EL CREACIONISTA OCTUBRE 2022 POESÍA NARRATIVA COLUMNA FILOSOFÍA CULTURA Artes, Cultura y Literatura ISSN: 2683-2283 TRICK OR TREAT
EL CREACIONISTA, año 3 No 48, Octubre 2022, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente Tel (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el cr eacionista, elcreacionista @hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite ISSN: 2683 2283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A C Carbajal Guzmán Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A C Carbajal Guzmán
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Portada: "Abominable ansiedad". Óleo sobre tela. 50X40 cm (© Patricia García) 2022
Si buscas compartir de forma literaria o artística puedes mandarnos un correo y estaremos gustosos de sumar tu trabajo a nuestra versión digital, así como en nuestro sitio web Ante todo queremos que artistas e inquietos literarios, busquen crear, imaginar y que se dejen llevar por todo aquello que las letras pueden ofrecer.
El Creacionista extiende esta invitación a todas las artes. Si buscan otro espacio para darse a conocer y compartir información no dejen de escribirnos a: elcreacionista @hotmail.com No aparentes, tienes mucho por escribir.
Coordinador Editorial Responsable:
Alma A C Carbajal Guzmán
del Editor
GÉNERO DE TERROR O EL GÉNERO DE MISTERIO SON GÉNEROS EN LA ESCRITURA QUE PUEDEN PARECER UN TANTO FÁCILES DE DESARROLLAR A PRIMER PÁRRAFO; SIN EMBARGO, A LOS GRANDES MAESTROS QUE HONRARON EL SINSENTIDO Y LA OSCURIDAD DE LA MENTE HUMANA INTERNÁNDOSE DESDE SU MICROCOSMOS HASTA EL MACROCOSMOS
Nota
EL
Ronnie Camacho Barrón TODO LO QUE QUIERO CONTENIDO 16 17 Octavio Frausto AMARGURA Y RESPLANDOR . 27 Ana Gabriela Banquez M. INSANITY 32
Miguel Mosquera
Luis Carlos Roa Gil
Andrei Velit LA
MUJER DE UN SOLO
OJO 34
RESEÑA: ¡CHIHUAHUA! . 40
FESTEJO . 42
Morales G.
Barajas
ESTÍMULOS
Apolinario
MUJER EN LA VENTANA
Bryan
HORRORES 44 Karla
CIERTOS
. 47 Amelia
LA
. 48
MUERTO
Negrete
TIENEN MIEDO
Rodrigo Quintero PUNTO
55 Sebastián Goodburn HOJARASQUÍN . 62 Alejandro
NO
. 79
Alejandro Chang Hdez.
TENEBROSO
Luis Daniel Cabrera Mtz. UN AQUELARRE
Mario Andrés Arcos Gro.
LUMINISCENCIA
SILENCIO
83
. 86
. 93
Silvia Favaretto
DE LAS BRUJAS DE ZUGARRAMUNDI
Fran Nore
Anagke EL CORTEJO 96
CANTO
. 103
CATARSIS . 105
Javier Alejandro Mendoza Glez. LA NIÑA DEL TAXI
Eduardo Omar Honey Escandón A MI ETERNA AMIGA
Eric Michel Villacencio Reyes
ESTAMOS CONDENADOS!
107
. 111
¡TODOS
. 113
Israel Celis Delgado OJOS VERDES
Rusvelt Julián Nivia Castellanos POE DE POESÍA
115
. 131
Ratziel Fulcanelli
BASUREROS DEL TIEMPO
AQUELARRE
Ferreol von Schreiber Beckenbauer
LA MUERTE
Victor Eduardo Díaz Jiménez (El chino)
133
135
A
. 140
Mónica A. Montoya (Delirio Oscuro)
LA CENA DE ESTA NOCHE
Lorena Avelar
PUNTO ESCARLATA: GRANADA
142
. 146
Mirza Patricia Mendoza
EL TALISMÁN
Juan Carlos Pérez Castro MI MUERTE
148
156
DEL
El género de terror o el género de misterio son géneros en la escritura que pueden parecer un tanto fáciles de desarrollar a primer párrafo; sin embargo, a los grandes maestros que honraron el sinsentido y la oscuridad de la mente humana internándose desde su microcosmos hasta el macrocosmos. En esta edición especial, la muerte, en ocasiones muy peculiares realiza un trato con los mortales para ofrecerles un poco más de tiempo, dones o hasta les tienda una frágil “salvación” por unos cuantos segundos más; en el caso de los demonios, los internos pueden parecer más creíbles que los que se tienden al sol de nuestra imaginación; y por su parte, las brujas, nos invitan a creer en lo imposible, no por fuerzas sobrenaturales, sino por las propios medios y magia que esta contenida en nosotros, en los creadores.
Así que esta noche de Octubre que no se parece a ninguna otra, saca pluma y hoja, y crea como si la vida se te fuera en ello, porque los minutos nos cercan, aproximándonos al final, porque la magia de los instantes puede durar una eternidad, no te confíes, y crea, alza la voz, para que resuene entre letras muy por encima del más allá.
ALMA A C CARBAJAL GUZMÁN
EDITOR
TODO LO QUE QUIERO
ESCRITO POR:
RONNIE CAMACHO BARRÓN
Voy conduciendo, es tarde por la noche, afuera llueve a cantaros y tengo horas de sueño encima, pero no puedo quejarme, si no tomaba este trabajo otro camionero lo haría. Recuerdo que cuando inicié en esto, lo hacía pensando en todas aquellas aventuras que podía vivir, pero ahora con una familia acuestas y deudas por pagar, lo hago por la apabullante necesidad de llegar a fin de mes
Estoy por dar una vuelta en una pronunciada curva cuando la veo, parada en medio de la carretera se encuentra una mujer joven con las manos esposadas, un mecate a modo de mordaza y vestida únicamente con un rasgado camisón que deja a la vista, el tapiz de moretones y cicatrices que son su cara y cuerpo.
Utilizando toda mi pericia al volante es que logro esquivarla, sin embargo, el asfalto es tan resbaloso que me hace perder el control del volante, provocando que salga del camino y me estampe de lleno contra uno de los árboles perteneciente al frondoso bosque que rodea la carretera.
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Con el alma en vilo y la cabeza dando vueltas, veo como todo el frente de mi camión ha quedado destrozado por el choque, más allá de agradecer por seguir vivo, me maldigo por estarlo, pues con el daño que acaba de sufrir mi camión es más que seguro que me despidan o peor aún, me obliguen a pagarlo.
Estoy por maldecir a todo lo sagrado cuando la puerta del copiloto se abre y la chica entra a toda prisa, iracundo volteo en su dirección y aunque quisiera gritarle por haberse atravesado, sus manos temblorosas y los ojos llenos de lágrimas me disuaden de hacerlo.
¿Qué te pasó? le pregunto con recelo y aún adolorido
Como respuesta, velozmente agarra una de mis manos y la acerca a al mecate que aprisiona su voz.
Entendiendo su mensaje, le quito la soja y apenas lo hago, se abalanza sobre mi pecho en busca de consuelo.
¡Por favor ayúdame, me vienen siguiendo! .
¿Quién?
¡Un hombre loco!, entró a mi casa, mató a mi marido y quiso matarme a mí también! .
Está bien, yo… yo te voy a ayudar, espera comienzo a buscar la radio en mi cabina para llamar a la central, pero igual que el frente de mi camión, ésta también se encuentra destrozada.
No importa, solo libérame ya no aguanto estar así me muestra sus manos esposadas.
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¿Con qué?, no tengo tenazas ni serruchos.
¿Y en tu cargamento no traes nada que pueda servir?
―Son solo frutas que llevo hasta Puebla.
¡Puta madre! fuera de sus casillas comienza a golpear el tablero frente a ella, tratando de romper las esposas.
Su insistencia es tal, que pronto comienzan a sangrarle las muñecas y por más que trato de detenerla, ella no para hasta que lo escucha.
¡Al fin te encontré ramera del averno! grita un hombre vestido completamente de negro, con una pistola enfundada en la cintura, portando en las manos una lampara de aceite y un báculo de madera con una enorme cruz de hierro en el pomo.
¡Es él! aterrada y como puede cierra la puerta .¡Arranca! .
Sin pensarlo dos veces giro la llave tratando de encender mi máquina, pero nada, el motor no está ahogado, está completamente muerto y si no hacemos algo pronto nosotros también lo estaremos.
Antes de que siquiera pueda pensar en algo, el hombre llega hasta la puerta del copiloto y con un desquiciado ahincó, trata de abrirla para hacerse con la chica.
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Pronto un forcejeo entre ambos comienza, ella lucha por su vida y él por arrebatársela, pero como todo, esta contienda de voluntades llega a su fin cuando el hombre desenfunda su pistola y de un tiro revienta la ventana.
Vidrios vuelan por doquier y ahora que la tiene su merced, como un animal salvaje la toma del cabello y trata de sacarla por la ventana.
¡Ayúdame, por favor! en sus ojos se denota el terror.
¡Ya voy! sin más armas que mis propias llaves, la defiendo apuñalando al hombre en las manos con ellas.
El agresor chilla de dolor antes de soltarla, para luego comenzar a proliferar diversos insultos y maldiciones en nuestra contra.
¡Salgamos, salgamos, salgamos! comienza empujarme.
Con la adrenalina por los aires y falto de más ideas, la obedezco sin pensar y juntos salimos del camión para adentramos en el bosque.
Corremos por lo que parecen horas hasta finalmente llegamos a una vieja y destartalada cabaña.
Abre jadea por el cansancio.
―Espera, no podemos entrar, así como así, está casa puede ser de alguien .
Es mía responde antes de acercase para abrir la puerta por sí misma .Entra, aquí estaremos seguros .
Aunque dudo de aquello, le sigo.
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Lo que me encuentro por dentro es una sola habitación repleta de libreros con grimorios polvorientos a sus cuestas, frascos de cristal llenos de curiosas conservas y velas por doquier qué con su tenue luz, iluminan el inerte cadáver de un anciano tirado sobre un suelo de tierra.
Un agujero que pasa a través de su cabeza señala la razón su muerte y aunque me produce nauseas verlo, también me genera incertidumbre, no solo por su edad en comparación a la de la mujer, sino, por la sonrisa enmarcada en su rostro, que casi pareciera indicar que estuvo muy contento por morir.
Debió ser horrible para ti ver morir a tu esposo volteo esperando encontrarla abrumada por la vista, pero en lugar de ello, la encuentro esculcando desesperada en varios cajones.
¿Dónde dejé ese puto cuchillo? masculla.
¿Oye qué te pasa?, cuando te encontré estabas devastada por la muerte de tu marido y ahora ni parece importarte. Ella se detiene en seco y me mira con suspicacia.
En verdad me duele su muerte, me fue leal por mucho tiempo, pero ya estaba viejo y con la edad se puso quejumbroso responde de forma fría ―.Pero mírate, tú estás en la flor de tu juventud, eres fuerte y me defendiste, ¿No quieres ser mi nuevo marido? pasa sus manos aún esposadas detrás de mi cabeza y acerca su cara a la mía.
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Yo…yo…yo ya estoy casado respondo con las piernas temblorosas por el calor que produce su cuerpo.
Pero no eres feliz, tampoco te gusta tu trabajo e incluso hubieras preferido morir en el choque que cruzó nuestros caminos sus palabras me toman por sorpresa.
¿Cómo sabes todo eso?.
Porque desde el momento que te vi pude oler toda tu frustración me olfatea profundamente antes de sonreír de una forma sádica.
¿Qué eres?
Una bruja responde sin tapujos. ¿Quien es el hombre que nos sigue?
Un terco sacerdote que lleva tiempo tras de mí, le ordené a mi marido defenderme cuando apareció, pero por lo viejo que era no hizo mucho escupe al cadáver con desdén Por su culpa aquel monaguillo casi logró atraparme, tuve mucha suerte de escapar y más de encontrarme contigo .
¡Aléjate de mí! trato de apartarla.
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¿Qué no quieres ser mi nuevo esposo? pregunta con una falsa ingenuidad .Yo puedo dártelo todo, la libertad, las riquezas, el poder, solo tienes que liberarme y prometer que permanecerás a lado mío para siempre, ¿Qué dices? propone en un tono sensual y abrumador antes de besarme.
Ante el contacto de nuestros labios puedo ver un futuro a su lado, donde me veo manejando un auto último modelo, cenando en lujosos restaurantes y viajando por medio mundo sin ver coartar mis aspiraciones por la falta de dinero
No sé qué decir, todo aquello me parece irreal, pero también se sintió tan verdadero, creo que mi decisión es clara.
Te liberaré.
Ella sonríe de oreja a oreja antes de entregarme un cuchillo de carnicero, después coloca sus manos sobre una mesa y extiende las cadenas de las esposas lo más que puede.
Sin demora, alzo la hoja y con cuidado lanzo mi primer tajo
Con cada golpe comienzo a notar que cosas raras ocurren a mi alrededor, con el primero, un feroz viento hace estremecer la cabaña, para el segundo, el fuego de las velas se aviva hasta casi alcanzar el techo y segundos después del tercero, observo como los ojos de la mujer se han tornando de un color tan rojo como la sangre que corre dentro de mis venas.
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Estoy por dar el último golpe que le dará la libertad cuando alguien frena mi mano.
¡No lo harás! sin darnos cuenta, el hombre que nos sigue ha llegado a la cabaña.
Con una fuerza sobrehumana hala de mi muñeca y me lanza contra uno de los libreros.
¡Levántate! me ordena la mujer mientras que de forma amenazante, el hombre se aproxima a ella.
¡Súcubo de Satán es hora de que pagues por todo el mal que has hecho! grita antes de golpearla con el pomo de su bastón en el estómago.
El ataque la sofoca y la hace caer de rodillas, dejándola completamente indefensa contra el sacerdote.
Ayúdame me suplica sin aliento.
¿Últimas palabras bruja? el sacerdote desenfunda su pistola y le apunta directo a la cabeza.
Al ver que mi oportunidad de obtener todo lo que deseo está por disiparse, me incorporo y me abalanzo sobre él.
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Rodamos por el suelo y mientras lucho por quitarle la pistola, un tiro se le sale y aún con todas las probabilidades apuntando a que la bala impactaría contra uno de nosotros, no es así.
En su lugar, el proyectil ha penetrado el corazón de la bruja y tras una mirada perpleja y un vomito de sangre, se desploma muerta sobre el suelo.
¡No, ella iba a dármelo todo!.
No te preocupes, pronto la alcanzarás es lo último que escucho, antes de que el sacerdote me dispare.
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Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994) Escritor, Lic en comercio internacional y Aduanas, y Técnico analista programador bilingüe
Autor de dos Novelas "Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl" (Amazon 2019) y "Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo" (Editorial Pathbooks 2020), también 10 libros infantiles "Friky Katy", "¿Tus papás son vampiros?", "El pequeño Rey", "Los Guardianes del bosque", "Erika otra vez", "José lo vio todo", "Una Amiga de las Estrellas", "Las Rivales", "Los Campeones" y "Los Trillizos mágicos", todos con la editorial Pathbooks y traducidos en 6 idiomas, su más reciente obra una antología de cuentos titulada "Entre Nosotros" (Amazon 2021).
Colaboró en 11 antologías por mencionar algunas, Horas de Extravío (Editorial Awen 2020, Venezuela), Cyber Terror (Speedwagon media Works 2020, Perú), Lustro: Antología de Poesía y Narrativa (Editorial Monarca 2021, E U A), Microcuentos de Terror (Crónicas en Llamas 2021), 360 Días de Historias (Pluma Revista Literaria 2021, Argentina), Las historias del centinela (Sentinel editorial 2021) y A S Y L U M Narraciones de Locura (El consejo Nocturno 2021)
También muchos de sus cuentos, relatos y ensayos han sido publicados en más de 123 revistas y blogs tanto nacionales e internacionales, entre ellas: Alas de cuervo, Revista Literaria Ibidem, Licor de cuervo, Espejo Humeante, Katabasis, Revista Por escrito, Polisemia, La versh literaria, Anacronias, La Gualdra (Zacatecas) Revista Alcantarilla (Sinaloa), Alas Blancas (Tabasco), Hoyloleo.com (Colima), Literatos (Michoacán), Revista Unus (Puebla), Fatum. El andar de las letras (Baja California), Perro Negro de la Calle (Jalisco), Poetómanos (Nayarit), Awita de Chale (Guanajuato), Revista Elipsis/Mi espacio de lectura (Tamaulipas), Cósmica Fanzine (Tlaxcala) La Nación Alien (Estado de México), Poetripiados (Chihuahua), Revista Resiliencia (Nuevo León), Revista literaria Maíz Grande (Chiapas), Chupacabras Fanzine (Veracruz), Revista Vértice (Quintana Roo), El Bigote de Nietzsche (Campeche), Revista Literaria Pluma (Argentina), Teoría Omicrom (Ecuador), Clan Kutral (Chile),Revista Literaria Ouroboros (Colombia), Revista Kametsa (Perú), Herederos del Kaos (E U A/España), gAZeta (Guatemala) Revista Culturel (El Salvador), Revista Almiar (España), Literatura.si (Eslovenia), etc.
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AMARGURA Y RESPLANDOR ESCRITO POR: OCTAVIO FRAUSTO
En un amanecer en el lago de Las Marías estábamos Liliana, Miguel, Susy, Santiaga, y yo. Miguel y yo estábamos organizando todo lo que tenía que ver con encender el carbón en la parrilla para hacer unas carnes asadas, todo fue muy feliz desde el principio. Qué era lo que quería cada quién de ese día.
Había niebla y sol, y las carnes asadas iban avanzando adecuadamente, con todo y las papas en aluminio que enterramos entre las brasas, los nopalitos, las quesadillas, las imaginaciones, las cubas. De pronto un silencio amargó un punto cerca del horizonte. Era un punto al final del lago.
No nos detuvimos por ir hacia allá aunque había partes que eran muy complicadas para rodear el lago traspasamos las desavenencias y esto nos hizo sentir que en verdad era lo que teníamos que hacer, no se nos había presentado un horizonte tan conveniente De pronto recordamos la amargura
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La amargura era por tanto esfuerzo y en ese momento nos dimos cuenta que estábamos ante un gran esfuerzo y que no habíamos conseguido mucho más que seguir vivos, en eso empezamos a escuchar las voces de las chicas, venían para acá, fue cuando se nos ocurrió que debíamos mandarles una señal para que no siguieran.
No queríamos que se acercaran tanto a la amargura, menos la niña. Entonces hicimos una señal de humo, como era lógico se lo tomaron de la manera inversa, complementaria. Fue cuando decidimos tomar los pocillos, llenarlos de brasas, y ventarlos hacia el lago, a cuarentaicinco grados lo más fuerte que pudiéramos.
Para ver si entendían que debían de alejarse, y lo entendieron pero aún así la emoción del esfuerzo las hizo avanzar hasta la amargura. Al llegar vieron nuestros rostros de amargura, alrededor de la fogata, peor que en un teatro, mejor que en un filme con efectos enigmáticos y fantasmagóricos por computadora.
Fue un gran impacto para ellas pero aún así decidieron acercarse a nosotros con todo su amor, con todo su terror. Liliana, la pequeña Susy, y Santiaga. Se sentaron alrededor de la fogata Miguel tocó una rola en la guitarra que yo canté: Vimos amanecer, sabemos lo que es retorcer, las puntas del alma, en la oscuridad, hemos de remojar, los sentimientos en cristal, para evitar, perecer en el mundo mortal; el agua nos llega hasta el cuello, no nos vamos a ahogar. El oído advierte el tono que se acerca la tempestad, todos regresa a la barricada, el enemigo perecerá. El cántaro lunar, nunca se llenará, invocaciones humanas, sacrificio de sangre.
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Y con eso se generó la ley de negativo por negativo igual a positivo, entramos en una danza de emociones compartidas en donde aventábamos a la niña al viento y la cachaba otro y así pasaba por los cuatro y más hasta que comenzó a caer la música que habíamos alineado en el inconsciente colectivo, o en el espíritu humano, o en la conciencia absoluta.
Terminamos acongojados los cuatro con la niña al centro, la unión de la cabeza con los pies lograba una rombo redondeado, cada extremidad de la niña era abrazada por una de cada uno, caímos en el ensueño en un remolino de danzas que nunca habían terminado, sólo se habían ido a otra dimensión
El despertar fue furioso, con mucha hambre, con mucha energía, a pesar de que habíamos llegado al límite del esfuerzo, algo nos había iluminado ese día, era amargura sí, pero con un sabor en la garganta a estar vivo, y eso no era poco. Los indúes decían que era lo máximo en este sol.
Limpiar el polvo de nuestra conciencia era lo único que se podía lograr en un día mágico como este, fuera con canciones o con bailes. Miguel construyó una jaula para liebre que era una trampa con alimento para encerrarla, cazamos tres y comimos de lo lindo, no fue fácil la elección de hierbas pero el agua del lago hervida era una buena fuente.
Pensamos en regresar pero no antes de una nueva danza así es que volvimos a entonar la canción invocación: “Vimos amanecer, sabemos lo que es retorcer, las puntas del alma, en la oscuridad, hemos de remojar, los sentimientos en cristal, para evitar, perecer en el mundo mortal; el agua nos llega hasta el cuello, no nos vamos a ahogar. El oído advierte el tono que se acerca la tempestad, todos regresa a la barricada, el enemigo perecerá. El cántaro lunar, nunca se llenará, invocaciones humanas, sacrificio de sangre”.
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Nos seguimos con la danza, muy parecida a la de la vez pasada, igual seguimos a otra dimensión, entre bailes decidimos ir regresando por la orilla del lago ahora por el otro lado, no por pensar que fuera mucho menos doloroso sino para hacer el círculo llegamos al lugar de la carne asada.
Era un mejor lugar para Susy, pusimos las casas de campaña, yo me metí con Santiaga, y Miguel con Liliana y Susy, pasamos una noche da maravilla. Al otro día comimos recalentado de carne asada, que no era mejor que la liebre, pero ya habíamos aprendido a recoger las hierbas adecuadas.
Y hasta para la niña estaba bien, pero al final mientras saboreábamos un licor de la región empezamos a pensar con cierto nerviosismo cuál iba a ser el siguiente esfuerzo que tendríamos que hacer para volver a sentirnos bien, porque no nos habíamos dado cuenta de que eso era lo que conseguía que volviéramos a estar vivos.
O que siguiéramos vivos dirían algunos, el punto fue que de regreso de las Marías cometimos un gran error porque nos desviamos en un pueblo que se llamaba Las brujas, nos lo habían recomendado las que nos vendieron pepitas en la carretera, porque ahí se sirve el mejor estofado de pozole azteca que se hubiera visto en la región.
Definitivamente era buenísimo, lo que no entendimos fue por qué la médula no coincidía con las características de una res, que era la carne, y nos fuimos a dormir sin pensar mucho en ello Cuando despertamos no estaba Susy con nosotros, estábamos en rombo curveado, abrazándola con las manos hasta que nos acordamos pero no volvió a estar ahí.
Al otro día la buscamos en todo el pueblo, hicimos un escándalo, levantamos un acta, nos peleamos con los de la posada, y nada, no pasaba nada, lo único que te ofrecía la gente era estofado de pozole azteca.
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OCTAVIO FRAUSTO: TRAYECTORIA.
REVISTA INTERUNIVERSITARIA DEL UNITEC MARINA NACIONAL: LA PROPUESTA: Entre locuras y propuestas: Ensayo 1994 Director: Salvador Frausto.
Mariposa de agua Grupo Tlalpapálotl Revista “Hasta el fondo” 1997 Ensayo.
Pánico Tlalpapálotl ES DORMIR 1998 Ensayo FANSÍN.
Concursos: 1999 ¿Hay escapatoria? CUENTO.
Historias con cacao 2000.
2002 Noveleta ENGARGOLADO La casa de los 5, recomendado y enviado a Editorial Planeta.
2011 Antología / El infierno es una caricia / Concurso Bukowskiano / editado el cuento “No hay bien que por mal no venga” EDITORIAL FRIDAURA.
2020 Revista Literaria en Línea / Concurso de Cuento / editada “LA FRONDA”.
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INSANITY ESCRITO POR:
ANA GABRIELA BANQUEZ MATURANA
La vida se me detuvo el 17 de mayo del 1915, ese día ingresé en la cárcel injustamente por la falsa acusación de haberle dado de baja a la mujer que más amaba en esta vida; mi madre. Acabé siendo condenado a cadena perpetua y ahí toda mi miserable vida perdió totalmente su sentido Al llegar a las jaulas de hombres, unos desgraciados me empezaron a piropear, atribuyéndome virtudes eróticas, mientras que otros reflejaban en sus ojos una mirada sádica, insinuándome la muerte, entre tanto, un sentir de peligrosidad va brotando desde mi singularidad hasta cubrirme toda la piel de escalofríos.
Llegué a mi celda 509, estaba hecha en hormigón reforzado con acero, tenía en el fondo un inodoro de metal, con un pequeño lavamanos de espaldar, olía mucho a cloaca, parecido a un granero, así que mi estómago tenía ganas de vomitar, entre tanto, una sensación de asco y repugnancia invadía mi cuerpo, miré hacia arriba de la cama que me tocó y noté cómo mi compañero, un chico caucásico de pelo rubio y ojos azules hablaba consigo mismo, demostrando la demencia que causaba el lugar.
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No me atrevía ni siquiera a tocar esas fétidas sábanas que abrigaban la cama, así que decidí sentarme en el suelo, aunque realmente no sabía cuál de los dos lugares era más desagradable. Miraba en un punto fijo, buscando perderme en la nada, mientras veía cómo se manifestaba lo que estaba por ser; en ese preciso momento en el que quedé solo con mi memoria; un ser indescifrable a primera vista.
Me pregunté, ¿Qué tanto aguantaré?, e insinúe una respuesta que tal vez no sea del todo satisfactoria, no me doy ni dos días para suicidarme, aunque si lo pensaba bien, era muy cobarde hasta para eso. A las 8:30 pm, cuando los guardias se retiraron de los pasillos, un hombre empoderado entro en mi celda haciendo que insanamente mi compañero huyera del lugar, dejándome solo y con muchas dudas e incertidumbre; no sabía que iba a hacer ese ser de apariencia temible. Se me lanzó encima con un puñal y yo lo esquivé con la buena práctica de boxeo que tuve en la marina. Apenas me dio la oportunidad se lo retiré de las manos, y sin planearlo mi cabeza se tiño de oscuridad como un cáncer maligno que se alimentaba de mi ser, en el preciso momento en que iba apuñalándole la cabeza entre unas 20 o 30 veces hasta quedar en mi cansancio.
Al acabar, mi alma moría de ansiedad, mientras que mi memoria recurría al dolor y lograba descubrir el potencial que la tristeza y el miedo explotaban en mí; era algo que me decía solo para justificar el maltrato disfrazado de justicia. Y en medio de esta guerra psicológica mi luz lentamente se apagaba…
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LA MUJER DE UN SOLO OJO ESCRITO POR: ANDREI VELIT
Toda mi niñez he vivido atormentada por el maligno espíritu de una mujer espeluznante. Se ha presentado siempre con la misma apariencia amenazadora: el cabello largo, liso y mugriento cubriéndole parte de su rostro grotesco, manchado por la sangre que le brotaba de una cavidad en lugar de uno de sus ojos. Por esto último la nombré como la mujer de un solo ojo. Aquella terrible presencia traspasaba las barreras de mis pesadillas infiltrándose en mi habitación a la hora más lúgubre de la noche para corromper mi inocencia. Nunca supe qué buscaba o qué quería, solo la oía gritar con infernal estridencia.
A causa de esa terrorífica aparición, mi comportamiento en casa, y en cualquier otro lugar, siempre fue insociable. En la escuela, aquella actitud me hizo pasar inadvertida por un tiempo, pero luego las burlas y maltratos fueron cayendo por su propio peso. Se reían a mis espaldas, me ponían apodos, escondían mi mochila, no tomaban en cuenta mis reclamos: “No se nos vaya a pegar tu rareza, bruja” me decían.
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Mis papás también estaban cansados de mi “actitud infantil” como así ellos la definían . Lo descubrí el primer día en el cual se me apareció la diabólica mujer y no me quedó de otra que huir despavorida a la habitación donde ellos dormían buscando su regazo, sin embargo, lo único que encontré fue su completa indiferencia. Meses después los oí decir, a escondidas, que yo no era hija suya, arrepintiéndose de haber acogido a una mocosa llorona y problemática.
En mi cumpleaños número diez, harto de mí, papá se fue de la casa y nunca más regresó. Por lo tanto, sin su apoyo, el dinero apenas daba para sobrevivir. Más adelante pudo alcanzar para pagar los servicios de curanderos convencidos de tener el remedio para mi mal, pero nunca alcanzó para costear la terapia psiquiátrica que quizá me hubiera liberado de todo el sufrimiento. ¿Hubiera sido así?, ¡quién podría saberlo! Lo único cierto es que mamá nunca me creyó ni dejó de echarme la culpa por la huida de su esposo. Me odiaba, lo sé. Y ese odio fue una honda herida que en ningún tiempo se terminó de cerrar.
Crecí en medio de un ambiente tóxico siendo la causa y el efecto del veneno. Por un lado, mi madre era quien se preocupaba por mi bienestar, por otro lado, era también quien más me despreciaba. Cada tarde, con religiosidad, tenía que esperar su llegada del trabajo pues el miedo de quedarme sola me asediaba Por ese motivo, un día acompañé a mamá a una reunión de padres de familia del colegio al cual asistía y mientras la esperaba, fuera del salón de clase, me topé con dos estudiantes de la promoción. Aprovechando la oscuridad de esa parte del colegio, me llevaron a empujones al baño masculino. En ese instante, estaba ya resignada a recibir los golpes acostumbrados cuando algo inesperado sucedió. Aquella noche, entre gritos que nadie escuchó y llantos que nadie consoló, perdí mi inocencia para siempre. Apenas tenía 12 años de edad.
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Nunca se lo conté a nadie, mucho menos a mamá Si ella no admitía la historia de un monstruo que se adentraba en mis noches para perturbarme, mucho menos hubiera creído la historia de dos monstruos que se adentraron en mi cuerpo y lo ultrajaron para siempre.
A partir de ahí, la convivencia de por sí complicada, se hizo insostenible. Dejé de ser la niña sumisa y me convertí en la adolescente afligida, frustrada y desagradable. Absorbí todos mis males volviéndome uno con ellos. La mujer de un solo ojo, por su parte, parecía conforme con la nueva yo que había ayudado a forjar y como todo aquel que cuando consigue lo ansiado, deja de tomarle importancia a su conquista me olvidó y me dejó de atormentar por un buen tiempo “Gran consuelo” me decía a mí misma: mi existencia estaba ya arruinada.
Me fui de casa a los diecisiete, trabajé en los oficios más impensados y humillantes, dormí en los lugares más penosos juntándome con gente tan distinta a mí, pero a la vez tan parecida pues también estaban marcadas por la enfermedad de la locura y por un pasado miserable que pretendían olvidar por sobre todo.
No hace más de una semana me enteré de la muerte de mamá y, como una fatal coincidencia, la mujer de un solo ojo volvió a martirizarme aquella noche Su aspecto seguía siendo demoniaco, sus gritos más intensos y su dolor más palpable. La espantosa aparición se sumó a la reciente conmoción generada por la pérdida, hundiéndome en el pozo depresivo de siempre. ¿Por qué no solo dejarme en paz?, ¿qué hice para merecer semejante ensañamiento? La verdad es que ya no puedo más, he intentado soportar cada golpe, he puesto la otra mejilla sin quejarme, pero ni en la realidad ni en los sueños me han tratado con cariño, ni siquiera con respeto; todo lo contrario: por sueños solo infames pesadillas, por vida, esta indigencia como costra imborrable.
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Por eso, hoy acabaré con toda mi miseria y, en consecuencia, con el fantasma de esa maldita mujer.
Para tal fin, he vuelto a la vieja casa de la cual me fui hace tres años. En teoría me pertenece, aunque en la práctica siempre fue de esa mujer. Mi apariencia andrajosa es el reflejo de las carencias económicas y los desvaríos mentales por los que he pasado. La apariencia de la casa también ha cambiado, a excepción del lugar donde en estos instantes me encuentro: mi antigua habitación. Maldigo a ese ser por todo el daño ocasionado, por haber perturbado mi alma y desequilibrado mi mente, quitándome la oportunidad de vivir una vida normal. La maldigo… sin embargo, admito que ganó. Que su prolongado acoso logró su cometido y ahora me tiene aquí, con un arma de fuego en las manos, dispuesta a zanjar todo de una maldita vez: ¡esta noche me volaré los sesos!
Llevo el cañón del arma a mi sien. Ya no existe el miedo; de tanto haber comido, bebido y dormido con él terminé acostumbrándome a su presencia. No he dejado ninguna carta de despedida: no hay nadie quien se interese en leerla. Si ahora lo pienso bien, la mujer de un solo ojo ha sido la presencia que más tiempo se quedó a mi lado. ¡Qué escalofriante ironía!
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Estoy a punto de jalar el gatillo cuando, de pronto, emerge frente a mí la fantasmagórica mujer con una perturbadora apariencia lanzando el grito más estremecedor entre todos los que le oí. Por instinto harta de su acoso , gasto una bala en aquella infeliz presencia que se desvanece de inmediato y, enajenada por la adrenalina, sin esperar un segundo más, ejecuto el siguiente disparo con destino hacia mí. El proyectil traspasa con feroz eficacia mi ojo izquierdo mientras mi cuerpo se va desplomando como el más inservible de los monumentos… el suelo lo recibe ya inerte.
El tiempo parece andar en una línea dimensional distinta, el aire pesa y una neblina rancia circunda en derredor. Despierto como de un desconsolado sueño para adentrarme a otro más nocivo. Un dolor me agobia, un dolor como el de un envenenado punzón clavándose con inusitada violencia en distintas partes de mi ser. Mi cuerpo, o en lo que se ha convertido, se transporta en tiempo y espacio hacia el nefasto momento donde por vez primera tuve la desgracia de toparme con aquella mujer. Ahí está mi yo pequeña, inocente e infante, echada en la cama, en profundo sueño, cobijada con mi manta favorita de princesas de Disney. Me acerco apesadumbrada, incomprensible, quiero decirle que se prepare, que no tema, estaré para cuidarla… no obstante, de mi boca ensangrentada solo brotan gritos por palabras: súplicas, ruegos y exclamaciones convertidos en chillidos estridentes. La niña despierta, alterada, sudorosa, jadeante. Me observa con sus ojitos cándidos, se llena de miedo y también grita, horrorizada… ¡ambas lo hacemos! En seguida me transporto hacia todas las escenas donde de pequeña me topé con la mujer.
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Una y otra vez quiero explicarle, pero una y otra vez solo consigo aterrarla. Finalmente, veo a mi otro yo de 20 años en este enfermo lugar apuntando a su cabeza con un arma “¡No lo hagas!” le ruego , “el perverso ciclo se repetirá para siempre”, pero ella solo me oye gritar. Una bala traspasa mi etéreo ser y de nuevo se superpone el eterno dolor…
¡Mierda!, ¡mierda!, ¡mierda!... ¡La maldita mujer de un solo ojo soy yo!
ANDREI VELIT. Administrador de empresas de profesión. Escritor y gestor cultural de la ciudad de Huancayo - Perú. Sus textos de poesía y narrativa han sido publicados en diversas revistas y libros físicos y virtuales. Está pronto a publicar un libro de relatos con título tentativo «La soledad de los vencidos».
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Ganadora de la Convocatoria Nuevos Talentos de Novela en España y escrita en clave de humor, entre líneas se lee una ácida critica a las sociedades neoliberales de castas, firmemente estructuradas en un entramado de diferencias raciales o de género, regidas por la injusticia de la mano de una minoría que acapara el poder.
El autor muestra la gran deuda pendiente hacia los pueblos indígenas por parte de los movimiento independentistas, y el agravamiento de las desigualdades socioeconómicas, fruto de la explotación, vistas desde la radiografía del neocolonialismo ejercido por el mundo industrializado sobre el resto del orbe.
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¡CHIHUAHUA! MIGUEL MOSQUERA
Hija de su tiempo, ¡CHIHUAHUA! Es una novela actual y tan ágil como dotada de fondo, en apariencia irreverente pero tan veraz como incitadora a la reflexión. Chihuahua es un término que encierra en sí mismo tres conceptos El primero es el nombre que recibe el Estado mexicano cuya ciudad más poblada es Ciudad Juárez, escenario de los más sangrientos narcocrímenes y feminicidios. El segundo es una típica interjección eufemística mexicana que expresa sorpresa o enfado. El último significado alude a una raza de can de pequeño tamaño y sin pelo que, en presencia del mastín, mete el rabo entre las piernas, pero de lejos saca pecho enseñándole rabioso sus minúsculos colmillos.
A caballo entre España y México, la obra evidencia la miseria y decadencia asociadas a las familias adineradas, la corrupción y delincuencia, el asesinato y la estupidez Y todo ello a través de un personaje de lo más indecoroso al que el lector estará no le costará aborrecer.
Sobre el autor: biblioteca virtual.fandom.com/es/wiki/Miguel Mosquera Paans E L C R E A C I O N I S T A | P Á G I N A 4 1
FESTEJO
ESCRITO POR:
LUIS CARLOS ROA GIL.
Era la noche del cumpleaños de la niña consentida, el tesoro de papá. Los invitados pasaron bajo el puente a medida que entraban. Todo hacía presagiar que la fiesta sería maravillosa. «¿Qué me regalarán? ¿Un oso, un poni, una muñeca de trapo? se preguntó la niña.» Tenía el vago recuerdo de haber pedido unos caramelos, pero de eso no estaba segura.
Le gustaba compartir con sus amigos: los gemelos Parra con sus peinados al estilo de Los Beatles; las hermanas Aguirre, siempre tan creídas y orgullosas; los pequeños Hugo y Luis, con sus voces melodiosas de cantantes carrangueros. La complacía ver también a los adultos elegantes; habían encendido los candelabros; la sala olía a incienso.
Todo era demasiado claro, aun así…
Fue a buscar algo que ponerse y halló en uno de los cajones, en el cuarto de su mamita, un traje oculto Era su día especial, no podía verse mal, de ninguna manera. El vestido, en cuestión, era blanco, sin más adornos que una diadema de flores.
La música comenzó a sonar y la niña se aventuró a abrir la puerta. Pero entonces, estaba ahora en el patio, donde en una lápida se leía un nombre…: «Esmeralda».
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Luis Carlos Roa Gil. Seudónimo: Dargor. (Colombia, 1986).
Maestro y escritor. Licenciado en Lenguas Extranjeras de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Ha publicado libros, relatos y minificciones en revistas de Colombia y México; ha ganado convocatorias en el sector cultural y ha sido tallerista del Festival Internacional de la Cultura de Boyacá. En la actualidad es profesor en la Normal Superior de San Mateo, Boyacá, corrector de estilo del concurso de cuento La Pera de Oro y bloguero.
Redes sociales:
https://remembranzasyliteratura.blogspot.com https://www.facebook.com/dargorbattosai https://www.instagram.com/roagilluis E L C R E A C I O N I S T A | P Á G I N A 4 3
HORRORES
ESCRITO POR: BRYAN MORALES G.
¿Qué será de aquel espejo que se atreve a reflejar la imagen de aquel ser aterrador? La inmunda bestia que osa tener una apariencia hermosa y resplandeciente, cuales ojos queden atrapados en su incandescente y espléndido fervor. La piel mas lisa y clara que se puede percibir con el roce del viento, que se envuelve al cruzarse en su camino expuesto y pedregoso, aquella cabellera basta y centellante que ondula sin temor al mínimo brote de aireación, a esos ojos almendrados lustrosos por el ruido del sol que se acomete a mandarle calidez sin excepción.
Esa extraña voz que es tenue y nítida al expresarse sin temor, y esa figura detallada que desborda saliva de las sonrisas y desvía miradas al que lo admira.
Pero dicha maravilla no es más que pura mentira, si la comparamos con el horror que guarda la mente de esa cabeza retorcida, pues no se compara en nada a los horrores detestables que aguarda.
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Ese lado inexplorado ya ha sido abordado y no es nada bonito, pues el aberrante destino que tiene arrinconado demuestra a un ser grotesco, desalineado, avaricioso y perezoso. Su rostro esta formado de golpes rabiosos e iracundos, su cuerpo no es otro más que el de un chorro viscoso de mentiras y chismes, sus vestidos forjados con piel de niños a quienes desviste con sus apetitosos anhelos reprimidos.
¿Qué será de aquellos individuos que se encuentran al lado de dicho fulano, quienes corren peligro sin ninguna advertencia ni señales de auxilio? Ese terror está entre nosotros y no hay quien pueda notar la diferencia entre unos y otros
¿Qué será de mí que encuentro ese reflejo todos los días por la mañana frente al espejo?
Bryan Morales es un Mexicano reservado, y serio que nació el 16 de abril de 1998 en la ciudad de Puebla, Estudiante de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, apasionado escritor y diseñador autodidacta en los que busca expresar sus emociones y enseñanzas aprendidas en su vida de cualquier manera.
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No niegues tu talento, no niegues tu inspiración... Nosotros te apoyamos... Paramásinformacióncomunícateconnosotros,resolveremostodas tusdudas:2212590995.
CIERTOS ESTÍMULOS
ESCRITO POR:
KARLA BARAJAS.
¿Te disfrazaste de Carrie para pedir calabacita? ¿Qué edad tienes? 15, 16 o 17 años. Qué importa, pequeña golosa, entra a la casa y te daré mucho más que dulces dijo el hombre. Lucía llevaba un vestido blanco, bañado en sangre. Ese escote resultó tentador para aquel sujeto que cerró la puerta e intentó tocarle el busto cuando ella entró.
Lucía sintió cómo las células musculares de sus pezones se pusieron erectas. Es que la privacidad ofrecida por el pervertido y beber de su sangre justo en el Día de Muertos, le resultaba tan excitante.
Karla Barajas. Publicó Neurosis de los bichos (La Tinta del Silencio, 2017), Esta es mi naturaleza (Editorial Surdavoz, 2018), Cuentos desde la Ceiba (La Tinta del Silencio, 2019), Donde habitan las muñecas (Quarks Ediciones Digitales, 2021), Cenizas de los amordazados por el alba (Eos Villa, digital, 2022).
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LA MUJER EN LA VENTANA
ESCRITO POR: AMELIA APOLINARIO
¡John, hay alguien en la ventana! la mujer se levanta con sobresalto. El relámpago, además de despertarla, le ha mostrado una silueta en la ventana. El marido se incorpora con dificultad, frotándose los ojos para despabilarse y no ve a nadie. No es la primera noche que ella lo despierta y le asegura que los observan, ella firma que se trata de una mujer, está absolutamente segura. Antes de contestarle e intentar calmarla diciéndole que solo ha sido un sueño, su esposo recuerda las palabras de su amigo Pit:
Así empiezan Primero creen que alguien las observa, luego que las siguen y por último están convencidas de que alguien las quiere matar. Si esto le pasa a tu mujer, mátala. La mía empezó a decir que alguien quería llevarse a nuestro bebé. Que eran brujas, trolls, fantasmas…cada noche era una historia diferente. Al final terminó matando ella misma a nuestro hijo. Lo abrió en dos para asegurarse que no tuviera un demonio adentro. Tuve que matarla e irme del castillo a mitad de la noche. Antes era un Lord, ¿sabes? ¿Qué crees que hubiera hecho su familia si descubrieran que el mozo de cuadra con el que se obsesionó en casarse su hija la había matado? ¡Me habrían desollado! Debí imaginar que ya había contraído “el delirio” desde que siendo ella una Lady insistió en casarse conmigo. Hazme caso, John, en cuanto empiece a hablar de que alguien la observa, dególlala y tú y tus hijos estarán a salvo
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John mira a su esposa y le acaricia los cabellos.
No hay nadie, cariño
Pero John… ¡Había alguien en la ventana! ¡Era una mujer, estoy segura! ¡La misma silueta de todas las noches!
No había nadie en la ventana. Vuelve a dormir John besa a su esposa en la frente y de un tirón se deja caer sobre el camastro. ¿Tendrá razón Pit en cuanto a que Helga ha contraído “el delirio”?
“El delirio” es como los ojos azules o las pecas, John. Lo tienes si alguien en tu familia también lo tuvo. ¿Tú conociste a todos los parientes de Helga?
John se ovilla, cubriéndose el rostro con las manos. No consigue sacar la voz de Pit de su cabeza. Una parte de él le cree y por eso a cada rato le echa un vistazo a su esposa por encima del hombro. Helga duerme, ajena a su vigilia. En realidad no conoce a todos los familiares de su mujer. Están aquellos tíos del sur que no vinieron a su boda sin dar una razón y las abuelas maternas, ambas muertas desde muy jóvenes. Una de ellas por peste y la otra dicen que se lanzó al río en medio de una crecida. ¿Tendría “el delirio”? Otra vez mira a su esposa. Envidia la capacidad que tiene para conciliar el sueño luego de sus ataques. Tras comprobar que Helga sigue inmóvil, apoya la sien sudorosa sobre la almohada y mira a la ventana. El cristal lamido por la lluvia no lo deja ver mucho, solo la tenue luz de la lumbre en la casa de los Talkish. ¿Quién en su sano juicio saldría a medianoche bajo una tormenta a espirar por las ventanas? Luego de pensarlo se ovilla aún más, temiendo que su esposa esté en lo cierto y haya una mujer con “el delirio” rondando las casas de la comarca. Intenta recordar cuánto tiempo lleva su esposa viéndola. Calcula que desde la última cosecha. Demasiado tiempo, piensa y frunce los labios. Debería hablar con el druida de la aldea, alguien tiene que asegurarle que su esposa tiene o no “el delirio”.
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Nadie más que tú puede asegurarlo y a veces hasta uno falla. Mi esposa durante meses pareció normal. “El delirio” no sale de la noche a la mañana, John. Es lento Un niño puede nacer con él y no manifestarlo hasta la adultez
John estira el cuello y trata de divisar los camastros de las dos niñas. ¿Alguna tendrá “el delirio”? Una de ellas está intranquila, balbucea palabras inentendibles. ¡Freya! ¡No tú!, John palidece. Su pequeña Freya, su cómplice de aventuras, su aprendiz de labranza…Un relámpago ilumina la habitación por completo y lo hace taparse los oídos, desde pequeño le tuvo miedo a los truenos.
¡Papá! ambas niñas despiertan con sobresalto.
Shhh, tranquilas Solo es la tormenta Vuelvan a dormir
Las niñas se miran una a la otra y asienten. La mayor vuelve a acurruca otra vez bajo las sábanas y enseguida se escuchan sus delicados ronquidos. Freya en cambio se deja caer con lentitud y permanece con los ojos abiertos una vez que su nuca descansa sobre la almohada. Otro relámpago alumbra el cielo y muestra el color ceniza de las nubes. Al igual que su hermana heredó de su madre la facilidad para recuperar el sueño, a ella le aterran los truenos. Los pedruscos de granizo que golpean el cristal la hacen mirar la ventana. Otro relámpago ilumina el cielo aún más y alcanza a ver una silueta.
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¡Papá! grita aterrada .¡Hay una mujer afuera!
John permanece inmóvil Finge no haberla escuchado
¡Papá, papá! ¡Hay una mujer observándonos desde la ventana! lloriquea batiendo brazos y piernas.
Cuando “el delirio” es muy fuerte se manifiesta desde niños. Empiezan a apedrear pajaritos, a golpear gatos y flagelar perros. Son niños crueles que pueden incluso matar a sus hermanos pequeños. Aunque no siempre es así. A veces son niños dulces, o fingen serlo, “el delirio” los hace muy buenos actores…
¡Ya basta! ¡Ya cállate! John se incorpora súbitamente en el lecho y se cubre los oídos con las manos Ejerce tal presión que pareciera querer aplastarse el cráneo.
¿Papá? la niña frunce el ceño sin entender qué le sucede a su padre, un hombre que al que nunca antes lo había escuchado alzar la voz.
…A veces son niños dulces, o fingen serlo, “el delirio” los hace muy buenos actores…
¡Cállate! ¡Cállate, mal nacido!
Así empiezan Primero creen que alguien las observa ¡Cállate, hijo de puta! ¡Cállate!
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¿John? Helga se incorpora con los ojos entrecerrados. No demora en despabilarse al ver la fiera en que se ha convertido su marido. John se ha levantado de la cama y da vueltas por la habitación aplastándose las orejas con los puños cerrados.
…luego creen que las siguen y por último están convencidas de que alguien las quiere matar. Si esto le pasa a tu mujer, mátala… en cuanto empiece a hablar de que alguien la observa, dególlala y tú y tus hijos estarán a salvo.
John mira a su hija mayor, aún dormida. Está claro que ella no sufre de “el delirio”. ¿O sí? Sus ojos enloquecidos tropiezan por la habitación, van del rostro de su esposa al de su hija. Ellas sí, ellas sí tienen “el delirio”. Ambas la han visto. ¡Han visto a la mujer en la ventana!
…en cuanto empiece a hablar de que alguien la observa, dególlala y tú y tus hijos estarán a salvo…
John, ¿qué haces? Joh… al degollar a su esposa las últimas sílabas que esta pronunciara se escuchan como una gárgara.
¡Papá! los gritos de Freya despiertan a su hermana que salta a la cama de esta para hundirla contra su pecho. ¡Papá, detente! ¡Papá! un relámpago ilumina la habitación y el rostro de la adolescente se horroriza aún más. ¡Papa, mira, mira! ¡Hay una mujer en la ventana bajo la lluvia, observándonos!
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…en cuanto empiece a hablar de que alguien la observa, dególlala…
¡Pap ! el mismo sonido acuoso aborta el habla Una vez los cuerpos dejan de sacudirse John retrocede. Apenas puede mantenerse en pie. Con el dorso de la mano se limpia el sudor de la frente. Afuera la lluvia ha cesado de la misma manera abrupta con que empezó. Observa los cadáveres de las niñas, aún abrazadas y trata de convencerse que hizo lo correcto.
En cuanto empiece a hablar de que alguien la observa, dególlala se repite y poco a poco sus músculos comienzan a relajarse hasta que alguien golpea en la ventana…
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De la autora
Amelia Apolinario (1997, Cuba) Narradora y poeta Miembro de la AHS Egresada del XX curso de técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Su poemario “Mujer de tinta” fue publicado por la editorial Primigenios en el 2021. Miembro del colectivo ganador de la Beca Línea Abierta correspondiente al proyecto Hilos de Sangre: Reescribiendo a Lorca en la Cuba Contemporánea en el que participó con su obra de teatro “Mandrágora”. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en revistas literarias y antologías internacionales.
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PUNTO MUERTO ESCRITO POR: RODRIGO QUINTERO.
Este cuento lo escribí como una de las consignas del VI Mundial de escritura dirigido por Santiago LLach en noviembre de 2021.
Perdí el bondi que iba para el sur Volvía a mis pagos Preparé algunas pocas cosas, total pronto estaría ahí como gran soldado romano la vieja. Éramos re pibes, mi hermana ya se había ido a Buenos Aires a estudiar psicología en la UBA. Lejos quedaba nuestra vida en el sur. Se perdía un poco más cada año como se pierden las olas mar adentro.
Llegué a la termi. El aire denso y circundante me recordó a esa vibra de la gente que está de paso por la vida, a modo de gaviota. Entré.
Tenía los pasajes, el dinero cash (mercado pago no existía), el documento y mi sacra santa bolsa de provisiones. Nunca puede faltar en un viaje de 40 horas sentado. Los cordobeses que frecuentaba me solían decir: "gringo lleva un lápiz para pintarte la raja del culo". Yo, no solía reírme, en venganza, solía contestarles con algo como: "a vos ni el culo, ni los huevos te quedarían". Nunca me respondían. Eso me agradaba.
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Junté mis cosas, prendí un cigarrillo y me senté a esperar. Tenía mucho tiempo aún. Fumé tranquilo. De repente, me bajó un enorme cansancio de parciales, de trasnochadas por rendir bien, de más trasnochadas por rendir mal, de amanecidas estudiando inglés y su enseñanza con Jeremy Harmer, de fonética inglesa y los voiced/fricative sounds, de tantas noches y tardes... sentí una terrible somnolencia. Se me cayó el cigarrillo. Dormí profundamente. Un enorme sacudón me despertó...
Pibe, hace un tiempo que te veo durmiendo, ¿estás bien? dijo un hombre, preocupado.
Hola, sí, estoy bien. En un rato sale mi bondi, voy para el sur.
- Lamento decirte que ya salieron todos los colectivos de hoy. Mañana se reanuda el tramo Pasame tu boleto Se lo extendí Olía a mugre y estaba todo arrugado.
- Uhhh... Rodrigo tu micro salió hace dos horas...
¡No te puedo creer! Vengo hace varios meses planificando este viaje... - dije alarmado.
¿Querés llamar a alguien?
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A mi vieja y mi abuela. Se van a preocupar.
- Van a entender. Rodrigo fue un accidente. Saqué la billetera nervioso. Una foto de mi abuela y mi mamá juntas, cayó al suelo.
Perdón...
Tranquilo, no pasa nada ¿Quiénes son estas dos mujeres?
Mi abuela y mi vieja.
Buenas personas... dijo mirando la foto y me la devolvió.
- ¿Tenés algún amigo para pasar la noche?
A esta hora no.
- Llamá a tu abuela y a tu mamá yo voy a cerrar la terminal. Te podrías quedar en mi casa, pero justo hoy tengo un trabajo de sereno nocturno y mi casa queda a una hora de acá. Disculpá, no me presenté, soy Humberto, mucho gusto Rodrigo. ¿Qué estudiás?
Profesorado y traductorado de inglés. ¿Cómo supiste que era estudiante?
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Gajes del oficio jeje dijo mostrando la mitad de los dientes.
- Tomá este es mi número. Si andás perdido por Córdoba me llamás. Cuidate gringo. Cierro la terminal. Quedate que a las cuatro retoman los primeros servicios. No creo que al sur, pero podés volver a tu pueblo de acá. Suerte.
Humberto se alejó lentamente. Primero, se volvió una sombra, después, un punto entre toda la oscuridad y el silencio. Tanteé buscando mi atado de Parisienes. Antes de hacer público mi abri jetismo y comerme el bochorno, tenía que fumar. Encendí un cigarrillo. La brasa iluminó ese agujero negro, muerto y vacío. Sentía el sonido sutil de las brasas quemando el papel. Lo disfruté. Olvidé un momento el cagazo terrible que tenía. Yo que siempre me había escondido para fumar, ahora podía fumar en cualquier lado. Me sentí Rockefeller por un rato. Prendí dos puchos más Esperé
Necesitaba caminar un poco. Me empezaban a doler las piernas y los tobillos de tanto estar sentado. Caminé unos cuarenta minutos aproximadamente. Poco se distinguía entre tanta oscuridad. Las sombras y los bultos llamaban la atención. Eran esas cosas que de día ni ves, pero de noche adquieren vida propia. Faltaba que respiraran y hablaran, yo infartaba y crash... cartón lleno. Sentí miedo. En ese instante, agradecí que Stephen King escribiera ficción. Llamé primero a mi vieja, después, a mi abuela. Del otro lado, se escuchaba un silencio pesado.
¡Gracias, Humberto!
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Hijo, no te preocupes, ¿estás bien? dijo mi vieja
- Sí, estoy en la casa del colo y Carla - dije con naturalidad apretando los dientes.
Genial, mandales saludos a los chicos. Son cosas que pasan. Mañana temprano te deposito para que vuelvas a Villa María y la próxima semana te venís para acá Pasá la navidad con tu abuela, tus tíos y tus primos... te quiero. Ya está dijo y colgó. Mi celular ya no tenía crédito. Faltaban todavía dos horas para que reviviera la terminal.
En ese instante, el encierro me empezó a enloquecer. Abrí mi bolsa con provisiones. Agradecí que siempre llevara abundante comida. Tenía como para tres horas de vianda todavía. Comí y fumé como un desesperado. Parecía un prisionero esperando el veredicto de una corte de bultos mudos y estáticos. Sentí que no existía el tiempo. Es una invención que nos hacemos para medirlo cuando falta pero nunca cuando sobra Mi reproductor de MP3 tenía bastante carga todavía. Me quedé escuchando Soda, Los Redondos, La Bersuit, Charly García, Gazpacho, Árbol, etc. Me entró una sed abismal. Saqué mi botella de agua mineral de litro y medio. Bajé media botella dando tres sorbos largos. Estaba perdido en una isla solitaria o abandonada. Empezaba a oler mal y estaba ansioso. Me fijé en el reloj pulsera. Faltaba media hora. ¡Para mí eran cien años! Fumé hasta terminarme el paquete. No se veía mucho. Algunas luces de autos comenzaban a asomar, voces madrugadoras subían de tono mientras se acercaban, para finalmente, alejarse otra vez.
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Pasaron los "cien años". La terminal abrió. El bar también. Tomé un buen café, unos tostados (que los cordobeses dicen carlitos), una bandeja con facturas recién hechas que se agregó al bolso de las provisiones. Fui al cajero, saqué dinero y volví a Villa María, no sin antes comprar el nuevo pasaje al sur.
Navidad pasó rápido. Lo pasamos muy bien. En mis casa, mi madre a veces preguntaba por qué estaba tan pensativo Yo no le contestaba. Según mi abuela los ángeles aparecen y desaparecen, ¿qué habrá sido de la vida de Humberto?
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Rodrigo Miguel Quintero. Traductor, profesor de inglés, poeta y narrador. Vive en Patagonia argentina. Finalista de “Mundo literario 2004”, disertante en “II encuentro de poetas latinoamericanos”, 1° premio municipal por “La máquina de sueños” (novela) donada a Biblioteca Nacional (CABA), premio Honorable Consejo Deliberante (poesía) y mención honorífica del Centro Gallego (guión), finalista del concurso cuento breve "Las sombras del amor y la muerte 2021" otorgado por el Centro Hispanoamericano de Fomento de la Literatura (España). Colabora en Argentina con: Rama Negra editora, La Rama revista, El Elefante Azul blog, plataforma Medium en español, etc. En España y México con: Herderos del Kaos blog (Barcelona), El Creacionista blog (México), Comunidad tus Relatos blog, Paz Martínez poeta blog (León - España), etc. En podcast: Cuentos Hermanos (México España) Coordina y dirige talleres de lectura y escritura online Seguí su podcast: “Un día en la farmacia” y su blog: https://relatosquevan.blogspot.com/
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HOJARASQUÍN
ESCRITO POR: SEBASTIÁN GOODBURN
La repentina parada tomó por sorpresa a Mariana. Apenas empezaba a adaptarse a la marcha a ciegas, desorientada por los minúsculos rayos de luz que se colaban por la áspera capucha de costal que le cubría el rostro y halada con brusquedad de la cabuya que le ataba las muñecas cada vez que sus pasos cortos e inseguros se hacían demasiado lentos, cuando chocó con la espalda del hombre que caminaba frente a ella.
Sin darle ninguna explicación, el hombre le ordenó que se quedara ahí y la dejó sofocándose bajo la capucha y sintiendo como el sudor le empapaba la camisa y le escurría por los brazos. Tanteó el suelo a su alrededor lo mejor que pudo con el pie derecho Sintió el blando colchón de hojas bajo la suela de la bota y se agachó para descansar. Instintivamente intentó apoyar las manos en el suelo detrás de ella, pero la atadura que le sujetaba las muñecas se lo impidió y perdió el equilibrio. El vértigo le llenó el estómago al sentir que caía sin poder ver a su alrededor. De repente sintió una mano sobre el brazo izquierdo y se estabilizó. Con ayuda logró sentarse en el suelo respirando fuerte.
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La luz de la tarde encegueció a Mariana, pero el aire le refrescó el rostro. Parpadeó varías veces y el resplandor dio lugar a siluetas negras de ramas y hojas. Una forma borrosa se inclinó hacia ella. Lo único que pudo distinguir con claridad fue la afilada hoja de un cuchillo que se acercaba a su pecho Tensó el abdomen y contuvo la respiración. En vez de sentir el ardor de una puñalada, la atadura que le sujetaba las muñecas se tensó y oyó como la hoja cortaba la cabuya. Un frío alivio le cubrió la piel magullada una vez estuvo suelta.
Poco a poco la claridad regresó a sus ojos. El hombre que tenía en frente le tendía una cantimplora. Mariana la recibió y bebió con avidez. Calmada la sed, la sensación de gratitud que había sentido con el primer sorbo de agua se evaporó y fue reemplazada por unas intensas ganas de cuestionar y desafiar a su captor Sin embargo, la atención del hombre estaba en otra parte. Con la cabeza girada sobre el hombro, miraba a un grupo de sus compañeros unos tres metros detrás de él, todos de camuflado, con fusiles al hombro y botas de caucho. Mariana aguzó el oído.
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…es el mismo claro, camarada. Estamos caminando en círculos dijo uno de ellos con voz temblorosa.
El que parecía ser el líder del grupo, desvió la mirada, suspiró aparentemente frustrado y escupió sobre la hojarasca antes de responder con voz gruesa y pausada.
¿Dónde están Isidro y Machete? ¿No se han comunicado?
Los radios están fallando. Hay interferencia. Amagos de voces, pero no son ellos; empiezan como si lo fueran, pero se tornan guturales, lo que dicen no son palabras. Luego nada más que estática.
Sígalo intentando el comandante se haló distraídamente la barba y su mirada se perdió en la selva que rodeaba el claro No nos van a dejar salir de acá dijo sin dirigirse a nadie en particular.
Mariana tomó otro sorbo de agua y dejó la cantimplora a sobre la hojarasca. El ruido llamó la atención del guerrillero que estaba en cuclillas junto a ella.
¿Está bien, señorita?
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La rabia le anudó la garganta y en vez de una respuesta mordaz, lo único que profirió fue un débil gemido. Cerró los ojos, respiró profundamente e intentó calmarse. No les daría el gusto de desmoronarse emocionalmente. Horas atrás, había entrado en pánico, sollozado y rogado que la dejaran ir cuando tres de ellos salieron sorpresivamente de un helechal junto al sendero, la encañonaron y sin dar explicaciones de ningún tipo le cubrieron el rostro, pero estaba decidida a no mostrar más debilidad. Abrió nuevamente los ojos y miró desafiante.
¡¿Bien?! ¡Me secuestraron! ¡No tenían por qué! ¡No tienen ningún derecho! la voz de Mariana se quebró y empezó a llorar nuevamente.
Tras una pausa respetuosa el guerrillero volvió a hablar.
Tome más agua
¡No quiero más agua! ¡Quiero que me suelten! respondió con voz más aguda de lo habitual.
El guerrillero sacudió la cabeza y la miró extrañado.
Usted no está secuestrada. Le salvamos la vida.
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Mariana se quedó sin palabras ante la aparente gravedad de la afirmación. Miró a su alrededor y la selva le pareció más impenetrable que antes La tarde se hacía más opaca con velocidad. A pesar de los sentimientos encontrados, recogió la cantimplora y volvió a beber.
La voz del comandante se alzó con fuerza por el claro.
Camaradas, la oscuridad se acerca. Acampamos acá a pesar de la autoridad, había una nota de miedo que no podía ocultar . Fabio, Ezequiel, una fogata, grande, ya mismo. Jonás, Manuel, aseguren el perímetro el comandante dio media vuelta y miró directamente a Mariana, pero no pareció importarle en absoluto verla suelta Alfonso, hiedranegra Toda la que pueda conseguir Que ella lo ayude.
Alfonso asintió y se puso de pie. Su disciplina y fortaleza eran evidentes, pero Mariana no pudo evitar fijarse en sus ojos temerosos, abiertos de par en par, y su mandíbula tensa, mientras el guerrillero le tendía una mano.
Tenemos poco tiempo. Ellos aceleran la llegada de la noche.
Mariana se imaginó escupiéndole la cara ¿Esperaban que colaborara con ellos? Permaneció inmóvil un par de segundos, pero algo del miedo que parecía afectar al grupo de curtidos combatientes la contagió. Tomó la mano y fue puesta en pie con un halón carente de esfuerzo. Sin darle tiempo de hacer ninguna pregunta, Alfonso se adentró en los arbustos que crecían entre dos enormes robles. Mariana lo perdió de vista un instante y de inmediato sus pies respondieron como por instinto y avanzó lo más rápido que pudo para seguirle el paso al guerrillero.
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Una rama le golpeó el rostro. Dos pasos más adelante, trastabilló al pisar una raíz, pero un temor primitivo al advenimiento de la noche y a la soledad en medio de la selva la impulsó a seguir adelante.
Alfonso se detuvo frente a un árbol de corteza rugosa que Mariana no pudo reconocer y ella aprovechó para acortar la distancia que los separaba. Por encima de su propia respiración agitada, pudo escuchar como el guerrillero murmuraba algo ininteligible con las manos apoyadas en el tronco del árbol.
Mariana lo observó expectante. Los murmullos de Alfonso terminaron y cerró los ojos sin soltar el árbol. El silencio le permitió a Mariana reflexionar: ¿No nos van a dejar salir de acá?
¿Los radios están fallando? ¿Aceleran la llegada de la noche? Un escalofrío le recorrió la espalda. Nada tenía sentido. Alfonso tocó la corteza con la frente, abrió los ojos y volteó a mirar a Mariana.
Por acá. Estamos cerca de una cañada donde podremos encontrar hiedranegra.
Sin más explicaciones el guerrillero dobló a la izquierda y Mariana volvió a verse en una carrera que requería toda su atención y fuerza.
Un grito, profundo y agudo, proveniente de todas partes al mismo tiempo, la detuvo en seco. Sintió que ojos invisibles la observaban e intentó en vano penetrar con la mirada la selva que parecía hacerse una con la oscuridad del cercano crepúsculo. Mariana dio un paso y se sorprendió por su repentina soledad. Escrutó la maraña de bejucos, helechos y ramas tupidas que se cerraba a su alrededor sin ver ningún sendero. Todo era idéntico, sin la más mínima señal visible de por dónde había llegado ni por dónde se había ido su acompañante.
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¿Alfonso? la voz sonó débil y tímida.
Un eco burlón le devolvió la pregunta y Mariana apretó las manos contra el pecho para detener los temblores que empezaban a estremecerla. Dos pasos a su derecha un helecho se sacudió. Las fuerzas abandonaron a Mariana y estuvo a punto de dejarse caer hecha un ovillo cuando el rostro de Alfonso, asustado y urgido, se hizo visible entre las hojas.
¡No puede perderme de vista! Ni un instante.
¿Qué está pasando? Mariana sollozó e intentó estabilizar la respiración agitada ¿Qué fue ese ruido?
Esta región no nos pertenece.
Sin más respuesta, el guerrillero dio dos pasos hacia ella, le agarró con brusquedad la mano y la guió una distancia corta hasta donde los árboles crecían más distanciados y el terreno bajaba hacia una cañada rocosa.
Hiedranegra dijo Alfonso señalando un arbusto espinoso que crecía rodeado de musgo entre las rocas . Las flores negras son venenosas. Y sagradas.
El guerrillero dio un paso hacia adelante, se descolgó el fusil del hombro y se lo tendió a Mariana. Ella lo miró desconcertada.
¡Tómelo! ¡No tenemos tiempo!
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Mariana recibió el fusil. Se imaginó disparando a la espalda de su captor y huyendo, pero de inmediato la idea le pareció aterradora ¿A dónde iría? ¿Qué encontraría en la oscuridad? Se colgó la correa del hombro derecho y miró incrédula como Alfonso se quitaba la camisa camuflada y la extendía hacia ella.
Protéjase los brazos ordenó el guerrillero y empezó el corto descenso hacia los arbustos.
Una vez junto a ellos, abrió los brazos, miró hacia arriba y retomó las palabras incomprehensibles, esta vez en voz más alta. Tensó los músculos de los brazos y sin dejar de recitar lo que parecía una letanía metió las manos en la planta de hiedranegra. El rostro se le contorsionó adolorido y Mariana vio las gotas de sangre que escurrían entre las hojas. Aumentó el volumen de las palabras y retiró un buen ramillete de la planta. Por fin Mariana logró entender una palabra; Alfonso dio siete veces las gracias y con una agilidad sorprendente, escaló la cañada y puso el follaje que había arrancado en la canasta que Mariana había formado con sus brazos y la camisa.
Mariana contuvo la respiración mientras Alfonso repetía el ritual. Podía oír el acelerado latir de su corazón y ver como segundo a segundo la oscuridad reclamaba la selva como propia. Soltó un largo suspiro de alivio cuando el guerrillero volvió a salir de la cañada cargado con otra brazada de la planta y sin esperar ninguna indicación, se puso en marcha detrás de él.
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Avanzaron de prisa y en silencio, Alfonso conteniéndose para no dejar atrás a la mujer y Mariana haciendo su mejor esfuerzo para seguirle el paso a pesar del fusil que le colgaba del hombro y de la brazada de hojas que sostenía contra el pecho
Un segundo rugido, primitivo e inhumano sacudió la penumbra. Mariana quedó inmóvil.
¿Qué fue eso?
Alfonso la encaró.
No se detenga. ¡Por favor! Los tenemos encima.
La aterrada urgencia del guerrillero rompió la inmovilidad que el rugido le había provocado. Abandonando toda precaución y apretando el montón de hiedranegra hasta sentir las punzadas de algunas espinas, Mariana aceleró el paso a un suave trote.
Con los ojos clavados en la espalda de Alfonso, Mariana sintió que corría por un túnel cada vez más estrecho. A cada instante, las sombras se cerraban más sobre el camino sin que se vislumbrara ninguna señal del campamento. ¿Cómo era posible que se hubieran alejado tanto del resto del grupo?
Un brillo cálido iluminó las hojas frente a ella. Sin entender qué pasaba, Mariana siguió corriendo y de repente, la selva se abrió y se vio en medio del anhelado claro, el calor de una enorme hoguera golpeándola de frente. Uno de los guerrilleros se acercó con pasos rápidos y tomó la hiedranegra. Mariana se dejó caer de rodillas, jadeando y se cubrió el rostro con las manos. Oyó varias voces aliviadas que les daban la bienvenida. Alfonso preguntó por Isidro y Machete, y provocó un tenso silencio.
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No han vuelto, camarada oyó finalmente Mariana.
Un frío que contrastaba violentamente con el calor del día se apoderaba del claro Mariana se destapó el rostro tras haber recuperado el aliento y consideró ponerse la camisa camuflada que yacía en el suelo, pero desechó la idea. Oyó unos pasos que se acercaban y volteó para ver a Alfonso.
Gracias por la ayuda hizo una larga pausa antes de seguir . ¿Cómo está?
Mariana sacudió la cabeza. Otra vez la misma pregunta simplista que no encajaba ni con estar secuestrada ni con acabar de correr casi a oscuras por la selva cargando un fúsil y plantas espinosas de flores negras ¿Cómo estaba? Ni ella misma sabía
¿Qué fue lo que oímos? preguntó Mariana sin haber respondido.
La gente de la región los llama Hojarasquín. Mariana permaneció en silencio, pensativa.
Son , Alfonso bajó el tono de voz y miró alrededor son la ira de la selva hecha bestia.
Aunque ella había oído los rugidos y visto el miedo en todos los rostros, lo que oía carecía de sentido.
El guerrillero que se había llevado la hiedranegra se acercó afanado. Llevaba un pequeño platón de totumo en las manos.
¿Me permite, camara… se interrumpió y cambió de término señorita?
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La mente de Mariana hervía con preguntas, pero la evidente prisa del guerrillero y su propio cansancio la llevaron a asentir sin decir nada. El hombre introdujo los dedos índice y medio en el totumo y los llevó a la frente de Mariana La mezcla se sintió húmeda y cálida sobre su piel. Mariana intentó infructuosamente seguir el complejo recorrido de los dedos del hombre sobre su frente. Cuando el guerrillero hizo lo mismo en la frente de Alfonso, pudo ver que se trataba de un ocho horizontal del que salía una vertical que a su vez era atravesada por dos perpendiculares más cortas. Mariana apretó el entrecejo, desconcertada, mientras el guerrillero se ponía de pie y se alejaba con el totumo hacia otros de sus compañeros.
Estaremos bien dijo Alfonso con voz claramente más tranquila.
¿Por un dibujo en la frente?
Alfonso asintió.
Un símbolo sagrado, hecho con ceniza de hiedranegra. Eso y el perímetro de protección que está casi terminado. Mariana miró alrededor y vio a tres de los guerrilleros en posiciones defensivas apuntando con sus fúsiles a la oscuridad. En el límite del círculo de luz que emitía la hoguera, el comandante cortaba cuidadosamente la corteza de un aliso Un guerrillero sostenía lo que parecía ser un pergamino y otro los alumbraba con una antorcha. Los tres tenían el extraño símbolo dibujado en la frente.
¿Qué están haciendo?
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Alfonso la miró fijamente.
Usted puede no creer, pero yo los he visto con mis propios ojos. Recogí las entrañas regadas de cuatro camaradas los ojos parecieron llenársele de lágrimas e hizo una pausa . Recogí los restos de Elena.
El crujir de ramas apartadas con violencia y el bramido de maleza pisoteada llegó desde la oscuridad. Mariana se volteó y escrutó la impenetrable negrura. La voz del comandante se escuchó por encima de la tensión palpable y del ruido cada vez más cercano de lo que fuera que se acercaba.
¡Cúbrannos! Falta uno para cerrar el perímetro el comandante corrió hacia un ciro de tronco grueso seguido por sus dos ayudantes ¡Atentos!
Mariana miró atentamente como una extraña talla era empezada con urgente precisión por el comandante en la corteza del árbol. Un gemido angustiado que degeneró en un gorgoteo húmedo al otro lado del perímetro la hizo voltear. Una rama se hizo a un lado y una figura se arrastró hacia la luz.
Camaradas, no disparen rogó una voz débil y ahogada.
¡Es Machete!
Uno de los guerrilleros corrió hacia el herido que se arrastraba con un hilillo de sangre resbalándole por el mentón, pero un fuerte crujido lo detuvo a mitad de camino. Dos bejucos espinosos envolvieron los hombros de Machete y su grito de terror fue cortado en seco cuando los tentáculos vegetales lo arrastraron hacia la selva.
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Antes de que alguien pudiera reaccionar, otro alarido desgarrador sonó en dirección al comandante. Mariana volteó instintivamente y durante un instante eterno lo vio, un rostro bestial e inexpresivo, con ojos de refulgente obsidiana, la piel en constante transformación; de áspera corteza, a roca grisácea, a una maraña de serpientes, a hojas de yurumo. Mariana soltó un grito y al mismo tiempo, el encargado de iluminar la labor del comandante despareció en la maleza. Los demás guerrilleros abrieron fuego hacia blancos inciertos.
La noche se encendió con los fogonazos de los fusiles y una lluvia de astillas acompañó el ensordecedor estruendo. En medio de los destellos, estoico, el comandante siguió tallando. Terminó el tercero de los círculos y remató el símbolo con flechas puntiagudas que divergían partiendo de las intersecciones
Mariana vio el instante en que una oleada de alivio invadió al comandante y mientras él dejaba descolgar su brazo, todavía empuñando el cuchillo de combate, ella se desclavaba las uñas de la palma de las manos.
Tan súbitamente como había empezado, el tiroteo terminó. La selva estuvo sumida en total silencio durante algunos instantes y luego, dos bestiales rugidos sacudieron los árboles del perímetro.
Mariana esperaba otro ataque, cuando la mano de Alfonso sobre su hombro rompió la tensión.
Estaremos bien dijo sonando agotado . El comandante Jaime cerró el perímetro.
Mariana rompió en llanto y se abrazó con fuerza al guerrillero. Alfonso permaneció inmóvil, sin devolver el abrazo ni hacer nada para alejarla. Cuando el llanto hubo amainado, volvió a hablar.
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Nosotros no somos los enemigos de esos seres. Llevan eternidades en estas selvas Siempre nos dejaron pasar en paz Nosotros respetamos los árboles, los ríos, la selva la mirada del guerrillero se perdió en la oscuridad . Cuarenta kilómetros al sur oriente de donde la encontramos están buscando coltán. La excavación es enorme, como la devastación. Los antiguos no distinguen entre ellos y nosotros, su furia es indiscriminada.
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Una leve sacudida hizo que Mariana abriera los ojos. Le sorprendió ver la luz del día. El cálido brillo del sol matutino que se colaba por entre las ramas daba al pequeño claro un aire acogedor imposible de reconciliar con la noche anterior. No supo cuándo se había quedado dormida, pero entre el blando colchón de hojas caídas que cubría el suelo y el reconfortante calor de la fogata, había dormido profunda. Con algo de torpeza se puso de pie. Las cenizas de la hoguera habían sido cubiertas con vegetación sin dejar rastro y los guerrilleros la esperaban de pie, con el equipo ya a cuestas. Mariana recibió el trozo de panela y la carne oreada que le ofreció Alfonso. Comió mientras avanzaban. Cuando hubo terminado, bajó el frugal desayuno con un sorbo largo de agua.
¿Qué van a hacer conmigo? preguntó por fin.
Sin detenerse, Alfonso volteó a mirarla.
Unos kilómetros más adelante la amarraremos a un chamizo para aplacar a los Hojarasquín.
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Mariana abrió los ojos de par en par y de inmediato el guerrillero sonrió y cambió su tono
Ayer el comandante Jaime dio la orden de salvarla. Su muerte, bien a manos de los mercenarios que cuidan la excavación o entre las fauces de los seres que nos atacaron sería contraproducente para nosotros. La prensa enemiga la usaría como propaganda. No pretendemos hacer nada con usted.
* * *
Hacia el mediodía, bañada en sudor, Mariana suprimió un suspiro al ver como la columna guerrillera se alejaba hasta perderse de vista entre la maleza. Según le habían indicado, bastaba que siguiera el sendero de la izquierda y en menos de una hora llegaría al caserío que llamaban Alborada VII. El día anterior habría dado todo por escapar de quienes consideraba sus captores y volver a la libertad, pero ahora lamentaba verse sola. Imaginó no separarse de los guerrilleros. Ellos la podían proteger y eran expertos en la región. Al lado de la pequeña columna de marcha podría deleitarse con los increíbles paisajes de la región, lo cual era lo que ingenuamente había venido a hacer, pero el comandante Jaime fue cortante al señalar donde debían separarse
Dio los primeros pasos, nuevamente sola, y se tambaleó abrumada por la oleada de recuerdos de los acontecimientos de los últimos dos días.
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Hizo caso omiso de las extrañas miradas con que los pobladores de Alborada VII la seguían desde que salió de la selva y preguntó por un teléfono. Marcó el número en el único celular funcional del pueblo, conectado directamente a lo que parecía ser un antiguo radio militar. Lo dejó timbrar una sola vez antes de colgar. Las manos le temblaban levemente. ¿Qué podía decirle a su familia? La creerían loca en el mejor de los casos. Decidió que no podía decir nada de momento. Tal vez nunca podría compartir lo que había vivido. Tal vez le sería imposible recuperar la pertenencia a un mundo a cuyas creencias su amarre había sido violenta e irrevocablemente cortado. Su rostro se ensombreció.
¿Cree que alguien me pueda alquilar una habitación por unos días acá en el caserío? le preguntó tras una pausa a la gruesa mujer de rasgos indígenas que atendía el puesto de comunicaciones.
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Sebastián Goodburn (35 años). Bogotá, Colombia.
Aunque la escritura es para mí un hobby, cursé el Taller de Escritores de la Universidad Central (2011), el Taller de Escrituras Creativas de la Universidad Nacional (2014) y el Taller de Creación Literaria de IDARTES (2016) y la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional (2016 - 2018). La mayoría de mis escritos caen en la categoría del terror y algunas muestras de mis escritos se pueden encontrar en diversas publicaciones:
Luisa (publicado bajo el seudónimo de Nicolás Martínez) Revista Reloj de Arena, edición 6; noviembre 2015. Odio En la misma nave; Editorial Pócima; diciembre 2016. No hay final feliz Bogotá cuenta, entre calles y letras; IDARTES; febrero 2018. Oscuridad Revista Phoenix #18; octubre 2018.
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ME TIENEN MIEDO
ESCRITO POR: ALEJANDRO NEGRETE.
Me llamo Brisa. Me tienen miedo, solo tengo trece años. Hace días que estoy en este lugar. Tengo puesto este chaleco que no deja mover mis brazos.
Todo comenzó una noche. Estaba de niñera en la casa de mis vecinos, los Prado Se iban a una fiesta y me preguntaron si podía cuidarles a su hijo Julián, un bebé de dos años. Acepté.
El niño dormía y para matar el tiempo se me ocurrió leer algo. La biblioteca es inmensa, decenas de títulos llamaban mi atención. Había una novela, Drácula, de Bram Stoker; otro libro cuyo título era Carmilla, de Sheridan Le Fanu; y en fin, todos trataban sobre vampiros. Un libro de ocultismo, sobre esos extraños seres con colmillos, me atrapó desde el principio. Lo abrí casi por la mitad donde tenía como título: No invoces Expellere Non Possis, haciendo referencia a los peligros de invocar a las vampiresas más antiguas del mundo y sentí como una energía extraña se metía en cada célula de mi cuerpo. Al terminar de leer ese capítulo me sentí poseída por un deseo incontrolable de morder el cuello del bebé.
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Miré la hora. Era muy tarde y recordé lo que me había dicho la madre casi con el auto andando: “Vendremos temprano, Brisa, cualquier cosa usá el teléfono”.
No vinieron temprano. Llegaron a la madrugada, su hijo ya estaba desangrado.
Todavía siento el sabor de su sangre. Estoy arrepentida. Pobre niño.
Cuando me vieron los Prado… Bueno, no voy a contarles cómo reaccionaron. No era consciente de lo que había sucedido, ni de lo que estaba sucediendo en ese momento. Me lancé con velocidad sobre el padre y le mordí la garganta. Él cayó al suelo haciendo movimientos desesperados Su mujer gritó aterrada Intenté atacarla, pero un crucifijo que colgaba de su cuello no dejaba acercarme. Ella llegó como pudo hasta el cuadro de Cristo en la pared, lo descolgó y lo puso frente a mí.
Luego mis fuerzas se fueron debilitando… debilitando…
El hombre se levantó del suelo, ensangrentado. Agarró un florero de bronce y golpeó con el mi cabeza. A partir de ahí no recuerdo nada más.
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Me desperté acá, gritando. Estaba sobre una camilla, con cintas cruzadas que me sujetaban piernas y brazos. En un determinado momento, noté que había recuperado mi fuerza, la fuerza anormal de aquella noche, y las correas saltaron por el aire. Cuatro hombres consiguieron inmovilizarme. Una inyección certera hizo que mis párpados se sintieran pesados.
La comida la pasan por un hueco que hay en la puerta. ¿Cómo hago para comer?
Nadie, casi nadie, se anima a entrar para dejarme libre los brazos. Me dicen piba, loca o criatura.
Me llamo Brisa Me tienen miedo, solo tengo trece años
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Alejandro Negrete nació en San Pedro, Buenos Aires, en 1991 A temprana edad sintió el llamado del terror gracias a los grandes maestros del género, como Stephen King y Bram Stoker. Pronto su interés por conocer la escena local lo llevaría a descubrir el trabajo de Lucas Berruezo, Matías Bragagnolo, Cezary Novek, Emanuel Rosso y Rogelio Retuerto, algunos de sus autores argentinos favoritos En 2017 publicó Y un día se hace la luz y en 2018 La flor de la higuera, ambos por la editorial sampedrina Arenz & Antich. Algunos de sus relatos fueron publicados en España, Perú y México. Colaboró también en las antologías La frecuencia espectro (Editorial Perro gris, 2019), Terror TDE (Tinta de escritores, 2020), Antología 21: Terror gótico/ Monstruos experimentales (Kanon editorial, 2021) Pueblo maldito (La conspiración de los fuleros, 2021) Pueden leerse sus cuentos en las revistas The wax, Gualicho, Letras y demonios, Monolito, Licor de cuervo, Cósmica fanzine, Brutal magazine, El Nahual Errante, Revista Inéditos.
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SILENCIO TENEBROSO
ESCRITO POR: ALEJANDRO CHANG HERNÁNDEZ
Avanza despacio, sentidos alertas, el miedo iracundo su pulso acelera. Oscuros rincones su cuerpo rodean, la lúgubre noche congela las venas.
Reflejan sus ojos el pánico innato, pintado en su rostro el más puro espanto
Se apagan las luces, el mundo se inunda de ruidos y voces, de tétricas sombras.
Profundos terrores y ocultos misterios atrapan al hombre en mágicos sueños
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La mano nerviosa apaga el tormento, las luces han vuelto. ¡Respiro de nuevo!
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Alejandro Chang Hernández. (13 de febrero de 1990, ciudad de Ciego de Ávila, provincia de igual nombre, Cuba) Es ingeniero industrial, y escritor aficionado desde los 13 años Desde pequeño se inclinó por la literatura, siendo sus géneros preferidos la poesía y el cuento corto. Su principal guía fueron sus padres y profesoras de Español y Literatura durante las enseñanzas primaria y secundaria. Hace poco tiempo publiquó a través de la Editorial Letra de Kambio, su primer libro de poesía en ebook, titulado Palabras de un poeta aficionado, encontrándose en proceso de edición el formato físico Posee una página en Facebook llamada Palabras de un poeta aficionado. Sus cuentas en Facebook e Instagram son Alejandro Chang Hernández y alechangh, respectivamente. También tiene una cuenta en Wattpad, AlejandroChang7.
Ha publicado textos, incluyendo poemas, cuentos y microrrelatos, en varias revistas, como son Letras y Voces, Cósmica Fanzine, Afrodita y Doble Voz, así como en los Blogs La Pluma Azul y La Artífice Mail Art. En estos momentos organiza varios proyectos de publicación, incluyendo un libro de poesía y otro de cuentos. Sus letras buscan brindar apoyo, esperanza, lograr que cada lector pueda identificarse con un pedacito de cada texto
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UN AQUELARRE
ESCRITO POR: LUIS DANIEL CABRERA MARTÍNEZ.
Me van a matar esos jolgorios, esas algarabías en la casa del frente, ahí donde viven ese par de mujeres raras. Mantienen de fiesta en fiesta, aúllan, matan gatos, se esconden, se orinan desde la terraza y sueltan risotadas a medianoche. Ni trabajan. No se les conoce ni oficio ni beneficio. Son problemáticas. Doña Lupita les pidió el favor de que pararan sus griterías, porque no habían dejado dormir a su marido que es vigilante, el pobre no pegó el ojo en todo el día y tuvo que irse trasnochado a su turno. Esas mujeres se le burlaron y dizque le mostraron una teta, así, de repente. Ella las acusó con la policía. Esa fue su perdición. Al día siguiente Doña Lupita amaneció muerta, nadie se explicó lo sucedido. Yo sí supe que eso era obra y gracia del demonio. Muerte súbita, dictaminó el doctor Gómez Comas, pero lo que él no sabe es que esas tipas son capaces de todo. Días después volvieron las juergas, se oían balidos, yo creo que de cabras, intenté asomarme desde mi ventana, pero no veía sino las sombras voluptuosas de esas mujeres, me dio miedo que me descubrieran, entonces mejor dejé los santos quietos. Doña Lupita murió en vano. Luego se desapareció el niño menor del licenciado Pérez. Yo sabía que habían sido ellas. Fui a decírselo al padre Rivera, le conté todas mis observaciones, le comenté que ellas se paseaban desnudas por la terraza, que a veces algún jovencito entraba a su casona y yo no lo volvía a ver salir. Le dije que eran cochinas, que fumaban hierbas raras, que a mí me llegaba el olor a sus porquerías. El padrecito me prometió intervenir y como hombre de palabra, de esos que ya no hay, emprendió acciones en contra de esas sinvergüenzas, frescas, vagabundas, malvivientes, ogras.
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Se organizó un comité vecinal para afrontar el problema. El padre lo precedía y doña Digna de Ramos, íntima amiga mía, tomó la vocería para representar a los perjudicados de nuestra cuadra. A mí me dio miedo ir a las reuniones en su casa y sugerí que mejor nos viéramos en la casa cural, no fuera a ser que esas tipas nos oyeran y corriéramos la misma suerte que Doña Lupita, alma bendita que mi Dios ha de tener en su santa gloria. Me tacharon de supersticiosa, no me creyeron, el padre me dijo que esas mujeres no tenían ese poder, que eran inmorales, eso sí, pero que el único dueño de la vida y la muerte era el creador. Recalcó que, en caso tal de que ellas tuvieran pacto con el enemigo, cosa que no creía, ese poder era como el de una hormiga comparado con el de la gracia divina que era como un elefante.
Las demás estuvieron de acuerdo, eran solo tres señoras: Lucrecia Soler, la modista, Doña Silvita de Mendieta Carroza y su hija solterona, Amelia, la triste. Decidimos que la mejor estrategia era llamar a la policía cada que esas mujeres empezaran sus juergas. También se dictaminó que era necesario poner alabanzas a todo volumen para aburrirlas y opacar esas canciones libidinosas que mantenían oyendo mientras se desnudaban en la terraza. Yo tenía miedo. Miedo de amanecer tiesa, miedo de que nos estuvieran escuchando. Cuando salimos de la casa de Digna, las vi en su balcón, con shorts, sin blusa, nos miraron como queriéndonos desafiar. Vi que una de ellas hizo un gesto obsceno con su dedo. Sentí que esa era mi sentencia de muerte No debimos meternos en esto. Ahora estoy segura de que lo mejor hubiera sido irnos de la cuadra. Confrontarlas era un suicidio. En esa misma semana, el marido de Lucrecia Soler se accidentó en su automóvil, quedó paralizado de la cintura para abajo, fue un drama, una tragedia, era tan buen mozo, tan acomedido, tan bien puestecito. Lucrecia se marchitó por tal impacto, le tocaba lidiarlo día y noche, tomó la determinación de trastearse a casa de su hijo mayor y allí se acomodaron en el cuarto de servicio. El día de la mudanza yo escuché a esas desgraciadas riéndose mientras los vecinos de bien despedíamos a nuestra amiga.
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Le dije al padrecito que buscáramos ayuda, algún exorcista o espantador de mujeres malditas. Él no me tomó enserio, me recomendó dejar de ver tantas películas. La táctica de las alabanzas nos aturdía, los vecinos que ni fu ni fa quedaron en medio del fuego cruzado y hasta nos echaron la policía en una oportunidad. A mí se me dañó el equipo de sonido, ese día casi me muero, fueron ellas, lo tomé como una advertencia y me hice la tibia. A lo mejor por eso es que estoy contando el cuento. Acordamos desistir de los ataques sonoros. Pero lo que paso después nos obligó a actuar con más firmeza. Resulta que las vimos besarse en la terraza, no solo eso, sino que se estaban metiendo los dedos, un muchacho las contemplaba desde la calle, boquiabierto, feliz, tan contento que se le asomaba un bulto en su pantaloneta. Entonces paso lo peor, de la nada sacó su pirinola y empezó a batirla como si fuera molinillo de chocolate Ellas se reían, les encantaba haberlo hipnotizado, hacían poses para provocarle una ebullición más rápida. Y la espuma del chocolate regó la calle, ante la mirada de doña Digna que observaba todo desde su ventana, ante la mía que espiaba desde mi balcón y ante la de dos niños que jugaban bolas. ¡Eso era inadmisible! Ya se estaban pasando de descaradas.
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Entonces Doña Digna las confrontó, iracunda, no la acompañé inventándome un dolor de cabeza, pero ella fue y les dijo su poco. Las mujeres la atendieron en el umbral de la puerta y se le orinaron. Esto casi hace vomitar a mi amiga que amenazó con hablar con su sobrino, que trabaja con el alcalde, para que les tumbaran esa casa de perdición. No nos explicábamos por qué habían llegado a vivir allí Esa propiedad estaba abandonada, de vez en cuando una señora venía a darle vuelta, a barrer, a medio limpiar, pero desde siempre estuvo deshabitada. Cuando menos pensamos fue que esas señoritas resultaron dizque instalándose ahí y disponiendo de todo a sus anchas. El silencio reinó en la cuadra luego de la intervención de Digna. Ya ni las veíamos asomarse en ese balcón sucio que ni era capaces de asear. Una noche escuché el berrido de un gato, yo creo que negro, y me dio por mirar hacia esa terraza y vi veladoras encendidas. Poco después Digna tuvo que irse del barrio, porque su marido la descubrió entrando a un motel con un adolescente mientras él salía de allí con una prima de ella Ese escándalo desacomodó todos los cimientos de nuestra buena moral. Yo estaba segura de que algún bebedizo le habían dado a Digna para que se rebajara así. Esas mujeres fueron las que le dañaron el matrimonio con alguno de sus maleficios. Un matrimonio tan bonito, de veinte años, casi veintiuno, no debería haberse terminado por simples deslices.
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Con ese incidente, el comité vecinal perdió fuerza. Silvita se enfermó y ya ni quería salir de la pieza, el padrecito Rivera estaba ocupado con los preparativos para la Semana Mayor y yo, miedosa, ni loca me iba a poner a enfrentarme a esas tipas. Era mejor dejar los santos quietos. Ellas siguieron de vagabundas, fumando como chimeneas viejas, riéndose, tocándose, lo hacían con orgullo, como retándome, también les dio por organizar parrandas con más personas así. Un desfile de amanerados se veía cada noche en ese lugar. Yo vi uno delgado como una espiga de trigo; haciendo movimientos extraños, doblándose como papel, curveando su espalda, pelando el ombligo, luciendo su falda roja, de solo acordarme me da rabia. También llegaban hombres con peluca y mujeres calvas que usaban ropa de hombre y muchachos con el cabello verde. Era Sodoma frente a mi casa. Yo oraba mucho, me prendía de mi escapulario para no dejarme llevar por la tentación. Como empecé a notar que me gustaba mirarlos, entonces decidí dejar de fisgonear Podía haber un incendio en la terraza de las vecinas y yo ni voltearía a ver. De seguro alguna inmundicia echaban en el aire para obligar a mis ojos a observarlos. Ay, pero ¿cómo será esa casa por dentro? ¿Qué harán? ¿Dónde tendrán amarrado al hijo del licenciado Pérez? Esas dudas no me dejaban conciliar el sueño.
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Y se murió Silvita, por culpa de esa desfachatez, por culpa de la angustia de ver a tanto pecador yendo y viniendo al lado de su casa. Era cierto que tenía como doce enfermedades crónicas, pero esa zozobra fue la que la hizo morirse tan rápido. Su hija comenzó a frecuentar a esas mujeres, la vi entrar a esa casa después del sepelio No salió sino hasta la madrugada, entonces lo supe, por su sonrisa de oreja a oreja; por su cabello despeinado, por esa frescura dibujada en su rostro de monja solapada. Supe que la tenían embobada. ¿Y por qué ella podía ir allá y yo no? Yo también quería… Al otro día vi a Amelia volver a la casa del frente, después las tres se sentaron en la terraza a fumar y cantar. Yo me escondí detrás de la cortina y pude ver cuando las tres besaron. Ni sabía que eso fuera posible. Pobre Silvita, debe estar retorciéndose en su tumba recién cavada. Desde entonces el bullicio aumentó. Día y noche era una fiesta en esa casa. Una vez hasta me pareció ver al padre entrando de gancho con un joven vestido de marinero Con razón se hacía el de la vista gorda. Ya lo tenían engatusado, como a la pobre Amelia, tan frágil que era y ahora dizque tatuada, con esos hierros que se meten en el labio y con el pelo morado. Una tarde las vi haciendo rituales en la terraza, maldita sea esa terraza de los mil demonios, estaban las tres muy juntas y se abrían de patas. Los transeúntes les aplaudían. Yo quería aplaudir. Sonaba rico eso que hacían. Yo creo que se dieron cuenta de que las miraba, porque señalaron hacía mi casa. A los pocos minutos vinieron a pedirme sal. Les di. Al otro día me fui antes de que rayara el sol. Dejé varias cosas, pero después paso por ellas.
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Luis Daniel Cabrera Martínez nació en Palmira, Valle del Cauca, Colombia. Actualmente cursa el programa de licenciatura en literatura en la universidad del valle. En 2021 publicó varios de sus cuentos en las antologías la entropía del adiós y ficciones extraordinarias de ITA EDITORIAL. Obtuvo el segundo puesto en el V Concurso de Cuento Corto de la División de Bibliotecas de la Universidad del Valle. A inicios de 2022 recibió una mención de honor en el I certamen internacional de cuentos breves “La chía dorada” por su relato Los despojos, considerado como uno de los diez mejores trabajos entre un total de 443 cuentos provenientes de 14 países. Está próximo a publicar uno de sus textos en la revista digital Anacronías.
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Corrí durante mucho tiempo abriéndome paso entre las ramas. De pie, con las manos sobre las rodillas intento recobrar el aliento. Linterna y machete en mano, alumbro el sendero que ha sido lentamente devorado por la altura de la hierba que llega más arriba de mis botas pantaneras. En lo inhóspito de la noche el viento recio que inunda las copas de los árboles me aterra Es un largo lamento que se mete quejumbroso y susurrante bajo las faldas de Urcunina, La Montaña de Fuego. Se extiende desde el valle y asciende por los precipicios. Cuando llega hasta mí, me traspasa los huesos. Para no perder el sombrero, me llevo las manos a la cabeza.
Debí escuchar al viejo Gonzalo.
Hay cosas que aun se esconden en los montes. Lejos del ruido de las ciudades sentados en las orillas de los riachuelos o detrás de las piedras; subidos en las copas de los árboles, rodeados de luces inmundas sin ser vistos nos observan.
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ESCRITO POR: MARIO ANDRÉS ARCOS GUERRERO.
Ese viejo hizo bien en advertirme:
Allá en la noche en campo abierto no sabes lo que vas a ver. Si te encuentra, has lo imposible para llegar hasta el sendero Busca la cruz y la tumba. Tienes que decirle con voz recia, ¡este es el hueso! Si no te responde, intenta de nuevo hasta que sientas que estás a salvo.
A tientas intento encontrar en las orillas del sendero algo que parezca una cruz.
Del bolsillo de la camisa saco el pedazo de osamenta y mirando a todos lados, grito con pavor, ¡ESTE ES EL HUESO, ESTE ES EL HUESO!
Miro a mi alrededor sin hallar respuesta. La linterna se apaga y me sumerjo en lo más espeso de la noche. Sobre mis hombros, rodeado por luces inmundas desciende un animal pesado de materia cartilaginosa. Su hedor nauseabundo me hace vomitar hasta el colapso.
El viento que acaricia la hierba alta me despierta.
Asustado, en medio de la noche, me levanto cubierto por una baba sanguinolenta. Linterna y machete en mano, intento hallar nuevamente el sendero que ha sido lentamente devorado por la altura de la hierba.
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Mario Andrés Arcos Guerrero Artista visual Colombia Ha publicado ensayo y narrativa en: Revista Tintero Blanco. Julio de 2022. Revista La silaba. Febrero. 2022. Revista Temporales (Estados Unidos). Diciembre. 2021. Herederos del kaos. Archivo literario y artístico. (España) 2021. Revista Escafandra (México) 2021. Periódico Poético hostal literario en Tecpan Edición No. 6. (México). 2021. Fanzine Kozmonauta Vol. 12. (México). 2021. Sus propuestas plásticas han sido expuestas en galerías virtuales y publicaciones culturales como: Bogografo Distrito Cultural No.
3. Ciudad extendida. (Colombia). 2021. Carta Abierta Galería. Exposiciones en Confinamiento, (Colombia). Julio. 2020. Galería Espacio Cinco33 Reflexiones a través de la ventana (Colombia) noviembre de 2020.
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EL CORTEJO ESCRITO POR: ANAGKE
Llegado el día, todos los habitantes del pueblo cerraban sus casas y dormían junto a sus hijos clamando por protección. Infundían el miedo irracional en los niños, que crecían para continuar con las tradiciones en caso de mantenerse residiendo allí. Era un pueblo receloso que, una vez al año, cuando ya estaban recogidas las cosechas y plantadas las trampas a los posibles depredadores urdían en secreto algún tipo de ritual del que solo ellos conocían la fórmula Allí se dirigió el estudiante universitario: autoproclamado hipster, conocedor de todo, tremendamente original, para hacer su tesis al respecto.
Las notas de voz abarrotaban su iphone. El último modelo. Sonreía a todos, pero no escuchaba realmente a nadie. Su nariz despreciaba el olor de las gentes, y sus ojos el color indígena que temía pudiera contaminarlo. Ya habían dejado atrás sus ancestros esa mezcolanza tercermundista por allá por su tatarabuela. Le quedaban las marcas en las orejas enormes que siempre disfrazaba con sus boinas a imitación del Che.
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¡Que no se dudara de su espíritu revolucionario y latinoamericanista! Pero era un universitario… su investigación sobre las coincidencias entre la cultura asiática y la VERDADERA cultura americana estaban por encima de las supersticiones ingenuas de esas pobres gentes analfabetas, bajitas y rechonchas como tapones.
Entonces, señora, madame, ustedes rinden homenaje a sus ancestros.
No. ¡¿Cómo que no?!
Pues no.
Sir, no me ignore. Dígame algo. Una palabra siquiera…
Pero, miss, por favor. Usted no comprende. Me dijeron que sí. Que aquí en esta village, sí. Por favor, please, señorita… Que no. Que no. Se santigua la pobre joven aindiada.
¡¿Cómo que no?! ¿Me está diciendo, miss, que he viajado tantas millas por gusto?
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La joven se marchó aún haciendo cruces; mirando atrás entre confusa y desdeñosa. Todo había sido todo un fracaso. Su investigación, estancada. Las encuestas, despreciadas. Los habitantes, hostiles. Y la furgoneta del año que le regaló uncle Tommy estaba llena de barro por los cuatro costados. «No se puede comprar la lluvia… No se puede comprar el sol…»
¡Qué malvados imperialistas aislarían a esas pobres gentes! ¡Qué terror histórico los confinaría en sus casas el día que estaba por llegar! Le habían dicho que allí había una tradición férrea respecto a los ancestros. Una alabanza unánime que venía dada por una conexión espiritual fortísima. Se lo había dicho un compañero de la universidad, de low class, por ser becado: salido de ese mismísimo pueblo. ¡El infeliz le habría mentido!
Barajando sus posibilidades decidió que lo mejor era permanecer allí por lo menos un día más. Pasada la noche silenciosa, al menos llevaría a la facultad un informe completo acerca de la ignorancia gregaria Solo debía dormir en la furgoneta Sus necesidades básicas se vieron satisfechas entre los matorrales. No fue agradable, pero sí liberador, y tendría la oportunidad de alabarse entre sus pares a causa de las precariedades vividas y su espíritu probado de revolucionario rebelde.
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Al día siguiente las ventanas del auto estaban bombardeadas con heces fecales. El pobre joven gritó, interrogó y hasta se echó a llorar un poquito. Pero la gente continuaba santiguándose mientras cubrían sus narices y corrían de un lado a otro. Eran los preparativos de la noche: Comida, mantas, buenos deseos de unos vecinos a otros abrigaban el ambiente de pronto frío. El muchacho pidió al menos que le limpiaran el coche, prometió dinero y le lanzaron cubos de agua desde las casas más cercanas para ayudar a disipar la peste. Le dejaron escobas y más cubos para que él mismo se desarrollara.
No es tiempo de ganar dinero. Es tiempo de salvar la vida.
A las seis de la tarde todas las casas estaban aseguradas y el pobre hipster se encogía en su abrigo dentro del auto. La calefacción se había roto y la noche parecía caer más rápido que en los días precedentes. Se dispuso a buscar si aquello era algún solsticio, pero el móvil había perdido la conectividad. No había Netflix, ni Twitter o siquiera el obsoleto Facebook ¡Ni pensar en Instagram! Solo podía entretenerse escuchando su propia voz en las notas tomadas. Sus discursos eran encantadores. Otros hubieran dicho que monótonos, con demasiadas pausas, ningún dato de interés y otras reseñas negativas. Pero él los escuchó maravillado de sí mismo.
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Un manto rojo acabó por cubrir el pueblo entero y el frío empezó a filtrarse por las rendijas del automóvil haciendo la envoltura metálica inaguantable. Se abrazó por unos pocos minutos, encogido contra el sillón. La reproducción de sus notas comenzó a agobiarlo pero el teléfono se le había caído entre los asientos y sacar una mano de debajo de su axila solo para apagarlo le pareció trabajo en vano. Miro más allá de los cristales empañados del auto. Nada… Solo viento.
Reunió fuerzas para encender el auto y largarse del lugar. Tendría que aceptar que había perdido el tiempo allí y hacérselo pagar al low class student que tan mal lo había embaucado… Ya tenía pensadas unas cuantas cosas que hacerle pero, ¿qué? El auto no arrancó. El motor vibraba un poco y al instante perdía la fuerza. Tenía gasolina, sí… ¿Qué podía ser? No sabía nada de mecánica el pobre joven. A lo mejor si tocaba la puerta de uno de los vecinos ¿Le abrirían? Había que intentarlo
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«No se puede comprar el calor Na, na, na, na, na No se pueden comprar los colores.» Nadie contestaba. ¡Y mira que aporreó la puerta! Hasta llamó a gritos:
¡Señor! ¡Monsieur! ¡Mister!
Sus propios gritos no lo dejaban escuchar el tintineo. Solo su desaliento se lo permitió. Buscó, curioso, de dónde provenía el sonido y unas luces oscilantes marcaron el lugar Se atrevió a caminar hacia allí, con pasos cortos y las manos bajo las axilas. Curvado, temblando…
Como una hoja, muchachito. La señora amable lo hizo detenerse. Reconoció las orejas, muy parecidas a las suyas. Estaba vestida de colores vivos y avanzaba con premura.
Vamos tarde, niñito Vamos Había algo familiar más allá de las orejas, aún con su apariencia aindiada y tercermundista, tan ajena a él. Supo esperarlo, se mantuvo caminando a su lado hasta que alcanzaron el conjunto de luces. Allí solo vio huesos bamboleantes con calaveras que parecían reír y bailar en su retorcido jolgorio. Eran cuerpos sin músculo ni carne que saltaban de un lado a otro con entusiasmo. Golpeaban las puertas y llamaban a salir. Al joven le sorprendió muchísimo que no se les cayeran las extremidades, o se desmoronaran de repente en una nube de polvo blanquecino.
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La mujer, en medio de los cadáveres, estaba completa, hasta rejuvenecida; y el muchacho sintió simpatía por la pobre ignorante. Ella le ofreció la mano. —No tengas miedo, niñito.
No tengo. y era cierto. Solo se había detenido por la curiosidad y el descuido de no llevar el móvil para grabar aquello. Le hubiera servido de mucho en su tesis.
Entonces, dame la mano. Y cantemos algo. Él dudó un poco. Ya no hacía tanto frío. No quería que se le pegara aquello, fuese lo que fuese: locura, el color, el olor, el tercermundismo... Pero ella era amable y se dejó llevar.
Canciones de Calle 13, puede ser.
Eso mismo, niñito.
Y los dos esqueletos cerraron el cortejo.
Por supuesto que se hicieron averiguaciones sobre el paradero del joven, pero nadie en el pueblo dijo nada. Solo se persignaron. El compañero de universidad del chico, que lo había entusiasmado con el tema de tesis, nunca más regresó a su localidad natal sino que se mudó a una gran ciudad occidental del viejo mundo, donde el vínculo con los ancestros no existía.
Anagke. Ganadora del Primer Lugar en Concursos de Talleres Literarios
Provinciales de Camagüey 2010, 2016, 2017 y Concurso Nacional Trazaguas
2017 Publicada en Antología de Autores Infantiles Camagüeyanos, por la Editorial Ácana Finalista del Concurso Nacional Emilio Ballagas 2019 Ha publicado en diversas revistas digitales como Licor de Cuervo y Palabra Herida.
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CANTO DE LAS BRUJAS DE ZUGARRAMUNDI ESCRITO POR: SILVIA FAVARETTO
No saben las mujeres modestas
Las mujeres buenas y blancas Las que hacen ricos guisos Y planchan de maravilla
No saben las mujeres serias Las pudorosas y castas Las reflexivas y racionales
No saben las mujeres que no escriben Todo lo que las brujas sabemos: el regocijo de bailar desnudas en la lluvia el éxtasis del akelarre en las cuevas el lenguaje secreto de los gatos el vislumbrante poder del relámpago el trueno espantoso en el pecho encerrado a punto de explotar El perfecto orgasmo del desapego Cuando muere degollada la paloma Y los murciélagos pastan de su sangre Inocentes bestias sin pecado Pastan bajo la luna con su sangre No hay pecado peor que Echar a perder una vida En la moderación.
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Biografìa: Silvia Favaretto es Presidenta de la asociación Progetto 7LUNE que difunde la cultura hispanoamericana en Italia. Ha editado 19 libros entre prosa y poesía. Es jurado del Premios internacionales. PHD en la Universidad Ca’ Foscari de Venecia, es docente y traductora. Ha participado en Festivales internacionales.
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CATARSIS
ESCRITO POR: FRAN NORE
Esa noche siguió lloviendo, descubrí sorprendido que sólo podía escuchar sonidos y voces, pero no podía hablar ni abrir los ojos, tampoco mover la cabeza ni las extremidades.
Alguien me había cocido la boca con hilo de cáñamo. Quise gritar, pero no podía gritar en semejante estado; inmediatamente percibí que estaba embalsamado en mi propia cama.
Escuché pasos de una persona que venía hacia mí.
Era la criada. Sus pisadas se hacían cada vez más cercanas.
Descanse, señor, mañana es otro día…
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FRAN NORE Caldas Antioquia. Escritor, poeta, actor y diseñador gráfico, escenógrafo y director artístico, cantante y pintor Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía, 2003 Premio Departamental de cuento “Ciudad de Caldas" 2004. Premio de periodismo CIPA, 2010. Premio internacional de periodismo Ana María Agüero Melnyczuk, 2013. Premio certamen anual de literatura internacional L.A.I.A El molino 2014. Premio Internacional XI Certamen autobiográfico “Un Fragmento de mi vida” Asociación Mexicana de Autobiografía y Biografía A.C. 2016. México. Premio internacional de novela Freeditorial. 2017. Premio mundial de ilustración Imartgine 2017. Premio “Mapa descolonial, un mural colectivo". Universidad de México UNAM 2021.
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LA NIÑA DEL TAXI
ESCRITO POR:
JAVIER ALEJANDRO MENDOZA GLEZ.
¡El día estaba muerto! Ramón era taxista. Deambulaba por las calles de la ciudad sin mucha suerte Ya era tarde; pero no había logrado el pasaje al que estaba acostumbrado. En eso vio a una niña, quien lloraba a la orilla de la banqueta. Aparentaba no más de cinco años de edad. Cargaba con cariño una muñeca algo sucia y maltratada. Repetidamente dejaba una mano libre para limpiarse las lágrimas.
Ramón estacionó el auto frente a la pequeña. Con el deseo de brindar ayuda bajó del taxi, mientras buscó con la mirada algún adulto que acompañara a la niña; pero ella estaba sola. A esas horas la zona lucía desolada.
El taxista se agachó para estar a la altura de la chiquilla, quien no dejó de llorar. Sin saber que pregunta hacer primero, con un tono dulce le dijo:
¿Cómo te llamas?
Tere respondió la niña mientras se fundía más a su muñeca.
Así que eres Teresa. Yo me llamo Ramón se presentó antes de continuar Dime, ¿qué haces aquí tan sola?
¡Quiero ir con mi mamá! contestó, para que luego el llanto fuera más fuerte.
¡No llores! le suplicó dispuesto a ayudar . Si me dices dónde vive tu mamá, yo te llevo con ella.
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Luego de un suspiro que logró controlar las lágrimas, Teresa dio las señas del lugar donde se encontraba su madre. Ramón conocía la ciudad a la perfección. De inmediato ubicó el sitio que la niña describió.
Sin temor la pequeña subió al asiento trasero del auto En ningún momento se despegó de su muñeca. Ramón condujo por varios minutos. Constantemente veía por el espejo a Teresa sentada en el lugar de atrás. Ella estaba tranquila; aunque no dejó de llorar.
De vez en cuando sollozaba: ¡Quiero ir con mi mamá!
Luego de algunas cuadras llegaron al domicilio que la niña describió. Ramón aún no estacionaba el auto cuando Teresa se llenó de alegría. Con el brazo y el dedo extendidos señaló:
¡Ahí es! ¡Ahí vive mi mamá!
Tan pronto se detuvo la marcha del motor, ella bajó a toda prisa del taxi. Iba tan feliz que no dio las gracias. Sin detener su carrera entró a una casa que tenía la puerta sólo emparejada. Ramón sonrió satisfecho; pero al mirar una vez más por el espejo vio que la pequeña olvidó su muñeca. La tomó. Con ella en sus manos tocó a la puerta. Una mujer ya muy entrada en años atendió. Al ver al hombre con la muñeca maltratada, sin mucha sorpresa en su rostro lo invitó a pasar.
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Antes de preguntas y explicaciones le pidió sentarse y le ofreció atole y buñuelos. Luego intentó aclarar:
Son los preferidos de Tere.
Olvidó a su amiguita en el taxi dijo Ramón al entregar el juguete de la niña
Habituada a lo ocurrido, la mujer retomó la palabra:
Ya es tarde. Creí que hoy no vendría. Hace años mi hija jugaba frente a la casa. De pronto, sin precaución cruzó la calle. ¡Era una niña! Un taxi la arrolló. Llevaba a su muñeca en las manos. Desde entonces, cada dos de noviembre encuentra un buen hombre que la trae de regreso a casa. Yo preparo lo que más le gustaba y lo pongo en la ofrenda de la sala.
Ramón contempló el altar a los difuntos. En el nivel más alto estaba el retrato de Teresa
A la muñeca la acuesto en la cama que fue de mi hija continuó la mujer . A la mañana siguiente ya no está. El próximo año mi Tere volverá con todo y su muñeca. Así será, hasta que estemos juntas en la eternidad. ¡Ay, buen hombre! ¿No se dio cuenta de todo esto? Dígame ¿Dónde encontró a la niña?
En la banqueta… frente al panteón.
Ramón se estremeció. Desde entonces tuvo la precaución de no pasar frente al cementerio, por lo menos el Día de Muertos
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Javier Alejandro Mendoza González nació en Celaya. En el año 2015 se integró al Taller Literario Diezmo de Palabras. En el 2016 participó en el Seminario para las Letras Guanajuatenses con la novela Volviendo al Ayer. En ese mismo año fue seleccionado para participar en la antología de narrativa Voces del Laja, con el cuento Alma, Vida y Corazón. En el 2018 fue uno de los participantes de la obra Umbral, Muestra de Escritores Celayenses, con el cuento Rosas en el Mar. En el 2019 fue un integrante la antología La Risa, Cuentos de Humor, con el relato Aprendiz de Poeta. Ha colaborado con el prólogo de las obras: De Chile, de Mole y de Lalo, de Lalo Vázquez (2018), Las Gárgolas de mi Mente, de Soco Uribe (2019) y Cuentos y Leyendas de Celaya, de Carlos Javier Aguirre (2020). Sus escritos se han publicado en repetidas ocasiones en los periódicos El Sol del Bajío y AM Corredor Industrial, así como en las revistas físicas y digitales: MEUI, Fractal 75, Escritores del Círculo Literario, El Creacionista y Ecos Literarios.
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A MI ETERNA AMIGA
ESCRITO POR:
EDUARDO OMAR HONEY ESCANDÓN.
Lenta, con suspiros avanzas matraquean los huesos, aún vestida formal y única de capa y sonriente guadaña
te detienes, entonces, airada cada paso marchante y final no comulga en discreción con la seda y el filo de plata granítica y blancuzca mirada alabea al páramo infinito con guiños en tus cuencas llegan eternas flores aladas
sostienes el tiempo parvada del páramo que en cada vida representa el aquí y el ahora, fluyen las voces reiteradas alzas tu impertérrita arma, cabalgas el vientre omega con revuelo espiral giras: arte construido en tajadas
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al caer las almas segadas levantan el fruto del ocaso luego marchan con sorna danzando a la luna amada
de capa y bella guadaña vistes con oscura alegría añejos y crujientes huesos lenta, con fuerza, avanzas
Eduardo Omar Honey Escandón. México, 1969) Ing en sistemas Autor de Códex Obsidiana y Cósmicos Espejos Humeantes Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas, virtuales e internet. Textos suyos fueron primer o segundo lugar como finalistas. Ha sido seleccionado para participar en diversas antologías. Imparte talleres de escritura para la Tertulia de Ciencia Ficción de la CDMX. Pertenece a la generación 2020 2022 de Soconusco Emergente. Prepara su primera novela.
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¡TODOS ESTAMOS CONDENADOS!
ESCRITO POR: ERIC MICHEL VILLACENCIO REYES
Un pronto desayuno y una rápida ducha. Se colocó la máscara ganchuda y el jubón de cuero negro. Sacó el carromato del garaje y se dispuso a patrullar.
Pensó que aquella mañana era especialmente brillante; las luces iridiscentes del alumbrado público daban a la ciudad una sensación refrescante y lustrosa. Los rayos del sol, bloqueados por las densas nubes de polvo negro, apenas conseguían llegar hasta la cristalería de los rascacielos más altos, pero era suficiente para hacerlos parecer faros en la distancia.
Soltó el primer pregón y, de inmediato, vio que un cliente ya esperaba por él a un lado del camino. Se acercó, le tomó el pulso, y cargó los despojos en el carromato.
Oculto tras la máscara, esbozó una sonrisa complacida. Aquel día aparentaba comenzar de forma productiva Sin más tiempo que perder, comenzó a gritar.
—¡Todos estamos condenados! ¡La plaga nos devorará! ¡Pero no temáis, entregad a vuestros fallecidos, y el oscuro señor segará vuestras vidas sin sufrimiento!
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Eric Michel Villavicencio Reyes. Nacido en el año 2000. Natural de Las Tunas, Cuba. Estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad de Las Tunas. Obtuvo el Tercer Premio en el concurso Juventud Técnica de Ciencia Ficción 2022. Fue ganador del II Concurso Internacional de Cuento Primigenios. Han aparecido cuentos suyos en la antología Sueños, Visiones, Terrores(España, 2022), así como en internet y en revistas de factura nacional e internacional, como Ariete, Qubit, Korad y Visceral.
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OJOS VERDES
ESCRITO POR: ISRAEL CELIS DELGADO.
Recibí la invitación de Mónica aproximadamente a las nueve de la noche. Respondí en un santiamén: “¡Cuenta conmigo!". Realmente no me considero una persona que guste deambular entre espacios abiertos, expuesto al calor vigoroso del sol y la compañía de insectos y animales de montaña, pero se trataba de una invitación para festejar que Mónica había llegado al tercer piso, así que accedí a regañadientes.
¿No puede ser una fiesta en alguna playa? pregunté antes de dar un sí rotundo.
No, Hernán. El año pasado fuimos a Holbox y aun así te quejaste de los mosquitos. Accedí entonces. “¡Cuenta conmigo!” Le dije a Mónica sin tanto entusiasmo
¿Serán las mismas personas del año pasado? Mónica era una vieja amiga de la secundaria, pero nos separamos cuando comenzamos a estudiar la universidad. Yo me entregué a las ciencias sociales y ella a la biología.
Un par. La mayoría son unos amigos que conocí en un simposio en Canadá.
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Inmediatamente se me vino a la mente el rostro de una chica oriunda de Canadá que, según Mónica, se había convertido en una de sus mejores amigas. Era guapa, ojos muy grandes y el cabello castaño. Una piel lechosa con notables arrugas en formación. Guapa
¡Cuenta conmigo! repetí y comenzamos a organizar el viaje.
El sábado por la mañana, mientras el alba alejaba las tinieblas de la madrugada, el coche de Mónica se estacionó frente a mi departamento y el sonido del claxon me advirtió que era hora de irnos. Subí al coche por la parte trasera y vi que iría en compañía de dos hombres. En la parte de adelante iba Mónica al volante y de copiloto iba otro hombre. La guapa canadiense nos alcanzaría después. Durante el camino entablé conversaciones con Massi y Duane, ambos compatriotas de Anna, la guapa canadiense Los ojos de mis compañeros de viaje eran de un verde similar al del mar cuando está turbio, pero de una belleza melancólica de la que uno no puede apartar la vista. Su español no era perfecto, pero mi inglés tampoco lo era.
Cuando llegamos a la zona de acampar me encontré con que había olvidado mi casa de campaña y mis nervios me pusieron colérico.
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Calma, Hernán me dijo Massi mientras me hacía un ademán que me invitaba a compartir la casa de campaña de él y Duane. Durante el trayecto para llegar a la zona de campamento me enteré de que ambos formaban una pareja y que el copiloto que estaba en compañía de Mónica se trataba de Emerson, la conquista de mi amiga. Emerson no hablaba mucho así que fue un alivio evitar conversar con alguien más cuyo idioma es diferente al tuyo. Con dos tenía suficiente, pero con mucho gusto esperaba que fueran tres. La guapa canadiense.
Anna llegó una hora después acompañada de otro chico, ahora un mexicano y con una mujer algo mayor que todos los demás. Lorenzo y Corazón de Jesús. “¡Vaya nombre!” Me dije a mi mismo. Tenía que llamarla Corazón y era algo raro, pero después de media docena de veces de llamarla así, fue muy natural hablarle por su nombre Lorenzo era en extremo coqueto y me sentí un poco observado por sus ojos color miel. Resultó ser una persona extraordinariamente divertida e inteligente. Era antropólogo y siendo yo historiador nos entregamos bastante tiempo en pláticas de interés mutuo.
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- ¿Quieres un pastelito? - me preguntó al mismo tiempo que me guiñaba un ojo No supe cómo interpretar su invitación, pero Anna me dio un codazo suave y me dijo que se trataba de brownies de marihuana. Accedí. Todos, menos Emerson, nos metimos un brownie mágico con la esperanza de reírnos más. Duane y Massi tenían los ojos muy rojos al cabo de un rato, pero el verde que vivía en sus cuencas era más notorio y yo, dentro de mi introspección aguda causada por el postre mágico, no podía quitarles la vista. Cuando me percaté que de vez en cuando uno de ellos clavaba la mirada de manera muy atenta en mí, me sonrojé hasta el grado de que Anna hizo un pequeño comentario sinuoso.
Te los vas a comer con la mirada dijo la guapa canadiense y yo no supe que decir. Podía haber aceptado que Duane y Massi me tenían embelesado y también podía achacárselo al efecto de la marihuana. Pude responder eso, pero solo me reí nerviosamente. Para mí mala fortuna descubrí que Anna era una chica demasiada molesta, demasiada extrovertida a diferencia de sus guapos compatriotas. "¿Qué carajo me pasa?" Me pregunté cuando me sorprendí pensando en ellos, admirando sus movimientos lentos y las pocas veces que sonreían, pero lo que más me atrajo fueron esos ojos verdes profundos. Uno podría pensar que eran hermanos a causa del extraordinario parecido del color de sus ojos. Aun así, mi plan era intentar compartir más que una velada con Anna. Quería dormir con ella, si Anna accedía tocaría la gloria esa noche y haría a un lado esos pensamientos que sentía no iban conmigo. Eran aproximadamente la media noche cuando sentí que el efecto del brownie estaba en su clímax. ¡Ay! Me levanté de un solo saltó y todos se quedaron viendo mi actitud irracional. Anna tenía los ojos muy cerrados por el efecto de los postres y Mónica, junto a Lorenzo, estaban dormitando hombro con hombro. Los únicos que nos sentíamos con algo más de vigor éramos Duane, Massi, Corazón, Emerson y yo.
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- ¡Demos un paseo! - la voz de Corazón sonaba distante, cómo si se encontrara en los lindes más oscuros del bosque en el que estábamos. Y de pronto caí en la cuenta de que existía otra razón por la cual no me gustaba acampar. ¡Tenía miedo a la oscuridad que los árboles ofrecen durante la noche, en mitad de la nada, en el centro de incertidumbre! Miré mi teléfono móvil y estaba apagado. Sin una conexión eléctrica mi teléfono permanecería muerto y frío hasta regresar a la ciudad.
¡Vamos! contestó Massi, con su confuso español. No tuve elección, no quería quedarme a solas con Anna y Emerson. Algo en ella me hacía sentir incómodo y cuando aún dudaba, noté que Anna estaba tumbada boca arriba, roncando Emerson despertó a Mónica y entraron juntos a la casa de campaña que compartirían, despidiéndose. Tomé una lámpara de baterías y comencé a caminar detrás de Corazón.
No debemos alejarnos mucho sugerí con la pesadez de los efectos de la marihuana. Mi visión era algo borrosa y mis pupilas captaban la luz de las lámparas distorsionando el haz brillante que brotaba de ellas. De pronto, escuché unas pisadas no muy lejos de donde estábamos. Estaba seguro de que no habíamos caminado más de trescientos metros así que el campamento debía estar cerca, relativamente cerca
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-Hay algo ahí - dije sin especificar a quien de mis acompañantes hablaba
There's nothing, Hernán me consoló Massi mientras apretaba con suavidad mi brazo. Pude ver en la penumbra que Duane sonreía ante la actitud protectora de Massi.
Algo en el tacto de Massi y en la complicidad de Duane me hizo sentir cómodo. Ese par irradiaba empatía, afecto y comprensión. Era la magia que destellaba de esos ojos verdes de ambos hombres. Pero el sonido de pasos nos arrancó a los cuatro de nuestra tranquilidad. El semblante de Corazón se contorsionó según pude notar en el haz de luz que Duane reflejó en su cara Massi se acercó más a mí y Duane hizo lo mismo. Me sentí como un niño protegido por sus padres.
Seguro es algún animal dijo Corazón para no sentirse más asustada de lo que estaba. Pero el incesante ruido de pasos era rotundo que hasta nuestras almas caló. Estábamos irremediablemente intranquilos.
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¡Debemos regresar! chilló Corazón poniendo en evidencia lo que todos suponíamos. Ella era la más azorada de los cuatro. Comenzamos el camino de regreso, pero en aquella asfixiante masa de sombras reflejadas por las lámparas, escuchamos un golpe seco y pesado. Giramos de manera automática porque el ruido provino de la parte trasera de la fila que habíamos formado. Corazón no estaba. Mi respiración se detuvo un instante hasta que escuchamos a Massi avisar que la mujer había caído en un barranco no muy profundo. Llegamos al borde de la abertura que se formó en el suelo y cuando la lámpara enfocó a Corazón, la vimos tendida boca arriba en el suelo, riendo.
- ¡Está muy drogada! - dijo Duane con tono burlón. Y aunque la situación era contraria a la hilaridad, el silencio del bosque se vio interrumpido por estertóreas risas que frenéticamente salían de nuestros pechos. En algún momento los cuatro estábamos sufriendo un ataque de risa gracias a los postres mágicos de Lorenzo. Pero, las risas fueron apagándose dejándonos de nuevo con el silencio muerto del bosque. Corazón se quedó dormido, pude notar.
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¿Cómo la subimos? pregunté y Duane resolvió ir por Emerson. Anna, Mónica y Lorenzo debían estar profundamente dormidos. Massi decidió acompañarme mientras Duane se quedaba vigilando la respiración entrecortada de Corazón. A mitad del camino de regreso mi lámpara se apagó. Olvidé cambiarle las pilas la última vez que la había usado. Massi tomó mi mano y creo que sonrió, y sin decir nada, acepté que entrelazara sus dedos ásperos con los míos. La sensación fue reconfortante. Estábamos cerca del campamento porque pude distinguir las brasas moribundas de la hoguera que habíamos hecho. Pero los pasos que escuchamos anteriormente se posicionaron a no más de tres metros de nosotros. Pude ver, sumidos en la oscuridad con un fulgor escarlata, un par de ojos fijos en nuestros movimientos. Apreté la mano de Massi más fuerte y él hizo lo mismo La lámpara de Massi se dirigió a la silueta horripilante que nos perseguía y advertimos que se trataba de un ente inhumano. Era alto, muy alto. Sus manos negras y con garras casi tocaban sus muslos. No supe si se trataba de pelaje o eran las caricias de la noche, pero estaba cubierto de negrura infinita y azabache. Massi dio un paso hacia adelante porque sentí como me guiaba. El haz de luz iluminó por un breve instante otro ser idéntico al que teníamos al lado. Ahogados de terror, retrocedimos rápidamente hacia donde Duane cuidaba a Corazón.
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Duane estaba intentado hablar con corazón cuando llegamos con él
What happened? preguntó Duane cuando nos vio cansados y con los ojos a punto de salirse de nuestras cuencas. Si hubiera oído el latido de nuestros corazones seguro se alarmaría más. Duane no dijo más y solo se acercó a abrazarnos mientras recuperábamos el aliento. Ese abrazo tendió un puente de confianza entre los tres. Duane nos dio un beso en la mejilla a cada uno y volvió a repetir "What happened?" Le explicamos todos y el adujo todo a los efectos de la marihuana. Pero de un momento a otro, sin previo aviso rompí en llanto. Ahora fue Massi quien me abrazo, para después unírsele Duane
-Gracias, chicos -dije mientras limpiaba las gotas saladas de mi mejilla. Fuimos interrumpidos por un profundo y seco ronquido, proveniente de la garganta a varios metros bajo el suelo. Corazón seguía roncando. Yo estaba drogado, sin duda, pero algo más estaba despertando en mí. Algo bueno. El par de muchachos de ojos verdes era todo lo que necesitaba en ese momento. Y lo último en lo que podía pensar era en la cara de Anna. Duane me sonrió y pellizcó mi mentón. Massi revolvió mi cabello. Logré convencer a los chicos que regresáramos, Corazón no iría a ni un lado y era poco probable que despertara. Ni bien habíamos dado unos pasos cuando un gruñido nos asustó de sobremanera y corrí enloquecido de miedo. Mis compañeros no me dejaron solo porque cuando bajé el ritmo de mi huida pude verlos detrás mío. Y comprendimos que, gracias a mi torpeza, estábamos perdidos en medio de un bosque que ni uno de los tres conocía. Queríamos gritar por ayuda, pero seguramente los seres de cuerpo alargado y piel azabache nos encontrarían rápidamente.
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Nos acurrucamos los tres en un espacio que las raíces de un árbol habían creado, cómo unos brazos macizos para los miedosos El calor que Duane y Massi me proporcionaban era dulce y por breves momentos olvidé el miedo. Supuse que no tendría problemas si en algún momento de mi vida tuviera a una persona que me cuidara, o dos. Me sonrojé, pero nadie lo notó. Massi se quedó dormido en mi regazo.
-Es guapo ¿No? -preguntó Duane y asentí. Pero no me vio así que respondí con un lacónico "si". Escuché una leve risa de la boca de Duane, cómplice de mis crecientes sentimientos, confusos, hacia mis protectores. Porque así los veía, cómo mis protectores. El tiempo pasó demasiado lento, efecto de la marihuana y del miedo Después de unos cuarenta minutos Massi despertó. Sonrió al verse dormido en mi regazo.
Perdón dijo apenado. Me límite a sonreír y a darle un beso en los labios. Sabía que Duane lo aprobaría y así fue. Nos levantamos y acordamos regresar sin tener la certeza por dónde ir. Caminamos más de horas, según nos indicaba el reloj de Duane y faltaban al menos tres horas más para que el sol alejara la malsana oscuridad del bosque.
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Después de recorrer el bosque sin saber a dónde dirigirnos, llegamos a una zona de cuevas Sin duda, éramos las primeras personas caminar por ese lugar después de mucho tiempo, la mano destructora del humano estaba ausente. Decidimos alejarnos porque si bien la humanidad había olvidado ese lugar, estaba habitada por alguna especie de animal que utilizaba herramientas. Hachas y lanzas primitivas estaban expuestas en la entrada de una de las cuevas, esparcidas y manchadas de sangre fresca según pude notar. Estábamos girando cuando del interior de la cueva se escuchó un aullido sórdido y malicioso. Corrimos sin separarnos, siempre sin separarnos. Nos alejamos lo suficiente y nos detuvimos. Me senté en una piedra alargada porque ya no podía, no quería, caminar más Duane me hizo compañía mientras Massi se mantenía en pie, dirigiendo la luz de la lámpara en todas direcciones e intentando buscar por dónde regresar. Sin decir palabra Duane rodeó con sus brazos mi cuerpo inerte. Massi se colocó a mi otro lado y colocó su cabeza en mi hombro. Sentí en mi espalda como las manos de Duane y Massi se tocaban y se acariciaban. Mis manos buscaron las de ellos y se juntaron. Me sentía seguro en compañía de ellos, desde que me presenté en el coche de Mónica hasta ese momento. Y llegué a la conclusión de que mi sexualidad y mi seguridad sobre mi heterosexualidad se estaban desmoronando de una manera agradable. En medio de aquella situación repugnante en compañía de árboles y perseguidos por unas criaturas tenebrosas, inexorablemente me estaba enamorando. ¿Cómo carajo podía estar sucediendo eso en tan penosa situación? Pero, aunque suene a cliché, el amor nos llega a todos en los momentos más inesperados.
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La compañía de Diane y Massi era reconfortante y tenía intenciones de que eso se ampliara, si es que salimos de nuestro aprieto A lo lejos, la voz de Lorenzo nos arrancó de nuestro ensimismamiento. Gritaba nuestros nombres y eso significa que nos estaba buscando. La voz de Emerson se mezcló con la de Lorenzo y en ese momento nos levantamos los tres de un solo salto. Respondimos a los gritos de mis compañeros de viaje y en menos de diez minutos estábamos los cinco juntos. Les contamos a Emerson y a Lorenzo lo que habíamos visto, pero no nos creyeron, aunque ellos afirmaron que si lo habían hecho. Lorenzo tenía un excelente sentido de ubicación y caminamos tras él para llegar al socavón donde Corazón cayó. Seguía durmiendo y roncando. Duane me tomó de la mano y de pronto Massi agarró la otra Parecíamos unos chiquillos, pero era bueno Lorenzo se dio cuenta y solo esbozo una risa de cómplice. Logramos despertar a Corazón y con ramas largas logramos sacarla. Nosotros seguíamos intranquilos, las criaturas que nos acechaban seguramente nos estaban vigilando. El efecto del brownie no se había retirado por completo y el miedo entraba sin mucha invitación. Tenía la certeza que en cualquier momento unas garras nos arrastrarían a las tinieblas. Regresamos al campamento, Anna y Mónica seguían dormidas.
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Es que se comió dos pastelitos dijo Lorenzo con tono apenado, señalando a Mónica. Él fue quien trajo los brownies y se sentía un poco culpable por los efectos que causó en todos nosotros En algún momento me hizo dudar si realmente había visto a esos seres extraños del bosque, pero era imposible que tanto Duane como Massi hubieran compartido mi alucinación.
Me asomé al interior de la casa de campaña y Mónica estaba totalmente inter, parecía un cadáver, pero las ondulaciones de su pecho apartaron esa idea. Anna se retorcía soñando.
Duérmete, lo necesitas. No tarda en amanecer, pero no te preocupes, levántate hasta que te sientas mejor -me dijo Lorenzo mientras se metía en una bolsa para dormir En ese momento no supe que hacer o dónde dormir, pero Duane me invitó a compartir su casa de compaña con Massi.
No vayan a hacer porquerías dijo en tono burlón Lorenzo y escuché a Emerson decir desde el interior de su casa de campaña que nunca se había imaginado que yo...que yo estaba dispuesto a compartir lecho con dos hombres. No uno, dos.
Suertudote sentenció Corazón y fue lo último que la escuché decir esa noche. Me sentía raro, pero Duane y Massi eran tan amables que rápidamente les tomé confianza Estuvimos hablando de lo que habíamos visto en el bosque, de las criaturas que nos persiguieron. Mis ojos se estaban cerrando, tenía mucho sueño y quedé en medio de los dos. De pronto estaba frente a frente a Massi. Abrí los ojos y él tenía clavados en mí esos preciosos ojos verdes.
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No me enojo dijo Duane a mis espaldas. Era una invitación para besar a su novio y así lo hice. Giré la cabeza y mis labios se encontraron con los de Duane. Y así sucesivamente hasta que nos quedamos dormidos. Por la mañana no sabía que pensar. Si eso se trataba de una sola noche o si podíamos llegar a más. Regresamos a la ciudad y fue así como comenzamos a salir los tres. Siempre los tres. Sin saber cómo, yo me sentía muy triste porque pronto se marcharían a su país y me dejarían solo Hasta que ocurrió lo que nunca creí que ocurriría, algo en lo que no había pensado mucho. La experiencia sexual que tuvimos fue reveladora, mágica y decisiva. Por primera vez vi el tatuaje en el abdomen de Duane y eso me volvió loco de pasión de una manera absoluta. Massi era el más callado de los dos, pero era el más expresivo. Quizá el más guapo, pero eso no me importaba. Los dos hombres eran absolutamente bellos y no podía dejar de pensar en ellos y sus ojos verdes.
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¡Vámonos a Canadá, Hernán! era todo lo que quería escuchar porque no tenía intenciones de olvidarlos, de dejarlos y ellos dejaron muy claro que también estaban enamorados de mí
La pregunta de Massi ya tenía respuesta anticipada. No tuvieron que explicarme nada. Una relación de tres no era un tema nuevo para mí, pero si era la primera vez que lo experimentaba y con dos hombres. La noticia le cayó como una bomba nociva a mi madre, pero no estaba pidiéndole permiso, solo le avisé que me mudaría a Canadá y que la visitaría muy seguido. Lloró y lloré cuando nos despedimos. Ahora vivo en Canadá, hace tres años que me mudé y vivo con dos hombres maravillosos que todos los días me llenan de cariño y yo a ellos. El tema de las criaturas del bosque es algo que hablamos regularmente, haciendo conclusiones inexactas, teorías a medias. Mi estómago se pone tenso siempre que hablamos de ello y un miedo absoluto a los bosques se engendró irremediablemente en mí. Y en Canadá bosques inhóspitos sobran. Pero tengo a mis dos hombres para cuidarme, siempre lo harán y yo mataría por ellos.
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Israel Celis Delgado. Oriundo del estado de Oaxaca, pero radicando en la Ciudad de México desde hace una década donde encontré y reafirmé mi pasión por la literatura, especialmente aquella que puede causar miedo Me formé como historiador del 2016 2020 y fue en la universidad donde tomé amor por las letras sin saber que el camino de la literatura no es tan diferente a la historia, por eso me gusta contar las propias. He publicado en diferentes revistas digitales casi siempre con cuento de terror y uno que otro de ciencia ficción. También he publicado en formato físico en colaboración con otros autores en la antología Mundos Disidentes donde todos los protagonistas de cada una de las historias forman parte del espectro de diversidad sexual. Mi filtro, como diría Stephen King, son las historias escabrosas, donde el miedo exista entre los personajes.
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POE DE POESÍA
ESCRITO POR: RUSVELT JULIÁN NIVIA CASTELLANOS.
En dolor, cayó un último crepúsculo para Edgar, que devino con sus silbidos. El poeta, comenzaba a presenciar en las afueras el cielo nubado. El ambiente lo envolvía frío. Todo para él se oscurecía entre lamentos. A su tiempo, caminaba por un callejón. Y su oscuridad de muerte, fue experimentándola con terror. Le llegaron de súbito unas visiones a su mente. Estas eran como invenciones tenebrosas. A lo íntimo, lo impactaron hasta compungirlo. El miedo giró rápidamente por sus nervios escalofriantes Y otra vez umbría, volvió la soledad al alma suya, quien tanto codició la literatura. Sus abstracciones de viejo, lo ofuscaron con sus espantos. Por tal turbación, Edgar estuvo decaído en el invierno suyo, bajo su abismo empozado, yendo él cada vez más hacia lo noctívago.
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El poeta, por cierto, deliraba junto a un bar cualquiera de Baltimore. Deambulaba angustiado en su pesadumbre del opio. Se fumaba con ansiedad lo alucinante. Iba a la vez mareado por entre las reminiscencias suyas. Tambaleante, movía sus pasos por el callejón pútrido, recorriendo la intemperie encolerizada. Y solo, decaía en sus dolencias reprimidas. De golpe, lo afectaban los graves recuerdos. Todo sucedía como una obsesión en Allan, que era su vida sufriente. Así por los instantes, desde su memoria, resurgió una pesadilla estremecedora Era la aparición del pájaro negro, que asustaba, traído del otro mundo. Este animal se asemejaba a su creación poética. Así que por el destino, los dos volvieron a reunirse en esta surealidad. El ave a su hora, parecía mecerse sobre la cabeza de Poe, mientras crecía la noche. Y él solo, oía los chillidos, cerca a su rostro pálido. Y el cuervo, cantaba como queriendo apretarlo con una posesión terrorífica, procuraba mantenerlo entre sus garras para devorarlo.
Rauda entonces esta ave gótica; picó a su artista al final y lo mató, cuando decidió ir hasta su humanidad, arrancando su corazón delator, tras un golpe desgarrador
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BASUREROS DEL TIEMPO
ESCRITO POR: RATZIEL FULCANELLI.
CIEN AÑOS DE AMOR
“ LA MUERTE TIENE ALAS”
Cuando Howard Carter y Lord Carnavon descifraron los jeroglíficos de la Tumba del Faraón Tut Ankh Amon , hace cien años, no supieron si ésas Palabras se referían a los mosquitos o a los buitres.
HALLOWEEN
El Día de Todos los Santos hurgó todas las basuras Sólo encontró huesos. * * *
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ALEX PES CASADO (RATZIEL FULCANELLI). Nacido el 14 de febrero de 1974 en Figueres. Desde temprana edad ya estuvo aficionado a la lectura y a la escritura. Con nueve años escribe su primer poema , La fogata de Navidad. Compagina trabajos diversos ( pastelero , karting Empuriabrava , Cegra Internacional ) con colaboraciones en la prensa local ( Hora Nova , Revista de Girona
) En el año 1996 cumple el servicio militar en Ceuta Tras este paréntesis sigue trabajando en oficios varios ( “parracaire” con Miquel Perich , auxiliar de correspondencia en Correos , peón , recepcionista en el Hotel Port Salins, etc.). En el año 1998 escribe la novela , en lengua catalana, jamás editada titulada “El Cadàver Exquisit” , una novela negra de enredo cargada de despropósitos. En noviembre de 2006 se publica su primera obra impresa , un libro de poemas titulado “ A la Boca de un Pez ” , en la Editorial Emboscall. “ Pasos Hacia la Luz “ (2011) , es su nueva obra, un libro de meditaciones reveladas para ser hechas Obra.
“ Espero que esta Obra sea del gusto y el agrado del lector , ávido por encontrar un Camino y una respuesta a la Luz. Alex Pes.“
Sigue escribiendo hasta día de hoy, con lo que aún hay más---
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AQUELARRE
ESCRITO POR: EL CHINO.
El centro del pueblo se encuentra ubicado aproximadamente a un kilómetro de la carretera principal. Es un pueblo, como cualquier otro, nada que destacar, salvo que hay mucha gente trabajadora, madrugadora y luchona. La mayoría de las personas se dedican a las actividades del campo, que ya no es tan productivo como antes – según los ancianos- , pues ya no hay suficiente agua para regar los campos.
En todos los pueblos hay tradiciones y costumbres, gente muy destacada por su solidaridad, pero también hay personas raras, oscuras y hasta tenebrosas, esas que hacen sentir su negativa presencia La mayoría de la población conoce de oídas muchas leyendas y hasta se cuentan ciertos secretos de los pobladores, identificándolos con algunos personajes como brujas, nahuales y otros. Yo siempre había sido escéptico al respecto, no creía que en estos tiempos se pudiera presentar que una persona tuviera la capacidad de convertirse en un animal o desarrollar conocimientos para molestar, lastimar o perjudicar a un semejante. Este escepticismo fue superado un día a muy temprana hora.
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El camino al pueblo está pavimentado, tiene dos subidas bastante pronunciadas separadas por unos 200 metros, y en general una pendiente bastante marcada; de entrada, es bastante pesado, de regreso es bajada así que se facilita. De día es muy agradable caminarlo porque tiene muchas áreas sombreadas, pasa al lado del panteón y dos cuadras más adelante llega a la parte posterior de la iglesia y por la otra calle, al frente del palacio de gobierno. Cuando vas de salida del pueblo tienes una vista espectacular, observas gran parte del valle, la loma que nos colinda con el otro pueblo y claramente puedes ver la carretera Yendo de sur a norte, al lado derecho de la carretera federal, en el entronque con nuestro camino principal, colocaron un pequeño monumento, lo he visto siempre pero no sé qué significa o porqué está ahí, nunca le dan mantenimiento, no ha habido una ceremonia o algo parecido, pero ahí está desde que tengo memoria.
Los días decembrinos en nuestra región siempre son fríos, en algunos de ellos hasta se llega a sentir una leve brisa y esporádicamente amanece escarchado el pasto o las plantas. En las noches se escucha un leve rumor del viento que llega a despejar completamente el cielo, son noches en que las estrellas están de fiesta iluminando con todo su esplendor nuestro pueblo.
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Uno de esos días decembrinos extrañamente caminaba solo hacia la carretera, era costumbre que desde las 4 o 5 de la mañana había gente en movimiento ya sea yendo al campo o para llegar oportunamente a su trabajo. En mi caso me pidieron que llegara a laborar más temprano de lo habitual, así que salí de mi casa a las 4.45 AM, mi idea era tomar el transporte a más tardar a las 5.00 hrs. El débil viento de la noche anterior no limpió por completo el cielo, quedaron flotando algunas nubes como si fueran pompas de jabón arrojadas por un niño. No se escuchaba ruido alguno. Di vuelta a la iglesia y tomé la calle principal, bajé la primera pendiente pronunciada, al final de esta se encontraba totalmente en calma el panteón, por la prisa que llevaba avance más rápido de lo normal
Al empezar a bajar la segunda pendiente observé que encima del monumento desconocido se encontraban 3 faros con una luz bastante potente, pensé “ hasta que le hicieron justicia ” y continué avanzando. No había avanzado más de 50 metros cuando me pareció que uno de los faros tintineaba, incluso me parecía que subía y bajaba levemente. Primero me limpié los ojos, luego me pellizqué para asegurarme que estuviera despierto y efectivamente, al ir avanzando y acercándome, el movimiento de la luz era más perceptible. No me dio miedo, solo caminé más lento Aún venía solo por el camino Las otras dos luces permanecían quietas. Di unos diez pasos más cuando esa luz que se movía se hizo más intensa, opacó a las otras dos y de repente se convirtió en una especie de relámpago, moviéndose a una velocidad vertiginosa se desplazó del monumento al pueblo vecino en un tiempo que no excedió de 2 segundos; no puedo precisar en qué lugar “cayó” ese relámpago, pero llegó a ese pueblo, la distancia debe ser de cuando menos 1 kilómetro o kilómetro y medio.
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No sabía qué pensar, ¡de verdad, en ese momento no tenía miedo!, volteé, no se veía nadie, continué mi andar, las dos luces restantes mantenían su posición. Me acerqué a unos 150 metros del monumento, las luces cambiaron de color, de un blanco resplandeciente a un anaranjado opaco y después una de ellas se elevó por encima de la otra y se alejó, igualmente que la anterior, a una velocidad increíble. Me detuve, ya no avancé la luz restante volvió a verse blanca, incrementó su tamaño y empezó a tintinear con un movimiento más intenso cada vez. Repentinamente su luz fue cegadora, cerré los ojos, me agaché hasta quedar casi en cuclillas, ahí, por un segundo abrí los ojos y vi cómo la luz pasaba a mi lado a gran velocidad, primero pasó por encima de mi por el costado izquierdo y al momento regresó a la misma altura, pero del lado derecho. Yo seguía quieto, volví a cerrar los ojos, al abrirlos nuevamente vi que la luz otra vez se había detenido encima del monumento.
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Me puse de pie, la luz cambió de color y se fue, desapareciendo atrás de la loma vecina. Quedé agotado, sin energía, me movía lentamente hasta que un vecino me habló y me dijo “¿te congeló el frío?, ¡vienes caminando muy lento!-“, en ese momento vi mi reloj 5.10 hrs. ¡El embrujo de las luces me robó unos 15 minutos! Volteé, la vida continuaba, cuando menos venían por el camino otras 3 o 4 personas.
He platicado mi experiencia con algunas personas, solo las de confianza, y me dicen que las luces son brujas y al haber varias juntas esa noche “como en otro tiempo, en otro lugar”-, estaban en una especie de aquelarre, que tuve mucha suerte que solo me asustaran. La verdad es que no les he dicho que ¡nunca sentí miedo!
Víctor Eduardo Díaz Jiménez (El Chino). Escritor inicial por amor al arte. Ha obtenido premios en concursos locales de Oaxaca por la elaboración de Calaveritas Literarias, tradición heredada de su madre.
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A LA MUERTE
ESCRITO POR: FERREOL vON SCHREIBER BECKENBAUER.
La Muerte anda buscando sin piedad
Una cara en que se pueda retratar Busca incesantemente en la oscuridad Más a la catrina jamás encontrara
Conjura los misterios de la noche Evoca a las ánimas sin funeral
En la soledad del embrujo La tumbas oscuridad alumbraran.
¡Oh Muerte dulce amante del olvido! Diosa de los gusanos reina de los afligidos
Tú que conoces el sufrimiento humano Has de tus huesos un altar digno a los desdichados.
No busques en el ocaso parca maldita Vuestra Calavera es el último alago
Y como el sabio Lovecraft dijese La misma Muerte puede morir soñando.
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Ferreol von Schreiber Beckenbauer autor de literatura de terror, ciencia ficción oscura y fantasía oscura. Entre sus publicaciones se destacan:
El chico de la esquina. Relato de la antología Los múltiples rostros de la muerte. Editorial Aeternum.
Tras las murallas. Relato publicado Revista Vuelo de Cuervos N°9 Ficción Histórica
. La pesadilla de Julián. Microrrelato ganador del Segundo Puesto del concurso Buenos Aires BZ
Sigueme en Facebook y Twitter como @FerreolTerror
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¡Huele delicioso! dice Dulce a su madre.
Y aún falta el ingrediente principal le responde con una gran sonrisa.
Mmm, no puedo dejar de salivar
Ja ja ja, ya casi, amor expresa con ternura . Tráeme la carne. Dulce trae lo que su madre solicitó. La criatura se despierta, comienza a berrear, a patalear. Es inútil. ¡ZAS! Madre e hija cortan la carne y la agregan al puchero. Es hora de comer.
A lo lejos, en un pueblito, unos padres recién descubren que su bebé sin bautizar ha desaparecido.
Lazos que no se rompen
No te vayas, por favor, quédate conmigo Diana se inca y deja que sus ojos se llenen de lágrimas, estira los brazos a manera de súplica hacia la figura que se encuentra de pie. No recibe respuesta alguna. Su madre la mira con tristeza, recuerda cuando Diana era una niña y cuando fue adolescente, jamás lloraba, no quería mostrarse débil ante sus ojos, pero ahora estaba allí, desconsolada a sus pies.
LA CENA DE ESTA NOCHE ESCRITO POR: MÓNICA A. MONTOYA (DELIRIO OSCURO).
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Hija mía, sabes que no puedo quedarme, pero todo estará bien. Has crecido tanto, eres tan fuerte como siempre quisiste serlo y como deseabas demostrármelo. Sé feliz, mi amor se acercó a su pequeña y le dio un abrazo intangible.
Es tan difícil ver por primera vez tu fotografía en la ofrenda… La joven olió la fragancia de flor de cempasúchil que emanaba la figura etérea. Después de un tiempo, los gimoteos menguaron poco a poco . T te veré el siguiente año, ma ´ … se enjuga las lágrimas. Su madre le sonríe y se pone de pie.
Es hora de volver al nuevo hogar a través del camino de pétalos amarillos.
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Siempre juntos
Ahora sí, gordo, cómete todos los platillos y dulces que quieras, también llévate otros más para el camino. ¿Harán falta muchos?
Viejita, deja allí, no te preocupes. A donde vamos habrá de todo esto y más.
¿Estás seguro?
Sí, viejita, llevo años yendo y viniendo, cómo no voy a saber… Anda, ya es hora
Lo sé, gordito mira su casita por última vez . ¿Nuestros hijos, nuestros nietos estarán bien?
Dependerá de ellos, pero sé que así será. Ambos se abrazan y se dan un besito. Emprenden el camino guiados por las luces de las velas del día de muertos.
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Mónica A. Montoya (Delirio Oscuro), México, CDMX, 1986. Maestra, escritora e ilustradora. Licenciada en Creación Literaria por parte de la UACM. Apasionada del terror, el horror, el misterio, lo paranormal, el erotismo, la fantasía, la mitología. Ha publicado obra literaria y gráfica en diversos libros y revistas en formato digital e impreso a nivel nacional e internacional. Colaboró del 2013 al 2021 como escritora, correctora de estilo, diseñadora e ilustradora en la editorial independiente Cristal Escarlata. Forma parte de los antologados en Antología Virtual de Minificción Mexicana desde el 2020. Fue mención honrosa con el microrrelato: “En su cabeza”, en Antología: Microrrelatos de horror escritos por mujeres, por parte de Luna Negra Editores; al igual que en el concurso literario Inspiración en una imagen, por parte de Verso Inefable con la minificción: “La pequeña y el monstruo”. También ha participado en diversas expos y ferias tanto literarias como gráficas. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook: @DelirioOscuroEAD e Instagram: @monyamontoya.
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PUNTO ESCARLATA: GRANADA ESCRITO POR: LORENA AVELAR
El otoño es protagonista en estos silencios y a estas horas. El Sol se asoma después de tanto tiempo de grises y negros que ya parece casi un milagro. Siempre vuelve el preludio por mucho que las sombras dominen el cielo. Hoy siento que en medio de tanta luz ya no veo sombras.
Granada se ilumina con colores que brillan ante los rayos radiantes del astro dominador. Está lejos de mí, a gran distancia, sólo la mente recrea su fachada. Me siento dormida y con el alma extraviada, perdida, en cualquier parte, en cualquier lugar, con el corazón agotado de tanto latir sin miedo. No me importa estar lejos, porque lo que descubro es que no hay nada de lo que alejarse, porque la lejanía se convierte en relativa, cuando no existe nada de lo que separarse.
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Granada me aguarda, me espera con su nocturnal irremediable. Esta ausencia es un mensaje de síntomas y emblemas. Yo lo siento humanizado e invisible, en la artesa de mi voluntad, como un ciervo escondido que a veces se insinúa. La noche se hace íntima en el río del alma que discurre entre guijas sensitivas, moldeadas de piedad. Cuando se quiebre el cristal o su pantalla, el estallido del trueno de la aurora en la piel oscura del sentido. Pero, de momento, se encierra en el caparazón de la distancia.
Granada es imperial entre el pueblo en germen: pasado de palacios luminosos, de ríos encendidos, de valles incansables y calles de voces elocuentes. Ahora, de pronto, se detiene el sueño del aire para idealizar paraísos de arquitecturas ingrávidas. Camino sin fin hacia la cita eterna en una sonata y fuga de soles que se muren en los días donde el amor resiste el suicidio de la caricia ausente.
Granada de cicerones dorados sobre nubes errantes...La noche ilumina el empedrado; mientras los basureros observan, desde las colinas Caminos de gladiadores rubios con plásticos en los ojos tras los cristales de los espejos de los automóviles. Huele a domingo de sueño, a noche de amor, a madrugada de cantar viejas melodías de épocas obsoletas. En la plaza sigue lloviendo mientras el candelabro de los nueve brazos ilumina las villas, ahora apagadas por el sueño. Finalizo con un Punto escarlata me retiro, al otro lado del tiempo y de las horas la urbe sigue durmiendo
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Sus hermanos mayores lo tenían entre ceja y ceja Lo indisponían frente a la madre. Ellos araban la tierra y cosechaban. En cambio, Rolando era un simple pastor de ovejas. Cuando se le perdió una, le conminaron a irse del hogar. La capital era su esperanza para sobrevivir.
El recuerdo de los golpes que alguna vez le dieron (que no fueron muchos, pero sí certeros) le ayudaron a sobrellevar el exilio, a abrazarlo como una solución. Rolando culminó la primaria, luego no tuvo opción de seguir. Requería de acémilas para ir a estudiar. Huérfano de padre, dependía de la voluntad de sus dos hermanos, quienes, con desdén, lo humillaban, por ser pequeño de tamaño y poco útil para las fatigantes faenas del campo.
Rolando se despidió de su pueblito adornado de eucaliptos. En el camino vio casitas de fachadas desteñidas. Con el odio contenido por el destierro; Rolando cogió algo que no debió tomar. Lo llevó dentro de su pequeña maleta: el talismán del abuelo.
EL TALISMÁN ESCRITO POR: MIRZA PATRICIA MENDOZA.
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En Lima, su tía lo esperaba con desgano. Ella tenía un puesto de trabajo para el advenedizo sobrino, que no contaba con estudios que lo favorecieran. Rolando sería barrendero en un gran camposanto de la ciudad. En aquel lugar un espíritu, insurrecto y despreciable, atormentaba a todos los que pasaban cerca de su tumba. Era un brujo que había sido asesinado a traición, con una daga. Por causa de la envidia otro brujo; lo mató en plena borrachera al no soportar oírlo jactándose de su poderío como vidente pactado. Por azares del destino fue enterrado en el Presbítero Maestro. Ahí su espectro atormentaba a visitantes y a otras almas que estaban de paso antes de su elevación. Gustaba de mortificar a quien se cruzase por su camino.
En vida abandonó a su hijo y su hogar, porque su pacto con el príncipe de las tinieblas así lo demandó. De Satán recibiría riquezas, larga vida y clarividencia; a cambio, él le daría su alma La marca de esa alianza quedó grabada en un talismán.
Mas su único hijo falleció al caerse en un abismo, por buscarlo en los pueblos aledaños dejando huérfanos a su prole, entre ellos Rolando, el menor.
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En el primer día de trabajo del muchacho, el espíritu del brujo reconoció el talismán que llevaba colgado en el pecho, y en sus ojos, los de su hijo muerto. Rolando había sido reconocido por su abuelo A los pocos días de iniciada su labor en el Presbítero Maestro sufrió malestares físicos que se fueron intensificando hasta el punto en que sintió los gélidos toques dactilares de los atormentados en sus piernas. Pasados más días, empezó a escuchar cuchicheos, risotadas y pisadas, cuando a su alrededor no había nadie. Los ataques de los penantes eran cada vez peores. Rolando callaba por vergüenza. Un día en plena labor, una extraña le habló:
Ya no lleves ese talismán, por eso ellos te atacan dijo la mujer al pasar por su lado.
Rolando se sorprendió al escucharla y, antes de poder contestar, ella prosiguió:
Tu abuelo está cerca, luchando para que no te molesten. ¡Sácate eso ahora mismo, muchacho!
Rolando dudó, sin embargo, guardó el talismán en su bolsillo sin decir ninguna palabra.
Soy vidente y médium, yo puedo solucionar tu problema. Dame unos cinco mil soles y será asunto arreglado
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Rolando se asustó al oír el monto, se ruborizó y se retiró sin contestarle a la médium. Desde ese día la veía merodeándolo. Él resistía los dolores que le infringían los espectros. Cuando ya no soportó ser el nieto del fantasma más odiado del cementerio, decidió regresar a casa para contar sobre su desdicha. En el camino soñó que su abuelo lo cargó y lo arrulló como a un bebé. Estando en su regazo, llegó un demonio y le introdujo un cuchillo en el abdomen. Uno de sus hermanos tuvo pesadillas también, vio al diminuto Rolando caer por un abismo infinito. Los hermanos mayores sentían culpa de haberlo enviado a la capital. Ellos tenían sus conciencias carcomiéndoles la existencia. Al verlo llegar, a paso lánguido, se alegraron, pero cuando lo tuvieron cerca enmudecieron. Estaba más delgado y ojeroso. Se había consumido. Rezaron y lloraron por él. El joven tenía fiebre y escalofríos. Mientras, en el Presbítero Maestro se desataba una fuerte lucha entre el abuelo contra otras almas malignas.
Al amanecer, trajeron al curandero del pueblo. Éste sacó su atado de coca. Fumó santiguándose y se concentró en la lectura del enfermo. Luego de ver el cigarro consumido y la coca anunció: Lucifer quiere su alma a causa de una deuda.
Los hermanos mayores le mostraron el talismán, el curandero no quiso tocarlo.
No puedo hacer nada, su propia sangre lo ha maldecido, debe regresar y solucionarlo en el lugar donde todo ocurrió dijo, y se retiró.
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Viajaron a Lima. Lo ingresaron a un hospital. De inmediato fueron al Presbítero Maestro y allí encontraron a la espiritista, justo como Rolando la había descrito. Ella los miró de reojo.
Ayúdenos, por favor, Rolando está grave, los doctores no saben qué tiene, él nos contó sobre usted. No sabemos qué hacer con el talismán dijo el mayor.
Yo no hago las cosas gratis dijo reconociendo el talismán.
Nuestro hermano se muere…
¿Traen algo de valor?
Solo cien soles
Lo haré por ese pequeño pago, solo porque él me cae bien. En otras circunstancias cobraría mucho dinero por estos trabajos. ¿Saben? Me expongo a sufrir daño. Ahora váyanse les dijo mientras guardaba el billete.
Ella hizo unas invocaciones, se contactó con el abuelo y le mostró el talismán.
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Debes irte a dónde perteneces: al infierno
No lo haré.
Por tu rebeldía le estás quitando la vida a tu nieto.
El demonio no cumplió su parte de trato. No pudo llevarme a mí, tampoco podrá llevárselo a él.
Ha ordenado a las almas impías a acabarlo. Se lo llevará.
Yo he luchado contra sus secuaces Más no puedo hacer, estoy maldito.
Fuiste tú quien hizo esa porquería de pacto.
Pero, fui estafado.
Bueno, yo traté de razonar contigo dijo ella y arrojó el talismán. No insistió ya que el pago brindado por los hermanos no ameritaba más de su parte.
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El resto de las ánimas se burlaban y reían del hechicero, creyéndolo derrotado por el gran Satanás El brujo se quedó quieto, pensativo.
Rolando caminaba sobre el delicado hilo que separa la vida y la muerte. Su madre y hermanos tenían la esperanza de que la médium haga su trabajo. Rolando no reaccionaba, dormía un profundo sueño. Pasada la medianoche, los que lo agobiaban se retiraron por el llamado de las tinieblas o acaso huyendo de alguna sacra presencia. En el cuarto de hospital Rolando abrió los ojos. Su madre y hermanos se contentaron al verlo reaccionar. A los pocos minutos, dio sus últimos suspiros, dando bienvenida a la muerte Falleció viendo las alas de un ángel que lo fue a recoger En tanto, la médium llegó a su casa y al abrir su puerta dio un grito desgarrador. La esperaba el mismísimo Belcebú, que, al saber sobre la intromisión en sus planes, sopló a sus ojos con su fétido aliento, dejándola ciega hasta el final de sus días.
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MENDOZA CERNA, Mirza Patricia (Lima, 1985) Cuentista Autora del libro: Tenebrismo Editorial Sexta Fórmula 2021.
Compiladora de la antología latinoamericana: Error 404: Vínculo no encontrado Editorial Libre e Independiente 2021. Parte del consejo editorial de la Revista de Literatura Fantástica "El Axioma" Ciencia ficción, fantasía y terror. Su relato en verso «Homo androidecus» ha sido publicado en la Revista Teoría Ómicron (edición Año 5 N° 2) Ecuador
Su relato «Cautiva» ha sido publicado en la Revista Necroscriptum N° 6 octubre 2022 - Guadalajara, Jalisco, México.
Redes sociales: https://www.facebook.com/mirzapatricia
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Hablar, escribir, reflexionar y pensar en la muerte es algo que, muy probablemente, desde los inicios de la civilización se ha dado como algo “natural”, es decir: los procesos de pensamiento, vida y experiencia del humano siempre se han encontrado con este hecho, y se ha tratado de asimilar a los procesos reflexivos de la cultura a través de explicaciones racionales, mágicas, herméticas, esotéricas, religiosas, etc. Todos estos supuestos han significado un intento por comprender el misterio que nos significa la muerte, todos ellos igual de válidos, pero la gran mayoría apelando a una vida ultraterrena donde se castigara o premiara la vida “vivida”, y esto abre una serie de interrogantes, de las cuales solo enunciare dos, a saber: ¿Estos premios y castigos acaso no obedecen a un sistema de represión y control social? ¿Estas son las únicas vías en que podemos entender el fenómeno de la muerte? A mi entender, Jean Paul Sartre abre la posibilidad de mirar “nuestra muerte” desde una nueva dimensión, dimensión que nos confronta necesariamente con aquello que somos: constructo desdichado de las penas de nuestro tiempo a la vez que refugio, templo y salvaguarda de las mejores posibilidades de lo que significa ser humano.
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J U A N C A R L O S P É R E Z C A S T R O .
La condición de nuestra existencia y el reconocimiento del límite que esta nos representa nos permiten formular la pregunta por la muerte, o, como mejor explica Jean Paul Sartre, mi muerte, pues la muerte es un acontecimiento que solo se da para aquel a quien le ha acaecido este hecho, y, sin embargo, la sufre y la padecen aquellos que le han sobrevivido al finado.
La muerte no debe significarnos únicamente la conciencia de nuestra finitud, pues esta actitud solo podría llevarnos a la espera contemplativa de un hecho que tarde o temprano tendrá que llegar, sin embargo, esta espera comodina únicamente nos privaría de tomar conciencia de “mí mismo”, subsumiéndonos en una especie de sopor que en realidad no nos permitiría actuar conforme a nuestra libertad. Así, la muerte debe ser interpretada como aquello que en efecto pone como limitada nuestra vida, y que, sin embargo, no debe ser esperada como el culmen de nuestra experiencia vital, ya que esta puede llegar a nosotros en cualquier momento, a cualquier hora, lo que significaría para nosotros, en primer lugar, asumir la responsabilidad por nuestros actos (libre elección del “para-si”), lo cual ya es un actuar que determina, en todo momento, una postura vital ante los acontecimientos de la existencia; en segundo lugar, debemos comprender que el término de la vida no está identificado con el término de una obra de teatro, por ejemplo, ya que esta relación temporal significa necesariamente que existe predefinido un principio, un intermedio y un final los cuales no pueden ser modificados, porque de suyo comprende una estructura lineal que es inalterable si se desea tener una comprensión concreta de la obra, diferencia de la vida humana. Esta (la vida humana), nos representa biológicamente una forma similar de concebir la temporalidad humana. ¡Pero esto es un gravísimo error de apreciación!
LOS PERROS
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En primer lugar, si bien es cierto que la vida humana tiene un comienzo, por decirlo así, con el nacimiento, también debemos tener en mente que el proyecto que significa ser persona no se da en el comienzo de la vida, si no en un nuevo comienzo que se determina en la edad adulta, es decir, en la toma de conciencia del “ para si” y del “ en si”, lo que significaría replantear una nueva forma de temporalidad humana, por otro lado, y lo que seguramente resultara más evidente de una lectura atenta sobre “El ser y la nada” , es que el hombre está amenazado por la muerte en cualquier instante, no existe ninguna garantía de que llegue a la plenitud, ni a la autorrealización, ni mucho menos a una muerte determinada por el cansancio de la vejez, por ello la muerte representa para Sartre algo “más” algo distinto: “La muerte es un puro hecho, como el nacimiento; viene hacia nosotros desde el exterior y nos transforma en exterioridad. En el fondo no se distingue de manera alguna del nacimiento y denominamos facticidad a la identidad del nacimiento y de la muerte”.[1]
[1] Sartre Jean Paul, El ser y la nada.
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Entonces ¿Qué significa mi muerte? Todo y nada, me explico: el sentido de muerte lo es todo por que determina mi relación con lo finito en mi ahora: “Pero, precisamente, lo propio de la muerte es que puede siempre sorprender antes del plazo a aquellos que la esperan para tal o cual fecha. Y si bien la muerte por vejez puede confundirse con la finitud de nuestra elección y, por consiguiente, ser vivida como el acorde de resolución de nuestra vida (se nos da una tarea y se nos da tiempo para cumplirla), la muerte brusca, al contrario, es tal que no se podría en modo alguno esperarla, pues es indeterminada y no cabe aguardarla, por definición, para ninguna fecha: la espera trae siempre consigo, en efecto, la posibilidad de que muramos por sorpresa antes de la fecha esperada y que, por consiguiente, que nuestra espera como espera sea un engaño , o de que sobrevivamos a esa fecha y, como no éramos más que esa espera, nos sobrevivamos a nosotros mismos”.[1]Es decir, es límite en el sentido de que nos da plena conciencia de mí existir ahora, yuxtaponiendo la posibilidad ineludible de la muerte a la responsabilidad con mi acontecer existencial, lo es todo porque me encuentro amenazado todo el tiempo por ella, y, sin embargo, debo tomar una postura de interacción con este fenómeno y con mi “vivir” en todo momento, es una circunstancia que se encuentra en el seno de mi inconsciente, pero que, al volverla consciente, tomo de una vez y para todo momento la decisión de responsabilizarme por mis actos, ya que ellos solo me pertenecen a mí. Es nada debido al mero hecho de representar propiamente la extinción de mis posibilidades y por consiguiente constituye, no la realización de mis actos en cuanto que humano, sino solamente el carácter factico de la existencia en sí misma.
Ibíd.
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La muerte no significa olvido, pues el olvido solo se da a partir del otro, Sartre dirá: “Ser olvidado es, en realidad, ser aprehendido resueltamente y para siempre como elemento fundido en una masa ” , pero esto no determina que la muerte deba ser vista de forma análoga, si bien es cierto que la situación puede ocurrir (estoy pensando en las fosas comunes, las muertes que ignoramos por que no acontecen en nuestro horizonte social, en la negación que damos a ciertos personajes históricos o, incluso, familiares, etc.), tampoco es indicativo de su manifestación total, o, por decirlo de alguna manera, de su intencionalidad real. “La característica de una vida muerta es una vida de la que se hace custodio el Otro”, dirá Sartre a manera de negar la posibilidad de que la esencia de la muerte es el olvido, pero, también podríamos pensar que es un “fatuus” que nos exige revalorar la posición del otro (que es siempre un “yo”, un “ en si” de la misma forma en que yo también soy un “ en si” que se encara a la existencia): “En realidad, la relación con los muertos -con todos los muertos- es una estructura esencial de la relación fundamental que hemos denominado «ser para otro»”[3].
3 Ibíd.: Este “ ser para otros” podría apuntarnos la necesidad de un esfuerzo de responsabilidad con mis circunstancias, mis proyecciones y mis esperanzas volcadas en una relación que no tiene un fin “para-si”, solo “en-si” .
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En conclusión, podría decirse que en realidad no somos “libres para morir”, sino “mortales libres”, que nuestras elecciones solo pueden estar determinadas por nuestro acontecer, pero en realidad son meramente contingentes, pues el proyecto de persona no se agota con la realización de los actos, siempre serán potencialidades de mi ser, y, como potencialidades, siempre habrán algunas que nunca lleguen a realizarse allende a nuestros grandes esfuerzos, sin embargo, el constructo que es el ser humano está más allá de las dimensiones de la esperanza del porvenir, de la muerte, de las posibilidades de realizar los actos humanos, de la desesperación que causa la indeterminación de nuestra vida. El hombre no desea alcanzar la plenitud porque esto significaría propiamente nihilizar toda posibilidad humana, y, la misma muerte no es la aniquilación de estas posibilidades, la muerte solo es la no consecución de estas:
“Mientras el hombre de la angustia es aquel que, teniendo conciencia de su propia libertad, da al mundo el sentido que él quiere, el hombre serio es aquel que atribuye más realidad al mundo que a sí mismo; y una vez que está inserto en el mundo, no pudiendo volver a sí mismo, adquiere la consistencia, la inercia, la opacidad del ser en sí”.[4]
[4] Bobbio Norberto, El existencialismo, FCE.
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La mejor ubicación de tu lectura es la imaginación.
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