno de los del punto de seguridad Muchas de mis estudiantes eran las menores entre sus hermanas mujeres, y varias de ellas también veían como posibilidad “casarse” con alguno de los comandantes. Aparentemente entre sus compañeras de la Escuela se ganaba cierto estatus o reconocimiento. Ser “bonita”, “blanquita”, “ser juiciosas” o “portarse bien” como decían ellas mismas, podía llamar la atención de estos hombres, que no solo eran significativamente mayores, sino también adinerados. - Es que ella empezó a portarse mal y eso no le gustó a él… entonces si fue que el señor la dejó por no hacer caso. Una de las estudiantes de séptimo grado, recién había llegado a vivir a la vereda, recuerdo bien que venía de Montería. Llegó a vivir donde su tío, uno de los encargados de la seguridad. Hacía los tres meses empecé a verla manejando una cuatrimoto en la que varias veces se accidentó; noté también que la casa de su tío empezaba a construirse en material, y ya no era una casa de madera y paja como las nuestras. Cumplió trece años y era una niña muy bella, tranquila y tenía amigas y amigos como el resto de sus compañeras. Empezó a faltar a la Escuela. Un día trató de sobornar a otra profesora insinuando que podía pagar para aprobar el año escolar. No fue un día sencillo para mí; aún no lograba dimensionar lo que llevaba a estás niñas a vivir semejantes situaciones y tolerarlas. Me sentía incomoda y hasta culpable. - A S. le dieron duro seño. A ese señor le fueron con quejas, de la cuatri, las peleas y todo. Por eso es que no ha venido a estudiar, tiene la cara morada seño. Los abusos, la esclavitud sexual, los ataques hacia la población femenina, las cifras mayormente de mujeres víctimas de desplazamiento forzado, despojos, destierro, usurpación; son hoy día reminiscencia en esta tierra prometida, y señal legítima y cruda de lo que Silvia Monroy llamó presente permanente.XI

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La operación efectiva de los mencionados sistemas de opresión, han llevado a muchas niñas y mujeres campesinas a tolerar la violación infantil femenina, a cambio de la más cercana posibilidad de surgir, de ascender en términos de clase, y en ultimas “asegurarse” un futuro, aunque no el mejor para ellas; si un futuro que aunque anule su presente, les de las garantías que los gobiernos, el Estado, y la sociedad les han negado durante sus cortas vidas. Apenas once años cumplen algunas de estas niñas; los mismos once de vigencia de la ley de Justicia y Paz; la misma que promulgó la reparación a víctimas, la desmovilización, y la no repetición de crímenes a manos de la AUC. Mis niñas estudiantes, vecinas y amigas del campo, corporeizan las decepciones de un proceso que jamás reconoció a muchas de sus víctimas y que hoy les cobra cuotas altísimas a muchas niñas en la región. Resulta inevitable dejar en cuestión la efectividad de términos como, justicia, verdad y reparación. La violencia ejercida contra las mujeres en el conflicto armado interno en Colombia por parte de todos los actores armados, legales e ilegales, continúa siendo marginal y poco conocida, lo que ha traído como consecuencia la minimización de sus efectos y la ausencia de procesos serios de verdad, justicia y reparación para las víctimas.XII

9. La organización visiblemente está constituida por hombres, durante los dos años no conocí de casos en la actualidad de mujeres militantes.

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El relato Solía morderme los labios para no gritar, preferí por muchas tardes encerrarme a escribir en el cuaderno que cargué siempre en la mochila de mola como un talismán. Observaba absorta, escribía pasivamente y con inevitable tristeza e indignación, lo que mis estudiantes vivían. - …se les comercia, se les esclaviza, se les intercambia como bien o mercancía…A mis estudiantes las están violando… Mis diarios de campo-por llamarlos técnicamente- son no más que cuadernos descoloridos de notas que hoy me gritan y relatan realidades, además de una que otra fantasía; como esa de ver a mis estudiantes convertirse en personalidades destacadas, honestas e influyentes, del deporte, las artes, el trabajo y cuidado de la tierra, así como de sus propias vidas. Sabiéndome su confidente, mis imaginarios sobre la sexualidad eran otros, escribía que ser trocadas sexual y económicamente trae daños de todo tipo para las niñas. Admito escribir con dolor y rabia sobre el arquetipo femenino y masculino que se reproducía en muchas veredas de Necoclí, en donde era cotidiana ésta práctica. - …pasa en todo lado Seño… Varias peladas por aquí…por todo eso también las venden. Mientras escribo hoy día, es inevitable pensar en la dote y la subasta de esposas del siglo XVII, ambas practicas misóginas adscritas a la operación del género y la estereotipia femenina, y que determinan en gran medida la naturalización de la violación y la extrema valoración del poder masculino con respecto a las mujeres. Descubro de qué manera los hombres continúan siendo los pactantes y las niñas las pactadas. Descubro entre líneas, que las familias pactantes, concebían a la niña como el bien que se vende o intercambia y que por ende representa poco valor en comparación con el sujeto masculino que se haya auspiciado por su imagen de poder y soberanía en la comunidad.

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Cada noche me cuestionaba, mis estudiantes parecían cosas, pensaba. - Es que es mejor tener una niña, que salga ojala bonita… una niña acá tiene más oportunidades de hacer su vida… con una niña cambian las cosas. Contrario a lo que sucede en otras culturas en donde el nacimiento de un hombre puede estar asociado a la permanencia de la casta, el apellido y el legado; crecer como niña en este lugar es sinónimo de erotización, y tiene adscripciones sexuales y violentas. Ese parece ser el precio. XIII

Por otro lado, y según decreta la Resolución 1325 deberán reconocerse de manera diferenciada los alcances de la guerra entre mujeres y hombres, además de garantizar que posterior a un conflicto armado o el desarme de organizaciones, se establezcan medias de protección para las niñas y las mujeres, particularmente frente a los abusos sexuales y la violación; se habla de mitigar al máximo el riesgo de vulneración que pudieran sufrir nuestras mujeres y niñas. Pero fueron mis niñas estudiantes el testimonio de una política de desmovilización que merece las más duras críticas también frente a los beneficios, bajas penas, y seguimiento a desertores del proceso, que eligieron retomar las armas.XIV - Por acá no hemos sabido lo que es paz… Cada día en la vereda era una oportunidad más para aprender y sorprenderme-no siempre de la mejor manera- en la noche escribía lo que consideraba importante de lo que nos ocurría a mis estudiantes, la comunidad y a mí. Pensaba entonces, que al leerlo sonreiría de nuevo y otras tantas veces lloraría. Solía analizar con sorpresa e inquietud a las tres familias de la vereda, que habían casado a todas sus hijas con los comandantes, sabía que estás familias habían conseguido cierto estatus social en comparación con las demás, y que tener a dos y tres hijas como esposas de estos hombres, representaba prestigio y condiciones materiales diferentes en comparación con la comunidad. Ella si es esposa de verdad…le tiene un hijo a él…vive en la finca.

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A solo dos de estas jóvenes se les permitió en la vereda tener hijos con uno de los comandantes. Ya tenían dieciocho y diecinueve años y eran esposas del mismo hombre aunque vivieran en casas diferentes. La relación entre sus familias no era buena, y permanentemente discutían y en ocasiones según contaban las vecinas, por lo “guapas” se golpearon. Al no tratarse de uniones maritales legales, ni de hecho, estos sujetos mantenían relaciones económicas-sexuales con muchas menores al tiempo y ellas a su vez lo sabían y debían aprobarlo. 10

Una linterna dentro del mosquitero que resguardaba durante la noche y un celular dañado como despertador, fueron cómplices nocturnos de palabras fugaces, notas y narraciones sobre mi propia conmoción. Era preciso para mi sentirme culpable por ser la rola privilegiada que podía volver a la ciudad en cualquier momento, allá donde sí había luz, agua y televisores granduos; podía visitar el mar a tres horas si el tiempo lo permitía. Yo, a diferencia de mis niñas estudiantes podía llevar otra vida en el momento que lo considerara, podía huir aunque no fuera una opción para mí, podía indignarme con lo que les estaba sucediendo, podía comprender en mi obligado silencio que algo andaba mal. - Anoche seño fue que pasó eso…la llevaron de urgencias para el Hospital. Ese señor llega borracho y la coge cada rato…ella flaquita, y ese señor es gorduo . 11

La violencia sexual en la historia se ha producido como intención clara de objetivar y someter, en el contexto urabaense mantiene un sólido pacto desde hace años con la figura de poder y autoridad militar. Son los comandantes, políticos, militares y económicos , los únicos que tienen la autoridad además del dinero para pagar a las familias por la castidad de las niñas. Son ellos los de mayor rango, mayores ingresos, mayor prestigio, generalmente mayor edad, y sin duda los más violentos también. 12

- Es el comandante, él es de la plata…uno de seguridad gana setecientos no más. Se tornaba ciertamente incomoda su visita a mis clases, la Escuela como muchas no tiene cerco que la defina; recuerdo que entraban ocasionalmente hombres jóvenes, con indumentaria característica; saludaban

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“buenas seño”, se sentaban con sonrisa complaciente, hojeaban cuadernos, se despedían; yo mientras tanto enseñando a escribir en pre escolar, y a dividir en tercero. - No me gusta que estén en la Escuela…los veo pasar todo el tiempo en motos, con metralleta, mirando siempre a las niñas… Los niños los ven pero para todos es normal. Leerlas a ellas es leerme de nuevo, saber que la relación de amistad y profunda afinidad con las seis niñas de los semilleros de circo-teatro, fortalecieron la convicción de desnaturalizar la idea de que la mayoría de niñas deseaban o debían casarse con estos hombres. Un jueves de ensayo, en la preparación para el festival del maíz en un resguardo indígena cercano; al terminar nos quedamos hablando como de costumbre sobre el cuerpo, el deporte, teatro, música… - Hoy L. me contó que soñaba con ser abogada, nos fuimos caminando hasta la casa de su papá después de teatro. Me contó que tendrá una cita médica en Medellín…está muy ansiosa, pero contenta… - … ese señor le dijo a mi mamá que yo estaba bonita… pasó por la casa…pero no seño, yo no quiero eso pa´ mí…yo quiero ser abogada Vuelvo a ese día de inmediato, no fue el único día en que creí posible otros futuros para ellas, pero si uno en los que me alcancé a sentir tranquila llevando el teatro al campo, siendo profesora, siendo confidente y amiga de mis estudiantes. Nuestras conversaciones, si bien no estaban referidas exclusivamente a la sexualidad, si estaban muchas veces relacionadas con el cuerpo, con la capacidad que daba el teatro para auto reconocerse, auto contemplarse y auto valorarse; y aunque acepto que es este uno de mis discursos y banderas personales, pareciera que les resonara como un tambor durante cada presentación. De vuelta a la vereda siempre se convertían en el centro de atención por las historias compartidas sobre un pueblo o un mar, ya no tan lejano para sus mentes. Con seguridad y sin intenciones más allá que de aconsejarlas o expre-

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sarles mi profundo cariño, alcancé a influenciarlas, alcanzaría sin darme cuenta muchas veces a convertirme en alguna concejera inexperta, pero con la responsabilidad de ser escuchada y en quien visiblemente creían. - Yo quiero que hable con mi mamá seño, que ella vea que yo no quiero pasar lo mismo que mis hermanas. Tres niñas habían hablado con sus familias sobre lo que querían ser cuando grandes, sobre la ida al pueblo para presentarse en el Congreso juvenil de Filosofía. Les habían contado a sus padres que el Colegio más importante de Necoclí había invitado al semillero de teatro a presentarse. De la mano de semejante noticia estuvo también la de la niña con mayor probabilidad de ser casada. Me llamó a un ladito suyo, me dijo que aunque sus dos hermanas mayores se hubieran casado con comandantes, ella había reunido a sus hermanas, a los esposos de sus hermanas y a su mamá para decirles: - Yo quiero otro futuro para M. y para mí… Mamá nosotras no queremos que nos casen, yo quiero ayuda para estudiar más… Su familia conformada por cinco mujeres, bien podía llevarla a estudiar a Medellín si lo quisiera; eran de las pocas a quienes les permitieron tener hijos sus esposos comandantes, y desde hace cuatro años vivir en sus casas. Todavía no comprendo que determinaba que algunas pocas de las niñas vendidas fueran llevadas a vivir a cualquiera de las muchas casas de los comandantes, y a otras ni siquiera se los propusieran. - …estese tranquila que yo voy a respetar lo que N. quiera para ella, yo tampoco quiero seguir con eso. El dinero que recibía ésta familia, era superior al de otras familias. Aunque lo realmente importante era la valentía y madurez con la que luego de un año de conocerla, había tomado muy posiblemente la decisión más importante de su vida frente a mí. Como ellas, más bien han sido pocas, las niñas que pudieron arrebatársele al régimen sexual-militar del que hablo. Con seguridad depende de ellas mismas y su usurpado poder para decidir, de la voluntad de sus madres y padres que con esfuerzo resisten ante sobornos algunas veces

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millonarios, a ofrecimientos que bien podrían deslumbrar a cualquier familia campesina. Muchas de las reconfiguradas y reconstituidas violencias contra niñas del campo en Urabá, con seguridad no son eclosiones repentinas o aisladas, y su índole “privado” o invisibilizado, las hace ajenas incluso para el Estado que parece aún no reconocer que las AUC nunca desaparecieron, que la Ley de Justicia y paz no garantizó la desmilitarización en casi ninguna zona de influencia paramilitar, y que los grupos armados emergentes se valen hoy de prácticas violentas más elaboradas, perversas y certeras de violación a los derechos de las niñas y mujeres. Me impaciento recordando, me angustio pensando, me indigno sabiéndolo. Fenómenos como la violación sexual infantil, la trata, la venta de niñas a cambio de beneficios materiales, con seguridad persisten o se agudizan tras mi partida de Urabá. Cuento hoy con el privilegio de haber aprendido tanto de las niñas y mujeres urabaenses. Con cierta amargura reconozco que la tierra prometida si existe, y que la ensoñación que produce impide muchas veces reconocer sus desconsuelos. Mi alma no ha partido de Urabá, puedo sentirlo, rodeada ahora de privilegios Bogotanos. 10. Guapo o guapa en Urabá se refiere a encontrarse molesto o molesta, bravo, altanero, etc. 11. En Urabá, las y los nativos emplean modismos como anchudo, granduo, largudo, dentro de la mayoría de adjetivos. 12. Principales frentes de representación de la organización armada.

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…esperamos de todo corazón q” tamvien nos escriba como lo hacemos nosotros sus chinas, de verdad la estrañamos un montón, esperamos que tamvien le hagamos falta como usted nos hace a nosotras sus vailarinas. Esperamos que haiga resivido esta carta de parte de todas. Dios la vendiga y siempre la llevaremos en nuestros corazones La esperamos pronto, si no tenga por cuenta que pronto la estaremos visitándola.” “TE QUEREMOS MUCHO Att: M., Y., O., Y.”

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I. Véase Estadio Infantil, Erotismo femenino. En: El Segundo Sexo, Pág. 173. Simone De Beauvoir. II. …En esta división primitiva del trabajo, los dos sexos constituyen ya, de algún modo, dos clases; entre estas clases hay igualdad; mientras el hombre caza y pesca, la mujer permanece en el hogar; pero las tareas domésticas entrañan una labor productiva: fabricación de vasijas de barro, tejidos, faenas en el huerto; y por ello la mujer tiene un importante papel en la vida económica (Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Pág. 23) III. Sobre Violencia Simbólica en Pierre Bourdieu Por: Mónica Calderone Ayudante alumna de Pensamiento Sociopolítico 1 – Facultad de Ciencia Política y RR.II. UNR. Artículo publicado en “La Trama de la Comunicación” Vol. 9, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. 2004. Paréntesis de la fuente. IV. El análisis interseccional defiende que en la vida de las mujeres se entrecruzan diferentes opresiones –clase, raza, género y sexualidad, entre otras– que no pueden tratarse como variables independientes. Cada una de ellas está inscrita en las otras —es constituida por y es constitutiva de las otras. V. Violencia sexual contra las mujeres. Roxana Arroyo Vargas y Lola Valladares Tayupanta Edición: Gilma Andrade Moncayo/ Proyecto Regional Corte Penal Internacional Y Justicia De Genero. VI. LEY 975 de 2005 (julio 25) Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios VII. Violencia sexual contra las mujeres. Roxana Arroyo Vargas y Lola Valladares Tayupanta Edición: Gilma Andrade Moncayo/ Proyecto Regional Corte Penal Internacional y Justicia De Genero.

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VIII

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Informe ¡Basta Ya!, Centro de Memoria Histórica. Cap. I

IX. La Ley de Justicia y paz. Crónica de un fracaso bien planeado. Ruiz Cano, Jesús Aníbal. Editorial; Librería Jurídica Sánchez R. Ltda. X. Concepción de la realidad que parte de la idea de que la mirada masculina es la única posible y universal, por lo que se generaliza para toda la humanidad/ Moros. Cecilia. XI. El presente permanente: por una antropografía de la violencia a partir del caso de Urabá. Universidad del Rosario. 2013. XII. Mujeres en conflicto: violencia sexual y paramilitarismo, Sisma Mujeres. Pág. 5. XIII. Aprobada por unanimidad el 31 de octubre de 2000. Defiende la implementación de una perspectiva de género, en lo concerniente a las necesidades especiales de las mujeres y las niñas durante, la repatriación y reasentamiento, la rehabilitación, la reintegración y la reconstrucción post-conflicto. XIV. De las aproximadamente 80.000 denuncias que hoy se registran en la Fiscalía General de la Nación en el marco de la Ley de Justicia y Paz, sólo 21 señalan delitos de violencia sexual: En los archivos de los Fiscales que investigan a los ex “paras” apenas figuran 21 Casos de mujeres de diferentes zonas que sufrieron ataques sexuales de integrantes de las autodefensas. (Mesa Nacional de Incidencia por el Derecho a la Verdad, la Justicia y la Reparación con Perspectiva de Género. Documento público no. 3. Análisis sociodemográfico de las víctimas del conflicto armado: Brechas De Género. 8. La violencia contra las mujeres y el nivel de d Pág. 43)

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…las violaciones, ¿no son, acaso, ritos que por la violencia celebran ese derecho? El violador no busca, ni encuentra placer, necesita someter. La violación graba a fuego una marca de propiedad en el ancla de la víctima, y es la expresión más brutal del carácter fálico del poder, desde siempre expresado por la flecha, la espada, el fusil, el cañón, el misil y otras erecciones. Eduardo Galeano (1940 - 2015)

2016


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