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El culto a la muerte Lorena Avelar
Todos acomodan las imágenes de sus seres queridos en algún sitio. Las fotografías de las personas amadas se veneran en un improvisado altar del recuerdo. La ciudad destila énfasis de fiesta. Afuera muere el sol, algunos cerros reciben en sus laderas las sombras errantes de las nubes. Un cielo plomizo, en el centro arden los cirios y después se repite la mortal polifonía: la columna de fuego, la grieta, la cascada incontenible, la agonía lenta, el parsimonioso descenso hacia el cementerio sumergido. Todos los difuntos, en la lápida, otean la distancia. Pero, en realidad, recuerdan las últimas escenas antes de partir.
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