El Creacionista #25

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NÚMERO 25 NOV. 2020

EL CREACIONISTA ARTES, CULTURA Y LITERATURA

ADÁN ECHEVERRÍA NICOLA CAPPONI ALEQS GARRIGÓZ NOODLE K. VAÍZ CARLA BRUNNI LORENA AVELAR LALO VÁZQUEZ JUAN CARLOS P. CASTRO

ISSN: 2683-2283

ELCREACIONISTA.WORDPRESS.COM


EL CREACIONISTA, año 2. No. 25, Noviembre 2020, es una publicación electrónica mensual, editada por Alma A. C. Carbajal Guzmán, calle 42 Poniente , Tel. (222) 9455332, Puebla, Puebla, México, https://issuu.com/elcreacionistarevista/docs/el_cr eacionista, elcreacionista_@hotmail.com. Editor responsable: Alma A. C. Carbajal Guzmán. Reserva de Derechos: En trámite. ISSN: 26832283. Autor. Responsable de la última actualización de este Número, EL CREACIONISTA, Alma A. C. Carbajal Guzmán. Fecha de última modificación, 3 Diciembre 2020. El contenido y las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación, citando invariablemente la fuente sin alteración del contenido y dando los créditos autorales. El propósito de esta publicación es contribuir a la divulgación efectiva de las nuevas incursiones de la literatura y escritores contemporáneos de México y de otros países de habla hispana. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del autor y editora Alma A. C. Carbajal Guzmán.


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CONTENIDO

6

Nota del Editor

LAS PRÓXIMAS PÁGINAS QUE ESTÁN A PUNTO DE SER LOGRADAS POR EL TALENTO LITERARIO DESCONOCIDO...

Adán Echeverría

Carla Brunni

7

LA HORA DE LA CITA, LOS RELOJES PÚBLICOS, ESFERAS DE RELOJ, SENTIMIENTO SUPERSTICIOSO DE LA HORA, LAS NUEVE CAMPANADAS, LOS RELOJES ILUMINADOS,

Nicola Capponi

TU LENGUA REVOLVIENDO BOCA...

10

SOLO UN COLORES

Aleqs Garrigóz

16

LISTÓN EN MI

11

EL AGUA. EL AGUA QUE RESBALA POR LAS CADERAS NO SOPORTA LA RISA DEL AMOR CANTANDO...

Noodle Kattepon Vaíz

CONOCÍ A LEDA MIENTRAS YO PATEABA UNA PIEDRA RUMBO A MI CASA, ENTONCES ELLA ME SOLICITÓ AYUDA, PUES SE HABÍA QUEDADO ATORADA EN LA RAMA DE UN FRONDOSO ÁRBOL...

12

VAMOS A HABLAR DE DESTELLOS, DE MINUTOS EN SEGUNDOS DE SEGUNDOS EN NADA...

Lorena Avelar: Punto

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escarlata

OTOÑO, CALCULADOR Y RUDO, DEMASIADO, SI ACASO UN BOCADO DULCE, O UN PELLIZCO SALADO; DÍAS TRISTES QUE ACABAN EN NOCHES INQUIETAS, ALARGADAS, QUE NO SALVAN NI EL FUEGO, NI EL ABRIGO DEL LECHO...

19

Lalo Vázquez

ENTRAS EN MI CUERPO CÓMO FUERTE RAYO DÓNDE NI EL SOL, NI LA LUNA PUEDEN HACER ALGO...

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Juan Carlos Pérez Castro

EL LABERINTO DE LA SOLEDAD Y LA PSIQUE DEL MEXICANO


DEL EDITOR Las próximas páginas que están a punto de ser logradas por el talento literario desconocido - son malogradas por algunos que creen estar en las altas esferas de la posición literaria; sin embargo la creación se abre paso con aires renovados, con rostros nuevos, y lenguajes cercanos al público, a la humanidad que reside en cada persona. No busco un desconocimiento, al contrario, comparto el ideal de aquellos profesores que incitaron en sus alumnos el ánimo - y la maestría - hacia la escritura, hacia la creación. Quienes pasamos por la pluma y el borrador de la crítica dura del profesor, sabemos que al escribir llevamos un compromiso, con nosotros mismos y con los lectores que se toman el tiempo para leer. Hoy la lectura esta minimizada, menospreciada. El arte de la escritura es un reto permanente. ¿Y tú te atreves a intentarlo?

ALMA A. C. CARBAJAL GUZMÁN


EL TIEMPO DILUIDO EN “LA CENA” DE ALFONSO REYES. ESCRITO POR ADÁN ECHEVERRÍA No podemos olvidarnos de quién fue Alfonso Reyes, ni soslayar la figura de su padre, el General Bernardo Reyes, de los favoritos durante el Porfiriato que muriera durante el golpe de estado que diera aquel sobrino de Díaz. Habremos de recapacitar en lo anterior para ubicar en el tiempo

la

obra

de

tan

gran

intelectual

mexicano.

Hoy

algunos

descalifican la obra de Alfonso Reyes: “No he podido leer un solo texto de este señor sin dormirme”, y tengo la seguridad de que el uso del verbo leer, no es sobre la obra de Reyes, sino por la costumbre de sólo despertarse para leer lo que se publica segundo a segundo en redes sociales. Con esa idea del tiempo (segundo a segundo) nos acercamos al cuento “La Cena”, del autor nacido en Nuevo León, que fuera embajador de México en Argentina. Hablar de tiempo y Argentina nos hará recaer en la figura de Jorge Luis Borges, quién tuvo la osadía de hablar maravillas de Alfonso Reyes. Borges cita como epígrafe este texto de Reyes: “Esto es lo malo de no hacer imprimir las obras; que se va la vida en hacerlas”. Sabemos que lo que nos hará diferenciar un poema en prosa de un cuento o narración será que en el poema se utilizan se privilegia el uso de las imágenes, y que para las narraciones se buscará privilegiar el uso del verbo. El verbo conjugado nos hará entrega de tres cosas al menos: tiempo, persona y modo. Esto queda muy claro dentro del texto que nos atañe, que es una narración, y cómo el juego de la narración será ir midiendo el paso del tiempo (o el posible paso del mismo, toda vez que el tiempo es relativo), Reyes tiene a bien comenzar su cuento con un verbo: instante entramos a la narración, y vemos que el narrador en primera persona hace énfasis en el verbo “tener” como una necesidad, el infinitivo “correr”, y el participio que es usado acá como adjetivo de calles, señalándolas como “desconocidas”. Desde el primer golpe de letras sentimos la desesperación del personaje-narrador.combinación de estas fuentes.

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“Tuve que correr a través de calles desconocidas.” Desde el primer


La hora de la cita, los relojes públicos, esferas de reloj, sentimiento supersticioso de la hora, las nueve campanadas, los relojes iluminados, el tiempo

transcurrido

en

el

derrotero

nos

hacen

perdernos

con

el

personaje en el tiempo, y en esa desesperación de su carrera; una correría que emprende contra el tiempo, y nos preguntamos con él: ¿Cuándo es que ha ocurrido la escena? He ahí la ambientación inicial que busca desatar en nuestra lectura la idea de la prisa, y avocarnos a la desesperación del mismo personaje, como cargándonos de irrealidad de lo que sus ojos miran: las calles desoladas: “yo dormía en el mareo de mi respiración agitada”. Un personaje es invitado a una cena por dos mujeres desconocidas, madre e hija, que rematan su invitación con un tono familiar: “¡Ah, si no faltara!”. La invitación estaba hecha, y el personaje se siente intrigado y al mismo tiempo agradecido de la invitación, por lo que decide asistir. Una mujer le abre, a la que el personaje-narrador no alcanza a reconocer y que al abrir le dice: “Pase usted, Alfonso”, el personaje no puede dejar de asombrarse al escuchar que le llaman de forma tan casera y cercana. Sin mayor reserva Alfonso es conducido por Amalia hasta el salón donde ya los estaba esperando Doña Magdalena, una mujer de 60 años. El personaje nos describe la casa, los cuartos, las paredes, su decoración así como el mobiliario, y aquel cuadro de un hombre de barba partida. Las dos mujeres vestidas de negro, luciendo joyas antiguas: “El misterio de un parecido familiar se apoderó de mí”.

La cena transcurre en charla y comentarios, el personaje comienza a relajarse, y a sentirse ante la presencia de alguna tía mayor y una prima que empieza a ser solterona. Pero después las cosas siguen de otro modo: las frases de las mujeres parecen volverse una petición. La mujer joven se hace cargo de las palabras y acaba siempre por suspirar, mirando sobre la cabeza del personaje. Acá es cuando Alfonso empieza a sentirse extraño,

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es tal la insistencia de Amalia de mirar sobre nuestro personaje, que lo hace voltear una y otra vez hacia atrás, esperando encontrarse con alguien más pero no hay nadie.


Deciden continuar la charla en el jardín. El autor escribe: “En la oscuridad de la noche pude adivinar un jardincillo breve y artificial, como el de un camposanto.” Las mujeres deciden describirle las flores que Alfonso observa no se encuentran ahí; al grado de que el personaje comienza a confundir las palabras de las mujeres con su fantasía: flores que muerden, flores que besan; tallos que se arrancan de raíz y trepan como serpientes a los cuellos. Y todo lo anterior, hace que el personaje se quede dormido. Al despertar sigue sentado junto a las mujeres que continúan charlando ignorando su presencia, resignadas a tolerar su mutismo. Y es cuando se da cuenta de que los rostros de las mujeres, anta la luz que las alumbra, flotan en el aire, sin cuerpo. Ellas hablaban de aquel capitán, de una explosión que lo dejó ciego, y Alfonso no entiende ¿Cuál ha sido la razón por la que le dicen esto, cuál ha sido el motivo de que lo invitaran a cenar? Las mujeres lo cargan como si fuera un inválido, y vuelven a la casa para mostrarle un retrato. Y se da cuenta de que es él mismo el personaje de aquel retrato, como si se viera en un espejo, como si fuera su caricatura. Las mujeres lo miran con piedad, y corre de nuevo por calles desconocidas, hasta lograr llegar a su puerta, cuando escucha “nueve sonoras campanadas” que estremecen la noche. Todas las emociones de la lectura no terminan de surgir de nuestra mente por la forma en que el tiempo se diluye entre los ojos. La ambientación que Reyes ha puesto en la construcción de la historia y la recreación confunden nuestras percepciones y eso lo que no nos permite soltar el texto y quedarnos en el momento justo de no reconocer si aquella escena ocurrió, fue un sueño, o todo ha sido un desdoble del tiempo en el que el personaje ha vivido una historia fantasmal.

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GIVE ME PASSION ESCRITO POR NICOLA CAPPONI

Tu lengua solo un listón revolviendo colores en mi boca, un atisbo de ojos que me lleva al acantilado de una emoción sombría, sin embargo cálida que se aloja en tus pupilas. Tu piel fácilmente trazable por la punta de mis dedos, que aún no saben que dibujar, pero que tienen el candor de la pasión, toque a toque. Tú, tú, tú ... he olvidado tu nombre solo en milésimas de segundo, porque me has hecho olvidar, que el espacio y la tierra que nos sostiene, no es el paraíso, el paraíso sin duda lo eres "tú ". Ahora toda tu se ha vaciado en mi alma, me desbordo de tus besos, caricias y escrupulosas palabras, que van arraigándose cada vez más y más en mis alas y quiero despegar.

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Abro los ojos, para decirme "no" y regresar al suelo. Tú y yo no podemos ir más allá de la vía láctea, dejaría de respirar, entonces no cabría duda: estaría enamorado.


SUEÑO HUMEDO ESCRITO POR ALEQS GARRIGÓZ

El agua. El agua que resbala por las caderas no soporta la risa del amor cantando el encuentro de la realidad con su propia fantasía. Y cada melodía que duerme escurre melazas tibias que llaman a la lubricación y al desborde, porque en el roce de tu pelvis con la pelvis de la almohada germinan palabras suculentas, dádivas de luz, manglares penetrables para el ritmo concéntrico de tu ansiedad. Tu aliento gime, hacia el anchuroso mar del deseo, su vaivén de dedos y el glande henchido con las consonancias propias del secreto y la convulsión. Lo demás, ese rumor dilatado, es la sal que espera ser expulsada al mundo. No hay más que esponjosas respuestas sin pregunta, un delirio apretado al palpitar de un éxtasis, una explosión de magia, abismo hacia adentro de la dicha. Así de sublime es.

Porque ya amanece así sobre tus sábanas. Respira cada vez más rápido; más rápido, y ya llega, ya está aquí: es el semen… el semen. (Otra vez el semen.)

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No esperes a que el día toque las ventanas de la ciudad.


LEDA CAT ESCRITO POR NOODLE KATTEPÓN VÁIZ

Conocí a Leda mientras yo pateaba una piedra rumbo a mi casa, entonces ella me solicitó ayuda, pues se había quedado atorada en la rama de un frondoso árbol. Me gustó desde que lamió mi cachete izquierdo y por la restregada de su frente en uno de mis hombros. Yo no sabía qué hacer ante sus extraños movimientos, lo único que se me ocurrió fue alborotar su cabello, Leda volvió sus ojos a mí. Eran enormes. Y, me gustó desde entonces. Después de cursar el último año de preparatoria, Leda y yo decidimos buscar suerte en la misma universidad. Ella estudiaría la carrera de psicología avanzaba para tratar a mascotas con trastornos mentales, no comprendía bien por qué deseaba aprender una profesión tan extraña, yo ni siquiera sabía si hallaría empleo, pero decidí apoyarla de todas maneras.

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A mí me fue muy bien, logré aprobar el examen para la carrera que seleccioné como primera opción. Ante el hecho, mi abuelita mandó a hacer un imán que tenía grabado el número de mi matrícula para ponerlo sobre su refrigerador. Yo estaba contento, mi vida tomaba rumbo y comenzaba al lado de una hermosa señorita, en una escuela de aulas bonitas y un departamento que pagábamos entre los dos. El único inconveniente de nuestro nido de amor temporal era que Leda había adornado más de la mitad con postes de madera que tenían un largo cordel que sostenía en la punta una bolita de estambre, no existía un sólo rincón que no tuviera un gato en bulto; de porcelana, barro o construidos con chatarra. Demasiados gatos en la casa.


Resultó que cierto día rentaron el departamento que estaba justo frente a nosotros, el casero se alegró de tener llenó todo el edificio, Leda estaba poco contenta, la noche anterior pudo escuchar a los hombres de la mudanza meter los muebles y quien sabe que más cosas, pero lo importante. Escuchó los fuertes y vivarachos ladridos de un perro. ― No puede haber un perro tan cerca de nosotros. ― ¿Por qué no?. Mientras no moleste la planta que tenemos en el pasillo todo estará bien. ― Sí… mientras esté lejos. Supongo que no habrá problema.

La primera vez que Leda hizo la imitación de un gato, fue cuando un pajarillo azul se detuvo a cantar cerca de la ventana del baño, ella dejó de cepillar sus dientes para acercarse sigilosamente al lugar, el pajarillo bailó un par de veces al verla, pero, se asustó de inmediato cuando Leda se erizó toda al tiempo en que emitía un Geeeee. Cuando el ave se hubo marchado, mi adorable novia dijo ― Miau, miau ― con algo de tristeza. La verdad es que no quise iniciar una pelea, Leda era muy sensible y hacerle bromas acerca de su comportamiento la hubiera puesto seria todo el día. Así que ignoré el raro comportamiento. Esa misma noche me dijo algo de lo más extraño. ― Quisiera atrapar un ratón. Te lo ofrendaría de trofeo. ― ¿Y cómo piensas atraparlo? ¿Con una trampa? ― Claro que no tontito. Lo agarraría entre mis dientes y le apretaría con fuerza su adorable cuellito. Buenas noches.

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Lo siguiente fue de lo más vergonzoso, todas las mañanas desde que decidimos vivir juntos, Leda y yo íbamos al parque que quedaba a unas cuadras del edifico a practicar básquetbol, aquel día fuimos cuando el sol ya brillaba tenuemente por todo el lugar. Nos divertíamos, tranquilos, normal… hasta que apareció la mariposa roja.


Las pupilas de Leda volvieron a hacerse enormes, luego lamió sus manos y comenzó a juguetear con el animalejo que hacía lo posible para escapar de los zarpazos de Leda. Mi novia comenzaba a llamar la atención de los que iban a practicar ejercicios matinales, yo intenté detenerla pero se me escapó rápido; iba a la velocidad del aleteo de la mariposa. Grité aterrado al ver que casi la atropellaba un vocho amarillo. ― ¡Leda, por dios!

Me parece que fue la primera vez que discutimos hasta el grado de no querer vernos en días, ella se marchó a su casa con ojos llorosos. A la quinta salida del sol Leda regresó, pero no me habló, fue a nuestra habitación y se cambió de ropa para irse a la escuela. Los problemas de actitud felina de Leda aumentaron cuando conoció a Rufo, el perro carlino pug de los vecinos, era en verdad una mascota adorable, aunque un poco peligrosa, no sé por qué rayos le gustaba dormir junto a la maceta que teníamos a un lado de nuestra puerta, Rufo era tan negro que se confundía con la oscuridad del pasillo sin luz, también salía de su casa tan rápido como los ratones huyendo de algún depredador.

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Leda tropezó cierta noche con él, prendió la luz para ver de qué se trataba, el perrito ladró a todo pulmón, tal vez no le gustó la forma en que ella lo vio, especialmente cuando pronunció uno de sus tradicionales Geeeee y luego comenzó a perseguirlo por el pasillo. Su dueña y yo salimos casi al mismo tiempo, tuvimos que separar a los dementes a la fuerza. La espantada vecina metió a Rufo a su casa y nos quedó viendo realmente feo, yo moría de pena mientras Leda me rodeaba, restregando su cabeza y diciendo ― Prurr, prurr, maraurrr ― no pude hacerla entrar en razón y toda la noche durmió al borde de la cama, hecha bolita. También roncó.


Las correteadas entre mi novia y Rufo se convirtieron en el espectáculo oficial del edificio, nunca había tenido problemas con los vecinos, por vez primera odié al perro y al extrañó comportamiento de Leda, ¡ya no me parecía gracioso! ― ¡Esto se detiene ahora mismo! ― le grité a ella cuando la vi tendida en el suelo jugando con la pelotita de un afilador de garras felinas color morado. ― ¿De qué hablas? ¡Esto es muy divertido! ― contestó sin dejar de jugar. ― Leda. Escúchame ― dije, levantándola del suelo ― . Me parece que necesitas ayuda, no está bien que continúes portándote como un gato. Creas un alboroto a donde sea que vamos, sin olvidar las veces que te has lastimado. ¡Incluso de gravedad! Así que ¡Esto se detiene ahora!

Deseaba con todo el corazón que entendiera, pero… Ella se me quedó viendo, estirada a lo largo del sillón, bostezó un par de veces antes de pronunciar: ― Tengo hambre ― entonces se levantó para ir a la cocina a comer una lata con atún en agua y un vaso de leche fría. Y, por supuesto, ignorando lo que le había dicho.

El siguiente fin de semana decidí hablar seriamente con su familia, así que no dudé ni un poco en aceptar la invitación de Leda para ir a su casa. Sin embargo mi seudo discurso de psicoanalista se fue por el caño debido a la fiesta que había en su domicilio. Todos estaban contentos. Bebían, cantaban y bromeaban. Perdidos en el alcohol de las cervezas, en los trozos de carne frita al carbón y la música duranguense.

Lo triste es que no logró estudiar hasta descubrir cómo controlar su problema de personalidad. Ella siempre me decía que trataría de ayudar a los felinos atrapados en cuerpos humanos. Nunca entendí a mi novia que se creía gato. Y eso le costó la vida.

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Nadie se dio cuenta hasta que escuchamos el tremendo golpe, Leda se había caído desde la azotea de su inmensa casa, su delirio gatuno la llevó arriba… perseguía un pajarillo azul. Logró atraparlo, aún lo tenía en la boca. ¿Qué habrá pensado la pobre? ¿Qué también tenía siete vidas?, definitivamente olvidó que era humana.


DEBATE DE LAS SEIS ESCRITO POR CARLA BRUNNI

Vamos a hablar de destellos, de minutos en segundos de segundos en nada, de la nada en lo absoluto.

Vamos a hablar de destellos, momentos difuminados, escenas de cortometraje y carreras de automóviles. Vamos a hablar de lo diminuto que pasa el tiempo y de que estoy aquí sentada pero no viendo pasar el tiempo. Vamos a hablar de que nadie tiene la razón de las respuestas que buscamos

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y que berreando nadie consigue respuestas, por favor déjeme hablar de que nadie sabe que tiene hasta que vocifera la necesidad.


Vamos a hablar de poesía, de música de letras sin sentido que solo pocos saben encontrar, hablar de sentimientos y virtudes, porque de odio nadie quiere hablar. Que la lluvia, que el calor, que el frío de otros países muevan al mundo y a los sentimientos porque eso me mueve a mí. Que la alegría de los niños promuevan la inocencia, y destruyan la idea de mentes perturbantes, de sueños agonizantes. Permítame hablar de amor, aunque no sea la autora de tan gran ironía que nuestro Señor creó. Permítame hablar de juegos de humanitos queriendo ser el mejor. Permítame hablar Solamente permítame. Permítame, déjeme hablar.

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aunque no tenga la respuesta de nada,


PUNTO ESCARLATA: OTOÑO ESCRITO POR LORENA AVELAR

Siempre temo la llegada de estos días, hielan las semillas. Me cuesta pensar brillantes o en la tibieza de los nidos. La neblina, llovizna a ratos, hace frío y sufro Otoño, calculador y pellizco salado; días que no salvan ni el donde se sumerge el

cuando se congela la piel y se en cálidas melodías, en ideas tarde es gris, el cielo una suave la inclemencia del otoño.

rudo, demasiado, si acaso un bocado dulce, o un tristes que acaban en noches inquietas, alargadas, fuego, ni el abrigo del lecho, de soledad tortuosa, cuerpo y crece el olvido.

Días de otoño, largos, ventosos, en los que la escasa luz arrasa la vitalidad, la memoria y la alegría. Las hormigas se calcinan y los huesos se entumecen en el camino de la umbría. Me toca la miseria en las raíces, pateo el lodo, levanto la sombra y el haz del trigo.

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Los campos mueren con el muñón de hielo y con el sol disuelto. El viento es una roca enhiesta sobre los brazos, siento su opresión en la cadera como una trenza ondulante que se me aferra y me enferma. Otoño de polvo amarillo y crujientes hojas que tapizan las calles. Frío que baja de la sierra con bandadas de nubes en el cielo, llueve una soledad que abrasa el alma, gotea una desolación que abrasa el cuerpo y sella con Punto escarlata el turbión en mi desierto.


LA COMIDA ESCRITA POR LALO VÁZQUEZ Jun 3 2020. Me senté en mi silla favorita en la mesa del comedor. Toda mi comida estaba ahí; frijoles, tortillas, ensalada de lechuga con jitomate y pepino, un bistek con papas, agua de sabor, postre y otras tantas cosas. Todos ellas viéndome a mí como si yo, fuera el malo de la película. –Ja, ja, ja - dijo la lechuga - hace rato, caminó por mi, un cochino y repugnante gusano con las patas todas asquerosas y tú me vas a comer, ¡Guacala qué asco! Los frijoles todos en coro a una sola voz dijeron: –A nosotros, si no nos quieres comer, no hay pedo. –Pues a nosotras si comenos, guapo -dijeron las tortillas- al fin a eso venimos y ya estamos aquí, todas estamos ¡bien calientes! Comenos papásito. –Yo tengo mucho chile -dijo la salsa- úntame en esas tortillitas que se ven bien ricas, vamos a aprovechar que están calientes. De pronto dijo el vaso con agua de horchata:

De pronto un voz femenina que parecía que venía del cielo dijo: —Toda la mañana haciéndote de comer para que te quedes como idiota viendo la comida, deja de estar de baboso y ponte a tragar que se te va a hacer tarde para irte al trabajo.

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–Ya callen a esa salsa que en todo se quiere meter, nada más porque tiene chile se siente muy sabrosa, no le hagan caso, por eso le dicen la salsa borracha, pero yo sí le quitó lo picosa.


ENTRAS Entras en mi cuerpo cómo fuerte rayo dónde ni el sol, ni la luna pueden hacer algo. Como una enfermedad que se desplaza en silencio y no hay remedio, ni antídoto que la cure. Cuál reflejo de luz que de pronto ciega que ni el parpadeo y ni a ojos cerrados, se quita. Como aire suavecito y puro que respiro profundo y lo siento mío. Entras al punto exacto de mi corazón donde apuntó directo el niño de las flechas y el pañal.

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Entras cómo aroma de recuerdo que me baña todo el cuerpo con su esencia de belleza y me perfuma la razón. Entras a mi conciencia. Te paseas por mis días Te recargas en mi silencio Obligándome a pensarte. Mis latidos aleteos de colibrí Mi boca cascada de amor y en está algarabía, mis sentidos te dan la bienvenida. LALO VÁZQUEZ


PENSAMIENTO

Te abracé y el mundo era mío Nunca me había sentido tan bien Experimenté mil sensaciones.

No sé porque te solté.

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LALO VÁZQUEZ


EL LABERINTO DE LA SOLEDAD Y LA PSIQUE DEL MEXICANO ESCRITO POR JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

Hablar de la figura de la psique del mexicano nos lleva a dar cuenta por un sujeto escindido, un sujeto inacabado que continua con la construcción de sí mismo como un crisol de culturas y una manera de unificar una historia pasada -melancolizada como si la hubiéramos vivido realmente-, un presente incomprensible y que se busca ocultar por todos los medios creando la extimidad, y, un futuro al que nos proyectamos como un campo topológico desconocido. De esta manera, dar cuenta por la psique del mexicano se vuelve en una tarea tremenda, pues debemos recordar que la cultura del mexicano no se agota en una figura por de más estereotipada que se supone es compartida por todos quienes integramos la nacionalidad mexicana. El mexicano y lo mexicano implica una multiplicidad cultural en sus términos más amplios, los cuales trascienden incluso las fronteras geográficas, creando contraculturas y subculturas allende a los clichés estúpidos conllevados por los aparatos ideológicos de la cultura, por ejemplo,

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Hollywood. Así es como empieza “ El laberinto de la soledad ”, donde encontramos la figura del “ pachuco ”, es decir, un grupo amplio de personas con raíces mexicanas que vivían en los Estados Unidos y decidieron crear una identidad distinta a la del mexicano y a la del estadounidense, intentando infundir temor, con la intención de auto humillarse en búsqueda de un no-ser.


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

El no-ser del mexicano, al cual hace referencia Paz, es ese ser humano que desconoce su identidad, que se sabe en falta y que busca de manera desesperada dar cuenta por quien es, por lo que puede realizar y, por supuesto, esconder los temores, inseguridades y timidez común de quienes se desconocen a si mismos. Esto nos lleva a pensar al mexicano como un “yo” escindido, es decir, quebrantado en el seno de su ser, que busca desesperadamente incluso de manera histérica- dar cuenta por su existencia y ser validado por los otros. Por supuesto, esta realidad histórica del mexicano y la mexicana, claro está), se encuentra en una dimensión desconocida, a saber: no determinada, y en esto le va su posible libertad, ya que puede autodeterminar su propia existencia. En el segundo capítulo, titulado como “ Mascaras mexicanas ”, Paz nos habla de las formas en que el mexicano se “esconde”, es decir, se enmascara ante los otros por temor a ser observado en su fragilidad. Este aspecto nos muestra como el machismo otrora máxima aspiración de la mayoría de los hombres mexicanos- es una de las lastras que arrastra nuestra sociedad. Las mascaras que utiliza el mexicano para ocultar su lado sensible han convertido el lenguaje en una condición insensible ante sentimientos y que, de hecho, minimice y ridiculice la figura femenina en un afán de empoderarse falsamente. Esto, claro está, lo encontramos a su vez en la figura del homosexual, al cual denomina despectivamente como “rajado”, es decir, como abierto, pues expone a los demás su lado femenino. Entonces encontramos una particularidad, la de negar la condición sentimental y femenina por observarse como debilidad, cuando en realidad solo esconde el temor profundo por mostrarse categóricamente a los otros y ser abandonados.

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el padecimiento del otro. Se espera, entonces, que el macho mexicano niegue sus


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

En el capitulo tercero se hace referencia al día de muertos y las celebraciones en general, donde Octavio Paz implica que la relación con la muerte es una especie de escape para los sentimientos del “macho”, es decir, es uno de los pocos momentos donde se le permite descargar con la histeria masculina, donde esta bien ser “ rajado ”, y las fiestas, en general, sirven para ocultar, a su vez, todo lo que el macho busca negar de si mismo, y eso explica el por que se hace fiesta por cualquier motivo.

El cuarto capítulo, “ Los hijos de la Malinche ”, habla sobre la relación del capitalismo con las figuras del campesino y el obrero. Por un lado, el obrero es reducido únicamente a una mera fuerza de trabajo por el capitalismo. Así, mientras la figura del campesino recuerda el misterio y la tradición, el obrero se encuentra subsumido a un medio de producción, y por lo tanto deshumanizado. Bajo esta dimensión es que encontramos la postura de remitirse al pasado para negar la

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explotación capitalista, donde la figura de la madre acontece como un punto medular, pero que también recuerda la condición de “ la chingada ”, quien es la mujer que fue violentada en la época de la conquista y que dio como productos a mestizos negados tanto por los indígenas como por los españoles, y cuya condición de venganza por parte del macho mexicano al culpabilizar a la mujer por haberse dejado rajar, lo encontramos en la figura de la Malinche, a quien se le ve como la gran traidora y justifica la violencia ejercida en contra de la mujer, justificación injustificable, por cierto.


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

El capitulo quinto, Conquista y colonia , nos habla sobre el estado de orfandad en que se encuentra la psique del mexicano, es decir: ha perdido la relación con sus viejos dioses, y acoge a la iglesia católica como consuelo ante la perdida de su identidad y raíces. Entonces, la condición del mexicano comienza a construirse en esta orfandad y soledad, donde solo le queda adaptarse a los nuevos aspectos culturales, pero como dice Paz, sin crear, solo adaptándose y reproduciendo la cultura. Pone, para este sentido, el ejemplo de Sor Juana, pues ella tiene que adaptarse a este régimen de “saber-poder” encarnando la doble dimensión de la soledad de la mujer mexicana de aquella época, a saber: la soledad a la que es remitida por el simple hecho de ser mujer (aunque también encarna la posición de la rebeldía y de una búsqueda incesante por la libertad), y la soledad de la intelectualidad.

De la independencia a la revolución es el nombre

del sexto capitulo, donde se nos muestra como el movimiento independentista nada tiene que ver con una búsqueda de la libertad, sino que fue una lucha por el ejercicio del poder donde se encontraron dos clases o estamentos, a saber: criollos y peninsulares. El porfirismo será visto por paz como un regreso a un sistema tanto, la revolución es vista como el primer movimiento original mexicano por parte de Paz, pues es una revelación de base, que busca cambiar la estructura del poder. Sin embargo, la revolución al llegar al poder careciendo de un sistema ideológico termino aceptando las medidas capitalistas, pero con un discurso socialista, lo que llevo a una confusión en el seno del poder.

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cuasifeudal, donde unos pocos terratenientes eran dueños de nuestra nación. Por lo


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

En La inteligencia mexicana, capitulo séptimo, Octavio Paz hace referencia de los intelectuales de la época, donde menciona que tanto intelectuales como artistas, al acceder a trabajos administrativos del gobierno, perdieron su espíritu crítico. Sin embargo, celebra de manera optimista la política educativa ejercida por José Vasconcelos. El ultimo capitulo, titulado Nuestros días , Paz reflexiona sobre la situación y la identidad del mexicano, el proceso en que se ha construido y las circunstancias necesarias para que, el mexicano, pueda alcanzar un desenvolvimiento adecuado a nivel social, político y económico. El autor da sus conclusiones con cierto halo de

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esperanza para el porvenir del mexicano.


JUAN CARLOS PÉREZ CASTRO

CONCLUSIONES

Por lo que damos cuenta del libro, Paz ha elaborado un tremendo esfuerzo recopilatorio por la historia que ha construido la identidad del mexicano, con lo cual intenta dar cuenta por la necesidad de una especie de toma de conciencia mexicana que permita dar el paso decisivo de un estadio infantil a una adultez donde el destino de nuestro país este depositado en los mejores seres humanos. Humanos que dejen atrás los traumas por los cuales ha constituido su incapacidad por autogobernarse y sigue remitiéndose a la “madre” religión o al “padre” gobierno, por lo tanto, El laberinto de la soledad no solo es una

muestra de la psique del mexicano y de la

historia y la cultura en que se ha construido, también es un grito que exige la madurez intelectual y cultural para buscar crear un México mejor, un espacio distinto, o como un servidor a denominado: un mundo-otro .

EL CREACIONISTA | PÁGINA 27


EL CREACIONISTA

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