2018. Dic.
El Creacionista
Poemario: La indiferencia de las estrellas. César Romero
No. 2
Relato: El hombre desnudo
El ultimo vuelo
Mary Ru y Herrera Farciert.
Marcela P. Veléz
El punto y seguido de la Navidad
Photo by Kelly Sikkema
"Lagrimas invisibles nevaron esa noche. Su rostro ya era escarcha en el recuerdo. Para la primavera llegaría otra sonrisa extranjera". A.C.
Photo by Mean Shadows
Crear en estas fechas deja de ser sublime. Poco antes de las campanadas o el brindis navideño, llega el momento de cerrar el cuaderno. Las sensaciones atiborran nuestra memoria, lo escrito parece cuento de navidad acartonado y desmembrado por la publicidad del supermercado. Luego de pasar noche buena y pasar los doce deseos – aún – atascados en la garganta, es cuando la suma del todo está lista para ser minimizada en la soledad, por el ánimo del escritor. Cortamos el excedente de emociones, mientras tecleamos apresuradamente esperando que la panza tras la guerra decembrina, desaparezca al ejercitar las neuronas, que todavía perecen algunas, por etílico ambiente tipo Chernóbil. Estas fechas no busquen sintonías rotas, o suicidas en el tejado, únicamente quédense con la última gota de agonía que cuelga del vaso, al amanecer.
Alma Carbajal
Del Poemario: La indiferencia de las estrellas. CĂŠsar Romero
2
Perfume entre tus manos, la luz viva del ojo te incita a ungirlo en mi palidez.
Anima difusa, tan solo caricias que no percibo en un lienzo quemado con cicatrices.
Sigo la parsimoniosa resignaciĂłn del sueĂąo.
Photo by Kinga Cichewicz
* PĂĄlido resquicio del cielo que nos mira o nosotros a ĂŠl.
Soplo agrio en el muro, ardoroso parpadeo
Nos miran bajo el imberbe azul los desconocidos pĂĄjaros fugaces.
* Con mis ojos y con tus ojos la lluvia levanta sus cortinas y el croar del negro sapo del tiempo es silenciado.
Photo by Anton Darius
Abro las pesadas hojas, las lleno de estrellas, oscilo en brazos confundidos.
Esa distancia por la que ninguna luz puede cruzar.
* Imperial constelaciĂłn bajo la que hablo, el trĂŠmulo respiro, una sombra que comienza a reptar.
Son tus ojos, es tu rostro en la hondura. Nuestros vientres arrojados contra el reloj.
Photo by MatheusVinicius
3
EL HOMBRE DESNUDO
Mary Ruffy Herrera Farciert. Photo by Toa Heftiba
Al despertar dijo a su mujer:
- Oye hija, hoy es día de pagar la cuota del televisor, seguro que viene el cobrador. Pero ayer no traje dinero de la ciudad, no tengo nada.
- Explícale eso al cobrador – dijo su mujer
- No me gusta hacer eso, parezco un sinvergüenza y me gusta cumplir con mis obligaciones rigurosamente. Oye, cuando llegue nos quedaremos callados aquí dentro, sin hacer ruido, para que él piense que no hay nadie. Dejémoslo llamar hasta que se canse mañana le pago.
Pasado algún tiempo, se sacó la pijama y se dirigió hacia el baño para ducharse, pero su mujer ya se había encerrado ahí dentro. Mientras esperaba, decidió preparar café. Puso el agua a hervir y abrió la puerta de servicio para recoger el pan; como estaba completamente desnudo, miro cuidadosamente hacia ambos lados del corredor, antes de arriesgarse a dar dos pasos hasta el paquete que el panadero había dejado sobre el piso.
EL HOMBRE DESNUDO Mary Ruffy Herrera Farciert.
Todavía era muy temprano y no cabía la posibilidad de que pudiera aparecer alguien. Al tocar el pan con sus manos, la puerta se cerró repentinamente. Aterrorizado se precipitó hacia el timbre y luego de presionarlo, se quedo parado, mirando ansiosamente a su alrededor. Escucho interrumpirse el ruido de la ducha, pero nadie vino a abrirle. Seguramente mi mujer ha de pensar que es el hombre del televisor – dijo- cubriéndose la parte baja con las manos
- ¡María!¡ María!. Soy yo – llamo en voz baja
Mientras más golpeaba, mas silencio crecía en el interior del departamento.
Entonces escuchó que desde abajo se cerraba la puerta del ascensor, el cual iba subiendo lentamente, marcando los números de los pisos.
- ¡Ahora si es el hombre del televisor!
No lo era. Martin se refugió en la escalera de emergencia y espero a que el ascensor pasara su piso. Volvió a la puerta y sujetando el pan, casi a punto de caérsele por los nervios comenzó a tocar:
- ¡María por favor! ¡Soy yo!
Photo by Jason Schjerven
EL HOMBRE DESNUDO Mary Ruffy Herrera Farciert.
Pero esta vez no hubo tiempo de insistir, Martín escucho pasos en la escalera, lentos, regulares; lleno de pánico miro en torno a él, haciendo una pirueta y desnudo con el paquete en la mano, parecía ejecutar un ballet grotesco y mal ensayado, corrió hacia el ascensor apretó el botón y tan pronto la puerta se abrió entro; vio que la empleada de aseo paso y subiendo las escaleras del siguiente piso. Respirando aliviado, seco el sudor de su frente con el paquete de pan, pero de repente la puerta del ascensor se cerró y comenzó a bajar.
Alguien allá abajo, abriría la puerta y lo encontraría desnudo hasta podría ser algún vecino conocido, desorientado se encontraba en una verdadera pesadilla de Kafka, viviendo un momento de autentico y alocado régimen de terror.
Agarrándose de la puerta, la abrió con fuerza entre los dos pisos, obligándolo a detenerse. Respiro hondo, cerró los ojos para tener la momentánea ilusión de que estaba soñando; intento presionar el botón de su piso, mientras que desde abajo, seguían llamando al ascensor.
Photo by Jason Schjerven
- ¡Ah no, eso no! – dijo Martín.
EL HOMBRE DESNUDO Mary Ruffy Herrera Farciert.
Cautelosamente presionó el botón de emergencia y soltó la puerta, entretanto le insistía al sistema, presionando una y otra vez el botón de su piso, para que el ascensor subiera. Por n cumplió su cometido. Ya de vuelta ante la puerta de su departamento, Martin insistió:
- ¡María! ¡Abre la puerta – gritaba, golpeando fuerte, ya sin ningún cuidado.
Martín escuchó que otra puerta se abría detrás de él, se volvió asustado, apoyando el trasero en la pared e intentando cubrirse inútilmente con el paquete de pan. Era la señora del departamento vecino.
- Buenos días, mi señora – dijo él, confuso – gúrese que yo …
La señora aterrorizada, levanto los brazos y se puso a gritar:
- ¡Ay Dios mío! ¡El panadero está desnudo!
La vecina corrió hacia el teléfono para llamar a la policía. Otros vecinos escucharon el griterío y se aproximaron para ver que ocurría:
- ¡Un psicópata!
- ¡Miren qué horror!
- ¡No lo mires! ¡Váyase pa dentro mi hijita!
María abrió nalmente la puerta, al escuchar también el relajo. Martin entro como un rayo, se vistió, sin siquiera acordarse del baño. Pocos minutos después restablecida la calma, golpearon la puerta.
EL ÚLTIMO VUELO Marcela P. Veléz
4
Por primera vez hoy no envidio el vuelo de las aves, me siento tan ligera como barco de de papel, como si la gravedad hubiera desaparecido; estiro mis manos y mis dedos llegan hasta la punta del ciprés, podría recorrer toda la ciudad, escalar montañas, alcanzar una nube y beber agua de cielo. Mañana a estas horas, estaré tan lejos. Las cartas de despedida de mis alumnos saben a nostalgia en sus letras, la niña que me habita quisiera llorar un poco y quedarme con ellos sin crecer jamás, los extrañaré, su recuerdo será mi fantasía. Pero ahora estoy solo a un paso de realizar mi sueño de tantos años, la jubilación que pospuse con mil pretextos. Pero todo llega, quién lo diría, es hora de saltar al vacío…
Desde hoy ya no habrá noche, ni día, dueña del tiempo, el camino es infinito, mis pasos dibujan historias nuevas, ahora no exijo nada, todo hace juego con mi alegría, esta maleta de suspiros, mis pies sedientos de aventura, el aquelarre de duendes danzando dentro, si hoy tuviera un nombre me llamaría gratitud. Voy rumbo al aeropuerto, siento como si este momento ya lo hubiera vivido, cada vez que me fugaba detrás de un colibrí, sabía que algún día también estaría en el aire, mi corazón está inquieto, danza una canción extraña que no alcanzo a comprender, tiene prisa, una infinita prisa por alcanzar las estrellas, calma, estamos cerca, ¿acaso habrá alguien que me impida ser feliz ahora?
Photo by Sebastián León Prado
lPhoto by Joshua Newton
Abro los ojos sin saber dónde me encuentro, todo está tan oscuro, lo último que recuerdo es el paisaje que observé desde el avión, un mar de nubes violetas que hicieron explotar mis ansias contenidas. Ahora todo es tan confuso como los laberintos de mi existencia que se pierden en la nada, escucho el silbido extraño de mi respiración entrecortada, se me antoja como una melodía de violines que se extingue poco a poco, no sé si lo que me duele es el cuerpo o el cansancio de la vida, me percibo como una gota de lluvia que cae infinita sobre mis recuerdos y luego se evapora vestida de silencio; abrazada a la levedad de la noche para entrar a la luz.
Photo by Alexandru Acea
Poesí d últim minut Besos pasados recorren mis labios. La acción desesperada de las horas incurre a extrañarte. Las horas del año aún palpitan sobre el recuerdo, donde la gravedad nula de tus manos buscaron robarse la caricia precisa a minutos, segundos … pasión, pasión… todos los rebeldes…
años,
al
corazón,
necios
y
lo enfrentamos con revolución.
J.M
El Creacionista 2018 Alma Carbajal ©