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Ángeles o coincidencia
from Jaim Jadashim #66
Jume Burak
Amenudo pensamos en los ángeles que están presentes en la vida, como agentes que envían un mensaje y lo damos por coincidencia.
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Hace aproximadamente cincuenta años, al terminar la reunión del shabbat en casa de los abuelos, nos subimos al coche para irnos a la casa. El trayecto era largo, los niños venían comentando que la habían pasado bien y que la comida estuvo sabrosa.
De repente se nos atraviesa un carro y nos cierra el paso a la entrada del viaducto, el chofer se baja del carro con una herramienta en la mano, de la nada se acerca una mujer de edad avanzada a la ventana del lado del chofer y dice: “Por favor señor, no baje, usted trae niños en el coche, desvíe su camino porque ese señor es un maleante y vaya por caminos que no lo puedan alcanzar rumbo a su casa, porque eso es lo que buscan.” Mi esposo agradeció por el consejo, pero no había nadie alrededor. Nunca supimos de dónde había aparecido esa persona pero sí pensamos que nos salvó la vida. Fue un mensaje o una coincidencia?
En otra ocasión viajando por las carreteras de México, cosa que hacíamos seguido, íbamos rumbo a Zacatecas. El coche se descompuso cerca de San Luis Potosí; rentamos un coche para seguir nuestro viaje y no cambiar de opinión.
La visita a Zacatecas fue sensacional, un lugar hermoso digno de visitar, muchas cosas que ver, comida rica y gente muy amable. De regreso estábamos contentos de no haber suspendido el viaje, el clima era
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agradable, la carretera estaba casi desierta. De repente sale una carreta de una brecha hacia la carretera y para esquivarla, el coche da dos volteretas y queda con las llantas hacia el prado. Salimos ilesos, que fue lo más importante. No hay gente, no hay camino, no hay chozas, no hay nada. Pensando qué hacer, de la nada sale un viejito con barba y lo primero que nos pregunta: “¿Están bien?”, no teníamos idea si confiar o no, ya que generalmente piensa uno mal: ¿nos va asaltar?, ¿qué hacer? Al poco rato llega el señor en una carreta jalada por un burro. Nos vuelve a preguntar “¿Están bien?, ¿Necesitan algo?, mi choza está por allá y pueden ir a descansar. Nosotros seguíamos sin confiar en él. Nos dijo: “Voy avisar a la patrulla de caminos para que los ayude, estos accidentes pasan muy seguido por acá”.
Después de un tiempo que se nos hizo eterno, llegó el viejito en su carreta y el burro y nos dice que ya le avisó a la patrulla de caminos. El viejito regresó y nos trajo unos jarritos con café caliente. La patrulla tardó en llegar.
Comenzaron los trámites normales que tomaron mucho tiempo, al día siguiente rumbo a México al filo de la carretera, está el viejito con su carreta y su burro y una amplia sonrisa. ¿Fue un ángel o una coincidencia?