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La difusión de la ciencia médica en los (viejos) almanaques de los laboratorios farmacéuticos

Francisco J Rubio 1

La primera pregunta que emerge: ¿qué es un almanaque? La respuesta 2 : registro de todos los días del año, con datos astronómicos e indicaciones relativas a festividades, actos civiles, vigilias, lunaciones, etc. Amplia definición que permite, a la vez, hablar de almanaques médicos. Y, sobre estos últimos, vamos a dar unas breves referencias.

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Hasta las primeras décadas del siglo pasado, el mundo gráfico fue el medio hegemónico de comunicación y transformación de la cultura de masas. Cada hoja impresa debía, por lo general, contener algún sentido didáctico y formativo; un buen ejemplo son los almanaques, de distribución gratuita, responsabilidad de los laboratorios de medicamentos, cuyo propósito real era promocionar sus productos; se los encontraba en las boticas o farmacias y en una variedad de negocios (como almacenes, tiendas, etc). Muy tibiamente, un poco después, les aparecería la competencia de la radio y (aún más) de la televisión.

Aquellos solían ser de pequeño formato (18x13 cm), prácticos para tener a mano; en tanto, en sus páginas, los contenidos, en apretadas síntesis, condensan una gran variedad de temáticas básicas para los cuidados de la salud. Las notas médicas estaban acompañadas por otras muy simples, de color, como los horóscopos, los secretos de la quiromancia, la grafología, los chascarrillos, los múltiples pasatiempos, las recetas útiles y las recomendaciones para el ámbito de la cocina, las viñetas con humor; profusamente ilustrados con motivos que amplían el sentido de lo informado. En resumen: una parte de ciencia y una parte de costumbres tradicionales, de poca o nula racionalidad.

Para esta oportunidad hemos seleccionado tres, de diferentes épocas, de 1928, 1930 y 1939; pertenecen a una etapa pre-penicilina y a una creencia en los poderes amplios, milagrosos, polivalentes de algunos preparados. Uno corresponde al período radical alvearista, el otro a la iniciación de la crisis de la década de 1930 y el tercero, casi al fin de esta y a la inminencia de la Segunda Guerra Mundial. Cuando estamos transitando la era de la comunicación virtual y la inmediatez, propia de las redes sociales, no deja de sorprender el ingenio de los publicistas gráficos.

* El Almanaque Americano de Ross, fechado en 1928, celebra el 37º aniversario de la publicación, junto al éxito “en casi todos los países del mundo civilizado”. Anuncia una variedad de productos: las píldoras quita-dolores Jaquenina; las pastillas de Adams, para la influenza y la gripe; las tónicas de Vigoron, la quinina de Ross y el jabón de igual nombre, con certificación de pureza, resaltando que todos incorporan los últimos adelantos de la ciencia. En una de sus páginas leemos:

Las carabelas trajeron la civilización a las Américas.

Las píldoras de la vida del Dr Ross llevan salud y felicidad a todo el mundo.

En el presente, estas afirmaciones suenan simples, caprichosas.

* En el Almanaque del Urodonal, de características casi equivalentes al citado, leemos en su tapa:

Editado por los Establecimientos Chatelain, proveedores de los hospitales de París …

No podía faltar la referencia a Francia, como garantía de confianza! Enumera una serie larga de remedios (que “detienen el tiempo”) y la manera de enfrentar: “Uno de los achaques más desagradables de nuestro organismo: las almorranas (hemorroides)” y recomienda el empleo de los jubolitoires y el jubolitan irradiado (obviamente de Urodonal). Claramente está acá presente el empleo de términos franceses (más tarde reemplazados por los ingleses).

De manera explícita se advierte que están orientados a la trasmisión de valores morales tradicionales, reafirmando los estereotipos ideales de la mujer, el hombre, el niño, a la vez que va legitimando con estructuras de comunicación simples los roles que debe desempeñar cada miembros de una familia.

* Así, en el Almanaque de Ross, de 1939, leemos: “¡Cuiden bien a papá! ¿Quién gana el pan nuestro de cada día? ¿Quién costea nuestros vestidos? ¿Quién se desvela por nuestra felicidad? PAPÁ, si la salud se lo permite. Toda buena esposa aprecia estas realidades y trata de proteger la salud de su marido …”.

A continuación recomienda las píldoras de vida del Dr Ross. Inmejorables para toda la familia.

Estos almanaques están pensados para una consulta frecuente y resultaron muy útiles en las zonas rurales. Eran objetos atractivos, con tapas llamativas y láminas a todo color. Desde su aparición, la estructura de contenidos fue casi permanente y similar: destinados a un público amplio, con diversas inquietudes, que apelaba a ellos -sin un costo extra- para adquirir información, entretenimiento y publicidad. Tal vez en muchos hogares la colección de estos conformaba un pequeño manual de medicina moderna para consultar antes de asistir al médico; frente a las prácticas domésticas de curación, fuertemente impregnadas de un folclore popular, trasmitidas de una generación a otra como verdades “irrefutables”, aparecía el saber “escrito”.

En sus páginas hay notas que aluden desde la anatomía del cuerpo humano y los cuidados del recién nacido hasta las dietas para los artríticos, las vías respiratorias y los fatigados del pecho, los males del estómago y las enfermedades de la mujer. Se incluía una extensa lista de patologías con sus respectivos medicamentos. Y para aquellos que estaban sanos, se incorporaban las curiosidades ya mencionadas, más notas sobre la importancia del ejercicio físico, el valor del deporte, la vida-sana. Contribuían a la divulgación de los conocimientos médicos, insistiendo en la práctica higiénico-sanitaria, con lenguaje claro.

Estos “libros de cordel”, rescatados para la memoria histórica, casi se transforman en la actualidad en fuentes documentales para diversas disciplinas, ya que muestran los hábitos y creencias sociales de una ahora vieja Argentina, entonces presentada como nación-moderna, donde ya emergía la tensión que sobrevendría entre sociedad tradicional y sociedad con vistas al futuro.

En ocasiones eran “anuarios” y tenemos algunos ejemplos como los que promocionaba la (revista) Para Ti, que será motivo de un posterior análisis.

Otros, fueron más inocentes: no los guiaba solo un propósito comercial; sino que -pensados para ciertas regionesayudaba a entender las enfermedades que los acuciaban. Un caso sobresaliente, fue el de los almanaques que aludían al paludismo, al mal de Chagas, a la tuberculosis, …

El tiempo y los costos llevaron, más adelante, a la clausura de estas publicaciones; sin embargo, vinieron a reemplazarlas las muy abundantes cartillas y folletos que se distribuyen en los consultorios médicos. Algo en común, entre aquellas y estas promociones: nos “venden” la idea de una dicha, de un bienestar, que nos proporcionan un sinnúmero de medicamentos que combaten nuestras dolencias.

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