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Cuando las adversidades tocan a tu puerta
Luego de vivir el ACV con Jackie Núñez del Risco, Marivell Contreras se interesó en desarrollar programas de apoyo a las personas que presentan esta enfermedad cientizando a la población con antelación, permite a los ciudadanos acudir a chequeos de prevención, además de poner atención a los pacientes que tienen patologías como hipertensión arterial, diabetes, obesidad, entre otras.
La sociedad oculta al “incapacitado”, sin embargo, gracias a la proliferación de las fundaciones se visibilizan estos casos, afirma la vicepresidente de la Fundación Dominicana de Accidentes Cerebrales, Marivell Contreras.
“La pobreza y el dolor azotan a las familias que tienen un paciente con derrame cerebrovascular, porque es una enfermedad que te aísla de la vida social, es un desempleado que conduce a la pobreza espiritual y el deterioro de la salud mental”, explica.
El silencio emerge desde lo más intrínseco de su corazón. El suspiro inunda el espacio y su voz se quiebra unos segundos para expresar: “el ACV le robó a Jackie Núñez del Risco la plenitud de su voz. Cuando el mago de la palabra se quedó sin voz tocó una fibra en mí que tenía que enfrentar”.
“Si nuestro sistema de salud fuera más empático y compasivo, las cosas serían distintas. Una persona con ACV probablemente recibirá terapias por el resto de su vida para que los músculos no se atrofien, pierdan movilidad y termine en una parálisis”, explica.
1.5 MM
ES EL PROMEDIO MENSUAL QUE DEBE DESTINAR LA FAMILIA PARA EL CUIDADO DE UN PACIENTE CON ACV.
Quizás sea uno de los miedos que comparte toda la humanidad, el miedo de perder las cuerdas vocales sin poder expresar sus sentimientos, emociones y pensamientos. La también periodista carraspea, encontrando el sonido de su voz para explicar lo que una vez sintió con Núñez del Risco.
Impacto
La Sociedad Dominicana de Neurología y Neurocirugía registra que anualmente esta comorbilidad impacta entre 18,000 y 19,000 dominicanos. Contreras señala que, con-
Sostiene que el sistema de salud dominicano está diseñado para aupar la producción y desechar en la vejez y discapacidad, situación que debe cambiar para proveer a las generaciones futuras un futuro mejor.
Contreras entiende que los gastos de una persona con accidentes cerebrovasculares (ACV) durante los primeros tres meses oscilan entre RD$1.5 millones y RD$2.8 millones en cuidados, medicamentos y terapias para “tratar de devolver lo que el ACV arrebató”.
Durante 10 años de operaciones, la organización sin fines de lucro ha impactado 3,000 personas y creó un club de sobrevivientes que registra 650 personas. Mientras, su labor la afianza cada día: dejar por sentado que, sin importar la edad, el ACV puede tocar a niños, adolescentes y adultos.
La Fundación Manos Arrugadas busca crear conciencia sobre el trato que merecen los adultos mayores más allá de lo material
La vejez es una etapa de orgullo para cualquier ser humano. Sin embargo, para muchos es una realidad que cae como un “café amargo” que están obligados a ingerir. Los factores de esto son múltiples, y se entrelazan con la desprotección de la familia y la falta de bienestar social desde el Estado, un flagelo que consume a gran parte de la población longeva local.
Otros corren con mayor suerte gracias a entidades como la Fundación Manos Arrugadas, cuyo rostro femenino detrás es Gianni Paulino, una mujer que decidió dejar su vida profesional fuera de la pantalla chica hace casi una década para extender su mano a aquellas arrugadas y valiosas, pero desprotegidas en República Dominicana.
Paulino entendió, en 2006, que su rol como comunicadora iba más allá de su exposición en la televisión. Tuvo la necesidad de alzar su voz y aportar su “granito de arena” a un segmento que muchos obvian, pero que está presente: los envejecientes.
“Del adulto mayor nadie hablaba. Nadie mencionaba sus necesidades. No tenían quienes les defendiera en su condición de vulnerabilidad”, explica en declaraciones a elDinero Mujer.
Desde la creación de Manos Arrugadas, su visión de crear conciencia sobre el trato que merecen los adultos mayores no ha cambiado. Todo lo contrario, ha evolucionado. “Lo que inicialmente comenzó con la entrega de mantas, sábanas y comida pasó a asisten- cia a asilos particulares y, luego, a que la Fundación se institucionalizara cada vez más”, comenta Paulino.
Esos cambios implicaron tener una infraestructura y un mayor compromiso para asumir programas de asistencia social, en donde los envejecientes autónomos se reintegren a la vida productiva, social, cultural y de bienestar humano. “Una labor social que empezó de forma incipiente, hoy podemos decir que llega a aproximadamente 700 adultos mayores, de forma ininterrumpida y desarrollando diferentes programas concomitantemente”, recalca con brillo en su mirada.
Añade que el “gran vuelco” de la Fundación fue en 2010 cuando junto a su equipo de más de 16 empleados entendió que la ayuda que necesitaban los envejecientes no solo abarcaba lo material, sino su persona. “Entendimos que debíamos trabajar con el ser humano”, expresa. Esto dio paso al nacimiento de la Residencia Manos Arrugadas, una estancia de día en donde este segmento poblacional encuentra refugio.
Según proyecciones de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), durante los próximos 30 años la población de personas mayores en todo el mundo se duplicará. En el ámbito local, se estima que para el 2030 sea un 37.47% de la población total y un 20% para el 2050. En la actualidad, los datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) ubican a alrededor de 1,058,000 envejecientes. “Si esa cantidad se triplica vamos a tener más adultos mayores que jóvenes y estos, sino tienen las herramientas debidas para subsistir en una sociedad cambiante se convertirían en una carga social sin precedentes”, reflexiona Paulino, al subrayar la importancia de que la sociedad esté preparada para ellos.
Esa realidad hace que entidades como Manos Arrugadas piensen en construir para cambiar el futuro inmediato de quienes en su juventud dieron su fuerza laboral, conocimientos, atenciones y tiempo; y ahora, cuando carecen del vigor, la salud y la memoria de antes, “nosotros los tratamos como desechos inservibles”.
Plan integral
El Plan de Reintegración de la Fundación busca que se deje de ver al adulto mayor como un problema, sino como un aliado a la solución y “reintegrarlo a la vida”.
Paulino también es consciente de que se debe accionar ahora (en la juventud) para que en el mañana una persona sobre los 60 años de edad, generalmente acompañada de alguna enfermedad no sea dependiente, sino empoderada, productiva y con buena salud financiera y emocional.
Añade que desde el Estado se debe hacer un plan de envejecimiento de la población. “Una persona de 70 años hoy en día es una persona activa, en plenitud de sus capacidades. Hay que tomar medidas más allá de una pensión”, puntualiza, sosteniendo que el país necesita un cambio de visión del adulto mayor.