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Rosh Hashaná
from Jaim Jadashim #65
Rosh Hashan á
El primer día del séptimo mes litúrgico o sea el 1º de Tishri, celebramos Rosh Hashaná el principio del año secular.
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En Rosh Hashaná principian los “diez días del juicio” donde D’os pone en la balanza nuestros actos buenos y no tan buenos para llegar a Yom Kipur con el alma limpia y pura como cuando fue creada.
También se le conoce como “Yamim Noraim” los cuales algunos Rabanim los han traducido como los “días terribles”, pues no hay momento más terrible que el día en el que el ser humano reconoce desde su interior sus pecados y maldades y se da cuenta que no es el hombre puro y bueno que con ese disfraz se presenta ante el mundo hipócritamente, ante D’os que sabe lo que hay en su corazón y en su
Moisés Tawil
mente. Cuántos de nosotros cumplimos lo dicho por el profeta “Mijá” cuando nos dice: “Oh hombre, qué es lo que D’os pide de ti, solamente hacer justicia, amar, misericordia, andar modesto y humilde con tu D’os”.
El momento cumbre de Rosh Hashaná es cuando se toca el Shofar y su sonido nos lleva al alma de todo aquél que sabe que D’os existe y que nos ha dotado de una minúscula parte de su ser como lo dice el Génesis “Y creó al ser humano a su imagen y semejanza”; imagen por la imaginación que nos permite crear cosas y semejanza por el alma que nos dotó el día que nos creó.
Escribió rabí Saadia Gaon; diez sentidos tiene el mandamiento que nos ordena tocar el shofar en Rosh Hashaná. El primero,
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porque esto fue el primer día de la creación, el segundo, por ser el día de arrepentimiento y no olvidarlo, el tercero, para recordarnos el pacto que hicimos con D’os el día que recibimos la sagrada torá, cuando dijimos “haremos y escucharemos”, el cuarto, para recordarnos la veracidad de lo dicho por los profetas, el quinto, para recordar la terrible destrucción de los templos de Jerusalén, el sexto, para recordar el sacrificio del patriarca Isaac, el séptimo para implorar el perdón de D’os por todos nuestros pecados; el octavo viene para recordarnos el día del “gran juicio” que no sabemos qué tan cerca o lejano será, el noveno para sentirnos firmes en la esperanza de la reunión del pueblo de Israel en su Tierra Santa y, el décimo para recordar la promesa hecha por D’os en boca de sus profetas de la resurrección de los muertos en el mundo venidero.
En este día nos vestimos con galanura, comemos en banquetes porque estamos seguros que D’os con toda su misericordia perdonará nuestros errores así como el padre perdona a sus hijos, por eso en los rezos de Rosh Hashaná lo llamamos Padre Nuestro y recordemos lo que dice Isaías “Porque de Sion saldrá la ley de Jerusalén la palabra de D’os” ¡ SHANÁ TOVÁ UMETUKÁ!
Los barcos no se hunden por el agua que los rodea, se hunden por el agua que entra en ellos. No permitas que lo que sucede a tu alrededor se meta dentro de ti y te hunda.