Grandes y unidos ante la adversidad

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Domingo 1 de enero del 2017

especial especial fin1 DE de ENERO año 2017

Grandes

Y UNIDOS ante la adversidad

La tragedia del 16 de abril del 2016 puso a prueba a toda la sociedad. No solo a quienes sufrieron y sufren sus efectos pero se han sobrepuesto a las pérdidas y al dolor, sino a quienes, desde la iniciativa personal, social o empresarial, estuvieron ahí para aportar con su trabajo, con sus recursos o simplemente con sus manos. Esmeraldas y Manabí, principalmente, fueron y siguen siendo el mapa donde se vivieron y se viven historias como las que se publican en este Especial, nuestro homenaje a la solidaridad y a la grandeza.

•• El sismo obligó a Ondina Rojas y a su hija Keyla a mudarse a Manta. Su casa en Jama se destruyó.


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especial 1 DE ENERO patricio terán / el comercio

Ondina contiene las lágrimas para que su hija Keyla crezca sin temores

zado a Ondina desde niña, comenta su madre, Ondina Olivia Zambrano, le ayudó a empezar desde cero. Madre e hija, sobrevivientes del terremoto, ahora caminan sin complicaciones. Y a pesar de las secuelas: usar un bastón por recomendación médica y no calzarse zapatos de tacones altos, Ondina desarrolla su vida normalmente con Keyla. El bastón le ayudó solo por tres meses. Luego, cuando vio que una chica en Jama tenía una lesión permanente en la pierna se lo donó. Con esta decisión, ella cree que acostumbró a su cuerpo a adaptarse otra vez a su ritmo habitual. Al mismo tiempo que las heridas que dejó el concreto en su piel cicatrizaban, Ondina reconstruyó su hogar. Se mudó a la vivienda de su madre, en Santa Martha (Manta). Ahí ocupa un departamento que adecuó poco a poco con muebles y artefactos que adquirió a crédito o le prestaron.

Ondina Rojas Mayra Pacheco.  Redactora (I) mpacheco@elcomercio.com

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cho meses después del terremoto que le arrebató la vida a su padre y destruyó su vivienda en Jama, Manabí, Ondina Rojas, de 35 años, sigue hablando sobre el tema. Ahora, ella dicta charlas sobre los riesgos naturales que podrían amenazar a los ecuatorianos. En las láminas que utiliza para su presentación, recuerda los daños que causó el sacudón del 16 de abril del 2016. Ella mira de reojo esas imágenes y sigue. Le duele, reconoce, pero contiene las lágrimas. No tiene tiempo para llorar. Esta tragedia impulsó a Ondina a contar su historia en público para sensibilizar a las personas y motivarlas a ser agradecidas con Dios y la vida. Tener la posibilidad de estar de vuelta tras permanecer 16 horas bajo los escombros de su casa junto con su hija Keyla, de 5 años, despertó en Ondina la necesidad de ayudar. “Yo me quedé sin una prenda de vestir,

Permaneció 16 horas bajo los escombros de su casa junto a su hija Keyla. Ahora dicta charlas de gestión de riesgos y se mudó a la casa de su madre.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

pero mucha gente de mi cantón (Jama) se quedó sin nada”. En la práctica estaban en la misma condición, pero Ondina considera que su realidad era diferente, porque Keyla, su razón de vivir, salió casi ilesa. Por esta pequeña de ojos oscuros y brillantes, Ondina no se ha puesto límites. Apenas estuvo consciente y se recuperó parcialmente de las heridas que sufrió tras quedar aplastada por una columna -14 puntos en los pies, siete en la rodilla, cinco en el vientre y cortes en los brazos y la espalda-, empezó a gestionar ayuda para los damnificados de Jama. El temple que ha caracteri-

galo paguay; ARCHIVO / el comercio

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16 601

PERSONAS FALLECIERON

PERSONAS heridas

Esta cantidad de víctimas está registrada en el boletín 4 del Plan Reconstruyo, con corte hasta el 15 de noviembre. La mayoría de muertos corresponde a Manabí.

Ellas sufrieron lesiones el día de terremoto. La cifra está recogida en el informe situacional 39 de la Secretaría de Gestión de Riesgos. El cierre es hasta el 24 de abril.

Sobrevivió 46 horas a oscuras entre escombros; ahora sirve al ECU-911

•• En un reporte de hasta el 15 de noviembre se informa que se dieron 1,1 millones de kits de alimentos.

Julio Estrella / El Comercio

pablo córdova Dimitri Barreto P.  Macroeditor (I) dbarreto@elcomercio.com

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stá hablando Pablo Córdova, estoy en emergencia, estoy atrapado, y quiero que me saquen”. La llamada telefónica se registró en el ECU911 a las 14:38 del lunes 18 de abril del 2016. Entonces, la operadora pregunta: “¿Usted tiene algún escombro encima de su cuerpo?”. Pablo atiende: “No tengo nada, no tengo nada”. 23 segundos de ese diálogo bastaron para activar el rescate de Pablo Córdova, el carpintero de la ciudadela San Marcos de Portoviejo que fue invitado a Cartagena para hablar de resiliencia, y que hizo que líderes como Xi Jinping, presidente de China, y Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz (Colombia), rompieran el protocolo en Ecuador para estrechar su mano, luego de conocer que por 46 horas soportó réplicas, hambre, excavadoras y aroma de muerte bajo los escombros del hotel El Gato, que el 16 de abril quedó con sus cinco plantas desplo-

Su ‘nueva’ casa es modesta, pero tiene la compañía de su niña y ahora comparten más tiempo juntas. Juegan, leen cuentos, van a un río cercano. Para Ondina eso es suficiente, el terremoto le demostró que lo material es secundario. “Yo antes guardaba hasta el cordón umbilical de mija, ahora no. Aprovecho el tiempo, si mañana me cae otro terremoto con qué me quedo, con nada”. De la casa de dos plantas que tuvo en Jama no quedan ni los escombros ni el saldo pendiente del crédito que hizo para adquirir este bien. Como Ondina constaba en la lista de damnificados su deuda fue condonada y ahora tiene la posibilidad de recibir una nueva vivienda. Esto le ha abierto la alternativa de regresar a Jama, pero por ahora le desmotiva cómo quedó la zona. No quiere que Keyla crezca en un lugar desolado, que provoca tristeza. Su afán por darle un ambiente de bienestar a su niña es tal que Ondina ha resuelto bloquear el dolor. Está convencida de que si deja que esta debilidad aflore, afectaría al carácter de su hija. “Me han dicho que llore, pero qué gano con eso”. Esta fortaleza que le ha transmitido Ondina a su hija ha hecho que la niña sea feliz. Tras el sismo, Keyla no sufre pesadillas, nervios ni miedos. La pequeña piensa que ese día estuvieron adentro de un hueco. Ese día tampoco dejó marcas físicas en Keyla, Ondina la protegió, todo el tiempo, con su cuerpo. Las cicatrices que tiene ella en sus brazos y su espalda dan fe de aquello.

•• La casa que tenía Ondina en Jama quedó destruida tras el terremoto.

galo paguay; ARCHIVO / el comercio

•• En las primeras 72 horas del terremoto fueron atendidas 4 859 personas, como en Jama (foto).

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

Del Hotel El Gato, donde laboraba en su portoviejo natal, ya no queda nada. Ha estrechado la Mano de Xi Jinping y de Juan Manuel Santos. Elena Paucar; ARCHIVO / EL COMERCIO

•• 19 de abril. En el hospital Verdi Cevallos, Pablo muestra el celular que lo salvó.

madas como naipes. Córdova fue el recepcionista de fin de semana de El Gato por 15 años. El 16 de abril subió por las gradas hasta el segundo piso, a las 13:00, como cada sábado, luego de almorzar el cebiche de pescado preparado por su compañera, Sonia Zambrano. Antes de las 18:58, cuando se produjo el sismo, había guardado en el bolsillo su Nokia Asha 210. “Fue como olas. Caí, perdí el conocimiento 45 minutos, quedé acostado a oscuras en un espacio de 40 centímetros de alto”, narra Pablo, de 53 años, padre de cinco hijos. “Tengo tres hijos de un primer compromiso. Después del terremoto volví a nacer; volví a ganar a mis hijos”, celebra el también abuelo de siete nietos, quien no perdió familia ese 16. Con la ciudad devastada vivió tres meses sin ingresos ni clientes en su oficio: ebanista. En junio se presentó a una entrevista de trabajo y el 1 de julio empezó a laborar en el ECU-911 de Portoviejo. Allí cuida su oficio, arregla muebles, instalaciones eléctricas, etiqueta cámaras... “En los escombros encontraron un cuerpo. El dueño del hotel, Máximo Hidalgo Benavídez, mandó un ataúd a mi casa para que me dieran sepultura. Fue mi hijo a la morgue a reconocerme y dijo él no es”, narra Córdova: “por esto”, extiende la mano izquierda: a los 25 años perdió el pulgar cuando cortaba madera con una sierra. ¿Vidas como un gato? “Sí”, sonríe y su bigote cenizo se extiende como acordeón. “Cuando tenía cinco años, por subirme a coger una rosca de pan, me caí al fogón donde mi mamá preparaba colada de harina de plátano”, se levanta las mangas,

la piel de su brazo izquierdo tiene una amplia marca. “Me quemé hasta la espalda”. A causa de travesuras, perdió parte de su oreja. Y la que parece línea de peinado entre su cabello, desde la frente, son las puntadas por un accidente en moto a los 18. El 16 de abril no sufrió heridas físicas. “La doctora Mariana Bermúdez (psicóloga) fue un pilar para que no decayera. Me atendió sin cobrar. Por las noches, en la oscuridad, sentía que me jalaban de la cama y pegaba gritos”, revela mientras camina sobre ripio, el terreno donde estaba el hotel, en Portoviejo. Córdova es grato con Bermúdez y con Viviana Macías. “El domingo 17, una excavadora trepó sobre el hotel y se hundió. El espacio se redujo y sentía que iba a morir. El lunes las máquinas trabajaron más duro. Hice una oración y en ese momento, como a las dos de la tarde, llegó la señal de celular. No salían llamadas a mi familia, marqué a Viviana Macías, le estaba haciendo un mueble de cocina en Esmeraldas”. Macías llamó al ECU-911. Entonces, desde esa central se comunicaron con Pablo Córdova. “Hola. Mi nombre es José Manuel Puentes, Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá. Indícame la ubicación exacta donde te encontrabas”. “Yo me encontraba en la recepción, estaba parado y me puse en una viga que está por la escalera, como a unos cinco metros más o menos de donde era la puerta”. “¿La puerta principal?”. “Sí, la principal”. “Voy a pedir un favor, apaga el celular y se comunica con nosotros en una hora”.


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ESPECIAL 1 DE ENERO PATRICIO TERÁN / EL COMERCIO

Vanessa y Segundo se aferran al sueño de tener un hijo para recuperar la alegría VANESSA BAQUE Y SEGUNDO PIN ESTUVIERON ATRAPADOS EN EL CENTRO COMERCIAL FELIPE NAVARRETE POR 36 HORAS. TODAVÍA LES ATERRAN LOS SISMOS Y LOS EDIFICIOS. CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Bomberos de Quito rescataron a Segundo Pin, 36 horas después del terremoto.

Ana M. Carvajal.  Redactora (I) amcarvajal@elcomercio.com

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l sueño de tener un hijo es lo único que despierta un brillo diferente al de la tristeza en los ojos de Vanessa Baque y su esposo, Segundo Pin. La pareja que el 5 de agosto cumplió 16 años de matrimonio no ha podido superar el trauma que les dejó el terremoto de abril. Vanessa aún usa un cuello ortopédico y necesita terapia. Segundo volvió a su trabajo como digitador en La Fabril, un mes después del sismo. Pero ya no hace turnos nocturnos. Quiere estar siempre en su casa de un piso, para abrazar a su esposa, si hay réplicas. Los vecinos corren para tranquilizarlos cuando la tierra tiembla. Los edificios se han convertido en gigantes que los atemorizan y bloquean su voluntad. Salir de su casa, en el barrio Leonidas Proaño, de Manta, es un reto diario, difícil de superar. Solo al nombrarlos, aparece la angustia en su mirada. ‘Segu’ y ‘Vane’ se refugian el

uno en el otro. Siempre han sido unidos, pero el recuerdo de esa noche y de las interminables 36 horas bajo los escombros los ha convertido casi en una sola persona. Aquel sábado de la tragedia, fueron al centro comercial Felipe Navarrete, en Tarqui, para comprar una vela. La usarían en el pastel por el 36 cumpleaños de Vanessa, el domingo. Planeaban ir a la iglesia del Divino Niño para que los feligreses le cantaran el Cumpleaños feliz, antes del festejo en el barrio. Decisiones tomadas en apenas segundos salvaron su vida. Ella estaba frente a la vitrina, él junto a una columna. Cuando empezó el sismo, se quedaron quietos. Luego, él la haló hacia su cuerpo. No hubo oportunidad de correr. El esqueleto del edificio se pulverizaba y las losas se caían : 92 personas fallecieron entre las estanterías. Mientras estuvieron atrapados, tomaban su orina para sobrevivir y escuchaban a otros sobrevivientes perder la batalla. Ambos pensaban que nadie había intentado salvarlos. Luego supieron que los 22 hermanos de ella y cinco hermanos de él, además de sobrinos y otros familiares, estaban desesperados por sacarlos. Los mensajes que Segundo envió a varios celulares mantenían una pizca de esperanza dentro y fuera del destruido edificio. Ese teléfono ya no funciona, pero lo conserva en la repisa de la sala, cerca de una escultura de un bombero de Quito. Se la regalaron como un recuerdo del día de su rescate. Han pasado ocho meses y aún la gente les repite que volvieron a nacer y les preguntan: ¿cuál creen que es el propósi-

VICENTE COSTALES; ARCHIVO / EL COMERCIO

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

to? Aún no lo saben. Diciembre los encontró contando los días para que terminara un año duro. Un día de septiembre estaban en una farmacia, buscando medicamentos para Rosario, la madre de Vanessa. De pronto, un carro arrancó cables y se armó “todo un chispero”. Creían que quedarían atrapados de nuevo. En noviembre, Rosario murió a causa de una cirrosis y la pareja viste de negro en su memoria. Lo hará por al menos cinco meses más . “El luto no va a reparar el dolor, pero necesitamos hacerlo por ella”. Vanessa abre a ratos un local junto a su casa, en donde ofrece ropa, zapatos y útiles escolares. Antes sacaba la mercadería en bolsos grandes y la vendía en Tarqui. Pero desde el terremoto no ha vuelto. Si debe pasar en un taxi por el sector, se agacha como si se escondiera de los dolorosos recuerdos. Quieren encontrar la fuerza para comenzar de nuevo. Cuando eso pase, juntarán dinero para retomar un tratamiento de fertilidad que empezaron hace cuatro años. No saben cómo ni dónde lo harán, pues el consultorio de su ginecóloga se destruyó en Portoviejo. Ambos se aferran a su sueño y rezan por él. “Somos devotos de todos los santos habidos y por haber”, dicen. Quieren tener un hijo que juegue en el patio y trepe en el árbol de mango. También que su sobrino Efrén, de 17 años, vuelva a vivir con ellos. Quieren volver a ser felices como lo eran hasta el 16 de abril en el que sus vidas cambiaron para siempre.

VICENTE COSTALES; ARCHIVO / EL COMERCIO

45 455 VIVIENDAS AFECTADAS

•• Los edificios del centro de la ciudad de Portoviejo, como el del IESS (der.), se cayeron hacia los lados el 16 de abril del 2016.

El sacerdote que hizo de una carpa un templo para honrar a las víctimas de Jama LEONEL ZAPATA Carolina Enríquez.  Redactora (I) cenriquez@elcomercio.com

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eonel Zapata, párroco del poblado manabita de Jama, aún se estremece con el recuerdo de las toneladas de escombros, el polvo, el calor y la oscuridad de la madrugada costeña que marcaron el momento en el que sacaban los cuerpos de una madre y sus cuatro hijos aplastados por una losa. Las lágrimas ruedan por sus mejillas mientras relata los escalofriantes momentos del terremoto del 16 de abril. Sentado en una banca de lo que ahora es su iglesia, una carpa en medio de la calle, comenta que él y dos de las tres hermanas oblatas que viven en la parroquia están vivos de milagro. Faltaban cinco minutos para las 19:00,según vio en su reloj. Se preparaba para los bautizos que debía celebrar 30 minutos más tarde. “Cuando iba a tomar el ritual, que lo había puesto sobre mi cama, comenzó. Yo ya no pude salir. Casi me voy al piso. Me cogí de la puerta del

EL PÁRROCO DE JAMA AYUDÓ A LAS VÍCTIMAS DE LA TRAGEDIA. COLABORÓ EN LA DISTRIBUCIÓN DE DONATIVOS Y ENTREGÓ APOYO EMOCIONAL A LA COMUNIDAD DEL SECTOR.

El Ministerio de Vivienda y Desarrollo informó que en esa cantidad están las casas destruidas. También se perdieron edificios, hoteles y centros comerciales de Manta y Portoviejo.

•• El hotel Royal, ubicado en el centro de Pedernales (Manabí), se desplomó como un castillo de naipes, tras el fuerte sacudón.

VICENTE COSTALES / EL COMERCIO

volvía. Tenía que atravesar postes caídos, transformadores, motos. En zigzag, tratando de ayudar hasta las 02:00”. A esa hora vio cómo sacaban los cuerpos aplastados de muchos fieles: un catequista, niños, mujeres de los grupos de oración… Al otro día, en medio de la absoluta desolación, bendijo a 12 cuerpos en el estadio. Ya en la tarde vivió uno de los sentimientos más abrumadores de su vida: la soledad. Solo él se quedó en el pueblo y durmió en su camioneta. Chéster lo acompañó. Pero no se olvidó de su comunidad. Durante un día y medio los atendió con alimento espiritual y con las pocas vituallas y víveres que encontró. 60 horas después del terremoto, llegó el Club 4x4 de Quito. Luego vino la ayuda de cientos de ecuatorianos y extranjeros, organismos públicos, privados y religiosos que se solidarizaron con Jama. Dos ayudas son las que más GALO PAGUAY; ARCHIVO / EL COMERCIO

baño para solo esperar que me cayera la losa encima. Gracias a Dios no sucedió”, recuerda. Se fue la luz y solo escuchó el estruendo de cómo se derrumbó la iglesia. Cuando pasó, se dio cuenta de que él y a las hermanas Celina y Rosaura seguían con vida, así como el perro de la parroquia, Chéster. El padre Leonel dice que a pesar de los gritos, la polvareda y los constantes movimientos, sintió la fuerza del Señor que lo impulsó a poner manos a la obra. Sacó la camioneta de la parroquia y comenzó a llevar a todo el que podía a sitios altos, por si se daba un tsunami. “Me llevaba gente, luego

•• El padre Zapata caminaba, mientras religiosas recibían a los topos aztecas.

le conmovieron. La de una anciana de Quito de 93 años que donó ocho carpas para crear lo que hoy es la iglesia y el área de catequesis; y la otra, los aportes de ciudadanos comunes que, incluso, han querido apoyar a construir casas. De estos ocho meses destaca el tesón que ha tenido mucha gente para levantar casas y negocios. Pero también le sorprende haber sufrido agravios de ciertos miembros de la comunidad cuando exigían más de una ración de comida. En medio de las ruinas de la iglesia, que ahora es reconstruida con fondos vascos, destaca el papel del Estado en la reconstrucción, de la gente que le abrió sus puertas cuando acudió en busca de apoyo y de quienes no olvidaron a Dios luego de la tragedia natural. “Acudimos a la iglesia porque tembló la tierra y luego nos olvidamos. Mucha gente sí se ha acercado. Apoyo de la iglesia ha habido a través de charlas espirituales, trabajo de los misioneros, etc., en unas 60 comunidades del cantón”. Dice que luego de todo este dolor vendrá una etapa de alegría en la vida de Jama. Esa felicidad, que borra las lágrimas de los recuerdos, se ve mientras juega con su perro Káiser, que reemplaza a Chéster, que sobrevivió al terremoto, pero no a un atropellamiento. Dios le trajo un nuevo amigo y cada día la fuerza para decir a su comunidad que hay que animarse, hay que salir adelante. “No nos crucemos de brazos, sí podemos. No estamos solos, Dios está con nosotros”.


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ESPECIAL 1 DE ENERO MARIO FAUSTOS / EL COMERCIO

Sonia ayudó a 11 niños y cumplirá su sueño de vivir en Pedernales

Y a 367 kilómetros sus hijos intentaban sobrevivir. Christian y algunos primos se refugiaron en una litera mientras todo caía alrededor. Kristel no entiende cómo salió de la casa de sus abuelos; las escaleras eran toboganes de ruinas. Ese era el lugar donde tenían previsto vivir a su regreso a Manabí, frente al estadio Maximino Puertas, que en esos días fue una morgue al aire libre. A lo lejos, Sonia se desmoronaba al saber que Pedernales era el epicentro del caos. Solo se repuso cuatro horas más tarde, cuando habló con su fami­ lia para planificar el rescate. El barrio donó ropa, víveres y agua; un vecino facilitó su camioneta y salieron el lunes a las 11:00. El viaje, usualmente de seis horas, les tomó el doble. “Fue eterno. Cuando llegamos mi mente se borró: todo era un desierto que olía a muerte”. Desorientados, dieron vueltas hasta hallar la choza que cobijaba a los niños. Eran las

SONIA CEDEÑO Elena Paucar.  Redactora (I) epaucar@elcomercio.com

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e tomó días armarla y por eso se enojó tanto cuando se estropeó. Era solo una tarea, pero Christian hizo la mejor casita de palos de helado de su clase. Sonia Cedeño, su mamá, lo dice orgullosa; y en recompensa la puso bajo el árbol de Navidad que armó en su sala por pedido de Kristel, su hija mayor, la última semana de noviembre en Guayaquil. El remezón desbarató la manualidad de Christian, tal como sucedió con la cotidianidad en la casa de Sonia cuando acogió a sus nueve sobrinos, rescatados del horror que dejó el sismo en Pedernales. Los dos meses posteriores a la tragedia, su vivienda en el norte de Guayaquil fue el epicentro de la ayuda masiva para 11 niños, de entre 1 y 11 años de edad. “Los traje por su bien y resultó ser un peso grande -dice esta madre soltera-. Mucha gente nos ayudó, y lo agradezco; pero era muy estresante”.

DOS DÍAS DESPUÉS DEL SISMO VIAJÓ A LA ZONA DEL EPICENTRO PARA RESCATAR A SUS DOS HIJOS Y A SUS NUEVE SOBRINOS. EN GUAYAQUIL LES DIO REFUGIO.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

Todo empezó el último día de clases del ciclo Costa 20152016. Christian, de 9 años; y Kristel, de 11, tomaron sus maletas y su mamá los llevó esa noche a Manabí de vacaciones. Ella regresó. Sonia nació en Chone y su infancia transcurrió entre la playa y la finca de sus abuelos en Pedernales, pueblito al que vio crecer con el ‘boom’ camaronero. Hace seis años emigró y en este tenía previsto volver a su tierra, pero el sismo de 7.8 grados removió sus planes. La noche del terremoto, la mujer, de 33 años, salió asustada a un callejón de la ciudadela Sauces, en el puerto principal.

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

23:00 y de inmediato armaron una cama en el balde del auto. Christian aún dormía, al igual que Thiago de 8 años, ­Romina de 9, Estefanía de 7, Jorgito de 6, Valentina de 3 y Vivian de 2. Las gemelas María Victoria y Kristel Guadalupe, de solo meses, fueron evacuadas del hospital de Bahía. Kristel y Diana, ambas de 11 años, estaban despiertas. Su relato durante el retorno era una pesadilla: vieron heridos deambulando, mutilados y decapitados. Su arribo a Guayaquil trajo días sacudidos, entre donantes insistentes, vecinos niñeros y periodistas a la puerta. “Son como mis hijos y los cuidé con amor. Pero tenía al MIES, a la Policía y a gente que creía que eran huérfanos. Fue terrible”. Ella perdió el sueño y el apetito por la responsabilidad de cuidar a 11 niños. Ellos, en cambio, disfrutaron de paseos a la piscina, golosinas inagotables y juguetes incontables. Algunos ocuparon un rincón en la casa de Sauces, que desde junio recobró el orden. Los padres de los niños repararon sus casas en Pedernales y se los llevaron. Cuando los visita le cuentan a su tía que extrañan la piscina y los dulces. “Están bien. Las gemelitas ya caminan”, dice sonriente. Aunque a ratos ríe, el cansancio y la pena marcan el rostro de Sonia. Quiere reconstruir su vida, pero tiene un empleo poco rentable. Por eso todavía piensa radicarse en la zona cero; después de todo podría empezar de nuevo, como Christian hizo con su casa de paletas.

•• Sonia junto a una de sus sobrinas en lo que quedó de su casa en Pedernales.

PAVEL CALAHORRANO; ARCHIVO / EL COMERCIO

29 067 personas damnificadas estuvieron albergadas hasta la noche del 24 de abril, en las poblaciones de las provincias afectadas, según el reporte de la Secretaría de la Gestión de Riesgos.

•• El estadio de la localidad de Jaramijó (Manabí) sirvió para albergar a los habitantes afectados por el terremoto. Esta foto es del 7 de mayo del 2016.

10 595  integrantes de las Fuerzas Armadas fueron desplegados por las comunidades para el control y seguridad, hasta el 25 de abril. Además, participaron 8 827 policías y 201 bomberos, según la Secretaría de Riesgos.

Los albergues Hasta el 15 de diciembre Número de albergues 1 989 personas

6 Esmeraldas 3 684 personas

17 Manabí

5 673 PERSONAS ALBERGADAS

Ellas están en 23 albergues, en las provincias de Manabí y Esmeraldas, según el Ministerio de Inclusión Económica y Social, en su informe con corte al 15 de diciembre.

FUENTE: MIES / EL COMERCIO; GG

Volvió a empezar de cero y su radio se centra en el servicio a la comunidad

DIEGO BRAVO / EL COMERCIO

MARCELO CEPEDA Diego Bravo. Redactor (I) dbravo@elcomercio.com

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o que ocurrió la noche del sábado 16 de abril del 2016 fue una pesadilla para Marcelo Cepeda Parreño, gerente de Radio Tropical de Pedernales (92.9 FM). Durante el terremoto, que duró 48 segundos, su esposa y tres nietos, de 1, 2 y 4 años, fallecieron luego de que el edificio de cinco pisos, en donde funcionaba la radiodifusora, se desplomara. Tras rescatar los cadáveres de sus familiares, los trasladó a Quevedo, en Los Ríos, para velarlos y sepultarlos. Cepeda permaneció 10 días en esa ciudad y, al regresar a Pedernales, se encontró con que desconocidos removieron los escombros del edificio y se robaron lo que había quedado: micrófonos, cables, consolas, mesas, televisores, computadores, un generador portátil de energía... Las antenas de transmisión estaban destrozadas. Sabía que tenía que comenzar de cero, como hace 18 años,

REGRESÓ 10 DÍAS DESPUÉS DE LA TRAGEDIA DEL 16 DE ABRIL, PARA AYUDAR A LA COMUNIDAD. PERDIÓ A SU ESPOSA Y A TRES NIETOS. CONTINUARÁ SU VIDA EN PEDERNALES. CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Cepeda, en la cabina de control, al fondo detrás del vidrio, en la antigua radio.

cuando adquirió la estación radial. Pidió ayuda a sus amigos y familiares. La mayor parte del tiempo pensaba en su esposa y en sus nietos. Sus recuerdos le daban fuerza para levantarse. 16 días después de la tragedia, Radio Tropical reactivó la operación y priorizó la participación del público, que preguntaba por sus familiares desaparecidos y quería informarse de lo que iba a hacer el Gobierno para ayudar a los damnificados. “Desde los escombros nace una esperanza y nos levantamos como el ave fénix, porque no me voy, yo me quedo. Tropical 92.9 FM, constitucionalmente del pueblo”, fue el mensaje de la cuña con la que se reabrió la señal, el 2 de mayo. Actualmente, la radio funciona en una sola planta, levantada en el terreno donde estaba el edificio de cinco pisos en el que Cepeda vivía con su familia. Una puerta metálica blanca fue instalada en la entrada, junto a un viejo escritorio de madera en donde opera una improvisada oficina. Al lado de la cabina de locución, él construyó su habitación en la que tiene una pequeña cama y la ropa que le regalaron sus parientes. La obra le costó USD 10 000 y la levantó con la ayuda de las donaciones familiares. Actualmente subsiste con lo básico y espera que le paguen USD 16 000, de publicidades adeudadas, para cancelar deudas. Las computadoras y consolas son prestadas por Radio Audiorama, de Quevedo. En la parte frontal de la emisora colocó un letrero amarillo con letras azules que dice Radio Tropical. Antes, allí funcionaba un local de venta de computado-

ras y celulares, que era de su hija Gabriela, de 22 años, madre de dos de sus nietos que murieron. La noche del 16 de abril, el almacén fue saqueado. La joven no estaba en Pedernales durante el terremoto. La clínica dental de su esposa, Marjorie Macías, también fue saqueada. “Ella hizo todo lo posible para salvar a mis nietos. Ella los cubrió con su cuerpo cuando todo comenzó a derrumbarse. Los niños estaban intactos, ella tenía varios golpes y los huesos fracturados”. La audiencia de Radio Tropical le da fuerzas para seguir. Su trabajo se enfoca en dar cuenta de los hechos relevantes de Manabí, con prioridad en Pedernales y en parroquias aledañas. También se ha convertido en el canal para que los habitantes se enteren de las últimas noticias. De forma permanente, recibe a damnificados y les abre los micrófonos para que puedan expresarse, desa­ hogarse, contar sus historias. La estación se ha convertido en un medio de ayuda social. Por ejemplo: transmite mensajes cuando la gente solicita pintas de sangre y medicinas para pacientes que están en casas asistenciales. Recibe a dirigentes comunales que piden a las autoridades que les ayuden con obras en sus poblados. Recuerda los aniversarios de personas fallecidas y matrimonios. En varias ocasiones, habitantes de zonas rurales le han regalado gallinas y frutas como agradecimiento por su gestión. No se irá de Pedernales y seguirá luchando por la gente.


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especial 1 DE ENERO Galo Paguay/ El Comercio

Llevar medicinas a los sitios alejados fue extenuante pero reconfortante

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sar del miedo a las réplicas y los saqueadores. “A todos nos llenaba el saber que las personas con enfermedades salían de la farmacia aliviadas porque ya tenían sus medicinas”, dice. Pero la necesidad de la gente era mayor. Sin bien quienes tenían dinero podían adquirir medicinas, había personas sin recursos y en poblaciones alejadas que también necesitaban ayuda. La respuesta de Fybeca fue emprender una campaña de solidaridad junto con la Cruz Roja para entregar kits de emergencia, medicina y atención médica a través de brigadas móviles. Hasta agosto, envió kits de emergencia sanitaria para 8 000 personas. La Corporación también impulsa, hasta ahora, el programa Tu vuelto. Esta iniciativa consiste en recaudar los centavos del cambio que reciben los clientes y formar un fondo destinado para los damnificados del terremoto. Hasta el 30 de

LEonardo Mendoza

Sara Ortiz.  Redactora (I )  ortizs@elcomercio.com

Como gerente de

n medio del caos y la angustia de las primeras horas posteriores al terremoto, Leonardo Mendoza tenía una gran preocupación: “la gente necesitaba medicina”. En los 34 años que ha trabajado en la Corporación Fybeca y actualmente como gerente en Manabí, vio muchas iniciativas sociales, pero él emprendería una ‘cruzada’ por los damnificados. Esa noche, el inolvidable 16 de abril, la cadena de farmacias Fybeca cerró sus puertas después de que temblara la tierra. El día siguiente tampoco se atendió al público, pero él ya estaba trabajando. Mientras hacía el inventario de lo destruido, pensaba en la gente, los heridos, los muertos, los rescatados con vida, las casas y los hospitales destruidos. Durante esas dos noches durmió en unas carpas, junto a su esposa e hija de 11 años, que fueron instaladas en el pa-

Fybeca en Manabí, lideró la ayuda para que los más Afectados recibieran sus medicinas

Cortesía / ARCHIVO PARTICULAR

tio del conjunto donde vive, en Portoviejo. No fue el único, en realidad parecía un campamento creado por sus vecinos, quienes tampoco lograban conciliar el sueño en sus casas, en medio de paredes agrietadas y las constantes réplicas. Llegó el lunes y Mendoza se puso el uniforme y salió a trabajar. No fue necesario llamar a los empleados, la mayoría se presentó en las siete farmacias que hay en esa provincia. “¿Qué hacemos?, ¿En qué ayudo?”. El entusiasmo de sus colaboradores le conmovió. Así empezaron a trabajar y atender a la gente que necesitaba sus medicamentos, a pe-

Vicente Costales / El COMERCIO

noviembre, se había recaudado USD 57 395 en el país y USD 5 699 desde donaciones del exterior. El dinero es administrado con la Cruz Roja y auditado por una firma extranjera. Las ocho horas de trabajo que Mendoza y sus compañeros destinaban cada día fueron insuficientes para la cantidad de ayuda que recibieron desde otras ciudades y de clientes que compraban medicinas y pedían que se las entregaran a quienes las necesitaban. Para Mendoza, dirigir esta operación fue extenuante, pero a la vez reconfortante. La mayoría de la gente tenía golpes, luxaciones y heridas abiertas en varias partes de sus cuerpos, para ellos se entregaron medicinas y analgésicos que aliviaran en algo el dolor que sentían. Otros tenían enfermedades crónicas y para ellos también hubo la medicina, que significada la diferencia entre la vida y la muerte. “Me llevo la gratitud de la gente, los abrazos y el que una pastilla es capaz de devolver la esperanza en esos momentos”, comenta. Desde ese liderazgo pudo compartir de cerca con sus colaboradores; conocer que las necesidades no estaban solo afuera, sino ‘frente a su nariz’. Una de sus compañeras murió cuando se desplomó su vivienda y su madre resultó herida. Él se encargó de velar porque la mujer fuera tratada a tiempo en las casas de salud. Otros tres colaboradores suyos perdieron sus casas. A pesar de la adversidad, salieron más fuertes que nunca.

•• Fybeca también donó pañales para los bebés en los albergues.

julio estrella; ARCHIVO / el comercio

•• La ayuda para los afectados de Pedernales fue acopiada en la Unidad Educativa del Milenio.

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

Patricio Terán; ARCHIVO / el comercio

para atender  la emergencia se asignaron USD 325,07 millones, según el informe del Comité para la Reconstrucción y Reactivación Productiva, enviado a la Asamblea. La rendición se hizo hasta octubre.

En el balance  oficial se detalla que se entregaron 43 878 bonos de alimentación, otros 20 825 para acogida y 3 711 bonos para alquiler. Cada familia recibe USD 100 mensuales para víveres.

El grupo El Juri  donó USD 500 000 para la atención inmediata de las personas afectadas. Los recursos fueron puestos al siguiente día de la tragedia y se entregaron al Gobierno, a través de la Vicepresidencia.

Lácteos San   Antonio se sumó a la campaña de donaciones a escala nacional. La Lechera, que elabora los productos Nutri, envió 35 000 unidades de leche saborizada y anunció que iba a hacer entregas permanentes.

Ir con ayuda integral para la gente le sirvió para ver la tragedia con otros ojos Francisco Valencia Es director de regionales y seguridad de pronaca. participó en el proyecto coaching sin fronteras en zonas afectadas. Cortesía / ARCHIVO PARTICULAR

•• Francisco Valencia junto al resto de colaboradores que se desplazaron a Manta.

David Paredes.   Redactor (I) dparedes@elcomercio.com

F

rancisco Valencia, director de Regionales y de Seguridad de Pronaca, sintió de cerca que la tierra se movía bajo sus pies en Manta. Ocurrió un mes después del terremoto, cuando viajó al puerto manabita y se produjo una réplica grande. Lo hizo junto a un grupo de 30 trabajadores de la empresa para realizar charlas de ayuda a personas a través del método ‘coaching’. Su labor se dirigió a familiares de los colaboradores de la compañía. La experiencia de las réplicas le permitió entender que las heridas emocionales de los afectados seguían latentes. Durante las charlas, también se dio cuenta que el terremoto revivió problemas más complejos que casas destruidas. Él se involucró en el proyecto porque su empresa fue parte de un programa de ‘coaching’ empresarial junto con otras compañías. Ahí, le plantearon la idea de aprovechar lo

•• Las familias de Portoviejo se inscribieron en el Registro Único de Damnificados para los bonos.

aprendido en los cursos para ayudar a los afectados por el terremoto. Por ello, él armó la logística del viaje como parte de su trabajo y se inscribió para ir a las zonas afectadas. “Quería viajar a Manta para ayudar, para darles un espacio a los damnificados”. Él quería escuchar a la gente y entender cuáles eran sus necesidades. Cuenta que le impactó encontrarse con personas de la zona cero que dormían en las calles y en edificaciones destruidas. Pero lo que más le impresionó fue ver que todavía había miedo entre la gente y que los más afectados no terminaban de liberar el estrés generado tras el terremoto. Valencia habló y compartió durante una jornada completa con integrantes de cuatro familias. Su objetivo personal fue entenderlos y dejar que se desahogaran tras la tragedia. Sin embargo, se dio cuenta de otras necesidades que ya existían antes del terremoto y que fueron floreciendo. El trabajo no consistió en darles ayuda psicológica sino entablar diálogos. Ver las necesidades de la gente. Para ello, primero debían identificar a quienes estaban más afectados para incluirles en el grupo de ayuda. Quienes debían darles las capacitaciones se prepararon durante días. “El evento natural fue relevante, pero detrás de cada familia con la que conversamos encontramos que había muchas cosas. Tenían temas pendientes y esta ayuda sirvió para que también puedan resolverlo”, dice el ejecutivo. A él le sensibilizó la historia de una pareja que estaba en

una situación crítica antes del evento telúrico. Durante el trabajo de ‘coaching’ se logró que ellos se reconciliaran. “Se dieron cuenta de que durante esta catástrofe, con las únicas personas que querían estar eran sus hijos. Todos juntos como familia”. Para el director de Regionales y Seguridad, la ayuda de Pronaca fue integral. En los primeros días, la organización entregó víveres a los colaboradores de la empresa y a los damnificados. Esta ayuda llegó a las zonas afectadas en varias etapas. El último camión con alimentos partió los primeros días de diciembre. En total, fueron 120 familias que recibieron la ayuda de Pronaca y otro grupo de compañías que se unieron al proyecto del ‘coaching sin fronteras’. Valencia solo pudo colaborar en la primera etapa del proyecto. “Cuando ocurrió el terremoto me nacieron las ganas de ayudar. Me puse a pensar que si daba víveres o una ayuda monetaria en dos o tres días ya se habrían terminado. Pero si iba a las zonas afectadas y transformaba las vidas de una o dos personas, ya habría logrado algo más duradero”, dijo. Para Valencia, esta experiencia le hizo ver de otra forma la vida. Aprendió que más allá de los temas técnicos, administrativos y estratégicos de su empresa, el tener la oportunidad de ir al tema humano, transforma la vida. “Esto nos hace ver cómo somos, seres frágiles con muchos temores... Estar ahí sí me transformó. Vi la tragedia con otros ojos”.


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especial 1 DE ENERO jULIO eSTRELLA / EL cOMERCIO

Llevó felicidad a los albergues y los niños le trasmitieron su mensaje de fuerza oLIVERIO VÁSCONEZ empleado bancario reanudó la atención de la agencia del centro de Manta. tambiÉn fue voluntario para atender a los niños. cORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Oliverio Vásconez trabajó con los niños con el movimiento Vida Cristiana.

Diego Puente V.  Redactor (I) dapuente@elcomercio.com

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n la agencia Centro de Banco Pichincha hay 70 personas en fila, la tarde del lunes 12 de diciembre. Los cajeros se mueven rápidamente buscando reducir la línea de espera. En el segundo piso, el ritmo es otro, a tal punto que le permite a Oliverio Vásconez, ejecutivo Senior, darse tiempo para pensar en las actividades que, desde enero, realizará con los niños cuyas familias fueron reasentadas tras el terremoto. El objetivo es uno solo: que los niños no dejen de ser niños pese a la tragedia vivida. Práctica no le falta. Él realizó actividades recreativas con los menores en los albergues. El joven coordinó los juegos, dinámicas y actividades, a pocos días del gran sacudón. La tarea fue más dura: vivían en campamentos y los 220 muertos que hubo en Manta eran tema de conversación. La situación se complicaba ya que, a vista de todos, estaban

las casas y edificios destruidos. Cerca de 2 700 edificaciones en Manta (Manabí) registraron daños estructurales, por lo que fueron demolidas. No todas tuvieron ese destino. En la agencia bancaria en la que está Oliverio hubo daños menores. Dos días después del sismo, los trabajadores tenían miedo de ingresar por temor a las réplicas. Sin embargo, previo a las autorizaciones de rigor, Vásconez y uno de sus compañeros, abrieron la puerta enrollable para iniciar la atención. En ese rato se dirigió al resto del equipo para darles ánimo. “Los depositantes necesitaban de sus ahorros para enfrentar lo ocurrido”, recuerda. El día de la tragedia, él retornaba a Manta de un viaje que hizo a San Lorenzo (Manabí) para ver el atardecer. Lo primero fue tranquilizar a su familia y llevarlos a un sitio alto ante un posible tsunami, que felizmente no ocurrió. El lunes fue a trabajar con lo que califica de una dosis extra de entusiasmo para contagiar a sus colegas. La agencia del banco fue una de las primeras en abrir sus puertas, tras el sismo. Esto generó cierta tranquilidad entre los habitantes de Manta. Casi un mes después, el 13 de mayo, la entidad bancaria dio otra noticia: condonaba 43 659 deudas de las personas que vivían en sitios afectados como forma de colaborar con la reactivación económica. El monto ascendió a USD 16,1 millones. El vicepresidente de Finanzas de la entidad bancaria, Jaime Crow, señaló que también se entregaron 7 170 créditos para microempresas, emprendimientos, viviendas y consumo. El total desembolsado ascen-

Diego Pallero; Archivo / el comercio

El Grupo Ortiz  donó también 1 000 colchones y la misma cantidad de almohadas, palas, picos y toallas. Además, la firma se ofreció para coordinar las donaciones de personas en Coral Hipermercados.

Chaide y chaide  entregó 1 000 colchones de una plaza de su línea económica para los afectados por el terremoto. Además, ofreció un precio reducido para que fundaciones y otras entidades que querían donar, los adquirieran.

China envió  el 19 de abril el primero de cinco aviones programados que traían ayuda humanitaria para los damnificados. Las donaciones equivalieron a USD 9 millones e incluyeron 10 000 camas plegables y 5 000 carpas.

El anónimo hombre de las 5 mil llamadas gratuitas aprendió una lección de vida Brayan Párraga Jorge R. Imbaquingo.  Editor (I) jimbaquingo@elcomercio.com

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ras el momento de pánico que significó el terremoto del sábado 16 de abril, Brayan Párraga juntó algunas cosas que tenía en casa para hacer donativos. Pensó en entregarlas a personas u organizaciones que ya se organizaban para enviar ayuda a Manta, Pedernales, Portoviejo, Muisne, Canoa. Pero al ir a trabajar, el lunes, le preguntaron si estaba dispuesto a ir a la zona cero de Manta. Aceptó sin pensarlo. Ese lunes 18 de abril, que era el cumpleaños de su esposa, se fue con la ilusión de que su misión era importante. Llevaba cinco teléfonos satelitales, un convertidor de energía para cargar celulares y un generador eléctrico. No estaba muy seguro de si eso ayudaría en comparación con llevar un camión de víveres. Pero apenas llegó a la zona cero, en Manta, esa percepción cambió. En el lugar no había señal para teléfonos celulares. Ni elec-

es un guayaquileño que trabaja en MOvistar vendiendo chips. Fue como voluntario Y ESTUVO EN mANABÍ DEL 18 al 29 DE ABRIL CON TELÉFONOS SATELITALES.

•• Un grupo de jóvenes chinos recibió al primer Boeing 747 que viajó desde China con ayuda humanitaria.

ENRIQUE PESANTES / EL COMERCIO

esas personas. Y sin embargo, vi a esas personas superarse del pánico que deben haber pasado viendo que todo se derrumbaba”. Ahora que regresó a Guayaquil, para vender chips de celulares en su carro, dice que aprendió una gran lección de esas personas. Brayan cree que en las dos semanas que estuvo en la zona cero, ayudó con unas 5 000 llamadas. “Al principio, teníamos que restringir el teléfono a una llamada por persona de máximo cinco minutos”, recuerda. Aun así, había tantas llamadas que alegraban a las personas, que esas reglas se fueron obviando. Una mujer llamó a su esposo que trabajaba en un barco en altamar. Ahí le contó que hubo un terremoto, que lo perdieron todo, pero que la familia que se quedó en tierra estaba a salvo. Eso sucedió a los tres días de estar en Manta. Brayan estaba con la misma ropa con la que llegó. Había pasado las noches en el auto. La Cortesía / ARCHIVO PARTICULAR

tricidad. Pronto, casi a una hora de parquear el carro, ya tenía un tumulto de personas que necesitaban decir a sus familiares que necesitaban tal o cual cosa. O simplemente que estaban vivos. En la zona cero de Manta entendió que si bien él había pasado un susto tremendo en el momento del terremoto en Guayaquil, eso no se comparaba en nada a lo que vivió la gente afectada de Manabí. “Yo me estaba bañando, y salí en toalla a la calle desesperado, porque mi esposa y mi hija salieron a la tienda. Pero estando en Manabí, supe los terribles momentos que pasaron

dió a USD 41 millones. Una de las personas beneficiadas fue Guillermo Briones, comerciante que se quedó en la calle. Su casa fue destruida. Él sacó un préstamo para empezar a reconstruirla. Todavía vive en el albergue oficial que queda cerca del aeropuerto. El comerciante agradeció por la actitud de jóvenes que los visitaron. Es que el voluntariado movió a personas de toda edad. Era necesario ante la tragedia. Esto lo tenía claro Oliveiro Vásconez, quien luego de trabajar en el banco, y como miembro del Movimiento de Vida Cristiana, visitó albergues y refugios. “Fueron los niños quienes me dieron un mensaje de fuerza”, contó. Oliveiro recuerda que la idea nació cuando la hermana de una de sus amigas (de 12 años) celebró su cumpleaños en un albergue. “Me estremecí por la alegría de los chicos”. De ahí, acudió a los albergues, constantemente, por dos meses. David O., uno de los niños, tiene una sonrisa cuando habla de las actividades que hizo. Aún permanece en las carpas celestes que donó el Gobierno chino. Ahora, el polvo las recubre. El padre de David, Juan, cuenta que su esposa aumentó el envío de las remesas desde España para reponer la economía familiar. El Banco no cobró por el servicio hasta el 31 de mayo. El monto de las transferencias fue de 1 825 388 euros. “El dinero nos sirvió para pagar deudas. Ahora queremos entrar a un plan habitacional.”. Él agradece la atención que Oliverio tuvo.

Paúl Rivas; Archivo / el comercio

Independiente  donó USD 907, 874,37, que recaudó en cuatro partidos de la Libertadores. Se entregó para obras de reconstrucción a cargo del Programa de la ONU para el Desarrollo (Pnud).

•• Esta bandera se exhibió el 6 de julio, antes del partido en que Independiente venció 2-1 a Boca Juniors.

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•• En la zona cero de Manta, la gente se benefició de las llamadas gratuitas.

familia del marinero le ofreció agua para bañarse y un lugar para dormir, a la intemperie, porque su casa estaba inservible. “Ahí comprendí -dice Brayan- cómo somos los ecuatorianos, siempre dispuestos a ayudar. Hasta ahora me estremece el corazón que esa familia que no tenía nada se haya ofrecido a ayudarnos”. A sus 25 años, Brayan conoció también la desgracia en la zona cero. La sintió de cerca cuando una mujer le pidió hielo. Ella se había enterado de que tenía un generador eléctrico. Entonces supuso que tendría una refrigeradora. -¿Tiene hielo? -le preguntó aquella mujer. -No, señora -le respondió. Aquella mujer le pidió el celular. Por lo que entendió de esa llamada, aquella mujer se había comunicado con alguien en Guayaquil. “Estoy bien, pero mándame hielo”, con esa frase aquella mujer había finalizado el contacto telefónico. Al poco tiempo se enteró que aquella señora vivía sola. Que su marido había fallecido hace seis meses y que su casa se había desplomado por completo. Y que a pesar de todo, su dotación de ampollas de insulina, necesarias para evitar los estragos de la diabetes, se había salvado entre tanto escombro. En esos largos primeros días después del terremoto, con un calor sofocante, no sabía si era posible encontrar el hielo o una refrigeradora que funcionara. Brayan la recuerda caminar sin rumbo fijo, preguntando a todo el mundo si alguien tenía un poco de hielo.


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especial 1 DE ENERO

Empezó llevando ayuda y ahora impulsa el turismo a la zona afectada

el trabajo de los guías, etc. La oficina de Alemán queda casi frente a la Cruz del Papa, el lugar que se volvió simbólico para donar a favor de los damnificados. Avianca precisamente trasladó lo que allí se recogía. En su primer vuelo humanitario llevó cuatro toneladas de agua, víveres y ropa. Allí también viajaron 60 médicos, paramédicos y bomberos. Manta estaba desolada y los rescatistas debían iniciar sus tareas. Solo en la primera semana hubo cinco vuelos de ayuda. Movilizaron gratuitamente el equipaje y los equipos de rescate que llegaban, por ejemplo, de Bogotá. Apoyaron a la Cruz Roja Internacional, a la Cruz Roja de Colombia, al Plan Internacional de Paraguay, a la Secretaría de emergencia de ese país, al Gobierno de México y a empresas que llevaban ayuda. Todos querían llegar con algo y había entusiasmo. Eso se escuchaba desde el primer

David alemán Geovanny Tipanluisa  (I)  gtipanluisa@elcomercio.com

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l terremoto apenas había pasado y al aeropuerto de Quito comenzaban a llegar médicos, paramédicos, socorristas, bomberos y ayuda de España, Hungría, Colombia, Paraguay, Estados Unidos, etc. El siguiente paso era ingresar a Manabí y Avianca actuó. La decisión de la aerolínea estaba tomada: debían trasladar la ayuda necesaria para los damnificados. Eso implicaba que las seguridades en la pista de Manta estén garantizadas, aunque las primeras informaciones que llegaban desde esa ciudad decían que la torre de control había colapsado. Por eso movilizaron por tierra a un equipo que evalúe si se podía o no operar enseguida. En Quito, el personal gestionaba los permisos y la Dirección de Aviación Civil (DAC) avaló los vuelos. Solo así, el primer avión con ayuda humanitaria salió de Quito a las 18:00 del siguiente día de la tragedia.

Dirigió las operaciones de ayuda que emprendió avianca tras el sismo del 16 de abril. participó en la reactivación del aeropuerto de manta.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

“Fue la primera acción de choque”, dice David Alemán. Ahora, él es director general de Avianca en Ecuador, pero cuando ocurrió el sismo gerenciaba las operaciones aéreas y como tal hizo que todo se movilizara de inmediato. Desde entonces, la ayuda humanitaria duró cuatro meses, pero Avianca buscó otras formas de asistencia y ahora promueve el turismo en Manabí. “Sacamos promociones para dinamizar el tráfico hacia la región, porque estamos convencidos de que la mejor forma de ayudar es fomentando esa ruta”, dice Alemán. La idea es reactivar hoteles,

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

Latam trasladó 600 toneladas de ayuda donada para los damnificados AYUDA  En apenas un mes, la aerolínea Latam trasladó 600 toneladas de ropa, agua y alimentos, para atender a los damnificados que se encontraban especialmente en Pedernales, una zona afectada en Manabí. Tras el sismo, la compañía aérea activó el “avión solidario” y con ese programa trajo todo lo que

El ejecutivo que organizó la llegada de agua, hoy se siente bendecido

aportaban desde el exterior. Martha González, gerente de asuntos corporativos, se encargó de que las operaciones fluyan y recuerda cómo movilizaron también a los socorristas. “Trasladamos más de 140 bomberos voluntarios y los trajimos de regreso para el relevo. Eso fue algo realmente maravilloso”. Ayudaron a la gente que había llegado de Chile y a otros como un ambateño que tomó sus equipos, cogió un bus a Quito y buscó un vuelo para llegar a la zona cero. Su consigna

La Unión Europea  activó el Mecanismo de Protección Civil. Envió equipos de rescate de 18 países. Además, los socios humanitarios enviaron 5 millones de euros. Apoyará a la reconstrucción hasta 2020.

fue entrar a Manabí sea como sea. El personal de la empresa también actuó y a través de redes sociales atendía pedidos de la gente que había perdido todo.

L

•• Martha Gonzá-

lez (c) participó directamente en la entrega de donaciones para las personas afectadas.

Los gobiernos  de varios países del mundo enviaron ayuda económica. Según la aplicación que diseñó la Seteci, entre los gobiernos y organismo de China, Japón, Corea, EE.UU. y Canadá sumaron un aporte de USD 5,6 millones.

armando prado/el comercio

manuel paz

as lágrimas de agradecimiento de una mujer y el esfuerzo de cinco hombres para conseguir agua son dos imágenes que recuerda Manuel Paz, quien prestó ayuda a los damnificados de la Costa. Paz tiene 40 años y es gerente de Responsabilidad Social para la firma petrolera Schlumberger. Desde el primer día, el ambateño se inmiscuyó en las campañas de solidaridad, que incluyó la entrega de alimentos, vituallas y la construcción de pozos para dotar de agua a las localidades. El miércoles 19 de abril, a tres días del movimiento telúrico, viajó junto con otras tres personas a la zona cero de Manta y Portoviejo para analizar las alternativas de ayuda. Schlumberger dispuso dos helicópteros contratados para un evento petrolero “gigantesco”, que debía realizarse un día después del terremoto, por lo que tenían comida y agua re-

vuelo que salió de la capital y allí estuvo Alemán. “Cuando arribamos la gente estaba conmocionada. Manta era una ciudad vacía. Yo había estado en diciembre del año anterior y cuando volví en abril muchos lugares que recorrí no existían. Emocionalmente me afectó lo que había sucedido”. En el primer avión trasladaron, por ejemplo, a un ingeniero sanitario, que lo único que quería era llegar para trabajar en el fluido de agua. En el segundo viajaron, entre otros, 10 bomberos españoles. El jefe era un hombre corpulento que tenía su vestimenta puesta. Cuando arribó a Quito no quisieron quedarse en un hotel y se fueron de inmediato a Manabí. Él le dijo a Alemán que le llevara, que él y su equipo habían llegado a socorrer en algo y que no importaba que nadie lo esperara allá. Los equipos de Avianca trabajaron 72 horas seguidas. Junto con Quiport habilitaron un terminal provisional en unas 30 horas, levantaron las comunicaciones, crearon un espacio provisional para hacer el chequeo de pasajeros y una sala de espera para que los clientes puedan movilizarse. Las operaciones comerciales también se reanudaron y la gente comenzó a movilizarse entre Quito y Manta. “Siempre entendimos que la mejor ayudar a Manabí era darle conectividad”, cuenta Alemán. Al final, Avianca movilizó a 692 voluntarios, exoneró 82 toneladas de equipaje, trasladó 30 toneladas de medicina, agua, alimentos a Manabí, etc.

•• En la foto se ve a Alemán (izq.) mientras trabajaba en el aeropuerto de Manta

MARIO FAUSTOS / El Comercio

Valeria Heredia  Redactora (I) jheredia@elcomercio.com

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

estuvo en las campañas de solidaridad, que incluyeron entrega de alimentos y vituallas y la construcción de pozos de agua para los barrios. Cortesía / ARCHIVO PARTICULAR

•• Paz (segundo desde la izq.) viajó en los helicópteros que movilizó la empresa.

servadas. Los productos fueron embarcados en las aeronaves, donde también se movilizó al personal de las entidades de rescate. “Fue una coincidencia y a la vez una ayuda enorme para las personas de Manabí”, recuerda. De esos viajes rescata varios hechos que recuerda con alegría, tristeza, rabia y hasta desesperación. En uno de sus recorridos llegó a El Resbalón (Rocafuerte). Es un poblado de 60 adultos y 20 niños, que no recibieron ayuda durante una semana. Esto hizo posible que se organizaran y armaran mesas comunitarias para preparar los pocos alimentos que tenían. Pese a esto, una mujer de cabello entrecano brindó a Paz y a sus acompañantes una colada de plátano con dulce, típica de su localidad. “Ese acto golpeó mi corazón”, dice con los ojos lagrimosos. Recuerda que la única frase que logró pronunciar fue “Dios le pague, madrecita”. Después de unos minutos, Paz ordenó que todos los productos de la camioneta fueran descargados en aquel lugar. Las cajas de alimentos, medicinas, pañales y más bajaban por montones frente a la mirada incrédula de la mujer de la colada. “Ella lloraba y dijo que Dios escuchó sus súplicas”. En esa misma localidad observó que un grupo de hombres se organizaron para buscar agua. Colgaron unas sogas en unas vigas y una broca. Tenían una voluntad enorme de obtener el líquido vital para sus familias, recuerda. No lo lograron, porque el taladro artesanal que construyeron se quedó atrapado en el lo-

do. “Fue un shock ya que vi el enorme esfuerzo que hicieron, pero no consiguieron nada”. Tras esta imagen inmortalizada en su memoria, la empresa decidió hacer dos pozos de agua, que fueron inaugurados en julio pasado. Los viajes de Paz, oriundo de Huambaló, un poblado asentado en las faldas del Tungurahua, fueron constantes. Tuvo que organizar la logística para la llegada de los técnicos y demás trabajadores. Escogió el lugar indicado para cavar la tierra e incluso dio trabajo a los pobladores de El Resbalón, quienes se dedicaron a cuidar la maquinaria y otras actividades durante los 40 días de construcción. En Manabí no solo vio muestras de solidaridad, además vivió actos de inequidad. En Tarqui (Manta), las personas hacían filas durante horas para obtener alimentos mientras que en otros sitios había barra libre de comida, pero pagada. “Había una diferencia marcada que no podía soportar. Había agua, comida... Pero si tenías USD 40”. Los meses han pasado y aquellas anécdotas que ocurrieron en Manabí le enseñaron a amar la vida y, sobre todo, a valorar su familia y su trabajo. “Me siento bendecido”. En vacaciones estuvo cerca de uno de los pozos y mostró a sus dos hijos la obra. Se llenó de orgullo, dice, mientras recuerda la letra de la canción Tejedora Manabita, que se cantó el día de la inauguración de los pozos y que para él representa la esencia de Manabí.


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especial 1 DE ENERO

La vivencia posterremoto sirvió para fortalecer más a su familia

julio estrella / el comercio

Siempre hay que llegar a las comunidades con mensajes positivos

Álex Puruncajas.   Redactor (I) apuruncajas@elcomercio.com

Redacción Deportes   (I)

L

aniela Pinargote aprendió en su paso por la Universidad Técnica de Portoviejo a reconocer y a apreciar el diseño y la armonía de casas, edificios y otras estructuras. Por eso sintió una especie de pesadumbre al observar el casco colonial de su ciudad destruido por el terremoto. La ingeniera civil, de 28 años, recorrió los alrededores de la zona cero de la capital manabita un día después de la tragedia. Sintió, entonces, que debía ayudar a la gente para aportar a la reconstrucción de la infraestructura y se enlistó como voluntaria en universidades que apoyaban a los afectados. También envió su hoja de vida a Save The Children, organización que la reclutó para que formara parte del equipo denominado Shelter, encargado de evaluar la condición de las viviendas de personas afectadas en comunidades para dotarles de carpas reforzadas de emergencia. El 25 de julio, empezó a dedicarse a esa labor junto con otros tres integrantes de la organización. Desde entonces, junto a ellos, ha visitado cantones manabitas como Montecristi, Junín y Sucre. Al inicio, una de sus misiones en esos sectores era aplicar criterios de selección y priorización para determinar

ibert Zambrano se aseguró de que su esposa Lubida Cedeño y sus hijas Lubida, Felicita y Fabiola quedaran instaladas en una cancha de cemento de la parroquia manabita San Sebastián, 20 minutos después del terremoto. Luego fue presuroso a evacuar a vecinos de sus hogares. El manabita, de 48 años, reaccionó con rapidez ante la tragedia que sacudió a la Costa ecuatoriana. Él es auxiliar de patrocinios de World Vision, organización que se enfoca en la ayuda humanitaria para niños y sus familiares. Por su trabajo, recibe constantemente capacitación para socorrer a las personas ante situaciones de emergencia. Ese día, Zambrano trepó la cuesta de tierra de su parroquia –ubicada en el cantón manabita Pichincha- y fue, casa por casa para dar ayuda. Una hora después, la mayoría de moradores estaba reunida en la cancha. Ahí pernoctaron por el temor a réplicas. Entre ellos había incertidumbre sobre la magnitud de la tragedia hasta que conocieron que había otros lugares más afectados. Hubo llanto y se escuchaban lamentos en medio de la oscuridad por la pérdida de energía eléctrica. Zambrano habló con la coordinadora de su sector de

julio estrella / el comercio

D Libert Zambrano ES AUXILIAR DE PATROCINIOS DE world vision, organización que dio ayuda logística y psicológica .

World Vision, Katiuska Moreira. Con ella y otros cinco compañeros partieron dos días después del terremoto hasta Portoviejo. Allá esperaban tareas más urgentes. “En Portoviejo me di cuenta de que lo que le pasó a mi cantón fue nada en comparación a lo que ocurrió en esa ciudad”, relata el hombre, que reconstruyó su casa dos meses después. Tardó en esta tarea porque las paredes internas de su vivienda se derrumbaron por el desastre natural. Su esposa, sin embargo,

Adquirió un compromiso de por vida con la gente de Canoa

afirma que estas experiencias ‘posterremoto’ fortalecieron más a su familia. Encuestas a personas, entrega de víveres y agua y, sobre todo, frases de aliento para los afectados fueron algunas de las actividades que Zambrano realizó durante su primera semana en la capital manabita, tras el terremoto. Por esos días, durmió en carpas junto a sus compañeros de World Vision. La organización también brindó ayuda psicológica en las localidades de Rocafuerte, Paján, Santa Ana y Flavio Alfaro. Al principio fue asignado al albergue de la iglesia Pío IX para las tareas de ayuda. Al recordar ese lugar, a su mente vuelven las imágenes de los damnificados. Afirma que pese a los momentos difíciles, se dirigía a sus coterráneos siempre con una frase “Todavía estamos aquí”, mientras que, para sus adentros, se repetía: “Mi cansancio que a otros descanse”.

patricio terán/el comercio

Daniela Pinargote FORMA PARTE DEL GRUPO SHELTER, DE SAVE THE CHILDREN, ENCARGADO DE dotar de CARPAS en ZONAS AFECTADAS.

las personas que más necesitaban las carpas. Luego se enfocó en ayudar a que las personas armaran las estructuras. Cuenta que, en una de sus visitas, quedó impresionada por la solidaridad de los moradores de la comunidad Laguna, del cantón Sucre, que se organizaron para levantar 10 viviendas. Fueron integrantes de 10 familias que se turnaron para las tareas. En su trabajo, Daniela se involucró en la instalación de 353 carpas, en Manabí. Su organización dotó, en total, de

Estudiantes y damnificados le contagiaron el ánimo necesario

Andrea Medina  Redactora (I) medinaa@elcomercio.com

Redacción Ecuador  (I)

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iolencia física y psicológica en los refugios informales fue lo primero que escuchó sobre los damnificados en un Portoviejo que casi se quedó sin centro, sin luz y donde el silencio estremecía. El abogado Jorge Luis Villacreses, director de la carrera de Derecho de la Universidad San Gregorio, describe así los primeros días tras la tragedia de abril. La institución vivió el dolor de las pérdidas humanas y materiales de cerca, pero que se levantó para colaborar a los damnificados. Tras estar incomunicados por casi tres días después del terremoto, estudiantes y docentes reaccionaron para organizar la ayuda, dice Villacreses. Las primeras acciones fueron asistencialistas y la creación de brigadas para la entrega de víveres y canastas. Después, cuando se organizaron mejor, sobraban las actividades por hacer. “Lo más difícil fue reaccionar. Había mucho terror”, cuenta este docente, quien reconoce, sobre todo, el ímpetu de los estudiantes, con quienes se reencontraron apenas a los 15 días después del sismo. Un grupo de alumnos de la carrera de Derecho se formó e impartió charlas de prevención de violencia de todo tipo, ante los primeros inconvenientes que se generaron en

l recuerdo de niños sin espacios ni juguetes para jugar le viene a la memoria con tristeza. La situación de un refugio precario en La Loma de Canoa y las conversaciones con personas que perdieron lo poco que juntaron durante años de trabajo también le sacan lágrimas. Claudia Storini, italiana de nacimiento, se unió a la convocatoria de docentes y estudiantes de la Universidad Andina Simón Bolívar, de Quito, para ayudar a los damnificados del sismo. Al inicio organizó las acciones del área de Derecho, por ser la coordinadora del Doctorado, para luego liderar casi todos los viajes que aún se hacen a Canoa. Escuchar a cerca de 400 personas damnificadas y guiarlas con sus problemas legales fue la misión que se propuso esta carrera, para complementar otras iniciativas de la campaña Andina Solidaria. Eso se sumó a investigaciones para prevenir la propagación de enfermedades tropicales, dotación de agua potable, entrega de ayuda... Con esas conversaciones, Claudia conoció a padres y madres de familia que se quedaron sin sus pertenencias. Querían ayudarlos a una reparación integral para que Canoa “sea mejor de lo que

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1 254 carpas reforzadas. Esa experiencia le hizo cambiar su forma de ver la vida. “Me di cuenta que para ejercer mi carrera hay que ver el lado humano”, dice la manabita. En la noche del desastre, ella quedó encerrada en el segundo piso de su hogar, junto a su esposo, Daniel Sánchez, y su hijo, Óscar Andrés (de dos años). Su vivienda -ubicada en la ciudadela Los Bosques, en Manta- no sufrió destrozos graves, pero se quedó sin electricidad. Esto impidió a la portovejense y a sus familiares salir y protegerse. Pinargote y sus compañeros están en la fase de seguimiento de la dotación de las carpas. Pese a esto, ella todavía se impresiona cuando los moradores -que se quedaron sin sus viviendas- le regalan mangos como agradecimiento por su trabajo. Por eso repite: “Siempre hay que llegar con mensajes positivos a las comunidades”.

juan carlos pérez / para el comercio

V CLAUDIA STORINI La docente es parte de una iniciativa de la universidad Andina. Todavía trabajan con la gente de canoa.

era antes”, como lo expresa. Tres cuestionamientos legales fueron los más recurrentes: préstamos que no se podían pagar, tierras no legalizadas y dudas ante una reconstrucción que no sabían cuándo se iniciaría. Pero eso no fue lo único que conmovió al equipo con el que viajaba Claudia, compuesto de otros docentes y estudiantes. Durante su estadía le preocupaba que los niños no tenían nada que hacer. Vio pequeños, dice con la voz entrecortada, que se dibujaban

en sus pequeñas manos. Ante ese panorama, cuando regresaron a Quito -y tras escuchar las recomendaciones del área de Salud de la universidad- reunieron cerca de 500 peluches nuevos y usados para que los niños tengan uno. Luego pensaron en los espacios y así se hicieron realidad dos ludotecas. Su trabajo se extendió también a favor de los pescadores. Tras identificar sus pérdidas, les dotaron de redes para que continúen con sus actividades. Siempre estuvieron cerca de la gente. “Cuando llama, al otro día aparece aquí”, cuenta Antonio Cedeño, un docente de Canoa con quien se comunica Claudia antes de visitarlos. “Tiene un corazón muy ecuatoriano”. Cada semana se pone en contacto con ellos; el compromiso con Canoa se adquirió de por vida. “Esto ya está presente en mi vida. Si no los llamo pensarán que los he abandonado”, finaliza.

jorge luis villacreses El director de derecho de la u. san gregorio de portoviejo ayudó en canoa y en refugios informales.

los refugios por la convivencia. Luego de haber identificado estos problemas, se organizaron talleres para guiar, entre otros ámbitos, en la legalización de tierras. En un refugio instalado en el parque El Mamey, dice Villacreses, dos personas casi se enfrentaron con armas blancas. La situación se volvió muy complicada. Por eso, las asesorías se dictaron durante casi dos meses. La reconstrucción del tejido social de sitios pequeños, como la parroquia de Canoa,

fue otro de los proyectos que emprendieron. A la iniciativa, que nació en la Universidad Andina de Quito, se sumaron 40 estudiantes y cuatro docentes de la San Gregorio. Entre todos identificaron cerca de 150 predios con problemas legales. Pero la ayuda no se limitó a esa área. Otras carreras aportaron desde sus especializaciones. Según Jaime Alarcón, vicerrector de esta universidad, desde Comunicación se creó un programa de televisión para ayudar a los damnificados, mientras que en Arquitectura armaron prototipos de casas sismorresistentes. El área de Odontología instaló un consultorio múltiple en un albergue. “Los manabitas nos consideramos sobrevivientes. Fue una tragedia muy dura de superar”, cuenta el abogado, sin perder el ánimo que asegura le contagiaron sus estudiantes y los damnificados. Ese ánimo por volver a empezar.


ESPECIAL 1 DE ENERO

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

ENRIQUE PESANTES / EL COMERCIO

Colaborar con la gente también sirve para levantarse emocionalmente

que muy joven se dio cuenta de que lo suyo no era trabajar en una oficina en temas penales. Decidió crear la fundación para atender a los niños, mujeres y grupos vulnerables. En el 2013 conoció a su esposo, un ingeniero argentino, y tuvieron empatía por las mismas causas. Su madre siempre les había dicho a ella y a sus tres hermanos que tenían que construir sus propias vidas y no a costa de la fama de su padre, el periodista deportivo Carlos Víctor Morales. Con Kahre había llegado a Shushufindi (Sucumbíos) y a La Estacada en Daule (Guayas). Pero en el terremoto pasó a una escala mayor. Al día siguiente, 28 camiones y otros vehículos de carga integraron la primera caravana de donativos. Los viajes fueron interminables. El trabajo se conocía a través de Twitter, su herramienta para conseguir y mantener todavía vigente la ayuda. Recuerda que decidió no lle-

KARLA MORALES Mónica Mendoza  (I) mmendoza@elcomercio.com

L

a conexión con Manabí comenzó aquella noche de abril y desde ahí no ha terminado. La catarsis no ha sido posible, pese a que por estos días trabaja en su oficina de Guayaquil, junto al río Guayas. Sabe que la terapia psicológica -que le han ofrecido sus amigos- es necesaria, pero todavía no es tiempo. No se puede parar el trabajo que comenzó minutos después de las 18:58 del 16 de abril. La tarea solo ha ido mutando. Recuperarse de un desastre de 7.8 grados no es cuestión de uno o dos meses. Karla Morales cree que ver cómo se han levantado miles de familias es una forma de limpiarse. “Esa gente que cayó y con la que caímos, es con la que también nos estamos levantando emocionalmente. Nos llena de esperanza y no hay forma de agradecer por todo lo que tenemos”. La primera conexión fue con Bahía de Caráquez. Su madre,

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A TRAVÉS DE SU CUENTA DE TWITTER Y LA FUNDACIÓN KAHRE, MOVILIZÓ A MÁS DE 3 000 VOLUNTARIOS PARA RECOLECTAR DONACIONES Y RECONSTRUIR VIDAS

PATRICIO TERÁN; ARCHIVO / EL COMERCIO

Martha Rosales, estaba a salvo y le dijo que se trataba de un terremoto. Esa misma noche su esposo, Ezequiel Castro, un bombero voluntario, partió a la zona del desastre con el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil. Luego publicó en su cuenta de Twitter @KarlaMoralesR que empezaría a recibir donaciones en su domicilio. Se activaron los 25 voluntarios que tenía registrados la fundación Kahre, que había fundado en el 2014. Desde ese día se fue sumando un ejército que llegó a tener más de 3 000 personas en una cadena de solidaridad humana que no ha terminado. Es una abogada de 30 años

var alimentos sino agua y medicinas. Uno de los primeros voluntarios era médico y se quedó a ayudar en el subcentro de Canoa. Ahí lo más doloroso fue escuchar a personas que seguían atrapadas pidiendo auxilio. El parque estaba lleno de vivos y muertos. Kahre pasó a la segunda fase, la de ayudar a reconstruir vidas. El primer centro de desarrollo comunitario lo inauguró el 7 de mayo en San Vicente. Ha capacitado a más de 3 000 personas. La mayoría son mujeres que rompieron un círculo de violencia. Recibieron apoyo psicológico y aprendieron un oficio que les permitiera llevar dinero a sus casas y empoderarse de sus derechos. El segundo centro se montó en Renacer Ceibo, en Manta. El tercero está en construcción en Bahía de Caráquez. Su aliada ha sido All Hands, una ONG de EE.UU., especializada en reconstrucción luego de desastres. Desde junio también levantan viviendas con diseño sostenible y ecoeficiente. #Donaesperanza se denomina la campaña para donaciones. “Abril nos permitió cambiar la forma de ver al país a todos”. Pero hay otras cosas que empezaron a marcarla mucho antes, sus “terremotos internos”, lo que vivió en Shushufindi, llena de tuberías de petróleo... Abril le permitió aprender que los ecuatorianos son más capaces de amar que de odiar. La Navidad la quiso pasar en Bahía con su familia y mantener la conexión con las vidas que ayuda a reconstruir, y en parte por su propia catarsis.

•• Karla Morales coordinó a más de 3 000 voluntarios con la fundación Kahre.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

LAS CASAS   fueron edificadas en Bolívar, Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Manabí, Pichincha, Santa Elena y Santo Domingo de los Tsáchilas. La mayoría se encuentra en Manabí, la más destruida en abril.

•• Una urbanización en el sitio El Guabito es uno de los proyectos desarrollados por el Estado y ya se entregaron las viviendas a las familias.

Las casas de madera que construyó son el inicio de un plan de reactivación

Paola Gavilanes   (I) pgavilanes@elcomercio.com

A

Gonzalo Calisto aún le brillan los ojos cuando narra su experiencia en Manabí. El corredor ecuatoriano, integrante del equipo élite de aventura del país, llegó a esa provincia la primera semana de mayo, días después del terremoto. Manta, Portoviejo, Bahía de Caráquez, Pedernales y otras ciudades lucían devastadas. La tragedia ocurrió cuando Calisto competía en la Patagonia chilena. La noticia lo conmovió y lo motivó para armar un grupo de amigos y ayudar a los damnificados. Entre ellos estaba Diego del Castillo, arquitecto. Él visitó el lugar pocos días después de la tragedia y vio la necesidad de ayudar. Con Calisto de regreso en el país se conformó el grupo de siete voluntarios. Después de varias charlas, el grupo armó maletas y se desplazó a Manabí con un objetivo: regalar esperanza a los damnificados de Coaque, a

GONZALO CALISTO INTEGRA EL EQUIPO ÉLITE DE AVENTURA DEL PAÍS. TRABAJA EN UN PROYECTO PARA RECAUDAR FONDOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS.

HASTA EL 12  de diciembre se habían reparado 13 307 viviendas, según el informe del Miduvi hasta esa fecha. Estos trabajos se hicieron con los incentivos, otorgados por el Estado, a través del plan de reconstrucción.

15 387 VIVIENDAS

se han construido y reparado en las zonas afectadas por el sismo, informó el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, a través de su informe hecho hasta el 12 de diciembre.

EL TOTAL DE  incentivos  para los damnificados llega a 33 418, dice el informe del Miduvi, con corte al 12 de diciembre. La mayoría de ellos se ha asignado para la reparación y reconstrucción en terreno propio.

PATRICIO TERÁN / EL COMERCIO

Hombres de la comunidad se unieron a la construcción tras ver llegar a los voluntarios. Algunos incluso recuperaron madera de las casas caídas. Las viviendas tienen cocina, sala, comedor y dos habitaciones. Ocupan un espacio de 42 metros cuadrados. Tienen un tiempo útil de hasta 15 años con un mantenimiento moderado. Además, son modulares, lo que le permite al propietario cambiar un segmento por otro nuevo en caso de deterioro. Muchas de las viviendas de madera ya están decoradas. Los propietarios han colocado bordes, jardineras y techos adicionales para protegerse del sol mientras descansan sobre una hamaca. “Eso es fantástico, te llena de felicidad, te dan ganas de continuar”. La primera fue para una pareja de ancianos que cuida de sus tres nietos. Las casas son gratuitas y se donan en función de las necesidades de los afectados. “Había personas ARCHIVO PARTICULAR

través de la entrega de casas de madera. El 75% de las viviendas de esa comunidad, ubicada en Pedernales, resultó afectado por el sismo. Los amigos acordaron dar forma a un proyecto social del que ya habían hablado en anteriores charlas. Empezaron en Coaque por la coyuntura, pero en sus planes está recorrer, a futuro, las diferentes comunidades de Manabí. Hasta el momento suman 40 casas levantadas: 35 en Coaque y cinco en El Matal. En los primeros dos días edificaron tres, con el apoyo de personas de la zona. En total trabajaron 13 personas.

LAS VIVIENDAS  levantadas en terreno propio suman 1 386, mientras que en terrenos urbanizados por el Estado hay 694 unidades. En total se han construido 2 080 soluciones habitacionales.

•• Gonzalo Calisto participó en la construcción de viviendas, tras el terremoto.

que además de perder su casa tenían otro tipo de problemas”, recuerda Calisto. En Coaque se encontraron con madres solteras y familias con padres desempleados. La construcción de cada casa se apoya en Futuro Ecuador, la fundación sin fines de lucro que crearon los voluntarios para transparentar el proceso. Decidieron constituirla legalmente después de la entrega de las primeras viviendas para evitar que una sola persona se lleve el crédito de la labor social. Cada casa tiene un valor de USD 3 000. Los recursos se obtienen con donaciones: seis personas están al frente de esa gestión. Entre los patrocinadores figuran Herbalife, Noe Sushi Bar, junto a otras firmas. Parte de ese dinero se destina para cubrir la mano de obra que ofrecen los constructores de la comunidad. “Es una activación económica”, menciona Calisto. La paga para los mentores es la sonrisa de quienes reciben la vivienda. La satisfacción personal es enorme y es por esa razón que la construcción de viviendas continuará este año. Los voluntarios también prevén instalar plantas purificadoras de agua y difundir talleres de capacitación. La idea es que los moradores de Manabí se activen, busquen trabajo y generen fuentes de empleo. Calisto y sus amigos esperan que más empresas públicas y privadas se sumen a la causa de Futuro Ecuador. En los próximo días, cuenta el atleta, dará detalles del desafío que cumplirá para recaudar fondos.


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ESPECIAL 1 DE ENERO WLADIMIR TORRES PARA EL COMERCIO

Ayudó a levantar 188 casas y recibió una lección sobre el valor de la resiliencia GABRIELA ARRASTÚA LA DIRECTORA SOCIAL DE TECHO ECUADOR LIDERÓ LA INTERVENCIÓN SOCIAL DE RESPUESTA AL SISMO, CON DONACIONES Y TRABAJO DE CAMPO CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Gabriela Arrastúa, junto a Rafaella Paz, exreina de Manabí, en Tabuga.

Alexander García  (I) agarciav@elcomercio.com

E

stuvo presente en la construcción de las 188 viviendas de emergencia que la organización latinoamericana Techo levantó para los damnificados del terremoto. Ella hizo parte de la primera avanzada de la fundación, cuatro días después del sismo del 16 de abril, que afectó a Manabí y a Esmeraldas. Estuvo a cargo de toda la intervención social, desde la activación de centros de acopio, encuestas a 2 700 familias afectadas y la movilización de 1 800 voluntarios. Gabriela Arrastúa, directora social de Techo Ecuador, es una argentina de 29 años, que lleva cuatro años y medio viviendo en Ecuador. Pero el terremoto la tomó en Santiago de Chile, en una capacitación para los directores de la organización. Unos minutos después de las 18:58 de aquel sábado comenzó a recibir llamadas de miembros de su familia, que la creían en Guayaquil.

Regresó al país la noche del domingo, movilizó a voluntarios a los centros de acopio de donaciones en ciudades como Quito, Cuenca, Loja y Ambato. Techo y otras organizaciones armaron un cen­tro de acopio en Mucho Lote, en Guayaquil. Techo gestionó la entrega de 36 000 galones de agua, 50 toneladas de alimentos, un sistema de iluminación solar para una escuela. Dio además 150 lámparas solares donadas por la empresa Schneider Electric y distribuyó 122 filtros de agua comunitarios de Lifestraw. Gestionar donaciones estaba fuera del ámbito de trabajo de una organización que no cree en el asistencialismo. Y que busca generar incluso recursos desde las propias comunidades, en proyectos de vivienda de emergencia y de infraestructura básica. Había desinformación tras el sismo y en la organización querían asegurarse de que la ayuda llegara adonde de verdad la necesitaran. Los primeros días fueron difíciles, con desconcierto y cruce de información. Por eso a los cuatro días se fue a recorrer Manabí con un grupo de cuatro voluntarios. Lo hizo en una camioneta, para conocer lo que realmente estaba pasando. Así decidieron centrar su labor en zonas rurales. En el recorrido priorizaron a una comunidad como Tabuga (Jama), donde comenzaron a construir en mayo las primeras 10 viviendas. El poblado, en el norte de Manabí, fue donde Techo construyó más casas (108). Quince días después del terremoto, Techo movilizó a 140 voluntarios a levantar encues-

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• La vivienda de emergencia fue edificada en el recinto Moyuyal del cantón San Vicente (Manabí).

C

ambiaron sus útiles escolares por herramientas de construcción. Durante tres días, 220 estudiantes de 14 colegios del país dejaron sus cuadernos y libros para tomar martillos y serruchos, y así levantar 25 casas para algunas de las familias afectadas por el terremoto en San José de Chamanga, en el suroccidente de la provincia de Esmeraldas. Los planos para construir las casas fueron trazados a raíz del sismo del 16 de abril. La idea nació de la Asociación Ecuatoriana de Colegios con Bachillerato Internacional (Aseccbi), como una actividad del programa CAS (Creatividad, Acción y Servicio), creado para ayudar a la comunidad. Franklin Hurtado es el vicepresidente de Aseccbi, y fue uno de los mentalizadores del proyecto que reconstruyó este pueblo. Para abril había planificado un interCAS en Esmeraldas, con la meta de limpiar

LA FUNDACIÓN  Hogar de Cristo entregó hasta diciembre 1 010 viviendas a las familias de Manabí y Esmeraldas. Las ‘casas emergentes’, como las llaman, se construyen en un solo día.

EN LA ZONA DE  Bunche, en la parte continental del cantón Muisne (Esmeraldas), se edifica el reasentamiento para los habitantes de la isla que perdieron sus casas con el terremoto.

LAS CASAS DE  caña son donadas a los beneficiarios, quienes pueden construir más espacios, de forma progresiva. Hogar de Cristo recibe el apoyo de la empresa privada, cooperantes internacionales y otros donantes.

LA ISLA DE  Muisne está en una zona de riesgo a inundaciones y tsunamis, por lo cual los habitantes deben ser reubicados al continente. El sitio solo servirá para actividades turísticas, según el plan gubernamental.

FRANKLIN HURTADO DIRIGIÓ EL COMITÉ ORGANIZADOR DEL INTERCAS, EL CUAL DONÓ 25 CASAS PARA FAMILIAS AFECTADAS POR EL TERREMOTO EN ESMERALDAS.

•• El Cuerpo de Ingenieros del Ejército adecentó dos

plataformas para edificar las casas de los muisneños.

ENRIQUE PESANTES / ELCOMERCIO

El colegio anfitrión, el Sagrado Corazón de Esmeraldas, se encargó de identificar al sector y a los beneficiarios. Según el plan de Hurtado, los chicos, además de construirlas, debían conseguir el dinero para levantar las casas; la estructura de caña y madera para cada una cuesta USD 1 400. Hurtado, quien además es docente de la Unidad Educativa Politécnico de Guayaquil (Copol), acompañó a sus estudiantes en las actividades para reunir el dinero. En el festival por el Día de la Solidaridad lograron USD 3 000, que sirvieron para dos viviendas. “Pero los jóvenes no se conformaron con eso y salieron a vender pulseras a USD 1, grabadas con el eslogan ‘Juntando nuestras manos apoyamos a Chamanga’”. Así reunieron fondos para donar cinco casas más. Otras instituciones hicieron bingos y recolectaron donaciones hasta alcanzar un fondo de USD 35 000. El dinero CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

las playas de la reserva de manglares Cayapas-Mataje. El terremoto modificó esa agenda. Después de la ayuda inmediata, con la entrega de víveres, Hurtado pensó en algo más duradero. Así que convocó a los colegios con bachillerato internacional para exponer su idea: donar casas de Hogar de Cristo para reconstruir el corazón de Chamanga. Y ese fue el nombre de la campaña que dirigió junto con docentes, padres de familia y estudiantes de segundo y tercer año de bachillerato. Catorce unidades educativas de Quito, Guayaquil y Manabí se unieron a la convocatoria.

tas en los cantones San Vicente, Sucre y Jama, en Manabí, y en Muisne, en Esmeraldas. Arrastúa tiene las cifras en mente: en el 83% de los casos vieron afectados sus fuentes de ingreso, más del 48% fueron a refugios improvisados. Techo ha construido además 18 casas en Boca del Río Sucio, en Muisne; 11 viviendas en los recintos rurales de San Isidro, en Sucre; 6 en el kilómetro 8 de Bahía y 45 en La Cabuya, Pedernales. “La construcción es el momento más lindo, se materializa esa ayuda que necesitan las familias que duermen en plástico”, anota la joven. Las construcciones tienen 18 m², con paneles de madera sobre 12 pilotes y techos de láminas de acero galvanizado. Se montan en dos días con 10 voluntarios, siempre con la ayuda de los beneficiarios. Está lejos de ser una solución definitiva, es un modulo único sin servicios pero, según la argentina Arrastúa, es un aliciciente para empezar de nuevo. “Me llevo mucho aprendizaje de este año, sobre cómo salir adelante, y de la capacidad de resiliencia que tienen las personas en estas comunidades”, reflexiona Arrastúa. Creció como persona, ganó paciencia y aprendió el valor de la escucha activa. Sentarse a hablar con las familias fue lo más duro al principio. Me hizo madurar, encarar cómo es quedarse sin nada, y desde ahí salir adelante, comenta. “Esa capacidad de superación hace que todas esas pequeñas cosas de las que uno se queja en la vida cotidiana ya no tengan importancia”.

MARCEL BONILLA; ARCHIVO / EL COMERCIO

Al frente de 220 estudiantes, logró en 3 días un milagro para Chamanga Stives Reyes  (I) sreyes@elcomercio.com

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

•• 220 alumnos de 14 colegios del país participaron en octubre en el proyecto.

se destinó a la construcción de 25 viviendas, de 5 por 5 metros. Hogar de Cristo se unió al proyecto y entregó 20 casas más, consiguiendo 45 edificaciones. Pero el sacrificio no acabó allí. Los chicos estaban listos y dispuestos a montar los nuevos hogares con sus manos. El 12 de octubre, Hurtado salió con un grupo de jóvenes para recorrer 419 kilómetros, en casi siete horas de viaje. Sabían que Chamanga es una parroquia rural de Muisne, donde viven unas 4 500 personas, y en la que el terremoto de abril arrasó con el 90 % de las viviendas. Cuando llegaron, casi todas las familias permanecían en angostas y calurosas carpas. El primer día fue solo de reconocimiento del terreno. A la mañana siguiente estaban preparados para el trabajo duro. El ‘míster’ Hurtado y su equipo cambiaron los uniformes por jeans, gorras, botas y guantes. En grupos de 15, los alumnos cargaron las bases, los paneles prefabricados, los techos de zinc… En equipo armaron cada casa con la supervisión de personal de Hogar de Cristo, para evitar accidentes. Hurtado no solo coordinó esta extenuante tarea, también ayudó en la edificación para dar ejemplo a sus alumnos. “Chicos que nunca habían tomado un martillo lo utilizaron y trabajaron”, dice. Tres días después entregaron las viviendas terminadas. El profesor recuerda que al finalizar la obra se abrazaron. Lo que hicieron en Chamanga les cambió la vida. “Fue como un milagro lo que hicimos”.


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ESPECIAL 1 DE ENERO

El bambú sirvió para generar impacto social en Manabí y Esmeraldas

E

ARMANDO PRADO / EL COMERCIO

CRISTINA LATORRE

Yadira Trujillo  (I) ytrujillo@elcomercio.com

ES LA COORDINADORA

l sonido de un tambor marcó un antes y un después en su existencia. Para ella significó un renacimiento. Al final de la tarde del 16 de abril, Cristina Latorre le daba los toques finales a un tambor que había hecho con sus propias manos. Ella se encontraba en su casa, ubicada en Tumbaco, al oriente de Quito. Como parte de la elaboración del instrumento musical, Latorre ató en su muñeca una tira de tela. Lo que ella no sabía es que ese pequeño pedazo de tela era el inicio de una nueva etapa en su vida. El tambor estaba casi listo: ahora solo faltaba que el cuero del tambor se secara. Latorre se acercó a una ventana de su casa para colocar su tambor; pues su plan era que el sol de la mañana siguiente ayudara en el secado. En ese momento sucedió el terremoto. Latorre siempre fue multifacética. Tuvo una agencia de

LOGÍSTICA DEL PROYECTO CAEMBA. HASTA LA FECHA GESTIONÓ LA CONSTRUCCIÓN Y ENTREGA DE 350 CASAS Y 26 AULAS. CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Cristina Latorre en un albergue progresivo construido en Simón Bolívar.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• La Cruz Roja construye una de las casas que serán entregadas a los damnificados en el cantón Sucre.

PAVEL CALAHORRANO / EL COMERCIO

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

viajes, se dedicó a la joyería, así como a la administración de un hotel y al yoga. Tras el sismo se encargó de coordinar Caemba (Casitas Emergentes de Bambú). Esta iniciativa surgió luego del sismo con una meta: elaborar viviendas provisionales para las personas afectadas por el terremoto de abril. El proyecto, que surgió con ideas de su esposo Manuel Pallares y sobrinos, arrancó con una casa de bambú pensada para un trabajador de la hostería que tiene su familia en Esmeraldas. Este empleado vivía en Chamanga y perdió su casa en el terremoto. Latorre se enteró de otros casos de personas que perdieron su hogar y la idea inicial fue evolucionando. Facebook fue el medio para que el proyecto se expandiera. Latorre publicó en la red social las fotos de las primeras 20 casas que levantaron en Chamanga. Enseguida, otros voluntarios empezaron a buscarla para ofrecerle ayuda. Desde ese momento, su trabajo consistió en identificar a un líder potencial de cada zona afectada por el terremoto. Esa persona, cuenta Latorre, sería la encargada de ubicar a las familias damnificadas, a las que luego se les daría una pequeña vivienda hecha con bambú. Caemba se hacía cada día más conocida. Su propuesta era levantar lo que ella llama la vivienda progresiva. Esta consiste en un modelo no estático, que permita hacer cambios futuros en la estructura. Se plantea como un modelo básico y sencillo, a partir del bambú, que obtenía de la propiedad de su familia política.

En los días siguientes del terremoto se levantaron estructuras de bambú a manera de albergue. Luego se construyeron viviendas, aulas, centros infantiles y comunitarios. Hasta la fecha, Caemba ha levantado 350 casas, 26 aulas, ocho centros infantiles y tres centros comunales en Esmeraldas y Manabí. Ver a las personas en la calle, cubiertas con plásticos y con miedo en sus rostros fue el empuje para que Latorre y el equipo de Caemba se convirtieran en un canal de ayuda. Su tarea creció con el tiempo. Además de gestionar las donaciones, que aún llegan del exterior y de distintos puntos del país, también se encarga de revisar la producción de bambú. Ella cuenta que las familias asimilaron bien el concepto de casa progresiva. Muchas personas ya ampliaron y mejoraron su casa para convertirla en su vivienda permanente. Con las casas de bambú -comenta-, las familias recuperaron su intimidad y sus ánimos. “Cada persona era la encargada de construir su propia casa, por lo tanto estuvieron en actividad. Inspiramos a toda la comunidad a trabajar junta para que cada uno se sienta dueño de su casa”. Caemba generó un impacto social. Atendió la necesidad de vivienda y enseñó a las personas a encontrar soluciones sencillas en un momento de emergencia. Latorre está satisfecha con lo logrado, pero sabe que aún hay tarea. Su tira en la muñeca y su tambor siempre se lo recuerdan.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

CINCO FAMILIAS  de la comunidad Coaque (Pe­ dernales) y del barrio Acua­ rela 1, del cantón Sucre, se beneficiarán con viviendas, construidas por la Cruz Roja. Una está habitada y las otras, en construcción.

LA ONG  ADRA Alemania construyó 31 viviendas para un igual número de familias de la comunidad Campamento, en Jama, afectadas por el terremo­ to. Lo hizo con dinero del Gobierno alemán.

EL PROGRAMA  de la Cruz Roja contempla levan­ tar 161 viviendas en total (información hasta el 13 de diciembre). Se harán en Ba­ hía, Pedernales y en otros sitios de Manabí, que aún no han sido designados por la entidad nacional.

LA INVERSIÓN en el pro­­­ yecto fue de USD 84 400, informó la Embajada de Alemania en Ecuador. Existen otras ayudas. Por ejemplo, la organización GIZ desarrolló varios pro­ yectos por un monto total de USD 1 millón.

Logró juntar muchas voluntades para dar un grano de arena a través de 100 casas MIGUEL CHIRIBOGA AÚN HACE FALTA LA PINTURA PARA SU DONACIÓN. LAS VIVIENDAS CUENTAN CON SALA, COMEDOR, COCINA, DOS DORMITORIOS Y BAÑO. JULIO ESTRELLA; ARCHIVO / EL COMERCIO

•• Las casas están ubicadas en Urbiríos, en el sector del Registro Civil, en Manta.

Martha Córdova  (I) mcordova@elcomercio.com

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l ofrecimiento está a punto de cristalizarse. “Nos falta solamente pintar las 100 casas”, asegura Miguel Chiriboga, gerente de DK Managment Services. El grupo empresarial se comprometió a entregar estas viviendas a los damnificados después del terremoto de la noche del 16 de abril. “Teníamos lista la campaña comercial para el Día de la Madre, el Día del Niño y el Día de Padre. Pero tras el terremoto lo cambiamos todo”, dice Carla Viteri, coordinadora nacional de mercadeo del grupo que administra los centros comerciales Quitocentro Shopping, San Marino, San Luis, Granados Plaza, Quicentro Sur, Maltería Plaza, Quito Airport Center y el Mall del Pacífico, que se inaugurará el 16 de abril próximo en Manta. E objetivo del grupo empresarial dejó de ser comercial para convertirse en social. Luego de hacer consultas y escuchar

•• La Embajada de Alemania entregó una de las 31 vi­ viendas a las familias de Campamento.

sugerencias, se impuso la idea de entregar 100 viviendas a “quienes lo perdieron todo, quienes no poseen ni casa ni terreno”, dice Chiriboga. En la semana siguiente al terremoto se consolidó la propuesta y se comenzó a pensar en el cómo y el dónde. El equipo de trabajo, liderado por Chiriboga y Viteri, aunó esfuerzos y voluntades: los accionistas y los concesionarios de los centros comerciales fueron los primeros en juntar USD 700 000. “Los clientes se contagiaron de nuestra campaña Manos a la obra. Los niños, en especial, llegaban a nuestros puntos de canje para recibir un ladrillo que simbolizaba esa ayuda”, detalla Viteri. El primer socio que se sumó fue Mutualista Pichincha, a través de su división Casa Lista. “Nos ofreció casas prefabricadas, de 40 metros cuadrados, con un área social que incluye sala, comedor y cocina; las casas tienen dos habitaciones y un baño. Nuestra idea es dar viviendas dignas”, añade la ejecutiva. El grupo sumó otros socios: Samsung. Además de entregar dinero, regaló 100 refrigeradoras. Adriana Hoyos donó 200 camas -una para cada dormitorio- con todos los complementos: colchones, sábanas y otros implementos de cama. Pinturas Cóndor dará todos los galones que se requieran para pintar estas viviendas. “Ejecutivos y empleados de nuestra empresa vamos a ir a pintar las casas, los primeros días de enero”, dice Viteri. Y “con el cariño con el que hemos trabajado, conseguimos que Edesa nos proporcione las baterías sanitarias,

la grifería y los lavabos para la cocina y el baño”. Miguel Chiriboga ahora trabaja para lograr una donación de cocinas de inducción, “ojalá podamos concretarla”. Una vez que se confirmó el cómo se pensó en el dónde. Chiriboga hizo la gestión con el alcalde de Manta, Jorge Zambrano, quien cedió un predio en el sector de Urbiríos, junto al Registro Civil, que además cuenta con los servicios de alcantarillado, agua potable y luz eléctrica. Mutualista Pichincha entregó las 100 viviendas el 20 de diciembre. Y en las primeras semanas de enero se realizarán los trabajos de pintura y se amoblarán las casas para dárselas a los 100 propietarios, la última semana de este primer mes del 2017. Ana María de Zambrano, esposa del Alcalde de Manta y presidenta del Patronato, fue quien se encargó de elegir a los 100 beneficiarios. “Se ha hecho una comprobación de su situación económica actual, y muchos viven momentos críticos”, apunta Carla Viteri. Será el alcalde Zambrano quien reciba las casas -porque la pequeña urbanización se levanta en terrenos municipales-y, a la vez, quien entregue las escrituras legalizadas a los nuevos propietarios. Miguel Chiriboga ha ido a Manta al menos 10 veces en estos 8 meses para mirar el avance de las obras. “Lo que vimos luego del terremoto fue impactante. Estas 100 casas son apenas un granito de arena ante la magnitud de la catástrofe”.


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especial 1 DE ENERO Vicente costales/ el comercio

Los sectores público y privado sí pueden trabajar juntos ante una causa común

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

Guillermo Aponte

Xavier Basantes  (I) xbasantes@elcomercio.com

El Director general

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ecordar el fallecimiento de Milton Pillasagua, en medio de los escombros del centro comercial Tarqui de Manta, provoca un nudo en la garganta al principal ejecutivo de Arca Continental (Coca-Cola, Tonicorp e Inalecsa). A pesar de los esfuerzos que desplegaron la firma y los cuerpos de socorro para tratar de rescatarlo aún con vida, no fue posible. Este es uno de los momentos más estremecedores que guarda el colombiano Guillermo Aponte de la tragedia ocurrida en abril. La noche del terremoto, compartía con un grupo de amigos un asado en Quito y analizaba con ellos el impacto que iba a generar en el negocio la aprobación de un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas. Sin embargo, el sismo evaporó de inmediato esos pensamientos y, tras verificar el buen estado de salud de su familia, tomó contacto con los princi-

de Arca Continental

•• 605 trabajadores de ARCA Continental participaron en las tareas de apoyo.

para sudamérica lideró una planeación operativa para atender a los afectados. pales ejecutivos de la compañía. En situaciones como esta, la multinacional pone en marcha el sistema IMCR (sistema inmediato de reacción ante crisis) en cualquiera de los 200 países en donde se comercializa la Coca-Cola. El IMCR precisamente se activó en el 2013, cuando Aponte era presidente de esta firma en Filipinas, cuando el tifón Haiyan azotó al país asiático y ocasionó la muerte de 6 300 personas. Con base en esa experiencia, en donde 20 colaboradores de la firma murieron, el ejecutivo recuerda que tras una inspección de la infraestructura de producción de agua embote-

llada y gaseosas en Quito, Guayaquil y Santo Domingo, de inmediato se puso en marcha un plan de contingencia para enviar centenares de donaciones de agua a las zonas afectadas. En el balance global, Arca contabiliza que entregó a instituciones gubernamentales y a los damnificados, unos 850 000 litros de agua, jugos, hidratantes y avenas. Pero no solo fueron líquidos. Con el apoyo de los 10 000 colaboradores de la organización e impulsando actividades de solidaridad, donaciones y voluntariado, se entregaron unos 75 000 ‘snacks’, 1 150 kilos de granola; 3 000 latas de atún;

y 400 kilos de azúcar. También se dieron 180 000 unidades de vajillas de plástico y se movilizó a 126 médicos para atender a personas damnificadas. En las semanas posteriores al terremoto se creó la Caravana de la Esperanza, que repartió 29 000 kits de alimentos y bebidas en diferentes zonas afectadas. Adicionalmente, con el apoyo de Coca-Cola Femsa Colombia, se impulsó la operación de una planta móvil potabilizadora de agua que se instaló en Jama, con una capacidad de generar 3 000 litros de agua por hora. El embotellador de Coca-Cola Perú, Lindely, también aportó 128 000 litros

de agua y 22 quioscos. Ahora, el objetivo de Arca y de todos los demás actores de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI) es afianzar el Programa de Reactivación Productiva ReEmprende, que cuenta con un fondo de USD 10 millones. El objetivo de este programa es apoyar a microempresarios cuyos negocios fueron perjudicados por el terremoto, para impulsar el reinicio de sus actividades productivas. Además de Arca Continental, entre los primeros aportantes a este fondo están Corporación Favorita, Danec, Corporación GPF, Continental

Tire, Polar Fresh Group, Grupo KFC, Grupo Difare, General Motors y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Los recursos se asignan de manera no reembolsable (donaciones para talleres, ruedas de negocios) y reembolsable (créditos blandos en cuanto a tasas de interés y plazos). Guilllermo Aponte destaca que una de las principales lecciones que le dejó el terremoto de abril fue que ante una causa común, sí es posible desarrollar acciones conjuntas entre el sector público y el privado.

mario faustos; ARCHIVO / el comercio

254,2 millones

•• En el hotel Oro Verde de Manta se realizó en julio una de las primeras ruedas de negocios.

de dólares se han asignado para el eje de reactivación productiva, hasta el 11 de noviembre del 2016, según el segundo informe trimestral del Plan Reconstruyo Ecuador.

EL Banco del estado  diseñó el programa BDE Reconstruye para financiar nuevos créditos para los gobiernos locales afectados. Este financiamiento asciende a un monto de USD 60 millones. las estrategias  estatales a favor de la reactivación se concentraron en ferias de emprendimientos, ruedas de negocios -con apoyo del sector privado-, promoción de nuevos canales y mecanismos para mejorar las ventas.

Eje Eje de de reactivación reactivación productiva productiva En millones de dólares, fecha de corte 11 noviembre del 2016 En millones de dólares, fecha de corte 11 noviembre del 2016 Financiamiento productivo Financiamiento productivo Infraestructura productiva Infraestructura productiva 64,2 64,2 Comercio Comercio 8,2 8,2 Agricultura, acuacultura y pesca Agricultura, acuacultura y pesca 5,6 5,6 Turismo Turismo 0,1 0,1

175,9 175,9

254,2 254,2 Total Total

FUENTE: SEGUNDO INFORME TRIMESTRAL DE PLAN RECONSTRUYO ; EL COMERCIO / JCH FUENTE: SEGUNDO INFORME TRIMESTRAL DE PLAN RECONSTRUYO ; EL COMERCIO / JCH

Felipe, el padrino que cada fin de semana visita a la pequeña Tabuchila

JULIO ESTRELLA / EL COMERCIO

FELIPE TERÁN Fernando Medina  (I) fmedina@elcomercio.com

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a noche en que la tierra tembló, las pequeñas casas de tabla y caña de la comunidad de Tabuchila, en el norte de Canoa, se desmoronaron. Los vecinos dormían en la tierra. Con bolsas plásticas improvisaron techos y paredes para cubrirse del frío. Otros se refugiaron en la única escuela del poblado. La ayuda llegó cuatro días después del terremoto. Al principio eran decenas de personas que entregaban agua y comida. Pero con el pasar del tiempo la colaboración fue disminuyendo. Ahora, ocho meses después, Felipe Terán es el único voluntario que viaja cada fin de semana desde Quito. Los viernes, después de cumplir su trabajo en el área de camiones de General Motors (GM), toma su camioneta y maneja por cinco horas hasta llegar a Canoa. Allí está la casa de su abuelo José María. Precisamente por él, Felipe siente amor por la zona. Desde

El ingeniero automotor participó de la construcción de 35 casas en el poblado manabita de tabuchila. su misión es seguir apoyando con obras. FERNANDO MEDINA / EL COMERCIO

•• Felipe Terán en el taller donde se hicieron las estructuras de 35 viviendas.

niño viajaba cada verano a pasar vacaciones. Eso no ha cambiado. Hace tres semanas también lo hizo, pero esta vez en Tabuchila. Eran las 11:00 cuando empezó a recorrer el pueblo. Con las manos señalaba las casas que se cayeron en el terremoto. Una de esas fue la de Leonardo Vásquez, un habitante de 84 años que vive solo y en silla de ruedas. Su vivienda está sobre una colina. Desde lejos reconoce la voz de Felipe. “Venga, pase, así ha de venir a visitar”, dice Leonardo mientras extiende la mano a quien lo ayudó a construir su nuevo hogar, pues fue este ingeniero automotor quien colaboró en la elaboración de 35 casas. Las viviendas fueron hechas con cimientos de hormigón, estructura sismorresistente de bambú y paredes de madera con enlucidos de cemento. Según cálculos de arquitectos, este tipo de casas pueden llegar a durar hasta 35 años. El proyecto fue una iniciativa de la Fundación Exelsior, pero Felipe fue el enlace para que General Motors se convirtiera en el mayor donador y con la aprobación de Luis Enríquez Landínez, gerente de la compañía, los recursos llegaron en julio. Desde entonces, las obras en Tabuchila no han parado. Los primeros en beneficiarse fueron los adultos mayores y las personas con discapacidad. A ellos se les otorgaron viviendas de 52 m2. Eso cambió la vida de Lolo Cuadros y su esposa. Los dos vivían en una casa pequeña. El sismo los sorprendió cuando estaban merendando. Los platos y ollas se cayeron al suelo. Corrieron afuera y vieron cómo la vivienda se inclinaba. Al-

go similar le ocurrió a Eulogio Andrade (86 años). Él también vivía solo y el terremoto lo lanzó al patio de tierra de su casa. Pese a su discapacidad visual, Eulogio sintió cómo su vivienda se caía. Ahora también siente que su hogar es más grande y seguro. Los vecinos dicen que no le gusta salir y está muy cómodo tejiendo sus hamacas. A Felipe le construyó una. “Ya casi está lista”, le dijo el 12 de diciembre, mientras le contaba que está preparando otras para vender. Este es otro de los proyectos que impulsa GM. La firma ha capacitado a los pobladores en oficios como albañilería y agricultura. Próximamente estarán listos los cursos de costura. Otro proyecto que está en marcha es la distribución de agua en el poblado. Tabuchila no cuenta con agua potable ni alcantarillado. Hasta hace poco tampoco tenía servicio de recolección de basura. Felipe gestionó con la Gobernación para que una volqueta pase una vez por semana. Lo mismo hizo con los estudios de suelo. Así encontró una vertiente de agua que dotará a la comunidad de cuatro litros por segundo. Con esto, los vecinos no esperarán a los tanqueros que pasan cada tres días. Para Felipe, esta es la obra más importante que requiere Tabuchila. Por eso, ha dejado de lado momentos con sus dos hijos. Su afición por las carreras de motos y carros también la ha suspendido. Asegura que la ayuda debe continuar, pues la reconstrucción de Manabí recién empieza...


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especial 1 DE ENERO enrique pesantes / el comerci0

De bloque en bloque pudo reconstruir la iglesia y las casas de 2 200 familias leonardo pesantes El director de Asuntos Corporativos de TÍA encabezó la campaña de ayuda a los afectados llamada Juntos Levantemos Ecuador CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Pesantes entregó el cheque de USD 400 000 para rehabilitar una iglesia

Washington Paspuel  (I) wpaspuel@elcomercio.com

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n ícono del cantón Pedernales, una de las poblaciones más afectadas por el terremoto del 16 de abril, hoy luce renovado. La iglesia María Auxiliadora, cuya estructura central semeja dos manos unidas en oración, fue una de las edificaciones de este cantón manabita que sucumbieron al fuerte sismo. Su restauración, que duró varios meses, fue posible con el aporte económico que entregó Almacenes TÍA a la Arquidiócesis de Portoviejo, y que se canalizó a través de la pastoral católica Cáritas. Leonardo Pesantes, director de Asuntos Corporativo de TÍA, fue uno de los protagonistas de la ayuda que llegó a Manabí y parte de la provincia de Esmeraldas. Reparar la iglesia de Pedernales le resultaba una prioridad, porque estaba severamente dañada y era el vínculo emocional que necesitaba la población para volver a creer, a tener fe. “La iglesia de Peder-

nales es muy querida. Empezó como una pequeña capilla y actualmente acoge alrededor de mil fieles”. Pesantes se encargó de entregar personalmente el cheque simbólico por USD 400 000 al arzobispo de Portoviejo, Lorenzo Voltolini, para que emprendiera la recuperación integral de la iglesia. El aporte provino de los accionistas de la compañía. Los estudios de ingeniería y diseño de la recuperada iglesia de Pedernales estuvieron a cargo de la Arquidiócesis. Tras el terremoto, Pesantes encabezó una campaña de ayuda a los afectados, que se denominó Juntos Levantemos Ecuador. Consistió en el aporte de bloques de cemento para la reconstrucción de las viviendas de alrededor de 2 200 familias en localidades asoladas en Manabí. Pesantes recuerda que cuando llegó a Pedernales con la ayuda, poco después del sismo, se halló con un panorama desolador. “Al día siguiente del sismo actuamos, pese a que también perdimos locales nuestros. Nos pusimos a disposición de los pobladores afectados, facilitándoles cosas esenciales en ese momento, como nuestros generadores de luz, para que carguen sus celulares, algo muy importante”. La compañía trabajó en varios frentes de apoyo a los afectados. Sus empleados se sumaron a la ayuda: aportaron con la compra de más bloques para la construcción de baños y comedores para 60 familias en la ciudad de Bahía, del cantón Sucre, en Manabí. La donación de los bloques tuvo otro efecto, pues en el

MARIO FAUSTOS; ARCHIVO / EL COMERCIO

•• Gilberto Cedeño instaló su local de abarrotes en los alrededores del mercado de Calceta (Manabí).

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l 2016 fue un año de emociones fuertes para Jorge Cedeño Avellán. A inicios de abril, el gerente regional de Ventas de Moderna Alimentos sufrió un preinfarto que le obligó a tomar un descanso obligatorio por dos meses. Había cumplido apenas 15 días de reposo cuando la tierra estremeció a Manabí y Esmeraldas. Luego del visto bueno de su cardiólogo y el apoyo de su esposa, Cedeño decidió volver al trabajo para encontrar una forma de ayudar. “Sentía impotencia y coraje por lo que había pasado. Viendo tanta desgracia no me sentía tranquilo en casa”, recuerda. Los clientes directos de La Moderna son panificadores, comisariatos, tiendas de abarrotes y despensas pequeñas. Entre Manabí y Santo Domingo sumaban alrededor de 740 personas. Tras un primer censo se dieron cuenta de que 75 familias de panificadores su-

la corporación  Financiera Nacional (CFN) ayudó al sector productivo con USD 68 millones (hasta noviembre pasado), según el segundo informe trimestral oficial del Plan Reconstruyo.

bancos  e instituciones financieras colocaron USD 78,2 millones en Manabí y Esmeraldas durante el primer trimestre, después de la tragedia, indica el segundo informe trimestral sobre la reconstrucción.

Banecuador  otorgó créditos por USD 67 millones hasta noviembre último. La Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias asignó USD 40 millones. Así consta en el segundo informe trimestral del Plan Reconstruyo.

para el  mejoramiento de mercados en Manta, Jama o Rocafuerte, el Estado asignó más de USD 8,2 millones, hasta el 11 de noviembre. La inversión consta en el informe semestral, entregado el 9 de diciembre a la Asamblea.

jorge cedeño avellán Es gerente regional de ventas en la moderna alimentos. Formó parte de las brigadas de ayuda a los clientes afectados.

•• María Tamayo (der), de Manta, accedió a un crédito de Banecuador para reactivar su taller de confección.

Patricio terán / el comercio

relatos generaron un vínculo que se mantiene hasta hoy. Diana Mendoza, de la Panadería Chelita, en Portoviejo, perdió a su padre en el terremoto. Él era el administrador del negocio familiar, pero ella debió tomar la posta porque su madre debía cuidar de sus dos hermanos con discapacidad. En primera instancia, La Moderna le proporcionó harina, grasas y mejoradores de pan. Cedeño cuenta que además recibió asesoría de maestros panaderos para que pueda elaborar el producto. Pero fue su coraje lo que más impresionó a Cedeño. A los dos meses de la tragedia, Mendoza ya tenía una pequeña panadería con hornos prestados y sin vitrinas. La última semana de noviembre, Cedeño la visitó y conoció que Mendoza ya contaba con nuevos hornos giratorios. “Si así fuéramos todos, no habría gente pidiendo limosna”, dice Cedeño. Él y un grupo de vendedoCORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

frieron daños y 40 fueron los más afectados, ya que se quedaron sin nada y además habían perdido a sus familiares. La empresa concentró sus esfuerzos en este segundo grupo, para que pueda seguir adelante pese a la desgracia. Hizo condonaciones de deuda y los abasteció nuevamente con productos básicos como harina, para que puedan reactivar sus negocios. Paralelamente hizo capacitaciones en finanzas y microemprendimientos Las visitas a cada panificador empezaron a los cinco días del terremoto. Así fue conociendo la historia de cada uno durante aquel fatídico 16 de abril. Esos

proceso para levantar sus viviendas se ofrecía una oportunidad de trabajo”. Hasta octubre pasado, la compañía entregó 1,9 millones de bloques. Meses después del violento sismo, la compañía no dejó de colaborar. En junio desplazó dos vehículos adaptados para vender artículos de primera necesidad, los que bautizó como TÍA móviles. Uno de ellos se instaló en Pedernales, y el otro recorrió Jama, Canoa, Cojimíes y Muisne. Los empleados de la compañía también aportaron, a través del Comité de Empresa, para la recuperación de sus compañeros y de las familias afectadas en Manabí. “A nuestros colaboradores en las zonas afectadas les dimos un bono para la reconstrucción de sus casas”. Pesantes menciona que la ayuda no debía quedarse solo en la donación de cosas necesarias. En una siguiente etapa, la compañía organizó ruedas de negocios para apoyar a la generación de microempresas o la recuperación de las afectadas. Una de estas ruedas de negocios se organizó en Manta con productos de microempresarios de la provincia. En octubre pasado, TÍA, Cáritas y la Red de Jóvenes Emprendedores se unieron para lanzar el programa formativo de emprendimientos Accionar. Su primera tarea fue organizar una pequeña rueda de negocios en la parroquia Los Esteros de Manta, para los comerciantes que perdieron sus negocios. Recibieron capital semilla para recuperarse.

enrique pesantes; ARCHIVO / el comercio

Un equipo ayudó a levantar las tiendas y panaderías de 40 manabitas Ana Veintimilla  (I) abveintimilla@elcomercio.com

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

•• Jorge Cedeño con el equipo de La Moderna en la ruta para reconocer daños.

res de la compañía fueron de puerta en puerta evaluando la ayuda que cada panadero requería. Roberto Delgado, dueño de una panadería en Tarqui, perdió su local y parte de la maquinaria. El equipo de La Moderna le facilitó el transporte y el montacargas para que traslade hacia un nuevo local los hornos que pudo rescatar. Después del terremoto apenas podía consumir 15 sacos de harina al mes. Ahora compra 100 y espera llegar a su producción anterior de 250 sacos al mes. Pero el apoyo con insumos no era lo más importante para los dueños de panaderías o tiendas, sino el apoyo que podían recibir de otras personas, tal vez para sentir que no se quedaron solos. “Veían que estábamos ahí para ayudarles y sentían tranquilidad”, cuenta Cedeño, quien recuerda la experiencia de dos panaderos que habían llevado la producción a sus casas, pero estaban tan alejadas que la gente no se acercaba a comprar. El equipo de La Moderna les ayudó con furgonetas empapeladas con frases como ‘Sí hay pan’, ‘Orgullosamente manaba’ y el nombre de la panadería. El objetivo era llegar con el producto directamente al cliente. Los dueños salían con sus gavetas llenas de pan y vendían en la calle, lo cual fue una estrategia exitosa, aunque tuvo efectos secundarios. Tras dos meses de recorridos Cedeño tuvo una recaída y debió ir al hospital. Dice que se siente una persona bendecida y eso le da fuerza para seguir.


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ESPECIAL 1 DE ENERO

En abril afloró su altruismo y ya no se quita la camiseta roja de rescatista

con los trabajos de reconstrucción de la planta, que colapsó con el terremoto. Para levantarla se creó Renacer, a través del cual afrontan las pérdidas. Con el proyecto se logró la construcción de dos viviendas prefabricadas, de 50 metros cuadrados, para las familias de dos empleados damnificados. En los primeros meses tras el terremoto, las familias de los empleados subsistieron gracias a las donaciones que enviaban los trabajadores de Ales de Quito y Guayaquil. “Nos alegraban los mensajes de aliento y de esperanza”. Los trabajadores reunían útiles de aseo, alimentos no perecibles, cobijas, colchones... Los enviaban en cajas decoradas con témperas y textos como “De Ales para Ales”. Esa ayuda llegó a 533 de sus empleados. Se conformaron varios grupos. Los brigadistas, por ejemplo, colaboraron con el rescate en el Centro Comercial Felipe Navarrete. “Lo más doloroso

CÉSAR QUIROZ María Espinosa  (I) mespinosa@elcomercio.com

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n las oficinas de Industrias Ales de Manta, César Quiroz es un empleado más. Cumple con sus deberes como asistente administrativo. Pero al salir de su oficina y pasar por la planta donde se producen jabones, recibe el afecto de los empleados de la empresa. Los compañeros lo saludan, lo abrazan fuertemente y se muestran interesados por saber cómo se encuentra. La trabajadora social Carmen Robles comenta que se debe al espíritu altruista que Quiroz demostró durante el terremoto. Él trabajó más de 16 horas diarias en los primeros tres días tras el sismo, para rescatar a los sobrevivientes de Tarqui, uno de los puntos más devastados. Ese tiempo le sirvió para identificar zonas en donde había personas con vida. Cuando llegó el equipo de rescatistas internacionales, Quiroz los guió por los escombros duran-

TODO EL PERSONAL DE ALES PUSO EL HOMBRO Y SE MANTIENE ALERTA EN ­CASO DE QUE SE PRODUZCA OTRA EMERGENCIA. SE GANÓ EL APRECIO DE SUS COMPAÑEROS.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

te dos días más. Así lo hizo junto con sus compañeros de trabajo, que integran una brigada para ayudar en emergencias. Desde entonces, los socorristas de Ales continúan activos para poder servir a Manta en caso de que se presentara otra tragedia. Quiroz hace guardia al menos tres veces a la semana como bombero voluntario. El resto de días deja su camiseta roja de socorrista a un lado de la cama para salir a ayudar, si ocurriera alguna tragedia. “El terremoto nos tomó desprevenidos. No queremos que eso vuelva a pasar”. Además, están alertas porque en la empresa continúan

nedores para el Parque Comercial Nuevo Tarqui.

MARIO FAUSTOS; ARCHIVO / EL COMERCIO

EN TARQUI  se instaló un parque provisional de con­ tenedores para ayudar a los comerciantes afecta­ dos de la zona cero. Según la Cámara de Comercio de Manta, 6 500 negocios de esa zona sufrieron daños.

TRES EJES  se plantearon para la reactivación econó­ mica de Portoviejo, impul­ sados por sus autoridades: el agroindustrial con un parque industrial, el turis­ mo en Crucita y la salud con un nuevo hospital.

1 800 NEGOCIOS  se instalarán en igual número de módulos que tendrá la nueva Plaza Comercial Nuevo Tarqui. Se trata de un complejo comercial que levanta el Gobierno para los pequeños comercian­ tes de esta parroquia.

LA PLAZA MAYOR  Rea­ les Tamarindos es uno de los proyectos que se planificó en el centro de Portoviejo. Los estudios se iniciaron en agosto pa­ sado. Se construirá donde estaba ubicado el Centro Comercial Portoviejo.

Asdrúbal y sus 29 compañeros se unieron más luego de la tragedia Mauricio Bayas  (I)  mbayas@elcomercio.com

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a exigencia y la presión laboral han sido una terapia para Asdrúbal Molina. El abogado, de 47 años, es jefe de Mantenimiento de la planta de Metrocar, en Portoviejo. Allí, a diario, se hace cargo de entre 20 y 30 vehículos. Arregla daños automotores, cambia el aceite y coloca repuestos nuevos. Hace ocho meses, después del terremoto del 16 de abril, la cotidianidad del manabita y padre de tres hijos sufrió un giro radical. El taller donde funcionaba la mecánica tuvo que trasladarse. Opera en un terreno que está más lejos de su vivienda. Las instalaciones de Metrocar, ubicadas en Portoviejo, quedaron destruidas por el terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, que sacudió a Manabí y a Esmeraldas. Dieciocho de los vehículos de Metrocar terminaron afectados. Algunas unidades cayeron al río luego de que la es-

fue que una de nuestras compañeras falleció allí”. Otro grupo de empleados colaboró con el Ministerio de Inclusión Económica y Social en el coliseo de Manta, para organizar, empacar y entregar las donaciones. En la empresa el personal, en cambio, se encargaba de las familias de sus compañeros. Se les entregaban medicinas y se gestionaban consultas en el dispensario médico. Además, las trabajadoras sociales visitaban las viviendas afectadas para dar orientación a los niños. Todos estaban dispuestos a colaborar en cualquier tarea sin importar la hora. “El terremoto nos unió impresionantemente. Incluso sentíamos el respaldo de compañeros de otras ciudades”. La planta de envasado se desplomó y los equipos quedaron inservibles. Hubo más daños en la mampostería y vigas en esta empresa, que cumple 73 años en esa ciudad. Tras el sismo, los directivos y trabajadores también se organizaron para sacar adelante a la empresa. La refinería y la planta volvieron a operar el 9 de mayo. La estructura de la planta de envasado se afectó al 100%. La empresa realizó alianzas con otras de su mismo ámbito. El 1 de septiembre Ales presentó el proyecto Renacer, como sus primeros pasos para recuperar la operación propia. De forma paralela se brindó ayuda psicológica y física a las víctimas del terremoto. “En esos días aprendimos a mantener la fe en la gente y en lo que podemos lograr”.

•• César Quiroz ayudó a organizar las donaciones para los damnificados.

MARIO FAUSTOS; ARCHIVO / EL COMERCIO

•• En la av. La Cultura, en Manta, se instalaron conte­

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

•• Clovis Cedeño abrió su local de abastos en el centro de Portoviejo, a los seis meses del terremoto.

GALO PAGUAY / EL COMERCIO

ASDRÚBAL MOLINA METROCAR NO CERRÓ LA PLANTA DE PORTOVIEJO LUEGO DEL TERREMOTO. LA EMPRESA MONTÓ UN PLAN DE AYUDA PARA TODA LA PROVINCIA. CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Los empleados de Metrocar ayudaron en el traslado de agua y víveres.

tructura del local cedió. El piso se resquebrajó, los ventanales se rompieron y parte del techo se desplomó luego de que las paredes se vinieron abajo. Molina fue el primero, de 30 empleados que laboran en la sucursal, en llegar a las instalaciones, horas después del terremoto. El tecnólogo automotor, que lleva 19 años en el cargo, se quedó sin vivienda porque las paredes colapsaron. Ocho meses después de la tragedia aún hace pausas al recordar cada escena. Agradece a Dios porque ninguno de sus familiares ni compañeros de trabajo falleció. Cuando les queda tiempo, buena parte de los empleados se sienta a conversar de sus angustias para desahogarse. También se organizan actos sociales para que sus familias se distraigan. Hace pocos meses, dos de los compañeros se fueron de la empresa a otros sitios de trabajo. Sin embargo, la mayoría prefirió continuar y poner sus manos y apoyo para construir otro taller y adecuar las instalaciones. Tres semanas después del terremoto, la empresa volvió a funcionar en la nueva casa. Todos los empleados cobraron los salarios de abril y recibieron ayuda como víveres, alimentos, agua y más. Entre mayo y junio, Metrocar Portoviejo abrió 15 puestos de trabajo para choferes. La empresa facilitó 15 camionetas para movilizar a brigadas de ayuda. Molina y sus compañeros también participaron en esas actividades solidarias. El hombre habla con su esposa, Marielena Berrezueta, y sus tres hijos sobre las escenas de dolor que atestiguaron. El desastre los unió más. Ahora

comparten cada minuto. Durante la emergencia, Metrocar activó un plan de contingencia para encarar la crisis. Una de las primeras decisiones fue garantizar el empleo de los trabajadores y se impulsó un programa de apoyo espiritual para todos. Lo importante, anota Molina, es que gracias a Dios conservamos el empleo y tenemos una fuente de ingreso para levantarnos y continuar. Metrocar trasladó un equipo de trabajo para desarrollar un plan de ayuda. La prioridad, detalla Alfonso Andrade, gerente de Metrocar a escala nacional, era ayudar a sus empleados y a la gente necesitada de Manabí. Un grupo también se dedicó a brindar todo tipo de asesoría a los clientes que perdieron sus autos. Con esa planificación se desplazaron camiones con víveres, colchones, agua y otros. Se trabajó en coordinación con la Cruz Roja, para el traslado de distintas brigadas. Se pactaron acciones entre el ECU- 911 y General Motors, para facilitar la movilización. Algunos empleados tuvieron que trasladarse a la planta de Manta algunos días después de que se retomaron las actividades normales. Ahora, la empresa Metrocar delinea un plan de desarrollo en Portoviejo y para eso trabaja con el Municipio. El propósito es impulsar obras en el cantón para generar desarrollo y empleo. Molina confía en levantar su casa en el 2017, gracias al apoyo de la compañía en donde trabaja. “Lo importante es que estamos vivos”.


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ESPECIAL 1 DE ENERO GALO PAGUAY / EL COMERCIO

Llevó agua, apoyó a los comerciantes y logró crecer profesionalmente

era peor, pero siempre había una palabra de aliento en cada persona. Y la de esa niña me impactó”, comenta Robalino en una de las áreas verdes de la planta de Tesalia que opera en Machachi, donde se realizó la entrevista con este Diario. Luego de los primeros 30 días de ayuda inicial, la compañía activó una segunda fase de asistencia: el denominado plan de reactivación económica, un proyecto que consistía en apoyar a los comerciantes y tenderos de las zonas urbanas y rurales de Manta y Portoviejo. En un principio, el proyecto fue diseñado para 285 tenderos, pero la colaboración del Gobierno de Manabí permitió extender el programa hasta cubrir a 1 600 personas. Hasta el momento, la compañía ha entregado USD 2,1 millones en kits que incluyeron equipos de refrigeración, bebidas (agua y productos azucarados), juegos de mesas y sillas y microcréditos de

VICKY ROBALINO LA INGENIERA EN

Javier Ortega R.  (I) jortega@elcomercio.com

NEGOCIOS SE ENCARGA

A

trás quedó el caos. Hoy Manabí luce distinta. A su gente se la ve más fuerte y sosegada. Vicky Robalino es manaba y reconoce que la situación ha mejorado a casi 10 meses de la tragedia. Ella apoyó a su provincia en los días de catarsis. Horas después de la tragedia, en Tesalia CBC, donde trabaja como coordinadora de asuntos corporativos, se tomó una decisión: había que ayudar a las poblaciones damnificadas. Robalino viajó a Manabí y lideró la entrega de agua embotellada. El líquido escaseaba y la ayuda mitigó a zonas de Manta, Portoviejo, Pedernales, San Vicente y otros lugares. La joven de 26 años y un equipo de 25 personas, entre personal de la empresa y voluntarios externos, viajaron cada mañana hacia zonas alejadas de la provincia. Fueron jornadas extenuantes, que empezaban a las 05:00, cuando cargaban los botellones de agua a los ca-

DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE TESALIA CBC. PARTICIPÓ EN EL REPARTO DE AGUA EN LAS ZONAS AFECTADAS.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

miones, hasta las 23:00, cuando retornaban a descansar. En una de esas visitas, Robalino vivió una experiencia que hasta ahora recuerda claramente. Era una mañana de abril. Ella bajaba botellas de agua del vehículo, cuando una pequeña se acercó y le pidió que la levantara en brazos. La joven tomó a la niña y entonces la menor le hizo una pregunta que la sacudió: “¿tu casa también se cayó?”, le consultó mientras la abrazaba. “No te preocupes, vas a ver que Diosito la levanta. Tranquila”, le aseguró la pequeña. “Estaba cansada y dolida, porque cada escena que veía

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

USD 250. Con ese dinero, los comerciantes iniciaron de cero y reactivaron sus negocios. Robalino ahora rebobina todo lo que se ha hecho en las zonas afectadas y comenta que el terremoto le ha dejado lecciones de vida y un crecimiento profesional que no esperaba en tan poco tiempo (lleva apenas dos años en Tesalia CBC). “Aprendí que las cosas pueden cambiar en cuestión de segundos. Nadie tiene comprada la vida. Tienes que aprender a sacar lo bueno de una situación negativa”, considera. Desde el día que tembló la tierra, la manabita ha viajado unas 16 veces a la provincia y dado seguimiento a los comercios que la compañía apoyó. Los 1 600 beneficiarios del proyecto mantienen activos sus negocios y siguen adelante. En septiembre, la empresa incluso organizó un homenaje para ellos y reconoció “la firmeza y decisión” para superar la crisis después del terremoto. A nivel interno, Tesalia también apoyó a los colaboradores que viven en las poblaciones afectadas. Les donaron electrodomésticos y dinero, para que equiparan sus hogares. Robalino ahora recuerda esos primeros días de catarsis y solo infla el pecho, a modo de alivio, porque ya quedaron atrás. Esa noche del 16 abril, la manabita intentó llamar a sus padres desde Quito, pero no tuvo suerte. Estaba desesperada. Horas después lo logró y supo que estaban bien. Hoy sabe que los manabitas son “guerreros” y se reponen a los golpes, por duros que sean.

•• En la imagen aparecen Robalino y otros dos voluntarios entregando agua.

DIEGO PALLERO; ARCHIVO /EL COMERCIO

USD 5,65 MILLONES  se asignaron (hasta el 11 de noviembre pasado) para la recuperación del sector agrícola y de acuacultura. La inversión se dirigió a la recuperación de semillas y reparación de maquinaria HASTA OCTUBRE  último se registró el avance de más del 50% en dos proyectos productivos: Compra de semillas, con USD 5 millones de inversión, y para ayudar al sector camaronero, en el que se invirtieron USD 650 000.

80% DE CONTRATACIÓN

de mano de obra no calificada local se contrató para las diferentes tareas de la reconstrucción, según el segundo informe trimestral del Plan Reconstruyo Ecuador

BOLÍVAR VELASCO/ EL COMERCIO

EL SECTOR PESQUERO  también recibió apoyo financiero para los pescadores artesanales. Se invirtieron en proyectos de infraestructura y facilidades para el trabajo de los hombres de mar. CHAMANGA,   Cojimíes, Puerto López, Arenales de Crucita, San Mateo, El Matal y La Chorrera fueron algunos de los poblados beneficiados con la reconstrucción. Se invirtieron USD 64, 24 millones, señala el informe.

•• La Feria de la Construcción en Manta fue en mayo pasado. El objetivo fue promocionar materiales de construcción y planes habitacionales a bajo costo.

Con su experiencia ayuda a solucionar crisis sociales en la parroquia Chamanga KIRMAN GUERRERO EL TÉCNICO COLOMBIANO DEL FONDO ECUATORIANO POPULORUM PROGRESSIO TRABAJÓ SEIS MESES CON FAMILIAS CON CONFLICTOS DE CONVIVENCIA. CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Kirman Guerrero lidió con los problemas en los refugios de Muisne.

Bolívar Velasco  (I) bvelasco@elcomercio.com

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os reclamos porque la ayuda supuestamente llegaba a medias estaban al límite en uno de los refugios de Muisne. Los damnificados no concebían la idea de que todas las vituallas se entregaban en los albergues oficiales que se instalaron en la parroquia Chamanga, una de las más afectadas por el sismo del 16 de abril. El ciudadano colombiano Kirman Guerrero, de 43 años, llegó justo en el momento en que la ira de los afectados estaba fuera de control. Fue en mayo y entonces estas personas creían que se trataba de un funcionario del Estado. Lo sitiaron hasta el punto de que intentaron agredirlo. Tras varios forcejeos, Guerrero pudo evadirlos y con la ayuda de un megáfono se identificó como técnico de una organización sin fines de lucro que les llevaba un proyecto de ayuda humanitaria de meses. Enseguida los ánimos baja-

ron y este brigadista del Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP) vio la necesidad de que tuvieran un trabajo extenso de capacitación en convivencia. Como un presagio de lo que sucedería en el trabajo de territorio, el FEPP y la organización humanitaria Diakonie, oriunda de Alemania, prepararon a 50 de sus técnicos en la metodología apoyo psicosocial basado en la comunidad. El objetivo del trabajo, además de reactivar los servicios básicos para cerca de 5 500 familias de Esmeraldas y Manabí, era mejorar los medios de vida en las zonas e identificar a los líderes que pudieran replicar las charlas para mejorar las relaciones comunitarias. Kirman Guerrero y otros profesionales en psicología, trabajo social y parvularias comprendieron durante las capacitaciones que el trabajo de campo sería distinto al que habitualmente realizan con personas con necesidades. Se trataba de una catástrofe en la que la desesperación, la angustia y la necesidad de subsistir llevan a las personas a un escenario complejo, como lo explica Guerrero. Él recuerda que en seis meses de trabajo- de mayo a noviembre- pudo solventar problemas difíciles que estaban a punto de tomar proporciones en las familias. Hubo intentos de caer en las redes de la prostitución, el alcoholismo, las drogas y en actos de delincuencia común. Pero el extranjero, que lleva 10 años como residente en el Ecuador, pudo llegar a la conciencia de las personas y a su vez darles ideas para que ten-

gan herramientas para emprender en negocios. Guerrero cuenta que no fue fácil estar en medio de una problemática social a gran escala. “Si uno tiene problemas en su casa resulta que son mínimos frente a los que ellos tienen. A veces nos quejamos por cosas, pero cuando palpamos otras realidades aprendemos a valorar lo que tenemos“. José Castro, por ejemplo, se inició en la venta de muchines luego de que con Guerrero aprendiera a elaborar un horno artesanal. En junio pasado este accesorio le sirvió para instalar un negocio en las afueras de su refugio, en Chamanga. Sus compradores son los funcionarios públicos, servidores de la Policía o personas que llegan desde otros lados a esa parroquia del sur de la provincia de Esmeraldas. Cuando se embarca en una lancha para recolectar conchas en el manglar que hay en la zona, entrega el negocio a su esposa, Silia Ureta. De esa forma logran obtener un ingreso para solventar las necesidades del hogar. Esta familia en el terremoto perdió una vivienda de dos pisos y con lo poco que logró sacar se trasladaron a un refugio que construyó cerca del inmueble. Kirman Guerrero recuerda que acudió a ellos debido a su crítica situación. En ese roce diario una frase de José Castro lo marcó. “Usted no ha comido, venga, sírvase un ‘platanito’ que aquí sobrevivimos como sea frente a la tragedia”.


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especial 1 DE ENERO

Levantó dos carpas en su patio para dar albergue a ocho familias

za del terremoto levantó el piso y rompió la cerámica que lo cubría. En las primeras horas del siguiente día, la empresa para la que trabaja Cedeño le entregó víveres para él y su familia. Entonces, puso en marcha su habilidad para coordinar eventos. Lo primero que hizo fue dividir las provisiones en fundas para entregarlas a los habitantes de la zona más afectada por el sismo en Manta: Tarqui. Mientras realizaba esa tarea, CN le pidió distribuir 1 700 pacas de agua para damnificados de Manta, Montecristi y Jaramijó. Dos días después, Cedeño armó, por iniciativa propia, dos campamentos provisionales en el patio de su casa. En una área de 500 m2 levantó dos carpas para albergar, durante tres semanas, a ocho familias que las noches previas durmieron en la calle. Mariana López, de 46 años, se alojó en el lugar. La ama de casa -que vivió durante más de

César Cedeño Sofía Ramírez  (I) sramirez@elcomercio.com

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os mil personas celebraban el aniversario de un centro de diversión nocturno en las afueras de Manta, cuando la tierra empezó a temblar. César Cedeño se encargaba de coordinar la presencia de Cervecería Nacional, como auspiciante del evento. A este tipo de tareas se ha dedicado durante dos de los nueve años que lleva trabajando en esa empresa. Todos esperaban a un grupo femenino de tecnocumbia y él entró para organizar su presentación. Los segundos que duró el terremoto de abril pasado fueron desesperantes. En ese momento en lo único que pensó fue en su familia. Llegar a su casa en Jocay -centro de Manta- le tomó 45 minutos. Fueron los más largos de su vida. Al llegar a casa encontró a su familia a salvo. En ese momento llegó la alerta de un posible tsunami, por lo que con su familia subieron a La Cumbre, una zona alta en

EL COMERCIO Domingo 1 de enero del 2017

entregó víveres, armó campamentos y apoyó un programa de reactivación económica de su empresa dirigido a tenderos que perdieron sus negocios.

CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

las afueras de Manta. Cuando recuperaron algo de calma, Cedeño y unos vecinos regresaron al barrio para proteger a sus casas de saqueos. Al llegar, lo primero que vieron fue a una mujer debajo de los escombros de un edificio esquinero. Removieron los pedazos de paredes y del techo del edificio, con la intención de salvarla. Cedeño, con voz afectada, recuerda que ya era demasiado tarde. “Ya no reaccionó”. Luego se acercó a su vivienda de dos pisos, y con sorpresa se percató de que las paredes estaban cuarteadas y sus enseres, deshechos. La fuer-

30 años frente a la vivienda de Cedeño- tuvo que demolerla, por disposición municipal. Afirma que la ayuda de César Cedeño fue crucial: “no teníamos dónde dormir, hasta que nuestro vecino nos dio techo y comida”, dijo, agradecida. Luego de hacer varios recorridos por Manta, Cedeño construyó otro campamento que le solicitó la empresa en el poblado de La Revancha -sur de Manta-, en el que se albergan hasta la fecha 15 familias. Poco a poco, sus actividades como organizador de eventos fueron enfocándose en una consigna: la reactivación económica de Manta. El primer paso fue organizar el lanzamiento del programa Manabí de Pie, de CN, en junio pasado. Este consiste en ayudar a 1 000 tenderos que perdieron sus negocios por el terremoto. Y en la segunda fase del proyecto, Cedeño se encargó de la zona de Tarqui. En el lugar ayudó a ocho comerciantes; quienes recibieron paneles solares, lámparas LED y otros elementos para rearmar sus negocios. Él sentía alivio en medio de la tragedia cuando veía a la gente recuperar algo de paz, al enterarse de que sus deudas con CN fueron condonadas. Ahora, él da seguimiento a las capacitaciones que impartió CN a los tenderos en servicio al cliente. El manabita apoyó directamente a más de 200 personas. El terremoto marcó un antes y después en la vida de Cedeño. Él está convencido de que no es necesario ser un héroe para tender la mano a quien más lo necesita.

•• César Cedeño y otros trabajadores de CN entregaron víveres en Manabí.

alfredo lagla: archivo /el comercio

•• La iniciativa Compra Manabí, Compra Esmeraldas estuvo presente en Quito en el Festival Mesabe.

compra manabí,  Compra Esmeraldas fue una de las iniciativas que se creó para apoyar a los pequeños y medianos productores de ambas provincias afectadas. Ofertaron artesanías, dulces y artículos varios.

los convenios   entre el sector público y privado, iniciativas, capacitación a emprendedores e innumerables encuentros como la feria Manta se Reactiva organizaron las autoridades locales.

30 asociaciones   de artesanos participaron en este mercado solidario que estuvo por primera vez en el festival Mesabe, en junio pasado. Esto representó la creación de 250 fuentes de empleo para las familias de ambas provincias.

rutas artesanales  para promocionar Manabí y Esmeraldas, la Escuela de la Reactivación y el programa Mi Tienda junto a ti, que benefició a 140 locales de expendio de abastos también impulsaron la reactivación.

Recaudación Recaudaciónpor porcontribuciones contribuciones

Monto total (en millones USD), al 14 de diciembre del 2016 Monto total (en millones USD) Sobre las utilidades Sobre las utilidades Del IVA Del IVA

351,9 351,9 329,4 329,4

Total

Total Sobre el patrimonio recaudado Sobre el patrimonio recaudado 198,8 198,8 Sobre bienes inmuebles Sobre bienes inmuebles 137,1 137,1 De un día de remuneración De un día de remuneración 58,9 58,9 Multas e intereses a la ley de contribución solidaria Multas e intereses a la ley de contribución solidaria 6,5 6,5

11 082,6 082,6

FUENTE: SRI FUENTE: SRI

Aprendió que el pueblo es solidario y puede levantarse por sí mismo

Vicente costales / el comercio

Rosa Rodríguez Pamela Castillo  (I) pcastillo@elcomercio.com

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arias de las familias que trabajaban con el proyecto Marino Costero de la Fundación Heifer Ecuador resultaron afectadas tras el terremoto del 16 de abril. Este programa ayuda a familias de escasos recursos que habitan en la zona costera, especialmente de Manabí y Esmeraldas, para a través del cultivo de cacao darles una opción adicional de ingresos. Rosa Rodríguez, directora de Heifer en el país, viajó con dos caravanas de siete personas cada una a Esmeraldas y a Manabí dos días después del sismo. En un inicio se brindó apoyo a las familias que formaban parte del proyecto Marino Costero, pero luego decidieron extender esa ayuda a 4 000 familias de las zonas afectadas. Además del apoyo urgente -que incluyó alimentos, agua, medicina y abrigo-, la gente de la Fundación reactivó un centro de elaboración de cacao que quedó destruido. “Levan-

Fundación Heifer se unió con el congope, la universidad laica de manabí y la politécnica de calceta para levantar información y coordinar la ayuda. CORTESÍA / ARCHIVO PARTICULAR

•• Los pequeños empresarios participan en los proyectos de Heifer Ecuador.

tamos la información en ese centro y vimos que no podía parar sus actividades económicas, porque 930 familias dependían de él. Al mes y medio habíamos apoyado con recursos para que el centro pueda continuar con su labor”. Las zonas de Calceta, Muisne, Atacames, Canoa y Pedernales fueron asistidas por Heifer Ecuador que, en conjunto con el Congope y con la Universidad Laica de Manabí y la Escuela Politécnica de Calceta, crearon una red para coordinar la ayuda. “La Universidad Andina Simón Bolívar dio ayuda emocional, pero no tenía fondos para la movilización. Nosotros pusimos a disposición vehículos y fondos para que puedan llegar”. Además, la gente de Heifer hizo un exhaustivo levantamiento de información en las zonas rurales de Esmeraldas, pues, según Rodríguez, esos sectores fueron afectados y no se tenía un conocimiento claro del tipo de ayuda que necesitaban. “(En las zonas rurales) no se sabía qué había pasado con las casas, nadie sabía que los sistemas de agua habían colapsado y estaban cerrados los pozos y los canales”. El pasado mes se inició el proyecto denominado Reconstruyendo Manabí con Rostro de Mujer que apoya, especialmente, a organizaciones de mujeres que trabajan en cacao. De la mano con las organizaciones campesinas de Esmeraldas, Heifer inició con la implementación de huertos comunitarios, el establecimiento de comedores y la creación y apoyo de actividades económicas para las mujeres. Rodríguez manifestó que es-

te proyecto está destinado a las madres. La directora de la Fundación recuerda el caso de una mujer que, cuando estaba yendo a uno de los refugios, llevó una paila y una mano de plátanos -a diferencia de otras personas que lograron salvar ropa y artículos personales-. “Le preguntamos por qué llevaba esas cosas con su hijo y nos dijo que con eso no va a esperar que nadie le regale nada. Solo necesitaba que alguien le regale aceite para poder empezar a crear sus ingresos”. Pese a que el proyecto Reconstruyendo Manabí con Rostro de Mujer brinda especial atención a las labores realizadas por mujeres en beneficio de la economía, también trabaja con las organizaciones de pescadores de la Costa. Varios profesionales han formado parte de estas actividades que buscan generar nuevamente lugares de trabajo, como es el caso de los vendedores de chifles que, durante su estadía en los albergues, se dedicaron a vender fundas de chifles para continuar generando ingresos. “Hay que recuperar la voluntad de reponerse. Esto nos ha cambiado la vida porque nos ha vuelto profundamente sensibles a leer y entender qué es lo que la gente requiere como apoyo. Aprendimos que el pueblo es muy solidario y que tiene una capacidad impresionante de levantarse por sí mismo. En momentos políticos difíciles, hemos sido capaces de analizar diversos pensamientos en beneficio de lo que la gente requería. Eso es algo que no se puede pagar”.


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