La aparición de El desafío de la historia no debe constituir una sorpresa para nadie. La necesidad que se ha despertado de conocer los antecedentes que sostienen a la Venezuela del presente sólo puede satisfacerla, y en una importante medida, el conocimiento de su historia. Pero la historia es siempre un desafío: bien se la mire como una disciplina de estudiosos e investigadores que escudriñan el pasado para iluminar los hechos sucedidos; bien se la mire como el tiempo a disposición de las generaciones para realizar proyectos y cumplir tareas. Siempre será un desafío. De allí la aparición de El desafío de la historia. Será ésta una revista rigurosa y amena a la vez. Cumplirá con las exigencias de la investigación más seria posible, pero igualmente buscará deleitar a su lector. No la animan parcialidades ni intenciones grupales. Se espera que sus páginas sirvan al disfrute del conocimiento, y también al aprendizaje y la enseñanza. El desafío de la historia cubrirá una variedad muy grande de temas. Muchos creen que la historia sólo es un asunto de luchas y contiendas políticas, y además, que sólo brinda cabida a los grandes hombres que han conquistado la gloria y el poder mediante nombradas ejecutorias. El contenido de El desafío de la historia abrirá un espacio más amplio, de manera que otras actividades humanas y otra suerte de logros, no menos dignos ni atractivos, también tengan su importante lugar. El desafío de la historia se publicará mensualmente. Un tema central, que conformará un dossier, presidirá cada número. Se tendrán, además, unas secciones fijas, en el sentido de que aparecerán siempre, y, desde luego, habrá novedades que, seguro se está, atraerán el interés del lector. Aquí está, pues, el primer número de El desafío de la historia. El beneplácito de sus editores, al verlo salir, sólo será pleno si quienes lean sus páginas pueden verlas como disfrute y como una franca posibilidad de conocer, como un medio de saciar las necesidades de saber acerca de lo que constituye la vida y cultura de Venezuela, y especialmente como un genuino entretenimiento para el espíritu.
Asdrúbal Baptista
• Secciones
Editor Asdrúbal Baptista
Contadora María de la Luz García
Director general Crisanto Antonio Bello Vetencourt
Departamento de informática Carlos Vivas González
Consejo editorial Asdrúbal Baptista Elías Pino Iturrieta Inés Quintero Crisanto Antonio Bello Vetencourt Crisanto Bello Paoli
Recepcionista Berenice Durán Márquez
Colaboran en este número Maribel Espinoza Rafael Fagúndez María García de Fleury Milagros González Carlos Hernández Delfino Helga Lindorf Álvarez Oscar Martínez Alegretti
Asistente de oficina Leila Ramírez Nieves Mensajería Marcos Sequera Díaz Asesor legal Ruden McClosky s.c Raif El Arigie Harbie Mercadeo MAD publicidad, C.A. Simón Neumann
Secciones Carlos F. Duarte • La vida cotidiana Carlos Irazábal • Deporte Rodolfo Izaguirre • Cine Mariantonia Palacios • Música
Diseñadoras gráficas Claudia Parra Gabaldón María Victoria Llovera Retoque fotográfico María Victoria Llovera Dirección de impresión y distribución Pedro Luis Bello Vetencourt Dirección de mercadeo y publicidad María Cecilia Bello Vetencourt Documentación e investigación Carol Pérez Javier Rodríguez Fotografía Yuri Liscano Fotografía en Mérida Rafael Lacau Fotografía en Mondragón (España) Juan Manuel Berrueta Administración Ma del Carmen Rodríguez de Zella Asistente de administración Fabiana Spinetti D’Ascoli
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Dirección de iconografía Vilma Lehmann
Dirección de arte Claudia Parra Gabaldón
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Estampa La moda francesa Historiadores y cronistas Francisco Javier Clavijero Cine Iwo Jima: la historia se abraza a un resplandor. • Rodolfo Izaguirre Una entrevista a la Negra Matea Tradiciones en la historia Matea Bolívar: la Negra Matea. • María García de Fleury Deportes Nuestro béisbol. Historia de una pasión. • Carlos Irazábal Arreaza
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Redacción Xavier Reyes Matheus
Investigación de iconografía Sheila Salazar
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grupo editorial
MACPECRI Una publicación del Grupo Editorial Macpecri C.A. Multicentro Empresarial del Este. Torre Miranda. Núcleo B. Piso 15. Oficina 154. Chacao. Caracas, Venezuela. Tlf. (58-212) 263.6293 Fax. (58-212) 264.0798 RIF: J-29355653-8 www.macpecri.com Impresión Printer Colombiana S.A. Cantidad de ejemplares 30.000 Distribución C.A. Editora EL NACIONAL El desafío de la historia es una publicación mensual y su contenido es propiedad de Grupo Editorial Macpecri C.A. Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier texto o imagen sin la previa autorización de Grupo Editorial Macpecri C.A. Grupo Editorial Macpecri C.A no es responsable del contenido de los artículos, ni de los conceptos expresados en ellos. La responsabilidad es exclusiva de sus autores.
Depósito legal: pp200702DC2655 ISSN: 1866-8068
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Las mujeres provocativas. • Carlos F. Duarte
Un momento en la historia El 14 de febrero de 1936 Libros, CDs y DVDs
• Artículos
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Los empréstitos de la Gran Colombia.
• Carlos Hernández Delfino
Gaviria, el que le robó la bandera al Tirano. • Crisanto Antonio Bello Vetencourt La carimba. Sello del comercio de esclavos. • Rafael Fagúndez El temible Olonés en Maracaibo. • Oscar Martínez Alegretti
Caracas cara, ¡carísima! • Asdrúbal Baptista La palabra cantada. Herramienta evangelizadora en América. • Mariantonia Palacios 208 años de la llegada de Humboldt y Bonpland. • Helga Lindorf
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• Dossier
42 Francisco de Miranda. Una vida universal • La familia de Miranda
• Tránsito vital. • Manuel Rodríguez Campos
• Miranda y los mantuanos. • Inés Quintero
• El doctor James Barry: ¿hija de Miranda? • Xavier Reyes Matheus • Documento: Gestiones de Miranda en los Estados Unidos
• Colombeia: el Archivo de Miranda • Miranda y las mujeres
• Documento: Miranda y O’Higgins. Consejos a un joven
• Claves sobre el fracaso del Precursor. • Elías Pino Iturrieta • Miranda en el Arco de Triunfo
Las crónicas de Bolívar Coronado en la editorial de Rufino Blanco Fombona En los años 1917 y 1918 la Editorial América de Madrid, propiedad del escritor venezolano Rufino Blanco Fombona (1874-1944), lanzó una colección que llevaba a veces el nombre de Biblioteca Americana de Historia Colonial, y otras el de Historia Colonial de América. En tres volúmenes, esta colección comprendía siete títulos: del “Maestre Juan de Ocampo”, La Gran Florida, Los caciques heroicos (Paramaiboa, Guaicaipuro, Yaracuy) y una crónica de la conquista y colonización del reino de la Nueva Umbría en 1518; de “F. Salcedo y Ordóñez”, Los Chiapas (Ríos de La Plata y Paraguay); de “Diego de Albéniz de la Cerrada”, Los desiertos de Achaguas (Los Llanos de Venezuela); de “Fray Nemesio de la Concepción Zapata”, otro libro sobre Los caciques heroicos (Nicaroguán), y de “Mateo Montalvo de Jarama” las Misiones de Rosa Blanca y San Juan de las Galdonas en 1656. El lanzamiento de esta colección tuvo que ver con la llegada a la capital española, en 1916, del polígrafo nacido en Villa de Cura Rafael Bolívar Coronado (1884-1924), más recordado hoy en día por ser el autor de la letra de la zarzuela Alma Llanera, musicada por Pedro Elías Gutiérrez. Aquel singular hombre se puso a disposición de Blanco Fombona para trabajar, con miras a que la Editorial América los publicara, en una serie de legajos muy valiosos que decía haber encontrado en la sección “Manus-
critos” de la Biblioteca Nacional, en la Municipal de Madrid, y en otros depósitos españoles de libros y documentos. Según explicaba la casa editora, al darle curso a esta iniciativa se pretendía “acrecentar el acervo documental de la historia de la conquista de América con una colección originalísima”, y abocarse al rescate de “arcaicos escritos que en muda impasibilidad esperan que el soplo reverente de la historia disipe la nube de polvo que los vela”. La realidad era que Bolívar Coronado falsificaba todas aquellas crónicas, de las cuales indicaba, para dar la mayor impresión de verosimilitud, incluso la cota con la que estaban registrados los documentos y las características físicas de los códices en donde supuestamente obraban (“forro de piel cruda”, etc.). Se dice que cuando el inflamable Blanco Fombona se enteró de la estafa salió a buscar a Bolívar Coronado para retarlo a duelo, pero el hábil falsificador (que reproducía muy diestramente la lengua y el estilo de los cronistas antiguos) se había ido ya de Madrid. Las crónicas inventadas, a las que quizá haya que sumar otras publicaciones de la Editorial América –como las cartas de los últimos virreyes neogranadinos, incluidas en una colección distinta–, corren aún por las librerías.
El bautismo de Uslar Pietri Esta partida muestra la importante figuración social que, desde el momento de su nacimiento, tuvo Arturo Uslar Pietri: sus padrinos de bautismo no son otros que el propio presidente de la República, general Cipriano Castro, y la primera dama Zoila Rosa.
Las rutas del Táchira a Caracas en el siglo XIX Para llegar a Caracas desde el Táchira había, en el siglo XIX, dos caminos. En el primero y más usado, hacia el norte, el viajante debía ir desde San Cristóbal hasta Cúcuta y tomar posteriormente una embarcación en el puerto colombiano de Villamizar; navegando el río Zulia, se llegaba hasta Maracaibo y allí era necesario solicitar un pasaporte holandés para emprender el viaje a Curazao en lo que llegara un barco europeo. Así se pasaba de la isla a Puerto Cabello y, por fin, a La Guaira. El otro camino, por oriente, comenzaba también echándose a las aguas de un río: el Uribante, desde Puerto Vivas, y luego el Apure y el Orinoco hasta Ciudad Bolívar; siguiendo por el Delta se salía al Mar Caribe, y por él a Trinidad; y entonces se venía en navegación de cabotaje tocando Güiria, Carúpano, Guanta, Carenero y…¡La Guaira!
• Estampa En la década de los 30 del siglo XIX, cuando apenas se formaba la república, la moda francesa se convirtió en la forma visible de un modelo de nación deseada. Los encajes y las telas eran algo más que meras formalidades de salón: constituían patrones morales, sociales y, en última instancia, políticos, que parecían indispensables para una nación necesitada de referentes de ciudadanía. Adaptar el traje europeo era una manera de asumir formas modernas de socialización sin las cuales parecía imposible la empresa republicana.
• Historiadores
Francisco Javier Clavijero La apreciación de Francisco Javier Clavijero sobre las culturas prehispánicas marca claras diferencias con el entendimiento tradicional que sobre ellas se había tenido. Clavijero nació en Veracruz, México, en 1731, y murió en Bolonia, Italia, en 1787. Sacerdote de la Compañía de Jesús, tuvo el privilegio de una esmerada educación en la que no podían faltar estímulos derivados de su propio siglo -el Siglo de las Luces-, y de la cercanía que desde niño tuvo a la vida y a las lenguas indígenas. La expulsión de los jesuitas ordenada por Carlos III marcó el rumbo de sus reflexiones hasta llegar a convertirlo en una de las más profundas voces criollas brotadas del seno de los religiosos expulsados. Su obra fundamental fue la Historia Antigua de México, escrita en el exilio. El solo hecho de valorar en sus páginas con especial consideración la vida anterior a la llegada de los españoles le otorga un espacio singular entre los libros de la época. En lugar de recrear los hechos de una cultura considerada como bárbara, concede más bien crédito a sus protagonistas y al espacio en el que se desenvolvieron. Su estudio reconstruye un escenario al modo de la antigüedad clásica, en el cual se refleja el orgullo de los criollos en claro reto a los análisis usuales de los lectores europeos. Como la sociedad vive entonces las postrimerías del tiempo colonial, influye en el crecimiento de las visiones que alimentarán las luchas de la Independencia. En plena reacción contra los imperios tradicionales, nutre el ideario separatista que pronto se hará una realidad a lo largo y ancho de la América hispana. Estudioso de los más célebres pensadores de su época, extrae de ellos lecciones que le permitirán tener un método para un entendimiento equilibrado y adecuado de la sociedad anterior a la llegada de los conquistadores. Admirador de Sor Juana Inés de la Cruz, transmite como ella la sensibilidad de los criollos que se sienten llamados a grandes empresas. Cuando el monarca español lo expulsa junto con sus hermanos de orden religiosa se torna en portavoz de una “americanidad” capaz de influir en otros autores. También escribe en Bolonia una Historia de la Antigua o Baja California en la cual defiende a rajatabla la obra de los jesuitas en la región, texto combativo y erudito que no alcanza la estatura de su obra mayor sobre los orígenes de su sociedad. La obra de Clavijero es de gran trascendencia para la sociedad mexicana, pero también para las sociedades del vecindario. Como muchos jesuitas de la época, desterrados o no, perfila un sentimiento de separación espiritual con la metrópolis debido a la simpatía y entusiasmo, no pocas veces excesivo, por los elementos indígenas y por los resultados del mestizaje. La comprensión del proceso independentista se ayuda grandemente si en sus raíces se colocan obras fundamentales como la Historia Antigua de México.
• Cine • Rodolfo Izaguirre
Iwo Jima: la historia se abraza a un resplandor CARTAS DESDE IWO JIMA (LETTERS FROM IWO JIMA). GÉNERO: DRAMA. AÑO: 2006. PAÍS: ESTADOS UNIDOS. DIRECTOR: CLINT EASTWOOD. INTÉRPRETES: KEN WATANABE, KAZUNARI NINOMIYA, TSUYOSHI IHARA. PRODUCTORES: CLINT EASTWOOD, STEVEN SPIELBERG, ROBERT LOREN. GUIÓN: IRIS YAMASHITA, PAUL HAGGIS.
En las producciones del cine bélico de Hollywood se hizo tradición que los soldados japoneses fuesen vistos como gente bárbara y feroz, ajenos a cualquier gesto humanitario; mucho más brutales que los nazis tal vez como insistente retaliación por el sorpresivo ataque a Pearl Harbor el 17 de diciembre de 1941. Que un norteamericano de tendencia republicana haya realizado, dentro de la propia industria de Hollywood, dos films que ponen en entredicho el honor militar norteamericano y asumen la pers-
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EL DESAFÍO DE LA
historia
pectiva japonesa en relación a la célebre batalla de Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial, exaltando los códigos de honor del soldado japonés, es algo que debe considerarse como un extraordinario acontecimiento. ¡Lo hizo Clint Eastwood! No solamente dignificó al soldado nipón en Cartas desde Iwo Jima, (Letters from Iwo Jima), sino que cuestionó el honor militar norteamericano en La conquista del honor, (Flags of our fathers: Banderas de nuestros padres): dos films que conmovieron y estremecieron a los espectadores en 2006. Iwo Jima es una isla volcánica perteneciente al Japón y el monte Suribachi fue el lugar donde se libró una batalla sangrienta en la que sucumbieron 20.000 japoneses. La foto de varios soldados enarbolando la bandera americana en la cima del Suribachi se convirtió en icono universal. Sobre esta foto, Clint Eastwood desarrolla La conquista del
honor. Tres de estos soldados regresan al país aclamados como héroes por los altos jerarcas militares; pero pronto se percatan de que están siendo utilizados en una campaña nacional para vender bonos de guerra y recaudar fondos para que el país, colapsado económicamente, pueda continuar la guerra. Son héroes mientras se mantienen los combates, porque una vez finalizado el conflicto, uno de ellos, un indio, muere alcoholizado víctima de la fascista irracionalidad racial de quienes lo exaltaron a la gloria; y otro, se enfrenta al desengaño de las falsas promesas para encontrar un trabajo digno. Se trata de una curiosa película bélica: revive las circunstancias del desembarco en Iwo Jima y documenta los combates contra un enemigo oculto en cuevas, pero se cuestiona a sí misma porque su verdadero tema es el honor militar y las perversas manipulaciones de que es objeto. La reflexión de Eastwood va
aún más lejos: no puede existir honor alguno para los que sobreviven a una matanza como la de Iwo Jima si ese mismo honor se les niega a los que allí murieron, toda vez que quienes lograron salvarse se crispan y avergüenzan de sus hazañas en los combates. Eastwood descompone el relato, prolonga su duración; altera los tiempos y tiende a reiterarse porque son muy similares los derrumbes interiores y emocionales de estos héroes que se resisten a considerarse como
tales. No se compromete políticamente y tampoco condena la manipulación a que se someten o son sometidos los héroes de Iwo Jima. ¡Es una valoración que deja a los espectadores! Hilando fino, algunos podrán asociar esta historia de sordas manipulaciones del honor militar con la
• Iwo Jima, un lugar al que la posteridad ha concedido valor de símbolo. En esta isla volcánica tuvo lugar una sangrienta batalla, en los meses de febrero y marzo de 1945, entre fuerzas de los Estados Unidos y del imperio japonés. Ambas potencias se habían hecho presentes en el escenario de la Segunda Guerra Mundial tras el ataque a Pearl Harbor en 1941.
desacertada aventura política del Pentágono y de la Casa Blanca en Iraq. Mucho más interesante es Cartas desde Iwo Jima. Vistos como gente bárbara y feroz por el cine bélico hollywoodense, los soldados japoneses se muestran como lo que siempre fueron entonces: seres humanos arrastrados por sus dirigentes políticos y militares a la cruel absurdidad de una guerra; obligados a sacrificar sus vidas por la gloria de un emperador a quien seguramente no alcanzaron a ver nunca; a morir por la devoción al país natal y por el propio honor personal, avivado por una cultura edificada sobre normas éticas de extremo rigor.
Lo expresamos en nuestros comentarios en el vespertino El Mundo, de Caracas: lo que resulta admirable en Cartas desde Iwo Jima es que recoge la otra mirada de la batalla de Iwo Jima: cómo ve el ejército imperial la llegada de los invasores; cómo se organiza la resistencia japonesa cavando en la roca del Suribachi una red de túneles comunicantes y cómo va creciendo nuestra admiración hacia el general Tadamichi Kuribayashi. Cartas desde Iwo Jima es la películas bélica más importante de los últimos tiempos porque más allá de los combates y el horror de la guerra misma, hay ramalazos de conmo-
vedora humanidad que surgen de los fragmentos de las cartas que los soldados y el propio general Kuribayasi reciben de sus madres, novias o esposas. Los contenidos de estas cartas, decíamos, no difieren de las que también en su momento están recibiendo los soldados norteamericanos; noticias de la vida cotidiana: los perros que rompieron una cerca, las gallinas del corral; cuídate mucho, espero que regreses.... Eastwood centra, además, su mayor atención en dos personajes: Saigo y el Barón Nishi. El primero no es un soldado sino un humilde panadero que aspira sobrevivir a los estragos de la guerra para regresar con su mujer y conocer al hijo que nació después que fue reclutado por el ejér10 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
cito. El otro fue campeón olímpico en equitación y al igual que Kuribayashi vivió en los Estados Unidos. Cartas desde Iwo Jima reflexiona no sólo sobre el honor sino sobre la nobleza de alma de unos soldados japoneses aniquilados en una guerra monstruosa. A diferencia del norteamericano, el soldado japonés prefiere suicidarse antes que rendirse al enemigo. De allí que Cartas desde Iwo Jima vaya más allá de su propia circunstancia política. En un gesto nunca visto antes en Hollywood, el cine bélico, la historia, se abraza a un insólito resplandor: la eterna e inalterable belleza del enemigo visto como un simple ser humano.
Una entrevista
a la Negra Matea
Matea ha sido uno de los pocos personajes de nuestro pasado histórico entrevistados por un periodista: Manuel Briceño, representante de la prensa colombiana que la visitó en 1883, en San Mateo, cuando Matea contaba 110 años. La entrevista transcurrió así: ¿Cómo se llama usted?
¿En dónde estaba usted en San Mateo?
‘Matea Bolívar, del servicio de mi amo Bolívar’. ‘En el llano, en el pueblo de San José’.
‘En el trapiche, cuando los españoles bajaban el cerro. El niño Ricaurte mandó salir la gente y fue a la cocina, le pidió un tizón de candela a la niña Petrona y nos mandó a salir por el solar’.
¿De cuántos años vino a Caracas?
¿Usted vio qué hizo Ricaurte?
¿En dónde nació usted?
‘Como que eran cuatro años’ ¿A dónde vino?
‘A la casa de mis amos, en la plaza de San Jacinto, onde nació mi amo Bolívar’. ¿Cómo era la casa?
‘Subió al mirador donde estaba la polvorera’. ¿Adónde se fueron ustedes?
‘Cuando corríamos por el pueblo onde estaban peleando, estalló el trapiche y a nosotros nos metieron en la iglesia’.
‘Era alta y se cayó con el terremoto’
¿Qué dijo Bolívar?
¿Quiénes vivían en la casa?
‘Yo no oí conversar a mi amo porque nosotros no nos metíamos en las conversaciones de los blancos’.
‘En la parte alta vivía mi amo Juan Vicente, y en la baja mi ama Concepción’.
¿Para qué le dio fuego Ricaurte a la pólvora?
‘Pues para defenderse y defender a los demás’. ¿En dónde nació Bolívar?
‘En la alcoba de la sala’.
¿Y usted, por qué es Bolívar?
¿Quién crió a Bolívar?
‘Porque mi padre y mi madre fueron Bolívar, y yo tengo el apellido de mi amo’.
‘Lo crió Hipólita, y yo lo alzaba y jugaba con él’. ¿Usted estuvo en algún combate?
‘Estuve en la pelea de San Mateo con el niño Ricaurte’. • Mientras el periodista Manuel Briceño entrevistaba a Matea en 1883, Alberto Urdaneta fijaba en un retrato sus rasgos fidedignos. Según reseñaron, la Negra era conservada, a sus 110 años, como una reliquia: “Vestida de zaraza, limpia y bien aplanchada la ropa y con un pañuelo de hilo atado a la cabeza, llevando en la mano un grueso bastón”. Retrato de Matea Bolívar por Alberto Urdaneta. Plumilla / papel, 1883. Papel Periódico Ilustrado, Bogotá, 1886.
• Tradiciones en la historia • María García de Fleury
tanto en la hacienda de San Mateo como en la residencia caraqueña de los Bolívar. La mayor parte de su infancia la pasó junto a su familia entre los esclavos del hato El Totumo, relacionándose a la vez con gran naturalidad con los mantuanos y gentes de otras castas. Juegos, mimos y nísperos Cuando faltaban casi dos meses para que Matea cumpliera los diez años, nació en la noche del 24 de julio de 1783, en la casa caraqueña de los amos, un niño varón que recibió el nombre de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios. Este hecho resultó especialmente importante para Matea, pues le tocó a ella estar en casa de los Bolívar y ocuparse del recién nacido, en la medida de sus posibilidades de niña. Al momento de nacer Simón, su madre sufría las secuelas de una tuberculosis que le impidieron amamantarlo. Fue por ello que una vecina llamada Inés Mancebo de Miyares, que recién había dado a luz, prodigó su leche materna a Simoncito (como cariñosamente lo llamaban los esclavos) mientras llegaba de la hacienda de San Mateo una vigorosa esclava de nombre Hipólita, de • Juan Vicente Bolívar y Ponte, padre del Libertador y propietario del hato El Totumo, era el dueño de Matea, a quien le dio su apellido Bolívar. Retrato de don Juan Vicente Bolívar y Ponte. Anónimo, c. 1765. Colección Casa Natal del Libertador, Caracas.
Matea Bolívar:
la Negra Matea
Cuatro años antes de que fuera creada la Capitanía General de Venezuela, nació la Negra Matea el 21 de Septiembre de 1773, a 240 kilómetros de la capital Caracas, en lo que después sería el estado Guárico y dentro de él en la parroquia San José de Tiznados del municipio Ortiz: pleno llano, junto a las riberas del río Tiznados. Un poco más al norte queda la población de San Mateo, donde se encontraba el hato El Totumo, antigua propiedad de don Juan Vicente de Bolívar y Ponte. Hija y nieta de esclavos, de piel negra y baja estatura, llevaba el apellido de su dueño: Bolívar. Vivió
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EL DESAFÍO DE LA
historia
treinta años, que estaba próxima también al parto y que se convertiría en la nodriza del Libertador. Cuando el pequeño recibió el bautismo de manos de su primo, el presbítero Juan Félix Jerez Aristeguieta y Bolívar, le tocó a la niña Matea alzar en brazos el cuerpecito del recién nacido vestido de blanco. Hipólita, por su parte, se dedicó por completo al cuidado de Simón: lo alimentaba, bañaba, vestía, le enseñó sus primeras palabras, lo ayudó a dar sus primeros pasos. Toda la vida Bolívar agradeció a Hipólita su dedicación de madre y así lo hizo saber a muchas personas. La llamaba mi madre Hipólita. Matea era la compañera de juegos de los niños Bolívar más pequeños. En la intimidad doméstica de aquellos años podemos imaginarnos a Matea, una de las niñas mayores,
gordita y de piel negra, avisando la hora de comer; a esa voz habrán corrido todos a sentarse a la mesa. A la merienda sería muy común encontrar allí leche fresca de vaca; arroz con leche condimentado con clavos y canela; dulces de coco, suspiros esponjados a base de huevo batido y papelón; majarete. Matea siempre pendiente de tener frutas: nísperos, sobre todo, pues sabía que era de lo que más le gustaba al niño Simón. Por ser el menor de la familia era el más consentido de sus hermanos y de los esclavos, con quienes compartía muchas horas del día. Al caer la tarde, Matea lo llevaba al patio de los esclavos y los dos se sentaban a escuchar a algún viejo narrar cuentos de miedo, de fantasmas, de duendes, de
• En 1821, tras el triunfo de la causa emancipadora, Matea, como mujer libre, escogió vivir en la casa de María Antonia Bolívar (aquí retratada por Lewis Brian Adams, c. 1840, Colección Casa Natal del Libertador, Caracas). También en su último destino, en la cripta familiar de los Bolívar, la Negra descansa junto a la hermana mayor del Libertador.
crímenes, de luces que caminaban. Un poco más alejado se encontraba el samán de Güere, que servía también para alimentar la imaginación de los niños. Treinta años después, bajo la copa de ese mismo samán legendario de su infancia, Bolívar acampó con su ejército en una noche histórica. Habiendo quedado huérfano de padre a los dos años y de madre a los nueve, Matea representaba cada vez más la seguridad del joven Bolívar, que aunque compañero de juegos llegó a llamarla en ocasiones también mamá Matea. Cuando sus tíos se llevaron a Simón para darle una educación formal, Matea permaneció en la casa dedicada a sus quehaceres. Andando los años, la Negra
• El 24 de julio de 1783, fecha del nacimiento de Simón Bolívar, Matea no había cumplido aún los diez años, pero debería encargarse en lo adelante de ayudar en la crianza del niño. Fue ella quien lo sostuvo en brazos cuando recibió el bautismo de manos del presbítero Juan Félix Jerez de Aristeguieta. Casa Natal del Libertador, Caracas.
fue testigo de los sucesos de febrero y marzo de 1814 en San Mateo, cuando las tropas libertadoras se enfrentaron a las de José Tomás Boves, y presenció el sacrificio del capitán neogranadino Antonio Ricaurte al dar fuego al polvorín de la casa alta del ingenio. Después de estos acontecimientos, Matea, para su gran alegría, volvió a ver a Simón. En lo que tuvo oportunidad, Bolívar elaboró un decreto por el cual otorgaba la libertad tanto a Hipólita como a Matea. Al producirse el triunfo de la causa emancipadora en 1821, Matea, como mujer libre, se fue a vivir por deseo propio en la casa de doña María Antonia Bolívar, hermana del Libertador. Al fin y al cabo los Bolívar eran su familia. • En pleno fragor de la lucha contra Boves, Matea presenció, en 1814, la voladura del polvorín de San Mateo en la que se inmoló Antonio Ricaurte. En la entrevista concedida a Briceño daría detalles de este suceso que reflejan el caos y el pánico de aquellos días. Incendio en el parque de San Mateo por Ricaurte. Cuadro de Antonio Herrera Toro, 1883. Colección Galería de Arte Nacional, Caracas.
Una reliquia viviente Poco a poco los miembros de la familia Bolívar fueron muriendo, mientras ella los sobrevivía a todos. Se convirtió así en la fuente de información y en la transmisora de las historias familiares. Como había hecho toda su vida, Matea tutelaba a las nuevas generaciones de los Bolívar. Muchas personas se le acercaban a preguntarle por anécdotas del Libertador. Matea recordaba que al joven Simón no le gustaba que fueran duros con él y que en un tiempo se volvió respondón y rebelde, pero agregaba rápidamente que eso pronto se le había pasado. Contaba de la chispa en las respuestas siempre respetuosas pero creativas de Simón, como cuando una vez le dijo ella que había que comer con la boca cerrada y el niño dejó de comer, pues no podía meterse la comida sin abrir la boca. Otras veces disfrutaba recitando las nanas del pequeño Bolívar: Duélmete mi niño Mi niño Simón Que allá viene el coco Con un carrerón, Mira que tu mae Con tus hermanitos Salió a San Mateo, Salió tempranito. Duélmete Simón
De mi corazón Te doy mazamorra También papelón Tú sí eres inquieto Mi niño por Dios. Arrorró mi niño Arrorró mi sooó Duélmete mi niño Mi niño Simón.
El 28 de octubre de 1876 Guzmán Blanco decidió trasladar las cenizas del Padre de la Patria desde la catedral de Caracas hasta el Panteón Nacional. Matea fue invitada como persona de honor y caminó del brazo del propio Presidente iniciando la procesión. Cuando depositó una corona de flores frente al sarcófago del Libertador, el pueblo allí reunido se alzó en grandes aclamaciones y vítores. Cuenta Matea que en ese momento se emocionó tanto que rompió a llorar. Tenía 103 años. La gente la consideraba una reliquia histórica.
Ya de más de 110 años se enfermó y pidió que le colocaran delante un retrato de su querido Simón Bolívar. Matea murió el 29 de marzo de 1886, a los 112 años de edad. En ese tiempo gobernaba a Venezuela el general Joaquín Crespo, casualmente para entonces dueño de El Totumo. El sepelio de la Negra fue todo un acontecimiento presidido por el propio Crespo junto con todo su gabinete ministerial, diplomáticos, embajadores y numeroso pueblo. Sus restos descansan en la capilla de la Santísima Trinidad, en la catedral de Caracas, en la cripta de la familia Bolívar donde están los padres del Libertador. El 31 de julio de 1975 fueron trasladados a esta misma cripta los restos de Hipólita, la madre negra del Libertador, que había fallecido el 25 de Julio de 1835.
• A la muerte de Matea en 1886, el propio presidente de la República, Joaquín Crespo, asiste junto a otras personalidades del gobierno y de la vida pública nacional al acto del sepelio en el Cementerio General del Sur. Más tarde los restos serían trasladados a la catedral de Caracas. Retrato del General Joaquín Crespo (detalle) por Arturo Michelena, 1895. Colección Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas.
La Neg ra Mat ea en el mito El 31 de julio de 1975 fueron trasladados desde el Cementerio General del Sur los restos de Matea Bolívar. Dentro de un ataúd especial, en un acto solemne presidido por el arzobispo de Caracas Mons. José Alí Lebrún y con responso de Mons. José Rincón Bonilla, la Negra se reencontró, en la cripta de la Santísima Trinidad de la iglesia catedral de Caracas, con quienes habían sido sus amas: doña María de la Concepción, María Antonia y Juana, madre y hermanas del Libertador. El séquito fúnebre paseó los despojos por la plaza de San Jacinto e hizo un último recorrido por la Casa Natal de Simón Bolívar. Algunos historiadores como Augusto Mijares señalan que no ha de considerarse a Matea, sino a Hipólita, la verdadera “aya del Libertador”. Sin embargo, fue de la primera –en vista de su asombrosa longevidad– de quien Antonio Guzmán Blanco se sirvió en la ceremonia del 28 de octubre de 1876, cuando los restos de Simón Bolívar fueron trasladados al Panteón Nacional. Presidiendo el acto solemne del brazo de la antigua esclava, el presidente buscaba reforzar la asociación entre su propia figura y la del Libertador, para lo cual, entonces, podría haber exagerado la importancia de Matea en la crianza y vida del héroe.
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• Entre los artífices de la naciente vida republicana hubo hombres de muy diversa levadura moral, a los que la representación del Estado puso en situación de actuar dignamente o de intentar provechos personales. Héroes, patriotas, maulas y aventureros negociaron a nombre de las naciones recién estrenadas y sentaron precedentes en la historia de nuestros compromisos internacionales. En la imagen, Soublette, Briceño Méndez, Zea, Mac Gregor y Brión en Ocumare de la Costa, de Carmelo Fernández. Colección Museo Eleazar López Contreras.
Los empréstitos de la Gran Colombia Carlos Hernández Delfino
Hacia 1817, cuando se hacían más patentes las penurias del movimiento emancipador en Venezuela, el ambiente político, comercial y financiero en Inglaterra era propicio para armar expediciones de voluntarios y adquirir material bélico. Varios contratos de suministro fueron suscritos y desde Inglaterra se despacharon a Angostura fuerzas militares y pertrechos que contribuyeron de manera determinante a consolidar el triunfo de la causa independentista, pero a la vez representaron obligaciones imposibles de cumplir por la precariedad fiscal de aquellos tiempos. Nuevas operaciones de crédito fueron entonces contratadas para cumplir con los pagos de las primeras.
• Cañones del Ejército Libertador. Colección Libros Raros, Biblioteca Nacional, Caracas. El excedente de armas y de soldados licenciados tras las guerras napoleónicas convirtió a Inglaterra en una exportadora de recursos bélicos especialmente interesante para el proceso de la independencia hispanoamericana.
A comienzos de los años 1820 se desarrolló en los mercados europeos una notable expansión del crédito y de apetencias por operaciones crediticias de alto riesgo. Tal fue el calor de la fiebre especulativa, que una nación inexistente, el Reino de Poyais, resultado de una ficción creada por la inflamada imaginación del general Gregor Mac Gregor en la costa atlántica de Honduras, recibió un abultado empréstito. Varios gobiernos republicanos en Hispanoamérica contrataron empréstitos en Londres, entre ellos el de Colombia que contrató dos. Estas operaciones fueron el origen de muchas calamidades, no sólo económicas y fiscales sino también políticas, y marcaron el inicio del largo y espinoso camino del endeudamiento público venezolano hasta los albores del siglo XX. Los primeros tiempos y las primeras deudas
En la mañana del 17 de julio de 1817 dejó de ondear en Guayana la bandera de Castilla. Con la liberación de esta importante posición militar se alcanzó un firme avance en la unificación del mando de los ejércitos patriotas bajo la autoridad del Libertador. Pero era además necesario consolidar las instituciones políticas para organizar la administración pública y afianzar la suprema jefatura que el Libertador ejercía desde 1816: entre octubre y noviembre designó a los miembros del Consejo de Estado y creó el Consejo de Gobierno; instituyó el Poder Judicial, y se alcanzaron importantes progresos en el orden político y administrativo, con lo cual podían ya establecerse acuerdos políticos y comerciales con otras naciones y procurarse auxilios para continuar la lucha contra España. Luis López Méndez, un venezolano comprometido con la causa de la independencia desde sus inicios, se encontraba para aquel momento en Londres, adonde había llegado en 1810 con Andrés Bello y Simón Bolívar en representación de la Junta Suprema de Caracas. En cuenta de su experiencia y madurez, el Libertador lo designó, en enero de 1817, como agente y comisionado especial de la República en Londres. En esa capacidad 20 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
• La soberanía venezolana busca reconocimiento en las potencias extranjeras desde las primeras acciones independentistas: las embajadas a Estados Unidos y a Inglaterra pretenden presentar al país como el nuevo responsable de sus propios destinos. Londres, 1810 (Miranda, Bolívar y Bello) de Luis Guevara Moreno. Fotografía Carlos Germán Rojas.
López Méndez comenzó a celebrar contratos para organizar expediciones de oficiales y tropas, adquirir buques, armas, municiones, vestuarios y otros materiales, aunque no siempre de la mejor calidad y, en algunos casos, altamente costosos. El inicio de esa misión coincidió con un ambiente favorable en Inglaterra para realizar contrataciones de ese tipo. Al concluir las guerras napoleónicas, comandantes y soldados quedaron ociosos y sometidos sólo a media paga; y la alta capacidad instalada para producir y distribuir armamento estaba subutilizada y necesitaba de nuevos mercados para subsistir. Por otro lado, los comerciantes y financistas británicos apreciaban en las nuevas repúblicas una oportunidad para lograr importantes beneficios en correspondencia directa con los riesgos que éstas representaban. Finalmente, el gobierno británico mantenía en esos tiempos una postura tolerante hacia los movimientos independentistas americanos y aún después que impusiera restricciones a los alistamientos continuaron organizándose expediciones, hasta que en septiembre de 1820 el Libertador dispuso la prohibición de alistar tropas y oficiales extranjeros. Buques, mercancías y armamento fueron enviados a Guayana bajo la promesa de pago futuro. Cerca de 5.300 combatientes británicos y de otras naciones europeas llegaron a nuestras tierras en esos años. En general, las contrataciones de López Méndez contemplaban pagos iniciales de contado y la aceptación de obligaciones por el remanente de su costo. Ningún pago pudo efectuarse al ser recibidos los despachos en Venezuela debido a los apremios fiscales de entonces y, en consecuencia, la totalidad de las obligaciones asumidas hubo de ser documentada por López Méndez • Luis López Méndez, que en aquellos tiempos de prisión por deudas pagó cárcel múltiples veces por los impagos del gobierno grancolombiano. A causa de estos méritos Bolívar se refería a él como “el verdadero Libertador de Colombia”. Desde Londres, López Méndez llegó a dirigir a su esposa esta conmovedora carta: “No hay otro arbitrio que vender algunas fincas. Véndase la casa de la calle de San Juan, véndase el Piñonal, véndase Río Chico, véndase Mariches, y quedo yo sin deudas ¿Qué comeremos, Monona? Pan de maíz y carne, pero gozaremos paz, contento y alegría”. Ilustración procedente de la Colección Libros Raros de la Biblioteca Nacional, Caracas.
• Gregor Mac Gregor
• Francisco de Paula Santander
• Francisco Antonio Zea
con certificados de deuda pública. De esa manera esperaba moderar la molestia de los acreedores, pero esos certificados tampoco pudieron ser pagados, pues López Méndez no pudo contratar ningún empréstito con las casas financieras londinenses y fue a dar a las cárceles de Londres al menos una docena de veces. Se encontraba privado de lo esencial y endeudado para poder sobrevivir, cuando nuevos comisionados nombrados por el gobierno de Angostura llegaron a la capital inglesa en 1819. Éstos eran el venezolano Fernando de Peñalver y el granadino José María Vergara, quienes fueron instruidos y autorizados para gestionar el apoyo del gobierno británico, ordenar las obligaciones asumidas por López Méndez, gestionar un empréstito de tres millones de pesos, y adquirir armas y otros artículos de guerra. Pocos días después de la llegada a Londres de los nuevos comisionados, López Méndez fue apresado de nuevo. Las gestiones de Peñalver en Inglaterra se iniciaron en septiembre de aquel año y se agotaron en el esfuerzo de ordenar las deudas contraídas. Con sus diligencias pudo lograr la libertad de López Méndez, después de lo cual se embarcó de regreso a Angostura sin haber alcanzado otros logros, pues el crédito de la República se encontraba en un estado deplorable. La actitud de los acreedores se tornó hostil por los reiterados incumplimientos de pago y ya no habría margen para negociar en Inglaterra nuevos auxilios. A fines de 1819 ya la Nueva Granada era libre del dominio español y se había constituido la República de Colombia, con Bolívar como presidente y Francisco Antonio Zea como vicepresidente. Tal era –y fue siempre– la preocupación del Libertador con los problemas del endeudamiento, que resolvió encargar al vicepresidente Zea la misión de establecer relaciones políticas y comerciales con Inglaterra, arreglar las deudas existentes y negociar un empréstito de hasta cinco millones de libras esterlinas bajo las condiciones que Zea considerara convenientes y con la garantía de las rentas y propiedades del Estado colombiano. (Continúa en el próximo número)
• Otro ejemplo de material adquirido a la industria armamentística extranjera. Colección Libros Raros, Biblioteca Nacional, Caracas.
• José Rafael Revenga
EL DESAFÍO DE LA
historia • 23
• En la margen izquierda del río Deba se alza el Palacio Casa Torre de Gaviria, en la villa de Bergara, Guipúzcoa. Pedro García de Gaviria, abuelo del homónimo fundador de Mérida, nació en esta antigua construcción que alberga entre sus muros una torre medieval. Construida en el siglo XIII y reformada probablemente en el XVII, exhibe sobre su entrada la leyenda: SOLI DEO HONOR ET GLORIA (‘Sólo a Dios el honor y la gloria’). Fotografía de Juan Manuel Berrueta.
Un fundador de Mérida
GAVIRIA el que le robó la
bandera al Tirano Crisanto Bello Vetencourt
• Escudo de armas de la familia Gaviria. Representa “un jabalí pasante al pie de un árbol. El árbol es de sinople (verde) y el jabalí de sable (negro) sobre campo de oro”. Para alianzas posteriores, sin embargo, se une con el que representa a un águila. Los Gaviria usaron el escudo original tanto en Mondragón como en Mérida. (Fotografía de Juan Manuel Berrueta).
• Firma autógrafa de Pedro García de Gaviria. Sacada del segundo de los protocolos de Mérida que se encuentra en el Archivo General del Estado Mérida. Corresponde al año 1595. (Fotografía de Rafael Lacau).
En Mondragón, un pequeño pueblo de la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco, nace hacia el año de 1531 Pedro García de Gaviria. Primogénito de una de las familias más ricas del lugar, vinculada entre otros al negocio del acero, este espíritu inquieto abandona la casa solariega y dejando novia y destino se alista en la carrera de Indias. Su historia, que acaba trayéndolo a Mérida, es la del conquistador español ávido de gloria y de aventuras.
Las correrías marítimas de Gaviria comienzan con un barco propio, heredado tal vez de su padre, de quien se sabe por un documento de la Real Chancillería de Valladolid que tenía uno, al menos, dedicado al comercio. Para Pedro, sin embargo, la ocasión de agrandar horizontes se presenta cuando se anuncia el matrimonio del príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos V, con María Tudor, la reina de Inglaterra apodada La Sanguinaria. Gaviria decide poner su barco al servicio de Su Majestad, con la esperanza de pedir retribución más adelante y ganar gloria. Compra entonces muchas botellas de vino y exquisitos panes, bizcochos, quesos y otras cosas para co-
26 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
lación y obsequio de los amigos del príncipe a quienes llevaría en ese largo viaje a Inglaterra, con lo que gastó de su hacienda hasta 50 ducados. El matrimonio se efectuó el 25 de julio de 1554. Este suceso lo recordará Gaviria más adelante en su testamento cuando dice que el rey de España “me es deudor de 50 ducados”. Pasa Gaviria a Sevilla, de donde parte para Indias, a la isla de La Española, en la nave del general don Alonso Pejón, en que se desempeñó como escribano. Esto nos da la idea de que era un hombre de cultura, pues en aquella época eran pocos los que dominaban la escritura y más aún como para poder ser escribano, oficio muy respetado entonces. Por su manera de redactar podemos pensar que habría leído varios libros,
• Talla de San Juan Bautista en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Mondragón. (Fotografía de Juan Manuel Berrueta).
• Puerta de San Juan Bautista, que era antiguamente la de entrada principal a la iglesia de Mondragón. Frente a ella se encuentra la casa donde nació Pedro García de Gaviria. (Fotografía de Juan Manuel Berrueta).
cosa nada común en esos tiempos pues los libros eran un bien escaso y reservado para los entendidos. Lo cuidado de las formas en su letra nos resalta esta idea. Al tiempo de estar surcando los mares, y tras escuchar los cuentos de las riquezas del Nuevo Reino de Granada, Gaviria se propone establecerse allí. Pasa entonces a Santa Marta. Finalizando sus travesías en el mar se establece en la ciudad de Pamplona junto con algunos de sus parientes, entre ellos su hermano • Montaña de Udalaich, junto al pueblo de Mondragón, donde Pedro García de Gaviria heredó una mina de material para labrar acero. Aún hoy es importante Mondragón por la producción de acero. (Fotografía de Juan Manuel Berrueta).
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EL DESAFÍO DE LA
historia
• El clima de Mérida y la fertilidad de su suelo ofrecen evidentes semejanzas con el bucólico y montañoso paisaje del País Vasco, de donde procedía Pedro García de Gaviria. En la fundación de la Ciudad de los Caballeros contrasta, en efecto, el número de vascos frente a la cantidad de castellanos y andaluces que suelen prevalecer en otros sitios. Mérida y la Sierra Nevada. Tomado de Venezuela el más bello país del trópico de Cristian Anton Göering.
Celedón de Gaviria y sus primos, los hermanos Vergara. No tarda en ponerse a las órdenes del Caballero de la Capa Roja, a quien luego exterminaría Guaicaipuro en Caracas. Parte junto a sus parientes a la conquista y exploración de la Sierra Nevada, donde sin autorización el capitán Juan Rodríguez Suárez funda la Ciudad de los Caballeros, la hermosa Nueva Mérida, que más tarde se consagraría a San José. Viajero por distintas tierras
El análisis de los documentos da una idea de los muchos lugares en los que estuvo Gaviria. Sale de Arrazate (Mondragón), en Guipúzcoa; ha podido pasar luego por Do-
nostia (San Sebastián), más concretamente por Pasajes, que probablemente fue el puerto donde comenzaron sus aventuras, o si no de Bilbao. De allí fue a Indias, Sevilla, Inglaterra, Londres, Canarias, Santo Domingo, Santa Marta, Tunja, Pamplona, y finalmente se radica en Mérida. Por falta de escribano público Gaviria funge como tal, siendo así el primero que hubo en la ciudad de la Sierra. Allí establece su familia, contrae matrimonio entre 1580 y 1582 con una dama manchega, doña María de Quesada, viuda natural de la villa de Manzanares, e hija legítima de Antón Díaz y Polonia Ruiz de Quezada, ambos naturales de dicha villa y fallecidos en las cos-
tas de Tierra Firme. De este matrimonio nacen siete hijos, dos de los cuales llevan el nombre de Francisco. Pleito con el Caballero de la Capa Roja
Al llegar a Mérida -su primera fundación- junto con Juan Rodríguez Suárez, parece que Gaviria se gana la enemistad de este conquistador. Es de suponer que lo que motiva esta rivalidad o choque es la amistad de Gaviria con Ortún de Velasco y con Maldonado, enemigos de Rodríguez Suárez, que expresamente lo declaraba así. Tal es, pues, la razón por la cual este último lo castiga y lo acusa de brujo y dice que era un hombre inflamado y de EL DESAFÍO DE LA
historia • 29
• Casa en la que nació Pedro García de Gaviria, en la calle Yturrioz de Mondragón. Tal como aparece en su testamento, frente a ella se encuentra la puerta de San Juan Bautista de la iglesia parroquial (Fotografía de Juan Manuel Berrueta).
1531 1545 1556
• La corona española revoca la concesión a la compañía alemana de los Welser. • Carlos I abdica a favor de su hijo Felipe II.
1558
• Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de Mérida.
1560
• Por medio de una Real Cédula se concede a los cabildos venezolanos nombrar a sus gobernadores. • Guaicaipuro destruye San Francisco de Caracas.
1567
• Diego de Losada funda Santiago de León de Caracas.
1572
• Juan de Salamanca funda Ciudad Portillo de Carora.
1578
• Juan de Pimentel traslada la capital de Coro a Caracas. • Muere Sebastián, rey de Portugal.
1581
• El obispado de Coro traslada su sede a Caracas. • Felipe II es reconocido como rey de Portugal.
1589
época llenaba de gloria a un guerrero. Pero su valentía fue disminuida por la egoísta acción de Diego García de Paredes, quien por la fuerza le quitó la bandera a Gaviria para reclamar sus honras.
• Se funda la Ciudad de El Tocuyo. • Apertura del Concilio en Trento.
• Diego de Osorio funda La Guaira. • Gaspar de Párraga explora el río Pamplona hasta su desembocadura en el Lago de Maracaibo.
1592
mal vivir; también que estaba amancebado con una india, algo que no tenía nada de raro pues era la situación de muchos conquistadores. Efectivamente, en su testamento Gaviria declara haber tenido un hijo llamado Pedro, mestizo, con una india llamada Antonia Panchegelea. Pese a este pleito recibió Gaviria favores de Rodríguez Suárez y luego de Maldonado. Fue encomendero de indios en Mérida, igual que lo fueron sus hijos. Su familia se constituye en una de las dos más importantes de la ciudad, junto con la establecida por Hernando Cerrada. Estas dos familias dan origen a dos bandos rivales que se disputaban el gobierno local, y que protagonizan una trama novelesca del tipo de Montescos y Capuletos. Se trataba quizá de algo impreso en su sangre, pues en tiempos medievales sus antepasados de Bergara habían hecho otro tanto cuando peleaban por el control de la villa los Gaviria y los Ozaeta.
• Nace en Mondragón Pedro García de Gaviria. • Los Welser traspasan sus derechos sobre el territorio venezolano a Alfínger. • Carlos V es coronado Emperador.
• El Capitán Gonzalo de Piña Lidueña, funda San Antonio de Gibraltar.
1598
• El escudo que concede el Rey al mariscal Gutierre de la Peña, después de haber desbaratado al Tirano Aguirre, muestra en el cuadrante superior izquierdo la bandera del Tirano en un campo rojo. La bandera es negra con dos espadas de oro cruzadas y ensangrentadas. Así fue la bandera que robó Gaviria al Tirano. En el otro cuadrante superior se muestra un león rampante de Castilla en campo de oro, y en la parte inferior el antiguo escudo de la familia de la Peña en Toledo, con tres peñas negras frente al mar, un árbol verde con frutas de oro sobre la peña central, el mar y el cielo de su color natural y sobre el lado derecho del árbol un escudete rojo con un sol de oro. La cresta, de caballero, con una bandera de Castilla.
• Muere Felipe II después de cuarenta y dos años de reinado. Lo sucede Felipe III.
Muerte de un héroe La bandera del Tirano
Se hallaba Gaviria en su residencia en una amistosa partida de naipes junto con otros compañeros de su tierra cuando llegó a sus oídos la noticia de que el Tirano Aguirre estaba incursionando en la Provincia de la vecina, para entonces, Venezuela. Se dispuso salir junto con otros valientes para hacer frente al Tirano. Empresa riesgosa y capaz de atemorizar a cualquiera, por la fama de que entonces ya gozaba Aguirre. Eso sin contar las vicisitudes que podrían encontrar por el camino. Una vez en el sitio del Tirano, a Gaviria le tocó el trabajo de centinela del fuerte, junto con otros compañeros que venían de Mérida entre los que se encontraba el mismo Hernando Cerrada. Pasada la noche y en el momento de la batalla, se arrojó Gaviria al campo del Tirano, entrando al fuerte y ganándole la bandera. Acto heroico que en la
Con su familia en España seguirá teniendo relaciones estrechas. Al punto de que nombra administradora de sus bienes a su hermana doña Magdalena de Gaviria, quien permaneció en Mondragón al cuidado del mayorazgo de nuestro personaje. Esta relación la mantendrán sus hijos y nietos, y el contacto entre la familia de Mérida y la que quedó en España producirá matrimonios mutuos. Sano de cuerpo y en su entero juicio otorga Gaviria su testamento el 25 de diciembre de 1598, día de Navidad. Allí da una buena idea de su marcada convicción religiosa, declarando haber traído a Mérida el culto de Nuestra Señora de las Nieves, actual patrona de la ciudad. Habrá muerto en ella cerca de los 70 años, y su descendencia incluye a muchos venezolanos y colombianos, así como casi a todo aquel que tenga algo de sangre merideña.
EL DESAFÍO DE LA
historia • 31
• Casa Torre y Palacio de Ozaeta, construido en el siglo XIV en la margen derecha del río Deba, barrio de Zubiaurre de la villa de Bergara. Suerte de Montescos y Capuletos, los Gaviria y los Ozaeta mantuvieron una rivalidad que se reproduciría luego, en Mérida, entre las familias fundadas por Pedro García de Gaviria y por Hernando Cerrada. De estos célebres pleitos hay constancia hasta ya entrado el siglo XVIII. (Fotografía de Juan Manuel Berrueta).
La familia de Pedro García de Gaviria
Martín de Gaviria
Pedro García de Gaviria
Sancha de Altuve
Juan Martínez de Oleaga
Marina Ochoa de Oleaga
Antón de Gaviria
María de Leyva
Antonia Panchegelea
Antón de Gaviria
Juana de Gaviria
32 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
Ysabel de Marcana
Antón Díaz
Polonia Ruiz de Quezada
María de Quezada
Pedro García de Gaviria
Pedro de Gaviria
Francisco de Altuve
Pedro de Gaviria
Francisco de Gaviria
Magdalena de Gaviria
Sancha de Altuve
Juan de Gaviria
• El interés por el tema de este artículo llevó a El desafío de la historia a investigar sobre otros hierros utilizados en Venezuela para marcar a los esclavos. Aquí, uno encontrado en documentos originales que reposan en el Archivo General del Estado Mérida. (Fotografía de Rafael Lacau).
La carimba
Sello del comercio de esclavos El hallazgo de un expediente en el Archivo de la Academia Nacional de la Historia permite que tengamos un conocimiento directo de la cédula de identidad que llevaban impresa en la piel los esclavos de origen africano.
José Rafael Fagúndez En la América colonial era muy frecuente que a los esclavos traídos desde África se les marcara la piel, igual que se hace hoy en día con el ganado. Los esclavos negros se marcaban con un hierro candente o carimba que identificaba a un propietario y a la vez servía como una medida práctica para garantizar la propiedad del esclavo, haciendo más expedita la captura y recuperación de los muchos que se fugaban para convertirse en cimarrones -como se llamaba en Venezuela a los esclavos prófugos. La carimba era también un medio utilizado por la Corona española para efectuar el control fiscal en el comercio de los esclavos africanos que llegaban a las colonias americanas. Este cruel procedimiento de herrar a los esclavos como formalismo legal fue empleado por los traficantes, dueños y hacendados en los distintos puertos donde se llevaban a cabo las transacciones de compra y venta de personas. Aunque sólo se aplicó a esclavos negros, fue usado también en los indígenas que habitaron los primeros asentamientos europeos de las Antillas, si bien en menor medida al ser considerados éstos vasallos de la Corona española; el africano, por el contrario, era tenido por la ideología de la época como una cosa o propiedad. Por lo general, los esclavos llevaban dos sellos: el primero que procedía de la Compañía que tenía
los permisos legales correspondientes para introducirlos en América, y el segundo colocado por los dueños o hacendados que los compraban. El pecho, hombros, brazos y rostro eran los lugares más comunes y de máxima visibilidad para fijar el hierro. Existen registros de distintas marcas y símbolos usados en países como Estados Unidos, Cuba, Colombia y Perú; sin embargo, en Venezuela el símbolo empleado en los esclavos que llegaron de la mano de los comerciantes ingleses del Real Asiento o Compañía de los Mares del Sur había permanecido en el anonimato dentro de un expediente que se encuentra en la Academia Nacional de la Historia.
• Muchos esclavos se fugaban para convertirse en cimarrones y formaban los llamados cumbes, en regiones apartadas, o se agavillaban con otros de su misma condición para integrar las rochelas. Dedicados luego a asaltar pueblos y caminos, constituían a veces verdaderos azotes para ciertas regiones. EL DESAFÍO DE LA
historia • 35
• El transporte de esclavos desde África hasta América se hacía en las condiciones más inhumanas. Para embarcar la mayor cantidad en cada nave, se los hacinaba atados en posiciones insoportables y contra la más elemental higiene, lo que producía, en no pocos casos, la muerte o la lisiadura de un buen número de ellos.
La carimba en Venezuela El expediente data del 29 de octubre de 1730 y explica cómo un hacendado de la ciudad de Nueva Segovia (actual Barquisimeto), llamado Domingo De Silva, se presenta ante las autoridades de la Real Hacienda de Caracas y ante el representante encargado de los negocios de la Compañía del Real Asiento Inglés, don Samuel Collit y Pierre, para pagar los impuestos correspondientes por la compra de una esclavita negra de trece años llamada Isabel, llegada a Venezuela por la vía del contrabando. Domingo De Silva la compró de forma fraudulenta a comerciantes particulares, por lo cual la esclava carecía del respectivo sello del Real Asiento Inglés, la compañía que había sido habilitada por la Corona española desde 1714 hasta 1743 para introducir los esclavos africanos a lo largo de todos los puertos americanos. Tal como ilustra el caso de la pequeña Isabel, muchos africanos llegaron a Venezuela por medio del contrabando. Esta situación ilegal llevó a la Real Hacienda (institución que se encargaba del control fiscal de la Corona en las colonias americanas) a valerse de medidas y disposiciones para resarcirse de las pérdidas causadas por la evasión del impuesto de entrada. Para Domingo De Silva, pues, fue necesario recurrir a una disposición legal llamada Composiciones de esclavos, mediante la cual pudo legalizar la posesión de Isabel con el pago de aquel impuesto. 36 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
Estas Composiciones, que permitían regularizar también la situación de tierras, títulos y otros bienes, para el caso de los esclavos establecían que, por un acuerdo entablado con los representantes de la Compañía encargada de la trata, las autoridades coloniales debían hacer un palmeo o revisión de la propiedad (esclavo) en busca de posibles defectos físicos o tachas. Una vez comprobadas sus condiciones físicas y su estado de salud se procedía a un precio y a un sello de calidad, que en este caso pertenecía al responsable legal por la introducción del esclavo. En el expediente de Isabel podemos observar el símbolo o marca que perteneció y usó el Real Asiento Inglés en los esclavos africanos de Venezuela:
• Carimba usada para los esclavos de Venezuela por el Real Asiento Inglés. (Fotografía de José Rafael Fagúndez).
Como se apuntaba anteriormente, cada sello o carimba es particular per se. La Compañía, el origen del esclavo, la época en que llegó y su simbología son elementos que pueden ser considerados para un estudio más hondo sobre el tema. Una marca indeleble que se utilizó en Europa y se extendió a América hasta prácticamente finales del siglo XVIII, cuando es abolida “oficialmente” por una Real Cédula emitida desde España en 1784. La carimba usada en Isabel es el símbolo con que se marcó a todos los esclavos africanos que introdujo el Real Asiento Inglés en Venezuela. Resulta particular en su tipo, ya que se empleó únicamente en los esclavos africanos que hicieron vida en nuestro país. ¿Qué significado tiene este símbolo? Queda en el lector el ejercicio de su posible interpretación.
• Otra carimba encontrada en el Archivo General del Estado Mérida por el equipo de documentación de El desafío de la historia. (Fotografía de Rafael Lacau).
Real Cédula donde es abolida la carimba: San Lorenzo, 4 de noviembre de 1784.
Josef de Galvez. Deseando el piadoso Real ánimo de S.M. movido de los sentimientos de su grande humanidad e innata beneficiencia, mitigar y mejorar la suerte de los negros esclavos que se conducen a sus dominios de Indias, se ha dignado abolir enteramente y para siempre la práctica establecida por antiguas Reales disposiciones de marcarlos a su entrada por los puertos en el rostro o espalda, con el fin de distinguir por aquella señal los que se introducían con las licencias necesarias y por conductos legítimos, pagando los Reales derechos establecidos y los que entrasen clandestinamente, dando como hasta ahora se ha ejecutado, por de comiso los que se hallaban sin la marca […]”. Richard Konetzke: Colección de Documentos para la Historia de la formación Social de Hispanoamérica 1493-1810. Vol. III, segundo tomo (1180-1807). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962.
• Los cepos, las cadenas y las esposas servían para evitar las fugas de esclavos. La carimba no sólo dejaba patente para el amo su condición de propietario, sino que permitía hacer la reivindicación correspondiente cuando se trataba de recuperar un esclavo huido. EL DESAFÍO DE LA
historia • 37
• Documento de 1749 sobre la venta de una esclava de nación carabalí, con marca de carimba “en el pecho izquierdo”. Archivo General del Estado Mérida. (Fotografía de Rafael Lacau).
• De acuerdo con la compañía encargada de la trata, las autoridades coloniales debían hacer un palmeo de los esclavos para detectar defectos físicos o tachas. Según los resultados de este examen se imponía un precio y un sello de calidad. Venta de esclavos, Colección Libros Raros de la Biblioteca Nacional, Caracas.
Extracto del expediente
Fol. IV: “…fue marcada la dha negrita esclava en la espalda al lado drô. con la marca de la Compañía de dho. Rl assiento q. es, como la que se señala al margen, y que fue indultada y compuesta la dha. negrita esclava 80″ ps = en cantd de ôchenta ps de a ôcho Rs cada uno, los que por dha. razon se me han dado y pagado por pte del derecho Domg de Silva en dineros plata acuñada y corrte …”
40 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
Fernando Ortiz, en su obra Los esclavos negros, señala cómo se utilizaba este sello en Cuba:
“Este hierro consistía en una planchuela de metal retorcida de modo que formaba una cifra, letra o signo, a la cual se unía un mango con el extremo de madera. Para marcar un negro se calentaba el hierro sin dejarlo enrojecer, se frotaba la parte del cuerpo donde se debía estampar la señal, generalmente en el hombro izquierdo, con un poco de sebo o de grasa, se ponía encima un papal aceitado y se aplicaba el hierro lo más ligeramente posible”.
Francisco de Miranda
una vida universal
El extraordinario archivo documental que la UNESCO acaba de declarar Patrimonio de la Humanidad da testimonio de un caraqueño que tuvo que ver, de manera personal y directa, con líderes mundiales como George Washington, Napoleón y Catalina La Grande; con sabios como James Mill, Jeremy Bentham y Lavater; con artistas como Haydn y Pacchiarotti; con personajes de leyenda como el doctor James Barry. Detrás de toda esa peripecia vital, propia de una novela de aventuras, seguimos intentando encontrar la personalidad del hombre y del compatriota en la idealizada figura que, sobre su catre de La Carraca, parece obligada por las circunstancias a convertir los sueños en profundas reflexiones.
Felipa Álvarez
Salvador Alfonzo
Marcos Ayres
Antonio de Miranda
La familia de
MIRANDA
Bárbara Rodríguez
Felipa Rodríguez
• Izquierda: Casa de la familia de Miranda en el Puerto de la Cruz en Tenerife. • Centro: Vista de la catedral de Caracas (detalle de la pintura Nuestra Señora de Caracas, Anónimo, S. XVIII) • Derecha: Iglesia del Nuestra Señora de la Peña de Francia en el Puerto de la Cruz de Tenerife, donde fue bautizado el padre de Miranda.
Juan Rodríguez
Gonzalo de Miranda
Catalina Luis
Agustín Álvarez
Catalina Luis
Marqueza Hernández
María Marqueza Álvarez
Gabriel de Miranda
Nicolás de Miranda
Julián Sosa de León
Jerónima Díaz Perdigón
Mariana Luis
Miguel Ravelo
Domingo Sosa de León
Catalina Ravelo
María de la Concepción Ravelo
Gabriel de Miranda
• La esquina de Padre Sierra corresponde al emplazamiento de la casa natal de Miranda. La fachada norte de la construcción, en pie hasta la década de 1950, fue derribada para levantar un edificio de oficinas.
Antonio Rodríguez
Catalina González de Espinoza
Francisca A. Rodríguez de Espinoza
Sebastián Miranda
• Escudo de la familia Miranda en Tenerife.
María Antonia
FRANCISCO DE MIRANDA
NOMENCLATURA
N nace Bo bautismo
matrimonio V velación
muere Sp sepultado
María de la Concepción Ravelo N 07.12.1688 entre 1778-1779 (de más de 90 años) Puerto de la Cruz, 1708
Francisco de Miranda
María Marqueza Álvarez 12.05.1669 Iglesia San Marcos de Icod, 22.09.1638
Gonzalo de Miranda
N Caracas, 28.03.1750 Bo Catedral de Caracas, 05.04.1750 Testó en Londres, 01.08.1805 Codicilo, 02.10.1810 Hospital del Real Arsenal de la Carraca,
Nicolás de Miranda
Cádiz, Andalucía, España, 14.07.1816
N antes de 1644 1734 Testó de más de 90 años
Sebastián Miranda N Puerto de la Cruz, Tenerife, 12.09.1721 Bo Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Peña de Francia, 22.09.1721 Presentó limpieza de sangre el 01.07.1769 Caracas, abintestato, 01.06.1791 Sp Convento de San Francisco, 02.06.1791
N Icod de los Vinos Bo Iglesia de San Marcos, 18.09.1650
Jerónima Díaz Perdigón
N Icod, 02.06.1579 Bo Iglesia San Marcos de Icod, 07.06.1579 16.03.1636
Catalina Luis 17.11.1652 Icod, 06.10.1604
Felipa Rodríguez 09.12.1630
Gabriel de Miranda N Icod, 20.03.1613 Bo Iglesia de San Marcos, 31.03.1613 21.12.1669 Sp Convento Francisco de Icod
Sp Iglesia San Marcos de Icod
• Registro del bautismo de Sebastián Francisco de Miranda en la catedral de Caracas, el 5 de abril de 1750.
Francisca Antonio Rodríguez de Espinoza 25.06.1777 Sp Convento de San Francisco Catedral de Caracas, 24.04.1749 V 25.11.1750
Gabriel de Miranda N Puerto de la Cruz, Tenerife, 06.11.1686 Bo Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Peña de Francia, 10.11.1686 Puerto de la Cruz, 22.09.1775 Sp Convento Dominico de Puerto de la Cruz
MIRANDA: entre la oferta y la demanda El 5 de febrero de 1806 escribe su primera carta, ya a bordo del buque Leander, el autor del libro La historia del intento de don Francisco de Miranda de efectuar una revolución en Sur América, James Biggs. El Generalísimo había organizado una expedición que vendría a liberar la América hispana, y para ello hubo de contratar ‘mano de obra’. Oficiales, soldados y marineros, principalmente estadounidenses, eran ahora dependientes suyos, o lo que es igual, él era ahora su patrono. ¿Cuánto les ofreció a cambio de sus labores? Dice el autor en su carta VII que, cuando llegaron a un acuerdo ‘laboral’, allá en Nueva York, Miranda “les hizo una promesa de pago muy liberal”, valga decir, muy generosa. ¿A cuánto montaba, que mereció tal calificativo? “El pago de un coronel habría de ser 10 dólares; el de un mayor 8 dólares; el de un capitán 6 dólares y el de un teniente 4 dólares”. Todas estas cantidades, debe saberse, eran montos diarios, por cuya razón se pagarían, más o menos, 300, 240, 180 y 120 dólares mensuales respectivamente. ¿Había sido Miranda atinado en su condición de patrono? Esta oferta de pago por la prestación de servicios, llámeselos bélicos o de guerra, ¿se correspondía de alguna manera con la situación del mercado laboral en EE.UU.?
Conviene hacerse una idea de cuáles eran los salarios que entonces allí se pagaban. En 1818, el monto promedio de los salarios agrícolas pagados en el territorio norteamericano fue 9,45 dólares por mes, y en Nueva Inglaterra, algo más alto: 11,90 dólares. En el caso de la manufactura se tiene una información más tardía aunque no por ello menos valiosa: en 1860 los trabajadores especializados ganaban 48 dólares por mes. Y hay una estadística en extremo reveladora: los oficiales combatientes del Ejército de la Unión, en la Guerra Federal, recibieron un pago anual de 1.912 dólares, y los soldados 427 dólares. Viendo estos últimos números; viendo los que ofreció Miranda, ¿qué puede decirse? No puede dudarse de que ir a combatir en unas tierras extrañas requería para aquellos hombres de incentivos materiales muy grandes. Pero, ¿tenían que ser tan grandes como los ofrecidos por el Generalísimo? La respuesta no puede ser todo lo concluyente que se quisiera, mas hay suficiente espacio para decir que quizás sí se le pasó la mano en su “generosidad”.
Manuel Rodríguez Campos
1750 1785-1789
1783-1784
• De la estatua de Miranda esculpida por Lorenzo González en 1930 para conmemorar el triunfo del venezolano en el campo de Valmy, se han destinado réplicas a sitios de Estados Unidos (Filadelfia), Brasil (Sao Paulo), Francia (La Porte de Champerret, París), Venezuela (Caracas –en la foto- y La Vela de Coro) y, recientemente, Cuba (La Habana). Fotografía de Yuri Liscano.
1771-1772
Francisco de Miranda
1781-1783
Tránsito vital de
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EL DESAFÍO DE LA
historia
Nace en Caracas, primogénito de Sebastián de Miranda y Ravelo y Francisca Antonia Rodríguez Espinosa. Con el apoyo de su padre emprende viaje a España para obtener un grado militar al servicio de la Corona. Sienta plaza como capitán del Regimiento de Artillería de la Princesa, destinado al norte de África. Participa en el sitio de Pensacola, Florida, a favor de la independencia norteamericana, y en recompensa por su acción militar el capitán general de Cuba, Juan Manuel Cagigal, lo asciende a teniente-coronel. A pesar de ello, una serie de desinteligencias lo lleva a desertar del ejército español: el 1 de junio de 1783 aborda furtivamente un barco que lo transportará a los Estados Unidos. Amplio recorrido por la nación norteamericana, donde conoce a destacados personajes de la vida política y militar, entre ellos George Washington, el marqués de La Fayette, Alexander Hamilton, el general Knox. Poseído por la idea de la independencia de la América española, se convence de que debe viajar a Inglaterra para intentar el respaldo del gobierno británico. El 2 de febrero de 1785 se encuentra en Londres dispuesto a comenzar sus gestiones. El gobierno español lo mantiene permanentemente vigilado, e intentará detenerlo en muchas ocasiones. Logrados sus objetivos iniciales, Miranda emprende un largo viaje que lo lleva a conocer varias naciones de Europa y a exponer las ideas libertarias que lo animaban: Holanda, Prusia, la región checa, Austria, los principados italianos desde Venecia hasta las ruinas de Pompeya, Grecia, Egipto y Turquía, Rusia. En febrero de 1787 es presentado a la emperatriz Catalina, quien se interesa por sus planes, lo nombra coronel del ejército imperial, le brinda protección diplomática y lo provee de recursos monetarios. En diciembre recorre parte de Francia desde Marsella hasta París y en junio de 1789 regresa a Londres.
Concibe la idea de que la Revolución Francesa pueda interesarse por ayudar a la independencia americana. En marzo de 1792 arriba a Paris en busca de una respuesta. Las cartas de presentación que llevaba, su experiencia militar, acaso sobrevaluada, y las declaraciones de fe republicana le valieron para que en septiembre se le designara mariscal de campo del ejército francés, destinado al frente del norte al mando del general Dumouriez. En este mes traba combate y el día 20 asiste a la derrota del ejército prusiano. A principios de octubre es ascendido a teniente general. La campaña en la que participa termina en acciones desafortunadas en el frente de Neerwinden, con motivo de las cuales Dumouriez lo acusa de haber emprendido una retirada inconveniente. La Convención Nacional lo llama a defenderse y ordena que se le confine en la cárcel de la Conciergerie. Es sometido a un juicio que concluye con veredicto de inocencia. En julio de 1793 el Comité de Salud Pública ordena que se le detenga acusado de conspirar contra la República; estuvo en prisión durante 18 meses. En enero de 1795 es excarcelado y pasa a llevar una vida semiclandestina en París hasta que en enero de 1798 sale de Francia con nombre supuesto. De regreso en Londres y con el panorama internacional otra vez a su favor, se entrevista con Pitt y renueva los planes para la ayuda inglesa en la independencia americana, que volverán a naufragar.
1805 1806
1790 1792 1793-1798
En febrero se entrevista con el primer ministro William Pitt y en marzo le entrega la ratificación escrita de un proyecto que incluía, entre otras ofertas, la apertura de un canal de navegación en el estrecho de Panamá que facilitara el comercio inglés con China y los mares del sur. En octubre, sin embargo, un acuerdo entre Inglaterra y España frustra los planes de Miranda.
Los constantes retrocesos de sus tratativas con los gobiernos ingleses, y las perspectivas de guerra entre España y los Estados Unidos, lo animan a viajar a esta república. El 7 de diciembre visita al presidente Jefferson y el 11 se entrevista con el secretario de Estado Madison, quien le habría expresado que los Estados Unidos no podrían intervenir directamente en sus planes y que cualquier participación de ciudadanos norteamericanos sería de carácter privado, a lo cual el gobierno no se opondría mientras no violaran las leyes de la Unión. Regresa a Nueva York y comienza a armar y a abastecer un buque de 180 toneladas llamado Leander con el que se propone invadir Venezuela, a la vez que adquiere una pequeña prensa para imprimir sus despachos y proclamas de guerra. En la noche del 27 de abril la expedición intenta desembarcar en Ocumare, pero es recibida por dos guardacostas españoles. Los tripulantes de las naves Bacchus y Bee, compañeras del Leander, son capturados y conducidos al castillo de Puerto Cabello, donde se les procesó por piratería, rebelión y asesinato. Diez fueron condenados a morir en la horca y cuarenta y cuatro a cumplir penas entre 15, 10 y 8 años de prisión. Una segunda incursión del Leander sobre costas venezolanas llegó a la Vela de Coro el 1 de agosto y desembarcó el día 3. Allí Miranda izó la bandera tricolor que traía, pero encontró la ciudad de Coro casi desierta, pues la mayoría de sus habitantes la había evacuado. Ante esta situación resolvió desistir del intento expedicionario. Después de licenciar a la tropa, regresó a Londres.
EL DESAFÍO DE LA
historia • 47
1812
El 23 de abril el Poder Ejecutivo nombra a Miranda general en jefe de todas las armas patriotas, con plena libertad para tomar las decisiones que considerase necesarias a fin de preservar la independencia, sin sujeción a ley o reglamento alguno, incluso para la disposición de los fondos nacionales. A la desmoralización causada en la población caraqueña por los estragos del terremoto se suma en el ánimo de Miranda la noticia de la pérdida del Castillo de Puerto Cabello, con el importante depósito de pólvora, municiones y fusiles que allí había y que pasaron a reforzar los recursos militares del realista Monteverde.
48 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
El 12 de julio consulta con miembros del Ejecutivo la conveniencia de ofrecer una tregua a Monteverde. En la creencia de que el jefe realista respetaría los términos pactados, Miranda firma las capitulaciones el 25 de julio. El 30 de julio Miranda llega a La Guaira dispuesto a tomar el camino del exilio, rumbo a Inglaterra. Esa noche, varios revolucionarios, entre ellos Bolívar, instigados por el comandante militar de ese puerto, lo apresan acusándolo de traición y lo entregan en el castillo de San Carlos.
1816
1810-1811
Animado por los comisionados que la Junta de Caracas envía a Inglaterra tras el 19 de abril -Bolívar, Bello y López Méndez- desembarca en La Guaira el 11 de diciembre. En Caracas es elegido diputado al Congreso Constituyente por el distrito de El Pao, y suscribe el acta por la cual desde el 5 de julio de 1811 Venezuela se proclamó Estado soberano. En agosto vence a los insurgentes realistas de Valencia.
Fallece el 14 de julio en el hospital de la Carraca, donde sus restos fueron depositados en una fosa común, confundidos con los de otros presidiarios.
Una copla
antimirandina
En tiempos de la expedición de Miranda, el empeño de las autoridades españolas (civiles y eclesiásticas) por desprestigiar al Precursor a los ojos del pueblo provocó que se regaran muchas fábulas y dichos que buscaban demonizarlo o ridiculizarlo. Tachado de volteriano, hereje y monstruo, una de las coplas burlescas que lo escarnecían rezaba:
A este vendido al inglés, con su peluca de vieja y su zarcillo en la oreja ¡todo le sale al revés!
Miranda en La Carraca Sin duda alguna, la imagen que la mayoría de los venezolanos tiene del Precursor de la independencia procede del cuadro de Arturo Michelena (1863-1898) Miranda en la Carraca. Esta famosa pintura, en óleo sobre tela y de 197 x 245 cm., representa al Generalísimo recluido por los realistas en la prisión de las Cuatro Torres, en el arsenal de La Carraca de San Fernando (Cádiz), donde acabaría sus días y en cuyo osario sería enterrado. Para la ejecución de este trabajo Michelena solicitó a su buen amigo, el escritor Eduardo Blanco (1838-1912) -autor de Venezuela Heroica (1881) y por tanto símbolo del patriotismo épico en la literatura-, que se convirtiera en su modelo. Parece, además, que para la ejecución de la cara el pintor valenciano se sirvió de un perfil del rostro de Miranda plasmado en un medallón por el artista yaracuyano Carmelo Fernández. El rostro, precisamente, constituye el punto focal de esta pintura. El uso del claroscuro permite resaltar las líneas de expresión en la frente y alrededor de los ojos; por
otra parte, los colores fríos como el gris y el verde le imprimen un mayor dramatismo a este Miranda que medita impotente sobre la suerte de América. La posición del modelo, medio tumbado sobre una cama precaria y desordenada, recuerda la Muerte de Marat del gran pintor napoleónico JacquesLouis David, y los ocres que cubren las paredes de La Carraca hacen recordar al tenebrismo de la pintura española de la época de Goya. En cuanto a la disposición simbólica, las cadenas de la derecha representan su condición de hombre cruelmente privado de la libertad; la riqueza espiritual e ideológica del personaje se evidencia en el aro de oro que lleva en la oreja izquierda, y que era la seña utilizada por los girondinos para ingresar a las asambleas. Los libros simbolizan a un Miranda pensador, crítico, intelectual. Finalmente sobresale en el zapato del pie derecho una hebilla de plata que da cuenta del alto rango militar y social que ocupó después de prestar servicio en Inglaterra, Francia y Rusia.
Cuando la obra fue presentada al público en el Teatro Municipal de Caracas, en 1896 (octogésimo aniversario de la muerte de Miranda, conmemorada por el gobierno de Joaquín Crespo), se ofreció al artista una medalla de oro y una corona de acanto y laurel cuyas hojas distribuyó entre los pintores que habían asistido al acto. Cristóbal Rojas había muerto seis años antes, y al día siguiente de aquella fiesta Michelena llevó a su tumba, como testimonio de admiración y amistad, parte de aquella corona. Del cuadro, que actualmente se guarda en la Galería de Arte Nacional, existe en la Alcaldía de Valencia una copia hecha por el mismo artista y donada al Concejo Municipal de esa ciudad por Lastenia Tello de Michelena a través de testamento fechado en 1953.
FUENTE: GALERÍA DE ARTE NACIONAL (GAN).
• El marqués del Toro fue uno de los mantuanos que se opusieron al nombramiento del padre del Precursor como capitán de un batallón de milicias de blancos. La Real Cédula que dio la razón a don Sebastián Miranda es una dura reprimenda por parte del monarca a la arrogancia de la aristocracia caraqueña. Retrato de don Sebastián Rodríguez del Toro, III marqués del Toro. Hilarión Ibarra, 1827. Colección Lorenzo Mendoza Fleury, Caracas.
• Los mantuanos, aunque desplazados por los españoles peninsulares en el ejercicio de ciertos cargos públicos, se mostraban muy celosos de las dignidades y prerrogativas de que gozaban. Entre ellas, la posesión de algunos títulos de nobleza y la pertenencia a las órdenes militares españolas. Retrato de don Juan Mijares de Solórzano y Tovar, caballero de la Orden de Calatrava. José Lorenzo Zurita, 1732. Asociación Venezolana de Amigos del Arte Colonial, Caracas
Miranda
y los
Mantuanos Los desencuentros entre Francisco de Miranda y los mantuanos de Caracas tienen una larga historia. Inés Quintero Mucho antes de que empezara la Independencia, en 1769, ocurrió el primer enfrentamiento. El 16 de abril el Capitán General de Venezuela convocó a un acto en la Plaza Mayor para nombrar a los oficiales de las milicias de blancos de la capital. En la ceremonia designó a Sebastián Miranda, el padre del Precursor, capitán de un batallón. Inmediatamente los mantuanos reaccionaron contra el nombramiento. El marqués del Toro, el conde de Tovar, el marqués de Mijares, los Ponte, los Ibarra, los Bolívar y otros blancos distinguidos de la ciudad se negaron rotundamente a ingresar como oficiales de las milicias de blancos si se aceptaba la incorporación de Sebastián Miranda, un mercader sin blasones ni hidalguía y que, además, estaba casado con una panadera. El pleito fue un escándalo total. Si bien el rey sancionó una Real Cédula en la cual le dio la razón al padre de Miranda, este incidente fue determinante en la biografía de Francisco, que muy poco tiempo después abandonó Venezuela. No regresó sino 35 años más tarde, en 1806, para enfrentarse por segunda vez con los mantuanos de Caracas, en su mayoría descendientes directos de los mismos hombres que habían afrentado a su padre en 1769.
“Monstruo abominable”
En 1806 Francisco de Miranda desembarcó en la costa de Coro al mando de una expedición cuyo propósito era dar inicio a la lucha por la Independencia. Los mantuanos se pronunciaron en contra de la iniciativa. Desde el Cabildo, incluso antes de que Miranda tocara tierra venezolana, los mantuanos lo declararon traidor, promovieron la quema de sus proclamas y propuestas libertarias y organizaron una colecta pública para ponerle precio a la cabeza de aquel “monstruo abominable”. La invasión fue un fracaso total y a Miranda no le quedó más remedio que abandonar Coro y refugiarse en Trinidad para regresar, un tiempo después, a Inglaterra, lugar donde tenía su residencia. Cuatro años después, en diciembre de 1810, Miranda regresó a Venezuela a unirse al proyecto independentista. Una vez más se hicieron patentes los desencuentros entre Miranda y los mantuanos de Caracas. Primera República
A su llegada fue recibido con honores y los miembros del Cabildo, otrora detractores del Precursor, ordenaron borrar de sus actas todos los denuestos e inEL DESAFÍO DE LA
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• Después de una vida intensa y de presenciar en primera fila los mayores acontecimientos militares y políticos de su tiempo, Miranda regresa a Venezuela para ponerse al servicio de una causa que ha idealizado por muchos años. Los intereses creados y el desprecio de las clases dirigentes lo devolverán, a pesar de todo aquel prestigio, a la incómoda situación que había marcado en Caracas sus años de juventud. Desembarco de Miranda en La Guaira en 1810 por Johan Moritz Rugendas. Colección Fundación John Boulton, Caracas.
sultos proferidos contra Miranda cuando la invasión de 1806. Miranda, por su parte, estaba de lo más entusiasmado. Su propósito era incorporarse activamente a la lucha por la Independencia. Además, venía persuadido de que en Venezuela nadie contaba con una trayectoria política y militar como la suya. Tenía 60 años, había formado parte del ejército español y combatido en Europa, África y los Estados Unidos; había participado en la Revolución Francesa; conocía a los más importantes políticos del mundo y durante tres décadas no había hecho otra cosa que promover la independencia del continente americano. Esperaba, por tanto, un lugar prominente en la conducción de los destinos de su patria. Los mantuanos no eran del mismo parecer. Miranda tenía cuarenta años fuera de Venezuela, se desconfiaba de sus relaciones políticas con los ingleses y no era bien vista su participación en la revolución de los franceses. De manera, pues, que desde que Miranda llegó a Venezuela la relación con los mantuanos fue problemática. La Junta Suprema, compuesta en su mayoría por mantuanos, no le otorgó el máximo grado militar al Precursor; no estuvo Miranda entre los primeros diputados electos para formar el Congreso General de 52 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
Venezuela (su elección fue tardía, de manera que no estuvo presente el día de la instalación); tampoco el nombre de Miranda fue contemplado para formar parte del primer triunvirato Ejecutivo. En estos primeros meses fueron frecuentes las críticas a Miranda por sus ideas
Si bien el rey le dio la razón al padre de Miranda, este incidente fue determinante en la biografía de Francisco, que muy poco tiempo después abandonó Venezuela. No regresó sino 35 años más tarde, para enfrentarse por segunda vez con los mantuanos de Caracas, en su mayoría descendientes directos de los mismos hombres que habían afrentado a su padre políticas demasiado radicales y por sus abusos en la conducción de las campañas militares que estuvieron bajo su mando. Varios oficiales mantuanos se quejaron ante el Congreso por los excesos de Miranda y éste fue interpelado a fin de que disipara las quejas que había en su contra. El episodio lo molestó visiblemente.
A pesar de todos estos desencuentros y de la animadversión mutua que existía entre Miranda y los mantuanos, en abril de 1812 Miranda fue nombrado dictador y se dejó en sus manos la dirección absoluta de la guerra. La situación era crítica: las tropas realistas avanzaban indetenibles hacia el centro y la causa de la independencia iba perdiendo apoyo, incluso entre muchos de los que al principio se habían involucrado directamente en el proyecto.
• Don Antonio Muñoz Tébar fue amigo y secretario del Precursor en los días de la Primera República venezolana. Defendió la idea de conferir a Miranda plenos poderes. Retrato hecho por Juan Lovera, c. 1813. Casa Natal del Libertador, Caracas.
También el nombramiento de Miranda como director supremo de la guerra suscitó reacciones encontradas entre los mantuanos de Caracas, renuentes a aceptar que se le entregara toda la autoridad a un solo individuo y disgustados frente al hecho de que ese individuo fuese, precisamente, Francisco de Miranda. Miranda tampoco se sentía cómodo entre los mantuanos. Resentía que desde el primer momento no se le hubiese reconocido su trayectoria y experiencia;
se quejaba de la indisciplina e insubordinación que caracterizaban a las tropas y no le agradaba la oficialidad mantuana, en su mayoría arrogante e inexperta. Capitulación y fin
Fue en este ambiente de mutuos recelos y de recurrentes desencuentros donde tuvo lugar la decisión de Miranda de capitular ante el jefe de las tropas realistas, Domingo de Monteverde, convencido de que no había manera de salvar a la República. La capitulación se firmó en San Mateo el 25 de julio de 1812. Las críticas no se hicieron esperar. Los enemigos de Miranda y de la capitulación consideraron que había sido una decisión apresurada y que Miranda había traicionado a la República. Miranda, derrotado y en medio del mayor desencanto, se dirigió a La Guaira con la intención de abandonar Venezuela. El 30 de julio en la noche, un grupo en el cual se encontraban Simón Bolívar y Tomás Montilla, ambos mantuanos, tomó prisionero a Miranda y lo entregó a las autoridades españolas. A partir de este día las vidas de Bolívar y Miranda tomaron rumbos totalmente diferentes. En el caso de Bolívar se inició el largo y exitoso camino que concluyó finalmente en la derrota del imperio español en América. En el caso de Miranda, ese día se inició el corto y tortuoso camino que lo condujo a su fin. El 16 de julio de 1816 murió prisionero de España en La Carraca, cerca de Cádiz. El episodio del 30 de julio de 1812 constituye uno de los más polémicos sucesos de nuestra historia republicana y todavía hoy divide a “mirandistas” y “bolivaristas”. Los primeros lo consideran un acto imperdonable e indigno del futuro Libertador, quien fue capaz de vender a Miranda a cambio de un pasaporte. Los segundos defienden a Bolívar y justifican su proceder frente a quien había claudicado y traicionado a la patria. No hay términos medios. Cuando han transcurrido casi doscientos años del controversial suceso valdría la pena, más bien, empezar a considerarlo como el último y fatal desencuentro de lo que fue la larga historia de intrigas, rechazos y animadversiones que caracterizaron la relación entre Miranda y los mantuanos de Caracas.
Columba, Columbia, Colombia La idea de dar al Nuevo Mundo, o a parte de él, un nombre formado sobre el de su Descubridor, ha sido manejada de antiguo a partir de cuatro formas de su nombre: el español Colón; el latino españolizado Columbo; el latino Columbus, incorporado tal cual al idioma inglés; el originario italiano Colombo. De donde surgen entonces Colonia, Columba, Columbia y Colombia. Colonia, de Colón, si no fue propuesto quizás sí se especuló con él, aunque no tuvo buen destino por obvias razones de precedencia semántica. Columba fue el nombre, también sin feliz destino, que sugiriera, o por lo menos concibiera, Fray Bartolomé de Las Casas a mediados del siglo XVI, en obra que permaneció inédita hasta la segunda mitad del XIX [….] Colombia, en fin, es el nombre en español, propuesto y agitado como bandera revolucionaria por el Precursor Miranda, desde fines del siglo XVIII, para todo el continente hispanoamericano […] Ha escrito al respecto del nombre Colombia Ángel Rosenblat: “Es probable que (Miranda) lo acuñara en 1784, su época de Nueva York, cuando –según confiesa– concibió el proyecto de independencia de Hispanoamérica”. En igual sentido puede mencionarse la circunstancia llena de significación de que en ese mismo año de la estancia de Miranda en Nueva York, por virtud del doble espíritu republicano y americanista de la recién lograda independencia de EE.UU., el antiguo Colegio Real neoyorkino se convirtió en la hasta hoy llamada Universidad de Columbia. En cualquier caso, parece claro que la primera inspiración debió venirle a Miranda del término Columbia forjado y adoptado por los norteamericanos. Arturo Ardao, “La idea de la Magna Colombia, de Miranda a Hostos”, en Estudios Latinoamericanos de Historia de las Ideas, Caracas: Monte Ávila, 1978.
54 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
El doctor James Barry:
¿hija de Miranda?
• La gran hazaña médica del doctor Barry fue una cesárea con hijo y madre vivos practicada en Ciudad del Cabo, algo que para entonces –1826– era prácticamente imposible. Ilustración del libro A History of Medicine, de Jenny Sutcliffe y Nancy Duin.
La muerte del ilustre médico inglés James Barry descubrió un secreto asombroso que lo había acompañado desde los años de su adolescencia; pero, además, un nombre asociado estrechamente a este singular personaje plantea varias interrogantes: el de Francisco de Miranda. Xavier Reyes Matheus En su edición del 21 de agosto de 1865, el Manchester Guardian reseñaba: “Se discute ahora mismo en círculos militares un incidente tan extraordinario que, sin que las autoridades oficiales pudie-
sen responder por su veracidad, se estimaría al contarlo una cosa increíble. Nuestros oficiales destacados en el Cabo hace quince o veinte años recordarán de seguro a un cierto doctor Barry incorporado allá al personal médico, y que gozaba de reputación por su considerable habilidad en el oficio, mostrando es-
pecialmente en las operaciones difíciles firmeza, decisión y rapidez. Este caballero había entrado en el ejército en 1813 y había pasado, por supuesto, por los grados de cirujano asistente y de cirujano en varios regimientos, y como tal había servido en varias partes del planeta. Sus logros profesionales le valieron ser EL DESAFÍO DE LA
historia • 55
promovido al personal médico en el Cabo. Alrededor de 1840 se le ascendió para ser inspector médico, y fue transferido a Malta. Luego avanzó de Malta a Corfú, en donde estuvo destacado muchos años. Murió hace ahora cosa de un mes, y a su muerte se descubrió que era una mujer. Los motivos que lo produjeron y el tiempo en que comenzó este singular engaño están por igual cubiertos de misterio. Pero permanece como un hecho indisputable que durante cuarenta años una mujer fue oficial del servicio británico, que participó en un duelo y buscó otros muchos, que siguió una educación médica legítima, recibiendo un título regular, y que se había vuelto casi una celebridad por su habilidad como cirujano”. En efecto, la condición del doctor Barry parecía no haber pasado desapercibida para muchas personas que lo conocieron y entre ellas el conde de Les Cases, compañero de Napoleón en su último exilio, que tras morir el emperador fue trasladado como prisionero a Ciudad del Cabo y apunta este recuerdo –del 20 de enero de 1817– en el célebre Memorial de Santa Helena: “Recibí una visita de uno de los capitanes de nuestro puesto en Santa Helena. Sabedor del estado de salud de mi hijo, vino acompañado
de un médico. Fue ésta una gentileza de su parte, pero la presentación produjo, por algunos momentos, un curioso malentendido. Inadvertidamente tomé al amigo del capitán por su hijo o por su sobrino. El circunspecto doctor me fue presentado como un joven de 18 años, con las formas, las maneras y la voz de una mujer. Pero se me dijo que este señor Barry (tal era su nombre) era un absoluto fenómeno, y que había obtenido su título a los 13 años de edad, tras los más rigurosos exámenes, habiendo realizado en el Cabo las más extraordinarias curas”. De entre todas las hazañas médicas de James Barry la más asombrosa fue una cesárea con hijo y madre vivos practicada en aquella colonia el 25 de julio de 1826; algo que era para entonces prácticamente imposible. El niño, hijo de un vendedor de rapé, acabó llevando el nombre del médico e inaugurando una tradición familiar de descendientes llamados James Barry Munnik. Una dedicatoria que levanta suspicacias
Poco o nada se sabe de los padres de este desconcertante doctor. Consta, en cambio, que su tío era el pintor homónimo James Barry, profesor de la Royal Academy, y que la
• Como médico de campaña, James Barry desempeñó una importante función en muchos de los lejanos escenarios por los que se expandía el poderío inglés. A History of Medicine, de Jenny Sutcliffe y Nancy Duin.
amistad que unía a este último con Francisco de Miranda introdujo al joven en la casa de Grafton Street donde el venezolano servía entonces de anfitrión a tantas figuras del mundo intelectual y político. La protección que recibió de Miranda ha llevado a algunos estudiosos de la vida de Barry a aventurar la hipótesis de que el caraqueño hubiera sido su padre; así lo proponía, por ejemplo, en tiempos recientes, la doctora Ruth Bowden, del Royal Free Hospital y del Royal College of Surgeons. Aunque podrían postularse para aquella paternidad otras personalidades que también favorecieron al médico, el testimonio más patente de la relación con Miranda y de la gratitud que el muchacho le debía al general se encuentra en la dedicatoria de la tesis que tuvo que presen• Francisco de Miranda, por Lewis B. Adams, 1844. La cuidadosa protección que dispensó el precursor a su joven amigo James Barry ha dado pie a algunos estudiosos para establecer la presunta paternidad.
tar Barry en 1812 para graduarse de doctor en medicina en la Universidad de Edimburgo. Consagrado a la investigación de la hernia crural, este trabajo ha sido completamente digitalizado y puede consultarse entre las tesis históricas que la universidad escocesa (donde estudiaría luego José María Vargas) tiene colgadas en su página web. Reza la dedicatoria: FRANCISCO MIRANDA/ CELSISSIMO/ DUCI CELEBERRIMO/ PATRIAE JUS DILECTISSIMAE/ TOTIUSQUE ORBIS TERRARUM LIBERTATEM/ AB INCUNABULIS VINDICANTI,/ QUI LEGES/ SUI CIVIBUS AEQUISSIMAS TULIT/ A QUORUM SUFRAGIIS/ COPIARUM REIPUBLICAE FOEDERATUM/ SUMMUS IMPERATOR/ SOCIUSQUE CIVITATIS IPSORUM MERITO DESIGNATUS,/
OB CUJUS DOCTRINAM ET SCIENTIAM/ PEREGRINATIONE STUDIISQUE COMPARATAM/ INTER OMINES FACILE PRINCEPS;/ QUI EPAMINONDAS ALTER/ JURE APPELATUS SIT, / ET SICUT/ DE HOC THEBENSIS RESPUBLICA/ ITA DE ILLO CARACCAENSIS/ NON MINIME PENDET, / OB CURAM PATERNAM ET PLURIMA BENEFICIA/ IN SE ET SUOS BENIGNE COLLATA/ HOC TENTAMEN INAUGURALE/ DAT DICAT DEDICATQUE/ JACOBUS BARRY. (A Francisco de Miranda. Al muy excelso y famosísimo caudillo que desde la cuna ha reclamado la justicia para su amadísima patria y la libertad para toda la redondez de la tierra; al que llevó leyes muy justas a sus conciudadanos, por petición de los cuales
fue con razón designado jefe máximo de los ejércitos unidos de la República y amigo del pueblo; que fácilmente es el primero entre los hombres por la doctrina y el saber adquiridos con los viajes y los estudios; y que puede ser llamado con justicia segundo Epaminondas, pues así como dependía de éste la república tebana, no menos de aquél lo hace la caraqueña. Por sus paternales cuidados y las muchas bondades prodigadas a él y a su familia, da, otorga y dedica este trabajo experimental con el que se inicia, JAMES BARRY). Barry, primera doctora
Parece ser que Barry tuvo planes de acompañar a Miranda como médico al servicio del ejército patriota (debe recordarse que otro hijo supuesto del Precursor, el fran-
• Vista actual de la Universidad de Edimburgo. En su prestigiosa escuela de Medicina, donde estudió también José María Vargas, el doctor Barry presentó su tesis sobre la hernia crural con la dedicatoria a Francisco de Miranda, a quien agradece sus “paternales cuidados”.
EL DESAFÍO DE LA
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• Florence Nightingale, la célebre “dama de la lámpara” con la que el doctor Barry tuvo algunas diferencias durante la Guerra de Crimea. ¿Rivalidad entre mujeres?
cés Pierre Antoine Leleux, a quien Miranda había conocido como empleado de una importante casa librera en Londres, lo sigue efectivamente a Caracas y en el momento del desastre será quien ponga a salvo la Colombeia). Pero en lugar de eso, y una vez aprobados los exámenes del Consejo Médico del Ejército británico, acaba asignado a la base militar de Plymouth y en 1816, fecha de la muerte de Miranda en La Carraca, a la ciudad sudafricana de El Cabo, donde permanecerá por doce años. América lo recibirá luego destacado en Jamaica, en Trinidad y en Canadá, donde termina su carrera al servicio del ejército con el cargo de inspector de hospitales. Antes de llegar a este destino había participado también en la guerra de Crimea (1854-1856) y allí se había relacionado –según parece no siempre en términos cordiales– con otra importante personalidad femenina en la historia de los cuidados médicos: Florence Nightingale. Una enfermera sería asimismo quien diera testimonio de la auténtica condición del médico cuando el Estado Mayor inglés ordenó, como consecuencia del artículo del Manchester Guardian, una investigación a propósito. El doctor David MacKinnon, que había firmado el certificado de defunción, no llegó a 58 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
examinar el cuerpo temiendo el contagio de la epidemia por la que Barry murió. Durante toda su larga carrera se cree que Barry, colega después de todo de los médicos que lo trataban, encontró fácilmente la forma de evadir o de hacer menos exhaustivo el chequeo obligatorio al que debió ser sometido para sus diversas promociones en la carrera militar. Sin embargo, en 1841 recibió una herida de guerra en Trinidad y fue atendido por dos jóvenes médicos, que seguramente habrán guardado el secreto de su sexo. El destacado doctor (vegetariano y abstemio) que había investigado sobre la cura de la sífilis y merecido las felicitaciones personales de Wellington por su actuación durante una epidemia de cólera en Malta, regresó a Londres en 1859 maltrecho de una seria bronquitis. Una junta médica resolvió jubilarlo por incapacidad, aunque el propio Barry, enamorado de su oficio, pidió reconsiderar esa decisión. Finalmente retirado, murió, como se ha dicho, durante una epidemia, el 25 de julio de 1865. Reposan sus restos en el cementerio de Kensal Green (Londres), y una comparación con los de Leandro Miranda –el hijo mayor del
Generalísimo, enterrado en PèreLachaise–, podría servir tal vez para despejar la incógnita de esta hipotética filiación. El caso de James Barry es el primero de una mujer que cursara estudios de medicina y obtuviera formalmente el título correspondiente, si se exceptúa a la joven Dorotea Christiane Erxleben-Leporin, graduada en 1754 en la Universidad de Halle por especial permisión de Federico el Grande. No sería de extrañar que Miranda hubiera estado por detrás de todo este ardid para estimular a la muchacha a realizar, contra todo prejuicio, sus ambiciones intelectuales; conocemos, por ejemplo, el repudio que le produjo la condición de las mujeres -“pobres esclavas georgianas”- en el puerto ucraniano de Kherson, y su valoración de la poetisa negra Phillis Weatley, víctima de las discriminaciones raciales. La vida del doctor Barry, tema de una novela de Ebenezer Rogers publicada en 1881 (A modern Sphinx), ha sido recientemente recreada en una producción británica protagonizada por Rachel Weisz (actriz de La Momia).
Gestiones en los Estados Unidos SÁBADO 7 DE DICIEMBRE, 1805. Este día a eso de las 11 estuve a visitar al Presidente de los E.U. Envié un billete con mi nombre y la epístola introductoria que me dio el Dr. Rush. Recibiome inmediatamente, no obstante que estaba despachando con sus ministros en número de 3. Hablome con agrado preguntándome cómo dejaba la Europa… que al parecer estaba casi toda con las armas en la mano, y pronta a destruirse unos con otros. Nosotros (díjome) will feed them all which they fight-if they pay for it, añadió con uno de los ministros presentes, y Jefferson dijo to be sure… y así continuó la conversación por un rato, y me despedí luego por no interrumpir más largo tiempo el despacho.
LUNES 9 DE DICIEMBRE. A eso de las 10 a.m. me fui con el General Buadley al senado, bella sala en forma semicircular, mas demasiado alta en su proporción. Dicho Senador me hizo conocer casi todos los miembros del Senado, con quienes conversamos ampliamente, y éstos no ocultaban su sentimiento de odio contra Bonaparte […] De vuelta a mi alojamiento encontré el billete adjunto de Mr. Madison y la hora señalada. Habiéndose pasado ya, le escribí el adjunto billete y bajé a comer.
• Este retrato de Miranda, de 1806, tiene debajo la siguiente leyenda: General Miranda. Un retrato exacto hecho en Barbados. El 7 de junio de 1806 el general Miranda arribó a Barbados en el Leander armado bajo la bandera norteamericana, y el 20 zarpó a Trinidad en la misma nave escoltada por la corbeta Trimmar; la Lilly de Su Majestad y el bergantín Express. Impreso en Londres por William Holland.
MIÉRCOLES 11 DE DICIEMBRE. A las 7 p.m. me hallé en la Secretaría y luego nos encerramos Mr. Madison y yo. Recibiome éste con sumo agrado, y amistad: y asegurándome que tenía orden del Presidente para recibir mi comunicación con el sigilo y reserva necesaria; yo procedí a manifestarle con franqueza los esfuerzos que yo había hecho por más de veinte años tanto en Inglaterra, como en Francia, en orden a procurar una Emancipación sólida y absoluta del Continente Hispano-Americano, en los mismos términos que este País la había obtenido de Inglaterra, y que para lograrlo en ese momento sólo se necesitaba del consentimiento tácito del Gobierno, a lo menos que haga la vista gorda (to Wink at it), pues teníamos amigos en Nueva York y Boston que se ofrecían avanzar caudales y cuanto era necesario para el asunto, con tal de que el gobierno éste prestase su asentimiento y aprobación. […] Preguntome con cuidado cuáles eran las Provincias que estaban prontas a comenzar la empresa, y habiéndole dicho el nombre de las Tres pareció conformarse; de que infiero que ellos tienen puestas sus miras sobre México, o que están tratando con los mexicanos sobre el asunto. Diarios de Francisco de Miranda. EL DESAFÍO DE LA
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Colombeia:
el Archivo de Miranda C o lom beia (debe pronunciarse “Colómbeia”) significa “cosas relativas a Colombia”.
Cronología • Manuscritos, impresos y mapas que Miranda comienza
a recolectar desde su llegada a Europa. • Organizado y empastado por el propio Miranda en 1805. • A la caída de la Primera República de Venezuela,
Antoine Leleux logra ponerlo a salvo en la goleta Sapphire con destino a Curazao, remitiéndolo a la Casa Robertson & Belt. Hodgson, gobernador de la isla, lo confisca y lo envía a Lord Bathurst, en Londres, ministro inglés de Guerra y Colonias.
Viajes: 26 volúmenes España, África, América (desde Cuba y Florida hasta los Estados Unidos en su período histórico de luchas por su independencia de los británicos), Holanda (Reino de los Países Bajos), Prusia, Sajonia, Austria (Imperio Austro-Húngaro), Italia (desde la Serenísima República de Venecia hasta la Roma de los Estados Pontificios y el Reino de Nápoles), Turquía (Constantinopla como ciudad capital del Imperio Otomano y Asia Menor), Grecia (como provincia del Imperio Otomano), Rusia, Dinamarca, Hamburgo, Rin, Suiza, la Francia republicana e Inglaterra
• 110 años más tarde, en 1922, el historiador escocés
William S. Robertson encuentra el archivo en el castillo familiar de los Bathurst, en Cirencester. • En 1926 Caracciolo Parra Pérez lo descubre para
Venezuela. El gobierno de Juan Vicente Gómez compra el archivo. Trasladado a la Academia Nacional de la Historia, reposa en un arca especial en el despacho del Bibliotecario-Archivero.
Revolución Francesa: 18 volúmenes
• En 1929 comienza la primera edición, a cargo de
Negociaciones: 19 volúmenes.
Vicente Dávila. Terminará de publicarse en 1950. Veinticuatro tomos, de los cuales el último no recoge papeles del Archivo, sino otros relativos a Venezuela del libro El General Miranda, publicado por José María de Rojas en 1884. • La segunda edición (titulada Colombeia) se inicia en
1978. Aún incompleta. • El 30 de marzo de 2006 se formaliza en París la postu-
lación del Archivo para su eventual ingreso al Registro de la Memoria del Mundo, programa que auspicia la UNESCO desde 1992 y que tiene por finalidad salvaguardar el patrimonio documental del orbe. • En 2006 la Biblioteca Nacional digitaliza el Archivo,
condensando los 63 volúmenes en 70 DVD.
63 Tomos 60 •
EL DESAFÍO DE LA
historia
En ju ni o d e 2 00 7 el C o m ité C o ns ult ivo I nt e r na ci on al d e l a U N E SC O , r e un i do e n l a ci u dad de P r e t o r i a ( Su dáf r i ca) , ace pt a, e nt r e ci n cue n t a s ol i ci t u de s pro ve ni e nt e s d e t re i n t a y o ch o pa í se s, l a po st ul a ci ó n de l osA rch i vo s de M i ran da c om o p art e d e l os re gi s t ros d e l a M e mo r i a d e l M u n d o .
Miranda, el seductor por naturaleza al que nadie se resistía, no dejó de ejercer su influjo sobre una nómina extraordinaria de mujeres. Las anotaciones de su diario, trufadas de souvenirs femeninos, han contribuido a difundir esa imagen que Arreaza Calatrava definió como de “…don Quijote injertado en don Juan”.
y las mujeres
Miranda
¿Era Miranda una especie de gemelo espiritual de ese Giacomo Casanova que por los mismos días iba también corriendo el mundo? Antonio Egea ha insistido en que, a pesar de las apariencias, los apuntes eróticos de la Colombeia no constituyen un memorial amatorio: son, más bien, observaciones que deben entenderse según la perspectiva racionalista de un ilustrado que no pierde registro de la conducta humana en toda la diversidad de sus circunstancias culturales: desde las puritanas estadounidenses de Carolina del Norte, “en una reclusión monástica y una sumisión a los maridos que no he visto jamás”, hasta la atmósfera prostibularia de los espectáculos de Venecia, en los que “mientras una bailarina no enseñaba las nalgas, point de aplauso”.
Catalina, la emperatriz En el capítulo de mujeres ningún nombre se asocia más inmediatamente a Miranda que el de Catalina II de Rusia, a pesar de que no existe prueba ninguna de que estas relaciones hubieran pasado los límites de la pura hospitalidad. Fue por sugerencia del propio príncipe Potemkin, el célebre amante tuerto de la zarina que tan buen afecto le había tomado a Miranda, que el caraqueño se resolvió a ir a Kiev a comienzos de 1787, gastando lo que no le sobraba en un traje de paño azul con el cual plantarse ante la soberana. Allá fue introducido a la presencia e incluso a la mesa de la célebre autócrata, que contaba para entonces 58 años y era pequeña y gruesa, pero que encantó al venezolano con la curiosidad que
le mostró para enterarse de todos los tópicos hispánicos: le preguntó por las artes en España, por los autos de fe, por los jesuitas expulsados, etc. Aunque el propio Potemkin llegó a contar a Miranda que la emperatriz “habló de su persona con ternura de madre” (refiriéndose a los peligros inquisitoriales que lo aguardaban si regresaba a su patria) hay quien sugiere que el interés de la zarina, aun en estos años declinantes, pudo haber llegado más allá. Su conocida promiscuidad es lo que da pábulo a tales rumores, que no resultan tan descabellados si se considera que a la hora de su muerte, con sesenta y siete años cumplidos, pidió despedirse de su amante de turno, el príncipe Platon Zubov, que tenía diecinueve. Por más que tampoco el venezolano se refiere a Catalina en términos claramente eróticos, es cierto que a veces su tono no carece de sensualidad: “Su Majestad vino cerca
de las ocho y se puso a jugar al whist; la gente más moza, a danzar. Durante el juego me llamó a un poco de conversación y me hizo tocar y observar que la bata que traía, aunque parecía muy rica, era sumamente ligera, casi como una gasa y de manufactura de Moscú. Me decía que yo estaba hoy como pensativo, etc.”. Es seguro que la manifiesta simpatía por Miranda levantó ampollas en la corte; el 22 de febrero apunta el prócer: “[El conde de] Ségur me decía que yo hacía el gran cortesano, pues en poco tiempo había logrado que la soberana se interesase por mi persona cuando a varios extranjeros de nota no decía una palabra al mes…celillos”.
Delphine, la intelectual Caracciolo Parra Pérez dio a conocer las cartas que revelan los amores entre Miranda y la célebre Louise-Eléonore-Mélanie de Sabran, llamada Delphine (1770-1826), ca-
• La emperatriz Catalina II, llamada La Grande, había llegado al trono de Rusia dándole a su marido un golpe de Estado y haciéndolo asesinar. Autócrata ilustrada, lectora de Voltaire y de Montesquieu, debe tanto su fama póstuma al espíritu de europeización que impregnó su reinado como al voraz apetito sexual que hizo interminable la lista de sus amantes. Francisco de Miranda la conoció en 1787, y la soberana le otorgó tantos favores y atenciones que despertó los celos de la corte. Retrato en ropas masculinas por Vigilius Erichsen.
• Aristócrata, intelectual, amante de Chateaubriand. Caracciolo Párra Pérez dice que “Delphine de Custine era una de las mujeres más seductoras y de las más cortejadas de la sociedad francesa en tiempos de la Revolución”.
sada a los diecisiete años con el hijo del general marqués de Custine. El historiador y diplomático venezolano la describe en estos términos: “Blanca como un lirio, de talle extremadamente elegante, de una pureza de líneas que excitaba la admiración de Canova; belleza maravillosa que Chateaubriand veía ornada sólo con su cabellera de seda, heredera de Margarita de Provenza, deliciosamente hermosa, fresca, voluptuosa, espiritual, llena de encantos y de coquetería, Delphine era una de las mujeres más seductoras y de las más cortejadas de la sociedad francesa en tiempos de la Revolución”. Emparentada con la Laura de Petrarca; ávida lectora de Holbach, de Diderot, de Goethe, de los clásicos latinos, esta musa de los salones literarios conoce a Miranda en la prisión de la Force, al comienzo del Terror, donde está también preso su marido Armand. Éste, representado en juicio por el mismo abogado (Chaveau-Lagarde) de María Antonieta y del propio Miranda, fue guillotinado por los jacobinos en 1794. En el verano del año siguiente la aristócrata marchó a Suiza y Miranda le confió una carta para el célebre fisionomista Lavater, 64 •
EL DESAFÍO DE LA
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que contestó a Delphine a propósito del criollo: “Es un hombre que realmente está compuesto de un mundo de hombres”. Las cartas de madame de Custine a Miranda se encuentran en parte en los Archivos Nacionales de Francia y en parte en el tomo de la Colombeia que el propio Precursor tituló Correspondence des femmes. Es precisamente en esta última colección donde figura también un camafeo regalado por ella al general, y que representa dos amorcillos que sostienen una cinta con la ingeniosa inscripción: Miranda tua (en latín, algo así como ‘La que te deslumbra’). Las cartas del venezolano a la marquesa, en cambio, no se conservan, y Parra Pérez aventura la hipótesis de que hubieran sido destruidas por el hijo de Delphine, que fue el célebre escritor Astolphe de Custine (17901857), autor de un famoso diario de viaje por la Rusia de Nicolás I.
En 1802 Madame de Staël dedica a la marquesa su novela Delphine. El mismo año, el de la última carta dirigida a Miranda, la voluble y bella mujer incorpora a su lista de amantes un nombre que habrá de darle más fama que el del patriota venezolano: René de Chateaubriand. • Vestido usado por Catalina la Grande
Sarah, la compañera Hasta ahora el estudio más completo sobre esta misteriosa y sin embargo importantísima figura en la vida de Miranda se debe a Miriam Blanco-Fombona de Hood, que ha intentado demostrar que nuestro héroe estuvo efectiva y legalmente casado con la madre de sus hijos. El interés de la funcionaria diplomática venezolana se originó de una comunicación que recibió de quienes se presentaron como descendientes de la familia de Sarah Andrews, y que conservaban un anillo de topacio que según la fama preservada durante varias generaciones aquella discreta mujer había recibido del general Miranda a título de alianza matrimonial. Se pretende, además, que la joya fue regalo de Catalina la Grande al caraqueño. La creencia (quizá influida por su bíblico nombre) de que Sarah Andrews era de origen judío ha quedado desmentida al llegarse a averiguar que la compañera de Miranda fue bautizada el 24 de julio de 1774 en la iglesia anglicana de Market Weighton, en Yorkshire. Parece que, como en el caso de James Barry, la relación con el venezolano se produjo a través del interés que Miranda tenía en el mercado del arte, pues el tío de Sarah, Stephen Hewson, era un pintor y miniaturista que a principios de la década de 1790 vivía cerca de Soho Square, en Londres, muy cerca de la iglesia donde fueron luego bautizados los hijos del Generalísimo. Sería quizás por esta amistad con el tío que Miranda fue a visitar el pueblo de Market Weighton, famoso entonces por ser la patria de un tal William Bradley, enfermo de gigantismo y asombro de las gentes. Se apunta que los dos niños Miranda Andrews, nacidos en 1804 y 1806, no fueron anotados en el acta
de bautismo –que ambos recibieron el mismo día por el rito católico– como bastardos; lo cual habría sucedido, seguramente, si sus padres no hubieran sido marido y mujer. En cualquier caso, la compañera de Miranda fue una mujer admirable que sobrellevó con gran estoicismo las tremendas circunstancias a que la sometió la agitada vida del héroe. La “buena Sally”, como la llamaba Miranda, gobernó la casa del número 27 de Grafton Street y allí dio acogida a López Méndez y a Andrés Bello, que se quedaron a vivir en Londres tras llevar a esa ciudad, junto a Bolívar, su célebre embajada. Heroicamente decidida a no sacrificar la biblioteca privada del Precursor –de donde el futuro autor de la Gra-
mática castellana sacaría tanto provecho para sus investigaciones– resistió hasta 1828, en que la situación económica se tornó desesperada y hubo que subastarla sin remedio. Sarah Andrews, que en el censo de 1841 aparece con el nombre de Sarah Miranda, murió el 28 de diciembre de 1847, a los 74 años, en la casa de Grafton Street. Fue inhumada en el cementerio de Kensal Green, en una pauper´s grave o tumba para pobres sobre la que el empeño de la señora Hood logró colocar una decorosa cruz de mármol pagada por el gobierno de Venezuela en 1980.
• La casa de Grafton Street Nº 27, que Miranda adquirió en 1802 –ahora Nº 58 Grafton Way, en el barrio de Bloomsbury, en Londres–, fue lo más parecido a un hogar en la agitada vida del Precursor. Sede de su magnífica biblioteca, hospedaje de Andrés Bello y de López Méndez, representación diplomática de América y centro de reclutamiento de los legionarios británicos para la lucha por nuestra independencia, este histórico edificio estaba presidido, sobre todo, por la figura de Sarah Andrews, la “buena Sally” que había dado a Miranda dos hijos y el refugio de la felicidad doméstica.
Miranda y O´ Higgins
Consejos a un joven* • La inspiración que el Precursor venezolano constituyó para el libertador chileno –casi treinta años menor– es tan significativa que el Instituto O´Higinniano de Chile dedicó en 2002 un seminario internacional a estudiar “las influencias del Maestro y del discípulo en la formación de la identidad chilena”. Retrato de Bernardo O´Higgins por Narciso Desmadryl, Biblioteca Nacional de Chile.
Elegid un amigo, pero elegidle con el mayor cuidado, porque si os equivocáis sois perdido. Varias veces os he indicado los nombres de varios sudamericanos en quienes podríais reposar vuestra confianza, si llegarais a encontrarlos en vuestro camino, lo que dudo porque habitáis una zona diferente. […] La juventud es la edad de los ardientes y generosos sentimientos. Entre los jóvenes de vuestra edad encontraréis fácilmente muchos, prontos a escuchar y fáciles de convencerse. Pero, por otra parte, la juventud es también la época de la indiscreción y de los actos temerarios: así es que debéis temer estos defectos en los jóvenes, tanto como la timidez y las preocupaciones en los viejos. Es también un error creer que todo hombre porque tiene una corona en la cabeza o se sienta en la poltrona de un canónigo, es un fanático intolerante y un enemigo decidido de los derechos del hombre. Conozco por experiencia que en esta clase existen los hombres más ilustrados y liberales de Sud-América; pero la dificultad está en descubrirlos. Ellos saben lo que es la Inquisición y que las menores palabras y hechos son pesados en su balanza, en la que, así como se concede fácilmente indulgencia para los pecados de una conducta irregular, nunca se otorga al liberalismo en las opiniones.
* Un breviario para el joven Bernardo O´Higgins. Sin fecha, Archivo de Miranda. 66 •
EL DESAFÍO DE LA
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[…] Al dejar Inglaterra, no olvidéis por un solo instante que fuera de este país, no hay en toda la Tierra sino otra nación en la que se pueda hablar de política, fuera del corazón probado de un amigo, y que esa nación es la de los Estados Unidos.
El orgullo y fanatismo de los españoles son invencibles. Ellos os despreciarán por haber nacido en América y os aborrecerán por ser educado en Inglaterra. Manteneos, pues, siempre a larga distancia de ellos. Los americanos, impacientes y comunicativos, os exigirán con avidez la relación de vuestros viajes y aventuras, y de la naturaleza de sus preguntas podréis
formaros una regla a fin de descubrir el carácter de las personas que os interpelen. Concediendo la debida indulgencia a su profunda ignorancia, debéis valorizar su carácter, el grado de atención que os presten y la mayor o menor inteligencia que manifiesten en comprenderos, concediéndoles o no vuestra confianza en consecuencia. No permitáis que jamás se apodere de vuestro ánimo ni el disgusto ni la desesperación, pues si alguna vez dais entrada a estos sentimientos, os pondréis en la impotencia de servir a vuestra patria. Al contrario, fortaleced vuestro espíritu con la convicción de que no pasará un solo día, desde que volváis a vuestro país, sin que ocurran sucesos que os llenen de desconsolantes ideas sobre la dignidad y el juicio de los hombres, aumentándose el abatimiento con la dificultad aparente de poner remedio a aquellos males. […] Amáis a vuestra patria. Acariciad este sentimiento constantemente, fortificadlo por todos los medios posibles, porque sólo a su duración y a su energía deberéis el hacer el bien. Los obstáculos para servir a vuestro país son tan numerosos, tan formidables, tan invencibles; llegaré a decir que sólo el más ardiente amor por vuestra patria podrá sosteneros en vuestros esfuerzos por su felicidad. […] Leed este papel todos los días durante vuestra navegación y destruidlo en seguida. No olvidéis ni la Inquisición, ni sus espías, ni sus sotanas, ni sus suplicios.
ARUBA Tierra Venezolana El 30 de mayo de 1792, el gobernador y capitán general de Venezuela, don Juan Guillelmi, escribe una carta al conde de Aranda solicitando se averigüe sobre la pertenencia de la isla de Aruba, que poseen hoy los holandeses, a la corona española. Los expedientes que se buscaron no se hallaron, dejando sin respuesta la pregunta de a quién pertenecía la isla. Sin embargo, y por diversos documentos encontrados por el departamento de investigaciones de la revista El desafío de la historia sabemos que Aruba pertenecía a España. Una real provisión que data de 1525, que se encuentra en el Archivo General de Indias, relata cómo Gonzalo de Sevilla acudió al descubrimiento y conquista de las islas de Curazao y Aruba. Igualmente en una Real Cédula de la misma fecha, a pedimento de Juan de Ampíes, se encomiendan a los padres jerónimos los indios de las islas de Aruba, Curazao y Buynari (Bonaire). Por estos y otros documentos se puede constatar que antes que holandesa, Aruba fue española. El 22 de agosto de 1806 tomó Miranda posesión formal de Aruba. Para ese momento la isla se hallaba bajo la jurisdicción de los Países Bajos…
PROCLAMA Habitantes de Aruba. Las circunstancias nos obligan a tomar posesión de vuestra isla. Pero estad seguros de que vuestra religión y vuestra vida económica no serán perturbadas, así como tampoco la ejecución de vuestras leyes que continuará en las manos de los magistrados actuales. Porque de una gente virtuosa, como vosotros, nada debe temerse. Nuestro propósito es emancipar a quienes por largo tiempo han sufrido los rigores de una tiranía, y que nos han invitado a darles un gobierno más equitativo. El Gobernador de Caracas ha ofrecido una recompensa de treinta mil dólares* por la cabeza de un ciudadano cuya vida, desde muy temprano, se consagró al bien de sus compatriotas, y que entregará la última gota de sangre para hacer en la América del Sur lo que Washington ha hecho en los Estados Unidos, o lo que Dion y Pelópidas hicieron en Grecia, o lo que el Príncipe de Orange en Holanda. Preguntadle a ese desvergonzado por las leyes, humanas o divinas, que lo autorizan a destruirme. Salvo que quiera él renovar en los días presentes las crueldades del Duque de Alba en los Países Bajos, bajo Felipe II, y que llenaron de infamia su nombre para la posteridad, así como al gobierno que lo apoyaba.” * Treinta mil dólares de 1806 equivalen, números más números menos, a unos ciento cincuenta mil dólares del presente.
Claves sobre el fracaso del Precursor Elías Pino Iturrieta
¿Por qué termina abandonado y lleno de decepciones, en una mazmorra de La Carraca, alguien que ha conseguido cosas extraordinarias entre todos los hombres de su tiempo?
• Los profundos recelos que en Venezuela despertaron sus ideas y su figura, y un plan de acción sobre el que pesaban apreciaciones erróneas debidas a tantos años de ausencia, influyeron decisivamente para dar al traste con las intenciones de Miranda. Retrato de Martín Tovar y Tovar. Colección Salón Elíptico del Palacio Federal, Caracas.
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EL DESAFÍO DE LA
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• Aunque la sociedad oligárquica deseaba desde hacía mucho romper con la corona, buscaba la forma de hacerlo sin comprometer el viejo orden de cosas y dejando intactas sus prerrogativas y preeminencias. En la imagen, el marqués del Toro transportado por un esclavo. Detalle de un mural de la Quinta de Anauco, Caracas, por Hilarión Ibarra, c. 1828.
La independencia de Hispanoamérica fue un proceso ecléctico, en el cual intervinieron, grosso modo, tres elementos: los intereses lugareños, la mentalidad tradicional y el pensamiento de la Ilustración. En la antesala del suceso fue determinante el peso de los primeros, debido a su presencia inmediata y a su antiguo establecimiento en las colonias. Los caballeros que se presentaban como voceros de la insurgencia eran sus criaturas principales. En el caso de los factores provenientes de la modernidad, pese a la trascendencia que tuvieron, representaban un ascendiente foráneo que debía ponderarse con cuidado. Los argumentos de la burguesía y las noticias sobre conmociones contra el antiguo régimen jugaron un rol evidente. Tanto los autores como los episodios más famosos de Europa fueron manejados hasta la saciedad en los cenáculos opuestos a la monarquía. Sin embargo, las proposiciones y conductas de la clase media también produjeron reticencias, o franca repulsión. Así, por ejemplo: los discursos contra la fe católica, las propuestas de igualdad entre los hombres, la beligerancia popular y la violencia de las guillotinas. La clase que pensaba divorciarse de España se ubicaba en el peldaño más alto de la sociedad oligárquica, y su proyecto estaba en correspondencia con esa posición de vieja data. En consecuencia, necesitaban la formulación de un designio apacible que no pusiera en peligro sus inmunidades, sus ricas posesiones. Un programa como el que suscribían los extremistas de París, o las turbulencias de la sedición liberal, sólo atraían a los jóvenes del criollaje. Los dirigentes maduros mostraron cautela frente a un terreno tan resbaladizo.
Las suspicacias ajenas…
Dentro de esa situación que condujo a portentos de equilibrista con el objeto de permitir la preeminencia de los linajes criollos, debemos ubicar la presencia de Miranda en la historia continental. Ante los ojos de sus contemporáneos hispanoamericanos, líderes de la revolución, el Precursor no fue un par bienvenido. Al contrario, fue un personaje susceptible de provocar recelos. ¿No era el heraldo de un universo amenazador, de ese mundo que había engullido añejos privilegios y a cada rato sorprendía con mudanzas que nadie en sus cabales había imaginado? Para un aristócrata de las postrimerías coloniales –como el marqués del Valle de México, el señor de Selva Alegre, el caballero de Montúfar o el conde de Tovar– la Ilustración no era sólo otro tema para animar las tertulias, o una moda que se reflejaba en las pelucas. Era enfrentarse a una cartilla fulminante que negaba los preceptos en los cuales se formaron, y una cartilla para subvertir la paz. Como protagonista de numerosos episodios del siglo ilustrado, Miranda no sólo podía contar con las sospechas de sus contemporáneos de Hispanoamérica, sino también con sus anatemas. La esencial fuente de desconfianza fue provocada por los lugares en los cuales el grande hombre hizo la publicidad de la independencia: los Estados Unidos, Francia e Inglaterra. La mentalidad tradicional los juzgaba como lugares impropios. Aunque la república del norte era un espejo en el que daba gusto mirarse -no en balde su nacimiento evitó pruebas sangrientas y fue respetuoso de los propietarios-, parecía una tosca iniciativa de mercaderes. Había mucho de tercería en esa nación de labriegos y tenderos como para que los descendienEL DESAFÍO DE LA
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• A pesar de que el proceso de la independencia norteamericana se había realizado sin grandes desgarros sociales, los orgullosos criollos de Venezuela recelaban de una nación que consideraban entregada al pragmatismo del trabajo manual. En la ilustración, Retrato de George Washington por John Trumbull. The Metropolitan Museum of Art, New York.
tes del tronco peninsular se entusiasmaran excesivamente. La relación del caraqueño con los estadounidenses, cuyos funcionarios trató en la más alta escala, debió hacer que los círculos cerrados lo sintieran como órgano de una lección pragmática y vulgar. Los nexos con Francia multiplicaron las prevenciones. Allá no militó en el bando extremista, como se sabe, sino entre los simpatizantes de la Gironda. Sufrió cárceles, pasó el trago del tribunal y estuvo a la orilla del cadalso en la época del Terror. Sin embargo, refulgía en sus credenciales el mérito de dirigir los ejércitos revolucionarios contra las coronas del Ancien Régime, su fallida candidatura como funcionario de la Convención en las posesiones del Caribe, el relumbrón de un paseo por las calles de París a hombros de la canalla y fama de contertulio en los salones más desvergonzados. Los petimetres de la América española cayeron rendidos frente a tantos laureles, pero las figuras rectoras de la preindependencia y de los primeros arranques republicanos advirtieron defectos en lo que los mozos veían como cualidades. Era difícil que el olfato de los criollos, especialmente de los más entrados en años, no sintiera a su paso un embarazoso olor a sans-culotte. Otra emanación debió sacudirlos, como consecuencia de sus tratos en Inglaterra con ministros y parlamentarios. Desde la época de Felipe II, tanto en la península como en las colonias se consideró a Gran Bre• Aunque el palmarés de Miranda como participante de la Revolución Francesa despertaba la admiración de los jóvenes caraqueños, los viejos “amos del Valle” mostraban su desconfianza frente al que veían como un exaltado radical. La iglesia, por su parte, temía en él a un hereje que viniera a imponer el pensamiento ateo e iconoclasta de la Ilustración. En la imagen, el ideólogo del “contrato social”, Jean-Jacques Rousseau, por Quentin de la Tour.
taña como una comarca de herejes contra la cual debía levantarse un muro de rezos y pólvora. Era otro mundo regido por el demonio, quien no sólo tenía como emisarios a los pastores de la iglesia cismática, sino a los asoladores piratas. Debido a su trato con los ingleses, ¿no era acaso Miranda un impío con piel de cordero; un agente de los filibusteros que ahora se presentaban como pulcros comerciantes? Cuando el obispo de Mérida de Maracaibo divulgó, en 1806, un documento pastoral que lo acusaba de ateo, sólo corroboraba una lectura usual.
Miranda traía una rémora personal capaz de detenerlo en su itinerario, un lastre que no podía atribuirse a las renuencias del entorno en el cual fracasaría, sino a él mismo. …y los propios errores
Pero, como resultado de la educación y de las vivencias, Miranda traía una rémora personal capaz de detenerlo en su itinerario, un lastre que no podía atribuirse a las renuencias del entorno en el cual fracasaría, sino a él mismo. Fabricó el primer programa de política hispanoamericana sirviéndose de las claves de la Ilustración. El Precursor pensó a Colombia mediante la utilización de las pistas de un pensamiento excesivamente generalizador; partiendo de un argumento demasiado confiado en el poder transformador de la razón; mi-
• Galas, joyas, colgaduras y empaque aristocrático caracterizan la imagen que los mantuanos querían preservar inalterada. En el retrato, doña Brígida Ibarra, III marquesa del Toro. Hilarión Ibarra, 1827.
rando desde una atalaya cuyos vigías sólo deseaban observar novedades, sin calibrar el peso de las permanencias ni la significación de los detalles; alternando con la burguesía y con personeros de la política y la cultura para quienes Hispanoamérica no existía siquiera como expectativa, o era un ingrediente de flaca estimación dentro de unos cálculos hechos desde y para Europa, centro indiscutible del universo. Apenas una media docena de jóvenes “indianos”, contados comerciantes y algunos jesuitas expulsos pudieron ofrecerle experiencias directas sobre el eje de su plan, el cual forzosamente se fundó, por lo tanto, en evidencias de segunda mano, la mayoría procedentes del ambiente metropolitano opuesto a la independencia de las colonias, o proclive a manipularla. Más que un choque de pensamientos, el reencuentro del Precursor con el medio del cual se había separado desde hacía tres décadas representó una colisión de mentalidades. Los destinatarios de su designio apenas eran a medias unas criaturas de la modernidad. Respondían a las solicitudes del entorno gracias a la atención
de pistas trilladas, es decir, al dictamen de una sensibilidad de la cual no podían divorciarse sin el temor de precipitarse en un abismo. Un heraldo de las Luces, guiado por ellas en esencia, estaba condenado al fracaso. Atisbaba un solo panorama de mudanzas cuando existían varios, muchos de ellos adaptados a una rutina que requería, para ser otra cosa, fuerzas superiores a un discurso, más atractivas que el plomo de la imprenta, más imperiosas que la invitación de un forastero. Buscaba a unos interlocutores como los que había dejado en el Viejo Mundo, pero de plano no existían o apenas se estaban formando entre balbuceos. No podían congeniar entonces los intereses lugareños, la sensibilidad tradicional y las ideas de la Ilustración. De allí no sólo que padeciera Miranda el erizamiento entre quienes buscó como compañeros para su viaje supremo, sino que, por desdicha pero también por motivos comprensibles, terminara sus días en el predecible arsenal de La Carraca.
• El asalto a la prisión de La Bastilla el 14 de julio de 1789 ha quedado en el imaginario histórico como emblema de la insurrección popular frente al poder absoluto. Miranda representaba, para muchos de sus compatriotas, la agitación del populacho y un espíritu de revuelta que ponía en peligro el statu quo.
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EL DESAFÍO DE LA
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Miranda en el Arco de Triunfo E l A r c de Tr io m p h e d e P a r í s e s p r ob a b l e me n t e e l m á s f a m o s o d e s u g é n er o y u n sí m b o l o d e l a c a p i t a l f ra n c e sa . P r e s id e l a P l a c e d e l ' É to il e , e n e l e x t r e m o oe s te d e C h a mp s É l y s é e s , de s d e d o n d e s e p r o l o n g an e n f o r m a r a d i al o t r a s on ce ave nida s abier t as e n el s iglo XI X b ajo e l imp uls o urb a n í s t i c o de l b a r ó n H a us s ma n n .
Napoleón Bonaparte decidió construir este arco tras su victoria en la batalla de Austerlitz (1805), pues había prometido a sus hombres: "Volveréis a casa bajo arcos triunfales". El monumento se terminó en 1836, bajo el reinado de Luis Felipe.
Tiene 51 metros de altura y 45 de ancho. Es el segundo arco de triunfo mayor del mundo, después del construido en 1982 por el gobierno de Corea del Norte para conmemorar los 70 años del dictador Kim Il-Sung.
Sobre las caras exteriores del Arco están grabados los nombres de grandes revolucionarios y las victorias militares de Napoleón I.
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En los muros interiores están inscritos los nombres de los 558 héroes (generales, mariscales, oficiales) de la Primera República y del Imperio. El de MIRANDA se lee en quinto lugar contando desde arriba, en la cuarta columna, sobre el pilar norte que da a la avenida de Wagram (consagrado a los ejércitos del Norte, de las Ardenas, del Mosela, del Rin, del Sambre y del Mosa, de Holanda y de Hanóver). En la columna contigua, a la izquierda, figuran DUMOURIEZ, enemigo del venezolano, y LA FAYETTE, héroe de la independencia norteamericana. Los nombres de aquellos que murieron en combate están subrayados.
Fue diseñado por el arquitecto Jean-François-Thérèse Chalgrin (1739-1811), inspirándose en la arquitectura romana. La construcción fue terminada bajo las órdenes del ingeniero Louis-Etienne Héricart de Thury.
Dentro del Arco se encuentra un museo que explica su historia y construcción. Es posible ascender al techo, desde donde se puede disfrutar de una vista panorámica de algunos de los lugares turísticos más famosos de París. A sus pies se encuentra la Tumba del Soldado Desconocido de la Primera Guerra Mundial, en cuya superficie hay una inscripción: ICI REPOSE UN SOLDAT FRANÇAIS MORT POUR LA PATRIE 1914-1918 ("Aquí yace un soldado francés muerto por la Patria 19141918") y una llama continuamente encendida que las asociaciones de antiguos combatientes o de víctimas de guerra reavivan todos los días a las seis y media de la tarde, con una conmemoración especial el 11 de noviembre, aniversario del armisticio firmado entre Francia y Alemania en 1918.
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EL TEMIBLE OLONÉS
EN MARACAIBO
• No es la estampa caballeresca de un Walter Raleigh o de un Henry Morgan, sino el aspecto rudo que delata el carácter en extremo sanguinario de Jean David Nau, El Olonés. La imagen procede de Bucaniers of America, traducción inglesa publicada en 1684 de las crónicas de John Esquemelin, miembro de la banda de Morgan y testigo presencial de asaltos y saqueos por todo el Caribe. El éxito de este libro, en las varias lenguas a que se tradujo, creó todo un imaginario sobre la piratería y popularizó en inglés la palabra bucaneer (bucanero), tomada del francés. Colección Libros Raros, Biblioteca Nacional, Caracas.
Fueron muchos los piratas que asolaron las costas de Tierra Firme y las islas circunvecinas durante los siglos XVI y XVII, principalmente franceses, ingleses y luego holandeses que andaban en busca de la sal, producto de alto valor en esa época y de gran demanda en Europa. Pero ninguno de ellos igualó en crueldad al francés Jean David Nau, mejor conocido por sus compatriotas como François L’ Ollonois, y por los españoles como “El Olonés’”.
Oscar Martínez Allegretti Nacido en la provincia de Francia llamada Les Sables d’ Ollonés, Nau fue contratado muy joven como “engagé”, es decir, criado o esclavo, y enviado a las colonias francesas del Caribe para trabajar en las plantaciones de azúcar en esa región. Una vez terminado su contrato El Olonés partió para La Española (hoy República Dominicana y Haití). Allí convivió con los cazadores de reses que traficaban con barcos de Inglaterra, de Francia, de Holanda y con más de un navío español. Luego se alistó como marinero en los barcos que también traficaban entre las islas caribeñas, distinguiéndose por su capacidad, astucia y valentía, lo cual llamó la atención del gobernador de la isla Tortuga, refugio conocido de piratas y filibusteros, quien le facilitó un buque y lo nombró capitán para que comenzara a probar fortuna en el negocio de la piratería. Excelente alumno resultó François: su arrojo y crueldad pronto lo hicieron famoso. No tenia piedad con sus prisioneros, y su afán por el dinero y las riquezas no conocía limites. Luego de varios éxitos sufrió un revés al hundirse su embarcación a causa de una terrible tormenta frente a las costas de Campeche en México, llamado entonces Nueva España. Perseguidos por los españoles que los esperaban en la orilla, sus hombres fueron diezmados. Herido y solitario, impregnó su cara con tierra y sangre y haciéndose el muerto logró escapar de sus enemigos. Con la ayuda de algunos esclavos escapó a la Tortuga, donde los llamados “Hermanos de la Costa”, fraternidad de piratas y filibusteros, le facilitaron un barco; junto a otros marineros que reclutó en esa isla izó las velas en busca de una presa, y la encontró muy pronto al capturar en Los Cayos (Cuba), y luego de un fuerte combate, un navío español, con la buena suerte que el buque estaba equipado con 16 cañones. Poco más tarde capturó otro barco español que se dirigía a Maracaibo para comprar cacao. Envalentonado por su buena suerte y bien provisto con el botín del último barco apresado, regresó a
La Tortuga donde logró convencer a unos 400 hombres de unírsele en la aventura para formar una flota con el fin de saquear puertos del Caribe. Por la información que obtuvo de algunos de sus rehenes decidió que valía la pena comenzar por Maracaibo, no sin antes convencer al afamado pirata Miguel Vasco (quien, provisto de gran fortuna, se dedicaba ahora a actividades lícitas y seguras en La Tortuga) para que comandara las operaciones en tierra de la flota que estaba pronta a zarpar. Con ocho barcos artillados y 1.600 hombres y con Miguel Vasco como segundo a bordo, se hizo a la mar El Olonés. Transcurridos pocos días avistaron un buque español que se dirigía a Nueva España (México) con un cargamento de cacao, cuarenta mil piezas de a ocho y joyas de gran valor, y cargado, por lo demás, de pólvora y dinero para la guarnición de Santo Domingo. Con ese nuevo botín se apresuró a reunirse con el resto de su flota que lo aguardaba en Savona. Con buenas provisiones, armamento, nuevos voluntarios y otros dos buques, El Olonés levó anclas
Rumbo a Maracaibo
• Maqueta de una fragata española del siglo XVII.
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1605
• Se ordena a los virreyes de Indias actuar en contra de los corsarios. • Se publica la primera parte del Quijote.
1610
• Se instituye el Tribunal de la Santa Inquisición en el Nuevo Reino de Granada.
1615
• Walter Raleigh ataca Guayana.
1620
• Ataque de piratas franceses y holandeses contra las costas de Colombia y Venezuela.
1641
• Los holandeses atacan Maracaibo desde Curazao.
1654
• Las flotas españolas atacan la isla La Tortuga, refugio de filibusteros.
1668
• El corsario Gramont ataca Maracaibo y hace lo mismo en Gibraltar y Trujillo.
1678
• Los franceses atacan Maracaibo, Trujillo, Trinidad y Margarita. • Traslado del Gobernador de Provincia Jorge Madureira y Ferreira de Mérida a Maracaibo para asegurar la defensa de la zona.
1680
•Nuevos ataques franceses en costas venezolanas.
1688
• La corona inglesa concede amnistía a los filibusteros del Caribe. Muere el pirata Henry Morgan en Jamaica.
rumbo a Maracaibo. Al entrar en el golfo de Venezuela se encontró con que el acceso al Lago está resguardado por dos islas: una llamada de las Vigilias (Isla de Toas) y otra llamada La Paloma (hoy San Carlos), separadas entre sí por un canal natural que sale al mar y que los españoles llamaban Brazo Barbosa. En otra pequeña isla más al oriente denominada Zapara se encontraba un reducto amurallado con una pequeña guarnición que protegía el otro brazo del mar. Lo estrecho del Brazo Barboza hacía muy vulnerables los barcos que transitaban por él, pues por el lado oeste se encuentra un castillo bien artillado llamado de San Carlos, mientras que desde la montaña más alta de la isla de las Vigilias se mantenía vigilancia constante sobre el movimiento de los buques que entraban y salían del Lago de Maracaibo. Para esa fecha, 1666, la ciudad de Maracaibo contaba con unos 4.000 habitantes, incluyendo los esclavos. Parte de ella estaba protegida por murallas de barro y cal en la conocida Punta de Arrieta, y por una batería de cañones ubicada frente a la plaza de San Francisco. Cercana a ésta se encontraba un importante astillero naval que surtía las naves que requería el intenso comercio lacustre, sobre todo entre Maracaibo y Gibraltar. De los
La población de Maracaibo se apresuró a recoger sus objetos de valor y a huir en botes y piraguas hacia Gibraltar, o en carretas hacia los hatos que se encontraban en las sabanas próximas a la ciudad.
hatos o haciendas de los términos de la primera salían carne y cueros, y de la segunda frutas, legumbres, cacao, caña de azúcar, añil y el tabaco proveniente de Barinas, y que se cotizaba tan bien como el cacao, incluso en los mercados de Europa. La bonanza económica de que disfrutaban esas dos ciudades las hacía presa fácil para los piratas, que reclutaban pilotos indígenas o de otras latitudes -como holandeses y franceses- para eludir no sólo el fuego de artillería de las guarniciones mencionadas, sino también los bancos de arena que constantemente reducían el calado de los estuarios. Bien informado estaba El Olonés sobre los peligros que había de enfrentar al tratar de pasar la Barra, como llamaban a la entrada al Lago. A tal efecto, amparado bajo la oscuridad de la noche, ancló sus barcos en un punto fuera del alcance del vigía de la isla de Vigilias, y al amanecer desembarcó sus hombres en la parte
• Cada capitán creaba para su barco una bandera que lo distinguía, pero la calavera, las tibias, los sables, las dagas y las telas negras, rojas o blancas eran lo más usado. Se trataba de una intimidante declaración de intenciones reforzada a veces con unos banderines rojos que se colgaban del palo mayor y eran llamados sin cuartel, pues denotaban que no habría compasión para los supervivientes del barco abordado. Bandera pirata de la nave llamada La Samphiè, en Les Frères de la Côte: Flibustiers et corsaires, de Maurice Besson. Colección Libros Raros, Biblioteca Nacional, Caracas.
• El castillo de la Barra Grande del Lago de Maracaibo, castillo de San Carlos (cuya planta aparece abajo, en dibujo firmado por Francisco Ficardo en 1680) fue escenario de una horrorosa masacre por parte de los hombres de El Olonés. Este asalto fue el prólogo de la invasión de Maracaibo, y la población, alertada por los pocos sobrevivientes del castillo, apenas tuvo tiempo de preparar un éxodo desesperado.
norte de la isla de La Paloma, donde, a una legua de distancia, se encontraba el fuerte de San Carlos. Sorpresivamente, la presencia de los invasores fue detectada por otro vigía apostado en Punta Vigía, en la orilla oriental del Lago, parte de un sistema de alarma mediante cañonazos que se oían a través de esa costa hasta el mismo Maracaibo. Así fue alertada la guarnición de esta ciudad sobre el arribo de enemigos. Con gran premura el gobernador Pedro Gómez de Parras despachó un contingente de tropas rumbo a San Carlos. Éstos se dirigían al norte del castillo para sorprender a los hombres de El Olonés, pero los astutos piratas lograron emboscar a los soldados españoles y los masacraron a todos. Al llegar los invasores al fuerte, que estaba protegido por cuatro débiles muros de cal y canto y una batería de 16 cañones, se entabló un feroz combate que duró unas tres horas y terminó con la victoria de los piratas. Alertada por algunos soldados que sobrevivieron al fatal encuentro, la población de Maracaibo, que había sufrido en 1642 el saqueo del corsario inglés William Jackson, se apresuró a recoger sus objetos de valor y a
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huir en botes y piraguas hacia Gibraltar, o en carretas hacia los hatos que se encontraban en las sabanas próximas a la ciudad. Luego de destruir el castillo de San Carlos, los hombres de El Olonés se dirigieron en sus barcos a Maracaibo, adonde, por afrontar vientos adversos, no llegaron hasta el día siguiente. Desembarcó la mitad de los efectivos mientras desde las naves se cañoneaban los cerros y arboledas que protegían la capital lacustre, que encontraron abandonada; casas vacías pero bien provistas de alimentos, licores y aves de corral dejados en la premura de la huida, para regocijo de los hambrientos piratas. La iglesia de San Pedro y San Pablo, conocida también como iglesia parroquial, fue convertida en cuartel de los invasores, donde cometieron actos sacrílegos y vandálicos. Al día siguiente El Olonés despachó 160 de sus hombres a requisar las mejores casas y recorrer los campos vecinos en busca de fugitivos. Lograron
Saquear y matar
hacer prisioneros a 28 de ellos, entre los cuales se contaban mujeres y niños, y hallar unas 20.000 piezas de plata y mercaderías. Muchos de los prisioneros fueron decapitados o sometidos a terribles torturas para que revelaran donde ocultaban otros habitantes sus tesoros. Difícil resultaba encontrarlos ya que cambiaban constantemente de escondite. Quince días después El Olonés ordenó la partida hacia Gibraltar, ya que la búsqueda de más tesoros resultó infructuosa. Alertados por los refugiados de Maracaibo, los pobladores de Gibraltar reforzaron las defensas no sólo de la ciudad sino también de los caminos y haciendas de los alrededores. Con prisa construyeron un muro de barro equipado con una batería de cañones frente al puerto de la ciudad, y retiraron las imágenes y otros objetos religiosos de la iglesia y del convento. Pese a la fuerte resistencia que ofrecieron los habitantes de Gibraltar, las fuerzas de El Olonés logramos sortear los obstáculos y apoderarse de la ciudad utilizando la misma estratagema que siempre le daba resultado: fingir la huida y luego contraatacar por sorpresa. Quinientos muertos
sufrieron los españoles contra cuarenta de los piratas. Casi un millón de rehenes fue sometido a toda clase de vejámenes. La escasez de alimentos y la ausencia de tesoros hicieron perder el interés del Temible en permanecer en Gibraltar. Luego de cuatro semanas de ocupación forzada, comenzó a prenderle fuego a la ciudad amenazando con dejarla reducida a cenizas si no le pagaban un rescate de diez mil piezas de a ocho. Una vez logrado su cometido, levó anclas y partió de vuelta a Maracaibo, lanzando al agua muchos cadáveres que permanecían insepultos después de las escaramuzas. Al llegar de nuevo a Maracaibo, el Temible logró capturar un grupo de personas de fortuna y, tal como había hecho en Gibraltar, amenazó con prenderle fuego a la ciudad si aquéllas no pagaban un rescate de 20.000 piezas de a ocho y entregaban 500 reses, lo cual se hizo. Después de dos meses de correrías por el Lago salieron en dirección a La Española, no sin antes liberar, previo pago por supuesto, a algunos vecinos pudientes de Maracaibo capturados en Gibraltar, además de a un importante número de los esclavos que éstos poseían. EL DESAFÍO DE LA
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• Las flotas de los piratas eran a veces extraordinariamente poderosas y bien dotadas de hombres y de armamento. Los botines que iban conquistando ayudaban a acrecentar los recursos para enfrentarse a empresas de pillaje cada vez más ambiciosas y efectivas. Enfrentamiento de la Armada Española con piratas, del libro de Esquemelin, Bucaniers of America. Colección Libros Raros, Biblioteca Nacional, Caracas.
Al arribar a la isla de La Vaca descargaron un sustancioso botín de 26.0000 piezas de a ocho, telas y otras mercancías y un buen cargamento de cacao, y procedieron a efectuar el reparto correspondiente entre cada uno de los participantes en la aventura de Maracaibo. Entusiasmado por el éxito de su expedición a Venezuela, logró El Olonés alistar nuevos marineros y añadir otros barcos a su ahora famosa flota. Desde Yucatán hasta Darién (Panamá) continuó, esta vez con menos suerte, su pillaje tanto contra los españoles como contra las tribus de indios que habitaban esas costas, dejando a su paso una estela de muerte y desolación. Finalmente, el temible Olonés pereció a manos de los indios que, al capturarlo, cortaron en pedazos su cuerpo y lo echaron a la hoguera. Justo fin para aquel que se deleitaba en arrancar el corazón de sus víctimas vivas e inermes, mordiéndolo y dándoselo a comer a otros.
• Arriba: El devorador de corazones: la ferocidad de El Olonés ha quedado emblematizada en la acción que reproduce este grabado del siglo XVII: extraer el corazón de un prisionero, morderlo y darlo a comer a otro. Abajo: Batalla naval en el s. XVII, Anónimo.
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• Cuando los expertos norteamericanos invitados por el gobierno de Venezuela compararon los precios de varios artículos en Caracas y en Washington, se quedaron sorprendidos. Mercado de San Jacinto, c. 1940.
Caracas cara ¡carísima! La fama era bien ganada, aunque sus habitantes, seguramente, no la llevaban con demasiado orgullo.
Asdrúbal Baptista Y ganada en buena lid, como se verá más abajo. Hay un antecedente, en efecto, que conviene tener en cuenta, porque cuando se busque una explicación de lo que aquí se va a mostrar, ella tendrá que remitirse a un hecho que tuvo lugar hacia 1934. Pero lo más importante es dar relación de la carestía que Caracas mostraba en 1939. La Misión Fox
No espere el lector por el subtítulo nada distinto de saber que en 1939 vino a Venezuela un grupo de profesionales dirigidos por el señor Manuel Fox, de la Junta Arancelaria de EE.UU. Había sido invitado por el gobierno de Venezuela para estudiar la situación de los «impuestos, aranceles y precios» en la economía venezolana. Sus estudios los llevaron a resultados muy reveladores. Uno de
ellos surgió de una pregunta muy familiar: ¿cuánto costaban diversos objetos y productos que las familias y los consumidores caraqueños entonces compraban? Debe entenderse que las respuestas eran: éste, tantos bolívares; aquél, tantos otros bolí-
vares; el de más allá, pues otros tantos bolívares. Pero el asunto iba un poco más lejos. El Señor Fox y sus técnicos sabían, de antemano, cuánto costaban esos mismos productos en Washington, y desde luego, medidos en dólares.
Caracas: carísima. Washington: baratísima
Sirvan, pues, unos cuantos productos para mostrar cuán cara era Caracas, o igual, lo barata que era Washington para un venezolano. La lista original se refiere a 35 productos, pero los que se muestran son los más reveladores. Los precios en ambas ciudades se expresan en dólares norteamericanos. PRODUCTO *
1 docena de huevos
1 kilo de mantequilla 1 pasta dentífrica
1 caja de gaseosas (24 unidades) 1 caja de aspirinas (20 pastillas) 1 aparato de radio 1 automóvil lujoso
* Precios en $EE.UU. de la época
CARACAS *
WASHINGTON *
0,31
0,19
0,94 2,14 1,57 0,63
85,05
1.559,25
0,33 0,66 1,00 0,16
49,95 867
Como se ve, no puede haber dudas de que Caracas, efectivamente, era carísima. Las diferencias de precios montan a una cifra astronómica: 80 por ciento.
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1929 1930
Las relaciones del bolívar y el dólar fueron de una larga estabilidad, hasta más o menos 1934. ¡Un matrimonio más que avenido, cabría bien decir!
• Venezuela paga su deuda externa. • Oleada de golpes de Estado en Latinoamérica. • En Alemania, el partido nacionalsocialista se transforma en el segundo más importante.
1934
Las relaciones del bolívar y el dólar fueron de una larga estabilidad, hasta más o menos 1934. ¡Un matrimonio más que avenido, cabría bien decir! Es así como, si en 1895 alguien hubiera querido cambiar sus bolívares por dólares, habría tenido que pagar 5,20 bolívares por cada dólar comprado. Y si esa misma persona –ya con sus años desde luego– hubiera hecho lo mismo en junio de 1933, pues la situación de intercambio no le habría variado: 5,23 bolívares por cada dólar comprado. Más allá de las tantas cosas sucedidas en esos 40 años: guerras, invasiones de unos individuos a quienes se les
• Al Capone ordena la matanza de San Valentín en Chicago. • Pánico financiero ante el crack de la Bolsa de New York. América Latina siente el efecto de la crisis en huelgas y desempleo. • En Venezuela son aplastados los levantamientos antigomecistas.
• El 31 de enero de 1934 se disminuye el contenido de oro del dólar norteamericano, causando así su devaluación. • Hitler se consolida en el poder y purga de opositores su partido en la “Noche de los cuchillos largos”.
1935
Unos años antes
llamó chácharos y comandados por un tal Cipriano Castro, que hablaba con un verbo encendido; la muerte de un archiduque por un pistoletazo que marcó el inicio de una conflagración mundial; el hallazgo de la relatividad por un joven genio; la célebre temporada operática de Enrico Caruso en la Scala de Milán en 1899; más allá de todo eso y de muchas cosas más, el bolívar y el dólar andaban del todo acompasados. En 1929 colapsó el mercado bursátil de EE.UU., y de ello se seguirá una profunda depresión de la actividad económica. El peor de los años fue 1933. Para esta fecha la producción norteamericana había caído en un tercio del tamaño que tuvo en el primero de los años nombrados. Pero dada la importancia ya claramente dominante de la economía norteamericana en el comercio mundial, su caída arrastró al resto de las economías – la frase tan gráfica de que cuando EE.UU. estornuda al mundo le da neumonía, es de muy viejo cuño–. El mercado cambiario no podía, en consecuencia, sino alterarse. Sirva de ejemplo la libra esterlina. En 1929 se necesitaban 4,85 dólares para comprar 1 libra británica. Para 1932 esa cantidad había caído a 3,50 dólares.
• Muere Juan Vicente Gómez. • Expansión africana de Mussolini.
1936
Al hacerse la comparación de los precios en ambas ciudades, tomando como unidad común el dólar, el resultado fue sencillamente abrumador.
• Comienza la Guerra Civil Española.
1939
• Billetes del Banco de Venezuela, Banco Mercantil y Agrícola, Banco de Maracaibo y Banco Venezolano de Crédito. Fabricados por el American Bank Note Co. Colección Banco Central de Venezuela.
• En Venezuela se crea el Banco Central y se produce la visita de la Junta Arancelaria de Norteamérica. • Estalla la II Guerra Mundial.
Tipos cambiarios El bolívar siguió un curso muy propio. Le entró una ventolera, cabría bien decir. Sépase lo siguiente. Salvo unos meses de 1918, nunca el bolívar había caído debajo de 5 bolívares por dólar. En septiembre de 1933, sin embargo, se rompió la barrera: sólo 4,84 bolívares/dólar, y dos meses más tarde sucedió lo impensable: por debajo de 4 bolívares. El bolívar se estaba violentamente revaluando. En adelante, por cada bolívar se recibirían muchos más dólares. El mundo andaba por una dirección, y Venezuela andaba en sentido opuesto. ¿Qué sucedió entonces?
Dejando de lado otros temas y concentrando la atención en los números iniciales, puede decirse que la respuesta es muy sencilla. Los comerciantes y productores, cabe presumir, dejaron los precios de sus bienes tal y como venían desde atrás: en bolívares, desde luego, y no se olvide que aquel mundo venezolano no conocía la palabra inflación. Sin embargo, esos bolívares significaban muchos más dólares luego de 1934. La consecuencia, por lo tanto, bien la mostró el Señor Fox, que a pesar de su apellido no necesitaba de mucha astucia para llegar a los resultados que puso al relieve. Caracas se había hecho muy cara, ¡carísima!, la verdad es.
En enero de 1934 el Gobierno de EE.UU., presidido entonces por Franklin Delano Roosevelt, decidió disminuir el contenido de oro que 1 dólar representaba. La crisis económica, iniciada en 1929, no podía sino afectar también la solidez del signo monetario norteamericano. La devaluación del dólar con respecto al oro, como era de esperar, arrastró las monedas de los otros países del mundo. Venezuela fue una gran excepción. La importancia del petróleo era ya tal que la economía venezolana pudo darse el lujo de revaluar su bolívar, cuando el resto de los países no hizo otra cosa que medio tratar de seguir la velocidad del dólar en su caída. El cuadro que sigue muestra los números relevantes. Todos los países señalados devaluaron, pero Venezuela, óigase, ¡revaluó! 1934 es una fecha muy importante en la historia económica del país. Entonces los venezolanos amanecieron un día más ricos de cómo se acostaron, cuando menos – y no es poca cosa – en términos de lo que sus bolívares valían en dólares.
DEVALUACIÓN FRENTE AL DÓLAR: 1928-1938 México
Pesos por dólar
Brasil
Cruzeiros por dólar
Colombia
Argentina Chile
Francia Italia
Gran Bretaña
VENEZUELA
Pesos por dólar Pesos por dólar Pesos por dólar
Francos por dólar Liras por dólar
Libras por dólar
Bolívares por dólar
1928
1933
1938
Porcentaje de la devaluación
1,02
1,25
1,79
76,2%
2,02 2,36 8,40 8,22
25,51 18,94 0,21 5,21
3,50 3,23
12,69 16,67 20,58 15,53 0,24 5,35
4,52 3,57
17,64 24,39 34,97 19,01 0,25 3,19
123,6% 51,4%
109,9% 196,6% 37,1% 0,4%
20,6%
-38,8%
• Por las nubes, caricatura de El Morrocoy Azul en la que aparecen representados los precios de distintos productos. Corresponde al Nº 67, del 25 de julio de 1942.
LA PALABRA CANTADA Herramienta evangelizadora en América
• Los misioneros debieron echar mano de muy variados recursos para el entendimiento con las naciones indígenas. Los testimonios de fray Toribio Motolinía, de fray Bernardino de Sahagún y de otros autores reflejan los términos en que aquellos hombres procuraban aproximarse a los pueblos que se sentían llamados a convertir. El padre Sahagún explica los misterios de la religión a los recién conquistados.
• Las pinturas coloniales que representan ángeles músicos constituyen también un muestrario de instrumentos de la época que reviste gran interés para la investigación musicológica. Escuela coriana, c.1750.
Durante la primera fase de la conquista de América, la presencia de los misioneros en las nuevas tierras permitió la penetración, junto a la palabra de Dios, de gran cantidad de elementos de la cultura ibérica. Entre ellos destaca sin lugar a dudas la música, íntimamente ligada a la liturgia católica. Mariantonia Palacios La música tenía un lugar prominente en los ritos y festividades de los habitantes del Nuevo Mundo. Esta coincidencia fue aprovechada y explotada por los religiosos españoles, que privilegiaron la música como instrumento de conversión. Se apoyaron en el gusto y facilidad que mostraba el indígena hacia la música para atraerlo a las misiones y pueblos. Muchas son las acotaciones que legaron los misioneros y cronistas al respecto, y muchos también los comentarios que destacan el talento del indígena para aprender música y su asombrosa capacidad para imitar lo que ve y oye. No sólo aprende a cantar, sino a tocar instrumentos, leer y componer llegándose a afirmar con asombro que los indígenas “tocan varios instrumentos con habilidad más que de indios”. La música fue usada como una eficaz herramienta de evangelización. A los misioneros de la Nueva España y del Perú se les obligaba a enseñar música a donde quiera que fueran porque era considerada una herramienta indispensable para la conversión de los naturales. Carlos V, en una Cédula de 1540, exhorta a los misioneros franciscanos para que, en vista de los excelentes resultados obtenidos en la evangelización de la Nueva España, envíen a las provincias de Texulutlán (Guatemala) “algunos indios que supiesen tañer ministriles altos e chirimías e sacabuches e flautas e algunos cantores de los que hay en los Monasterios de vuestra orden de esa Provincia: porque con la música podrían más brevemente atraer a los indios de las dichas Provincias al conocimiento de nuestra Santa Fe”. Además de los franciscanos, también los dominicos, agustinos, y más tarde los jesuitas, hicieron de la enseñanza de la música una materia principal en cada lugar a donde iban a evangelizar. Así lo testifican las conclusiones de los diversos EL DESAFÍO DE LA
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• Los misioneros de la Nueva España consiguieron tan buenos resultados incorporando la música a su labor evangelizadora, que en 1540 Carlos V ordenó enviar a las provincias de Guatemala cantores e instrumentistas indios para extender a aquellas tierras la exitosa experiencia. Medallón de oro y piedras preciosas que representa al emperador Carlos V, c. 1550.
los misioneros a la región, quienes llevaron adelante una conquista y catequización pacífica. Cantar o tocar un instrumento dentro de la Iglesia era considerado un privilegio y símbolo de estatus para los indígenas. Esto tenía antiguas y profundas raíces, pues en muchas culturas prehispánicas la música era hecha por profesionales que se sometían a un rígido y largo entrenamiento. Como la música estaba ligada al culto y al rito, los músicos gozaban de muy alta estima dentro de la sociedad. La Iglesia continuó con esta tradición americana. El ser seleccionado como cantor o como instrumentista era motivo de orgullo para un padre, estableciéndose así vínculos indisolubles entre las familias y la Iglesia. Por otro lado, en muchas partes a los indígenas músicos que estaban al servicio de la iglesia se les eximía del pago de tributos o de trabajar la tierra. En el Primer Concilio de la Iglesia mexicana, convocado en 1555, se comenta con preocupación que hay exceso de instrumentos en la arquidiócesis, así como una superabundancia de indios que consumen su tiempo tocando y cantando en vez de trabajar. Estas protestas se repitieron a lo largo y ancho del territorio español, pero, y a pesar de ellas, la Iglesia continuó empleando gran número de instrumentistas y cantores para dar solemnidad, pompa y esplendor a los servicios divinos, pues era un incentivo para la asistencia masiva a los oficios y para atraer y deslumbrar a los “salvajes”, cuya conversión al cristianismo se hacía más por la música que por el sermón.
concilios celebrados en Nueva España y Perú, donde se exhorta a los religiosos a abocarse al estudio de la música en todas y cada una de las misiones y reducciones. La música servía para allanar el camino a la conversión. Era preferible “endulzar” a los naturales con esta herramienta antes que obligarlos a creer en la palabra de Dios por la fuerza. Como ejemplo de lo afirmado arriba, baste evocar cómo se hizo la conversión de los indómitos habitantes de Teculutlán (Guatemala). En 1537, fray Bartolomé de Las Casas y un grupo de frailes dominicos compusieron una serie de coplas y versos cantados en quiché y en zacapula para narrar historias bíblicas. Este repertorio lo enseñaron a un grupo de mercaderes indígenas, quienes eran los únicos que comerciaban en las regiones no cristianizadas. Cuenta la leyenda que fue tanta la admiración del cacique y de los principales del lugar por la música que oyeron, que los llamaron “embajadores de nuevos dioses” y permitieron el acceso de
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Cuenta la leyenda que fue tanta la admiración del cacique y de los principales del lugar por la música que oyeron, que los llamaron “embajadores de nuevos dioses” La palabra, en latín o en lengua vernácula, pero cantada. De todas las armas de las que se valían los religiosos para el adoctrinamiento de los indígenas fue la palabra cantada la más efectiva. El canto llegó a convertirse en el mejor soporte para la propagación de la nueva fe, y a la vez en el modo de comunicación más eficaz entre religiosos y naturales. Muchos son los testimonios de los misioneros que afirman que la palabra, al ser can-
• Relación y Testimonio de la visita general de Mariano Martí, 1771-1783. Se conserva en el Archivo Arquidiocesano de Caracas
tada, hacía más dulce el aprendizaje de la nueva doctrina. Fray Toribio de Motolinía, en su Historia de los Indios, comenta cómo los indígenas podían pasar tres y cuatro horas seguidas aprendiendo las oraciones cuando se hacían cantadas. En las reducciones y pueblos de Venezuela se enseñaba la doctrina diariamente ayudándose con el canto, rezando y/o cantando las oraciones para su mejor memorización, tal como consta en las detalladas descripciones que hiciera el obispo Mariano Martí durante su visita pastoral a la diócesis. Documentos de los misioneros franciscanos establecidos en la Nueva España describen cómo en Texcoco, aprovechando la excepcional capacidad imitativa del indígena, les enseñaban las oraciones y los mandamientos utilizando como herramienta mnemotécnica melodías indígenas populares sencillas a las que adaptaban el texto de los cantos gregorianos. Garcilaso de la Vega nos comenta que el maestro de capilla de la catedral de Cuzco (Perú) componía obras polifónicas para las festividades de Corpus Christi basadas en melodías y danzas incas antaño dedicadas a la celebración del solsticio de verano. Sobre el sustrato cultural indígena se incorpora el bagaje doctrinal cristiano. A veces las oraciones no se decían o cantaban en latín, sino en lengua vernácula. El padre jesuita José Gumilla bien lo dice: “la doctrina enséñela por la ma-
• Las relaciones del padre Gumilla y del obispo Mariano Martí dan cuenta del modo en que se impartía la doctrina cristiana en las reducciones correspondientes al territorio venezolano. El canto y el uso de la lengua vernácula eran para aquel propósito elementos de gran importancia. El padre jesuita José Gumilla. Grabado, 1751. Colección Libros Raros. Biblioteca Nacional, Caracas.
ñana en su lengua natural y a la tarde en castellano, porque en lo primero se sirve a Dios y en lo segundo al Rey nuestro señor”. Para ello era necesario traducir el catecismo a las distintas lenguas de los naturales. Las versiones bíblicas en lenguas indígenas eran necesarias para la evangelización en América Latina durante la primera etapa de la conquista, a pesar de que para ese entonces el Concilio de Trento sólo reconocía como texto oficial la Vulgata. Estas traducciones las hacían los misioneros, quienes estaban en la obligación de aprender la lengua de los naturales apenas se asentaban en algún territorio. El conocimiento de los dialectos era imprescindible, pues debía evitarse a toda costa la utilización de intérpretes para predicar. Había aún una dificultad mayor: hacer comprensible, dentro del contexto espiritual indígena, un concepto tan abstracto y complejo como el concepto de Dios. El conocimiento de las lenguas vernáculas permitió la producción de gramáticas, diccionarios, vocabularios de lenguas indígenas y estudios filológicos y etnológicos en toda América Latina. Obras como las de fray Diego de Landa, fray Toribio de Motolinía, fray Alonso de Molina, fray Bernardino de Sahagún y fray Andrés de Olmos, son fundamentales para el conocimiento de las culturas azteca y maya. En el caso específico de Venezuela, fray Diego Tapia publica un confesionario y EL DESAFÍO DE LA
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• La música permitió a veces a los misioneros que los indios les franquearan el paso a sus territorios y llevaran adelante su trabajo de conquista y catequesis en unas condiciones de paz muy distintas a las de otros cruentos choques. En la ilustración, Destrucción de la misión de San Sabá y martirio de los padres fray Alonso Giraldo de Terreros y fray José de Santiesteban. Atribuido a José Páez, siglo XVIII.
un catecismo en lengua cumanagota y un manual para la administración de los sacramentos, un rezo cotidiano y un arte; y Matías Ruiz Blanco escribió obras en cumanagoto, entre ellas unos Versos en lengua de los indios para celebrar el Nacimiento del Señor. Lógicamente, la doctrina en lengua vernácula también se cantaba: fray Cristóbal de la Concepción hacía que los indígenas de su reducción cantaran canciones muy devotas todos los días en el “idioma de los Indios”, y fray Diego de los Ríos componía canciones a lo divino en cumanagoto. Fray Bernardino de Sahagún, misionero franciscano que llegó a la Nueva España en 1529, preparó una colección de himnos cristianos en náhuatl (Psalmodia Christiana) para ser cantados sobre melodías indígenas ya existentes, y en su crónica comenta que muchos otros misioneros cristianos también adaptaron textos cristianos a las lenguas nativas. En Jauja, al este de la ciudad de Lima, fray Jerónimo Oré elaboró un manual de canciones religiosas, el Symbolo Catholico Indiano, en el cual insistía en que los indígenas aprendieran canto gregoriano y polifonía tanto en latín como en su lengua vernácula, pues de esta manera se convertían al cristianismo. A esta producción musical de los misioneros en lenguas nativas hay que agregar además un hecho muy significativo: la fundación de escuelas de música o centros de entrenamiento donde los indígenas aprendían a cantar, a tañer instrumentos por papeles y a componer. Por ejemplo, fray Pedro de Gante fundó escuelas en San Francisco de México y en Texcoco donde enseñó música
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a los indígenas con resultados tan extraordinarios que escribió a su pariente Carlos V en 1532 diciéndole que los indios a su cargo estaban tan bien entrenados que podían competir con los cantores de la capilla privada del monarca. A lo largo y ancho del continente americano encontramos referencias documentales que nos hablan de la existencia de estos centros y del interés de los religiosos por conformar plantillas de músicos indígenas para las iglesias. Muchos de estos músicos nacidos o formados en tierras americanas componen motetes y villancicos en lenguas vernáculas, conformando un repertorio de obras en náhuatl, quechua, cumanagoto, caribe. En latín o en lenguas indígenas, es la palabra hecha música, la palabra cantada, la que llega con mayor efectividad, la que persuade, la que convierte. No en vano decía San Agustín, que quien ora y canta, reza dos veces. Lecturas complementarias: Mariantonia Palacios: Noticias musicales en los cronistas de la Venezuela de los siglos XVI-XVIII. Caracas: Fondo Editorial Humanidades y Educación-Fundación Vicente Emilio Sojo, 2000.
• Izquierda: Franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas consagrados a la evangelización pusieron en práctica la célebre sentencia de San Agustín según la cual el que ora cantando, ora dos veces. • Abajo: Los versos y coplas cantados en lengua quiché y zacapula fueron determinantes para la conversión de los indómitos habitantes de Teculutlán. Iglesia de San Francisco, Guatemala.
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208 AÑOS
DE LA LLEGADA DE HUMBOLDT Y BONPLAND A VENEZUELA Helga Lindorf
• Una epidemia a bordo del barco que transportaba a Alexander von Humboldt y a Aimé Bonpland modificó su ruta y los hizo desviarse a tierras venezolanas. La joven Capitanía General se disponía a entrar en el siglo XIX de la mano de dos visitantes resueltos a dar al mundo una descripción objetiva de sus características físicas y humanas. Humboldt y Bonpland, Eduard Ender, 1856. Brandenburgische Akademie der Wissenschaften.
En 2007 se cumplen 208 años de la llegada a Venezuela de los notables científicos Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, como producto de una fortuita circunstancia: en realidad, la exploración del territorio venezolano no estaba planteada en la idea original del viaje.
Fue a causa de una epidemia que se declaró a bordo del barco que los traía que hubo que desviar la ruta hacia esta tierra, siendo la estadía en nuestro territorio la más larga de su periplo, pues aquí permanecieron durante dieciséis meses. El 16 de julio de 1799 desembarcaron en Cumaná, desde donde atravesaron la costa hasta Caracas; recorrieron los valles de Aragua, los Llanos y la región de Guayana, explorando zonas del Orinoco Medio y Alto, remontándolo hasta el Caño Iguapo. Navegaron también por los ríos Negro y Casiquiare, y comprobaron la conexión entre ellos. Fueron los primeros en ascender a la Silla de Caracas. Como resultado de estos desplazamientos los dos naturalistas -especialmente Bonpland- recogieron muchas muestras de plantas superiores (y también algunas algas y hongos) que fueron, en gran parte, de especies nuevas para la ciencia. Naturalistas, no espías
Cuando se analiza la visita de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland a las colonias españolas en América, llama la atención que la corte de Carlos IV les extendiera un pasaporte amplísimo avalando completamente el proyecto que Humboldt presentó, en
• Las observaciones de Humboldt mejoraron el conocimiento de la fauna americana, teñida de leyenda por la obra de otros autores. En la imagen, aborígenes cazando un caimán en el Orinoco.
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una época en que las potencias coloniales estaban recelosas unas de otras y temían la penetración de forasteros por pensar que podrían ejercer alguna acción de espionaje. De hecho, los portugueses sí prohibieron que Humboldt ingresara al Brasil e, incluso, ofrecieron una recompensa a quien lo apresara si penetraba en esos parajes. El mismo barón de Humboldt, al referirse a sus gestiones ante la corte de Aranjuez, escribió que nunca había sido acordado a un viajero permiso más lato y nunca un extranjero había sido honrado con mayor confianza de parte del gobierno español. Las autoridades españolas no actuaron tan confiadamente con otros naturalistas que visitaron Venezuela a fines del siglo XVIII. En el Archivo General de la Nación, en Caracas, se guarda el expediente del caso de dos viajeros franceses que llegaron al país en 1767. Poco tiempo después, a comienzos de 1768, ambos estaban en la Cárcel Real de Caracas acusados de actividades de espionaje, que tenían seguramente un trasfondo mercantil. Debe recordarse que la Corona española se había trazado un objetivo bien definido: inventariar los recursos biológicos y minerales de sus • Carlos IV otorgó a Humboldt un permiso para visitar sus dominios americanos que en cambio le fue negado por el gobierno portugués. La desconfianza que las potencias coloniales mostraban hacia los forasteros hace más excepcional esta licencia que el propio naturalista elogió por su gran amplitud y generosidad. La familia de Carlos IV. Francisco de Goya, 1801. Museo del Prado, Madrid.
dominios en América, estructurando y desarrollando allí los medios para su explotación; pero igualmente las otras casas reinantes se interesaban en las riquezas naturales de lugares lejanos y las evaluaban para determinar las posibilidades de producción en sus propios territorios y su futura comercialización. Otro documento del Archivo General de la Nación relata que en 1787 vinieron a Venezuela dos horticultores de la corte del emperador José II de Austria. La lectura de este expediente proporciona detalles acerca de las órdenes dadas por las autoridades a los funcionarios que se encargarían de atender a los dos naturalistas y la actitud precavida de la corona española. En el lenguaje cortés de la época se comunica lo siguiente: “Prevengo a Vuestra Merced les facilite por su dinero una casa proporcionada para su habitación y ensayos que deberán hacer de sus descubrimientos; estando a la mira para que nadie los moleste, cause dejación ni agravio tanto en sus personas como en sus intereses; pero al mismo tiempo vigilará sobre que no se introduzcan ni
acerquen a levantar planos ni tomar noticias de nuestros productos mercantiles, población ni otra cosa que pueda ser relativa a nuestro sistema de gobierno general ni particular de esos valles”. Tierra americana adentro
Los problemas enfrentados por los viajeros franceses y la desconfianza manifestada hacia los jardineros austríacos contrastan fuertemente con las facilidades ofrecidas a Humboldt, aunque no cabe la menor duda de que la principal razón para esta deferencia fue la reconocida fama de científico notable que tenía en Europa. Inicialmente se conjugaron dos aspectos importantes que facilitaron el visado de Humboldt y Bonpland: la mediación del barón de Forell, ministro de la corte de Sajonia ante la de España, quien era un entusiasta mineralogista; y la actuación del ministro español don Mariano Luis de Urquijo, gran amante de las ciencias. Estos personajes facilitaron que Humboldt fuera recibido por el rey Carlos IV, quien se entusiasmó
por la proposición del científico de realizar un estudio astronómico, geográfico y geológico de las colonias americanas que podría conducir al descubrimiento de nuevos yacimientos de minerales. Finalmente, a Humboldt y Bonpland se les autorizó para ejecutar en todas las posesiones españolas cualquier operación que juzgaran útil al avance de la ciencia. La monarquía española debe de haber considerado que tanto el conocimiento enciclopédico de Humboldt como la novedad, diversidad y calidad de los instrumentos científicos que se emplearían en el viaje podrían ser de utilidad para ella. De hecho, la colaboración de Humboldt con las autoridades españolas fue una constante durante su permanencia en América, y con tal fin presentaba a los gobernadores de las provincias copia de los materiales que había recogido y que podían interesar a la metrópoli. Humboldt esperaba así, según sus propias palabras: “esparcir alguna luz sobre la geografía y la estadística de las colonias”. Esta actitud se pone de manifiesto en una carta que se guarda
• Humboldt y Bonpland en los Andes del Ecuador. F.G. Weitsch, Berlín. Humboldt intentó, total o parcialmente, al menos trece ascensiones a grandes montañas, volcanes la mayoría de ellas y algunas de más de 5000 metros de altura: el pico del Teide en Tenerife (Canarias), la Silla de Caracas en Venezuela; el volcán de Puracé y de Pasto en Colombia; los volcanes de Antisana, Guagua y Rucu Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Cerro del Chicle en Ecuador; el Nevado de Toluca y el Cofre de Perote, en México.
en el Archivo General de la Nación donde Humboldt informa al Gobernador y Capitán General de Venezuela, don Manuel de Guevara Vasconcelos, sobre muchas plantas útiles de la región del Alto Orinoco, y agrega que ha efectuado observaciones astronómicas que podrían ser de interés para el Real Servicio. Se refería a determinaciones cartográficas realizadas en San Carlos de Río Negro que lo hicieron concluir que las mediciones hechas anteriormente por la Comisión de Límites para demarcar las posesiones portuguesas y es• Humboldt y Bonpland en el Orinoco. La travesía por el gran río, hasta la lejana misión cristiana de La Esmeralda, se prolonga por 74 días dedicados a recabar anotaciones sobre la vida de las etnias ribereñas, sobre la fauna, la flora y el medio físico. El trabajo Sobre el manatí del Orinoco, en que por vez primera se hace una extensa descripción de este mamífero, es uno de los resultados de aquella expedición.
• Alexander von Humboldt en su biblioteca de Berlín. Eduard Hildebrandt, 1856, Berlín. The Royal Geographical Society, Londres. Varias conferencias dictadas por Humboldt entre 1827 y 1828 en la Universidad de Berlín lo mueven a trabajar en la última de sus grandes publicaciones: Cosmos. El sabio comienza la redacción de esta obra cuando cuenta ya 76 años.
pañolas eran incorrectas, causando una equivocación perjudicial al Gobierno Español. De acuerdo a sus propios cálculos, varios pueblos portugueses, y los bosques y todas las especies del río Guainía debían pertenecer al Gobierno Español. Se trataba de un territorio no gobernado por religiosos, que estaba ricamente cultivado con añil, arroz y café; actualmente esa zona comprende tierras venezolanas y colombianas. A la prestigiosa influencia de Humboldt tenemos que agradecer la venida a Venezuela, durante varios lustros del siglo XIX, de importantes científicos y naturalistas que contribuyeron a investigar y dar a conocer la fauna y la flora nativas. De esta manera se benefició la ciencia de nuestro país. Lecturas complementarias: Alejandro de Humboldt: Cartas americanas. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980
• Deportes • Carlos Irazábal Arreaza
• En El Cojo Ilustrado del 15 de agosto de 1895 aparecía dibujado así el campo donde debía practicarse el novedoso juego, cuyos términos y reglas se explicaban detalladamente.
Nuestro béisbol
Historia de una pasión
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Ninguna otra disciplina deportiva tiene en Venezuela el arraigo y la popularidad del béisbol. Esta crónica nos traza la historia de unos tiempos gloriosos que por fortuna no han terminado para nuestra pelota, y que comienzan con la primera noticia que tuvimos de aquel juego norteamericano que acabaría formando parte de nuestra identidad nacional.
que se llaman “las tres bases” y que constituyen los puntos estratégicos de la batalla […] Una bola bateada detrás del diamante se llama faul y aunque el bateador es declarado out en caso de ser cogida, no tiene, sin embargo, el derecho de correr a base. Los nueve jugadores van al bate en sucesión, pero cuando tres de ellos han sido declarados out, el inning (jugada) ha terminado y el otro bando va al bate, sustituyendo en el campo al otro partido. Nueve “innings” (o jugadas) constituyen la partida. El partido que haga mayor número de carreras gana.
En el número 88 de la revista El Cojo Ilustrado, correspondiente al 15 de agosto de 1895, se hizo por primera vez en Venezuela referencia al béisbol. En las páginas 521 y 522 de esa edición se publicó un artículo signado por Mariano D. Becerra, secretario del equipo Caracas Base-Ball Club, en el que junto al dibujo de un campo de béisbol iba una explicación sobre el nuevo deporte. El texto era el siguiente: EL JUEGO DE BASE-BALL. Este juego es de origen norte americano y no debe confundírsele con el juego de pelota francés, conocido en un tiempo entre los estudiantes de los colegios y universidades de Hispano-América. El Base Ball deriva su nombre de una de las circunstancias del juego. Traducida la frase al español resulta sin sentido y sólo puede comprendérsele, como el juego en general, asistiendo más de una vez a los ejercicios; Base Ball quiere decir “Base Pelota”, frase por lo visto descosida y que nada significa en nuestro idioma, salvo para los que conocen prácticamente el juego y saben que se refiere a una de sus condiciones esenciales: la de que el mejor jugador que rebote (bats) la pelota, toque en su carrera una por lo menos de las tres almohadas o cojines henchidos de heno que están colocados en los tres puntos angulares del sitio en que se verifica el juego; almohadas
Los primeros tiempos El béisbol comenzó a practicarse en 1895 en el Stand del Este, introducido por algunos jóvenes ricos de Caracas que habían estudiado en los Estado Unidos y que fundaron ese año el Caracas BBC. Este club, cuyos dos equipos –azul y rojo– se enfrentaban los domingos, atrajo cada vez más aficionados hasta llegar a convertirse en un pasatiempo importante que pronto se extendió a La Guaira y al resto del país. En 1900 se fundaron en el litoral central los equipos Macuto BBC y Maiquetía BBC. Ese año, una selección de ellos se enfrentó a un equipo integrado por los marineros del barco norteamericano Marieta; lo que viene a ser, podría decirse, el primer encuentro internacional jugado en el país. Ya para 1903 se jugaba en Puerto Cabello y en Valencia, y en 1907 surge en Caracas la primera rivalidad entre San Bernardino, divisa integrada por muchachos ricos, y el Vargas, equipo guaireño formado por jóvenes del pueblo. Por entonces existían ya algunas publicaciones que reseñaban los partidos, y el béisbol seguía extendiéndose por todo el territorio. Ese año se inició su
¨• “Faul”, “Out”, “Inning”, “Umpire”. La jerga norteamericana del béisbol comenzaba a sonar entre los aficionados caraqueños. (El Cojo Ilustrado, Julio-Diciembre de 1895).
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práctica en Barquisimeto, y en Nueva Esparta existía una fuerte competencia entre los equipos Mariño y Porlamar. En 1912 el señor William H. Phelps, comerciante de Caracas de origen norteamericano, funda sucursales de sus negocios en Maracaibo e introduce el deporte en el Zulia. Al año siguiente se jugó un pequeño torneo de una sola vuelta en aquella ciudad entre los equipos Trébol, Recreativo, La Negra y Vuelvan Caras. En Caracas un grupo de jóvenes pudientes funda en 1914 el equipo Los Samanes, que se extingue en 1918. A partir de ese año las clases populares hacen suyo el béisbol. En 1917 los hijos del presidente Gómez crearon una empresa denominada Stand de Béisbol que arrendó y acondicionó el antiguo Stand del Este: se construyeron tribunas para el público y dogouts para los equipos, y se instalaron taquillas para ventas de entradas. En este recinto comienzan a jugar el Independencia, el Santa Marta, La Guaira y Girardot.
El Cojo Ilustrado de 1895 explicaba que “Base Ball quiere decir ‘Base Pelota’, frase por lo visto descosida y que nada significa en nuestro idioma, salvo para los que conocen prácticamente el juego y saben que se refiere a una de sus condiciones esenciales” En 1918 ocurren dos hechos de gran importancia beisbolística: primero, la fundación del Royal Criollos, que hizo furor en el público hasta la década de los 30 llenando los estadios donde jugaba; y segundo, la llegada del equipo puertorriqueño Borinquen Star, que revoluciona nuestro béisbol, pues gracias a su influencia incorporamos tácticas, estrategias, managers, coachs y zapatos de béisbol. Lamentablemente ese año azota al país la epidemia de gripe española que tiene sobre la población terribles consecuencias e impone un forzado paréntesis al deporte. En 1926 se crea la Asociación Venezolana de Béisbol, que se transforma el año siguiente en Federación Venezolana de Béisbol. Ese año se juega el primer campeonato de primera división, en el cual intervienen el Royal Criollos, el Maracay, representante del estado Aragua, el Santa Marta de La Guaira, y un equipo del ejército que se llamó 29 de julio, y que obtuvo el campeonato con dos lanzadores puertorriqueños, Blondet y Chechón Vargas. Con motivo de los sucesos estudiantiles de 1928, que originaron un movimiento antigomecista, se suspen-
dieron los campeonatos. Al reanudarse, en 1930, comienzan las rivalidades entre los Royal Criollos, el Santa Marta y el Magallanes, ganando entonces éste último su primer título. El hecho fundamental que impulsa la era romántica de nuestro béisbol fue sin embargo el triunfo de la selección venezolana en la cuarta serie mundial celebrada en 1941 en La Habana. Allí el deporte de las cuatro esquinas se hizo presente en toda Venezuela, y el gobierno exaltó el logro recibiendo a los campeones como héroes. Con todo, antes de esa victoria un pitcher caraqueño, de Sarría, que había brillado en el Caribe, es contratado en 1939 por los Senadores de Washington. Su nombre, Alejandro Carrasquel, precursor de nuestra exportación de jugadores al Big Show norteamericano. El béisbol se había convertido en pasión, y los campeonatos de primera división pasaron a formar parte de esa gran historia que cuatro meses al año nos deleita y hace vibrar a todo el país. Estos campeonatos de pelota amateur comenzaron en 1927 y se extendieron hasta 1945, habiéndose suspendido en los años 1928 y 1929 por los motivos aludidos. En el primer torneo se alzó como campeón el equipo 29 de julio; el Magallanes triunfó en los de 1930 y 1944; el Royal Criollos ganó en los correspondientes a 1931, 1933 y 1935; el Caribe se llevó las glorias en 1932; el Vargas se coronó en 1937, 1939 y 1940; el Concordia ganó el torneo de 1934; el Venezuela lo hizo en 1938 y 1941 y el Cervecería Caracas venció en los correspondientes a 1943 y 1945. De allí en adelante comenzó la pelota profesional.
(Continúa en el próximo número)
• El Caracas Base-Ball Club se creó por iniciativa de algunos jóvenes acomodados que venían de estudiar en los Estados Unidos. Sus integrantes aparecen en esta fotografía en 1895, año de la fundación del equipo; muy pronto el nuevo deporte se convertiría en la cita dominical para apoyar a rojos y a azules, que aunque pertenecientes al mismo club constituyeron las primeras formaciones rivales.
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• La vida cotidiana • Carlos F. Duarte • El obispo Díez Madroñero prohibió a las mujeres que se exhibieran delante de las casas. La prostitución pública era severamente perseguida por las autoridades; la privada, en cambio, se toleraba. En la imagen, Los cazadores a caballo en la posada (detalle), de Celestino Martínez. Colección Galería de Arte Nacional.
Las mujeres provocativas La preocupación constante de los obispos por frenar el pecado se veía frustrada muy a menudo ante la incontinencia de sus ovejas. Como sucede siempre con toda represión, ésta estimula más bien a buscar lo prohibido. Cualquier gesto, cualquier paso podía ser mal visto e interpretado como antesala del pecado.
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Para evitar “tentaciones”, el obispo Díez Madroñero redactó un bando en 1776 por el que advirtió a los tenderos que no permitiesen el paso de mujer alguna, aunque fuera muchacha, del mostrador a la tienda. “…y cuando tal vez entrare, nunca se queden solas, ni entornen la puerta, y menos se entren a otro cuarto con motivo alguno, ni el de ver o comprar con más satisfacción las ropas o mercancías que en lo oculto reserven, pues deben sacarlas y venderlas sobre el mostrador”. También prohibió a las mujeres estar paradas por mucho tiempo en las puertas de las casas: “…ni acostadas o echadas ni en hamaca a vista de hombres, ni que se hermoseen con afectación y artificio, ni las permita otras semejantes vanidades o composturas peligrosas, y cuando permita o deje que las visiten los hombres, nunca sea a solas, ni en ropas menores, ni livianas, aunque sean parientes muy cercanos y estén enfermas o paridas mayormente estando en cama o hamaca.” Durante su visita pastoral, el obispo Martí encontró en distintos pueblos a varias mujeres que andaban “inquietando a los hombres”. Así en el pueblo de Ortiz, visitado por el prelado en 1780, halló que la población estaba relajada por la incontinencia: “…en tanto grado que hay acá muchas mujeres que nunca han sido casadas y otras viudas que crían públicamente a sus hijos ilegítimos, llevándolos por las calles y aun a la iglesia, ataviadas, como haciendo gala de sus delitos”. Esto hizo que Martí hablara con el teniente de Justicia Mayor para que pusiera en la cárcel “a cualquier
mujer que llevare en público a su hijo ilegítimo”, fuera soltera o fuera viuda, para que de esta manera se evitara el escándalo. En el barrio de El Saladillo, en Maracaibo, en 1774, Martí halló a Francisca Corso, una mulata soltera que andaba “inquietando a los hombres”. En vista de esto la mandó a vivir a la casa de don Salvador Canoso para que la vigilara, debiendo celarla el vicario. Así mismo, en la orilla de la laguna, supo que con motivo de lavar, las mujeres se levantaban la ropa y se ponían indecentes. El vicario convino en hablar con el gobernador Santa Cruz para evitar esas indecencias. En Turén el obispo reparó en que las mujeres tenían “poco recato en andar con los pechos muy descubiertos”, por lo que previno al padre capuchino para que predicara contra esto. En Trujillo el obispo supo que Bárbara Briceño, blanca y soltera, era ramera, y que había huido de la ciudad. Sabía que había tratado
“con muchos hombres eclesiásticos, seculares y regulares” y ella lo decía “peleando unos y otros”. El prelado aconsejó que convendría “aconsejarla y desterrarla”.
La Busca tu vida y la Ronito A muchas de estas mujeres libres les ponían sobrenombres. Así, a la mulata Micaela la llamaban “la Machita”, a Ana Colina, parda libre, “la Cambure”, a Asunción, mulata soltera, “por mal nombre llaman la ‘busca tu vida’”. Otros apodos que daban a estas mujeres eran: “la Gotuda”, “la Calabosiña”, “la Botada”, “la Ronito”, “la Justicia”, “la Melliza”, “la Chica”, “la Basilisa”, “la Tunjana”. En cambio otros sobrenombres no tenían que ver con la mala vida, sino todo lo contrario. Por ejemplo, a doña Anastasia de Castro, escultora canaria, esposa del escultor don Matías Mendoza y hermana del padre Castro, que tuvo dos hijos sacerdotes, la llamaban “la Santa”. En 1806, Depons asentaba sobre el tema de la prostitucion:
“…las blancas de Caracas a quienes la suerte ha condenado a ganarse la vida, no tienen a su alcance más medio que el de provocar las pasiones para ganar cualquier cosa satisfaciéndolas luego. Más de doscientas de estas desdichadas pasan el día cubiertas de andrajos, en el fondo de sus cuchitriles, que cuidan de tenerlos siempre cerrados, y salen de noche a ganar mediante el vicio el burdo sustento del día siguiente. Su traje suele consistir en falda y mantas blancas, con un sombrero de cartón cubierto de tela y adornado con flores fingidas o lentejuelas. A menudo el mismo vestido sirve alternativamente y durante una misma noche a dos o tres seres inmorales a quienes la pereza retiene en la crápula. A este medio de ganarse la vida lo acompaña, o mejor dicho, lo sigue el de pedir limosna. A lo último se dedican exclusivamente cuando la edad o las enfermedades ya no les permite contar con los productos del libertinaje.” El gobernador don Pedro Carbonell estableció que en la nueva Casa de Hospicio que se había de construir en Caracas, se recluyeran “las mujeres prostituidas que vician la ciudad por su número, pocas obligaciones y ser mayor parte de éstas de color bajo, siendo en una palabra tales mujeres la gangrena de la inadvertida juventud por lo escandaloso de su conducta”. Bajo la presión de la Iglesia y el Gobierno, instituciones rectoras de la sociedad, la prostitución pública era severamente castigada; no así la privada, que se toleraba.
• En el marabino barrio de El Saladillo el obispo Martí halló mujeres inquietantes a las que tuvo que poner preparo. La orilla de la laguna de Coquivacoa, con sus corros de lavanderas livianamente trajeadas, era una peligrosa ocasión para dejarse llevar por la sensualidad del agua fresca. Antigua imagen de las típicas casas saladilleras, hoy derruidas, perteneciente a la Colección del Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional).
• Un momento en la historia
LEYENDA
El 14 de febrero de 1936 A la muerte de Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935, las fuerzas vivas de Venezuela se movilizan para evitar el continuismo. Las medidas con que López Contreras inauguró su mandato se quedaron cortas ante el reclamo popular: no logró apaciguarlo el aumento del salario mínimo, de tres a cinco bolívares diarios, ni la reorganización de los cuadros de gobierno, en la que se abría algo más el gabinete pero quedaban ratificados el canciller y el gobernador del Distrito Federal, general Félix Galavís. Ante la censuradora circular enviada por éste último a todas las redacciones caraqueñas el 12 de febrero de 1936, el Secretario General
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de la Federación de Estudiantes de Venezuela, Jóvito Villalba, remitió a López Contreras una carta exigiendo la restitución de las garantías constitucionales –que se hallaban suspendidas desde el 5 de enero– y el respeto a la libertad de expresión. Movida también por otras organizaciones, gremios y partidos políticos, la multitud permanecía el día 14 concentrada pacíficamente en la plaza Bolívar, frente a la gobernación, cuando una descarga desde el palacio provocó el caos general y seis muertos. En respuesta, los dirigentes de los partidos acordaron marchar esa misma tarde hasta Miraflores; y la manifestación, encabezada por el rector de la Uni-
versidad y por los jóvenes Jóvito Villalba y Rafael Caldera, fue recibida por el presidente. Aunque no se llegó a determinar quién ordenó los disparos, López Contreras sustituyó a Galavís y llamó a su gobierno a algunos destacados antigomecistas que habían participado en la manifestación. El programa de gobierno que presentó –el llamado “programa de febrero”–, en el que se incorporaban sensibles cambios y mejoras en la vida pública nacional, fue un intento de asimilar las inquietudes y necesidades expresadas en esta primera protesta masiva del siglo XX venezolano.
Paul Lafargue: el yerno cubano de Karl Marx Paul Lafargue nació en Santiago de Cuba en 1842, de abuelos franceses y con ascendencia judía; su abuela paterna era una mulata de Santo Domingo, y la materna, una india. Dedicado su padre al cultivo del café, dispuso de suficientes medios para enviar al hijo a completar en Francia sus estudios, y en París, en efecto, comenzó la carrera de medicina. Identificado con el movimiento obrero, viajó en 1865 a Londres para presentar un informe al respecto y allá conoció a Karl Marx (1818-1883), del que se convirtió en fiel seguidor. Las
frecuentes visitas que le hacía (Lafargue acabaría estableciéndose en la capital inglesa y acabando allí sus estudios) lo llevaron a casarse en 1868 con Laura, segunda de las hijas del pensador alemán. Después de una vida de agitaciones políticas, Lafargue y su esposa hicieron un pacto para no sufrir la vejez, y antes de llegar a los setenta años, el sábado 26 de noviembre de 1911, regresaron a casa tras una tarde de cine y de merienda y se suicidaron con una inyección de ácido cianhídrico. El libro más conocido de Lafargue es Le droit à la parresse (El derecho a la pereza, o al ocio, según prefieren algunos traductores), publicado por entregas en 1880 y luego, en edición revisada, en 1883. En este libro, el yerno del autor de El Capital sostuvo que no era el trabajo, sino el placer, el objetivo supremo que debía perseguir la clase obrera. Por tanto no existía, como juzgaba Marx, trabajo enajenado y trabajo liberado, sino que una posición de verdad legítima debía oponer al trabajo embrutecedor el ocio placentero.
Napoleón no ha existido nunca
En 1827 apareció, bajo el nombre de M. J-B Péres, bibliotecario de la villa de Agen, un opúsculo titulado De cómo Napoleón no ha existido nunca, o gran erratum, causa de un infinito número de errores en la historia del siglo XIX. Ahí, aunque a menos de diez años de su muerte, se propone que el Gran Corso no fue más que una figura alegórica construida a partir de una personificación del sol. Para defender tan peregrina tesis el autor toma en cuenta varios datos de la biografía de Bonaparte, y afirma que existe una calculada identidad entre el nombre Napoleón y el de Apollon (Apolo), divinidad que encarnaba al astro rey y que igual que el emperador de los franceses se creía nacido en una isla del Mediterráneo (Delos y Córcega respectivamente). Tampoco, entonces, sería casual que la madre de Bonaparte se llamara Leticia y Leto la del dios; que la salida del sol pusiera fin a una revolución como el imperio puso fin a la francesa; que las dos esposas del héroe –Josefina y María Luisa- recuerden las uniones del Sol con la Luna y con la Tierra, y que así como de estas divinas nupcias no hubo más que un vástago, Horus, de las napoleónicas resultara sólo el misterioso Aguilucho, etc. En realidad, y a pesar de lo elaborado de los argumentos y las interpretaciones, monsieur Péres no tuvo otra intención que la de hacer una parodia del método propuesto por el profesor Charles François Dupuis (1742-1809), que en su libro Origine de tous les Cultes, ou la Réligion Universelle había querido demostrar que todas las religiones, incluido el cristianismo, eran figuraciones de antiguos mitos solares.
Dos María Cristinas y los problemas sucesorios de los Borbones de España Aunque Fernando VII contrajo matrimonio cuatro veces, a su muerte en 1833 no dejó más que dos niñas, Isabel y Luisa Fernanda, habidas de su última esposa María Cristina de Nápoles. Tal situación, en conflicto con la tradicional ley sálica, produjo una guerra sucesoria en la que los liberales favorecían el reinado de la pequeña Isabel y los conservadores apoyaban al infante don Carlos, el hermano del rey difunto que dio origen a la tristemente célebre rama de pretendientes carlistas. La viuda de Fernando VII, por su parte, que no había logrado darle herederos varones, se casó a los tres meses con un guardia de corps, Agustín Muñoz, del que tuvo amplia descendencia masculina; por lo que decía una copla:
Clamaban los liberales que la reina no paría y ha parido más muñoces que liberales había. Al cabo de los años, y aunque vencidos los carlistas, Isabel II fue destronada y tuvieron que suceder muchas cosas para que los Borbones, en la persona de su hijo Alfonso XII, volvieran al trono. Viudo a los pocos días de casado, este rey contrajo nuevas nupcias con una princesa austríaca, María Cristina de Habsburgo-Lorena, en la que tuvo dos niñas; de modo que al momento de su muerte, en plena juventud y por causa de la tisis, pareció reproducirse el problema del tiempo de Fernando VII. Una vez más la falta de varones era cosa que afectaba sólo a las relaciones matrimo-
niales, pues el monarca había engendrado dos con una cantante de ópera llamada Elena Sanz. Mas era el caso que al morir Alfonso XII la reina quedaba embarazada sin que fuera posible, por aquellas fechas, averiguar cuál sería el sexo del hijo por venir. Se acordó que María Cristina asumiera la regencia a nombre de su hija mayor, nombrada Princesa de Asturias, o del niño que gestaba en caso de ser varón. Efectivamente, a la hora del parto se descubrió que la criatura era de sexo masculino y por lo tanto rey desde el momento de nacer, algo que resultaba prácticamente inédito en la historia. La madre, pues, ejerció la regencia más larga que se ha registrado en España, hasta que Alfonso XIII, el hijo, alcanzó la mayoría de edad.
• Libros, CDs y DVDs LIBROS
• JOSÉ MARÍA ANTEPARA: MIRANDA Y LA PRÓLOGO: CARMEN BOHÓRQUEZ. TRADUCCIÓN Y NOTAS: AMELIA HERNÁNDEZ Y ANDRÉS CARDINALE. BIBLIOTECA AYACUCHO. Resulta un poco confuso que este nuevo título de la Biblioteca Ayacucho, con portada idéntica a los de la Colección Clásica, lleve el número 1 que corresponde allí a la agotada –y ahora en proceso de reedición– Doctrina del Libertador. En realidad, este lanzamiento inaugura una nueva colección llamada Claves Políticas de América, “creada con el propósito de recoger lo más significativo de la historia de los movimientos y procesos políticos ocurridos en nuestro continente”. Es fácil suponer que, en vista de lo poco familiar que hasta ahora resultaba para la mayoría de los lectores esta rareza bibliográfica, se ha preferido anteponer la mención de Miranda en la traducción EMANCIPACIÓN SUDAMERICANA.
del título que originalmente llevaba el libro: South American Emancipation, con la explicación subsiguiente de que consistía en documents, historical and explanatory, showing the designs which have been in progress, the exertions made by General Miranda, for the South American Emancipation, during the last twenty-five years. El ecuatoriano José María de la Concepción de Antepara y Arenaza (1770-1821) colabora con el Precursor en la publicación de El Colombiano, periódico que anima la causa independentista entre los patriotas de Europa y de América. Al regreso de la misión diplomática de Bolívar en Londres Antepara lo acompaña en el Sapphire, y en mayo de 1812 ostenta el cargo de Capitán del Puerto –quizá de La Guaira– con el grado de Capitán de Marina. Participará también en la preparación de la “Fragua de Vulcano”, donde se resolvió la independencia de Guayaquil. Su arrojo desempeñó un papel determinante junto a Luis Urdaneta en la toma del cuartel Daule. Fue secretario en la redacción del Reglamento Provisorio de Gobierno, fundamento jurídico de la revolución de Octubre. Más tarde fue nombrado ayudante de campo de Sucre. Combatiendo a su lado en la batalla de Huachi muere heroicamente el 12 de septiembre de 1821. Este acto de heroísmo fue representado en bronce en la columna a los Próceres del 9
de Octubre, en el parque del Centenario en la ciudad de Guayaquil. Un artículo que el filósofo James Mill escribe en colaboración con Miranda, y que aparece en la Edinburgh Review en 1909, pone en relación al Precursor y a Antepara y los llevará a reunir los casi doscientos documentos “entre cartas, discursos, memorias, proclamas, extractos de libros, opiniones, boletines, citas, comentarios, notas y listados varios” del futuro Generalísmo que integran este volumen publicado en 1810. El propósito, desde luego, incombustible en el empeño de Miranda, es hacer propaganda a la causa de la independencia americana y encontrar el apoyo intelectual y económico en Inglaterra y los Estados Unidos. Una traducción anterior –aunque enfocada en los episodios de la vida de Miranda como revolucionario en Francia– salió a la luz en 1889 con prefacio de Arístides Rojas, en la Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional y bajo el título Miranda en la Revolución Francesa, colección de documentos auténticos referentes a la historia del General Francisco de Miranda durante su permanencia en Francia de 1792 a 1798.
DVDs • CARACAS: CRÓNICA DEL SIGLO XX. DIRECCIÓN: CARLOS OTEYZA. COLECCIÓN DOCUMENTALES. CINE ARCHIVO BOLÍVAR FILMS. Un documental lleno de imágenes históricas sobre la que fue, un día, la Ciudad de los Techos Rojos. Con guión de Salvador Garmendia y del propio Oteyza. 108 •
EL DESAFÍO DE LA
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• SIMÓN ALBERTO CONSALVI: JUAN VICENTE GÓMEZ. BIBLIOTECA BIOGRÁFICA VENEZOLANA DE EL NACIONAL, Nº 59. El 18 de diciembre de 1935, el cadáver de Juan Vicente Gómez se había quedado solo en su velorio. Tras su muerte, el día anterior –aniversario de la de Simón Bolívar–, los venezolanos de todas las tendencias políticas estaban muy ocupados en atender a lo que seguiría a veintisiete años de una dictadura que había hecho del país el feudo privado del Benemérito. Venezuela se preparaba para entrar en el siglo XX, y mientras algunos celebraban la hora de las libertades, otros, como Vallenilla Lanz, sentenciaban: “¡Se murió el loquero!”. La complejidad del personaje y de su influjo sobre nuestro destino hace de esta biografía una de las más voluminosas e imprescindibles de la Biblioteca de El Nacional.
• RÓMULO BETANCOURT: SELECCIÓN 1929-1981. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Un compendio de la obra escrita en las diversas etapas por las que transcurrió el intenso periplo vital de este hombre que, según Manuel Caballero, acapara junto a Juan Vicente Gómez toda la vida política de la Venezuela del siglo XX. DE ESCRITOS POLÍTICOS.
• JUANA LA LOCA. DIRECCIÓN: VICENTE ARANDA. INTÉRPRETES: PILAR LÓPEZ DE AYALA, DANIELE LIOTTI, ROSANA PASTOR, GIULIANO GEMMA. Sin hacer olvidar la antigua (1948) Locura de amor, dirigida por un plástico Juan de Orduña y con la mítica Aurora Bautista en el papel de Juana I, esta nueva recreación de la reina que enloqueció de celos insiste en la perspectiva romántica, cercana casi al melodrama. Apasionada y teatral la actuación de una jovencísima Pilar López de Ayala. Suntuosa producción.
• LUIS ALBERTO RAMÍREZ MÉNDEZ, DE CONVENTO DE SANTA CLARA DE MÉRIDA 1651-1874. ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE MÉRIDA. Un exhaustivo trabajo de investigación reconstruye el universo de la vida religiosa femenina en Mérida durante un largo período, que abarca desde los tiempos fundacionales hasta la exclaustración de una comunidad especialmente importante. Más allá de la crónica, el autor aporta datos de gran interés sobre la condición social de las mujeres en la colonia, el marco jurídico y económico en que se desenvolvía la actividad de los conventos, y el ambiente en que discurría la existencia de las religiosas, condicionado por sus formas exteriores –edificios, etc.– y por los usos y costumbres que regían la cotidianidad. LA PIEDAD A LA RIQUEZA.
• MANUELA SÁENZ. DIRECCIÓN: DIEGO RÍSQUEZ. INTÉRPRETES: MARIANO ÁLVAREZ, BEATRIZ VALDÉS. Esta película, taquillera en su momento, narra el encuentro de la Libertadora del Libertador con Herman Melville, el autor de Moby Dick. Ante el escritor, la anciana –tullida y olvidada en Paita- rememora su relación con Bolívar, las traiciones de que fue víctima el héroe y el proyecto fracasado de la Gran Colombia. Testamento actoral del malogrado Mariano Álvarez (en el papel de Bolívar) e intensa interpretación de Beatriz Valdés. Otro punto a favor es la banda sonora de Eduardo Marturet. EL DESAFÍO DE LA
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• Libros, CDs y DVDs CDs HISPÁNICA • PARAÍSOS PERDIDOS. CHRISTOPHORUS COLUMBUS. INTÉRPRETES: MONTSERRAT FIGUERAS. HESPERION XXI. LA CAPELLA REIAL DE CATALUNYA. JORDI SAVALL (DIR.). ALIA VOX. (2 CD.)
LATINOAMERICANA • CANCIONES ARGENTINAS. PIAZZOLA, GUASTAVINO & OTHERS. INTÉRPRETES: BERNARDA FINK (MEZZOSOPRANO); MARCOS FINK (BARÍTONO); CARMEN PIAZZINI (PIANO). HARMONIA MUNDI.
VENEZOLANA • IN MONTE OLIVETI: MÚSICA COLONIAL VENEZOLANA. INTÉRPRETES: AGRUPACIÓN POLIFONÍA. NAZYL BÁEZ-FINOL (DIR.). COMPAÑÍA NACIONAL DE ÓPERA ALFREDO SADEL.
Esta lujosa edición de dos discos y un libro de 270 páginas (al estilo de la que se hizo por el centenario del Quijote) intercala recitaciones y piezas musicales en las que, una vez más, Jordi Savall y los suyos exhiben su buen hacer. Remontándose a la profecía mítica de la Medea de Séneca, el álbum transita por la historia del mosaico racial hispánico, desde el medioevo de las tres culturas hasta los siglos de la conquista y colonización del Nuevo Mundo. Lo mismo que en el disco Isabel I: Reina de Castilla, algunas de las piezas ya las conocíamos de anteriores interpretaciones de Savall, pero esta sucesión narrativa logra articularlas como un documental histórico perfectamente ilustrado por tan exquisitas prestaciones.
Publicado en 2006, este álbum nos presenta a la mezzo argentina Bernarda Fink (conocida hasta ahora por su trabajo en la música antigua) junto a su hermano Marcos y en la interpretación de canciones pertenecientes a algunos de los más notables compositores del país de los gauchos: Carlos Guastavino (19122000), heredero del nacionalismo romántico, Carlos López Buchardo (1881-1948) o el famosísimo Astor Piazzola (1921-1992). Con títulos distintos a los que hace algunos años grabaron Raúl Jiménez y José Cura, este disco constituye una buena ocasión para aproximarse a un repertorio especialmente bello y evocador.
Del archivo de Leopoldo Márquez Muñoz Tébar (el incansable Pololo), y bajo el auspicio de la Compañía Nacional de Ópera Alfredo Sadel, sale a la luz esta grabación con piezas inéditas de varios autores de la Escuela de Chacao: la Misa en Si bemol, de Juan Francisco Meserón, las Tres jaculatorias de Juan Bautista Carreño (hijo de Cayetano y tío de Teresa), y el Ave maris stella de Juan José Landaeta. Tomada “en vivo” durante una actuación de la ya legendaria agrupación Polifonía, el sonido no es, desde luego, impecable, y se echa de menos un mayor cuidado en los textos explicativos que acompañan al disco. Con todo, un registro histórico.
UNIVERSAL • PROKOFIEV: SINFONIA CONCERTANTE; MIASKOVSKY: CELLO CONCERTO. INTÉRPRETES: MSTISLAV ROSTROPOVICH (CELLO); ROYAL PHILHARMONIC ORCHESTRA Y PHILHARMONIA ORCHESTRA OF LONDON; MALCOLM SARGENT (DIR.) EMI CLASSICS. Una nueva edición en la colección Great Recordings of the Century de EMI Classics junta la Sinfonía Concertante de Sergei Prokofiev (1891-1953) y el muy hermoso concierto para cello de Nikolai Miaskovsky (1881-1950) en interpretación del recientemente desaparecido Rostropovich. Dos grabaciones inmensas a las que se suma, a título de bono, la nostálgica y honda Vocalise de Rachmaninoff.
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• Próximo número PRIMEROS POBLADORES DE AYER A HOY • BAK TRÍO: CUATRO, CAJÓN Y CONTRABAJO. INTÉRPRETES: BAK TRÍO. FUNDACIÓN MORELLA MUÑOZ. El BAK Trío (Brito-AlvarezKoch) es una agrupación constituida por tres de los músicos más interesantes del panorama venezolano actual: Rafael “El Pollo” Brito en el cuatro, Diego “El Negro” Álvarez Muñoz (hijo de la gran mezzosoprano Morella Muñoz) en el cajón flamenco, y Roberto Koch en el contrabajo. En éste su primer disco incluyen piezas de la tradición popular venezolana, como Pregones zulianos de Armando Molero, La potra zaina de Juan Vicente Torrealba, o Flor de mayo de Otilio Galíndez; pasando por la Onda Nueva de Aldemaro Romero -representada en la famosa De repente-, y hasta temas pertenecientes al rock latinoamericano como Detrás del muro de los lamentos, compuesto por Fito Páez. Patrocinan las discotiendas Esperanto y la Fundación Morella Muñoz.
Cubagua: El trágico y fantasmal esplendor de sus perlas La sexualidad indígena: “Mismamente como bestias” La lucha por la costa cumanagota. Estrategias y dificultades de una conquista • Miradas del desencuentro. Los indígenas venezolanos entre la fantasía y la realidad • • •
Y además: • Venezuela pionera de la aeronáutica mundial. La Monserratina • Historias escandalosas. El divorcio en el siglo XIX venezolano • El misterioso Kanoche y la momificación de un presidente • Teresa Carreño. Una mujer de hoy hace un siglo • Caracas y sus esquinas. Curiosidades de una ciudad