Colabora: Andrés Catón Notni, José Manuel Segura, Irma Solano, Lorelí Gonzales, Arturo Elizalde, Laura Xochitl Segura, Ian Gonzales l.
Director: Arturo Elizalde Contreras Editor: José Manuel Segura Zeferino Coordinadora de fotografía y video: Lucero Alejandra Peñafiel Castillo Ilustradora y compiladora artística: Atzin Edith Mendoza Hernández Consejo editorial: Arturo Elizalde, Atzin Edith Mendoza, Lucero Alejandra Peñafiel, José Manuel Segura. Oficinas: Calle Navidad #4 col. Lomas de San Bernabé delegación Magdalena Contreras C. P. 10350 Suscripciones: http://elerranteedicion.wix.com /elerranterevlit#!contact/ckws Dirección electrónica: elerranteedicion@hotmail.com El errante México, Distrito Federal Febrero/ abril 2014
Editorial: [… ] Cuando Prouts nos habla de los procesos sentimentales de Swann, nos dice que éste persiguió siempre fantasmas, pero que el propio Swann lo sabía. Me pregunto si hay otra forma de pasión amorosa que no este teñida en alguna forma por la fantasmagoría. Los límites entre realidad y deseo son bien extraños e inexactos, si es que existe esta clase de límites. Quién sabe. Lo cierto es que siempre que uno ama este sentimiento es extrañamente de alguna manera nostalgia de amor, en la visión irremplazable (vaga y física) que vamos obteniendo y perdiendo... ― ¿Entonces no se empieza por intelectualizar el amor y crear de la nada una relación, aunque en el fondo siempre se sospeche que se trata de una cosa inexistente, de una invención? ― Con esa máquina de escribir, por ejemplo, tú entras en relación con ella a través de tus sentidos que la captan. Pero esta captación está condicionada en este caso por tu deseo de escribir. Si deseas venderla, la máquina adquiere otro sentido para ti, y casi sin que te des cuenta es otra. O sea: siempre vemos al mundo condicionado por nuestro deseo o nuestro rechazo. Si esto sucede con las cosas, imagínate con los seres humanos… donde la relación es esencialmente subjetiva y donde además el otro ser no permanece pasivo, sino que también se relaciona con nosotros a través de su deseo e imaginación. Entonces, ¿podemos hacer distingos tajantes de “idea del amor” y de eso que confusamente llaman “amor real y concreto”.
Fragmento de la entrevista realizada por Federico Campbell a José Carlos Becerra para el periódico Excelsior en 1967. (1)
(1)Bibliografía: Campbell, Federico, conversaciones con escritores, Secretaria de Educación Publica, primera edición, México, 1972.
La receta perfecta
― ¿Qué tanto me quieres?
luna llena. Lo segundo era la carta, y esto
― Mil lunas, ¡todo el mar! ─Dijo ella mientras se abrazaban sobre la arena, bajo la cálida noche.
era sólo una precaución, por si la emoción o los nervios –por no decir “cobardía”– le atoraban las palabras en la garganta. La carta sería algo simple, algo que tal vez
“Es ella”, pensaba él, “tiene que ser ella”;
por las circunstancias no se atrevería a
y a partir de ese instante, en el que se
decir en voz alta y que funcionaría casi
sintió el único hombre dichoso en el
igual que una declaración común y
mundo, comenzó a maquinar su plan.
corriente.
Confesión. Es extraño que se llame así a
Unos días antes del evento la invitó a las
la forma en que alguien expresa lo que
9 pm en el lugar indicado:
siente por otra persona. Una confesión implica
revelar
algo
oculto,
casi
prohibido y de lo cual te arrepientes y te
― Es muy importante que vengas. ─ Dijo él.
pesa y deseas deshacerte. “Esto no
― Sí, creo que me da tiempo de ir. ─
debería de ser así” decía el muchacho en
Caviló, pensativa.
sus adentros, ya que había oído esa expresión en las películas, las series de la
― ¿Tienes algo que hacer antes?
tele y muchos otros medios, “Esto debe
― Sí, pero no tomará mucho tiempo. ─
ser simple. No me estoy confesando, voy
Ella sonrió de la forma que él adoraba.
a declarar lo que siento por ella.”, y una vez acomodadas sus reflexiones tramó hasta el último detalle de su declaración.
Y esperó pacientemente los días restantes pensando que nunca había estado tan feriz, tan nervioso y que nunca en sus
Lo primero era el lugar: la citaría en el
catorce años había ansiado la llegada de
quiosco de la plaza, junto a la playa; tenía
un domingo por la noche.
que ser de noche –por supuesto– y con
Antes de irse lo preparó todo: se puso
emociones que lo sacudieron por dentro,
elegante, tomó un poco de colonia (la que
no pudo hacer más que quedarse inmóvil
usaba su papá) y se llevó la carta simple
en la esquina, solo, completamente solo.
que
extrañamente
tituló
“La
receta
perfecta” y que descansaba entre sus nerviosas manos mientras caminaba por las calles oscuras, iluminadas apenas por la luz de las farolas.
El viento que jugaba en el cabello de ella se convirtió en una ráfaga que arrancó de las manos del muchacho la carta arrugada y la llevó lejos, al igual que los pedazos de su corazón roto.
La noche caía sobre la playa, sobre sus pasos acompasados, y la luna ascendiente pintaba la sombra ligera del muchacho sobre el pavimento, que se mezclaba con
Ella nunca llegó a saber lo que él debía decirle, porque no volvió a verlo esa noche u otro día.
la arena que había traído el viento de la
La única persona que logró descubrir el
orilla del mar. Sin poderlo evitar, el
mensaje (que ahora podríamos llamar
muchacho había llegado con antelación a
“confesión”) fue una niña que desdobló,
la cita. La impaciencia lo llenaba de tal
junto a la playa, un papel arrugado lleno
modo
explotaría.
de arena que decía con una caligrafía
Adrenalina fue lo que sintió cuando giró
apretada y sincera: “La receta perfecta:
la esquina que llevaba al quiosco, y fue la
Tú y yo bajo la luna de abril”.
que
creyó
que
misma la que lo dejó inmóvil al verla a ella, de pie en el quiosco, esplendorosa, como siempre.
Linda hasta el último
cabello, que danzaba con el viento, pero sonriendo a otro, tomada de la mano de otro, en el abrazo de otro… La sensación en su garganta no era la misma que creyó que sentiría cuando las palabras no salieran de su boca. Sentía algo atorado, pero no eran palabras, no eran palabras. A pesar de la avalancha de
Irma Solano
F
amante, copropietario de una empresa iguras públicas
y de la
trasnacional, imagen de portada, millonario
política, jugadores de futbol
excéntrico; ella sabía qué hacer. Empezó a
y uno que otro empresario. Él
pavonearse por el amplio salón, las mujeres
se había convertido en eso. Era hermosa,
murmuraban mientras que los hombres la
atlética, alta, llena de lujos cuyos amantes
desnudaban con la mirada. Albert la lucía
en un arranque de frenesí embriagante le
como se luce un nuevo anillo de diamantes.
otorgaron, llena de todo, llena de nada.
Comenzaron a besarse. Después de dos
El último día de su vida, bebió champaña y
horas se marcharon. Llegaron a un hotel,
con exquisita minuciosidad contempló su
uno barato. Inició el juego precoital: Albert
semblante desnudo ante el espejo. Decidió
enajenadamente le lamía el cuello, sus
vestirse. Tomó el largo vestido rojo que
manos traviesas buscaron el elíxir de sus
reposaba tranquilo en la cama, así como las
senos;
medias color carne. Delicadamente cubrió
empujarlo. Como una bestia salvaje al verse
de seda sus egipciacas piernas. Subió el
reprimida volvió a insistir, la sometió y bajó
cierre del vestido de noche, el cual aumentó
el cierre del vestido. Éste cayó al suelo.
sus curvas, acentuó la firmeza de sus senos
Volvió a besarla, sus manos notaron que un
y dejó al descubierto sus delgados y
bulto crecía. Su hombría se vio mancillada,
estrechos hombros. Alborotó su negra y
con horror la abofeteó, la golpeó hasta que
larga cabellera, colocó pupilentes azules en
cayó desmayada.
ella
opuso
resistencia,
logró
sus ojos y maquilló su rostro. Calzó los
Los rayos que anuncian el alba la
tacones negros de plataforma. Tímida y
despertaron. Sola, de nuevo sola, en un
seductoramente cubrió sus hombros con
cuartucho
una chalina del mismo color que la noche.
abandonada.
Por último, se perfumó. El chofer ya la
diferente, “su vergüenza” sería extraída, por
estaba esperando. Llegaron a la fiesta
fin podría llamarse mujer. La tristeza,
de Pero
hotel,
humillada
mañana
todo
y sería
tomados de la mano. Albert era su nuevo
3
amiga inseparable de los recuerdos, se
Hoy
recobró
el
sentido,
sentido
apoderó de su alma que es un pájaro herido
sonámbulo por la morfina que diezmaba el
que al verse maltratado emprende el vuelo
dolor. —¿Qué me sucedió?—, le preguntó a
sin detenerse a observar en cual árbol
la enfermera que con desdén le acomodaba
posará. Las lágrimas brotaron. En cuanto
el suero al enfermo de la derecha; sin
subió el cierre del largo vestido rojo, salió
voltear la espalda le contestó: —Mira chula
corriendo a la calle que daba a Avenida
o chulo, lo que seas, la Cruz Roja te recogió
Patriotismo, tal vez Albert acababa de
en avenida Patriotismo, después de que un
marcharse, tal vez la estaba esperando, tal
camión cargado con varillas te arrollara,
vez tendría oportunidad de explicarle todo.
una de ellas entró por tu ingle, atravesó tus
Llegó el día de mañana. Se encontró de nuevo sola en medio de una sala de operaciones. Un grupo de doctores la rodeaban, la luz de la lámpara que le
testículos y los reventó como globos, prácticamente te castró. Es una lástima, se veía que la tenías bien grandota, ni modo, chula, así es la vida—.
alumbraba la cara significaba el final del
Carla (quien antes de los diecisiete era
túnel. Cerró los ojos adormilada por la
Carlos), abrió de par en par sus doloridos
anestesia, “adiós género tan amado y
ojos, llevó su mano derecha hacia sus
odiado”. Ayer seis enfermos la rodeaban.
genitales y soltó en llanto. Fue entonces
Todo el cuerpo le dolía como si una manada
cuando le reprochó a la vida por ser mujer,
de toros furiosos hubiesen corrido por
pues en ese momento recordó a sus
encima de sus explotados huesos. Con
pasiones escondidas en su esposa e hijas
trabajos movió la cabeza de un lado.
que dejó en Monterrey por perseguir a
Todavía adormilada por los narcóticos, con
Albert, ex esposo de su antes amante. Pero
el vaivén de sus ojos casi muertos divisó la
lo que más le dolió fue el no poder tener
habitación, estrecho recinto que compartía
relaciones sexuales con él, ahora que la
con más de cinco pacientes, uno de ellos,
feminidad la alcanzó tan de repente.
dormía
en
una
camilla.—
Doctor,
despertó— pronunció una voz lejana. —Es un milagro que esté vivo—, murmuró una figura blanca.
Laura Xochitl.
4
Un hombre hecho de cuerdas I Son muchas las historias que conozco, las que han llegado a mis oídos, las que he pregonado en mi canción, pero pocos son capaces de escucharlas pues un puñado de hombres en el orbe son los que me conocen, aún así disfruto de la soledad porque tengo mil historias en mis manos y unas que otras se humedecen con mi llanto… Hace cientos de noches, mientras observaba la aurora boreal desde aquí, llegó a mis manos una curiosa libreta con tapa de cuero, sus páginas amarillentas me causaron curiosidad, el olor que guardaba era singular, era el aroma de una historia vieja que yo apenas recordaba, pero mis dudas se disolvieron cuando la leí. No me gusta leer puesto que las historias suenan mejor cuando las cantan a uno al oído, cuando las silba el viento o llegan bajo el ala de alguna paloma cansada de llevar mensajes de los amantes en los parajes más deshabitados o en los más fríos rincones, donde éstos aguardan para reencontrarse en algún momento con su alma hecha carne en esta tierra, pero se conforman con sueños.
Cuando leí esta libreta me pareció que la tierra se volvía plana, que los tiempos vagaban con las hojas sueltas por las llanuras, que se acompasaban con el ruido seco de los pasos de un hombre en una casa que escondía tantos misterios como grietas, producto de su vejez, en las lobregueces de sus paredes, aunque en el fondo me pareció encontrar un espejo para el amor. Anhelo contar esta historia, relatarla alguna noche a la luz de las estrellas, los astros algunas veces también danzan al son de la miseria, algunas veces sólo es necesario recordar y encontrar lo que hemos vivido y olvidado, o simplemente lo que nunca olvidaremos… He aquí la libreta. Jueves 21 de octubre de 1830 Si alguien conoció a Abel sabrá que tenía los cabellos castaños, la
barba
cerrada ,
los
ojos
marrones, la piel blanca , la nariz
fina
siempre
y
una
boca
parecía
¡besame!
Olvidémonos
que
implorar: por
un
momento que le gustaba jugar ajedrez, que algunos atardeceres o hacían llorar, que aborrecía despertarse temprano y que , a veces, le gustaba estrellar los relojes
en
el
suelo.
Tampoco
sería relevante narrar que tenía
5
veinticinco años, le gustaban los
no despertar a nadie , ella abrió
otoños y tocar la guitarra , que
y lo invitó a pasar.
encontraba
curiosa
la
baraja
española y que había nacido una noche lluviosa en que la luna era cubierta por las nubes grises atiborradas de agua .
Así , entre la oscuridad y los matices que adquiría cuando, de vez en vez, un rayo de luna se
asomaba
blancas
por
de
la
cortinas
habitación
iluminaba
pobre miserable que escribe es
semidiosa , Abel conoció el amor
un
y
condenado
misántropo
a
una
prisión
la
rostro
piel ,
tersa ,
aperlada . Él todo
lo
de
e
Lo que debes saber es que el demente
el
las
esa
dulce , entregó,
particular y, aunque en ella ,
aquél espíritu trovadoresco, el
intentaré contar la historia de
corazón
Abel por que él mismo me la
canción , todo lo que hasta ese
pide . Anoche no me permitió
momento había dormitado en
dormir,
su noble interior.
habló
sin
cesar
de
cuaderno que le había regalado la chica de los cabellos rojos a quien había besado una tarde bajo el puente que atravesaba el lago
de
Somnus.
Tras
aquél
momento ella le pidió que la visitara en la noche y él lo hizo así .
de
caballero,
la
En el instante posterior a aquél encuentro recién terminado y él estaba
enredado
brazos,
cobijado
rojizas
y
brillantes,
entre
sus
por
hebras
gloriosas,
largas,
impregnadas
de
aroma a jazmín , irrumpió en su sentir una canción que era
Cuando la obscuridad todo lo
tocada por una guitarra: tan
inundaba , ventana
Abel
del
llegó
cuarto
a
la
delirante y celestial , un manojo
de
la
de
notas
que
esclarecía
el
pelirroja y tocó débilmente para
6
majestuoso
e
incomprensible
misterio del universo entero.
Eran el cielo traído a la tierra .
-Va a amanecer- dijo una voz complaciente y amorosa , misma que salía de entre esos cabellos preciosos que para Abel eran como una hoguera , también un refugio, una cueva: y de ahí , de lo
profundo
de
su
vientre ,
escupía un sonido como el de las cuerdas de la guitarra , que salía de sus labios húmedos… palabras. Luego, cuando avanzó un poco más afuera de la cueva se topó con
ese
par
de
refulgencias
vívidas... –Te miro y contemplo todo de tajo- pronunció Abel con
voz
entrecortada
como
quien está al borde del llanto. -Debes
marcharte ,
amanecer-
le
dijo
va ella ,
hilos
de que
aquél
manojo
asemejaban
a acto de por
momentos al plumaje hermoso de una avecilla petirroja .
Y
él
deseaba
volver
a
encontrarse como oculto entre ellos, que ese cuerpo tibio y brazos delicados lo arroparan para recostarse entre aquel par de senos de blanca espuma , de tersura
inigualable;
vendrían
los
cabellos
luego como
bosques de jazmines, laberintos del color del trigo mezclados con la rojez de la grana . Pero debió marcharse en aquél momento y lo único con lo que se topó, después de esa noche mística , fue con su guitarra y un colchón de hojas otoñales sobre el pasto en su esquina favorita del pueblo, esa donde un gran árbol brindaba una
seguido sonrió y lo desterró del paraíso,
¿Qué poseían aquellos cabellos?:
sombra incomparable . -¡Ese
aposento
no
se
pagará
sólo!- gritó una voz a lo lejos. Era la muchacha de los cabellos rojos,
quien
ahora
los
traía
recogidos en una trenza larga y gruesa .
7
-No me importaría vivir bajo
Caminó hasta dejar detrás suyo
este árbol , además las hojas me
las casas, las hogueras donde los
han sido amigables- respondió
hombres se calentaban cuando
él .
el sol comenzaba a agonizar y
Aquella sonrió y le entregó un pequeño
cuaderno,
él
colocó
una hoja de otoño en una de las páginas y lo cerró.
arribó así a aquél bosque donde se encumbraban historias viejas y misterios: el bosque hablaba algunas
veces,
pero
pocos
lo
fuente
de
escuchaban .
Sábado 24 de octubre de 1832
Vio
entonces
Pobre Abel , largas fueron las
piedra ,
noches
esperándola ,
reflejaban
siempre ,
intentando
tocaba conseguir
luego
una
sus
aguas
la
luna
escucho
claras en
pasos:
ella ,
era
la
la tonada de la música que en
pelirroja . En el momento en que
sus
arrebatos de amor había
la miró, recordó los acordes de
logrado alguna vez conseguir;
la melodía , ella lo observó con
hizo todo para comprar cuerdas
fijeza y dijo de pronto:
que
lograran
alcanzar
a
producir esa melodía . Fue
una
durmiendo cubierto
noche a
la
cuando, intemperie ,
solamente
con
la
hojarasca , recibió una carta de la
mujer
pelirroja ,
que
ella
misma había puesto cerca de sus manos
mientras
él
dormía .
-¿Sabes? Mi canto es muy belloÉl no lo comprendió muy bien , en
cambio
sus
labios
–que ,
como ya he dicho imploraban siempre un beso- hicieron lo propio y ella , ser inalcanzable y
hermoso,
se
inclinó
para
saciar sus anhelos.
Entonces asistió por la tarde al
Tras el largo y candoroso beso
día siguiente , tal como decía la
comenzó
a
carta , al encuentro con ella .
poseído;
las
tocar notas
como
un
que
esas
8
cuerdas mágicas emitían , que
cuando la diosa de tres rostros
asemejaban los cabellos de ella ,
la iluminaba y contrastaba su
pertenecían a otro plano, a esa
tono con el color de la hierba .
esfera
superior.
Se
entremezclaron de pronto con el canto de la pelirrojja … cuenta la historia que esa noche los árboles, húmedas
sacando de
la
sus
raíces
tierra ,
se
pusieron a danzar, las hojas también
acompañándose
del
viento, la luna ya descendía
Del calor de sus cuerpos salían chispas,
de plata y deseo.
los
besos
nacían
fulgores repentinos. Él deslizaba sus dedos sobre la piel de esa hermosa
dama
delicadeza
con
con que
la
minutos
atrás lo hacía con las cuerdas de la guitarra . Lunes 26 de octubre de 1834
sobre las aguas para deslizarse sobre ellas como una bailarina
de
El
trovador
había
quedado
dormido sobre el pasto cuando
Entre aquél sonar Abel comenzó
el rocío tocó sus mejillas y sintió
a acercarse a ella, la voz de la
en sus miembros el preámbulo
muchacha bajó de tono hasta
al amanecer, buscó entonces en
callar, él embelesado la besó
vano el cuerpo de seda de la
entregándole el alma que ella
muchacha .
tomó al instante . La luna fue
desaparecido, seguramente temía
testigo de esa unión; Abel se vio
al amanecer como siempre , a no
envuelto
las
encontrarse en su casa cuando
cuerdas celestiales, olió aquél
su padre , hombre iracundo, la
perfume embriagador, mientras
buscara en la mañana .
otra
vez
por
alrededor el viento bailaba con las ramas y sus hojas y la luna derramaba la luz sobre ellos. La piel de la joven era más blanca
Ella
había
Abel se paró de su cama de césped ,
miró
su
guitarra
y
recordó por un breve instante lo ocurrido esa noche , pero tuvo
9
poco
tiempo
para
recordar,
de cronos, nada , sólo pequeños
pronto, gracias a un mensaje
trocitos de labios, de suspiros, de
que ella envió con un criado de
cabellos.
su casa , se enteró que debía huir: el padre de la pelirroja se había dado cuenta de que su hija no estaba , pues ella demoró en llegar y ahora buscaba al muchacho para matarle . Él
huyó
a
ahí
encontró trabajo en un antiguo bar donde fungía como trovador. noches
mucho
al
se
entristecía
una
despertó
mañana
temprano,
en
que
cosa
que
desdeñaba , y en la que no pudo conciliar el sueño otra vez, uno de sus amigos tocó la puerta de su
Andalucía ,
Algunas
Así ,
pequeño
y
desacomodado
cuarto. -¡Pase!-
Gritó
Abel .
Acto
seguido el hombre entró.
la
-Te llegó esta carta muy por la
pelirroja , otras imaginaba que
mañana , alguien ha seguido tus
ella , la luna y todo lo que les
pasos de cerca pues el mensajero
rodeaba habían sido sólo un
que la traía consigo afirmó que
sueño. Entonces le preguntaba
te
en
recordar
a
deseara
lo
mejor
pues
su
la
baraja
señorita y ama nunca había
unas
veces
perdido el interés en ti- dijo el
respondía con sus reyes y sus
joven , quien luego de entregarle
espadas,
otras
la carta salió y Abel quedó solo
guardaba silencio tras sus copas.
con las barajas sobre la mesa y
su
soledad
española
No
a
que mientras
supo
transcurrió,
que
cuánto ¿qué
más
tiempo daba?
una carta entre sus manos. Cuando
acabó si
reír
de
leerla
no
o
llorar,
la
Hubiesen sido minutos, quizá
sabía
años enteros, no lo sabía: la
pelirroja había muerto, o eso
memoria sabía de corazones no
parecía …Y lo más sorprendente: había dejado un niño, que digo
10
un niño, debía ya ser para esos
dónde
tiempos
mensajero, si le había dicho
un
muchacho,
huérfano. “El
algo,
padre
eres
nombré ...,
tu,
me
melodioso…”-yo escuchar
había
su
yo
le
pareció no
logré
nombre ,
cuando
Abel me lo narró su voz se entrecortó
y
visto
pero
nada .
llegar
al
Entonces
regresó, un tanto temeroso, al pueblo donde había crecido, del que había huido por el padre de su amada , y encontró que todo estaba muy cambiado…
se
tornó
Así
acababa
hostales y sin cesár buscó la
ese trozo de papel que llevaba
casa de la pelirroja pero, como
la revelación más diáfana y a
si
la vez cruda , de la vida de
nadie logró darle seña alguna
Abel , quien se miró al espejo.
de ella , nade la conocía ni
Los años no pasaban en vano, y
pudieron
de
pista.
incomprensible-.
ser
aquel
mozuelo
de
veinticinco años cuyo gran amor era esa joven de piel de marfil que ahora se reducía a una carta , ahora era un hombre de edad , algunas canas y arrugas comenzaron cincuenta
a
asomarse ,
años
que
los
tenía
hacían estragos en su persona .
Pasó
sus
noches
nunca
hubiera
dar
Caminaba
en
si
en
varios
existido,
quiera
círculos,
una
o
eso
parecía , pero un día cuando el atardecer dejaba sentir la luz leve y rojiza del sol , encontró el bosque ,
ese
que
había
sido
testigo de su encuentro. Abel lo miró un momento, se
recostó
bajo la sombra de uno de sus
Transcurrieron dos horas, dos
árboles y comenzó a tocar en un
meses,
tono
dos
años
más
varias
doliente
lágrimas y noches buscando a
composiciones
su hijo. Preguntó a su amigo de
recordar
la
una que
de le
esas hacía
esperanza
de
11
recuperar
la
única
tangible
y
aquella
historia
mística
prueba
viviente
de
que
de
realmente
amor había
ocurrido.
1836 Abel ha suscitado en mí tantas emociones que a veces me parece que la locura no es más que excusa
que
inventó
el
hombre para no aceptar una sensibilidad sobre humana que logra abarcarlo por completo de cuando en cuando. Máscaras
habla Abel cuando estoy solo. La vi , creo que es hermosa en verdad , se bañaba en las aguas del lago y nadaba –sí , nadaba-
Miércoles 28 de octubre de
una
instante a la musa de la que me
absurdas,
, su piel brillaba con la luz de la
luna ,
o
¿es
que
acaso
recuerdo algo a lo que alguna vez pertenecí? ¿Acaso alguna vez estuve
también
como
Abel
enredado
a
en
en
la
una sus
cueva amores,
madeja
de
estambre rojo de Parténope , de su dama , esa que le daba el poder de tocar, de crear, de inventar?
¿por
qué
Domingo 1 de noviembre de
aceptar que uno es perceptivo,
1838
que es sensible , capaz de ver lo que otros no cuando se aleja de
Abel buscaba quizá una sombra
los prejuicios, cuando mira la
en el bosque , bajo el árbol tocó
verdad en todo su esplendor y
la guitarra varios días, como
sin caretas… por qué , cuando es
esperando algo. En ese periodo
más fácil ocultarse detrás de un
se
padecer, de una locura?
hechas la baraja para ver si le
Anoche
me
parece
que
me
ocurrió eso mientras rondaba el lago que hay cerca de mi casa .
entretenía
respondía alumbró
otras
algo; su
veces
en
la
luna
cabeza
varias
noches y otras parecía hablarle .
Me pareció contemplar por un
12
De
este
modo
permaneció
el
que podía encontrarse: con su
trovador en un ir y venir de
hijo, con un desengaño
recuerdos, tocando las cuerdas
ambas,
que le traían la imagen de los
encontrar al dueño de la casa .
cabellos de ella . Pero un día al fin sintió ese capullo abrirse
Por la mañana , muy temprano, despertó, el rocío besó sus labios y no pudo volver a dormir. Se levantó de las raíces de aquél que
había
servido
de
cuna para sus reflexiones, pero al fin había regresado el sosiego. Caminó hasta
hacían
desear
no
Lunes 2 de noviembre de 1838 Y, sin duda , supe que aquella
dentro de sí .
árbol
lo
o con
sin
saber
que ,
el
semejante
rumbo a
una
había sido, efectivamente , una bella aparición , una sirena que habitaba en el lago y era visible sólo durante la luna llena . Salí anoche y la divisé , en unas horas
estaré
encontrarme
listo con
para
ella ,
no
conozco si es buena o mala , no sé si exista , pero en mi soledad , esa
que
solamente
aminora
dulce aparición encontró al fin
Abel ,
la
desesperación , poco importa la
casa
de
su
amada ,
deteriorada por el tiempo y sin embargo había una vela que parecía haber sido encendida no hacía mucho sobre la mesa de la cocina . Prometió
sus
relatos
y
su
esencia de esa bella sirena . Hace unas horas escribí que hoy la vería y aquí me encuentro ahora , la luz de la luna llena me auxilia para escribir esto.
entonces
regresar
al
Estoy frente al lago, nunca me
día siguiente pues tanto había
había
aplazado
de
niebla lo cubre y le confiere
pronto un miedo repentino a
una apariencia vaporosa , como
todas las posibles cosas con las
de ilusión …
la
espera
que
fijado
que
una
cierta
13
Pero ¿qué veo ahí? ¡Es ella , es la sirena! ¡Oh , su cabello! es tan pelirrojo, es hechizante , sus ojos como aceitunas, tan profundos, los miro y siento que el cuerpo se me afloja , cual si no fuese yo mortal . Me siento ligero como hoja al viento o la pluma de un ave . Quisiera
acercarme
a
ella ,
siento que la conozco, como si ella y la tierra me hubieran parido. También escucho una tonada a lo lejos que cada vez se hace más intensa , es un hombre en
el
bosque
guitarra ,
que
toca
melodías
una
dolientes
pero preciosas. Ahora escucho la voz de la pelirroja ¡Oh hermosa sirena!,
me
agradaría
tenerte
cerca , respirarte .
mirada era hechizante y ha
II
comenzado a cantar, ha sacado sus brazos de marfil cubiertos se
por la niebla , que asemeja un
se
manto precioso, e iluminados
acercaba a donde se encontraba .
por la luna y los ha extendido
Ella
a él . La belleza de la sirena es
Él
narrador
percató
de
estaba
del
que
la
frente
diario sirena a
él ,
su
14
indescriptible , el joven se siente
un
cuadernillo
volver al seno materno, lo que le
sirenas en aquél lago- respondió
está cantando ella no es otra
la vieja señalando al lago de
cosa que una canción de cuna …
Somnus
con
y
su
dice
puente
ver
de
madera .
III
-¿Sabrá cuál es su nombre?-
Domingo 1 de noviembre Entonces Abel quiso entrar, pero
preguntó
al
borde
de
las
lágrimas Abel .
prefirió preguntar a los vecinos
-Sí , se llama Jonás- respondió
si
que
la anciana a quien Abel abrazó
habitase la casa , acudió con tal
lleno de dicha para confusión
propósito a la casa contigua y
de ésta .
una anciana ciega le abrió.
Lo había encontrado al fin .
-¿A quién busca?- preguntó la
Se acercó entonces nuevamente a
vieja .
la casa para , ahora que sus
-Perdone , ¿conocerá quien vive
miedos
en la casa aledaña?, busco saber
tocar la puerta y encontrarse
sabían
de
alguien
si está abandonada- dijo Abel . -No, no lo está , había ahí un muchacho con
su
quien
madre
y
antes su
vivía
con
se
su
habían
hijo,
pero
disipado, entonces
escuchó alboroto que provenía del área cercana al lago…
IV
abuelo,
ahora que murieron vive solo. Creo que ha perdido la razón o
El trovador vio acercarse a la
eso se rumora por aquí , dicen
casa
que es un loco. Pasa sus noches
cargaban un cuerpo henchido
a
de agua .
la
luz
de
una
vela
a
unos
hombres
que
escribiendo en lo que parece ser
15
Supo que era su hijo Jonás,
historia en la libreta que dejó
cuando lo miró de lejos le causó
en la orilla del lago antes de
ternura , se parecía a su madre
perecer.
y a él mismo otro tanto, pobre
historia , que parece una que yo
Abel , apenas pensó qué hacer
conozco
después
hasta mi vejez, es, a mis ojos, un
de
tan
grande
impresión .
Me
sorprendió
desde
mi
la
juventud
espejo de otra historia que yo
Yo lo vi de lejos, escuche sus angustiosas preguntas.
viví … Y aun no saco de mi memoria
-¿Traía algo consigo al morir?preguntó.
las últimas palabras, después de que escuchaba en la sirena la canción de cuna:
-Sí , una pequeña libreta de
Lunes 2 de noviembre de
cuero con algunas anotaciones-
1838
respondió uno de los hombres que llevaba el cuerpo.
Pero me parece que ese rostro lo he
-¿Me la pueden dar?
visto,
duda ,
y
es
los
mi
cabellos
propio
sin
origen …
-Claro pero ¿quién es usted?-
¡Abrázame
preguntó el otro hombre .
contigo, quiero irme a donde se
-Soy
su
padre-
respondió
orgulloso y triste Abel . Martes 2 de noviembre de 1839 Ultima página del diario Pobre de mí , trovador errante , ayer encontré el cuerpo inerte de mi hijo y leí una curiosa
escucha
esa
madre! bella
Llévame música
de
cuerdas, ¡soy hijo de las cuerdas que tocan para mí! Imploré . Quizá es tiempo de dejar de escribir, ya no he escuchado la voz de Abel , ojalá algún día encuentre a su hijo…Me marchó. Jonás
16
pEso me dejó, y en la hoja tres gotas cual si fuesen lágrimas. Pero
yo
lo
esperaba
aquí
Lorelí Gonlez
afuera , yo tocaba los acordes, yo le
hablaba
por
las
noches
esperando que me escuchara y creo que lo hizo… yo soy Abel .
V Miré a mi amado sacar aquél libro de su viejo bolso, tomar su guitarra y llorar al atardecer aquí frente al lago. Luego arrojó la hoja de otoño a Somnum, tomó sus partituras y entró a la casa, tomó el reloj y lo azotó pretendiendo detener el tiempo. Comprendió que mis cabellos rojos son como los helechos, que nuestro hijo es una melodía, que está hecho de las cuerdas de su guitarra y de mis cabellos. También entendió que en la libreta de cuero que le regalé se encuentra la historia de los tres: suya, mía y de nuestro hijo. Como dije cuando inicié esta historia: tal vez alguien la encuentre algún día, o quizá la escuche porque mis palabras vuelen por allí como las de Abel a su hijo, y ese día probablemente su lector venga a buscarme a este lago y pregone mi nombre: Parténope. Entonces yo extenderé mis brazos y les responderé, quebraré el silencio con mi canto…
17
El
principal
las
ma. No era que el joven fuera
cuestiones del amor es encontrar en
antisocial, ni mucho menos, pero la
esa otra persona el complemento
educación propia de una sociedad
perfecto de nuestras pasiones; y es
mojigata había hecho estragos en su
más complicado aun cuando éstas son
autoestima. Por ello, cuando llegaba
un tanto singulares. En casi todas las
el momento de encontrarse con una
regiones del planeta los refinamien-
mujer, Armando enrojecía al pensar
tos del placer siguen siendo algo tabú
en el inminente rechazo que le
que,
pueden
esperaba al confesar el único medio
condenar a una persona a la soledad
que tenía para lograr la excitación;
o,
la
perdía el habla y terminaba por alejar
satisfacción por medios ilíci-tos y
a toda aquella señorita que se atrevía
sombríos. Ése era el caso del joven
a mostrar interés en él. Así fue como
protagonista de esta historia.
había cumplido los diecinueve años
en
peor
problema
algunos
todavía,
en
casos,
a
buscar
Armando era un chico atractivo,
sin haber tenido ni una sola pareja, ni
de buena estatura y que disfrutaba de
más consuelo en las solitarias noches
todo el vigor y la fortaleza de la
que su mano y la computadora. Sin
temprana adultez. Pero sus gustos
embargo, las cosquillas propias de esa
estaban muy lejos de ser lo que la
necesi-dad
gente suele considerar normal, y a
acompañante lo acosaban cada vez
esto se le añadía una timidez extre-
con más frecuencia. Para su fortuna,
por
encontrar
una
la vida pronto le demostraría de la manera más inesperada cuán verdadero era el refrán que reza: “Para todo roto hay un descosido”. El
buen
procuraba
hombrecito
asistir
a
siempre
todas
las
reuniones o fiestas de sus amigos, con la quimérica esperanza de juntar mágicamente el valor necesario para llevarse
a
la
cama
a
cualquier
damisela de más o menos buena apariencia, que aparte aceptara (y preferiblemente
compartiera)
sus
gustos tan extraños. No hace falta decir
que
nunca
pasaba
eso,
y
Armando casi siempre terminaba
ahí, no pasó mucho tiempo antes de
aislado en una esquina sin probar
que su compañero lo abandonara
bocado o gota de alcohol; odiando la
para irse a convivir con los demás
música, a la gente y, sobre todo, a él
invitados. Y de nuevo solo, como
mismo. Empero, un día fue muy
tantas veces que ya parecía una
distinto.
película rayada, la desespera-ción
Un conocido de la primaria,
poseyó su cuerpo como nunca antes,
llamado Carlos, lo había invitado a
pues era verdad que ahí había
una fiesta de su facultad con la
feminas muy hermosas, y su vientre
promesa de que le presentaría a
daba
muchas amigas guapas. Por supuesto,
poseerlas
Armando no lo pensó dos veces. Ya
devolvía a la realidad. Por lo tanto,
vueltas
por
las
ganas
de
mientras
su
cabeza
lo
sin saber ya qué hacer, comenzó a
sequedad de garganta y las náuseas
tomar por primera vez en tantos años
estuvieron
de decepciones. Su amigo, junto a un
retroceder; sin embargo, su orgullo
extraño muy alegre, llegó de pronto al
pudo más. No obstante, a pesar de
lado de Armando; la fiesta estaba en
que casi todas las mujeres eran
el mayor apo-geo. Comenzaron a
modelitos de revista, la mayoría iban
brindar con él y a animarlo con más
en grupo o ya eran cortejadas por otro
cerveza. Los insultos, mitad broma,
menos retraído que él. Algunas chicas
mitad en serio, comenzaron a desafiar
en grupo parecían burlarse de él con
su falta de hombría al no ha-blarle a
sus murmullos y sonrisas despectivas
ninguna de esas chavas que, según su
al verlo pasar. Tal vez era sólo la
opinión, estaban listas para que cual-
inseguridad
quiera llegara a cosechar las delicias
trastornaba las cosas. Como fuera,
de sus huertos. Por supuesto, tanta
justo antes de bajar la cabeza para
habladuría calentó la cabeza del
resignarse a aceptar su incapacidad,
pobre chico, quien acaba de mudarse
su atención se vio inesperadamente
a un pequeño aparta-mento, con lo
atraída por una pelirroja que lo
cual se sentía más solitario de lo
observaba desde una solitaria silla en
normal.
la pared de enfrente. Tenía los ojos
a
punto
de
de
hacerlo
Armando
que
El alcohol y toda una vida de
ocres que resaltaban por la sombra
acumular libido se opusieron a los
negra en los párpados, la nariz recta
ataques y, entonces, Armando se paró
aunque algo grande, unos labios car-
decidido a ponerle un alto a las
nosos dibujados en una seductora
habladurías. Se aden-tró en el mar de
sonrisa; los hombros levantados con
gente con las risas como único
orgullo y el pecho apenas resaltando
incentivo,
debajo de una chamarra imitación de
pero
inmediatamente
después el temblor de las manos, la
cuero. Nada mal.
Sin
importarle
que
el
corazón
únicamente
miraba
fijamente
los
pareciera estar a punto de salírsele
labios de Judith, cada vez más cerca.
por la boca, ni que seguro parecía un
Era la chica de sus sueños, ya no le
idiota caminando con esa cara de
cabía la menor duda; com-partían
espantado, con los ojos abiertos como
gustos e intereses, despreciaban al
un sapo y la barbilla sin parar de
mismo tipo de gente, de música,
temblar, se acercó a ella. Para su
perte-necían a la misma corriente
sorpresa, no fue rechazado; y para su
filosófica.
satisfacción, las burlas que seguían
lograron conocerse mejor de lo que
resonan-do en su cabeza se callaron.
algunas personas tardan años en una
Fue así como comenzó a charlar con
relación que termina por oxidarse.
la muchacha, quien confesó haber
Sus labios cada vez más cerca. Hasta
llegado acompañada por una amiga,
que se tocaron.
En
tan
sólo
minutos
como él, pero la había abandonado
La fuerte presión de la mezclilla
por irse con un galán. Le enseño sus
le sugirió a Armando invitar a su
tatuajes, hablaron de música; y de
nueva (y única) conquista a su
repente, los demás sonidos se aislaron
departamento. Él ya no sintió pena,
y las otras personas se fueron. Pronto
ella no necesito mucho esfuerzo para
ambas partes se emocionaron y, en un
convencerse. Las maravillas de la
intento vano por calmarse, siguieron
bebida.
bebien-do con rapidez.
A los pocos minutos ya estaban
Armando estaba completamente
entrando a la habitación del joven
fascinado. Judith, qué bello nombre.
iniciado con las ansias quemándoles
Quizá
belleza
la ropa. Era una noche mágica en
incomparable, pero vaya que tenía
todos los sentidos. Todo daba vueltas
sus buenas cualidades. Ya no se
alrededor de Armando, sus oídos
concentraba
zumbaban y estaban ardiendo, sus
no
fuera
en
una
la
plática,
y
ojos le dolían, pero nada de eso le
expresiones
del
más
com-pleto
molestó realmente, nada pudo opacar
deleite; y gritaba por más. ¡Ah, dulce
el dulce momento en que conocía los
plan divino! A final de cuentas estaba
hechizos celestiales de una mujer.
destinado a permanecer incorrupto
Judith, su nombre era encantador,
para su alma gemela.
una dulce melodía que se combinaba
Judith era la mejor instructora, y
con los cantos del placer que salían de
llevaba a su pareja de la mano por el
esa
el
secreto camino del amor. Tanto así,
momento, pero él por alguna razón
que pronto Armando parecía todo un
estaba seguro de que no se arruinaría.
veterano en el arte más antiguo.
Rodaron por la cama, desesperados
Cambio de posición: lo impensable,
por convertir sus dos cuerpos en uno.
esa postura ilegal que atenta contra la
Armando
estaba
a
de
naturaleza, pero que disimula su
enloquecer
por
sus
frustradas
inmoralidad con las sensaciones más
fantasías, y estaba seguro de que
sabrosas. Desde ahí, el amante tenía
pronto
mejores
boca
ya
roja.
no
Se
sería
acercaba
punto
capaz
de
oportunidades
para
contenerse. Entonces su amada puso
demostrarle su feroz cariño a la musa.
fin a todas sus tribulaciones con una
Sus balanceos lo volvían loco; nunca
sencilla palabra: “¡Pégame!”. Como si
había imaginado que podría existir
hubiera conjurado un hechizo, la piel
una
suave y tersa de la pelirroja en un
satisfactoria.
segundo se vio surcada por enormes
nombre. Y no tuvo la necesidad de
manchas y finas líneas rojas. No sólo
confesar
recibió palmadas, sino que también
comenzó
los puños y uñas asistieron al festín.
seductora figura; tan blanco, tan
Pero ella no se asustó, y los únicos
largo, tan suave. Lo acarició un poco,
quejidos que salían de su boca eran
deslizan-do las yemas de los dedos
experiencia
delirante
Judith,
nada. a
tan
Su
qué
largo
torturarlo
y
bello
cuello
con
su
lentamente por la vena yugular, pero
colocó una de sus manos sobre la
el agitado pulso de su conquista
mollera de ella, la otra en la barbilla y
aumentó
Armando
le volteó la cabeza justo en el instante
comenzó a jadear con fuerza, su
en que despedía su primer chorro
cuerpo se cubrió
hirviente
el
movimientos
frenesí.
se
de sudor; los volvieron
de
virilidad.
Her-mosa,
más
divina Judith, déjame reposar sobre tu
violentos a medida que esas largas
espalda y dame el beso de las buenas
manos se acercaban a su objetivo.
noches.
Rodeó con diestra y siniestra el pilar
A la mañana siguiente, Armando
de su obsesión, ya no pudiendo
despertó junto al cuerpo de su
controlar su deseo, y comenzó a
querida. Esta-ba decidido a hacer de
apretar. Por un momen-to, la sorpresa
ese
detuvo el vaivén de las caderas de
aventura de una noche. De nuevo
Judith, pero enseguida descubrió que
pasó sus dedos por el amoratado
estaba disfrutando esos progresivos
cuello. Su doncella despertó por las
cortes de aire. Empero, su verdugo no
cari-cias y lo miró con la ternura de
tenía piedad, y no pasó mucho
una esposa. Sí, con ese gesto confirmó
tiempo antes de que las sensaciones
que por fin había encontrado a su
placenteras se esfumaran para cederle
media naranja. Y lo mejor era que no
el paso a la desesperación. Comenzó a
fue necesario confesar nada.
cuadro
algo
más
que
patalear furiosa-mente para liberarse de su atacante, su pecho se tensaba al encontrar obstruida la garganta. Sus esfuerzos sólo sirvieron para sumir a Armando en un estado de éxta-sis místico. Y justo en el momento de mayor locura, el desquiciado chico
Andrés Cantón Nonti
una
Como lidiar con el desamor
Por: José Manuel Segura
Para lidiar con un desamor es menester conseguir una pala con agarraderas de hierro y la punta bien afilada, si te es posible una carretilla y una alfombra que mida dos metros de ancho por cuatro de largo, pero recuerda que siempre se puede improvisar. El objetivo es cavar una fosa de tres metros de profundidad para no dejar evidencia de aroma y volumen en la superficie, de este modo la composta que servirá de cimiento no causará conflicto a tu nuevo jardín inspirado en el desamor.
“Bloody Cats…” Tres poemas breves Por: Ian González
L. Les mots dans le monde créent les contradictions, créent les amours
Dos amores son el trampolín inquieto de los deseos
Bloody cats and rats share the meaning of their lives in the freezing night