El Creacionista #4

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2019. Feb.

El Creacionista

Relato: CIAO Febrero: Narrativa Extensa Agatha Cervantes

No. 4

SOMOS MIRADA Y EL ESPEJO EL RESULTADO Bernabé Alberto De Vinsenci

HASTÍO CREATIVO Alma Carbajal

Photo by Plush Design Studio on Unsplash

"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada". Gustavo Adolfo Bécquer

¿Cómo romancear con nuestras aflicciones más profundas, cómo recorrer lentamente las memorias para excitarlas hasta que por fin podamos poner a la creatividad en el punto exacto de la escritura? La relectura de algunos de nuestros libros puede funcionar, aunque este recurso es bien sabido, lo que no tenemos en consideración es que retomar una obra del mismo autor – una que no hayamos explorado en otro género – podría alentar a la musa dentro de la escarpada esfera de la imaginación. Si de otra forma sientes que la mecánica no fluye con la misma intención, quizá haga falta retomar alguna escena del personaje en la realidad – sin llevarla al extremo – pero frecuentar algún lugar, hasta probar sabores distintos profiere al escritor de herramientas menos sistemáticas y más vividas. La única advertencia inocente mediante el método antes mencionado, podría ser que las pesadillas del personaje también se adhieran a su creador, comer y beber de la fuente puede traer consecuencias “severas”. El amor por la creación es una celosía deseada, el escritor se rinde aunque las consecuencias de lo expresado puedan evaporarle el alma. ¿Un amor así, cuasi eterno, acaso no es motivo de envidia para los mortales?


CIAO Agatha Cervantes

2

Estas letras son para recordarte que por más lejos que esté, no olvidare los minutos que entre tus brazos se volvieron una eternidad. Dejo España esta mañana en uno de mis innumerables viajes. Descubrí que este sentimiento de minutos ha resultado más factible y verosímil, que muchos otros a quienes les he entregado esa escatológica duración de meses o años. Nunca había sentido lo que en verdad es querer y transgredirlo para poder pasar a ese siguiente nivel, que sin duda hizo que perdiera la cabeza al mismo tiempo que titubeé en cuanto a tus afectos por ti. Naciste en Madrid; mi familia es de Toledo, pero siempre te gustó que mis raíces fueran mexicanas, te encantó que te hablara del mariachi y de lo picante de nuestras costumbres, quizá por eso en las mañanas te escuchaba tocar la guitarra, para que ya no extrañara tanto mi tierra.

Cambiamos espacios por sentimientos; hicimos de nuestros ratos retratos, a veces el claroscuro representaba batallas, pinceladas humeantes bajo el estrepitoso quejido de madrugada. Cierro la imaginación para no extrañarte, pero el rumor de tu caricia hace inevitable esa tarea a la cual me he propuesto, no contradecirme. El sin querer, ha puesto en mi lenguaje, tanteos de tu rostro y me es imposible no enumerar tu imagen, hasta quebrarme en ansias.

Photo by Toa Heftiba


Piel fina inclusive dura, cuando las posiciones son inconstantes al franquear otra piel de textura deseable, figura firme, inocua; no es desagradable cuando la sientes venir y sin embargo cuando aterriza a lado tuyo, inhóspitamente te vuelves uno. Tu cabello no lo sé definir a la perfección entre la penumbra; tomándolo entre el dedo índice y el pulgar me quedaba dormida en tu sedosidad y el negro contraste, un poco corto, pero no demasiado para poder halar las riendas cuando era necesario. En relación a tus ojos fueron la primera instancia del sentimiento, es imposible no mirarte, cuando tú no apartabas esa insistente contemplación que me recorría minuciosamente el talle.

El día antes de salir en tren a Barcelona – siendo este mi último destino, antes de regresar a Guadalajara – me hospedé en el Hotel paseo del Arte, que quedaba cerca de la estación de Atocha Renfe. Si, lo sé, hemos pasado tantas veces por ahí mirando los alrededores, casi callados y de la mano transitamos hasta que algún monumento nos sacó del mutismo. Ambos no queríamos hablar acerca de mi partida.

Photo by Sven Mieke


Ahí en el umbral de la ventana, en esa habitación repleta de hastió, en donde el aire pesa tanto cliché, vi cómo la tarde bajaba el volumen de la ciudad, coloreándola de un anaranjado rutinario. Pensé en ti, sé que a esas horas visitas la cafetería que queda cerca del departamento para beber tú acostumbrado café de las seis con un bizcocho inglés. Ahí, en las cercanías de un aroma a cafetal nació nuestra primera conversación la cual tradujiste: místico-intelectual-artística-auténtica, concatenada con mis usuales frases en italiano. Pasamos de la invitación de café al vino, a las risas y a susurrarnos delicias que terminaban en diminutas caricias debajo de la mesa A media noche baje al bar del hotel para aplacar – o esta flama que aún no sé si en realidad es tristeza o simple encariñamiento – pero al sostener la copa y beber un poco me di cuenta que estas evocaciones acerca de ti, no terminarían con mi partida. Subí a la habitación, en vano pude conciliar el sueño. Hubiera, hubiera… no quiero que la palabra quede en mi corazón, odio esta marejada de duda, quisiera saber qué haces ahora, si queda algo dentro. Las horas de la madrugada pasaron repentinas y sigo sosteniendo el celular, mirando tu número me detengo para no llegar a final de la marcación, tu voz continua en los recovecos más nimios de mi cabeza.

Photo by Sharon McCutcheon


Photo by Mari Pa

Pasé la noche sentada en la terraza viendo en dirección al departamento, o al menos eso creía, siempre he sido un tanto despistada, aunque tú tenías la predilección latente de que me perdiera contigo en piel y manos. El frío hizo que dormitara unas horas, escuché un knock knock en la puerta y desperté, avisé que bajaba en diez minutos, ni siquiera había desecho ni un poco la maleta, desde la despedida. Lavé mi cara, puse entre mis labios un cigarrillo y jale el equipaje hasta el ascensor, en camino hacia el pasillo miré a una pareja que compartían besos; odio que haya nubarrones sobre mí a punto de predicar lluvia, típicas representaciones de Cupido. Pasé de largo pero fue inútil, me reflejé en ella y te miré en él, fue tan patético de mi parte no poder sosegar lo persistente de esta pena. No tuve espacio para desayunar, la hora se aproximaba generando nudos en mi garganta. La estación quedaba cerca, pero con mis tribulaciones pesándome sobre los hombros, no tenía ganas de caminar. Tomé un taxi con el tiempo justo para comer algo antes de emprender el camino. En el andén, escuchaba varias pláticas, creí oír tu nombre, pero toda esa falacia oral era efecto de mi agonía y de una obsesión instantánea, que pensé desaparecería cuando el tren comenzará su marcha. No me equivoque, aunque sentí un vacío en el estómago, cuando me iba alejando de todos esos lugares que visité contigo, todo se fue guardando en las instantáneas de mi memoria, solo quería sacar el llanto en completa soledad.


Me dispuse a dormir un poco escuchando un poco de música clásica. Pude dormir si acaso una media hora, pero no descanse. El tren ha hecho varias paradas y en cada una de ellas he escrito algo sobre esta carta, al mismo tiempo he querido anclar partes de esta melancolía, dejando tras de sí, suspiros predecibles y monólogos en silencio.

Son las 2:45 de la mañana y mi vuelo esta próximo. No te veré, ni besare, no podré tocarte o volver a establecer ese dialogo cuando terminábamos de conjugar piel con piel. Te despediste beso a beso en mis mejillas, me deseaste buen viaje, pero de tu parte noté que algo faltó; sé que quizá quieres que regrese, pero aun no estoy segura de lo que intuyo. Aquel día… no me decidía a regresar a mi hogar, así que la última noche a tu lado, tomaste mis labios entre tus labios; uniste las horas y el invierno, apagaste mis dudas por un momento; no mostré miedo, solo dejé que deslizaras sobre mi piel aquellas palabras que se quedaron levitando sobre el calor de tu mano con la mía cuando nos presentaron. Ahora mismo, puedo sentir tus dedos detallando pasión cuando desabrochaste mi blusa; quedé sumergida en tu mirada, no podía ver nada más; tus manos palparon brazos, piernas, cuello, botones de rosa sobre mi pecho, recogías el néctar con la punta de la lengua y cada interioridad se estremecía por devolverte de súbito cada sensación, cada rincón se fue dilatando, llenándose de románticos espasmos sin nombre; al final una sola voz va latiendo dentro y sobre de ti. No temí pronunciar “te amo” porque en la opacidad y euforia fue creado. Al concluir el acto, recogiste con la boca pétalos blanquecinos en la comisura de mi pubis, sonreí. Si describo para ti nuestro encuentro, es para dejarte claro lo absurda que suena la palabra olvido entre tú y yo.


Voy encadenada a esta cárcel de distancia y espera; igualmente sé que tendré una respuesta tuya, no diré nada acerca de tu decisión, incluso si me llegases a olvidar, sé que habrá huellas del recuerdo: un viaje a Madrid, aquellas películas suecas sin subtítulos, sexo a media tarde sin invitación; tú, tumbando en el colchón a medio día, párvulo y medio desnudo, incitando a una doble permanencia, derramando penetración entre mis piernas, mirándonos en el infinito preámbulo del cazador cuando tiene la victoria sobre la presa. Quisiera oír que me llamas, que desistes, que tu personalidad ya no te ata a esa forma de la cual contradictoriamente me enamoré. Las distancias nunca son razonables para los enamorados, destierran ilusiones y ponen sobre aviso al corazón de un próximo cataclismo. Han dado la orden de ponernos los cinturones, no hago caso y sigo escribiendo hasta el último momento en que despeguen estos sentimientos del suelo. Busco la plegaria precisa para volver a tu lado, y que pueda esconderme en tu corazón el mayor tiempo posible, antes de que ignores parte de mi existencia en tu recuerdo. Confió en que pronto me des la sorpresa de tu visita a mi país. Que lo que creía perdido en sabanas, no se pierdan en las letras que fui hilando al observar tu fotografía.

La aeromoza es persistente, he ocultado pluma y papel. Las turbinas del avión comienzan a zumbar y mi alma quiere quedarse con tu alma, conforme aceleran mis lágrimas salen y mi quejido pierde altitud. Subo poco a poco hacia arriba, ya no estoy en tierra, nos hemos estabilizado, pero mi corazón sigue al lado contrario, solo ha quedado grabado en el aire, caricias, letras, café cortado y un mensaje tuyo que no leeré porque aun navego entre nubes. Esperaré.


3 SOMOS MIRADA Y EL ESPEJO EL RESULTADO

Desde hoy ya no habrá noche, ni día, dueña del tiempo, el camino es infinito, mis pasos dibujan historias nuevas, ahora no exijo nada, todo hace juego con mi alegría, esta maleta de suspiros, mis pies sedientos de aventura, el aquelarre de duendes danzando dentro, si hoy tuviera un nombre me llamaría gratitud. Voy rumbo al aeropuerto, siento como si este momento ya lo hubiera vivido, cada vez que me fugaba detrás de un colibrí, sabía que algún día también estaría en el aire, mi corazón está inquieto, danza una canción extraña que no alcanzo a comprender, tiene prisa, una infinita prisa por alcanzar las estrellas, calma, estamos cerca, ¿acaso habrá alguien que me impida ser feliz ahora?

Photo by Samuel Zeller on Unsplash

Bernabé Alberto De Vinsenci

Por primera vez hoy no envidio el vuelo de las aves, me siento tan ligera como barco de de papel, como si la gravedad hubiera desaparecido; estiro mis manos y mis dedos llegan hasta la punta del ciprés, podría recorrer toda la ciudad, escalar montañas, alcanzar una nube y beber agua de cielo. Mañana a estas horas, estaré tan lejos. Las cartas de despedida de mis alumnos saben a nostalgia en sus letras, la niña que me habita quisiera llorar un poco y quedarme con ellos sin crecer jamás, los extrañaré, su recuerdo será mi fantasía. Pero ahora estoy solo a un paso de realizar mi sueño de tantos años, la jubilación que pospuse con mil pretextos. Pero todo llega, quién lo diría, es hora de saltar al vacío…


Ese callejón se atribuía a las necesidades de él, el silencio, la incomprensión de aquellas palabras desgastadas y caídas en nadie, era un demente absorbido en su propio ser, atrapado en si mismo. Esporádicamente rearmaba en su cabeza la beatitud de una imagen en campos de ausencia, la analizaba y cuando el sufrimiento procesaba su presente la esfumaba. Las paredes eran su área, el cemento su difusión pesimista, encadenada por la realidad. Se levantó, aturdido en un éxtasis de disturbio. -¿Hay alguien?-Preguntó, aferrándose a las rejas. El eco se esparció estrepitoso sin llamar la atención a nadie, incluso el mismo viento se había resignado, el aullido cayó quedando contemplativo, comprendiendo las acciones cíclicas de vaivenes en vanos. Vio pasar sombras anónimas, con melodías de extremos agudos e instantes de extremos graves sin comunicación, sin fines de interpretación. De pronto oyó una sombra que lo nombraba. -Soy tú…la metáfora ilusoria del espejismoAzorado retrocedió y cayó al suelo. De inmediato distinguió a quien tenía enfrente, de una manera más lógica se distinguió asimismo. En su caída sufrió un golpe que amenazaba su razonamiento. En una catarsis de negación grito, fatigando su aparato fonador, por lo que había empezado a sentir ardor cada vez más intenso. Los nervios cegaron su visión y todo se expandía sin definición de un mismo matiz, solamente oscuro. Permaneció inmóvil, sentado tomando su rostro esperó a la aurora. La consumición del ensueño eterno del cual él había quedado atrapado. El único encierro es creado por quién se encierra…


Photo by marcos mayer

Poesí d últim minut Dos labios, dos manos, una espera. Viernes, miércoles… ¿Lunes? Tentación infinita, huida fugaz solo mírame, solo mírame solo bésame cerca, lejos sola sola contigo.

A.C


El Creacionista


El Creacionista 2019 Alma Carbajal ©


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