Médicos y Medicinas en la Historia N° 37

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ÓRGANO DEL INSTITUTO DE HISTORIA DE LA MEDICINA DE LA FACULTAD DE MEDICINA (UBA) Marzo 2017

ISSN 1666-6682

Nº37

Dos historiadores de la medicina Año 1981. Osvaldo Loudet (1889-1983) recibe de manos de Alfredo G Kohn Loncarica (1945-2005) una distinción por sus méritos académicos

Enfermedades y muerte de Hipólito Yrigoyen Las instituciones hospitalarias a través de la historia Ciencia y medicina en la revista Cursos y Conferencias (Del Colegio Libre de Estudios Superiores) Fotografía y medicina en el siglo XX

Comentario de libros


FOTOGRAFÍA Y MEDICINA

La piel, lo más superficial del cuerpo, con mayor profundidad Fototeca FJ R

Imágenes cuasi abstractas, que registran superficies texturadas. Podrían ser pruebas de algún fotógrafo experimental, pensando tendencias para próximas bienales. Sin embargo, los registros pertenecen a la fotografía médica; son testimonios de dolencias que se exponen. Es la piel, envoltura del cuerpo que limita, contiene y protege un complejo sistema biológico. En ella se expresan afecciones dermatológicas y los desordenes psíquicos, generando múltiples corrientes de análisis en el campo de la epistemología científica. La piel genera un universo táctil y cutáneo, despertando el sistema perceptivo-conciencia, desde la más tierna infancia en los seres humanos. (Continúa p 27)


ÓRGANO DEL INSTITUTO DE HISTORIA DE LA MEDICINA DE LA FACULTAD DE MEDICINA (UBA)

VOL. XI - Nº 37 - Marzo 2017 - Buenos Aires ISSN 1666-6682

Sumario

Enfermedades y muerte de Hipólito Yrigoyen

Director

Federico Miguel Pérgola

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Las instituciones hospitalarias a través de la historia

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Ciencia y medicina en la revista Cursos y Conferencias (Del Colegio Libre de Estudios Superiores)

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Fotografía y medicina en el siglo XX

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Comentario de libros

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Subdirector

Carlos C. Castrillón Editora

Laura Pérgola Secretaría

Agustín García Puga Emilce Iervolino Comité de Honor

Norma Acerbi Cremades José Emilio Burucua Alfredo Eugenio Buzzi Alberto Carli Christiane Dosne Pasqualini Laura Moratal Ibañez Manuel Luis Martí Norma Isabel Sánchez Florentino Sanguinetti Juan Carlos Stagnaro Adolfo Venturini Comite Editorial

María Teresa Di Vietro Beatriz Kennel Marcelo Figueroa Francisco Rubio Diseño y diagramación

Eric Geoffroy ericgeof@gmail.com

La revista Médicos y Medicinas en la historia es una publicación trimestral. Registro de la propiedad intelectual Nº 188920. Propietarios Laura Andrea Pérgola y Federico Miguel Pérgola. Impresa en marzo 2017. Tirada de esta edición 500 ejemplares. Las opiniones que los autores vierten en los artículos son de su exclusiva responsabilidad y no representan necesariamente las de la revista. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, aun mencionando la fuente. Esta publicación es una realización de:

EGE - El Guion Ediciones Martín Coronado 358 (Acassuso) Tel: 4792-1132 Celular: 15-5640-4792 info@elguionediciones.com.ar / www.elguionediciones.com.ar

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Editorial

Un intervalo inevitable Federico Pérgola

T

al vez el título de este prólogo sea explícito y explicativo: un intervalo inevitable pero de ninguna manera deseado fue el que sufrió —si es que puedo mantener un verbo emotivo y casi médico— la aparición de nuestra revista Médicos y Medicinas en la historia. Nadie puede dudar que una publicación de tal contenido no cuenta con la gran masa de adictos como las de la política o, las tan de moda televisiva, llamadas del corazón. Se puede imaginar el lector dónde estuvo la causa de ese prolongado, por lo menos para los que usamos este medio para expresarnos, de este lapso de ausencia. Pero no se crea que esa fue la única causa. Hace más de medio siglo que Herbert Marshall McLuhan, un verdadero gurú de lo que sucedería, había dicho que “una imagen vale por mil palabras”. ¿A qué viene esto? La mayor parte de los jóvenes, sobre todo, se inclina por los medios audiovisuales y, día tras día, se aleja más de aquello que iniciara la imprenta con Gutenberg. El papel escrito es, lentamente, un elemento en vías de desaparición pese a la opinión de los expertos en neurociencias de que es mucho mejor para el desarrollo cerebral. La tecnología —que se introdujo en la medicina produciendo un beneficioso cambio para el paciente e, incluso, para los médicos que cuentan con medios idóneos para diagnóstico y tratamiento— produjo el cambio que se ve con los teléfonos celulares, por poner un ejemplo ya anticuado, verdaderas cámaras fotográficas de uso apabullante que, así como conectan a las personas, por otra parte las hacen personajes solitarios con esporádicos encuentros de persona a persona. Luigi Zoja en su obra La muerte del prójimo lo ejemplariza en forma magistral diciendo: “Después de la muerte de Dios, la muerte del prójimo representa la desaparición de la segunda relación esencial para el hombre. El hombre cae en una soledad esencial. Es un huérfano sin precedente en la historia. Lo es en

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un sentido vertical —ha muerto su Padre Celestial—, pero también en un sentido horizontal: ha muerto quien estaba cerca de él. Es un huérfano mire hacia donde mire. Es un círculo vicioso, esta es la consecuencia pero también la causa de rechazar los ojos de los demás: en toda sociedad mirar a los muertos resulta perturbador”. No conozco de quién fue la opinión que paso a describir pero creo que, con gran criterio, se ha dicho que cuando un hombre nace y adquiere conciencia de su vida, con más razón si se dedica a acrecentar su nivel intelectual, esta se incrementa en sentido retrógrado y aumenta los 70 u 80 años que habitualmente puede alcanzar. ¿Por qué motivo? Por que conociendo su historia familiar en un primer momento y, con más razón, si se interioriza por las lecturas que lo remontan a los episodios pasados en diversas culturas, su vida se alarga, insisto, hacia atrás. La ocasión es absolutamente oportuna para, como lo hemos hecho al inicio de esta publicación, es decir en su tapa, hayamos tomado la decisión de homenajear a quien fue mi amigo, eminente historiador y hacedor en gran parte de nuestro Instituto de Historia de la Medicina, el profesor Alfredo Kohn Loncarica quien, en la fotografía, está acompañado por otro grande de la medicina: el filósofo Osvaldo Loudet. Ambos, lógicamente, médicos. Sería una interesante actitud que todos aquellos que quisieran extender su existencia —aunque fuera en forma ilusoria— echaran una mirada a la historia. La propia persistencia en el recuerdo una vez desaparecida la persona es una verdadera utopía porque pocos pueden subsistir en él, que bien describe, con un dejo de tristeza, Juan José Sebreli en Dios en el laberinto, cuando dedica un último capítulo a la muerte sin descartar la propia. Saque el lector sus propias conclusiones sobre el porqué de nuestra insistencia con Médicos y Medicinas en la historia.


Yrigoyen y algunos de sus ministros

Enfermedades y muerte de

Hipólito Yrigoyen Federico Pérgola

E

l apellido Yrigoyen variante, entre las tantas grafías que tiene, de Irigoyen, de origen vasconavarro, preanunciaba el alto cargo que llegó a detentar. Debo acotar que, en la actualidad, está establecido en todas las provincias españolas siendo el 2022º más común en todo el territorio. Su etimología viene de IRI/URI (ciudad, villa) y GOIEN (la parte más alta de la ciudad) y todavía se puede encontrar familias con el apellido Iirigoen. Hipólito Yrigoyen estuvo en la parte más alta de una nación. Tal como le ocurrió al otro líder carismático argentino, Juan Domingo Perón, Yrigoyen tampoco pudo finalizar su segundo mandato presidencial, tal como le sucedió a Julio A. Roca y Fernando de la Rúa. Perón, por fallecimiento, no pudo concluir tampoco el tercero y finalmente Raúl Alfonsín debió acortar su mandato. Yrigoyen nació en Buenos Aires, el 12 de julio de 1852, pocos meses después de la caída de Juan Manuel de Rosas, que le valiera la muerte a su abuelo Leandro Antonio Alén (luego el apellido sería Alem, trocado por su tío Leandro Nicéforo), jefe de policía y aparentemente señalado en forma

equivocada como el asesino del unitario Amarilla. Tal vez no sea de buen gusto decir que, justamente, de fiebre amarilla fallecerá su abuela materna, enfermará su tío Leandro pero no se afectará el pequeño Hipólito. La historia de su presidencia fue patética: elegido por primera vez con el voto universal y masculino obligatorio sufrió un golpe de Estado en su segundo mandato, que Zanatta1 llamó el primero de la “larga agonía de la nación católica”, fundamentando el hecho en una conjunción de militares con obispos, ¿o habrá sido el influjo de los capitanes del muy próximo grupo GOU en ese momento en ciernes? Para Caraballo, Chartier y Garutti2 fue la “restauración oligárquica, 1930-1945)”, lo que significaría otra visión. Se acercaba el fin del siglo, nos referimos a septiembre de 1897, cuando la vida de Yrigoyen peligró: se batió a duelo con Lisandro de la Torre que, según refiere Landa3, era un verdadero espadachín. Un hecho de esta naturaleza no podría considerarse una enfermedad pero las consecuencias de un duelo podrían derivar en hemorragias, infecciones, limitaciones musculares o nerviosas, etc. “Los señores Alvear y Vallée manifestaron que con moMédicos & Medicinas | 5


tivo de los términos que se consideraban ofensivos, de una nota renuncia del Sr. de la Torre que se ha publicado, pedían a nombre del Dr. Hipólito Yrigoyen una rectificación completa o en su defecto una reparación por las armas. Los Señores Gómez y Rodríguez Larreta contestaron a nombre del Dr. de la Torre que consideraban que este caballero no estaba en deber de dar explicaciones y que en consecuencia, ponían a su representado a disposición del Dr. Yrigoyen […]. Los representantes del Dr. Yrigoyen reclamaron para su representante el carácter de ofendido y […] eligieron como arma de combate el sable, con filo, contrafilo y punta, y de común acuerdo resolvieron que el duelo duraría hasta que uno de los adversarios quedara imposibilitado para continuar”.4 Por su propia confesión, Yrigoyen “jamás había empuñado un sable ni siquiera por curiosidad había presenciado una lección de esgrima”, como le manifestaba a José Landa, que relata de esta forma la confidencia: “llega el día fijado y después de una serie de estratagemas para eludir la vigilancia policial, arriban a San Fernando, y en un galpón a orillas del canal, que sirve de depósitos de cereales, tiene lugar el encuentro. El Dr. Alvear le previene que si le toca en suerte dar el frente al canal, no mire el agua para evitar que el reflejo pueda perturbarle la visión. Puesto en guardia lo menos que recuerda son las enseñanzas y advertencias del maestro y amigo, y empieza a repartir mandobles capaces de abatir a un gladiador, pero que su contrincante paraba magistralmente. De pronto siente un fuerte golpe en el flanco derecho, pero él no acusa, aunque los padrinos tratan de verificarlo. Asegura que no es nada, y sigue el encuentro con renovados bríos y más recias acometidas por su parte, hasta que la cara del Dr. de la Torre empieza a cubrirse de sangre en forma impresionante. El capitán Vallée suspende el asalto para que los facultativos examinen la herida, mientras que el Dr. Yrigoyen, jadeante por el esfuerzo, se apoya en la estiba de las bolsas próximas. En esto ve cercano a él un trozo sangrante de cuello cabelludo, que al tomarlo en sus manos le produjo tal impresión que estuvo a punto de desmayarse, y termina diciéndome: ‘Resulta que me hallaba con 38 grados de fiebre’”.5 Esta versión del duelo difiere ligeramente de la que dio Carlos F. Gómez, abogado, que representaba a Lisandro de la Torre, quien así expresa: “En muy pocos minutos se inició Y acabó todo. Los duelistas tomaron las armas y, sin dirigirse una sola palabra, cuando el director dio la orden, con inusitada violencia comenzaron a repartir tajos a diestra y siniestra. Aquella fue una escena memorable. Ninguno de los dos sabía ponerse en guardia. En la vida habían tenido un sable en sus manos. Fue un duelo sobre la base de coraje. El revoleo de sables duró pocos instantes. De pronto, el director, mandó hacer alto, y comprobamos que el Dr. de la Torre tenía varias heridas, entre ellas una en la cabeza y dos en la cara. El Dr. Uballes lo examinó inmediatamente, y manifestó que se hallaba imposibilitado para seguir combatiendo. Los padrinos también lo resolvieron así, pero el herido se rebeló e insistió en que quería seguir peleando, cosa que nos costó bastante impedir. Los combatientes no pudieron hacer gala de buena escuela de esgrima pero, en cambio, derrocharon coraje; se porta6 | Médicos & Medicinas

Exequias de Hipólito Yrigoyen

ban como bravos… Ninguno de los dos se dijo una palabra después del lance”. Más adelante, en una misma nota de Pozzo Ardizzi6 se señala: “El doctor Hipólito Yrigoyen presentaba un pequeño tajo o rasguño en el costado derecho”. Pese a la asignación de un doctorado inexistente y, dadas las características de los contrincantes, el haber conservado sus vidas fue un verdadero éxito feliz del lance. El relato de Manuel Gálvez 7 también difiere de los anteriores, por lo menos en cuanto a la duración del duelo y la falta de diálogo entre los contrincantes: “Yrigoyen y de la Torre van a batirse. Duelo a sable, con filo, contrafilo y punta, y hasta que uno quede imposibilitado. Yrigoyen jamás ha empuñado un sable y su adversario es buen esgrimista. Los amigos de Yrigoyen, consternados —conocen el carácter de de la Torre— le llevan a su jefe un célebre maestro de esgrima. Yrigoyen no quiere lecciones: solo desea saber cómo se agarra y en qué momento podrá empezar a usarla. Ya están en el frente. Se dan las voces reglamentarias. Los duelistas se precipitan el uno contra el otro. De la Torre tira varias estocadas bajas, a fondo, que Yrigoyen para. ¡Alto! De la Torre tiene todo el rostro ensangrentado: el sable hipolitista le ha arrancado una tajada de cuero cabelludo. Tiene también heridas en la nariz, en las mejillas, en el antebrazo.


Yrigoyen un rasguño en el costado derecho. El asalto ha durado treinta y cinco minutos. Los médicos deciden que de la Torre no puede continuar. ‘Me ha pegado dos hachazos, lo felicito’, dice el herido. No se reconcilian. A la noche, Hipólito Yrigoyen se pasea por las habitaciones de su casa, rodeado de los fieles que la han invadido”. Así es la historia. Los testimonios difieren y los detalles se establecen de acuerdo con los protagonistas, los observadores participantes y los intereses personales, políticos, sociales y económicos. Porque algunos de los detalles pueden ser sugerentes y torcer las opiniones. Sin embargo, para felicidad de los historiadores y sus lectores, la historia presenta una dicotomía interesante: puede ser cronológica o crítica. Como hemos relatado los hechos, tanto por la duración del lance o la preparación previa de los dualistas, estamos encarando un estudio cronológico. Si reflexionáramos sobre la razón y oportunidad del duelo, o sus consecuencias físicas y éticas, estaríamos consignando una situación crítica de la historia. También podríamos diferir en los puntos de vista, pero sería un debate sobre ideas, no sobre detalles, con un punto de mira más elevado y más constructivo. Felizmente, esa etapa de dirimir las controversias a través de los duelos quedó atrás en la historia argentina. Landa, uno de los médicos de Yrigoyen, propone —en

el prólogo de su voluminoso libro— hacer un estudio caracterológico de la personalidad del caudillo radical, pero esto le da pie para escribir sobre su actuación política y sus dos presidencias. “Los desmanes y arbitrariedades que sufrió el ex presidente durante los diecisiete meses de la despiadada dictadura ‘uriburiana’, así como los otros tantos de la ‘dictablanda justista’ —dice Landa8—, sirvieron de agudo reactivo psicológico para despertar en su personalidad estados anímicos que podían ser apreciados por un observador experimentado en toda su magnitud y espontaneidad de sus expresiones. Muchos de esos meses los pasé a su lado como médico y pude observado a lo largo de las vicisitudes que le crearon, tanto las ofensas inferidas por la saña oficialista como los halagos que le brindara la simpatía popular”. Un carácter cerrado, escasamente proclive a la comunicación verbal con el pueblo, fue interpretado por Landa “como fiel expresión de una personalidad esquizoparanoide […] que ya había sido captada en algunos de sus aspectos por la intuición popular. Siempre son acertados los diagnósticos psicológicos que la intuición popular hace de los hombres públicos y que, por lo general, lo concretan en motes o sentencias breves ajustadas a la modalidad temperamental”. Luego hace un estudio sobre su sobrenombre “El Peludo”, que le otorgaban a Yrigoyen. Conste que estamos hablando de conocimientos médicos de muchas décadas atrás, y sobre un tipo caracterológico y no una enfermedad. Mientras dura su detención en la isla Martín García, luego del golpe de Estado del dictador Uriburu, Yrigoyen padece accesos de disnea que quizá anticipan su futura y final enfermedad. Landa dejó de atenderlo veinte días antes de su fallecimiento. Su diagnóstico de aneurisma de aorta constituía una contradicción absoluta para que viajara a Paraguay (Landa recordaba el final de Sarmiento). Sin embargo, Luis Güemes y otros profesores que lo asistían no se habían opuesto en absoluto a esa indicación pero, tal vez como una salida decorosa, sostenían que él mismo debería acompañarlo en ese viaje. Landa supo más tarde que la verdadera causa que le impedía ver al enfermo era “que estaba en ese momento bajo la influencia de los exorcismos de un fraile capuchino, que su hija Elena había llevado para ahuyentar el espíritu maligno”. Gálvez9 nos otorga la siguiente versión de este episodio: “Personas de la familia le llevan un monje capuchino, que trata todos los males golpeando las partes enfermas con ciertos quesos de una forma y clase especial; y luego a un japonés, que se dice ex militar de su patria, y que apoya su cabeza sobre los lugares enfermos y aspira el mal. Hipólito Yrigoyen ¿se ha prestado a estas cosas por bondad, por no negarse a los deseos de personas que le son muy queridas? ¿O cree en los curanderos? Probablemente todo ha sido obra de su bondad, de la infinita paciencia que está demostrando y que a nadie asombra porque es propia de su carácter resignado y de su espíritu cristiano”. En el primero de los casos, el del monje capuchino, el procedimiento “curativo” estaría más cerca de la masoterapia, empleado desde antiguo y cuya expresión científica estaría dada por la kinesioterapia para los problemas musMédicos & Medicinas | 7


culares. No obstante, esta comparación no puede conformar totalmente. El terapeuta japonés es un caso verdadero de chamanismo, donde se emplea la succión como forma simbólica de arrojar el mal. Gálvez trata de explicar la actitud de Yrigoyen y se evade en una serie de preguntas, sin embargo, una abundante bibliografía nos señala la apetencia de los conductores sociales por lo esotérico, y el divorcio habitual, casi generalizado, entre los políticos y los intelectuales. De otra manera no se señalaría —con frecuencia— la grandeza del general Charles de Gaulle por haber designado como su ministro de Cultura a André Malraux. Con una opinión pública poco favorable en los últimos momentos de su gestión, que después revirtió, Yrigoyen padeció también el arribo al país del desprestigiado médico español Fernando Asuero, a quien recibió en su despacho, creador de un método terapéutico “milagroso” llamado asueroterapia. García Puga10 dice lo siguiente: “El presidente Yrigoyen, que asumiera el cargo en 1928, se encuentra enfrentado a los coletazos del crack del 29 y a lo que se denominó el ‘Contubernio’, que consistía en unas alianza de toda la oposición e incluía a miembros de su propio partido y diversos sectores de la sociedad. El diario Crítica, de gran difusión en esa época, inició una campaña en su contra. Con el Senado opuesto a su gestión, la administración en crisis, el pueblo descreído de su política y deseoso de un cambio, con la salud debilitada —tiene períodos de confusión mental que lo llevan en algunas ocasiones a divagar con sus visitantes—, acompañado permanentemente por un médico, asiste impotente al lento deterioro de su gobierno. A esto deben sumarse sus creencias espiritistas y su misticismo. Cerrada la Caja de Conversión y con los capitales huyendo despavoridos, nada puede hacer evitar el derrumbe. Los diarios lo atacan con títulos como este: ‘¡Abajo la tiranía sangrienta!’ Un diputado escribe sobre la agonía del monstruo. Otro diario insulta a los diputados adictos al presidente calificándolos de ‘los ochenta y cinco lustrabotas del Sr. Yrigoyen’. Excepto el partido Socialista, tiene el resto en su contra. La situación imperante había creado el clima apropiado para el delirio con que la multitud se manifiesta ante la llegada de Fernando Asuero. No faltó algún oportunista cercano al presidente que le sugiriera lo importante que sería recibir al taumaturgo”. En enero de 1933, luego de una corta estadía en Uruguay y aconsejado por los médicos locales, Yrigoyen regresó a Buenos Aires. Durante más de dos meses es sometido a diversos estudios (que no son los de la actualidad) y se le diagnostica el recrudecimiento de una afección bronquial y trastornos digestivos. Se teme un cáncer de garganta. Se examina la laringe y acuden los médicos especialistas. Incluso se llegó a aconsejar una traqueotomía, que se desecha dada la avanzada edad del caudillo. Luego mejora, pero persiste la disfonía. Durante los meses de febrero y marzo realiza breves paseos en automóvil. Posteriormente recrudece su bronquitis y vuelve a guardar reposo, lo que no evita que una bronconeumonía ponga fin a su vida el 3 de julio de ese mismo año.. Con respecto a los diagnósticos presuntivos, Landa11 tie8 | Médicos & Medicinas

ne otra teoría y desecha —con sólidos argumentos— que padezca cáncer de laringe. Atribuye el asincronismo de la deglución —haciendo que el alimento pase a las vías aéreas— a una parálisis del músculo aritenoides. “Esta entrada de alimentos en la laringe y los bronquios que reproducía con harta frecuencia, según pude saberlo luego, obligó a los médicos a emplear la sonda gástrica para alimentarlo. Pero esto no fue óbice para que pocos días después aparecieran los graves signos de la reacción pulmonar, que no pudo resistir el longevo organismo. La fiebre elevada y los demás síntomas de la infección broncopulmonar, pronto postraron las energías del enfermo y apresuraron el final de sus días. El absceso del pulmón se hizo presente, como lo demostrara la vómica de pus espeso y fétido. Esta eliminación espontánea del pus que, por lo general, trae aparejada mejoría en todo enfermo, en él no consigue más que demostrar la complicación intercurrente del originario mal”. ¿Cómo explica Landa la disfonía (voz bitonal) y los trastornos deglutorios? Un aneurisma del cayado de la aorta, en su desarrollo expansivo, había destruido el nervio recurrente o laríngeo inferior y, con él, la posibilidad del correcto funcionamiento de los músculos que inervaba. Esta opinión ––en controversia con los otorrinolaringólogos–– fue formulada por Ángel Roffo y Marcelo Viñas. Lo que no puede ser explicado en forma tan coherente fueron las pequeñas hemoptisis (sangre expelida por boca y originada en el aparato respiratorio) que, según testimonios, padeció Yrigoyen. Este mismo médico y autor le efectúa una descripción somática —casi lombrosiana— que no viene al caso reproducir, excepto su conclusión final: “Con los antecedentes que he registrado a modo de historial clínico-psicológico de su vida privada y pública, más los que mi observación personal y directa puede ampliar, resuelvo precisar el diagnóstico caracterológico de la personalidad de Hipólito Yrigoyen diciendo que fue: Un temperamento bilioso según la escuela hipocrática. Longilíneo asténico o hipofisario para la escuela biotipológica italiana de Viola-Pende. Leptosomo atlético en lo corporal y esquizoparanoide en el temperamento y carácter para la escuela alemana de Kretschmer”. Sería casi innecesario comentar que la psiquiatría moderna ha variado estos conceptos que conservan solamente valor histórico. Sin embargo, el médico personal de Yrigoyen —con quien compartió hasta un atentado— fue Oscar Meaba. Nació en Buenos Aires, en el seno de una familia correntina, cursó estudios en la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, donde se graduó como doctor en medicina. Especialista en urología, militó en la Unión Cívica Radical. Era aludido como el “doctor Meabene”, mediante un satírico juego de palabras, por el diario más antirradical de todos los tiempos: La Fronda, de don Francisco Uriburu. Pocas son las dudas que, en realidad, Oscar Meaba, a quien César Augusto Sandino llamó “galeno monterizo”, fue el médico de cabecera de Yrigoyen.12 Otros dos médicos, más jóvenes que Yrigoyen, casi contemporáneos entre sí y destacados ambos, también lo asis-


Bóveda de los Caídos en la Revolución del Parque de 1890 (Cementerio de la Recoleta)

tieron en algunas oportunidades. Uno de ellos fue Antonio Agudo Ávila, quien nació en Tucumán en 1874 y se recibió de médico en Buenos Aires (en ese entonces había una sola facultad de medicina) en 1897, con la tesis Otitis de las celdas mastoideas; diagnóstico y tratamiento. Ingresó en la Sanidad Militar y fue profesor de la Escuela Superior de Guerra y de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Militó en la Unión Cívica Radical y en 1926 se relacionó con la Armada a los efectos de mejorar su capacidad operativa. En 1952, a consecuencia de una intervención quirúrgica, murió en Turín (Italia)13 Asimismo, Pedro Escudero que fue gran clínico pero más conocido como diabetólogo y nutricionista, también atendió a Yrigoyen.14 Es curioso —tal vez originado en el magnetismo personal del caudillo— pero sus dos biógrafos más parciales: Landa y Gálvez, dedicaron buena parte de sus libros a destacar sus condiciones físicas y morales. Ambos señalan su austera y recoleta vida cotidiana (no asiste al teatro ni a los banquetes ni a las fiestas; no conoce las películas en boga en esa época,

ni las de Carlitos Chaplin); aunque el último de los nombrados destaca su afición gastronómica: “Come con buen apetito. Gusta de los platos fuertes, hasta en la proximidad de los ochenta años. Bebe en cada comida —su único lujo— media botella de champaña” y aquí Gálvez da muestras de su adhesión partidaria: “porque se lo exige su salud, no por sibaritismo”, aclara. Yrigoyen nunca fumó Las características de su personalidad, tal como lo esboza Landa, pueden quedar sugeridas por las mismas palabras de Yrigoyen, cuando expresa: “Yo alcanzaré el supremo ideal para fijarlo con caracteres indelebles en las páginas de la historia, como la culminación de un destino en las infinitas fases de la existencia de la patria. Le imprimiré a la obra todo el signo del honor nacional, cuya luminosa imagen llevo bien grabada en mi pensamiento”15. O bien en esta otra declamación: “Yo vine al movimiento nacional con mi cerebro caldeado en la inculcación de un ensueño infinitamente Médicos & Medicinas | 9


Pero, como bien dice Cárdenas (h.)20: “Su vida pública careció de exhibición y su vida privada fue celosamente preservada de la curiosidad ajena. Yrigoyen fue una de las individualidades más singulares de nuestra historia política. Su nombre fue idolatrado y aborrecido con idéntica saña; pero quien provocaba esos sentimientos era sereno y desapasionado, como si estuviera siempre colocado en un plano superior y tal vez un poco anacrónico, un poco desapegado de las ‘patéticas miserabilidades’ de la vida cotidiana”. Lo destacaba su apellido.

Bibliografía

Medalla conmemorativa

superior e irreductible, y con mi alma inflamada hacia todas las justas y legítimas grandezas de mi patria. En ese propósito santo y puro, que he mantenido incólume, está toda la savia de mi vida”.16 Como todo hombre público tuvo acólitos y detractores entre los que podemos mencionar algunos. Sebreli17 se manifiesta duro con él: “Ya en el poder siguió, como cuando era un conspirador, tratando de captar para su causa a los militares; no vacilaba en usarlos para fines políticos, involucrándose en las intervenciones federales y también en la represión de la clase trabajadora: la matanza de obreros en la Patagonia fue encargada al Ejército. Los militares que participaron en esos eventos, eran premiados con nombramientos, ascensos y todo tipo de prebendas, lo que provocaba el resentimiento del resto del Ejército”. Gálvez18, por su parte, lo adhiere a una forma política que, ya desaparecido Yrigoyen, será denostada: “El Partido Radical llega a tener algunas semejanzas con el fascismo”. Y agrega: “[…] aspira, como el fascismo italiano, a hacer obra para el pueblo dentro de un marco de orden, respetando las tradiciones religiosas, familiares y sociales”. Rematando: “con Irigoyen entran a actuar las grandes masas, como en la Italia de Mussolini”. Lo que no demuestra la rapidez con que mutan las ideas históricas. Juan Domingo Perón, con sus conocidas y cambiantes ideas políticas y su permanencia en la Italia mencionada, le comentaba a Félix Luna19 con respecto a los gobiernos argentinos: “Solo hay tres que no fueron masones: Rosas, Yrigoyen y Perón. Es decir que la línea hispánica, que es la línea nacional —porque la otra es la línea colonial—, está representa también por Yrigoyen, que es un hombre de mi línea”. Supongo que no ignoraba que Alem le había presentado a Yrigoyen a la masonería, que este abandonaría luego para no tener problemas con la Iglesia. 10 | Médicos & Medicinas

•• Zanatta L, La larga agonía de la nación católica, Buenos Aires, Sudamericana, 2014. •• Caraballo L, Chartier N, y Garutti L, Documentos de historia argentina (1870-1955), Buenos Aires, Eudeba, 2011. •• Landa J, Yrigoyen, Buenos Aires (sin sello editor), 1958. •• Rodríguez Yrigoyen L, Hipólito Yrigoyen. 18781933. Documentación histórica de 55 años de actuación por la democracia y las instituciones, Buenos Aires, edición del autor, 1934. •• Landa J, op.cit., supra, nota 1753. •• Pozzo Ardizzi L, “Hace treinta años que Yrigoyen se batió a duelo con de la Torre”, El Hogar, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1927. •• Gálvez M, Vida de Sarmiento, Buenos Aires, Emecé, 1945. •• Landa J, op. cit, supra, nota 3. •• Gálvez M, op. cit, supra, nota 7. •• García Puga A, “Charlatanismo médico: un caso paradigmático”, Médicos y Medicinas en la historia, Buenos Aires, 1 (Nº 3): 11-19, agosto de 2002. •• Landa J, op, cit, supra, nota 2. •• Cutolo VO e Ibarguren (h), Apodos y denominativos en la Historia Argentina, Buenos Aires, 1974. •• Cutolo VO, Novísimo Diccionario Biográfico Argentino (1930-1980) (tomo I), Buenos Aires, Elche, 2004. •• Rodríguez AH, “Yrigoyen y Escudero. Entre la política y la salud”, Médicos y Medicinas en la historia, 7 (Nº 27): 10-13, septiembre 2009. •• Yrigoyen H, Telegrama al doctor Giménez Zapiola, interventor nacional en Salta, julio de 1918. •• Yrigoyen H, Memorial a la Corte Suprema de la Nación, 8 de septiembre de 1932. •• Sebreli JJ, Crítica de las ideas políticas argentinas, Buenos Aires, Sudamericana, 2002. •• Gálvez M, Hipólito Yrigoyen, el hombre del misterio, Buenos Aires, Tor, 1939. •• Luna F, El 45, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1969. •• Cárdenas F (h), Hipólito Yrigoyen, ese enigmático conductor, Todo es Historia, 1 (Nº 2), 1967.


LAS INSTITUCIONES HOSPITALARIAS A TRAVÉS DE LA HISTORIA Laura Moratal Ibáñez1

Resumen A través del tiempo las instituciones hospitalarias han tenido profundos cambios. En ellas han quedado materializados aspectos relacionados con múltiples áreas, que muestran la evolución científica, social, religiosa y cultural de la población en el que se insertaron. Son como cofres, que atesoran los secretos de otros tiempos, y por lo tanto permiten variados enfoques para su estudio como objetos socio-históricos. Palabras claves: instituciones hospitalarias, hospital, asclepión, valetudinario, bimaristan Summary Over time hospital institutions have undergone profound changes. In them have been materialized aspects related to multiple areas, which show the scientific, social, religious and cultural evolution of the population in which they were inserted. They are like coffers, which treasure the secrets of other times, and therefore allow varied approaches for their study as socio-historical objects. Key words: hospital institucions, hospital, asclepion, valetudinario, bimaristan

Universidad de Buenos Aires. Facultad de Medicina. Departamento de Salud Pública y Humanidades Médicas. Buenos Aires. Argentina. Este trabajo fue financiado por la Universidad de Buenos Aires. Programación científica 2014-2017. UBACYT Código 20020130200249BA. Título: Historia y desarrollo de las instituciones hospitalarias.

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En la Antigüedad el hombre consideraba sobrenatural el origen de la enfermedad, de ahí que organizara formas particulares para responder a esta situación desde perspectivas mágico-espirituales. Por ello, muchas de las instituciones del tipo hospitalarias de esa época, estuvieron relacionadas con algún personaje religioso, ya sea, porque fueron creados bajo su advocación o por considerar que intervenía en estos recintos en forma directa en la curación2. Así nacieron los hospitales de la India bajo los conceptos budistas3; los asclepiones griegos dedicados al dios Asclepio4 (fig 1) o el de los romanos a Esculapio5. Igual las instituciones cristianas, que comenzaron a constituirse al momento que esta religión dejó de estar proscrita6, si bien su mayor crecimientos fue durante la Edad Media cuando se fundó el mayor número de hospitales con diferentes funciones y estructuras7. También esta época será testigo del desarrollo del bimaristan árabe (fig 2), que crecerá bajo las ideas del Corán y la valoración importante que expresaba sobre los conocimientos médicos y el cuidado de los enfermos8. No obstante que en todas las culturas se encuentra presente el deseo de mejorar o restablecer la salud de las personas, el objetivo subyacente en la fundación de cada una de estas instituciones fue diferente. El propósito de los valetudinarios romanos (fig 3) fue primordialmente obtener la recuperación de los soldados, para reincorporarlos rápidamente a las filas de ataque9; en los primeros hospitales cristianos prevalecía la misión de la salvación de las almas antes que la curación del cuerpo; mientras que en los persas10 y, posteriormente, los árabes se reunieron propósitos

2 De la Garza Villaseñor L, “De los templos y santuarios a los hospitales: 6.000 años de historia”; en: Revista de Investigación Clínica. Universidad Nacional de Colombia 2008, vol 52, nº 1, p 89-97. 3 Sinai Netravalkar, Mahesh, “Medicines en Ancient period”; en: Sethna, KaikhushruDhunjibhoy. New Trends in Indian Art and Archaeology. USA, South Asia Books, 1992, p 387-393. 4 Lloyd, Geoffrey, “Filosofía y medicina en la antigua Grecia: modelos de conocimiento y sus repercusiones”; en: Asclepio, España, 2000, vol 52, nº1, p 111-26. 5 Lugones Botell, Miguel; Ramírez Bermúdez, Marieta, “La medicina en la Antigüedad: Esculapio y la cultura”; en: Revista Cubana de Medicina General Integral, 2010, vol 26, nº 2, p 439-44. 6 Serafíni, Atilio; Finkelman, Samuel, “De Fabiola a Fliedner y la primera escuela de enfermería”; en: Medicina. Argentina, 2004, vol 64, nº 3, p 265-8. 7 García Lobo, Vicente, “La asistencia social de la Iglesia durante la Edad Media: la hospitalidad monástica”; en: Humanismo y trabajo social. España, 2006, vol 5, p129-58. 8 Bárcena, Carles; “El bimaristán, un modelo de hospital islámico. Historia de los primeros centros psiquiátricos del mundo”; en: Natura Medicatrix. España, 2001, vol 62, p 6-11. 9 Campillo Laguna, Juan Ramón; “Bases históricas del escalonamiento del Servicio de Sanidad en operaciones”; en: Sanidad Militar. Revista de las Fuerzas Armadas de España. España, 2008, vol 64, nº 1, p 43-51. 10 Khan Abdul Aziz, Zulkifle Mohd, Ansari A.Haseeb, Abdul Khan Najma, Khan Hai, “Persia Contribution to Greco-Arab Medicine: A Review”; en: Journal of the International Society for History of Islamic Medicine. Qa-

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clínicos y religiosos. En este trabajo se utiliza el término de “instituciones hospitalarias”, porque las definiciones modernas sobre los hospitales son a veces utópicas, ya que dejan por fuera muchas de las establecimientos existentes actualmente en el mundo, que no poseen estas características, y mas aún aquellas que fueron sus antecedentes históricos. Por muchos siglos estos desempeñaron, de manera primordial, la función de hospitalidad, de la cual deriva su nombre actual, donde se recibía al enfermo en un espacio adecuado y se le ofrecía cuidados y atención para que pueda recuperar su salud. Dicho esto, sin desacreditar este simple objetivo que salvó muchas vidas o al menos les permitió a las personas transitar sus últimos días de una manera más digna. Además sería ingenuo pensar que hoy no siguen persistiendo instituciones, que apenas cumplen con las funciones básicas señaladas, en localidades de muchos países en desarrollo, en centros de refugiados o en zona de guerrillas o desastres. Por eso la característica básica común que aquí se ha considerado para su inclusión en este trabajo fue el de ser establecimientos dedicados al cuidado del enfermo con posibilidades de brindarle algún nivel de hospedaje. Las dos principales preguntas que sería importante responder en cada una de ellas, es por qué y para qué fueron fundados. Estos motivos dejan una fuerte impronta en cada establecimiento: en el lugar de su emplazamiento, en su estructura interna, en el nivel social en los pacientes que atiende, etc. Para responder esta cuestión es necesario analizar primeramente en cada época y cultura, cuál fue la razón por la que ciertas personas o poderes, decidieron ocuparse de cuidar de la salud y el bienestar de la población. Estas respuestas permiten enumerar diferentes subvencionarios: el poder religioso, el político, personas de la nobleza o de buena posición económica, filántropos, agrupaciones comunitarias o la sociedad en su conjunto. Si bien el objetivo común fue en mayor o en menor medida paliar los padecimientos de los necesitados de ayuda, no siempre fue una acción desinteresada, sino que muchas veces respondió a la espera de una recompensa espiritual, moral, social, o política; ya fuera el perdón de los pecados o la exoneración de las culpas; solucionar un problema militar, aislar alguna población del resto de las comunidad; el agradecimiento de los súbditos; ser recordados por la historia, la restauración de mano de obra funcional a los requerimientos laborales, una población que lo apoyara políticamente, etc. La segunda inquietud, que versaba sobre el para qué fueron fundados, se puede responder basándose en qué aspecto primaba para decidir la internación de una persona en estos espacios: aislarlos para proteger a la sociedad de su contagio, como las leproserías y cuarentenarios; o de sus acciones, como en la internación forzada de locos o “extraños”; protegerlos de las inclemencias del ambiente y darle asilo y cuidados, como en los hospitales cristianos para peregrinos; permitirle un momento de sosiego para que la propia naturaleza hiciera su trabajo como en los asclepiones griegos o curarlos momentáneamente de sus males sin introducir verdaderos cambios en su forma y calidad de vida, como en los establecimientos de salud modernos.

tar, April-October 2007-2008, vol 6-7, nº 11-12-13-14, p 107-11.


(Fig 1) Ruinas del Asclepion de Cos

(Fig 2) El Bimaristan de Argun

(Fig 3) Arquitectura del valetudinario romano de Vetera

Juan Luís Vives,un conocido humanista español del siglo XVI, expresaba: “Llamo hospitales a los centros en donde se alimenta y cuida a los enfermos, se sustenta a un cierto número de necesitados, se educa a los niños y a las niñas, se encierra a los locos y pasan la vida los ciegos”11. Estas palabras muestran claramente la visión que se tenía sobre estos, todavía en aquella época, que deja casi por fuera de sus acciones, la asistencia profesional. Michel Foucault asiente esta idea cuando afirma: “El hospital que funcionaba en Europa desde la Edad Media no era, por ningún concepto, un medio de cura, ni había sido concebido para curar”12.

Pero sus características fueron evolucionando en los últimos siglos, dejando de ser el lugar donde se recibía a pobres y menesterosos para convertirse en un centro especializado de cuidados médicos. Con el tiempo se le sumaron, además, la prevención de enfermedades y la promoción de la salud, así como también la enseñanza y la investigación. Esta evolución se puede ir evaluando mediante el estudio de sus múltiples transformaciones13. Su análisis como objeto histórico, permite diversos abordajes, basados cada uno en aspectos diferentes14. Aquí se enunciará algunos de los ellos.

Ranea García, José, “Los inicios históricos de la asistencia hospitalaria”; en: Atavis et Armis. Revista del Gran Priorato de España de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén. 2010, n° 22, p 19-25. 12 Foucault, Michel, “Incorporación del hospital en la tecnología moderna”; en: Educación médica y salud. USA, (OPS), 1978, vol 12, n° 1, p. 20-35. 11

13 Villanueva, Luis Alberto, “Las transformaciones históricas y sociales del sistema hospitalario”; en: Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM. México, 2005, vol 48, nº 4, p 158-60. 14 López Terrada, María Luz, “El hospital como objeto histórico: Los acercamientos a la historia hospitalaria”; en: Revista d’historia medieval. España, 1996, vol 7, p 192-204.

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(Fig 4) Parque Tecnológico de la Salud en Granada

l. Sobre temas institucionales: estudios sobre la historia de su fundación, su organización, su constitución y normas. Estas investigaciones se realizan en gran parte a partir de documentación de carácter legislativo y normativo. 2. Sobre la arquitectura: análisis de su evolución a través de los cambios registrados en los edificios, tanto la elección de su emplazamiento, como la disposición de los mismos, tipo de salas, sistemas de comunicación, iluminación, ventilación, etc. 3. Sobre algún elemento interno: centrado en el desarrollo de sus servicios y/o elementos: farmacias, quirófanos, laboratorios, etc. 4. Sobre la población asistida: se denomina demografía de la población nosocomial y estudia las características de la misma, las razones por las que asistían para atenderse, el nivel social, los índices de mortalidad, etc. 5. Sobre las relaciones con la sociedad: se observa la integración del nosocomio con la comunidad y su relación con otras instituciones, como la Iglesia, el Municipio, el Gobierno, la Universidad, etc. 6. Sobre la asistencia médica: estudia la inclusión de diferentes profesiones sanitarias, organización en la escala jerárquica, tareas que cumplían, etc. 7. Sobre el funcionamiento administrativo u económico: los aspectos económicos, recursos y gastos, su administración o financiación. 8. Sobre la historia de la zona de influencia: debido a su larga vida y su estrecha relación con la sociedad y el espacio en que se encuentra, los hospitales resultan verdaderos microcosmos que reflejan la evolución histórica de la localidad en la que están enclavados. 9. Sobre creencias y actitudes de la población: se están realizando muchos trabajos sobre todo en relación a determinados nosocomios con características especiales como los 14 | Médicos & Medicinas

dedicados a los enfermos contagiosos o con enfermedades mentales, averiguando cuál era la mentalidad y la actitud de una sociedad ante los pacientes internados, el rechazo o la discriminación que sufrían quienes la padecían, la ausencia de visitantes, etc. 10. Sobre los conocimientos médicos. Los usos y aplicaciones utilizados en las diferentes épocas quedaron plasmados en muchos aspectos: en los servicios existentes y los elementos con que contaban, etc. En muchas ruinas de antiguos nosocomios se encontraron elementos que permitieron demostrar el avance en algunos de estos aspectos. Los museos hospitalarios dan cuenta de algunos de ellos y en base a los mismos se pueden reconstruirse los conocimientos médicos y quirúrgicos que se aplicaban en diferentes épocas. 11. Sobre la enseñanza: la cual puede evaluarse en base a la presencia de bibliotecas y del análisis de los libros que contenían, anfiteatros, aulas, habitaciones para practicantes o residentes, cargos docentes, realización de jornadas o congresos, etc. ➤➤Este listado no pretende presentarse como exhaustivo, pero es suficiente como para evidenciar, que las diferentes miradas con que puede abordarse un estudio histórico sobre estas instituciones son muy variadas, como también los materiales con que se cuentan para realizarlas: imágenes y fotos de sus edificios o ruinas, planos de construcción y proyectos, discusiones parlamentarias o de gobiernos sobre su fundación, documentos y normas, historias clínicas, materiales que se conservan en los museos, o bibliotecas, videos, publicaciones de entrevistas a personajes de la época, representaciones artísticas que expresan los sentimientos sociales sobre los algún nosocomio, elementos de farmacias y laboratorios, etc.


Asimismo, se podría tomar cada uno de los elementos recién citados y que componen el bagaje hospitalario y realizar una investigación, analizando sus cambios a través del tiempo. Por ejemplo, existen programas de estudio sobre historias clínicas para evaluar qué datos se recababa sobre los pacientes en su ingreso en los siglos anteriores15, sobre las modificaciones arquitectónicas16; sobre las maravillosas obras artísticas que aún perduran en algunos de estos lugares; sobre los cambios en los instrumentales quirúrgicos; sobre restos arqueológicos, etc. El hospital no es un edificio, es una construcción social, donde quedan representadas las ideas, las creencias, los prejuicios y las esperanzas de una época. Es también la posibilidad de dejar para la posteridad un hecho indiscutible, esto se hizo y queda el antecedente y nadie puede dudarlo. Un edificio es como dejar un libro abierto que todos pueden leer, que hasta el más incrédulo observa que ahí está y se revela en toda su magnificencia, si bien solo queden ruinas en la actualidad que hablen de su riqueza en el pasado. Algunos creen que repasar la historia es solamente enterarse de viejos errores. No es una crítica al pensamiento actual, ya que se expresaron de forma similar personas de todas las épocas y se podría llenar esta página de frases que costaría aceptar que fueron escritas hace miles de años. Siempre hubo detractores del pasado, que imaginaban el avance de hombre y de sus conocimientos como una línea ascendente sin retrocesos, por lo cual mirar hacia atrás, era hacerlo sobre una etapa inicial, errada o incompleta. No se puede sostener esta idea. Ni siquiera el hombre en su propia historia sigue siempre un camino de desarrollo y ascenso, igual sucede con todo en la sociedad de la que forma parte. Prefieren leer de entrada textos que comienzan con una definición de estos establecimientos, que solo encuadra en lo que es actualmente y muchas veces, inclusive sobre lo que debería ser en teoría. Como se ha demostrado, tantos temas quedan involucrados en la vida de un hospital, que su estudio permite realizar una representación de la sociedad donde estaba constituido, desde los actores que decidieron su fundación y sostenimiento, hasta las personas que allí trabajaron o se atendieron, e inclusive los que fueron rechazados. Sin embargo no muchos médicos la conocen. A veces reciben una que otra clase en algún curso de postgrado con una temática relacionada y solo durante unas pocas horas escuchan antiguos nombres y quizás se le muestren algunas fotos. Un escueto material informativo que no le permite analizar y valorar adecuadamente las bases estructurales y el espíritu que dominaban estas instituciones y en base a ellos ser capaz de comprender el de

15 Navarlaz, Vanesa Eva; Jardon, Magalí, “Los diagnósticos y las historias clínicas de mujeres en los hospicios de Buenos Aires entre 1900-1930”; en: Anuario de investigaciones. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2015. Consultado el 11 de marzo de 2015. Disponible en: http://www.scielo.org. ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-16862010000100040&lng= es&nrm=iso. 16 Fernández Mérida, María Dolores, “Aproximación a la historia de la arquitectura hospitalaria”; en: Cuadernos de arte e iconografía. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1º semestre de 2006, t° XV, n° 29.

aquella, en que se llevará a cabo gran parte de su formación y desarrollo profesional. Es difícil encontrar un tema que no tuviera su representación en estas instituciones tan complejas ¿qué rama social, humanística, científica o tecnológica no ha tenido una impronta en su desarrollo? Han existido en el pasado algunos tan complejos, por su tamaño, la cantidad de personas que trabajaban y se atendían y por las actividades que se realizaban que fueron comparadas con mini ciudades. Como la que fundó en el imperio romano de Oriente san Basilio en el 372, que por sus dimensiones y actividades se las denominaba “La ciudad hospitalaria de Cesárea”17. Tenía además del nosocomio, un orfanato, un asilo para ancianos y uno de leprosos, residencia para el personal, cocina, lechería, lavandería, etc. En el siglo XIX se pueden nombrar, los sanatorios para tuberculosos para las clases adineradas, como el de Göbersdorf, instalado en un antiguo hotel de montaña en los Alpes18 y otra similares y muchos otros en la actualidad que tienen los mayores avances científicos y tecnológicos y toda una extensa variedad de profesionales que se ocupan de su correcto funcionamiento y por su multiplicidad de ofertas se denominan Parques o Campus de la salud (fig 4). No se puede abordar el estudio de los hospitales de un determinado país, sin conocer que sucedía en el resto del mundo, analizando de cuál país tomó referencias, qué concordancia de ideas existía con él, etc. Se pueden cuestionar y criticar muchos aspectos que ahora se evidencian desactualizados, como también las nuevas ideas acerca de estos establecimientos, pueden ser cuestionadas o superadas, ya que no es hacer el establecimiento más grande, más moderno, más tecnológico, la única respuesta que pueda dar solución a los problemas de la sociedad. Cada institución del pasado tuvo aspectos valiosos que pueden ser recreados y errores que posiblemente se estén repitiendo y lleven a similares desenlaces. Se pueden bucear, en aquellos tiempos, los antecedentes de algunas miradas creativas de la actualidad: como el hospital domiciliario, o el centrado en el paciente, o el de convalecientes, o la aplicación del arte o expresiones de la naturaleza y sus beneficios en la recuperación, etc. Los antecedentes son un rico legado que nos enseñan a comprender las instituciones del presente y a imaginar las de podrían crearse en un futuro. Cada momento histórico tuvo sus necesidades e intereses y también sus posibilidades arquitectónicas, tecnológicas, socioeconómicas, políticas, y culturales para responder. Cada aspecto dejó su impronta en ellos. Una vez que alguien comprende esta realidad, ya no puede mirar más un hospital con la ingenuidad del neófito, cada pieza del tablero tendrá su significado. Analizando sin prejuicios, los vicios y virtudes de estas instituciones, es posible aprender de ellas, y apreciarlas en su justa medida.

Cesárea es actualmente la ciudad de Kayseri en la Anatolia Oriental (Turquía). 18 Warren, Peter, “The Evolution of the Sanatorium: The First HalfCentury, 1854-1904”; en: Canadian Bulletin of Medical History. Canadá, 2006, vol 23, nº 2, p 457-76. 17

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Ciencia y medicina en la revista

CURSOS Y CONFERENCIAS (Del Colegio Libre de Estudios Superiores) Norma Isabel Sanchez1

Resumen Cursos y Conferencias es, casi, una serie referencial; ahí expresaron sus ideas algunos destacados intelectuales argentinos y extranjeros. El espíritu convocante era la defensa del saber, de la ciencia, del progreso; y sumaban la vocación laicista, el espíritu republicano, el rechazo a los autoritarismos y lo antidemocrático. Tuvo su período de gloria, no exento de embates críticos. Durante su vigencia, existieron otras revistas y todas clamaban o solicitaban los artículos del no muy dilatado círculo de pensadores coincidentes con los postulados señalados, por eso sus nombres, aparecen y re-aparecen, en mas de una y, con sorpresa, entre estos están unos cuantos médicos que, en unas ocasiones, fueron censurados por determinados gobiernos o por los defensores de corrientes del pensamiento retardatarias y, sin embargo, se sentían contenidos por el círculo propiciador de esta publicación: el Colegio Libre de Estudios Superiores. Palabras claves: cátedras, laicismo, libertad de pensamiento Summary Courses and Conferences is, almost, a reference series; there, some prominent Argentine and foreign intellectuals expressed their ideas. The convening spirit was the defense of knowledge, of science, of progress; and added the secular vocation, the republican spirit, the rejection of authoritarianism and antidemocratic. It had its period of glory, not exempt of critical attacks. During its period of existence, there were other magazines and all of them cried out or requested the articles of the not very dilated circle of thinkers coinciding with the postulates mentioned, that is why their names appear and re-appear in more than one and, with surprise, these are a few physicians who, on occasion, were censured by certain governments or by defenders of retarded currents of thought and yet felt themselves contained by the propitiating circle of this publication: the CLES (Free College of Higher Studies). Keywords: professions, secularism, freedom of thought

La autora pertenece a la: Universidad de Buenos Aires. Facultad de Medicina. Departamento de Salud Pública y Humanidades Médicas. Buenos Aires. Argentina. Es directora de la Biblioteca Sarmiento (SCA) 1

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1.- Presentación del tema El Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES) y Cursos y Conferencias (CyC) están íntimamente vinculados; el primero, es la entidad que nucleó a un grupo de profesionales, examinadores de diferentes vocaciones, simpatizantes de ideas muy particulares que se congregan en defensa de ciertos valores y principios (que imputan como adormecidos o arrinconados) y sean actuar como “movilizadores del tamiz”, para que mas de uno pueda tomar conciencia de los “grumos” que quedan al analizar los contenidos, mientras, a la par, incorporan aire; a tal fin, convocan a estudiosos que un segmento de la sociedad valora como prestigiosos y sesudos. Entendieron que las renovadas averiguaciones debían darse a conocer al público en general y no solo organizaron reuniones presenciales sino que también difundieron tales contenidos a través de su publicación. Funcionaron por tres décadas y el listado de sus integrantes, de sus notas, son un resumen de cómo pensaba y actuaba una parte de la intelectualidad argentina, esa que, a su manera, marca un fracción del siglo XX. 2.- El Colegio Libre de Estudios Superiores El significativo título elegido de “colegio libre”, ya expresa un rechazo al extremo individualismo y una defensa de la autonomía de la sociedad civil y de las instituciones públicas respecto de un particular magisterio. Se pensó, en un principio, llamarlo Colegio Argentino dado que se inspiraba en la organización del Colegio de Francia (Collège de France) y proyectó a futuro, sin lograrlo, la creación “de

la Casa de la Ciencia y la Cultura”2 y la aparición de una Revista Mundial de Cultura. Fue un buen defensor de la secularización cultural, del libre pensamiento, de la emancipación de la filosofía y la moral subordinada a una religión. Leemos en Abad de Santillán: “fundado en Buenos Aires el 20 de mayo de 1930. Otras entidades similares fueron creadas en Rosario y Bahía Blanca. Organiza cursos de orientación para el profesorado secundario, cursos de especialización para graduados universitarios, para profesionales, para estudiantes universitarios y de cultura general. Lo dirige Luis Reissig. Por motivos ajenos a su voluntad, hubo de suspender su obra de cultura desde agosto de 1952 hasta la caída del régimen peronista en setiembre de 1955. Publicó la revista Cursos y Conferencias”3.

En rigor, formaron parte, inicialmente, de este proyecto: el citado Reissig, mas Roberto F Giusti, Aníbal Ponce, Carlos Ibarguren, Alejandro Korn y Narciso C Laclau4; intelectuales de trayectoria, que no necesitan presentación5, suficiente con Ver: CLES. Veintidós años de labor (20 de mayo de 1930-16 de julio de 1952). Bs As, Callao 468, 7° “A”, Capital (Argentina), p 40. 3 Gran Enciclopedia Argentina. Bs As, Ediar, 1956, t° II, p 328. 4 Un químico que falleció, prematuramente, a los meses de fundado el CLES; profesor de la Facultad de Ciencias Médicas y otras. 5 Hay excelente información, que nos exime de otros comentarios en: Biagini, Hugo y Arturo Roig (directores). El pensamiento alternativo en la Argentina 2

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recordar que eran catedráticos, o publicistas, y/o analistas sesudos, dispuestos, con tolerancia, a enfrentar aquellas ideologías que denuncian como retardatarias, por eso intentan estar sólidos durante los años de 1930 (como lo hicieron, por otros motivos, durante el peronismo). Es posible que el principal perseguido del grupo inicial haya sido Ponce, quien debió partir al exilio en México, donde murió, país muy solidario con los argentinos emigrados, tanto de estos años como en los posteriores de las dictaduras militares de 1966 y 1973. El colegio se involucró en la modalidad de “cátedra libre”, lo que permitió a los miembros participar de las actividades en calidad de docentes y/o público. En general evaluaban -con algunas excepciones- a las universidades estatales (las únicas existentes por entonces), como cercanas a la especulación conservadora o del enmascaramiento ideológico afín a determinados poderes (estatales o religiosos). No tuvo como meta suplantarlas, que hubiera sido un despropósito, sino complementarlas y ofrecer la posibilidad de tener, ante ciertas problemáticas, una mirada que movilizase a la reflexión, a otros enfoques amplificadores y no circunscriptos o encriptados, siempre respetando la decisión personal. Tuvo comisiones de trabajo, como las cátedras Sarmiento, de Educación; Alejandro Korn, de Filosofía; Juan M Gutiérrez, de Estudios Literarios; Lisandro de la Torre, de Economía Argentina; Alberdi, de Ciencias Jurídicas y Políticas; Mitre, de Estudios Históricos; F D Roosevelt, de Estudios Americanos; Investigación y Orientación Artísticas; Estudios Agronómicos; Estudios Brasileños (con invitaciones a Walter Osvaldo Cruz, José Luis do Rego, Nelson Romero), … Los cursos colectivos nacieron en 1939 y la entidad hizo “declaraciones” cuando lo estimó conveniente y así aparecen las que repudian la agresión de Japón “a” América (7 de diciembre de 1941, Pearl Harbor); la que alude a la declaración de guerra de Brasil a Alemania-Italia (28 de agosto de 1942), con la expresión “estamos con ellos en esta hora crítica”; al Congreso (29 de setiembre de 1942), por el estado de sitio y limitaciones a la libertad de prensa; sobre la exoneración a profesores secundarios (3 de diciembre de 1945) y así otras. Su sede principal estuvo en la Capital y abrió filiales en La Plata, Santiago el Estero, Santa Fe, Rosario, Mendoza, Entre Ríos, Córdoba, Tucumán, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, Mar del Plata, Paraná, Bahía Blanca; pero, los costos económico-financieros hicieron difícil su mantenimiento, de ahí que cerraron o desparecieron unas cuantas. Suele olvidarse que el éxito o fracaso de este tipo de instituciones, en alguna medida, está relacionado a sus posibilidades de reunir fondos que permitan un decoroso funcionamiento; en un principio los conferencistas, los profesores colaboraron de manera gratuita, pero, esto viró particularmente al mermar los aportes desinteresados, los mecenazgos o cuan-

del siglo XX: obrerismo y justicia social (1930-1960). Bs As, Biblos, 2006. (Ver los artículos de: Adriana Arpini y Marcos Olalla, “Humanismo y cultura: en pensamiento marxista de Aníbal Ponce y Héctor P Agosti”, p 21-50. Y el de: Mabel N Cernadas de Bulnes, “El entramado cultural de Buenos Aires desde las páginas de Cursos y Conferencias”, p 605-18).

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do el proceso inflacionario comenzó a comerse los recursos y a todos se les hizo difícil tener una presencia permanente con solo una recompensa afectiva6. Apoyó lo aconfesional y junto a otras entidades7 hacía frente a las presiones de signo contrario. Adviértase que se instaló meses antes del golpe militar de José F Uriburu, cuando ya se hacía notable el “repudio” al yrigoyenismo y sus (supuestas) conjuras populistas, ateas, desestabilizantes de las costumbres. En el acta de fundación se lee: “La formación del CLES, expresión de la iniciativa privada, responde al siguiente fin: Constará … de cátedras libres, de materias incluida o no en los planes de estudio universitarios … también organizará conferencias aisladas y fomentará … las investigaciones originales … Ni Universidad profesional, ni tribuna de vulgarización … Germen modesto de un esfuerzo en favor de la cultura superior …”.

El mismo texto amplía: “En casi todos los países …, junto a la acción oficial … se desenvuelven las fuerza privadas; de esta suerte resulta una mayor eficacia en la acción y en ocasiones un saludable equilibrio de tendencias opuestas”. Y finaliza convocando a “un esfuerzo … de acción directa en el progreso social de la Argentina” 8. Sus miembros son tributarios del pensamiento racionalista, inmanentista, que rechazan la verdad revelada, absoluta y definitiva y, en número considerable, estuvieron muy comprometidos o defendieron los postulados de la Reforma Universitaria de 1918; adherían (aunque no de manera excluyente) al socialismo vernáculo, al Positivismo; solían ser europeístas, pero con atracción por lo latinoamericano.

6 No sostenemos que fue la única causa de su clausura; pero sí importante. Afirmación que hacemos a partir de la lectura de algunos considerandos que aludían a la desaparición o merma de los protectores o patrocinadores (y la indiferencia estatal). 7 Una de notable importancia fue la Liga Argentina de Cultura Laica (LACL), habilitada en 1939, con el médico Angel Mariano Giménez como primer presidente. Vino a reforzar la vieja Sociedad Luz (nacida en 1899), con la que formó un frente para combatir la acometida del catolicismo, nacionalismo, el conservadurismo, la extrema derecha. Estuvo afiliada a las ligas Internacionales, que con diferentes nombres (de la Enseñanza, Educación y Cultura Popular -Francia-, Humanista y Ética- Holanda) se daban por entonces en Europa. Entre nosotros apoyó a entidades guidas por intensiones similares, al modo el Comité contra el Racismo y el Antisemitismo, cuyo consejo directivo presidía el médico Emilio Troise. Sacaba un pequeño boletín: Laicismo. Fuertemente admiradora de Onésimo Leguizamón y de Domingo F Sarmiento y, por ende, defensora de la ley n° 1.420. Fue partidaria de la cremación de los cadáveres; opinión que habían ayudado a formar unos cuantos higienistas, que impulsaron la Liga Argentina pro Cremación, que asegura no tener otro fin que “difundir las ventajas de orden higiénico, estético, económico que su práctica reporta”. Las dos instituciones (LACL y SL) tuvieron la misma sede: Sarmiento 1876, Capital. Mucho después, todavía aparecían los Almanaques del Pensamiento Libre. Otra posible de recordar es el Ateneo Liberal Adelante y el listado merecería ampliarse. 8 CLES. Veintidós años de labor …, p 3.


Mas de uno participaba de la masonería argentina, de la Sociedad Científica Argentina y de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (que también nació por entonces, concretamente en 1934). La institución sostuvo las Ediciones del Colegio Libre, con impresiones y re-impresiones de obra9 y, tal vez, lo sobresaliente fue su revista Cursos y Conferencias (CyC), verdadera proeza para la época turbia del país; sin olvidar su Boletín, que desde 1942 informó sobre las actividades de la entidad; de esta también se supo a través de los comentarios que aparecían en diferentes números de CyC. Armó su propia biblioteca10. El PEN aprobó de sus estatutos el 13 de agosto de 1940. Pudo sobrevivir a la coalición antidemocrática de 1930, a la Gran Depresión; nos interiorizó sobre la muy lamentable Guerra del Chaco, la Civil Española, el fascismo y el nacionalsocialismo europeo, la Segunda Guerra Mundial, los golpes cívico-militares de 1943 y 1955 y se quebró en la década de 1960. 3.- Laicismo/anti-laicismo En la historia nacional existen (como tal vez se dé en una parte importante de países de Occidente) momentos, destellos, de laicismo o, mejor, ciclos de laicismo/antilaicismo. Uno, posible de citar, es el de los años de 1820 con Bernardino Rivadavia, cuando se enfrenta al poder de la Iglesia católica y las tradiciones; vuelve con Domingo F Sarmiento, con (parte de) la generación de 1880 y la aprobación de la ley nº 1.420, momento en que el religioso Luis Mattera estima, erróneamente, que puede torcerle la mano al Presidente Roca y su equipo. De otro signo, fueron los de fines de siglo XIX, al rivalizar las primeras organizaciones obreras, de base anarquista y socialista, con los Círculos de Obreros Católicos. Luego, vinieron los propios de los tiempos del yrigoyenismo, de cierta matriz krausista, situación que aprovecha una parte de la oposición, critica del impulso prescindente de lo religioso y dieron inicio a las movilizaciones, que fueron potenciadas por la Liga Patriótica Argentina, con violentas manifestaciones callejeras; y se sumó el “reclutamiento” de las jóvenes a través de las llamadas “Hijas de María”, con la promoción del apostolado en el ambiente social y familiar. Esta posición se vio reforzada con la multitud que se reunió con motivo del XXXII Congreso Eucarístico Internacional (octubre de 1934), que casi no pudo contrarrestar, salvo casos puntuales, el laicismo militante11. Situación particular se vivió con el peronismo, que viró de la buena relación al enfrentamiento con la Iglesia por “resoluciones modernizadoras”, como la normativa que aprobaba el divorcio vincular (que rigió entre 1952 y 1956)

Sanchez, Norma Isabel. La higiene y los higienistas en la Argentina (18801943). Bs As, SCA, 2007, p 278-9. 10 Promocionó conferencias-conciertos, guías de lectura de autores, audiciones con grabaciones fonoeléctricas, cine documental y artístico. 11 En ciertas interpretaciones es la revancha de la “Argentina católica” frente a la “Argentina liberal”. Comenzó a ser el laicismo, sinónimo de algo tan despreciable como comunismo, anarquismo y otros “ismos”. 9

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y el climax de rechazo llevado adelante por los enemigos del gobierno “disoluto” se expresó con la consigna Cristo Vence! Justamente, el CLES aglutinó a unos cuantos de aquellos que veían reaparecer el intento confesional. A través de las cátedras, de las conferencias, de los cursos, de las publicaciones buscaron levantar un muro de contención, tarea que no resultó fácil y solo con el tiempo lograron bajar su intensidad; pues todavía faltaba pasar el enfrentamiento (que llegó hasta las calles) entre los defensores de la enseñanza laica o libre, de la época del frondicismo. Se advierte, otra vez, con la dictadura de Onganía, momento en que el Ministerio de Educación resultaba una presa muy solicitada, así como algunas secretarías vinculadas. No menos se sintió durante el Proceso de Reorganización Nacional; o en 1987, cuando se estudia, otra vez, la posibilidad del divorcio vincular: en esta ocasión la reacción entorpecedora estuvo encabezada por el religioso Emilio Ogñénovich, quien convocó a una procesión a la Plaza de Mayo pero el fracaso fue tan rotundo que no quedaron dudas por donde avanzaba la sociedad. La ley resultó aprobada. Recientemente, en 2010, hubo amagos opositores sin importancia al momento de estudiarse el matrimonio igualitario (una forma de aceptar la libertad sexual). A su vez, situaciones relativamente semejantes se dieron, en el pasado en algunas provincias y observemos unos pocos casos: la propuesta de 1825, de Salvador María del Carril, gobernador de San Juan, denominada la Carta de Mayo, que declaró la libertad de culto y la impulsó con el periódico El Defensor de la Carta de Mayo. En Santa Fe, con Nicasio Oroño, animador de una ley de matrimonio civil del año 1867. Es obvio que fueron depuestos. En Mendoza, el debate de la ley n° 1.420, enfrentó unos contra otros, particularmente a una elite que se interesaba por estas cuestiones mientras parte del pueblo ignoraba el asunto y, mas aun, fue una de las localidades donde se formaron las Ligas Patrióticas de Mujeres, muchas dedicadas a la caridad, para hacer frente a las “convulsiones sociales” (que bien representaba el roquista gobernador de entonces). En San Juan, otra vez, en los tiempos del radicalismo-bloquista, se aprobó en 1927 una Constitución que promovía el laicismo y le daba a la mujer el derecho al voto; fue anulada tras el golpe del 6 de setiembre de 1930. Este fue un momento de euforia para los clericales, pues hasta la enseñanza religiosa fue reimplantada en el país, violentando el espíritu de la ley de educación de 1884 (situación que debió subsanar el presidente Perón, por razones muy singulares). 4.- ¿Por qué es tan valiosa la publicación: Cursos y Conferencias? Porque fue capaz de abrirse un espacio entre las publicaciones periódicas consagradas a la defensa de determinados ideales, porque es “única en su género en Sudamérica, en la que se publica la mayoría de las clases dadas en el colegio”12.

12 CLES. Veintidós años de labor …, p 5. Nota: la suscripción valía $12 anuales; números anteriores: $1,50; en el exterior: 1 libra esterlina o 5 dólares. Estas cantidades, no las incluimos por “datismo”, sino para que se

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Entendemos que hay dos razones fundamentales: una, el interés cultural y científico y la variedad de temáticas abordadas, capaces de provocar debates esclarecedores; la otra, que sus páginas estuvieron abiertas para intelectuales argentinos o radicados en el país, que estaban un tanto vedados o imposibilitados de encontrar dónde dar a conocer sus opiniones. Entre estos últimos, aparecen lo que se asentaron por voluntad y los que llegaron buscando refugio, pues habían salido de sus patrias por variadas razones (persecuciones ideológica, desavenencias política) y aparecen los apellidos polacos, alemanes, belgas, italianos. Además, gravitante fue la presencia de los científicos e intelectuales republicanos españoles radicados en la Capital (Rafael Alberti, Juan Cuatrecasas) o fuera de ella (al modo de Gumersindo Sánchez Guisande, quien colaboró con la Universidad nacional de Cuyo, abocándose entre otros estudios a los de historia de la medicina). Situación tan particular que ha dado lugar a que se hable del “segundo descubrimiento de América efectuado a partir de 1939 sin cruz y sin espada”13. No menos significativa resultó la de los latinoamericanos y, al tiempo que se diluía el menosprecio por lo español, se afianzaban los lazos con estos, al ponerse bajo la luz la importancia, la hondura y el valor de su literatura, filosofía, pensamiento, ciencia, y ahí están los nombres de José Manuel Puig Casauranc, Augusto Salazar Bondy, Francisco Miró Quesada, Alfonso Reyes. Y buscó el contacto con grupos culturales de América. En sus páginas no se esquivaron los temas filosóficos, ni los relacionados a la ciencia (e, incluso, con la historia y epistemología de la ciencia). Y, solo para ampliar, recordamos que cobijó a un norteamericano y mimado de la sociedad epocal, Waldo Frank; como lo hizo con a Carlos Saavedra Lamas, de quien bien se conocía su “conservadurismo”. Se editaron entre julio de 1931 y diciembre de 1960 (un total 288 números y 29 años de existencia)14; hizo su aparición con tirada semestral, también lo fue trimestral y mensual; es decir, se ajustó a los vaivenes y circunstancias. Su lectura resulta interesante, ilustrativa y no podemos omitir el sabor de sus reseñas de libros15. 4. a.- Temáticas abordadas Difícil es ubicar, catalogar a los aportes de los autores pues, con frecuencia, son variables, múltiples, complementarios; aun así, y con todos los errores que pueden señalársenos, un listado, aproximado, de las principales asuntos

analice el valor o equivalencia del peso argentino respecto a otras monedas. (CyC, n° 11-12 del año VI, vol XII, octubre de 1938). 13 Hugo Biagini agrega un tercer momento significativo, que se correlaciona con la poderosa inmigración peninsular de fines del siglo XIX. Ver su: “Tres paradigmas de conterrados en la Argentina”, en: Rodríguez Lapuente, Manuel y Horacio Cerutti Guldberg (compiladores). Arturo Andrés Roig. Filósofo e historiador de las ideas. México, Universidad de Guadalajara, 1989, (capítulo 4), p 57. 14 Afirmación que damos con algunos reparos; dado que no pudimos encontrar la colección completa en los repositorios argentinos. 15 Por ejemplo, Sergio Bagú se ocupó del de Gino Germani. Estructura social en la Argentina. Análisis estadístico. Bs As, Rigal, 1955. La recensión apareció en: CyC, año XXIV, vol XLVII, n° 271, diciembre 1955, p 471.


tratados y de sus responsables, es el siguiente: Antropología, Paleontología y Paliobiología: Ángel Cabrera, José Imbeloni Química: Venancio Deulofeu, Agustín Marenzi, Enrique V Zappi, Armando Novelli Física: Enrique Gaviola, Ernesto E Galloni Astronomía: Félix Aguilar Geografía: Federico Daus Matemática: Felix Cernuschi Botánica: Lucien Hauman, Juan B Marchionatto Economía: José Gonzalez Gale, Adolfo Dorman, Carlos Moyano Llerena, Federico Pinedo, Ricardo M Ortiz, Nicolás Repetto, Augusto Bunge Ingeniería: Emilio Revuelto; Juan Sábato Agronomía: Lorenzo Parodi Arquitectura: Angel Guido Teoría Política: Marcelo T de Alvear, Luciano Molinas, Julio Noble, Alfredo L Palacios, Lisandro de la Torre, Carlos Saavedra Lamas, Américo A Ghioldi, Arturo Frondizi, Horacio Thedy Derecho: Margarita Arguás, José M Monner Sáenz, Luis Jiménez de Asúa, Ángela Romera Sociología: Jorge F Nicolai, Raúl A Orgaz, Carlos Erro, Sergio Bagú, Dardo Cúneo, Torquato Di Tella, Gino Germani Educación: Luis Reissig, Juan Mantovani, María de Maeztu, Aníbal Ponce, Héctor Agosti, Florentino V Sanguinetti Filosofía: Francisco Romero, Risieri Frondizi, Silvio Frondizi, Eugenio Pucciarelli, Benedetto Croce, Angel Vasallo, Alejandro Korn, Vicente Fatone, Carlos Astrada, José Ferrater Mora, Rodolfo Puigrós Literatura, crítica literaria, lingüística: Pedro Henríquez Ureña, Federico Garcia Lorca, Victoria Ocampo, Alberto Gerchunoff, Amado Alonso, Jorge Luis Borges, Ezequiel Martínez Estrada, Renta Donghi-Halperin Música: Carlos Vega Historia: Augusto Bunge, Carlos Ibarguren, Emilio Ravignani, Tulio Halperín Donghi, José Luis Romero, Boleslao Lewin Historia, Epistemología y Filosofía de la Ciencia: José Babini, Desiderio Papp, Cortes Pla, Eduardo Ortiz, Julián S Huxley, Julio Rey Pastor, Gregorio Klimovsky Medicina (ciencia biomédica, psicología y psiquiatría): Avelino Gutiérrez, Salvador Mazza, Bernardo A Houssay, E B del Castillo, Eduardo del Ponte, Pilades O Dezeo, Emilio Mira y López, Felipe Jiménez de Asúa, Moises Polak, Eduardo Krapf, Jorge Thénon, Telma Reca, Juan Cuatrecasas.

4. b.- Las tiradas “homenajes” (o equivalentes) Evitó el olvido a figuras claves de la cultura argentina y puso en dimensión apropiada su importancia y lo amplió a otras de América, por eso hubo números dedicados a: Aníbal Ponce, Lisandro de la Torre, José Ingenieros, Alejandro Korn, Franklin D Roosevelt. También lo hizo extensivo a temáticas, al modo de la: Revolución Francesa, Enciclopedia Francesa, Revolución de 1890, Economía argentina, Cultura sueca, Escuela rural y escuela secundaria, Filosofía y educación, Filosofía latinoamericana16, Carta del Atlántico; o Mujer y cultura, Historia de la medicina argentina, Ideas y doctrinas en nuestra formación nacional y cultural, Medio siglo argentino (con consideraciones sobre derecho, literatura, ciencias, medici-

na y biología17) u otras dedicadas a Bahía Blanca, Chile, etc. 3.- b. 1.- Historia de la Medicina En el colegio dictaron cursos, conferencias, desde Braun Menéndez y De Robertis (una, fue sobre microscopía electrónica) a Christofredo Jakob, Narciso C Lacau, Alfredo Sordeli, Nerio Rojas, Luis F Leloir, Alejandro Paladini, Emilio Troise, Alberto Zwanck, Ramón Pardal, W Osvaldo Cruz (“La investigación científica desde el punto de vista social”), Gregorio Aráoz Alfaro (“La medicina del siglo XX”) y, con seguridad, otros. No todos eran médicos, pero sus dichos mucho se acercaban o vinculaban a la temática de referencia; y, como era costumbre, la mayoría de las veces se publicaron. Todo se potenció con dos tiradas especiales y sucesivas de 195218. Allí están los artículos de: Bernardo A Houssay, La medicina en el último medio siglo, 1900-1950 Eduardo De Robertis, Medio siglo de progresos y orientaciones en citología Eduardo Braun Menéndez, Primer medio siglo de la fisiología Armando S Parodi, Las grandes líneas de investigación microbiológica en los últimos 50 años Virgilio G Foglia, Hormonas y secreciones internas Agustín D Marenzi, El medio siglo en nutrición Jorge Mendive, Vitaminas

Véase los n° 241-3 (abril-junio de 1952); 244-6 (julio-setiembre de 1952); n° 247-9 (octubre diciembre de 1952). 18 Reléase la cita anterior. 17

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Véase, a modo de ejemplo, los n° 253-5 (abril-junio de 1953) y 272 (marzo de 1956).

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Venancio Deulofeu, Quimioterapia y antibióticos Enrique Hug, El medio siglo en la farmacología Antonio M Vilches, La epidemiología y la higiene en la primera mitad del siglo XX Horacio J A Rimoldi, El medio siglo en la nueva ciencia psicológica Jorge Thenón, La psiquiatría en el año cincuenta del siglo XX Eduardo Krapf, El medio siglo en la medicina psicosomática Egidio S Mazzei, La medicina clínica a mediados del siglo XX

Unos cuantos integraban el grupo Houssay (y verdadero lujo era tener la colaboración de un premio Nobel) y aclaramos que no necesariamente adherían al socialismo o el pensamiento de izquierda, pero estaban muy marginados o “castigados” por el accionar del gobierno del momento (del que solían ser muy censores) y encontraron en el CLES una cierta contención. Estos informes vinieron a completar o están en la línea de la colección Evolución de las Ciencias en la República Argentina (1872-1922), responsabilidad de la Sociedad Científica Argentina, conformada por los siguientes tomos: Las ciencias químicas en la República Argentina (a cargo de Enrique Herrero Ducloux); La evolución de la botánica en la RA (Cristóbal M Hicken); La evolución de la física en la RA. Contribución al estudio del desenvolvimiento de la cultura argentina (Ramón G Loyarte); Las matemáticas en la Argentina (Claro C Dassen); La higiene pública y las obras sanitarias argentinas en los últimos cincuenta años (Nicolás Lozano y Antonio Paitoví); La evolución de la astronomía en la RA, durante los últimos 50 años (Enrique Chaudet); Los pasados cincuenta años de nuestra mineralogía y geología (Franco Pastore) y El desarrollo de la meteorología en la Argentina durante los últimos cincuenta años (William Hoxmark). Mas tarde, se agregaría una actualización (que cubrió el período 1922-72) con los siguientes tomos: Matemática (responsable: Luis A Santaló); Física (José F Westerkamp); Cibernética (Máximo Valentinuzzi y Osvaldo Skliar); Genética (Luis B Mazoti y Juan H Hunziker); Meteorología, Oceanografía y Radiopropagación (José A Álvarez); Botánica (Angel L Cabrera); Astronomía (Simón Gershanik y Luis A Milone); Geofísica y Geodesia (Otto Schneider); Química (Noemí G Abiusso); Geografía (Carlos A de Jorge); Antropología; Entomología (Luis De Santis); para cada tema se solicitó la colaboración de especialistas. Si nos detenemos y comparamos los títulos de estas tres series, cuanto menos, observamos que hay cierta coincidencia entre CyC y la primera tirada de la SCA (química, física, matemática, …); pero en la del período 1922-72, otra vez de la SCA, aparecen otros (Cibernética, Genética, …). Asimismo, indica que hace falta un rejuvenecido sumario que cubra hasta el presente y una entidad que se haga cargo de tal emprendimiento. Se pueden encontrar síntesis parciales, pero dispersas y, no obstante el gusto contemporáneo por los relatos cortos, por lo general, esas miradas de conjunto permiten poner en mejor dimensión la cantidad y calidad de la ciencia y la medicina nacional de un cierto período.

5.- Para cerrar Trascribimos un párrafo que es casi una invocación, una declaración de deseos que se expresó a la clausura del ciclo lectivo del CLES, en Rosario, el 18 de noviembre de 1951: “no caigamos los intelectuales en el error de creer que seremos los salvadores del pueblo … Lo que haremos será ponerlos al servicio de su propia emancipación de la servidumbre de la ignorancia … No estamos en los días del patín y la bicicleta, sino del avión a chorro y la fisión nuclear, no podemos ya pensar que la solución económica y social son los falansterios, sino la transformación profunda de las condiciones de vida; no podemos ya creer que la solución educativa esta en los niños, en las elites y las ciudades universitarias, …, sino en la educación fundamental llevada a todos los pueblos el mundo …; y en la elevación progresiva de niveles; en una palabra: de abajo hacia arriba, nunca a la inversa. Debemos construir democracias y no aristocracias” 19.

Estaban convencidos del poder de la cultura, del saber; tienen todavía rasgos decimonónicos. Tal vez para las nuevas generaciones, para el presente, resulten un tanto incomprensibles, “anticuados”: demasiado pegados a la fuerza de la oralidad y del papel escrito; a una educación por el ejemplo, a la defensa de una ética y moral que encamine hacia la democracia, entendida como la gran “redentora”, en tanto promueve la equidad. Lo que vino después, al cierre, fue justamente el avance del autoritarismo (que se creía clausurado), de la violencia, de los relatos de corto plazo, de la preeminencia de la imagen. Y, al cerrar el CLES, se clausuró su publicación. Esto le aconteció a unas cuantas entidades equivalentes y se abrió paso a otras, circunscriptas, organizadas a partir de profesiones o núcleos temáticos específicos; en resumen: diferentes. En cuanto a CyC, ejemplifican también un pasado donde se encuentran artículos escritos por médicos, músicos, astrónomos, teóricos políticos, economistas, literatos, físicos, historiadores; no, como es la modalidad hoy, puntuales y sobre una especial problemática. La ultra-especialización ha motivado un cambio, ha cercenado los tiempos, las posibilidades de lecturas. No se buscan relatos extensos o de largo plazo: sino la inmediatez, la última novedad. Para el caso particular de la historia de la ciencia y de la medicina, los ejemplares de CyC rescatados, tienen un valor doble: los autores eran especialistas, investigadores avanzados, que, al aceptar la invitación para hacer un relato histórico, presentaron síntesis rigurosas, como bien pueden hacerlo aquellos que dominan el objeto de estudio. Y, así ofertaron cómo fue la “medicina” o la “ciencia” argentina, en los primeros 50 años del siglo XX. Es cierto, a la vez, que es casi imposible hallar la totalidad de los ejemplares20 y esto dificulta su consulta.

19 20

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CLES. Veintidós años de labor …, p 43. Algunos aparecen en bibliotecas particulares.


NOTA BREVE

FOTOGRAFÍA Y MEDICINA EN EL SIGLO XX Francisco J Rubio1

V

ivimos tiempos donde las imágenes digitales están omnipresentes, ellas han revolucionado las formas de representación del mundo y la manera de mirar los espacios que nos rodean. En este nuevo contexto de producción visual, es interesante pensar cómo era la experiencia de hacer buenas fotografías analógicas, pensadas y obtenidas para el desarrollo de la ciencia médica, en el transcurso del siglo XX. En pocas líneas buscamos aproximarnos a la historia de la fotografía y la medicina, basado en dos puntos de análisis: primero, objetivando su sentido testimonial pedagógico, motivo por las que fueron realizadas; un segundo aspecto consiste en resaltar su destino como huella grafica. Luego de un tiempo trascurrido, las imágenes devienen en documentos históricos muy ilustrativos para articular y ensamblar de manera interdisciplinaria las prácticas médicas de un pasado reciente. Ambos conceptos nos permiten leer las imágenes de distintas maneras, y también relacionarlas con una multiplicidad de tendencias artísticas-estéticas que muestran el

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cuerpo en su binomio salud-enfermedad. Cuando observamos la producción fotográfica de diferentes patologías, notamos que la mirada creativa del fotógrafo, a menudo, quedaba reducida a la condición de una lente fotográfica. El ojo sensible se convertía en un engranaje mas de un objeto técnico mecánico, lejos de las cámaras viajeras que documentaban personas, ciudades y barrios. Fuera de toda composición de estudio, el profesional de la fotografía médica, cumplía las indicaciones de los especialistas de la salud, para resaltar ciertas enfermedades con el máximo de detalles y texturas. La agudeza visual se mostraba de manera distante, sin genealogía ni estilos. Desde el siglo XIX, los cuerpos se abrieron al registro fotográfico, desplazando las técnicas hegemónicas del dibujo anatómico. Las nuevas máquinas podían capturar el instante de una cirugía y facilitar porciones minúsculas de dolencias para el análisis minucioso, convirtiendo las vellosidades en bosques, los orificios en cráteres, la piel en figuras surrealistas. La deconstrucción anatómica la observamos en ojos

JTP. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Medicina. Departamento de Salud Pública y Humanidades Médicas. Buenos Aires. Argentina. Médicos & Medicinas | 23


aislados, comisuras de labios y raíces de cabellos entre algunos ejemplos. Estos documentos eran cuidadosamente guardados y clasificados en la historia clínica de cada paciente, o estudiados en congresos de las diferentes especialidades. Eran testimonios para el estudio médico y estaban ocultos al gran público; será, recién, hacia la década de 1950 y en adelante, cuando el cine y televisión mostrarán a los espectadores, las cirugías mayores. Los medios audiovisuales contribuyeron fuertemente a poner de manifiesto los problemas de la salud en las sociedades industriales. La comunicación masiva cambió la representación social de la enfermedad y las maneras de luchar contra ella, se intensificaron las campañas preventivas, se difundieron los saberes médicos; la salud antaño un problema individual, se había convertido en una problemática social. Los fotógrafos del período analógico, además de combinar todas las posibilidades que ofrecían las cámaras y los soportes visuales, como las imágenes estereoscópicas, las diapositivas y la impresión en papel con diversos formatos, también tenían en cuenta la sensibilidad de la película para obtener diferentes granos en la gama visual, las lentes: teleobjetivo, gran angular y zoom, los filtros, la utilización de 24 | Médicos & Medicinas

flash entre los muchos accesorios que componían el equipo fotográfico, además de estar siempre atento a las propiedades de la luz. Luego, el tanque con el revelador de la película, las copias de los negativos en planchas de contacto y los controles de impresión, hasta llegar al original definitivo. Eran arduas tareas que se desarrollaban en el laboratorio, lleno de vapores químicos que fluían del revelador, el baño de paro y el fijador. Este espacio iluminado con una luz especial, comúnmente se lo denominaba cuarto oscuro. Las fotografías médicas tienen un pasado intemporal, nos muestran la enfermedad sin sensacionalismos, a diferencia de las imágenes que acompañan hoy a los atados de cigarrillos, estos encuadres exponen la fragilidad de la condición humana. Mas allá de las dolencias estáticas que nos legaron los profesionales de la fotografía, en ellas podemos observar algunos componentes visuales, que evidencian el canon artístico de aquellos tiempos: línea, figura, modelo, textura y forma. Al verlas, también surge la pregunta ¿Cómo habrá sido la relación del enfermo con el fotógrafo y su cámara, mediada por la presencia del médico? Son otras historias, muy próximas a la antropología cultural que exceden esta nota. Superadas las técnicas fotográficas de la centuria próximo pasada, podemos observar hoy, aquellas instantáneas con una perspectiva estética y documental, ellas nos enseñan a mirar lugares diversos (arquitectura hospitalaria, espacios sanitarios, lugares de enseñanza) y situaciones varias (practicas y aparatología médica, formas de sociabilidad entre galenos, desarrollo de la fotografía al servicio de la salud). Las imágenes van develando y descubriendo fragmentos materiales que pueden ensamblar con otras perspectivas epistemológicas de la historia de la medicina. A modo de conclusión, la fotografía médica analógica contribuyó a remodelar la percepción del cuerpo humano en las décadas del novecientos, consolidó las prácticas atléticas y formó los hábitos para prevenir enfermedades, difundiendo los conceptos básicos que requieren los cuidados de la salud.


Comentario de libros Sexólogos en el mundo. Tres siglos de investigaciones sobre el sexo humano en Occidente Federico Pérgola. Bs As, El Guion, 2016, 248 p.

Dice el autor en el prólogo: la obra no es de sexología humana sino sobre la vida de los sexólogos y, a través de ellas, de alguna manera, se puede apreciar la evolución de aquel asunto en unas cuantas agrupaciones de hombres y mujeres. Hay un primer capítulo, que refiere a la Prehistoria;

allí desvirtúa determinados mitos (vg: la preeminencia femenina) o por lo menos nos llama a reflexionarlos. Sigue con los aportes de Paolo Mantegazza, de mirada tímida y de exaltación del amor, donde se deja ver su “cristianismo”. Luego viene Samuel-Auguste Tissot. De los tres últimos siglos, alude a Richard von Krafft-Ebing, Max Hühner, Albart Eulenburg y, sobre ellos hace, obviamente, sus interpretaciones. Continúa con Sigmund Freud, Wilhem Stekel, Magnus Hirschfeld, Iwan Bloch, Max Marcuse, Wilhelm Reich, Otto Weininger y Hevelock Ellis (a quien le da extensión). Avanza a Gregorio Marañón y llega a Alfred C Kinsey; de este, aun los legos, algo sabemos, en virtud del filme biográfico de 2004 (con un lindo subtítulo en portugués, “Vamos falar de sexo”). Incluye a dos mas: William H Masters y Virginia E Johnson, quienes introducen “la tecnología en el estudio de la sexualidad humana”. Pone en el decimoctavo lugar a Helen S Kaplan; a continuación: Shere Hite y cierra con Regina Navarro Lins. Incluye a los argentinos: Jorge A Franco, León R Gindin, Juan C Kusnetzoff, Osvaldo N Mazza y Estela V Welldon. Es raro cómo cierra: con un comentario final sobre La jungla del sexo, de Vance Packard (que recordamos por: Las formas ocultas de la propaganda o Los trepadores de la pirámide) y dejo al lector que dilucide porqué: “es raro cómo cierra”. En resumen: rescata a unos cuantos autores varones, pero no faltan las mujeres en proporción equilibrada, opinando de sexo, virginidad, orgasmos, placer, homosexualidad, condicionamientos religiosos y sexuales, ... Tiene un estilo ágil y no atiborra al lector con citas o bibliografía exhaustiva. Norma Isabel Sánchez

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Se nos podrá interrogar sobre porqué incluir este libro y se me ocurre la respuesta: estamos en los tiempos postmodernos, de la post-verdad. Para unos cuantos, será un libro atractivo; no para todos. Hay algo que es fundamental: permitir a los “otros” expresarse, aunque no coincidan con “nosotros”; es muy conveniente, porque nos lleva al esfuerzo de buscar argumentos sólidos para sostener nuestra posición. Dicho esto, comentamos que el texto incluye, desde ¿Qué se entiende por Parasicología? a un Glosario Parapsicológico; a la vez, reflexiona sobre Franz A Mesmer y James Braid, Jean-Martin Charcot, Sandor Ferenczi, Sigmund Freud y el ocultismo, Carl G Jung y el fenómeno del “déjà vu” y mucho mas. El prólogo fue redactado por Francisco García Bazán.

Sigmund Freud. Psicoanálisis y Parasicología

Antonio Las Heras. Bs As, Ediciones del Amanecer Dorado (colección Eleusis), 2016, 124 p.

Norma Isabel Sánchez

El pensamiento alternativo en la Argentina contemporánea.

(Tomo III: Derechos humanos, resistencia, emancipación -1960-2015-). Hugo E. Biagini y Gerardo Oviedo (Directores). Bs As, Biblos, 2016, 582 p.

A finales del año 2016, nos encontramos con los artífices del libro, comentaristas y Rep (Miguel Repiso), ilustrador de la obra, en la librería El Caburé, del Barrio de San Telmo, para interiorizarnos sobre su contenido. Fácil es entender que está precedido de otros. En esta oportunidad, reiteran: la “orientación general se aparta del abordaje historiográfico declarado neutro de toda neutralidad, al estilo de lo que proclama una compartimentada historia conceptual”. Esta afirmación no es vacua; se advierte en cada artículo. Hay un tres sectores; el primero: Filosofía, ciencia e ideología (y 14 subtemas); un segundo: Sociedad y poder (con 13) y el tercero: Arte y estética (con 10). Un significativo número de autores pertenece al Conicet, a la UBA, a universidades del conurbano y el interior, sin que falten representantes del INTA, de algún diario, del exterior (porque allí están radicados) y algo mas. Es muy recomendable su lectura; hay seriedad, hay toma de posición en un sentido, los autores acompañan con un riguroso aparato erudito. Una introducción: Delineamientos, que nos informa sobre el propósito central de la obra. Una bibliografía fundamental general y especial; finaliza con un índice de nombre que tanto facilita la búsqueda. Norma Isabel Sánchez

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FOTOGRAFÍA Y MEDICINA

La piel, superficial y profunda Fototeca FJ R

El lenguaje corriente, se refiere a la piel y sus funciones con muchas frases que sintetizan algunas de sus expresiones: “acariciar una idea” (placer táctil), “sudar la gota gorda” (eliminación), “sacarle a alguien la piel a tiras” (defensivoagresiva), “meterse en el pellejo de alguien” identificación) por citar algunos ejemplos. Lic Francisco J Rubio

Departamento de Salud Pública y Humanidades Médicas. Facultad de Medicina (UBA)


NUE LANZ V AMIEO NTO

SEXÓLOGOS EN EL MUNDO

Sexólogos en el mundo se ocupa de la vida y la obra de aquellos, sobre todo a principios del siglo XX, se animaron a realizar estudios sobre un tema tabú hasta ese entonces: la sexualidad de la mujer. La escuela vienesa -entre ellos Freud- se volcaron a estudiar la sexualidad femenina y, posteriormente lo hicieron con el problema de la homosexualidad. Algunos argentinos también se ocuparon del tema: entre los cinco hubo tres del Hospital de Clínicas de Buenos Aires. La elección de los sexólogos no fue sencilla -según el autor del libro- y es probable que muchos otros valiosos no hayan sido mencionados.

www.elguionediciones.com.ar


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