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Sumario
La inauguración del Instituto Modelo de Clínica Médica del Hospital Rawson
por Federico Pérgola
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En sesión del Congreso Nacional del 19 de setiembre de 1011 se sancionó la ley 8206 que decía así: Art. 1º- Destínase la suma de doscientos cincuenta mil pesos moneda nacional para la construcción, útiles y demás enseres de un pabellón modelo en el Hospital Rawson de la Capital Federal. Art. 2º- Este pabellón será anexado a la Facultad de Medicina, a los únicos efectos de la ense ñanza de la clínica médica. Art. 3 - El gasto de la presente Ley será imputado a la misma y se hará de rentas generales.
El profesor Agote la leyendo piedra
fundamental
El proyecto de esta ley fue presentado por el diputado nacional Dr. Luis Agote y tuvo despacho favorable el 4 de agosto de 1911. Todo fue rápido en este caso puesto que el 10 de diciembre se colocó la piedra fundamental, momento en el cual se labró la siguiente acta: “En la ciudad de Buenos Aires, en el costado oeste del Hospital Rawson, a los 10 días del mes de diciembre del año mil novecientos once, con la asistencia de S. E. el Señor Ministro de Justicia e Instrucción Pública Dr. Juan M. Garro, el Señor Intendente Municipal Dr. Joaquín S. de Anchorena, el Señor Rector de la Universidad de Buenos Aires Dr. Eufemio Uballes, el Sr. Decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la misma Dr. Eliseo Cantón, del iniciador y Director del Pabellón Profesor Dr. Agote, del personal docente y administrativo del Hospital Rawson y demás firmantes, se procedió a colocar la piedra fundamental del ‘Pabellón Modelo de Clínica Médica’, cuyos planos han sido proyectados y aprobados de conformidad con lo dispuesto en la Ley Nacional 8026, la que fija el destino del Pabellón y los recursos necesarios para su completa terminación y
su discurso al colocar
habilitación. En seguida se procedió a firmar dos actas del mismo tenor, una de las cuales se deposita en el lugar de la piedra fundamental, conservándose la otra para el archivo del pabellón.” Fue el ingeniero Carlos Agote quien confeccionó los planos del edificio que trató de adecuar a los modelos más adelantados de ese momento en construcciones sanitarias. La empresa Baldassare Zani obtuvo la licitación de la obra que comenzó exactamente –se colocó el primer ladrillo– el 20 de agosto de 1912 y finalizó el 30 de abril de 1914. En el ínterin, el proyecto inicial se incrementó con el agregado de un nuevo piso con recursos que precisaron ser votados por el Congreso. La habilitación del pabellón, como ha sucedido permanentemente en nuestro país en situaciones similares, se realizó antes del acabado final del edificio. Ocurrió el 31 de marzo de 1914, con un acto al que concurrió el vicepresidente de la Nación en ejercicio del P. E. Dr. Victorino de la Plaza, junto con los ministros de Instrucción Pública y Justicia Dr. Tomás R. Cullen, de Hacienda Dr. Enrique Carbó, de Marina almirante Sáenz Valiente, de Guerra general Gregorio Vélez, y
Pte . del Dpto . nacional de higiene , rector de la universidad
el arzobispo de Buenos Aires monseñor Mariano I. Espinosa, el intendente Municipal Dr. Joaquín S. de Anchorena, el rector de la Universidad de Buenos Aires Dr. Eufemio Uballes, el decano de la Facultad de Ciencias Médicas Dr. Luis Güemes, el director de la Asistencia Pública Dr. Eduardo F. Beláustegui, varios diputados y numeroso público. Agote, en un aplaudido discurso, expresó entre otros conceptos: “Las naciones civilizadas rivalizan en este sentido (Nota del autor: se refería a la excelencia de sus hospitales) sin omitir esfuerzos ni sacrificios. Francia cita a sus cátedras los estudiosos del mundo entero y coloca la gloria de su Pasteur por encima de todas las glorias; Alemania impone a sus reputados hombres de ciencia el método y la disciplina características de su raza para situarse en primera fila; Italia construye policlínicos que son modelo de clase y movida por el recuerdo glorioso del pasado, quiere triunfar aún en el presente y en el porvenir; Inglaterra orgullosa de su libertad y de su riqueza, pone en juego en la tarea estos mismos factores y en todas partes, de un extremo al otro del mundo, numeroso ejército de estudiosos,
, decano
de la facultad de ciencias médicas , etc
trabajan en silencio pero con perseverancia intensiva, animados de un mismo propósito, de un mismo espíritu, de un mismo sentimiento, en buscar la verdad en obsequio de los que sufren. Y nosotros, hijos de un pueblo que se siente grande y que quiere serlo más aún en el campo de las actividades científicas, hemos tomado ya con derecho propio un sitio en la honrosa falange, poniendo en la obra toda la energía, todo el entusiasmo, toda la ambición levantada y legítima de que somos capaces y de que hemos dado ejemplo en nuestra corta pero fecunda historia.” Luego de estas palabras “con pecho henchido” de Agote, habló Eduardo Florencio Beláustegui quien destacó la importancia del Hospital Rawson, nacido en la etapa fundacional de los hospitales porteños 1 . El instituto comprendía cuatro pisos y un subsuelo, un departamento para alojar a los médicos; salas de electroterapia, de rayos X, de microfotografía, de esterilización de vajillas; consultorios externos y comedor. En el primer piso existían dos salas para la hospitalización de hombres, salas de curaciones, enfermerías,
sala “ricardo gutierrez
” destinada
etc. En el segundo, dos para mujeres y niños y diversas dependencias. El tercer piso estaba destinado a los laboratorios de análisis clínicos y experimentales, aulas y bibliotecas. Las cuatro salas de servicios clínicos fueron bautizadas con los nombres de médicos argentinos destacados: las de hombres como Montes de Oca y Juan A. Fernández, la de mujeres José María Bosch y la de niños Ricardo Gutiérrez. Esta última estaba decorada con murales con temas afines a la niñez. Un depósito para animales de experimentación –en construcción en el momento de la inauguración– se hallaba alejado del edificio principal. En el primer número de los Anales del Instituto Modelo de Clínica Médica, que nos ofrece todo este material que antecede, se encuentra un detallado informe sobre las características del mismo, como así también la reglamentación, los protocolos, los formularios utilizados, etc.* La fama del Instituto Modelo se consolidó a través de los grandes maestros que la dirigieron. Uno de ellos –mi profesor de clínica médica– fue Rodolfo Q. Pas
a la hospitalizaci ón de ni ños .
qualini que, con sus vivencias, cuenta cómo era ese pabellón casi medio siglo después: “La 4ª cátedra tenía su asiento en el Instituto Modelo de Clínica Médica, que ostentaba el nombre de su creador, el profesor Luis Agote, y conocido familiarmente como el Modelo o el Agote, enclavado en el extremo norte del extenso predio del Hospital Rawson en el barrio de Barracas […] “Entrando por la esquina de Amancio Alcorta y Vieytes, recorrido casi hasta el final el largo corredor y girando a la izquierda, por una pequeña escalera se accedía al amplio vestíbulo con varias pequeñas oficinas administrativas. En el fondo, frente a la entrada, arrancaban dos escaleras de mármol, una ascendente, otra descendente, flanqueando dos grandes ascensores de dudoso funcionamiento. A ambos lados, las salas para hombres, Fernández y Montes de Oca, y en el primer piso, encima de ellas, la Bosch y la Güemes, para mujeres, cada una con pequeñas habitaciones para los enfermos más graves, las enfermeras y los consultorios. Ascendiendo al segundo piso, hacia la izquierda un angosto corredor conducía al aula, con sus empinados
prof . luis agote . director y fundador del
instituto modelo de cl ínica médica
escaños y un antiguo proyector, en tanto que hacia la derecha se distribuían amplios laboratorios. Subiendo al tercer piso, hacia la derecha se encontraba la sala de operaciones y sus anexos, y del lado opuesto, un lúgubre pasillo, cerrado por mamparas de hierro y vidrio, atravesaba la azotea batida por las lluvias y los vientos del sur filtrando por sus resquicios, y comunicaba con una siniestra cueva destinada a despacho del director; al lado se encontraban dos recintos más pequeños: la secretaría y la despoblada biblioteca. “El subsuelo se extendía a la totalidad del amplio edificio y allí se encontraba el servicio de radiología, algunos destartalados consultorios y ocupando el resto del ala izquierda y cerrados con pesados candados, los misteriosamente llamados depósitos. La mitad de la derecha del subsuelo sólo contenía extensas estanterías adosadas a sus paredes velando un desolado vacío. 2 ” Las vicisitudes del tiempo y de la falta de mantenimiento no finalizaron aquí. Un buen día llegó –para terminar con todo el honroso pasado del hospital– un intendente que no había elegido la ciudadanía. Desactivó al Hospital Rawson en su aspecto asistencial: consideró que sus costos aumentaban porque se asistían pacientes del sur bonaerense. Dosne Pasqualini 3 comenta –en sentidas páginas– el significado emocional de estas instituciones para sus actores principales: los médicos y el personal de enfermería. Quedó en mi memoria que, un día de un lejano diciembre, aprobé en el Instituto Modelo la última materia para recibir mi título de médico.
*El autor agradece a la Académica Dra. Christiane Dosne Pasqualini el material para este artículo.
Citas Bibliograficas
1. Pérgola F, “El Hospital Rawson”, Capítulo Médico. Interconsultas, 1 (Nº 1): 32, 1987. 2. Pasqualini RG, En busca de la medicina perdida,
Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1999. 3. Dosne Pasqualini C, Quise lo que hice, Buenos
Aires, Leviatán, 2007.