Chalchiuhtlicue

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ºTláloc: un mito Por: Martínez Soto Oscar Alejandro

A 33.5 km de la Ciudad de México en el poblado de San Miguel Coatlinchán, Texcoco, Estado de México, se encontró la pieza monolítica de 168 toneladas y de evidente manufactura precolombina. Envuelta por la maleza agreste y por las leyendas que de la cañada escurrieron e incrustaronse en el imaginario colectivo de sus habitantes y que aún se transmiten de generación a generación. Las partes: una oficial, cientificista, institucional y en ocasiones oficialista construida por el forjador de historia Alfredo Chavero, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y el entonces presidente de la república Adolfo López Mateos, por extensión aún vigente con los preceptos que rigen al Museo Nacional de Antropología (MNA), donde se encuentra la pieza; y la otra, forjada por el empirismo y tradición histórica-cultural de una mágica cosmovisión evidentemente conservadora y vigente a través de personas oriundas como la profesora jubilada Guadalupe Villarreal, contrastan las versiones y visiones en torno a “la piedra”, como suelen llamar a dicha representación teológica. Al parecer el viaje, trance y fluidez de la que habla esta gran roca asociada a la deidad de la lluvia es inherente y debe seguir su cauce, pues cual agua sagrada fue descendiendo hacia el valle un 16 de abril de 1964, ya hace más de medio siglo, por las vías urbanas más importantes de la Ciudad de México a la que de una forma u otra fue trasladada para su supuesto cuidado y resguardo, en un carruaje a medida y de la mano de un disco monolítico de basalto de 3,60 metros de diámetro, 122 centímetros de grosor, un peso que supera las 24 toneladas y con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares. Probablemente había sido un cuauhxicalli (recipiente ceremonial) o un temalácatl (altar de sacrificio). Piezas tal vez sensacionalistas que debían ser admiradas y aplaudidas en caravana, y que pudieran atraer al público del que estaba falto de la gran inversión que ya se había realizado para la construcción del enorme museo ubicado en el Paseo de la Reforma, Chapultepec y en el que nada se escatimó.


Cruce de tradiciones Figura que envuelve contextos diferentes, crece en el pensamiento de sus pobladores y se filtra a través de sus expresiones. Inesperadamente se rompe la calma al chocar dos tradiciones de manera directa: la empírica, mágica (Coatlinchán) y la científica (MNA). Cada uno está dado por ese vaivén de pasado a presente, en palabras de Hans Georg Gadamer: El horizonte se desplaza al paso de quien se mueve. También el horizonte del pasado, del que vive toda vida humana y que está ahí bajo la forma de la tradición, se encuentra en un perpetuo movimiento. No es la conciencia histórica la que pone en movimiento al horizonte limitador; sino que en la conciencia histórica este movimiento tan sólo se hace consciente 1 de sí mismo.

Es preciso comprender la tradición que emana en cada institución para así reconstruir un fragmento de ese horizonte; por un lado, el fundamento que sostiene un museo es la conservación, protección y difusión del patrimonio cultural. En contraste con el pueblo de Coatlinchán quienes veían en él, la referencia más significativa y misteriosa si del equilibrio de los ciclos de agricultura se tratara. En entrevista con el arqueólogo del Museo Nacional de Antropología, Valerio Morales, mantuvo una postura firme en la idea de que el despojo de aquella pieza fue la mejor opción, de otra manera, ya no existiría. La profesora Guadalupe Villareal, y habitante de Cuatlinchán quien dio seguimiento a la desaprobación de tal despojo, sintetiza su versión: “El pueblo no sólo perdió a la piedra, también perdió su dignidad”. Desde la percepción arqueológica se tienen que romper o comprobar todos los mitos generados en una región, es decir, todos los prejuicios, pero ¿Cómo hacerle entender a la cosmogonía original?, teniendo en cuenta que es todo un recorrido histórico con reglas intersubjetivas (lenguaje de una comunidad). “Hay muchos mitos, por ejemplo, ellos dicen que éste no es Tláloc, que se trajeron otra piedra, que ellos lo tienen enterrado; pero pues también no existe evidencia de eso” se expresó el arqueólogo. Desde la percepción mítica, aquella deidad representa a Chalchihutlicue y no a Tláloc, su ausencia provocó sequía y el desalojo sólo provocó el declive del pueblo según oriundos.

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Gadamer, H. G., Verdad y Método, Ediciones Sígueme, 1977, p. 188

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“Me da tristeza ver a mi pueblo, las personas ya no se interesan por la comunidad, llegaron a vivir porque el gobierno les construyó casas y les dio luz y agua” dijo la profesora Guadalupe.

Compensación La pieza fue requerida por el presidente Adolfo López Mateos para dar la bienvenida a los visitantes del MNA.

En marzo de 2007 el entonces Gobernador Enrique Peña Nieto develó la Réplica Del Monolito De Tláloc en Coatlinchán

El teórico de la comunicación, Dilthey, elabora una filosofía de las ciencias desde una perspectiva no naturalista, Para ello crítica la separación que hace entre razón, sentimiento y voluntad. Estas tres facultades son los componentes fundamentales que interactúan en la existencia humana, cuyo desarrollo y manifestación constituye la experiencia de vida.2 La comprensión de esta experiencia es un componente del espíritu y “Solamente el espíritu puede comprender aquello que el espíritu ha producido” 3 Para comprender una acción social y una manifestación humana se necesita comprender su contexto historico, sólo así puede rescatarse el sentido original del hecho. El Museo Nacional de Antropología se atreve a llamarse “el más emblemático de los recintos que salvaguardan el legado indígena mexicano. Se erige como símbolo de identidad y mentor de generaciones que buscan conocer sus raíces culturales”4

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La comprensión de la acción social, involucra a otra acción social con las reglas estructurales propias de una tradición o cultura específicas de una comunidad o sociedad, problemática que no excluye cambios de normas, ni se niega a que una sociedad pueda aprender de otras o se adapte a ellas. Adaptar, adoptar y sustraer, son conceptos con significación lejana al entendimiento.

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Velasco Gómez, Ambrosio., Tradiciones hermenéuticas, cap. II p. 67. Citado por F. Dallmayr y Th. McCarthy en “ the Crisis of Understanding” en su libro Understanding and Social Inquiry, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1977 4 Museo Nacional de Antropología,2014, Historia del Museo, http://www.mna.inah.gob.mx/ 3

ºTláloc, concebido como la unión de lo divino con el hombre, dos serpientes y de figura hantropomorfa creardora del mundo. Su imagen se esparció a lo largo de Mesoamérica, en esencia representan al agua en todos sus estados y todo lo que de ella proviene, deidades que quedan plasmadas en piedra que su propio entorno les brinda; para agradecer y justificar su paso por el espacio que no considera suyo sino del que aún forman parte sus habitantes.

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