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Por el camino del tabaco
(Historia de una desinformación universal) Federico Pérgola y Agustín F. García Puga
EL GUION EDICIONES www.elguionediciones.com.ar elguionediciones@gmail.com @elguionediciones Buenos Aires, Argentina
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362.296 Pérgola, Federico M. PER Por el camino del tabaco: historia de una desinformación universal/ Federico M. Pérgola y Agustín Feliciano García Puga.1° ed. – Buenos Aires : El Guion, 2003. 272 p. ; 20x13 cm. ISBN: 987-20238-3-2 I. García Puga, Agustín Feliciano II. Título – I. Tabaco-Historia
Diseño de tapa: Federico Pérgola
© El Guion Ediciones, 2003 Martín Coronado 358 (1641) Acassuso elguionediciones@gmail.com www.elguionediciones.com.ar Hecho el depósito que marca la ley 11 723 ISBN: 987-20238-3-2 Impreso en Buenos Aires – Argentina
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Por el camino del tabaco
(Historia de una desinformación universal) Federico Pérgola y Agustín F. García Puga
EL GUION EDICIONES www.elguionediciones.com.ar elguionediciones@gmail.com @elguionediciones Buenos Aires, Argentina
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ÍNDICE Prólogo............................................................................11 Introducción...................................................................17 Con un tizón en la mano...............................................21 El tabaco en el Viejo Mundo........................................31 La controvertida entrada del tabaco en el mundo civilizado..................................................39 Las “hierbas malditas” de América.............................51 El tabaco y sus glucósidos (estudios químicos y biológicos)..................................59 El tabaco como medicina...........................................65 Sus efectos nocivos.......................................................73 El tabaco en Buenos Aires, en el siglo XIX...................89 Vida cotidiana, costumbres, hábitos (siglos XIX y XX)................................................................97 De la información al negocio....................................105 Las primeras investigaciones argentinas La peste azul.................................................................117 Roffo y su lucha antitabáquica..................................127 Efectos del tabaquismo de acuerdo con las más recientes investigaciones............................................141 Un enemigo declarado..............................................155 Un golpe de timón.......................................................165 Estímulos para la adicción, concursos, premios, etc..................................................................179 La publicidad en el siglo XX........................................185 El cine, la televisión, la gráfica y su influencia en el imaginario popular.............................................193 Fumando espero..........................................................199
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Deporte y cigarrillo......................................................205 Los médicos y el vicio de fumar.................................211 Aquellos que no quieren fumar..................................215 Niños fumadores...........................................................225 Demandas contra tabacaleras.................................235 Once mil muertes por día...........................................257 Y se hizo justicia............................................................273 Derechos y obligaciones.............................................295 Conclusión....................................................................309 Índice de ilustraciones.................................................313
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PRÓLOGO A principios de la década del 90, la revista médica más importante de los Estados Unidos, JAMA, reveló que durante treinta años las más grandes industrias tabacaleras del mundo, habían ocultado y deformado información sobre el efecto cancerígeno del tabaco. No había pruebas concluyentes sobre tales efectos, argumentaban, ni estaba demostrado que la nicotina fuera adictiva. Investigando las vinculaciones entre tabaquismo y publicidad, los autores de esta monografía rozan uno de los aspectos culminantes de nuestro tiempo: la salud de la gente, cómo su vida y su muerte pueden manipularse, no solo desde el periodismo, sino también desde la ciencia. El informe de JAMA descubre que los abogados de las grandes firmas controlaban el lenguaje de los investigadores científicos, para que el resultado de sus hallazgos no perjudicara la venta de 578 billones de cigarrillos que se consumían en el mundo. Desde la Historia hasta la Neuroquímica, desde el afiche hasta el impacto de la película The Insider, este libro va mostrando la complicada trama que se teje entre intereses económicos y efectos estimulantes o sedativos, en un mundo donde la etiqueta de un paquete marca el nivel humano del consumidor. Excelente metáfora de nuestro tiempo, un cigarrillo ya no establece la diferencia entre Ser y Tener, como quería Fromm, sino simplemente entre aparentar y 11
no ser. Inteligentemente encarado, con una impecable bibliografía y sobre todo, sin espíritu moralizador, los autores nos muestran el panorama actual del problema, tomando una posición ética y valiente. Cabe aún reflexionar sobre otras virtudes del texto, su encomiable escritura y claridad, su inocultable ironía y excelente gusto en la elección de gráficos. Dentro de la línea del maestro Roffo y su indeclinable voluntad de lucha, el libro de Pérgola y García Puga, culmina varios años de investigación y trabajo. La revisión de antiguas revistas argentinas merecería una anotación exclusiva por su alta autoridad historiográfica. Más allá del espíritu entusiasta, al saludar este libro nos mueve la convicción de su necesidad, en un momento clave del mundo y de nuestro país. Prof. Dr. José Shliapochnik
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INTRODUCCIÓN ¡Bendito seas tabaco, que llegas, en una vida cada día más vertiginosa, a traernos un poco de aflojamiento de perezoso goce! (Leoplán Nº 126 - 8/11/1939) “Vicio, placer o entretenimiento, el acto de fumar ofrece al hombre elegante la ocasión de definir su personalidad [...] En esta época, el caballero debería estar siempre pronto para ofrecer a su dama un cigarrillo en una elegante cigarrera y darle fuego con un encendedor” (De la publicación citada en el epígrafe). El Dr. Pablo Saves, en una nota calificada de “científica” y titulada: “Podemos fumar sin peligro”, dijo lo siguiente: “Algunos experimentadores, en particular el Profesor Sampry, han demostrado que fumando un promedio de diez cigarrillos por día, el efecto de la nicotina sería el de favorecer la circulación de la sangre del corazón”. Agregando: “Se necesita un organismo especial, predispuesto, para resentirse al fumar cinco o diez cigarrillos por día [...] A las personas normales, que experimentan un verdadero placer fumando una pipa o un habano, ¡sería bien cruel prohibirles que lo hicieran en nombre de la higiene! A mi me agrada meditar como si soñase un poco, fumando, después de la comida”. Finalizó este artículo seudo científico, citando al gran fisiólogo Carlos Richet, quien “en su bello libro L’homme impuissant (El hombre impotente), confiesa que el no puede dejar de fumar. Yo no creo 17
que hayáis dejado vuestro vicio, Profesor Richet; y, sin embargo, no estáis todavía muy viejo de cuerpo y de espíritu, malgrado de vuestros ochenta y cuatro años”. Como sucede con muchas publicaciones, se fragmentan o publican intencional o irresponsablemente noticias que solo sirven para confundir. En este caso en particular, según Jorge Enrique Grau Carreño1, el profesor Richet decía: que “su manía de fumador era una demostración de la incorregible estupidez humana y era un error tanto más grave, cuanto que lo comprendía perfectamente”. La revista De Frente, en su número 74, correspondiente al 8 de agosto de 1955, publicó un artículo que tituló: “¿El hábito de fumar es origen del cáncer de pulmón?”. Su autor contribuyó a aumentar la confusión al aseverar: “Hombres de ciencia estudian afanosamente la incidencia del tabaco sobre el porcentaje de enfermos de cáncer, sin que hasta el momento hayan logrado llegar a un acuerdo concreto […] El Dr. Charles Cameron, Director médico de la Sociedad Americana del Cáncer, opinó que las acusaciones contra el cigarrillo son de tipo presuntivo, sin que pueda considerarse que el señalarlo como agente del cáncer sea más que una afirmación no probada científicamente [...] El Dr. Huerper –otro famoso cancerólogo– concluye que: la teoría del cigarrillo está basada por completo en datos estadísticos que tienen, en el mejor de los casos, valor circunstancial y son en parte de origen dudoso”. Otra publicación, muy en boga en la década del 30 y 40, Aquí Está, en su número 1014, del 4 de febrero de 1946, decía lo siguiente: “Frantisek 1 Gran Carreños, JE: “El tabaco en la historia, las costumbres, las anécdotas y el arte”, Revista de la AMA, 5, 6, 1985 y 1-12, 1986.
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Langer, como tantos colegas de su patria, Checoeslovaquia, necesita de sus derechos de autor para vivir, pero más necesita de tabaco para fumar, y en un llamado, pintoresco y angustioso a la vez, no reclama dinero. Reclama cigarrillos”. El diario La Nación del mes de febrero de 1998, reproduce la siguiente noticia del The Wall Street Journal Americas: “B.A.T., tabacalera británica, sabía desde hace casi 20 años que la nicotina era adictiva, según un periódico británico. Los documentos fueron descubiertos por un grupo de abogados estadounidenses que tienen una demanda contra B.A.T. en EE.UU.”. También La Nación del 13 de octubre de 1999, publicó: “Philip Morris, tabacalera de EE.UU., lanzó una campaña de televisión orientada a rehabilitar la imagen de la compañía. Asimismo, la empresa creó páginas de Internet donde se reconocen los riesgos del tabaco”. Al día siguiente, en grandes titulares, se lee en el mismo diario: “Una tabacalera reconoció que el cigarrillo causa cáncer de pulmón (Philip Morris admitió las evidencias científicas y los males que provoca fumar)”. En ese mismo artículo, comunica: “En su informe, presentado en mayo último, en Ginebra, la OMS indica que para 2024 el tabaquismo será la principal causa de muerte y que cobrará más vidas que la suma de víctimas del sida, de accidentes de tránsito y de tuberculosis”.El propósito que nos guió al escribir sobre un tema tan controvertido, fue poder transmitir, lo más fidedignamente posible, las terribles consecuencias que conlleva el acto de fumar (cigarrillos, habanos, pipa, en fin, en cualquiera de sus formas), y a la vez, demostrar que recién conocida la planta de tabaco, a principios del siglo XVI, ya se sabía que ese hábito pernicioso causaba serios perjuicios al organismo.
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Hemos enfocado su análisis hacia dos áreas que consideramos prioritarias: el tabaco –a partir de su descubrimiento–, en la opinión de científicos (críticos y apólogos) y la publicación de artículos sobre el tema en medios científicos y no científicos (de divulgación masiva), así como las campañas publicitarias que estimulan su consumo. La bibliografía existente sobre los efectos dañinos del tabaquismo es profusa, por ese motivo, nuestro enfoque ha sido dirigido preferencialmente a la propaganda, método que los mass-media han considerado ideal. LOS AUTORES
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CON UN TIZÓN EN LA MANO Las barreras geográficas, en este caso, los grandes océanos, aislaron a los continentes y dieron motivo a que la fauna y la flora tuvieran características particulares en cada uno de ellos. Un sólido ejemplo, que tuvo enorme influencia en la alimentación primigenia del hombre, fueron los tipos de cereales que se desarrollaron en cada región: trigo, centeno y cebada en Europa y Medio Oriente; maíz y quina en América; arroz en Asia y mijo en la India, así como sorgo en África. La civilización occidental basó su alimentación en el cultivo del trigo; mucho antes, cuando las tribus eran del tipo de cazadores recolectores, el hombre saciaba su hambre en el invierno con harina de bellotas; mucho después, las hambrunas del siglo XVII se paliaban con la papa, el tubérculo de una planta originaria de América. Del continente americano es el tabaco, tal vez el vegetal cuyo particular uso fue más dañino para el hombre y el que más rápidamente se extendió por el mundo entero. Recordemos que, en un principio, se consideró tóxica a la papa debido a que en sus brotes contiene papaína, un glucósido que, efectivamente, es tóxico. Con el tabaco, aparentemente, no sucedió nada similar. A una larga historia americana, el tabaco contrapone una breve historia euroasiática que se inicia con el descubrimiento de América, a fines del siglo XV. Cristóbal Colón y los tripulantes que lo acompañaban 21
contemplaron asombrados el uso que los nativos daban al tabaco. En su diario, Colón, escribió, el 13 de octubre de 1492, un día después de haber pisado las islas que circundaban este continente, que los indígenas le ofrecieron “ojas (sic) de tabaco”(1). “En la religión maya también fumaban los dioses y había curiosas creencias sobre ello. Las estrellas fugaces eran las colillas que tiraban los dioses y cuando estos sacaban chispas del pedernal para encender los cigarros, se producían rayos y truenos”. “Las nubes se formaban con las bocanadas de sus enormes cigarros, y las extendían soplándolas [...] El emperador Moctezuma, después de comer, y mientras contemplaba a los danzarines, tenía la costumbre de fumar en una caña ricamente adornada, hasta que caía rendido por el sueño. Esto hace sospechar que el tabaco lo mezclaban con hierbas somníferas, pues los indios se dormían fumando y, en cambio, entre nosotros, el tabaco combate el sueño”(2). Otro autor dice: [...] “La costumbre de fumar es antiquísima. Se han encontrado pipas prehistóricas a lo ancho de Europa, desde Islandia hasta Rusia. En Pompeya, en una pintura conocida por ‘Jugadores de taba’, se puede observar a tres mujeres de pie, mirando el juego, y una de ellas con una pipa en la boca”(3). Continuando con el relato de Colón, y otorgando un hito para la adicción, en el libro de bitácora quedó debidamente registrada la experiencia, tal como se lee en el texto del Primer viaje (sábado 13 de octubre) donde, refiriéndose a los nativos, escribió: “Traían ovillos de algodón filado y otras cositas que sería tedio de escribir y todo daban por cualquier cosa que se les diese”. Muy poco tiempo después, el día martes 6 de
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Relieve en piedra de Palenque. México (siglos VI o VII que representa a un sacerdote maya fumando.
noviembre, el tabaquismo hace su presentación en sociedad, es decir, se muestra a los europeos. Colón relató el extraño episodio vivido por dos de sus tripulantes que había enviado a ver “la tierra adentro”: “Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba sus pueblos, mujeres y hombres, con un tizón en la mano (el resaltado es nuestro), hierbas para tomar sus zahumerios que acostumbraban”. Esa fue la primera aproximación del hombre occidental, del hombre de piel blanca, configurados por las variadas nacionalidades que acompañaban a Colón en la gesta (españoles, italianos, portugueses), con el hábito que dominaría la adicción humana 23
Grabado en cobre de un libro de 1791 (Barcelona) que representa un tratamiento por medio de bocanadas de humo de tabaco, entre los indĂgenas brasileĂąos. 24
durante los siguientes siglos. Los dos primeros en adquirirlo, fueron los tripulantes del primer viaje, Rodrigo de Jerez y Luis de la Torre, procesados por la Inquisición con la siguiente acusación: “Solo Satanás puede conferir al hombre la facultad de expulsar humo por la boca”. Esta costumbre americana parece haber comenzado muy tempranamente. Un relieve en piedra de un templo de Palenque, México, representa a un sacerdote maya fumando. Esta obra estaría datada en los siglos VI o VII d.C. y contrasta, es evidente, con el tiempo en que el hábito es adquirido por los europeos, el tabaco se difundió en el Viejo Mundo muchos años después del viaje de Colón a América. Cuando los españoles arribaron a este continente, el tabaco se usaba de muy distintas formas: cigarros, tabaco picado y aspirado por la nariz (rapé). Aún no está bien establecido si los sacerdotes mayores, en sus rituales y mientras fumaban sus pipas con forma de cucurucho, lo hacían con tabaco u otro vegetal.
Indios Uitosos (Comarca del Orinoco) se insuflan mutuamente polvo de parica en la nariz
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Todo parece indicar –ante la carencia de otros testimonios– que eran las hojas de tabaco las que usaban en todo el continente americano. En el norte –preferentemente– fumándolo en pipas, en América Central en forma de cigarros, y en la Cuenca del Amazonas y también entre los Incas, reducido a polvo y aspirado por la nariz a través de varitas huecas de madera o de huesos largos de aves, aprovechando el canal medular. En el siglo XX, se impuso otra adicción, la cocainomanía, con un procedimiento similar a través de un tubo; a veces, un simple rollo de papel era suficiente para complacer a los adeptos. En las zonas amazónicas mencionadas anteriormente, es probable que también se hayan aspirado otros polvos preparados con semillas, hojas desecadas y pulverizadas de distintos vegetales. Además, imitando la costumbre de coquear (4) que tenían los Incas, se masticó tabaco. Los habitantes de América del Norte habitualmente masticaban tabaco. Menos difundida, quizás, era la costumbre de beber una infusión de sus hojas verdes o bien desecadas del vegetal.
Grabado en cobre de la obra Tabac Publicada en Zúrich en 1616.
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Hasta hoy, los ya pasados de moda Westerns que nos llegan de la industria cinematográfica de Estados Unidos, reproducen la inveterada costumbre de los indígenas lugareños de fumar una pipa con sus vecinos –potenciales enemigos– como símbolo de pacificación, que en algunos otros rituales religiosos, es emblemática. En estos casos, la pipa ritual, que denominan calumet, proviene en su concepción artesanal de un bastón ceremonial adornado con símbolos de divinidades tribales; de ahí el aspecto decorativo (derivado de los pendientes y colores) que tienen estos adminículos. La ofrenda de hojas de tabaco que recibiera Cristóbal Colón por parte de los aborígenes americanos en su primer viaje, muestra claramente su sentido ceremonial, religioso. Entre los tupí-guaraníes, la entrada al poblado de los caraíbas, supremas autoridades religiosas de esas etnias, encargados de una especie de confesión de los habitantes y con múltiples prerrogativas por su rango –profusas libaciones, mujeres según sus apetencias–, se realizaba al son de maracas, plumas multicolores que los adornaban y la práctica del tabaquismo por medio de pipas de alargados cucuruchos. El abigarrado emplumado era índice manifiesto del origen caribeño de estas tribus (5). El uso del tabaco en América se basaba en supuestas propiedades: como reparador de la fatiga y una forma de saciar el hambre y la sed. Algunos extendían sus efectos hasta el tratamiento del dolor. El hábito del tabaquismo que, como condición humana, deben haber padecido los primitivos americanos, no habrá sido el único empleo dado al tabaco. Su utilización en las ceremonias religiosas, así
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como la ofrenda de las atractivas y enormes hojas del vegetal a los diversos dioses de los distintos grupos lingüístico-culturales, fue otro aprovechamiento. Las culturas y subculturas americanas, en virtud de un extenso territorio poco poblado, con barreras geográficas casi infranqueables, deben haber ejercido sus efectos sobre la dispersión de las modalidades rituales y del uso mismo del tabaco. BIBLIOGRAFÍA: 1. Colón Cristóbal, Los cuatro viajes del Almirante y su testamento. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1946. 2. Moreno Echavarría JM, “Vida y aventuras del tabaco”, Historia y Vida, Nº 68, Barcelona, 1973. 3. Idem, ibídem. 4. Romano R, “Historia, coca y cocaína”, Todo es Historia, Nº 176, pp. 8-20. Buenos Aires, enero 1982. 5. Pérgola F, Brujos y cuasi médicos en los inicios argentinos, Edimed, Buenos Aires, 1986.
Grabado de sacerdotes caribeños echando humo de tabaco a sus guerreros (Francfort, Alemania, 1593).
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DE AYER...
Primera representaciรณn impresa conocida del uso del tabaco Cosmographie Universelle de Thevet, 1575
A HOY...
Cigarrera filipina fumando un puro
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EL TABACO EN EL VIEJO MUNDO Cristóbal Colón no fue un cronista, mucho menos un científico o un sociólogo. Su objetivo primordial eran las riquezas o el comercio con las tierras que él consideraba el otro extremo de Catay, como denominaban a la milenaria China. Su espíritu mercantilista fue denostado, aún por sus contemporáneos, y los que no lo fueron, se encargaron de zaherirlo todavía más por su oportunismo y su afán de aumentar sus estipendios a toda costa y, sobre todo, abusando de la ignorancia de los pobladores del continente americano. El interés de los indígenas para ofrecerle las grandes hojas de tabaco, tal vez presumiendo que el Almirante tenía conocimiento de sus poderes teúrgicos, no provocaron en él ninguna emoción. No le conmovían en absoluto los atributos ceremoniales de los autóctonos de estas tierras. Era lógico y comprensible; en ese simple gesto se estaban cruzando dos mundos extraños con sus floras y faunas particulares. Los informes favorables sobre el tabaco y sus presuntos efectos estuvieron a cargo del explorador ermitaño español Ramón Pané (1). En su obra escrita en 1497, titulada De insularium ritibus, traducida al castellano como Relación acerca de las antigüedades de los indios, donde se explayó sobre el folclore americano cayendo en una ingenua apreciación acerca de algunas creencias. Mayor efecto tuvo, en cuanto a beneficio para la adicción, el libro de Gonzalo Fernando de Oviedo y 31
Valdés publicado en 1535 y titulado Historia general de las Indias (2). El autor era un hombre de avanzada edad para la época, ya que gozó de una prolongada vida que se extendió entre 1478 y 1557; cuando dio a luz esta obra, se acercaba a la séptima década.
Son numerosas las anécdotas que existen sobre la práctica del tabaquismo, aunque creemos que actitudes similares (fumar opio) deben haber sido conocidas por buena parte de los europeos. Una de ellas menciona que Rodrigo de Jerez, del que ya nos ocupamos, tuvo esa ocurrencia (o necesidad) de fumar en España. Se cuenta que cuando sus compañeros (no serían los del viaje por América) lo vieron sacar humo por boca y nariz, lo creyeron
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poseído por el demonio. El corolario lo hemos relatado: fue a parar a una celda de la Inquisición. No obstante, para los futuros adictos, la suerte estaba echada. España estuvo muy interesada en obtener plantas medicinales de las tierras descubiertas. Los reyes españoles a menudo encomendaron a sus médicos de cámara a que viajaran e hicieran las averiguaciones tendientes a lograr este propósito (3). Existían necesidad y avidez por descubrir elementos vegetales que pudieran utilizarse como eventuales panaceas.
Grabado del libro de Simón Paulli (1603-1680), Commentarius de abusu tabuci (1681).
En 1559, Felipe II le recomendó a su médico Francisco Hernández, que se dirigiera a México con ese fin. Hernández estudió y describió 1200 plantas, entre las
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que se encontraba la del tabaco, y posiblemente fue el primero en sembrarla en Europa. Sin embargo, por razones puramente cronológicas, el primero de los cronistas herbolarios fue Nicolás Bautista Monardes, un sevillano que nació un año después del descubrimiento de América. Fue él quien ofreció a la ciencia europea las primeras descripciones detalladas y correctas de las características de muchos vegetales. Su trabajo sobre el tabaco es considerado un clásico en su género. Le correspondió también el mérito de haber sido el primero en publicar grabados sobre el tabaco y los bálsamos medicinales más importantes de la época: el llamado del Perú y el de Tolú. Es posible también que, con anterioridad, Ramón Pané y Fernández de Oviedo hayan llevado ejemplares de tabaco a Europa. Gesualdo4 es categórico cuando afirma que: “El viajero y cronista italiano Gerolamo Benzoni (15191573), milanés, se embarcó en Sevilla en 1514 y durante diez años recorrió las Antillas, Cuba, Guatemala, Puerto Rico y el Perú, circunstancia que le pemitió presenciar la conquista española de estas tierras. A su regreso a Italia, publicó la Storia del Mondo Nuovo, en Venecia, en 1565; Este libro alcanzó treinta y tres ediciones en latín, italiano, francés, inglés y alemán. En España fue prohibido pues describió con total realismo las crueldades de los conquistadores con los indígenas. Benzoni fue el primero en anoticiar sobre el tabaco que fumaban los aborígenes en América Central, diciendo en su libro [...] “despiden un humo pestífero del demonio de unos yuyos que queman y luego aspiran...”. El ensayo de Monardes está fechado en 1571, lo cual prueba que la obra del italiano fue anterior. Es interesante la observación de Corominas (5) que,
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aunque le asigna como fecha de nacimiento a la palabra tabaco el año 1535, expresa: “Consta que tabacco, atabaco y formas análogas (procedentes del ár. tabbâ o tubbâq, S. IX) se emplearon en España y en Italia, desde1410, mucho antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, como nombre de la olivarda, del eupatorio y de otras hierbas medicinales, entre ellas, algunas que mareaban o adormecían. Es verosímil que los españoles transmitieran a la planta americana este nombre europeo, porque con aquella se emborrachaban los indígenas antillanos. Aunque ya cronistas de Indias del siglo XVI afirmaron que era palabra aborigen de Haití, no es este el único caso en que incurren en tales confusiones”. Las palabras tabacal, tabacalero, tabaquera, tabaquería y tabaquismo son posteriores.
Tabaquera de marfil(180180). Capítulo Médico, N° 2, abril de 1992.
No hemos podido verificar una nota que publicó la revista Leoplán (6), en la cual se habla de una profecía (atribuida a Mahoma e incluida en el Corán), y que
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se refiere al tabaco, mil años antes de que éste fuera introducido en Arabia: “...en esos últimos días habrá hombres que llevarán el nombre de musulmanes, pero que en verdad no lo serán, y ellos fumarán una planta que se llamará tabaco”.
Tratamiento de enfermos entre los indios de Florida. Derecha: tratamiento con humo. Grabado en cobre de las memorias de viaje por América de Theodor de Bry, Francfort, 1603 (ACTAS CIBA 3-4, 1949).
Por su parte, De Miguel y el Marqués de Morante (7) nos aportan datos sobre el término fumar, del latín, que evidentemente se origina en la forma primitiva de humo, o como ellos dicen, del muy clásico fumus. El verbo fümare, tiene el significado de humear, arrojar humo. Estos mismos autores fundamentan la acepción con versos del propio Virgilio: Fumantes pulvere campi (campos cubiertos con una densa nube de polvo) o la mucho más dramática: Fumabat cruor ad aras (humeaba la sangre en los altares). Atribuyen una acepción similar, la de echar o arrojar humo, a las voces latinas micus, fümidus y fümifer. 36
BIBLIOGRAFÍA: 1. Pané R, Relación acerca de las antigüedades de los indios, La Habana, Cuba, Ed. de Ciencias Sociales. 1990. 2. Bühler-Oppenheim K, “Datos históricos sobre el tabaco”, Buenos Aires, Actas Ciba. Nº 3/4: 34-41, marzo-abril de 1949. 3. Pérgola F, “Sobre yerbas y herbolarios”, Buenos Aires, Todo es Historia, Nº 324, pp. 50-64, julio de 1994. 4. Gesualdo V, “De cigarros, cigarrillos, charutas, tagarminas y cachimbos”, Todo es Historia, Nº 237, pp. 26-34, febrero de 1987. 5. Corominas J, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Madrid, España, Gredos,1990. 6. “Pipa, ¡Cómo se fuma!”, Buenos Aires, Leoplán, Nº 94 - Buenos Aires, 17 de agosto 1938. 7. De Miguel R y Morante, Marqués de, Nuevo Diccionario Latino-Español Etimológico, Madrid España Sáenz de Jubera, Hnos. 1919.
Cuarto soberano inca Mayta Capac. Dibujode una Crónica manuscrita del indio peruano Felipe Guaman Poma de Ayala, escrita alrededor de 1613.
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Historia y Vida, N° 68, Barcelona, 1973.
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LA CONTROVERTIDA ENTRADA DEL TABACO EN EL MUNDO CIVILIZADO Tímidamente en un comienzo, con ímpetu arrasador después, el tabaco y el tabaquismo recorrieron todo el mundo civilizado, porque los límites de la Europa conquistadora resultaron estrechos para la adicción. Luego de recalar en los países colonizadores, sobre todo España y Portugal, se extendió por Francia e Inglaterra y llegó hasta los confines de Rusia, a Turquía, al norte de África, es decir, a todos los países que mantenían relaciones comerciales en esa época. En Francia, en 1556, André Thevet llevó simientes de tabaco procedentes de Brasil. Pero quien lo hizo conocer por doquier, fue Jean Nicot (1530-1600), embajador francés en Portugal, cuyo apellido quedó perpetuado en las denominaciones de la planta de tabaco y en su alcaloide: la nicotina.
Jean Nicot (1530-1600)
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Nicot recibió el dato de que una cataplasma de tabaco había logrado curar una úlcera necrosada. En vista de ese supuesto espectacular éxito médico, en 1560 le envió semillas a Catalina de Médicis, que se encontraba en Francia. Esas mismas laudatorias recomendaciones sobre el tabaco las hizo llegar al Cardenal Carlos de Lorena. Cuando el hermano de este último, el gran Prior Francisco de Lorena viajó a Lisboa, fue otra vez el mismo Nicot quien le describió ostentosamente sus propiedades y fue tan convincente que de Lorena puso todo su empeño en difundirlo a través de toda Francia. Esto dio pie a que durante algunas épocas se llamara al tabaco la hierba del Gran Prior. Por otra parte, la actuación que tuvo Catalina de Médicis en la propagación de las virtudes de este vegetal hizo que también recibiera la denominación de la hierba de la reina. Este mérito no fue ajeno a su introductor ya que, asimismo, se la conoció como la hierba del embajador o la hierba de Nicot. Cuando se impuso la moda de usar rapé –lo que sucedió muy rápidamente– recibió atrayentes nombres, tales como polvo de España, perfumado a la marquesa o a la Pompadour, como se llamó posteriormente a las tabaqueras que utilizaban las damas y que, con su despliegue de oro y de brillantes, dieron trabajo y suculentos ingresos a joyeros y orfebres. En Inglaterra, la costumbre de fumar tabaco corrió como un reguero de pólvora. Uno de los más célebres exploradores que dio esta isla, Sir Walter Raleigh, fundó en la costa oriental de América del Norte, en 1584, la colonia de Virginia. La convivencia con los indígenas fue la chispa inicial para que los europeos adquirieran el hábito de fumar en pipa.
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Como resultado, trasladaron el hábito a su patria. Por su parte, Raleigh, la introdujo en el mismo meollo de la corte inglesa, siempre ávida de excentricidades.
Sir Walter Raleigh (1552-1618) Grabado de la Universidad de Basilea
Cuando culminaba el reinado de Isabel (15581603) el tabaquismo se había extendido por toda Inglaterra. El inglés elegante no podía prescindir de cargar una pipa, pitarla hasta encenderla, y exhalar bocanadas de humo, formando así anillos perfectos, a tal extremo que, muy pronto, aparecieron quienes se dedicaron a la enseñanza de estas prácticas que conllevaba el hábito malsano. Numerosas anécdotas jalonaron las excentricidades del precursor Sir Walter Raleigh. Una de ellas, cuenta que su ama de llaves, al verlo fumar, le arrojó una jarra de cerveza que estaba a punto de servirle, mientras gritaba: “¡fuego! ¡fuego!”. La reiteración de esta situación con otros personajes conocidos, hace dudar de la veracidad de la escena. 41
Otro relato del ingenio de Raleigh es el siguiente: cuando la reina lo observó abstraído, fumando, y le inquirió por tal situación, le respondió que se hallaba calculando el peso del humo que emergía de su pipa. Ante la risa de la soberana le aseguró que lo averiguaría exactamente. ¿Qué hizo entonces? Pesó el contenido en tabaco de una pipa que después fumó. A continuación, hizo otro tanto con las cenizas: la diferencia entre ambos establecería el peso del humo. Apuesta de por medio, Isabel aceptó la derrota y acotó: “He oído hablar muchas veces de disipadores que convierten su dinero en humo, pero esta es la primera vez que veo convertir el humo en dinero”. La moda del tabaquismo siguió in crescendo. Aparecieron locales especiales para la venta del tabaco en sus múltiples formas, con vendedores entrenados y toda clase de utensilios ad hoc. Se completaba un cuadro comercial que, siglos después, sería el horror. No obstante, también en esos años, existían los que vislumbraban los peligros o rechazaban las molestias que causaba el vicio. El Para Urbano VIII (1), pese a que en las iglesias se permitía fumar “publicó un edicto en contra en 1642, dando como única razón el hecho de que el ruido causado por los encendedores a pedernal molestaba durante la misa”. Asimismo, con la intención de poner límites al clero en esta práctica, amenazó con la excomunión a quien “permita abuso tan repugnante en lugares próximos a la diócesis y sus anexos”. Uno de estos visionarios, fue Jacobo I, rey de Escocia y posteriormente de Gran Bretaña, sucesor de la reina Isabel y adversario declarado del tabaquismo. Su campaña no surtió efecto: luchaba contra una adicción. De nada sirvió el argumento de
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que era España –archienemiga de Inglaterra– quien mantenía las riendas del comercio del tabaco en su reino y, decidido a combatir su uso, en 1619, prohibió el cultivo del tabaco en su reino, aun cuando declaró, teniendo en cuenta los ingentes fardos de tabaco que se introducían desde Virginia, que su comercialización era un monopolio real. Esta proclama resultó sumamente beneficiosa para Inglaterra y, tanto es así, que Carlos I –su sucesor– la prorrogó, extendiéndola a toda Escocia y gravando el tabaco con un fuerte impuesto.
Jacobo I Rey de Inglaterra, cuadro atribuido a Pablo Van Samer
No es posible desconocer los méritos de Jacobo I en lo que respecta a su afán de poner límites al tabaquismo. En 1604, se publicó un escrito que formulaba una pregunta, simple y contundente: ¿El tabaco era beneficioso o
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perjudicial para el hombre? Se postularon diversas consideraciones y Jacobo I, interviniendo personalmente, combatió duramente el hábito del tabaquismo en un escrito que tituló “A counterblaste to tobacco”, en el cual condena el vicio de fumar y niega las propiedades farmacológicas que se le atribuían al vegetal. Mamlock (2) hace un análisis de este trabajo y transmite la opinión de Jacobo I, quien asegura que “el tabaco no posee virtud curativa alguna; es más, algunas personas habrían sucumbido por haber fumado esta hierba extranjera”. “La costumbre de fumar procede de los bárbaros y únicamente ha podido difundirse por su novedad. Aun cuando el tabaco fuera un remedio, no debería emplearse estando sano, pues el uso de cualquier medicina sin existir enfermedad, tiene que redundar en perjuicios. Si hasta la fecha los médicos han abrigado siempre la convicción de que no existe remedio alguno que convenga a todas las partes del cuerpo, en cambio ahora los defensores del tabaco afirman que el humo penetra simultáneamente en las cavidades más anfractuosas del cerebro y que su acción se insinúa en el poder mágico de su virtud curativa hasta en los últimos dedos de los pies, que el tabaco alivia la fiebre, reconforta, tonifica, reanima al embriagado, proporciona sueño, suprime el insomnio y agudiza el espíritu”. Jacobo I analiza finalmente todos los daños que el tabaquismo ocasiona: perjudica al cerebro y es peligroso para el pulmón, repugna al olfato y es una costumbre horrorosa para la vista del prójimo. Es categórico cuando expresa: “su negro y apestador (sic) tufo no puede compararse más quecon el horrible humo estigioso del fondo del infierno”.
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Otros autores siguieron las críticas del rey. Su escrito había causado sensación pero no logró ningún efecto sobre los fumadores. De todas maneras, el monarca no abandonó el intento y en 1605, dispuso que el tema del tabaco se discutiera públicamente en la Universidad de Oxford. La pregunta era simple y contundente: ¿El tabaco era beneficioso o perjudicial para el hombre? Se postularon diversas consideraciones y Jacobo I intervino personalmente y combatió duramente el hábito del tabaquismo. De la libertad de expresión que otorgaba el monarca, habla el hecho de que un tal Dr. Cheynell subió a la tribuna con una pipa encendida en su mano y trató de convencer a la audiencia de los poderes curativos y favorables del tabaco. Tampoco logró la adhesión de los concurrentes que declararon, como corolario, que el beber agua de tabaco acortaba la vida del fumador y podía ocasionarle ceguera, sordera o debilitamiento general. Moreno Echavarría (3) menciona una vivencia recogida de un poeta y navegante, Pierre Grignon quien dijo que: “en 1525 –mucho antes que Jean Nicot– encontró en Bretaña a un viejo marinero que llenó una pipa de tabaco, la encendió y comenzó a echar humo por la boca y la nariz; esto, a Grignon, lo dejó estupefacto. El viejo marinero le dijo que había aprendido a fumar de los marinos portugueses, asegurándole que eso aclaraba las ideas y proporcionaba pensamientos alegres”. En el resto de los países europeos, el tabaco seguía consiguiendo adeptos. En Holanda, lo introdujeron los estudiantes, los marineros y los soldados ingleses; en Alemania, también la soldadesca incrementó su uso; en Suecia, fueron las tropas de Gustavo Augusto que permitieron su entrada, mientras que en Austria y
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Hungría, se encargaron las de Tilly y Wallenstein. Adolfo Occo (1524-1606), médico municipal de Augsburgo, fue quien en 1565 remitió unas hojas de tabaco a Conrado Gessner (1516-1565), su renombrado colega de Zurich, para que las catalogara; aparentemente ignoraba de qué vegetal se trataba. Gessner, temerario, masticó las hojas pero tuvo que escupirlas por su desagradable sabor y por una crisis vertiginosa que le provocaron. También, a falta de animal de laboratorio, dio a probarlas a su mascota: al perro le ocasionaron vómitos. Gessner no se desanimó pero fue más cauto. A través de unas ilustraciones que le proporcionó Benedicto Martí (1505-1574), sabio residente en Berna, pudo identificar las hojas que le enviara Occo, con el vegetal que en Francia se conocía como la Nicotiana. En las primeras décadas del siglo XVII, el tabaco fue fumado y empleado como rapé en Suiza. Años después, una orden de moralidad fustigó la costumbre de “beber” tabaco que habían adoptado ambos sexos y comenzaron las prohibiciones oficiales, que cayeron en saco roto. El tabaquismo seguía su implacable marcha allende Europa. Por su parte, las autoridades de Rusia, Turquía y Japón, prohibieron la adicción, y más aun, persiguieron cruelmente a los fumadores. Se cuenta que en los dos países citados en primer término, se dispusieron medidas rigurosas contra el tabaquismo. Una de ellas, penaba con la sección de la nariz a quien fuera sorprendido fumando. El uso de la pipa, solo era penada con unos azotes (4). El sultán Murad IV, que gobernó entre 1623 y 1640, ejecutó a un buen número de fumadores y, como era obvio para tal personaje, confiscó sus bienes.
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Tampoco esta medida fue exitosa. Muchos adictos comenzaron a utilizar rapé, costumbre no reprimida. En Rusia, la ulterior oposición del clero al tabaquismo se vio contrarrestada por la adicción del Zar Pedro el Grande (1682-1725), fumador del tipo que hoy llamaríamos “empedernido”. El Shah de Persia decretó pena de muerte para todos los fumadores, tal como lo había hecho –en 1640– el último emperador de la dinastía Ming en China. Los siglos posteriores asistirán a la consolidación del vicio de fumar y a la desaparición de las prohibiciones estatales. En Alemania, por ejemplo, Federico el Grande (1740-1786), admirador de todo lo que proviniera de Francia, introduce el tabaquismo en la corte y obsequia costosas tabaqueras. La corte no le va en zaga: Federico I, que reina entre 1701 y 1713, fundó el Tabac Collegium, especie de club privado donde se fumaba de rigurosa etiqueta. Esta costumbre se relajaría con su sucesor, Federico Guillermo (17131740), quien le imprimió al club un carácter más mundano. Los cambios que imponía la moda se fueron sucediendo y en el siglo XVIII, en Europa, el rapé y la pipa serían suplantados por el cigarro. Dice BühlerOppenheim (5), que en ese tiempo existían diversas variedades para placer de los adictos; habanos legítimos o fuertes, habanos suaves o enteros, cigarros Kanaster, medio habanos y ordinarios (americanos, españoles y Virginia), cigarros de Posen o de paja, provistos de una boquilla de cañón de pluma, paja o caña. En el siglo XIX, comenzó el auge del cigarrillo –puesto de moda, se cree, en la guerra de Crimea– que aun
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en el siglo XX mantendría supremacía sobre el cigarro y la pipa. Las propagandas que aparecen en las revistas de Buenos Aires a principios del Siglo XX, tales como Caras y Caretas y PBT , son casi exclusivamente referidas al cigarrillo. Un artículo publicado en el suplemento “Futuro” del diario Página 12 (6) pone sobre el tapete una evidencia respecto de la antigüedad de la existencia de nicotina y su uso: “Se ha comprobado que los habitantes del Nilo desde el inicio de los tiempos sabían esnifar coca, liar porro y fumar largos sin filtro [...] Tales revelaciones fueron dadas a conocer por la Universidad de Munich, cuyo equipo de arqueología y científico encontró, gracias a sofisticados análisis químicos, restos de cocaína, hashish y nicotina en los cabellos, huesos y otros restos pertenecientes a nueve notables que vivieron entre los años 1070 y 395 antes de Cristo”. En ese mismo artículo, la directora del Instituto de Historia del Mundo Antiguo, de la Universidad de Pisa, Edda Bresciani, pone en duda (actitud que compartimos dada la posible contaminación ambiental) este hallazgo y comentó: “Hacer estudios de una momia en un laboratorio cerrado –ha explicado la científica– puede llegar a ser un trabajo muy deprimente... y tal vez una esnifada o un porrito hayan ayudado un poco a hacer más placentera la labor”. En este caso los autores utilizan –casi alegremente– el neologismo “snifar” (respetamos el estilo) por la palabra adecuada, que sería aspirar. Asimismo, se barajan hipótesis acerca de viajes de egipcios o fenicios en América Latina, que habitualmente marginan en la ciencia-ficción. La historia de los tiempos remotos de la humanidad, aún sigue siendo fuente de especulaciones de
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todo tipo pero, al margen de ello, la incógnita está planteada. Las viejas civilizaciones emprendieron su lucha contra el tabaquismo. No obstante, en el Nuevo Mundo tuvo sus estrategias: Alexis de Tocqueville decía que el Código de Connecticut de 1650 castigaba la holazanería, la embriaguez y prohibía el uso del tabaco. BIBLIOGRAFÍA: 1. Leoplán, Nº 94 (o.cit.). 2. Mamlock G, “El tabaco en la medicina”, Actas Ciba, Nº 3/4: 52-60, Buenos Aires, marzo-abril de 1949. 3. Moreno Echavarría José María, “Vida y aventuras del tabaco”, Historia y Vida Nº 68, pp 56-76, España, noviembre de 1973. 4. “La historia del tabaco”, Caras y Caretas, Nº 650, Buenos Aires, 18 de marzo de 1911. 5. Bühler-Oppenheim, “Datos históricos sobre el tabaco”, Actas Ciba (o.cit.) 6. Kupchik C, “Nilo, droga y nicotina”, Página 12, Buenos Aires, 26 de setiembre de 1992.
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Interior de una “Tabalgia” holandesa del siglo XVII. Grabado en cobre de la obra de Johann van Beberwyck (1594-1647) Alle de wercken zo in the medicyne aix chirurgie, aparecida en 1660 en Ámsterdam
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LAS HIERBAS “MALDITAS” DE AMÉRICA Pocos grupos lingüístico-culturales escaparon a una inveterada costumbre: el uso de estimulantes –de mayor o menor intensidad– que propiciaban, con sus efectos, coraje durante las luchas tribales, saciaban el hambre, despertaban sensaciones alucinógenas durante las ceremonias religiosas, muchas de ellas destinadas a paliar una sequía o lograr el beneficio de cosechas pródigas. El alcohol, el opio y la marihuana, eran conocidas por los europeos mucho antes del arribo de Colón a las nuevas tierras por él descubiertas. América fue pródiga en el aporte de las llamadas, con posterioridad, drogas malditas. El intercambio cultural, donde tuvieron importancia fundamental la fauna y la flora de ambos lugares, generó una suerte de “venganza” por los atropellos de los conquistadores: de estas tierras partieron la nicotina, la cocaína, la mescalina, entre otras. Escohotado (1) dice: “En el capítulo de las drogas visionarias, el Nuevo Mundo es una fuente inagotada. Si las dividimos en dos grandes líneas –una afín con la mescalina (con su anillo bencénico) y otra afín con la LSD 25 (con su anillo indólico)– veremos que ambos tipos están generosamente representados a nivel botánico […] En Mesoamérica la primera droga de esta familia que llamó poderosamente la atención fue el teonanácatl (en lengua náhuatl: <seta maravillosa>), nombre que abarca varias especies de hongos psilocibios”. Prosigue este autor mencionando las semillas de 51
dos plantas trepadoras (para los indígenas ololiuhqui), el peyote, el polvo de cohoba (cuyo principio activo es la dimetiltriptamina), la coca, la yerba mate (prohibida por Orden Real hasta principios del siglo XVII), el guaraná (Paulinia cupana) y, finalmente, el tabaco.
Demonio con vaso y calabaza de cal para el uso de la coca (cultura Chimu).
Pardal (2) intenta una clasificación de los numerosos fármacos estimulantes que proporcionan los vegetales. Comienza por los cafeicos, donde estudia la yerba mate, el chocolate y el guaraná; luego continúa con la coca y el peyote con su alcaloide, la mescalina; prosigue con una liana que produce estados oníricos, el ayahuasca, caapí o yajé; más adelante, lo hace con las daturas y otras 52
solanáceas, donde se ocupa del chamico (Datura ferox), cuyo cocimiento da lugar a la escopolamina y, en menor proporción, a la hioscina y a la atropina; y finaliza con las piptadenias, cuyo polvo, el de sus semillas, junto con el tabaco, fueron las primeras conocidas por Colón como alucinógenos de los indoamericanos. A esta última familia pertenecía la cohoba. El mismo Pané vio como la fumaban o aspiraraban en forma de polvo color canela, y pudo apreciar los violentos efectos que causaba en los humanos. También de este tipo eran el curupá de los omaguas y los guaraníes. Pese a toda esta variedad de sustancias que, evidentemente, diferían en sus propiedades y capacidad de adicción, fue la coca y su alcaloide, la cocaína –por la importancia que adquirió en el siglo XX– las más difundidas de las drogas americanas, junto con el tabaco. Este auge se incrementó en la segunda mitad del siglo mencionado, porque en 1946, Bühler (3) expresaba que la coca “no ha alcanzado nunca la importancia universal que tiene, por ejemplo, el tabaco, y su propagación ha quedado limitada esencialmente a América del Sud”. Hoy sabemos que no es así. Se registran aproximadamente diez especies de cocas capaces de suministrar diversos alcaloides, de los que la cocaína es la más importante. La variedad más usual es el Erythroxylon coca Lamarck y, según se desprende de las crónicas, fue cultivada desde tiempo antiquísimo. Fue Joseph de Jussie (1704-1779) quien llevó este vegetal a Europa. Sin embargo, los suelos feraces y el clima caluroso de América del Sur han sido y siguen siendo, el complemento adecuado para su cultivo. “Las primeras noticias españolas acerca de la
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coca revelan ya que esta planta desempeñaba un papel importantísimo en muchas poblaciones indias de América del Sur como artículo de disfrute y medicamento, así como en las costumbres sociales y ceremonias religiosas de las más diversas clases” (4). El “coquismo” utilizado por los aborígenes, es decir la costumbre de mascar hojas de coca, fue y es un hábito que muchos investigadores supusieron tenía el objetivo primordial de disminuir, además de los efectos del hambre, tales como el dolor epigástrico, y a esta misma, también el agotamiento. Para Romano (5) esta apreciación “ha pasado totalmente de moda. Como hace notar finalmente Burchard, los campesinos de los Andes clasifican a la coca como un medicamento, no como un sustituto de la alimentación [...] si el uso cotidiano de la coca puede ser considerado como un procedimiento médico del que los aborígenes hacen uso sin tener una conciencia científica, existen numerosos casos en que las hojas de coca son empleadas conscientemente como medicamento. Esto ocurre desde los tiempos más remotos: casos de dolores de dientes, de estómago, reumatismo, luxaciones o diarreas, heridas; y la modalidad puede ser tanto infusiones como cataplasmas o polvo. En suma, las hojas de coca están en el corazón de una medicina popular en un mundo donde la ‘medicina/ medicina’ es casi inexistente, y constituyen todavía hoy uno de los puntales de la salud pública”. El Padre Pedro de Montenegro, en la recopilación de datos sobre plantas medicinales de fines del siglo XVIII, bautizada posteriormente por Trelles como Materia Médica Misionera, no menciona la coca, demostrando la proyección andina –en el sur del continente– de este cultivo. No obstante, volviendo a reflexionar sobre si el
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cocaísmo (es decir, la masticación de las hojas de coca asociada con sustancias alcalinas, como la cal viva o las cenizas para extraer sus alcaloides) fue considerado un problema médico o un hábito tendiente a paliar el hambre, nos inclinamos por la opinión de Pardal: “Por lo común, el indio no usa las drogas para aumentar el placer o para olvidar preocupaciones, sino con un concepto o fin místico”. Este concepto nada tiene que ver con la cocainomanía actual, donde sus efectos adictivos y la destrucción de la personalidad del individuo consumidor, constituyen un flagelo que aún los médicos y las autoridades estatales no han podido frenar. El empleo de la cocaína, superados los 400 años del acercamiento del hombre europeo a las Américas, ha constituido –como hemos expresado– una forma sutil, perversa, de contramoneda de la brutal conquista de estas tierras por parte de los extranjeros. La cocaína produce dependencia psicológica y todavía se discute si también física. Mientras los indígenas sudamericanos utilizaron la masticación de las hojas de coca, los adictos fuman la pasta de coca, aspiran por la nariz (esnifado) el polvo de cocaína, se inyectan en forma intravenosa el clorhidrato de cocaína, o bien fuman, en una “pipa de agua”, el crack (cocaína disuelta en agua destilada con el agregado de bicarbonato de sodio). La cocaína produce complicaciones psiquiátricas (dentro de las neurológicas, convulsiones) y en el orden general, cardiopulmonares. Otro de los tóxicos paradigmáticos que acompaña al tabaco y es de origen americano, es la mescalina. Este alcaloide se obtiene del peyote (Echinocactus o Anhalonium lewinii). “En las regiones montañosas
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de México, algunos indios descendientes de las razas precolombinas han conservado el culto de un cactus, el <Peyote>, que según ellos, ha sido traído por un dios a la Tierra, para permitir que sus hijos se comuniquen con él. El <Peyote>, es un pequeño cactus desprovisto de espinas que crece espontáneamente en las zonas áridas y estribaciones rocosas de las zonas septentrional y central de México. “Conocido desde hace muchos siglos por los indígenas, no ha sido estudiado a fondo en Europa hasta principios del siglo XIX. No obstante, los antiguos autores de la época colonial española, como P. de Sahagún, Hernández, conde de Gálvez, Nicolás de León, etc., lo conocían bien, aun cuando sus estudios acerca de ella (se refiere a la mescalina) tuvieron más bien un carácter botánico y folclórico. En cuanto al estudio de las propiedades fisiológicas del <Peyote> y de los alcaloides que contiene, principalmente la mescalina, fue Lewin el primero que en 1888 logró aislarlos; posteriormente Hefter y Cauder ampliaron considerablemente sus conocimientos químicos acerca de estos alcaloides. Como punto de partida de estos estudios deben considerarse, sin embargo, los trabajos emprendidos después de la conquista de México y que datan de 1591”(6). Los indígenas consumían pequeños trocitos del cactus desecado, de sabor amargo, con mala tolerancia gástrica, que ingerido en grandes dosis, provocaba una excitación subconciente con alucinaciones visuales en forma de esotéricas imágenes coloreadas, como pudo apreciar un médico de la Universidad John Hopkins, llamado Cairnes. La borrachera que produce el peyote, en las ceremonias rituales de los indígenas mejicanos, duraba toda una noche, en medio de danzas frenéticas, productos de
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la excitación mescalínica. En la actualidad, la mescalina está clasificada como un alucinógeno (también denominado psicodisléptico, psicomimético o psicodélico) del grupo de las feniletilaminas, con efectos sobre los procesos mentales de sensopercepción, el pensamiento y la afectividad. Al mismo grupo de los alucinógenos (entre las indolalquilaminas) se encuentra la dietilamina del ácido lisérgico (LSD), cuyos importantes efectos sobre la conducta humana han trascendido del cuerpo médico a los mass-media. La mescalina produce dependencia psicológica y un curioso fenómeno denominado flashback, que consiste en una repetición breve, recurrente, de dicha dependencia, luego de un consumo anterior causante de trastornos mentales agudos. Este efecto fue a menudo aprovechado por la industria cinematográfica. El uso crónico de mescalina puede producir psicosis esquizofrenoide. BIBLIOGRAFÍA: 1. Escohotado A, Las drogas, de los orígenes a la prohibición, Alianza, España, 1994. 2. Pardal R, Medicina aborigen americana, José Anasi, Buenos Aires, Sin fecha. 3. Bühler A, “Acerca del cultivo y utilización de la planta de coca”, Actas Ciba, 4: 83-90, Buenos Aires, 1946. 4. Bühler A, “La coca entre los indios de América del Sur”, Actas Ciba, 4: 91-106, Buenos Aires, 1946. 5. Romano R, “Historia, coca y cocaína”, Todo es Historia, Nº 176, pp. 8-20, Buenos Aires, enero de 1982. 6. “Orígenes e historia de la mescalina”, Actas Ciba. 8: 245-251, Buenos Aires, agosto de 1935.
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EL TABACO Y SUS GLUCÓSIDOS (Estudios químicos y biológicos) El tabaco, o mejor dicho, sus hojas desecadas para preparar cigarrillos o polvo, es el producto de gran número de variedades de la Nicotiana tabacum. Luego del procedimiento del “curado” de estas hojas, mientras el agua representa el 18 % de su peso, hallamos entre un 75 y un 89 % de materia seca o ceniza y un 11 a un 25 % de sustancias inorgánicas. Uno de los alcaloides contenido en las hojas de tabaco, nos referimos a la nicotina, es el mayor tóxico de los conocidos en la naturaleza. No lo es por calidad sino por cantidad. La adicción que provoca ha llevado al hombre a su producción masiva. Calculando una cantidad media de 2 % de nicotina pura en las hojas de tabaco, a mediados del siglo XX, su cantidad alcanzaba a las 40 000 toneladas. Esta impresionante cifra se deduce de la elaboración de hojas de tabaco. En esta misma época se obtenían de 50 a 100 toneladas de quinina, que era la droga que ocupaba el segundo lugar en producción. Conocidas las propiedades adictivas del tabaco, la atención de los químicos se concentró en la posibilidad de posibilidad de aislar sus alcaloides. En 1809, un profesor de química de la Facultad de Medicina de París, el francés Luis Nicolás Vauquelín (1763-1829), publicó un trabajo sobre las sustancias contenidas en las hojas del tabaco. Veinte años después, Carlos Ludwig Reimann y Guillermo Enrique
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Posselt, de la Universidad de Heidelberg, Alemania, dieron a luz su trabajo en latín De Nicotiana respectu ad chemian et physiologian habito, donde se ocupan del aislamiento de la nicotina. Poco tiempo después, con las investigaciones de Carlos Huber, Hugo Weidel, Ricardo Laiblin, Federico Blau y Adolfo Pinner se pudo hallar la constitución química de la nicotina (C H N ) 10 14 2 (1).
Del lilbro Enemigos de la humanidad (Dr. Jorge Thomason) Prólogo del Dr. Ángel H. Roffo. Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, 10 de octubre de 1949
El producto de desintegración más importante de la nicotina es el ácido nicotínico (ácido piridín-betacarboxílico), que constituye la vitamina antipelagrosa. Otros alcaloides propios de la hoja de tabaco son: la pirina, la anabasina y la N-metilpirrolina. La mayor preocupación para el fumador es el humo del tabaco. El 92 % de éste es un aerosol, un pequeño 60
brasero, producto de la combustión incompleta de sus hojas secas. El humo que se desprende tiene cerca de 2.000 tipos diversos de gases y vapores. El 8 % que resta de la combustión comprende partículas y gotas dispersas. Cada cigarrillo produce alrededor de 500 mg. de humo. La industria tabacalera se encargó de hacer múltiples combinaciones para diversificar el tipo de tabaco. De esto resulta que la composición del humo de la combustión es, por demás, variable. Otros elementos que alteran esta composición son: la longitud de los cigarrillos, el papel que envuelve el tabaco y la presencia –o no– de filtro. En este último tiempo, las campañas contra el tabaquismo hicieron que la industria tratara de disminuir la cantidad de nicotina y, especialmente, un producto residual desde largo tiempo inculpado como cancerígeno: el alquitrán. El tabaco para pipa y cigarros es más irritante y más alcalino, por lo cual el fumador tiende, porque lo sabe, a inhalarlo en menor proporción. Quien inhala el humo de un solo cigarrillo absorbe 2 mg. de nicotina y entre 10 y 28 mg. de alquitrán. Se las considera sustancias carcinogénicas o coadyuvantes para ello, teniendo en cuenta los hidrocarburos aromáticos, el benzopireno, el benzoantraceno, el fenol, el indol, el cresol, el carbazol, ciertos metales y las nitrosaminas, irritan las mucosas de las vías aéreas superior e inferior, así como el monóxido de carbono, el óxido de nitrógeno, el amonio, el acetaldehído y la acroleína. BIBLIOGRAFÍA: 1. Schlittler E: “Las sustancias contenidas en las hojas de tabaco”. Buenos Aires, Actas Ciba. 12: 415-427,1939.
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Leoplån N° 48 (11 de noviembre de 1935).
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Correo de la Unesco (mayo 1970).
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EL TABACO COMO MEDICINA (Primera receta médica del tabaco) Las virtudes que los habitantes de la América precolombina le atribuían al tabaco favorecieron su triunfal entrada en el continente europeo. Jean Nicot –mencionado anteriormente– se encargó de fomentar su fama. Sin embargo, también los médicos –no todos– fueron partidarios del uso medicinal de este vegetal. El médico y agrónomo Jean Liébault, publicó en París, en 1570, la obra de otro médico francés: Charles Etienne, titulada L’agriculture et maison rustique, en la cual gloria las virtudes del tabaco afirmando que cura heridas antiguas, úlceras cancerosas, sarnas intratables, chancros y toda clase de afecciones. Libro que alcanzó una gran difusión, ya que entre otras propuestas medicinales de los vegetales, da a conocer la primera receta médica donde uno de sus componentes es el tabaco: “Una libra de sus hojas frescas (es de suponer que se lo cultivaba con cierta facilidad) mezcladas con 3 onzas de cera fresca, 3 de resina y 3 de aceite común, puestas a fuego hasta la completa integración de todos sus ingredientes; luego se agregarán 3 onzas de trementina de Venecia y se filtrará con un paño” Este es un ungüento para tratar las heridas. En otras ocasiones, las hojas frescas del tabaco se machacaban en mortero y se colocaban directamente sobre la herida. También en París, dos años más tarde, Jacques Gohory (1520-1576) dio a luz “Introduction sur l’herbe
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Petum, ditte en France l’herbe de la Reyne on Medicèe”, donde se mencionaban espectaculares curaciones producidas por el tabaco. Gohory rietera los males que, según Etienne, curaba el tabaco, y le agrega otros atribuidos al pueblo francés: heridas, úlceras supuradas y entorsis. El mismo autor señala las formas farmacéuticas apropiadas: hojas verdes machacadas, tisanas destiladas, cocimientos con manteca de cerdo o grasa de las que se extrae un ungüento, aceite de tabaco y una sal del mismo vegetal. No obstante, fue el español Nicolás Monardes (14931588) (1), médico y naturalista, quien cimentó la fama del tabaco y su correspondiente adicción aupando sus presuntos poderes curativos. En 1571, en Sevilla, publicó la Segunda parte del libro de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven al uso de la medicina, basamento de sus argumentos terapéuticos en lo que se refiere al uso masivo del tabaco como medicina entre los aborígenes, y la explicación del porqué todos los botánicos europeos cultivaban tabaco en sus jardines. Se contabilizaron 36 afecciones y síntomas curados por el tabaco, entre los cuales se destacaban: la gota, el asma, las cefaleas, la tos, el dolor de estómago, los cálculos renales, el meteorismo, el reumatismo, los vómitos, el dolor de muelas, etc. Como se puede apreciar, una mezcolanza de síntomas y enfermedades diversas. La información, cuando es manejada con tanta irresponsabilidad (o tal vez con tanta falta de rigor científico, por otra parte, común en la época), cuando ya se conocían los efectos dañinos del tabaquismo, nos acerca a uno de los precursores del charlatanismo médico. Lamentablemente, la
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difusión de estas perniciosas afirmaciones –reveladas por la categoría de Monardes– cosechó múltiples adeptos. Monardes, con una actitud prelógica, en un momento en que los charlatanes y embaucadores invadían las plazas de toda Europa con sus menjurjes, aconsejó la forma terapéutica adecuada según el caso: el jarabe de tabaco y su humo aspirado, para la bronquitis; una hoja del vegetal aplicado sobre la zona umbilical, en los dolores del parto; lavativas con su infusión en el estreñimiento... El libro de Monardes fue rápidamente traducido a varias lenguas: latín, italiano, francés e inglés, con lo cual se aseguró una amplia difusión. También ayudaban los curanderos para que las “propiedades curativas” del tabaco lograran la acogida general. En 1583, Gilles Everaerts publicó en Amberes su De herba Panacea, quam alii petum aut nicotianam vocant, una pequeña enciclopedia con todas las experiencias médicas que se conocían sobre el tabaco. El holandés indicaba este despropósito terapéutico: el tabaco también curaba la tuberculosis, la sífilis y la epilepsia.
Wihelm Heinrich Posselt (1806-1877)
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Dos años después, el italiano Castore Durante (Roma, 1583) refrendaba estos hechos. Reflexiones similares vertían José de Acosta (Sevilla, 1590) en su Historia natural y moral de las Indias; Anthony Chute (Londres, 1595) con un libro publicado anónimamente y, finalmente, John Gerard (Londres, 1597), en su Herball, or General Histoire of Plantes. No es ajena a la evolución de la medicina esta suerte de idealización de una terapéutica o de una doctrina filosófica, sobre las curaciones de las enfermedades humanas. Aún persisten, y son harto conocidas, ciertas doctrinas terapéuticas que nunca tuvieron sustento científico y medicaciones que jamás pudieron reproducir sus virtudes curativas, ni en el laboratorio, ni en enfermos similares. Basan su capacidad curativa en el denominado “efecto placebo”, es decir, la acción beneficiosa que sobre los síntomas ejerce una sustancia –conocida anteriormente como inerte–, con una acción exclusivamente psicosomática, como hubiéramos dicho unos años atrás. Este efecto rondaría en un 30 % del total de una cohorte estudiada y, habitualmente, no está en consonancia con la edad, sexo, ni estado social del material humano estudiado. Como contrapartida, en un 10 % de estos, la consecuencia del uso de una medicación de esas características (denominada con el neologismo nocevo), es mala. El tabaco contó –además de sus efectos adictivos– con el beneplácito general que señalamos y así fue llamado: herba sancta, herba panacea, herba prioris, herbe du Grand-Prior (ambas por el Prior mencionado anteriormente) herbe Catherinaire, herbe Medicèe (ambas por Catalina de Médicis), hierba milagrosa. En las boticas se la conocía como: Nicotiana maior, Tabacum maius (sus sinónimos Symphytum
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indicum y Sana sanila), Tabacum petum, Nicotiana minor, Nicotiana media, herba nicotiana vera, herba tabaco, Cineres tabaco, Syrupus nicotianae, Acqua nicotinae... Los poderes medicamentosos del tabaco se verían todavía más favorecidos en el siglo XVII. Los europeos se hallaban encantados con sus propiedades. Resulta extraño que, con el paso del tiempo, tanto las buenas experiencias repetidas, así como los fracasos, no hayan mellado la fama del nefasto tabaco. Alguien estaba haciendo un brillante negocio con este y, consciente o inconscientemente, muchos contribuyeron generosamente a acrecentarlo. Tal es el caso de un médico de Bremen, Johann Neander quien, en 1622, editó en Leiden, Holanda, el libro más completo en cuanto a las experiencias médicas realizadas con el tabaco: Tabacología: hocest, tabaci, seu nicotinae descriptio médicocheirurgico-pharmaceutica. Neander prescindió de la adicción: el tabaco servía solamente para curar; con su colirio –por ejemplo– mejoraban todas las enfermedades oculares y los ciegos recobraban la vista. Entre las opiniones de los médicos que el texto reproduce, no podemos omitir, por su importancia, la de Guillermo Van Meer, conocido médico de Delft, quien denuesta el humo y menciona la posibilidad de que éste penetrara en el cerebro (luego se conocería que, aunque no lo hace, en forma lenta endurece las arterias cerebrales). Sin embargo, le atribuye propiedades curativas empleado en forma de rapé y en individuos de constitución vigorosa. A mediados de ese mismo siglo, un profesor de medicina de Pavía, Jean-Chrysostome Magnen publicó Exercitationes de tabaco, donde amplió la lista de afecciones sensibles a su uso. Thomas Bartholinus,
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el célebre anatomista dinamarqués –en esa misma época–, recomendaba las enemas de tabaco en su libro Historiarum anatomicarum rariorum centuria, y lo hacía apasionadamente.
Johann Neander (1596-1630)
Con el tiempo, surgirían otros pretendidos usos similares a diversas sustancias inoperantes, tales como que poseía propiedades desinfectantes (en esa época se desconocía la teoría microbiana y evidentemente que lo consignado por esos autores debió ser algo así como desodorante), sin revestir ningún peligro, y le atribuyeron esas propiedades. Guillermo Kemp, en su obra A brief Treatise of the Nature, causes, Science, Preservation from, and Cure of the Perstilence (Londres, 1665) y el médico holandés Ysbrand Van Diemerbroeck en su De peste (Arnhem, 1646); éste último relata que sus experiencias tuvieron efecto durante la epidemia de peste que asolara a Holanda en 1636.
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Es posible que estos relatos inspiraran al anónimo autor que en la revista PBT (2) en la sección “Lo que dice el médico”, comentó: “Está probado que el tabaco contiene principios activos que lo hacen microbicida: experimentos de Salkemberg, Rasinari y otros, lo aseguran, con la parrticularidad de que, valiéndose de vapores o infusiones de la planta en cuestión, han logrado contener la virulencia de algunos microbios: según ellos, el bacilo en vírgula, el colerígeno, muere en cinco minutos sobre los dientes de cualquier fumador [...] Pichollier, y con este sabio muchos, han sacado partido de estos datos para aconsejar que se fume durante toda epidemia”. BIBLIOGRAFÍA: 1. Krenger W, “La medicina en España durante el Siglo de Oro”, Actas Ciba 12: 415-427, Buenos Aires, 1939. 2. “Lo que dice el médico”, PBT, Nº 95, Buenos Aires, julio 14 de 1946.
Del libro del Dr. Thomason: Enemigos de la humanidad
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SUS EFECTOS NOCIVOS No todas las opiniones fueron laudatorias para el tabaco, tal como la enconada oposición a este por parte de Jacobo I de Inglaterra. Otro escrito anónimo, Work for Chinney-Sweepers; or A Warning for Tobacconists, también aparecido en ese país tres años antes de la publicación del monarca, atacaba la costumbre del tabaquismo, afirmando que era preferible ser ahorcado por una soga inglesa que ser envenenado con tabaco indio. Simón Paulli, que precedió a Bartholinus en la Cátedra de Anatomía de la Universidad de Copenhaguen, publicó su libro Commentarius de abusu tabaci (Estrasburgo, 1665), donde se pronuncia contra la “bárbara y sucia medicina americana” y adhiere a la opinión de los que la bautizaron con el nombre de hierba insana o herba rixosa. La crítica era feroz y justificada de acuerdo con los antecedentes obraban en la época, y es así como el profesor de anatomía, Thomas Theodor Kerckring, en su obra Spicilegium anatomicum (Ámsterdam, 1670), dijo que en la autopsia de los fumadores, halló una tráquea atascada de hollìn como de estufa, los pulmones secos, friables, y la impresión que producía era como si hubieran sido pasto del fuego. Además, la boca, con su lengua ennegrecida, exhalaba un olor fétido. Francisco Redi (1) había publicado sus experiencias con inyecciones intravenosas en 1671, y demostrado
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en sus estudios con animales, que algunas gotas de esencia de tabaco producían una rápida muerte. Estos datos, así como los anteriores, constituian un alerta para los investigadores, quienes debieron profundizar sus estudios sobre el tema. Las controversias, las idas y venidas, seguirían teniendo al tabaco y su uso como protagonista. A inicios del siglo XVIII, el eminente médico Friedrich Hoffmann, en su libro Medicina rationalis systemica (Halle, 1718-1740) seguía defendiéndolo como terapéutica válida. Con el correr del tiempo, los gobiernos comprobarían que el cultivo del tabaco, y su posterior comercialización, eran una enorme fuente de divisas. Ya lo había comprobado rápidamente Raleigh con sus plantaciones en Virginia. El Río de la Plata no estaría ausente en la puja. Dice Yomai (2) “Hacia 1779 quedó establecido el estanco del tabaco, sistema por el cual la Real Renta de Tabacos compraba las cosechas a los cosechadores matriculados y se encargaba de elaborarlo y venderlo; la administración de este organismo estaba en San Miguel de Tucumán” (2). “Con el objeto de promover y estimular la fabricación de cigarros y cigarrillos, en 1780, el industrial y ganadero Francisco Medina, fue enviado al Brasil para contratar maestros portugueses para la fábrica de tabacos de Paraguay”. “También se fabricaban en Buenos Aires productos tabacales según la práctica adoptada en Nueva España. Los registros de 1801, acreditan que en los establecimientos de Buenos Aires se empleaba el tabaco en hoja (del Paraguay, de La Habana), tabaco negro del Brasil, polvillo colorado y blanco de Sevilla, polvillo cheiro portugués, polvo de somonte y tabaco rapé francés”. “Cuando se usaba un nuevo tipo de tabaco, la
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Real Renta distribuía muestras en el Virreinato para auscultar el gusto de los consumidores, al estilo de un marketing actual”. A través de los tiempos, es posible comprobar que muchas veces se ha priorizado el interés económico sobre la salud de la población. Si obviamos el aspecto comercial, las virtudes curativas del tabaco han sido totalmente descartadas (aunque más adelante tendremos oportunidad de comprobar que no es tanto así). En la actualidad, solamente se mencionan sus nefastas propiedades sobre la salud humana. Es como si la América indígena se hubiera vengado del mundo colonizador, que le hiciera conocer la tuberculosis, el sarampión, la viruela y, fundamentalmente, la esclavitud, el oprobio, el hambre... La lista completa de quienes se ocuparon de los daños que produce el tabaquismo al fumador, y los que, pasivamente, en su cercanía, aspiran el humo que produce la combustión incompleta de las hojas de este, sería interminable. Simultáneamente, por parte de las autoridades comunales o nacionales, son innumerables las historias de las prohibiciones del uso del tabaco. Algunas, de extrema gravedad, hablan claramente de que, desde mucho tiempo atrás, se habían apreciado sus nocivas acciones para el organismo humano. Lo más evidente para el observador es la clásica “borrachera” tabáquica que caracteriza los inicios del fumador: vértigos, cefalea, diplopia, vómitos e inestabilidad. Luego aparecerá el temblor y la tos con catarro que demuestran la bronquitis crónica que acompañará al fumador por el resto de su vida. Sin embargo, el tabaco ocultaría las noxas2 que solo 2
Noxa: Cualquier agente o influencia nociva. 75
en el siglo pasado fueron reveladas: la arteriosclerosis (sobre todo de los vasos coronarios) y el cáncer (en especial de pulmón, aunque puede afectar a otros órganos).
Si se siente capaz de dejar de fumar, recuerde por lo menos, que el último tercio de su cigarrillo es el más peligroso 1 - Cuando se fuma un cigarrillo, las primeras chupadas son relativamente inocuas, ya que el tabaco y el filtro absorben en su mayor parte el alquitrán y la nicotina. 2 - Pero, pronto, la nicotina y los demás productos químicos empiezan a provocar la irritación de los delicados conductos pulmonares, obligándolos a segregar una flema o humor viscoso. La mezcla de alquitrán y de flema termina obstruyendo y deteriorando los pulmones. 3 - Cuando el cigarrillo se está terminando, el humo aspirado están tan colmado de nicotina y demás productos químicos que recubre las paredes de los pulmones de alquitrán líquido, causando mayor irritación y provocando la secreción de más flema que los dos primer4os tercios de cigarrillo juntos. El Correo de la UNESCO (mayo de 1970)
La medicina trató –pese a la precariedad de los métodos de observación y de manejo estadístico en los comienzos– de señalar los peligros que entrañaba el tabaquismo. En 1881, extraída de la Gazette Medicale de L’Algerie, se publicó en la Revista Médico Quirúrgica (3) una nota explicativa respecto
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de la acción del tabaco sobre los órganos genitales en las obreras de la industria tabacalera. En esta se decía que los grandes fumadores se resisten a los remedios heroicos y son “poco susceptibles a la acción de los medicamentos”. Se exponen tres casos de observación clínica. El primero de ellos se ocupa de un joven robusto, con buenos antecedentes de salud e higiene –según se consigna en la época-, que presentó “debilidad genésica que culminó en impotencia”. Abandonó la fábrica y se recuperó. En el segundo caso, la observación es sobre una obrera que, en dos partos, tuvo dos niños muertos y “apenas formados”, destacando que “había vestigios de nicotina en el líquido amniótico”. En el tercer caso se relata el episodio de una obrera que tuvo cinco partos en 11 años de casada y, en todas las circunstancias, perdió a las criaturas a los pocos días de nacidos. “Más de la mitad de sus amigas se encuentran en el mismo caso”, agrega el artículo. Interrogados los operarios, se pudo comprobar: un 45 % de abortos o de partos prematuros entre las trabajadoras; 15 % de niños fallecidos horas o días después del nacimiento (esta cifra descendía al 10 % cuando eran amamantados por sus madres); 18 % de mujeres estériles. La lectura de esta nota médica muestra la ausencia de un método estadístico o de asegurar la ausencia de otros factores (como por ejemplo la mala alimentación o el prolongado horario de trabajo), además del humo del tabaco, que pudiera haber actuado en estos casos. No obstante, deja como corolario la aversión que desde entonces provocaba en los médicos el hábito del tabaquismo. Un problema que tuvo a mal traer a los obreros de esta industria fue el “calambre de los cigarrilleros”.
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En los Anales del Círculo Médico Argentino, del 1º de junio de 1884, el Dr. I. Torino (4) hace hincapié en los trastornos físicos que sufren los armadores de cigarrillos. Según sus cálculos, un obrero hábil puede fabricar 300 cigarrillos por día, lo que traducido en actividad física, implica 900 movimientos diarios. En nueve años, esta cifra asciende a 2 470 500 veces. Finalmente, vaticina que de seguir creciendo el consumo aumentará considerablemente este mal. Vehemencia en algunos casos entre los detractores, concupiscencia en la mayoría de los casos, muchos médicos referían sus efectos nocivos, sobre todo en el sistema nervioso. Sin embargo, nada de esto hacía mellar el comercio del tabaco, en permanente ascenso. En 1897, el diario La Nación (5) dio a conocer la estadística oficial del consumo de tabaco durante el primer trimestre de ese año: “Tabaco en bruto para elaborar, 1 796 224 893 kg. Cigarros del país elaborados, 36 507 848; expendidos, 36 338 893. Cigarrillos elaborados, 33 933 692 paquetes; expendidos, 32 384 602. Hebra, picadura y rapé empaquetados, 1 037 530 360 kg; 1 033 102 000 expendidos”. Nuestra población, en ese entonces, era escasa. Pierre Bonnier (1861-1918), otorrinolaringólogo que obtuviera gran éxito con su obra La defense organique et les centres nerveux, estaba al tanto de las consecuencias abortivas de que eran víctimas las cigarreras debido a la irritación continua de la pituitaria, por lo que se preguntó “si las minúsculas cauterizaciones de la mucosa nasal, que él efectuaba a un tiempo como sondaje fisiológico bulbar y, por otra parte, como método terapéutico, podrían ser inconvenientes en caso de embarazo”. Aspirar el humo de un vegetal en ignición, parece haber sido una práctica farmacológica
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habitual. Más curioso que el uso farmacológico del tabaco fue el de la marihuana. Diosques (6) hace referencia a una publicidad aparecida en Tucumán a fines del siglo XIX sobre la acción curativa de los cigarros indios de Cannavis indica, que dice así: “Todos los específicos hasta el día para aliviar el asma y las afecciones de las vías respiratorias tienen por base sustancias tóxicas que dejan una gran pesadez sobre el cerebro, y cuya influencia sobre la inteligencia y la salud en general es sumamente perniciosa. las propiedades del principio activo del cáñamo de Bengalo (sic) que contienen nuestros cigarrillos, son tan admirables que apenas se han aspirado algunas bocanadas de su humo se nota mayor facilidad de respiración y menos ahogos; en una palabra, un alivio tan completo como rápido e inofensivo, pues nuestros cigarrillos no contienen principio tóxico alguno. Son pues estos cigarrillos el único medio seguro y que puede recomendarse con toda confianza contra el asma, los catarros nerviosos, las laringitis y en general contra todas las enfermedades de las vías respiratorias”. Este aviso, que aupaba un producto señalado como inofensivo por sus anunciantes sería, en el futuro lejano, una de las grandes paradojas de la propaganda médica o seudomedicinal. Por otra parte, claramente estaba dándole partida de nacimiento al porro. La sospecha sobre los efectos nefastos del tabaquismo, no se hizo esperar. Diversas publicaciones dedicadas al público en general lo atestiguan en los detalles más insospechados. En 1917, el semanario porteño Caras y Caretas (7), en una sección denominada Consultorio, en la cual se contestaban todas las
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PBT Nยบ 385 (13 de abril de 1912)
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preguntas de los lectores sobre Artes, Ciencias, Historia, Geografía, Curiosidades, etc., un lector, el señor J. Ulrich, de Tandil, provincia de Buenos Aires, solicitó “un procedimiento sencillo para extraer la nicotina del tabaco, no importando que quede después más flojo”. El erudito a cargo de la sección, respondió: “Se han imaginado distintos medios para quitar al tabaco sus principios tóxicos, y a este objeto se han propuesto baños con agua oxigenada y amoníaco, pero en ello el tabaco pierde su aroma y por esto se prefiere hacer pasar el humo a través de un algodón impregnado de sustancias que se apoderen de la parte nociva del tabaco, y el doctor Thams asegura que el percloruro de hierro da buen resultado”. “Ante todo, por medio de la soda, se pone la nicotina en libertad de sus combinaciones y después se deja el tabaco al descubierto en un local aireado, hasta que haya perdido toda su nicotina. “Según Frenkel y otros autores, el veneno incluido en el tabaco no se reduce a la nicotina, porque muchos tabacos pobres en ella son más perjudiciales que otros que la contienen en gran proporción. Por regla general, los tabacos que arden con mayor facilidad son los menos nocivos. “Según la opinión general de los higienistas, el fumar tabaco arreglado con salitre en el nargileh (pipa turca de agua) es mucho más inofensivo que cualquier forma de fumar. Menos favorable desde el punto de vista higiénico es fumar cigarros, puesto que en este caso todos los productos de la combustión pasan por las vías respiratorias. Los cigarrillos deben ser considerados como más perjudiciales, puesto que el humo del papel que arde al mismo tiempo que el tabaco irrita los ojos y seca la boca, y a la misma causa se atribuye una acción nociva sobre el corazón.
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“Para obtener tabaco exento de nicotina, y tabaco que tenga de esta una proporción reducida, Mc. Joh (sic) Leckamp, de Bremen, hace macerar las hojas de tabaco en una solución de peróxido de hidrógeno, al que añade amoníaco u otro líquido alcalino hasta que la nicotina esté oxidada completamente o en la proporción que se la desee, en oxinicotina y ácido nicotínico; se lava y se hace secar. “Otro procedimiento es el de M. Gerold, de Halle, que ha encontrado el medio de neutralizar los principios nocivos del tabaco sin quitarle el sabor tan apreciado por los fumadores. He aquí el procedimiento: frótanse las hojas con una solución de ácido tánico, que fija los alcaloides, de modo que la nicotina y las esencias contenidas en la planta, tales como la nicocianina, etc., quedan neutralizadas y son inofensivas. Para reforzar su sabor, algo estropeado por el tanino, se sumerge el tabaco en una decocción de orégano”. Una pregunta que no se hizo a quien correspondía es: ¿Fumará el adicto cigarrillos sin nicotina? A medida que transcurrió el tiempo y las observaciones médicas, se comprobó que el incremento del cáncer de pulmón (con mayor exactitud, el carcinoma broncógeno) era, entre los fumadores, en términos reales, de una magnitud sorprendente. En la década del 80, del siglo pasado, la mujer que padecía menor incidencia del cáncer en esta localización y estaba afectada fundamentalmente por el del aparato genital, vio ascender –y sobrepasar– al del pulmón entre las fumadoras. Alrededor de 1920, fue incrementándose en la mujer el hábito del tabaquismo, tal vez en forma inadvertida por las adictas, presumiblemente por la propaganda de la industria cinematográfica norteamericana.
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Una vez triturado el tabaco se lo colocarรก en la cazoleta de la parte superior del narguile.
Ante la imposibilidad de compartir un cigarrillo en ronda de amigos, se piensa en el popular Narguile turco, que es una manera de fumar que puede compartirse sin grave riesgo para el presupuesto personal.
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Es harto sabido que muchos adolescentes consumen marihuana (primer paso a la adicción a otras drogas o al tabaco) y que nada ayuda a combatir su uso cuando no está prescripto por un profesional médico. Contribuyen a agravar la situación algunos artículos publicados en los medios, que pueden ser leídos por quienes no están preparados para comprender el alcance de estos o, en su defecto, apropiarse de los párrafos que sustenten su adicción. El adicto que se aferra a cualquier elemento que pueda justificar su actitud y su criterio, al analizar una noticia, carece de objetividad. Las informaciones, cuando no son debidamente tamizadas, pueden fomentar el vicio. El Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos (8) concluyó: “una dieta rica en vitamina E, contenida en nueces y granos integrales, puede reducir en un 20 % el riesgo de cáncer en los fumadores”. Continuando con las noticias que consideramos no conviene difundir, leemos que fumar disminuye el riesgo de contraer Alzheimer (9). Por último, dos periodistas norteamericanos que se destacaron por su lucha antitabáquica, en un artículo publicado en abril de 1958 (ocho años después del trabajo de Bradford y Hill) escribieron lo siguiente: “Para los fumadores normales, los cigarrillos con poca nicotina y las buenas boquillas con filtro sí ofrecen ventajas (10). El Correo de la Unesco (11) en un número dedicado íntegramente a combatir el vicio de fumar, decía: “El hombre que acostumbra a fumar veinte o más cigarrillos diarios a partir de los veinte años, vivirá por término medio cinco años menos que el no fumador de la misma edad”. El costo sanitario actual en el mundo es de 200.000
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billones de dólares (12). El cigarrillo también afecta la estructura ósea debilitándola al disminuir el contenido mineral y perjudicando la nutrición. Según la doctora Mabel Bianco (13): “En las últimas dos décadas, la prevalencia del uso del tabaco en las mujeres aumentó más que en los hombres [...] La publicidad del tabaco dirigida a las mujeres siempre tiene mensajes asociados con la emancipación, el éxito social, profesional, personal y sexual. Estas estrategias son muy efectivas y deben ser especialmente combatidas en los programas del control del tabaquismo en la mujer”. Ya en 1671 se criticaba el acto de fumar en las mujeres, aunque no por razones sanitarias. Liselotte Von der Pfalz, escribía en ese año: “Las mujeres son seres bien despreciables por su manera de vestir y de beber y, sobre todo, por su costumbre de tomar rapé, apestando a tabaco” (14). La literatura médica ha dejado precedentes con relación a la mujer que fuma, en The Lancet, en el año 1849, y en un artículo en el que hacía referencia al continuo aumento de las fumadores, en 1895 el British Medical Journal comunicaba: “lo que más furor hacía entre las ´emancipadas´ era el fumar hojas de té” (15). La literatura de ficción no se quedó atrás, el poeta inglés, Rudyard Kipling dijo: “Una mujer es solamente una mujer, pero un buen puro es otra cosa (16). Para la noxa señalada, había otros factores en danza. En algunas oportunidades que, por razones espúreas, fueron magnificados. Una de ellas era la creciente contaminación atmosférica ocasionada por la industria en general y por el llamado parque automotor en particular.
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La contaminación atmosférica originada por el bióxido de azufre y las partículas suspendidas por la quemazón de los combustibles fósiles, actúan favoreciendo las enfermedades broncopulmonares en el hombre; El mismo efecto produce el tabaco. Un antiguo trabajo efectuado por el Royal College of Physicians de Gran Bretaña, demostró que una enfermedad broncopulmonar crónica muy frecuente como es la bronquitis, se eleva del 19,7 % en los varones que nunca han fumado, al 87,7 % en los que consumen dos paquetes de cigarrillos diarios. Cuanto más profundamente inhalaban el humo, más afectados estaban. Un dato del último tiempo señala que las personas expuestas a dosis elevadas de la radiación natural producida por el radón –que emerge del suelo como producto de la desintegración atómica del uranio–como en el caso de los mineros o los que habitan en regiones rocosas, tiene una incidencia mayor de cáncer de pulmón cuando son fumadores (17, 18). Aunque la índole fisicoquímica de la contaminación atmosférica y la del humo del tabaco es similar, ya que ambos contienen una mezcla de gases irritantes y oxidantes, así como de partículas formes* de naturaleza compleja, la concentración de éstas en el humo del cigarrillo es ampliamente mayor a pesar de que en el contaminante de algunos productos (bióxido de nitrógeno, bióxido de azufre, ozono, etc.) se encuentran en concentraciones mayores. El siguiente es un dato intranquilizador para los fumadores activos y pasivos: “La concentración de material forme en el humo de cigarrillos es aproximadamente 100 millones de veces mayor que la de la peor contaminación atmosférica conocida” (19).
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El avance de la tecnología y la investigación básica ha permitido estudios mucho más profundos que impulsaron a los investigadores a afirmar categóricamente: “fumar tabaco es, simplemente, el más importante factor de riesgo para el cáncer de pulmón”. Debido a la abundante literatura que todos los días inunda diarios y revistas, sería redundante referirnos a la acción nociva del tabaco sobre el aparato cardiovascular. BIBLIOGRAFÍA: 1. Pérgola L y Pérgola F, Médicos italianos hasta el siglo XIX, Buenos Aires, Edimed, 1990. 2. Yomai R: Humo, “Un delicioso producto final”, Todo es Historia, 124: 2430, Buenos Aires, septiembre de 1977. 3. “Acción del tabaco sobre los órganos genitales” (experiencia realizada en una fábrica de tabaco), Revista Médico Quirúrgica, 18 (Nº 7): 148, Buenos Aires, 8 de julio de 1881. 4. Torino I, “Calambre de los cigarrilleros”, Anales del Círculo Médico Argentino, Tomo 7, Nº 10, pp 573-576, Buenos Aires, 1º de junio de 1884. 5. “Humo”, La Nación, Buenos Aires, 13 de agosto de 1897. 6. Diosques Ll, “La publicidad en el arte de curar a fines del siglo XIX en Tucumán”, Jornadas de Historia de la Farmacia Argentina Rosario, Santa Fe, 1973. 7. Caras y Caretas, Año XX, Nº 983, Buenos Aires, 4 de agosto de 1917. 8. “Un estudio del Instituto Nacional del Cáncer...”, La Nación, Buenos Aires, 20 de octubre de 1999. 9. Begley S, “Recuerdos que se hacen humo”, La Nación, Buenos Aires, 3 de septiembre de 1997. 10. Mattox Miller L y Monahan J, “La nicotina: enigma del fumador”, Selecciones del Reader´s Digest, Nº 209, Buenos Aires, abril de 1958. 11. Godber Sir G, “Lo que cuesta el paquete de cigarrillos CINCO AÑOS DE VIDA” Correo de la Unesco, p p . 1 0 - 1 5 , Buenos Aires, abril de 1970.
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12. Seitz MG, “El tabaco cuesta 200 000 millones en salud”, La Nación, Buenos Aires, 31 de mayo de 1995. 13. SAR, “Las mujeres han pagado un precio muy alto al luchar por la igualdad”, La Nación, Buenos Aires, 10 de julio de 2000. 14. Moreno Echavarría José María, “Vida y aventuras del tabaco”, Historia y Vida, Nº 68, Barcelona, España 1973. 15. Pipa, “¡Cómo se fuma!”, Leoplán (o.cit.) 16. Moreno Echavarría José María (o.cit.) 17. Yi Xhu Z, Blot WJ, Clao H-P, Wu A, Feng Y-P, Stone BJ, Sun J, Ershow AG, Henderson BE and Fraument JF, “Smoking air pollution, and the high rates of lung cancer in Shenyand, China”. Journal of the National Cancer Institute, 81 (Nº23): 1800-1806, Dec 6, 1989. 18. Steenland K, “Age specific interactions between smoking and radon among United States uranium miners”, Occup. Enrivon, Med.51 (Nº 3): 192-194, Mar 1994. 19. Green GM: “Mecanismos de defensa p u l m o n a r , e n enfermedades crónicas respiratorias. Clínicas Médicas Norteamericanas”. México: Ed. Interamericana. Mayo 1973.
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EL TABACO EN BUENOS AIRES EN EL SIGLO XIX Los primeros intentos de estudio de mercado (marketing, tal cual lo manifestamos cuando nos referimos a los efectos nocivos del tabaco, quedaron reflejados en la actitud de la Real Renta, al distribuir muestras en el Virreinato con el objeto de auscultar el gusto de los consumidores. Esta conducta comercial, insinuaba los principios que sustentarían las grandes campañas propagandísticas que cobrarían fuerza inusitada en el siglo siguiente. En los comienzos del periodismo en el Río de la Plata, el Telégrafo Mercantil del 18 de abril de 1801(1) aporta datos sobre la actividad comercial en este rubro: “Tabaco en oja á 2 ps. arr. De pito á 11 rs.” (sic). Respecto a la cantidad recolectada: “Desde el día 9 al 19 que principió la recolección de Tabacos quedaban acopiadas 70 400 arrs. La mayor parte de Oja” (sic). Las personas vinculadas al negocio del tabaco, respondiendo a una conducta habitual de la época, también comerciaban seres humanos. Un aviso evidencia esa conducta: “En casa del Contador de Tabacos se vende una Mulata de 15 a 20 años de edad, que sabe coser y bordar acribáo en 350 ps.”. Como contrapartida de lo anterior, en el ejemplar del 26 de agosto de 1801, un comerciante aconseja a su hijo: “El exercicio del Comercio tiene por base la buena fe, procura conservarte en él con pureza y honradez”. 89
¿Actuaron con pureza y honradez quienes estaban al tanto del daño que hace el tabaco? En un principio, no eran muchas las tabaquerías existentes en Buenos Aires. Consultando el Almanaque político y de comercio de la ciudad de Buenos Aires para el año de 1826, redactado por J. J. M. Blondell en 1825 (2), entre la lista de comerciantes de diversas áreas, nos encontramos con el rubro: MercaderesMarchands-Tobacconists. De tabaco. De tabacs, que incluye a quienes se dedicaban a su comercialización. La siguiente es una transcripción literal: Bienbenido, Pantaleón (Plata 56) Brasi, José (Plata 138) María, José (Victoria 24) Martínez, Manuel (Corrientes 141) Oromi, José (Potosí 151) De acuerdo con esta información, nuestra ciudad contaba con cinco comerciantes en tabaco. Curiosamente, una cantidad similar a la de librerías. Como se pudo comprobar con posterioridad, la cultura quedaría notablemente rezagada no solo en el terreno económico sino, también, en materia de difusión. Quien dedica un jugoso capítulo a las cigarrerías y las cigarreras, es José Antonio Wilde, en su libro Buenos Aires, desde 70 años atrás que comprende el período 1810-1880 (3). Según nos informa, las cigarrerías continuaban siendo escasas en Buenos Aires, hasta mucho después de 1850. No ocurría lo mismo en Montevideo, ciudad donde existían “con profusión en 1842”. Los cigarros se expendían antiguamente en almacenes y pulperías, así como en los negocios en los cuales se vendía tabaco en
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forma de cigarrillos. Los almaceneros contaban con un “picador de tabaco”. Otro dato interesante lo brinda Wilde cuando describe la fabricación de cigarrillos y su comercialización: “Este ramo de la industria estaba, puede decirse, exclusivamente en manos de la mujer, y muchas familias pobres se sostenían bien con solo la fabricación de cigarros de hoja. Toda la familia, o la mayor parte de ella, por lo menos, tenía participación en la operación de abrir tabaco y separar la tripa de la hoja; una de las más prolijas se ocupaba de remojar, luego abrir y apilar hoja sobre hoja, las que más tarde se empleaban para la capa externa o envoltura del cigarro; la niña, o las niñas eran las fabricantes”. Una costumbre de los negros, fumar (...) “chamico (Datura Stramonium) que ellos llamaban Pango; bien pronto sentían su efecto estupefaciente: dormitaban, contemplando, sin duda, visiones de la madre patria, olvidando, por algunos instantes, su triste situación”. “Para los esclavos o la gente pobre, en el siglo XVIII –a fines y principios del XIX– no era tan accesible el consumo de tabaco, ya que no disponían fácilmente de “1½ real para comprar media libra o juntarse dos o tres para obtenerlo”. Para la Real Hacienda, representaban un serio problema los que fabricaban en sus casas y vendían (...) “cigarros de todas clases y muchos, entre ellos soldados, se dedicaban a este negocio clandestino”. Las autoridades intentaron eliminar esta fabricación clandestina denominada “las polillas del erario”, porque causaba un serio perjudicio a la economía (4). Las negras lavaban la ropa a orillas del río y era común verlas (...) “provistas de un pito o cachimbo (pipa de fumar, ordinaria y tosca que usan particularmente los negros viejos)”. Pero no solo las
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negras fumaban Wilde se pregunta: “¿Fumaban las señoras en aquellos tiempos? No se ruboricen ni se enojen nuestras bellas lectoras... Sí; ¡y mucho! En la clase baja era sin recato; veíanse mujeres fumando con toda desenvoltura en las puertas de calle. En la clase media se empleaba siempre algún disimulo, pero no era raro sorprender a la señora de la casa y aun a sus amigas, sentadas en el patio, en una tarde de verano, medio encubiertas por alguna frondosa planta, con un enorme cigarro, que trataban de ocultar a la entrada súbita o inesperada de algún inoportuno, quien aparentaba no haberlo notado, a pesar de estar ellas envueltas en una densa nube de humo. Las de más alta jerarquía lo hacían con todas las precauciones del caso. En otras provincias, el hábito de fumar estaba mucho más arraigado en la mujer y se fumaba con menos reserva. Aún no se ha extinguido por completo en la nuestra, aunque es ya mucho más raro”. Después de 1950, esta situación se revirtió por completo y a fines de siglo la mujer se ha equiparado al hombre en el consumo de cigarrillos, superándolo en muchos casos según la región del planeta. Continúa Wilde: “El cigarro que se usa es el de hoja, de tabaco paraguayo, correntino, etc., y hecho en el país”. Los comerciantes, prontamente aprendieron la lección y comenzaron a participar en forma masiva de un negocio, cuyo principal objetivo era utilizar las debilidades humanas en provecho propio. Los diarios y posteriormente las revistas, no se mantuvieron al margen de una actividad que prometía ingentes beneficios. Comenzó entonces, la profusión de avisos recomendando tal o cual marca y los publicistas se las ingeniaron para estimular el consumo de cigarrillos.
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Los fabricantes utilizaron todos los medios disponibles para promocionar sus productos. Como ejemplo, transcribimos tres avisos aparecidos en La Nación, en los años 1898 y 1899. “Avisos - “La Popular” fabrica los mejores cigarrillos, vende más barato y pone premios de relojes y cadenas en todos los artículos de su fabricación. Desarmar las marquillas y paquetes para encontrar las suertes” (12/8/1898). “Avisos - “La mejor lotería - Cigarrillos Tómbola con premios en todos los atados, 10 centavos (17/8/1898). “Aviso - ¡Buena noticia! La cigarrería de Londres regala todos los sábados un ejemplar de CARAS Y CARETAS, a todo comprador de dos atados de cigarrillos TELEFONO O PIERROT. Revísense los paquetes para ver si tienen vales por suscripción á domicilio. Florida esq. Rivadavia y Buen Orden 413. En venta en todas partes (16/10/1899)”. Pero, es en el siglo XX donde la publicidad adquiere un papel protagónico en la difusión de las ventajas que otorga el tener un cigarrillo entre los labios; imagen de éxito y bienestar. BIBLIOGRAFÍA: 1. Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo, del Río de la Plata, Junta de Historia y Numismática Americana, Buenos Aires, 1914. 2. Blondel Juan José María, Almanaque Político y de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires para el año de 1826, Buenos Aires, Ediciones La Flor, 1968. 3. Wilde José Antonio, Buenos Aires desde 70 años atrás, Buenos Aires, Eudeba, 1960. 4. Arias Divito Juan Carlos, “Auge y decadencia de la renta del tabaco en Buenos Aires”, Nuestra Historia, Nº 22, Buenos Aires 1978.
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Pastillas Bonald
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PBT, N° 77 (10 de marzo de 1906)
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VIDA COTIDIANA, COSTUMBRES, HÁBITOS (SIGLOS XIX Y XX) El fin del siglo XIX y la iniciación del XX, preferentemente el período que transcurre entre los años 1880 y 1950, estuvo teñido por la impronta de la inmigración. La enorme cantidad de hombres, mujeres y niños desplazados que llegaron a nuestras costas en esa época, fue calificada como “aluvión inmigratorio” por quienes historiaron el arribo del nutrido contingente de extranjeros, la integración al medio no fue nada fácil.
Caricatura de una revista londinense del siglo XX, El viajero. “¡Revisor, en este departamento va una persona que no fuma!”. El hábito de fumar ya empezaba a convertirse en una obligación social.
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Ni lo ocurrentes y graciosos sainetes de Vaccarezza –donde se mezclaban en un pastiche lingüístico, el turco y el ruso con el gallego y el tano–, lograron calmar los ánimos de los habitantes autóctonos que temerosos, como les ocurre a todas las etnias, vieron en los inmigrantes a posibles competidores que podían quitarle trabajo y vivienda. A todo esto, los viajeros tenían que soportar dos penurias: el viaje en tercera clase, generalmente caracterizado por el hacinamiento, y el Hotel de Inmigrantes. Aunque la propaganda sobre los cigarrillos estaba presente en los periódicos y en las escasas revistas que se imprimían en nuestro país, el acceso a estas estaba vedado al recién llegado. En primer lugar, por las dificultades idiomáticas; en el segundo, por las económicas. Sin embargo, esto no sería un obstáculo para las tabacaleras, que implementaron lo necesario para difundir masivamente sus productos. La vida cotidiana estaba impregnada de un fuerte protagonismo masculino. La mujer no solamente ocupaba el recoleto ámbito familiar como madre, esposa, hermana o novia, sino que en muchos casos era desestimada. Esto se puede apreciar cabalmente en muchas letras de tangos en las que, al margen de ensalzar los afectos que hemos mencionado, (Betinotti rompe el juego con ¡Pobre mi madre querida!), nos encontramos con temas como la “lora”, la mujer adúltera y la pobre obrerita acosada por la miseria y el patrón. La masculinidad era tan fuerte que toda referencia –aun marginal e inocente–, de la poca virilidad, era muy tenida en cuenta. El “mariquita” era discriminado y entre los inmigrantes. Por ejemplo, el padre yugoeslavo no llevaba en brazos a sus hijos, porque podía ser tachado de afeminado.
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Esa masculinidad estaba firmemente diferenciada en las clases sociales. Surgieron así, en los arrabales de la ciudad, los compadritos con sus clásicos atuendos oscuros, el lengue, el pelo estirado –al principio con grasa y luego con gomina–, las polainas, los negros bigotes (casi siempre tenían este color) y lógicamente, el “pucho” en la mano. Aunque la mujer también fumó (mucho menos en esa época), siempre lo hizo a escondidas. En una adolescencia que en esa época terminaba mucho antes que en la actualidad, el joven fumaba para reafirmar su identidad genital. Fuera de las incursiones traviesas de la zarzaparrilla en la pubertad, pronto harían irrupción los cigarrillos baratos (Barrilete, La tecla, Condal, etc.). ¿Cómo, vos no fumás? era un sonsonete al cual el hijo del “tano” verdulero o del “gallego” almacenero les costaba resistirse. El cigarrillo actuaba doblemente: como parte de la integración étnica y como medio de reforzar la identidad sexual.
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Una sociedad es heterogénea por las distintas categorías sociales y culturales. La nuestra lo era doblemente por su misma heterogeneidad de conformación. Grupos caracterizados por distintos idiomas, religiones, costumbres y color de piel (1), se amalgamaron y todavía hoy (realidad no superada y expuesta a críticas) no han conformado una verdadera y única identidad. En nuestro extenso territorio, preferentemente en el litoral –en las cercanías con Paraguay y en las provincias cercanas al Chaco Boreal–, la mujer posiblemente haya fumado sin advertir que de esa forma tergiversaba su condición genital. Se mantenía vigente la costumbre indígena heredada de sus antepasados caribeños, aquellos que Colón había conocido trasladándose “con un tizón en la mano”; hombres y mujeres fumando. Cuando observamos en la publicidad de inicios del siglo XX, sobre todo en Caras y Caretas y PBT, niños fumando, es probable que la intención de los publicistas era estimular en la franja infantil que comprendía la clase media en ese momento, la reafirmación de la masculinidad. El “lumpen”, en el caso de Buenos Aires, ciudad donde los códigos eran más simples, visibles a la vista, en la misma calle, en la moderna agora porteña donde los compadritos bailaban el tango entre ellos, al compás del organito. Además de fumar, bailaban. El vicio del cigarrillo, la pendencia, la estampa varonil, formaban parte de una cultura exhibicionista y desafiante. ¿A quién o a quienes desafiaban? A todo aquello que pusiera en evidencia su condición de marginado social que ellos simbolizaban en quienes poseían dinero o cultura, y también desafiaban a la misma suerte que los había condenado a una vida perra. En la actualidad, con
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otras formas de expresión, sucede lo mismo. En esa época, la vida cotidiana de las clases sociales bajas se desenvolvía entre el trabajo manual, especialmente en la construcción, en pleno auge en las ciudades, y en simples diversiones amenizadas por los organitos o, con posterioridad, por la presencia de los “tanos” meridionales que tocaban “la verdulera”. Expresiones típicas de la época eran el brasero para la cocina, la fiambrera para proteger de las moscas la carne “abombada” o la barra de hielo para el verano.
El cigarrillo era infaltable en todo momento y ocasión.
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En las clases pudientes el tabaco (también subsistente en forma de rapé que todavía se usaba), era el compañero fiel de las lecturas y las tertulias en las que solían escucharse comentarios políticos. Participaban de estas reuniones aquellas mujeres que se consideraban “liberadas” y que a menudo, con mayor o menor fortuna, incursionaban en la literatura o las artes plásticas; el resto de ellas se mantenía al margen e incluso repudiando esas actitudes de sus congéneres. También en las clases altas de la sociedad el cigarrillo era una expresión de masculinidad. El padre fumador consideraba que su hijo había alcanzado la mayoría de edad cuando le permitía hacerlo en su presencia. Esto ocurría casi siempre después de haber cumplido los veinte años de edad. Acordamos con Míguez (2) cuando dijo: “La inmigración no es un proceso independiente. Va asociada a la proliferación de centros urbanos –tanto el crecimiento de la gran urbe porteña como una red de ciudades intermedias y centros menores–, a la diversificación económica, a la movilidad social. “Comienza a surgir así una clase media en la que se tienden a fusionar los nuevos sectores sociales en ascenso y los sectores marginales de la vieja élite que tratan, no siempre con éxito, de frenar allí su vertiginosa caída, como se refleja en la literatura de la época. Personaje típico del teatro de Florencio Sánchez y Gregorio de Laferrère, de la novela de José María Miró (conocido como Julián Martel) o de Caras y Caretas es la ‘familia bien’ criolla que trata sin éxito de preservar su situación social y su honra”. Todos los sectores mencionados fueron atraidos por el tabaquismo.
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BIBLIOGRAFÍA: 1. Ras N, “Criollismo y modernidad”, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Buenos Aires, 1999. 2. Míguez Eduardo J, Historia de la vida privada en la Argentina, la Argentina plural, Tomo II, Buenos Aires, Taurus, 1999.
Los italianos e Buenos Aires
El arribo de nutridos contingentes de inmigrantes italianos influyó vivamente en la personalidad del porteño quien adoptó definitivos rasgos de la cultura peninsular.
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DE LA INFORMACIÓN AL NEGOCIO “Publicación” (del lat. publicatio) es hacer pública y notoria por medio de pregón, bando, etc., una noticia. Sus derivados, publicidad, publicar, están vinculados al conjunto de medios que se utilizan para hacer pública esa noticia. El término propaganda, surge de una congregación que se estableciera en Roma y que fuera fundada por Clemente VIII, en 1597, y organizada por Gregorio XV en 1622. Su objeto era la propagación de la fe. A medida que avanzó la civilización, ambas palabras –publicar y propaganda– adquirieron vida propia y, de alguna manera, se distanciaron de su acepción original, convirtiéndose en vehículo de difusión comercial, en especial, la segunda. Las condiciones que rigieron la conducta de los sectores interesados, no siempre pensadas en beneficio de la población, otorgaron, en la mayoría de los casos, razón al notable humorista Quino, cuando expresó: “Para amasar una gran fortuna, es necesario hacer harina a los demás”. Seguramente, quienes promovieron la utilización del tabaco como vehículo de placer, adornándolo con caracteres masculinizantes o destacando virtudes atrayentes para el sexo femenino, dejaron de lado aspectos fundamentales, harto conocidos desde los comienzos de la utilización del tabaco. Son muchas las experiencias médicas que demostraron la nocividad de esta planta. Sin embargo, eso no
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Renacimiento
PBT, N° 58, 28 de octubre de 1905
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constituyó un obstáculo para funcionarios y comerciantes ávidos de lograr una renta importante derivada del consumo del tabaco. Sería un grave error considerar que la necesidad de imponer un producto surgió en siglos recientes. Según Anaut (1), existe un escrito hallado 3000 años atrás en las minas de Tebas, Egipto. En él, se ofrece recompensa para quien informe sobre el paradero de un esclavo, indicando el lugar a donde dirigirse: “La tienda de Hapu, el tejedor, (es aquí donde haría su aparición la primera propaganda) donde se tejen las mas bellas telas al gusto de cada uno”. Este mismo autor hace referencia a los avisos escritos sobre papiros o pergaminos fijados en postes de piedra o madera, que remplazarían al antiguo gritón o voceador (...) “que en Asia Menor se acostumbraba a usar para alabar los productos de los mercaderes que contrataban”. Otra forma de publicidad antigua lo constituía el libellus: “papiro frecuentemente utilizado para las comunicaciones de carácter comercial”, aunque también tenía como fin “denunciar a comerciantes inescrupulosos”. En la Edad Media, los reyes “arrendaban a terceros el usufructo del monopolio a cambio de una participación porcentual en las ganancias”. En la Colonia, símbolos originados en esa época, se pudieron apreciar en las peluquerías o barberías (un cilindro blanco con bandas azules y rojas en espiral) “el rojo representaba las sangrías que, en épocas lejanas, también fueron función inherente al oficio de los barberos” (2). También en la Edad Media surge el concepto de marca utilizada para conocer su origen. La propaganda escrita adquiere mayor importancia con “la galaxia Gutenberg”, así denominada por
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el canadiense Marshall McLuhan, al referirse a la difusión informativa producto del talento del famoso tipógrafo, que permitió una mayor expansión de la gráfica y dio origen a los primeros periódicos. En Alemania (3), aparece el primer diario “Die Frankfurter Oberpostnast Zeitung”, creado por Egenol Eurmel, llamado el “Padre de los periodistas”, en 1615. En Londres, Inglaterra, se publica el “Public Advertiser”, semanario dedicado a anuncios comerciales, donde no se pagaba el espacio, como en la actualidad, sino el precio del producto. Anaut (4), después de mencionar la irrupción de artistas plásticos en la publicidad durante el siglo XIX, se refiere a la charlatanería, especialmente en [...] “los productos falsamente medicinales”. Pese a que en 1911, la Advertising Federation of America establece el primer Código Ético aplicado a la publicidad moderna, denominándolo Truth in advertising (verdad en publicidad), solo en 1937 “la Cámara Internacional de Comercio plantea una declaración de principios en favor de la voluntaria autorregulación publicitaria”. Dichos principios básicos fueron luego revisados en 1973 y establecen lo siguiente: “1) Toda publicidad debe ser legal, decente, honesta y verdadera; 2) Cada anuncio debe ser creado con un sentido de responsabilidad social, y ajustarse a los principios de la competencia leal, como se acepta generalmente en los negocios, y 3) Ningún mensaje debe dañar la confianza del público en la publicidad”. Las dos primeras décadas del siglo XX, fueron testigo de una profusa difusión publicitaria de las bondades del cigarrillo. El ingenio se multiplicó y la lucha por imponer una marca fue despiadada, no vacilando
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El fumador
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en recurrir a cualquier método, por cruel que fuera (la utilización de niños fue una malsana costumbre), con tal de lograr un aumento en las ventas. Los diarios recibieron con agrado los beneficios que reportaba la publicación de avisos de marcas de cigarrillos, pero fueron revistas Caras y Caretas (desde sus inicios en 1899, comenzó a publicar estos avisos), y PBT (surgida en 1903) quienes difundieron las ventajas de fumar. Ambas publicaciones, por sus características –dirigidas a lectores infantiles y adultos–, fueron las que mayor cantidad de propaganda incluyeron en sus páginas. En el caso de PBT, la situación planteada reviste extrema gravedad debido a que la revista, en su tapa, incluye la siguiente leyenda: Semanario infantil ilustrado (para niños de 6 a 80 años). Pese a la ironía, la palabra infantil adquiere relevancia. En los dos casos mencionados, que consideramos paradigmáticos, podemos apreciar el peligro que representa la propaganda cuando no está al servicio del interés público, sino del interés comercial. Las ilustraciones que incluimos en las páginas siguientes, hablan por sí mismas. BIBLIOGRAFÍA: 1. Anaut N, Breve Historia de la Publicidad, Buenos Aires, Claridad, 1990. 2. Bernardo de Quirós FT, La información y el periodismo, Buenos Aires, Eudeba, 1968. 3. Anaut N (o.cit.). 4. Anaut N (o.cit.).
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PBT, N°101, 25 de agosto de 1906
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Leoplån N° 44, 16 de septiembre de 1938
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PBT, N° 101, 25 de agosto de 1906
PBT, N° 101, 25 de agosto de 1906
(Con el atado de Gavilán)
PBT, N° 254, 2 de octubre de 1909
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PBT N° 254 (2/10/1909)
“Cigarrillos VUELTA ABAJO Gran habano, sin palo”. Al pie se leen las siguientes estrofas: Mamita no se enojó Ni me dictó renacuajo Porque toy un home yo Y tamén pote me vió Que fumaba VUELTA ABAJO Caras y Caretas N° 471 (12/10/1907)
Se lee al pie: “Gran surtido de objetos a cambio de los cartoncitos que vann los atados de PARIS, PBT, N° 101 (25/8/1906)
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PBT, N° 117 (9 de febrero de 1907)
Caras y Caretas N° 154 (8 de agosto de 1908)
PBT, N° 157 (16 de noviembre de 1907)
“Cigarrillos VUELTA ABAJO, Especiales con habano sin palo”. Al pie se leen las siguientes estrofas: Fumando Vuelta Abajo este muchacho, Un diente á D., Fidel sacó de cuajo Mas, ¡oh milagro atroz! ¡Oh maravilla! Al mirar que fumaba esa marquilla, Don Fidel exclamó: Gracias chiquillo, Regálame al momento un cigarrillo Y todo lo perdono, que estos males Fumando cigarrillos especiales, De lo que fumas tú de Vuelta Abajo, Se encuentran sin dolor y sin trabajo.
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LAS PRIMERAS INVESTIGACIONES ARGENTINAS: LA PESTE AZUL Las investigaciones acerca de los efectos nocivos del tabaco, iniciadas poco después de la llegada de este vegetal a Europa, nunca se interrumpieron; En nuestro país, muchos fueron los médicos que se encargaron de este trabajo. Un ejemplo paradigmático es un artículo aparecido en 1905 en La Semana Médica, firmado por Panigazzi y Capece (1). Ambos se presentaron como farmacéuticos y estudiantes de medicina y efectuaron su investigación en el laboratorio de Toxicología Experimental de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Los autores colocaron un epígrafe de Laurent que decía: “Es ya un verdadero nicotínico: fumaba, primero, para hacer lo que todo el mundo; hoy, fuma por placer, por necesidad; fumaba por imitación y hoy fuma por sugestión”. En realidad, fumaba por adicción. Luego de una sucinta historia del tabaco, de la sinonimia y de la descripción botánica, se ocuparon de la composición del tabaco, la forma de extraer la nicotina e hicieron algunas disquisiciones curiosas, tales como: “Schlosing ha demostrado la relación que hay entre la cantidad de nicotina y ciertas condiciones de cultivo. Schlosing ha demostrado que disminuyendo la distancia entre una y otra planta, disminuye la cantidad de nicotina. Disminuyendo el número de hojas, aumenta la cantidad de nicotina. Además, influyen la posición de 117
las hojas y el tiempo de crecimiento”. No sabemos si estos datos han sido corroborados. No pasaron por alto, Panigazzi y Capece, las falsificaciones de que es objeto el tabaco: “En los países en que no existe el monopolio. Sus hojas pueden ser sustituídas por las de remolacha, coliflor, achicoria (para rapé), cerezo, berro, tilo, acacia, nogal, girasol, árnica, guindo, cáñamo, rosa acetocela, castaño, melitot, olmo, plátano y hojas de parra”. Años después, será Herrero Ducloux (2), otro argentino, quien se ocupará de las falsificaciones de los tabacos comerciales.
Herrero Ducloux dijo que los químicos bromatólogos se han encargado de desenmascarar cuando se ofrece oropel por oro de ley, ocre por cacao en polvo, aceite de algodón por el de oliva, margarina por manteca, kaolín por harina o jarabe de glucosa por miel o sustitutos del tabaco tales como hojas de otras numerosas plantas.
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Anuario La Razรณn (1930)
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“Pocos productos comerciales –sugiere el autor– superan al tabaco en la variedad de sus falsificaciones, realizadas por sustitución parcial o total de la hoja del mismo con hojas y otros órganos de vegetales diversos y también por adicción de sustancias minerales y orgánicas, destinadas a aumentar su peso, prestarle aroma y sabor particulares, consigue sus condiciones de combustibilidad, disimulan la presencia de planta extraña o manipulaciones prohibidas y aun, dotarlo de propiedades narcóticas”. A la lista de los investigadores anteriores agrega hojas de papa, girasol, ruibarbo y eucalipto. Como podemos observar, los vegetales empleados en la falsificación son de variado tipo. Pero hay más, en Alemania existía una cierta tolerancia para hojas de tusílago, guindo, cerezo y rosal “siendo obligatoria la declaración de la presencia del lúpulo y proscribiéndose el té y las partes desprovistas de nicotina del vegetal genuino”. Todavía existían más ingredientes para el fraude: aserrín de sauco y de caoba, poso de café, polvo de tanino de encina y nuez de agallas y la camonilla. Otro tanto deberíamos agregar como colorantes y aromatizantes. El negocio del tabaco había adquirido tan grandes proporciones que los adulteradores, en su afán de aumentar el peso de los fardos, agregaban arena, ocre y tierra sombra, sulfato ferroso, nitrato potásico, cloruro amónico, sales de sodio y potasio, polvo de turba y negro marfil, cromato de potasio y minio. Muchas de estas sustancias, en forma líquida embebían las hojas y luego de secarlas, incrementaban su peso por las sustancias sólidas. El fumador aspiraba de este modo una mezcolanza infernal que aceleraría la manifiesta nocividad de su adicción. Herrero Ducloux había analizado también los
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diferentes papeles del envoltorio del tabaco picado al que se le atribuyeron distintas propiedades, una de ellas, medicinales: “De otro orden serían los papeles llamados medicinales, cuya acción no puede tomarse en serio, cuando se llaman fortificantes (ferruginosos) o digestivos (con papaína) o pectorales (con alquitrán de Praga), por lo cual no pueden tolerarse en nombre del buen sentido”. El mismo autor nos asombra cuando, a continuación, agrega: “Y merecen en cambio aprobación los que aparecen recubiertos con parafina, corcho u oro en la boquilla, sin excluir los envueltos en pétalos de rosa o impregnados con regaliz, a condición de que estos agregados se hagan en forma higiénica”. No abundaremos en el análisis del trabajo de Herrero Ducloux porque la lista de los vegetales y minerales que se usaron (¿y se usan?) para adulterar el tabaco, no termina en la que hemos expuesto. Por su parte, Panigazzi y Capece dosaron la cantidad de nicotina de los tabacos nacionales, de los que solicitaron muestras a varias fábricas y encontraron, por ejemplo, 0,68 % de nicotina en el tabaco negro, hebra gruesa corriente, o 0,51 % en el de Tucumán. Las experiencias que realizaron con animales poco difirieron de las conocidas: muerte con el corazón en sístole en la rana; vómitos, conclusiones y parálisis en los pichones de paloma o temblores generalizados, contracciones y diarreas, entre otros trastornos en el cerdo. El humo del tabaco fue ensayado en los conejos que tuvieron una respiración acelerada y poco profunda. Es particularmente interesante el ensayo realizado en el hombre con el humo de cigarrillo. Hicieron fumar un cigarro de hoja, de los denominados
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Rivadavia, a un adicto al tabaquismo que se prestó voluntariamente: el Dr. Fernández, Jefe del Servicio de Kinesioterapia del Instituto de Terapia del Hospital de Clínicas. Esta experiencia posteriormente la llevarían a cabo Panigazzi y Capece. Todos manifestaron efectos tóxicos (náuseas, vértigos, malestar general, sudores, etc.) aunque los dos últimos fumaron un cigarro marca Yrigoyen. Ignoramos cuál podría ser la diferencia. Entre varias conclusiones, producto de la bibliografía consultada, ambos autores señalan que “la nicotina, principio activo del tabaco, puede producir envenenamiento pues es el más venenoso de los alcaloides. Solo el ácido cianhídrico y el curare pueden compararse con ella en cuanto a su rapidez y poder de acción”. Todos los efectos nocivos, especialmente sobre el aparato cardiovascular y el sistema nervioso central, son los actualmente conocidos aunque, careciendo de los datos posteriores, Panigazzi y Capece soslayaron el cáncer broncógeno. Otro comentario que no podemos omitir es el del libro Tabaquismo o Peste Azul, del español Serrano Piqueras (3). Es indudable que esta obra está dirigida al gran público, sin embargo, posee 386 citas bibliográficas donde se entremezclan escritores con científicos. El índice del libro es por demás elocuente con respecto a la intención del autor. Destaca los aspectos importantes que, obviamente están destinados a disuadir al adicto: Aspecto médico del tabaquismo, Modalidades de envenenamiento y Aspecto social del tabaquismo. En el segundo acápite reseña las intoxicaciones aguda y crónica y los efectos del tabaquismo en los distintos aparatos. Circunstancias que, aunque con diversas
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modalidades, hemos tratado en nuestro trabajo. Los tiempos han cambiado y los conocimientos también. El capítulo XIX se denomina: “De como los fumadores nos hacen a todos víctimas del tabaco”. Con la mente puesta en el siglo XXI, podríamos pensar que el autor se refiriría al fumador pasivo. No es así. Los subcapítulos también son elocuentes: “El tabaco aumenta el corte de vida”, “El tabaco disminuye la capacidad para el trabajo”, “El hábito del tabaco perjudica la economía nacional”, “Lo que se gasta en tabaco” “Agresión personal por el vicio del tabaco”. El último título podría referirse al fumador pasivo, sin embargo abunda en casos de quemaduras mortales e incendios que tuvieron como protagonista al cigarrillo. En el capítulo siguiente (XX), titulado “El tabaquismo y los intereses creados”, de poca extensión, Serrano Piqueras pone el dedo en la llaga cuando menciona “el perjuicio que se originaría a la industria tabaquera (sic) y sus empleados, con la supresión del vicio del tabaco. Es la eterna canción de los intereses creados, que sin duda está pesando en la decisión de los gobiernos que forman parte de la lucha activa contra el tabaquismo; pero tal argumentación, lógicamente cae por su propio peso. Adherimos a las elocuentes palabras que el doctor Valero Carreras, Secretario General de la Cruz Roja Expañola, pronunció en una interesante conferencia sobre el tabaquismo, desde el punto de vista médicosocial, en 1939”. “Es verdad que la industria desaparecería. Pero no es menos cierto que es un cruel absurdo, procurar y defender que un vicio perdure, a trueque de que las industrias que viven de él no perezcan. Vale tanto como defender la conveniencia de la guerra,
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para que las industrias que construyen cañones, bombas, gases asfixiantes y otros infinitos medios de destrucción, no se arruinen. Y sin embargo, es triste confesar que el hombre actual, que presume de civilizado, fomenta y tolera este estado de cosas...”. Aunque no desestimamos las reales palabras del autor citado, no podemos dejar de conocer que las tabacaleras ejercen presión sobre los gobiernos que, por otra parte, son vulnerables psicológicamente ante el valor del dinero. Este libro, así como las diversas citas que tomamos de publicaciones carentes de rigorismo científico, de gran divulgación pública, tienen por objeto remarcar la falta de protección a la que está sujeto el lector desprevenido. La obra de Serrano Piqueras, desactualizada, que abunda en adjetivos calificativos, fue escrita –tal vez con cierta ingenuidad– para llenar un espacio en una lejana época, hace medio siglo, poniendo el acento sobre una legislación que no contempló ese aspecto.
BIBLIOGRAFÍA: 1. Panigazzi A y Capece NC, “El tabaco y sus efectos”, La Semana Médica, 12 (Nº 12): 265-279, Buenos Aires, 23 de marzo de 1905. 2. Herrero Ducloux E, “Datos analíticos de los tabacos comerciales y sus falsificaciones”, Facultad de Ciencias Químicas. Universidad Nacional de La Plata, 15 de febrero de 1923. 3. Serrano Piqueras M, Tabaquismo o Peste Azul, (Sin sello editorial), Madrid, 1953.
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Hacia 1919 el doctor Roffo fue un gran fumador. Pero desde esa fecha, al sospechar que el tabaco es el causante de la casi totalidad del cáncer en la laringe, dejó por completo ‘el vicio’”. (Lepolán, N° 180, 3 de diciembre de 1941)
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ROFFO Y SU LUCHA ANTITABÁQUICA Roffo fue un auténtico pionero de la lucha antitabáquica en la Argentina. Además de haber efectuado experimentos –que en su época fueron novedosos y más tarde reproducidos por otros investigadores–, se ocupó de una labor poco difundida entre los médicos de esa camada: la comunicación con los mass-media. En efecto, muchas de sus publicaciones tuvieron el destino de educar a la población y disuadirla del hábito adictivo. Las revistas Viva Cien Años y Aire Puro publicaron trabajos tales como “Del cigarrillo al cáncer” o “350 millones de pesos en humo”. En 1940 hizo lo propio junto con Bartolomé Luchetta, con un folleto titulado “Cáncer y tabaco”. Los programas radiales y las revistas de moda de la primera mitad del siglo XX tenían a Roffo como interlocutor en programas donde el tema obligado era el tabaquismo. En el mes de julio de 1941, la revista Temas publicó un escueto artículo de Roffo: “La humanidad marcha actualmente por un derrotero que ha de llevarla a un precipicio, lo que equivale a ir contra la especie misma, pues la vida actual y los refinamientos que la sociedad moderna ha introducido, son tantos modos de matarse de un suicidio refinado, lento y colectivo. “El alcohol, la morfina, la cocaína, el opio, el tabaco y otras drogas tóxicas; la gran ciudad con su aire viciado, su nerviosidad, sus incesantes ruidos, su cocina refinada, que producen el complejo del
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Broadway stomach, bien descrito por Montague, son tantos enemigos del hombre; apareciendo como peor entre todos ellos, porque es el más solapado y mortal, el tabaco”. Por último, siempre en la misma publicación, y demostrando la perspicacia del médico profundamente preocupado por la falta de visión de quienes pudieron impedir el avance de tan nefasto vicio, culmina este escrito anticipatorio advirtiendo: “Y los gobiernos cierran igualmente los ojos a los daños y perjuicios sufridos, atribuyéndolos a otras causas y, en su afán de aumentar el rendimiento del impuesto tabáquico, no solo permiten, protegen el consumo del tabaco y fomentan el cultivo de la planta que, por su triple veneno, intoxica irremisiblemente a sus pueblos minando su propia existencia y siendo por lo tanto el mayor enemigo –el enemigo mortal– de la humanidad civilizada”. Si bien no es la cocaína el objetivo principal de este trabajo, no podemos dejar de mencionar la importancia que tuvo –y lamentablemente tiene– en este proceso destructivo de la personalidad y el subsecuente deterioro físico. Para el caso, nada más ilustrativo que la letra de un couplet español “La Cocaína”: “Un amante tuve yo/lleno de pasión y fe/pero sin saber por qué/el cruel me abandonó/. Le buscaba sin cesar/y entre copas de champagne/olvidar así quería/la locura de mi afán. Quise olvidar con el licor/ quise matar mi cruel dolor/y entre la orgía yo ansiaba/ al hombre que tanto amaba. Cuando el querer me hizo penar/cuando el amor yo vi alejar/fue la morfina consuelo/para mi anhelo feroz calmar/Yo cenaba en un foyer/y a mi antiguo amigo vi/que besó con frenesí/a una estrella del couplet/Su maldita ingratitud
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agitó mi corazón/y oprimiendo así un cuchillo/vengar quise su traición/¡Viva el champagne/que da placer/ Quiero olvidar, quiero beber/mi juventud ya declina/ dadme a probar cocaína/Amante infiel yo vengo a tí/ loca grité de exaltación/y en mi fatal desvarío/hundí el cuchillo en su corazón”. Tangos y canciones como “Amapola”, formaron parte de una intensa campaña –voluntaria o involuntaria– que contribuyó a impulsar a la infancia y a la juventud a adquirir costumbres y vicios que terminarían destruyendo sus vidas. Contra esta parafernalia inmoral y mercantilista, Roffo volcó todo su conocimiento y esfuerzo personal en un intento por frenar lo que el definió como: “un mal de la civilización”. En 1941, Roffo (1) llegó a conclusiones que el futuro se encargó de refrendar reconociendo el acierto de sus trabajos. Las cifras que constaban en estos fueron corroboradas con la realidad: 1) El cáncer del fumador, que en 1931 representaba el 23,3 % sube, diez años después, al 36,43 %; 2) Las localizaciones de los cánceres de pulmón y de laringe y 3) las mujeres estaban hasta ese momento casi exentas de tumores con esas localizaciones. Finalmente, comentaba la presencia de tumores malignos (50 %) en orejas de conejos pinceladas con alquitrán extraído de nueve tipos de tabaco. En solo tres páginas el médico argentino pinta una realidad dura, importante, que hoy es reconocida en todo el mundo. “Una década antes que Ewing, Angel H. Roffo había dado a luz su tesis de doctorado titulada “El cáncer, contribución a su estudio” donde, en 421 folios, historió la enfermedad, fundamentó las características de su diseminación, descubrió la biopsia por congelación
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y sugirió que se podrían hallar anticuerpos con pequeños trozos de tejido tumoral que incidieran en los sanos. Su maestro Telémaco Susini, señaló que la tesis había logrado cuatro conclusiones fundamentales: 1. El cáncer no puede tener una sola causa etiológica. 2. La causa inmediata es la que produce la multiplicación celular. 3. La causa del poder vegetativo de estos tumores está en las condiciones mismas de la alteración primera, que la convierte en un elemento parasitario del organismo. 4. Las condiciones experimentales especiales de estas células determinan los mismos procesos que las células de tejido de especie extraña, o sea, promoción de anticuerpos y también sustancias que favorecen su desarrollo”. “Roffo seguía las pautas trazadas por Virchow, pero agregaría la relación entre el alquitrán del tabaco y el cáncer” (2). Él mismo fue un adicto al cigarrillo. “Hacia 1919, el doctor Roffo fue un gran fumador. Pero des esa fecha, al sospechar que el tabaco es el causante de la casi totalidad del cáncer en la laringe, dejó por completo ´el vicio´. Nunca más el doctor Angel H. Roffo ha sabido lo que es llevar a la boca un cigarrillo y hoy se suman por millones las personas que vivamente impresionadas por su violentísima campaña le siguieron en la abstención” (3). Con respecto a la importancia que tienen las publicacones de distribución masiva para ilustrar al público en general acerca de lo expuesto, tomamos de la revista Leoplán (4) un esbozo de biografía. Ángel H. Roffo nació en 1882. En este artículo titulado: “La vida de los argentinos célebres”, lo muestra en un primer retrato cuyo epígrafe dice: “Con un bastón que casi sobrepasa su
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altura, tuvo el capricho de retratarse Ángel H. Roffo un día de diciembre de 1885, cuando acababa de cumplir los tres años de edad, y cuando ya su padre soñaba con que fuera un experto comerciante, pues calculaba que con su vivacidad y el dominio de los números, que adquiriría a ciencia cierta, podría labrarse un brillante porvenir. Pero el pequeño, poco después, expresaba sus deseos de ser médico, y no médico clínico, sino cirujano...”.
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A los nueve años concluyó su educación primaria y posteriormente se recibió de perito mercantil, sin abandonar su intención de ser médico, destino que alcanzaría finalmente. Poco antes de recibirse había contraído matrimonio con Helena Larroque, quien también al poco tiempo se recibiría de médica. Roffo había sido destacado dirigente del Centro de Estudiantes de Medicina, que siguió frecuentando mucho tiempo después de graduado. Inclinó sus pasos hacia una especialidad inexistente en ese momento: la cancerología (actualmente conocida como oncología). Por formación y vocación, podemos decir que fue el primer oncólogo argentino. Roffo, que fuera un gran fumador, decidió apartarse del cigarrillo cuando proclamó a los cuatro vientos que el tabaco era el causante de casi la mayoría de los cánceres de laringe. Además de las condiciones naturales de docente que Roffo poseía para comunicarse con sus conciudadanos fue, desde sus comienzos, un investigador nato. A partir de su etapa como estudiante de medicina, había concurrido a la Cátedra de Anatomía Patológica, en la que transcurrió una buena parte de su vida. En el cuarto año de su carrera presentó su primer trabajo: Las nuevas ideas sobre la célula nerviosa, su amiboísmo. Luego vendría su tesis que recibió el Premio Facultad de Medicina y pocos años después Cáncer experimental, que presentó en la Academia Nacional de Medicina. El entusiasmo que despertó esta publicación, inspiró a Penna, por entonces presidente del Departamento Nacional de Higiene, para crear en el Instituto de Bacteriología la “Sección cáncer”, llamando a Roffo para colaborar con el jefe de esta. Fue practicante de los
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Ángel H. Roffo (señalado con una x) aparece con todos los integrantes de la comisión directiva del Centro de Estudiantes de Medicina, durante el movimiento estudiantil de 1909 (Leoplán, N° 180, 3 de diciembre de 1941)
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hospitales de Clínicas y San Roque (Ramos Mejía), anatomopatólogo del hospital Muñiz, entre muchos otros nombramientos y muchísimas distinciones (4). Una justa decisión de Eufemio Uballes, sancionando una moción de Domingo Cabred, hizo que una fracción del terreno de la Facultad de Agronomía y Veterinaria, en Villa del Parque, se destinara a levantar el edificio del Instituto de Medicina Experimental, cuyo director –por ordenanza del 16 de junio de 1922– fue Roffo. Hoy el instituto lleva su nombre. Sus estudios experimentales con el alquitrán del tabaco (en 1939 extre el 1-2 benzopirene de esa sustancia), lo llevan a la teoría de su acción cancerígena sobre le pulmón. Posteriormente, publicó Cancerización gástrica por ingestión de tabaco. Se iniciaba 1920 cuando él y su esposa fueron agasajados en la Sorbona, París. Había sido reconocido cuando todavía no había cumplido 40 años. Tiempo después recibiría por parte de Francia, la distinción de caballero de la Legión de Honor (5). No obstante, la tragedia lo acechaba: en 1923 –a poco de regresar al país– la doctora Helena Larroque de Roffo muere en un accidente. Roffo dirigirá el Instituto de Medicina Experimental durante muchos años durante los cuales y hasta 1939, se inauguraron nuevos pabellones. A través de los Boletines del Instituto de Medicina Experimental, aunque también lo hizo en otros órganos de difusión, Roffo expuso muchas de sus investigaciones, aportes que la ciencia mundial recibió con interés. Flory (6), médico del Medical Center, Jersey, Estados Unidos, tal como se publica en uno de esos boletines en 1936, ratificó los estudios de Roffo, y así lo hizo saber a través de una carta en la cual elogic dichos estudios.
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El texto en idioma original decía: The fact that there is some substance in tobacco tars which will cause a great many tumours on rabbit’s lars seems to be undoubted fact. My work has adequately confirmed this essential portion of your work. Most of our facts are of complete confirmation. Fundador de la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC), en 1936 publicó El tabaco y el cáncer. Sin embargo, su labor pionera para la ciencia argentina se produjo en aquel lejano 1909, cuando colocó la piedra fundamental de la oncología argentina (7). En la década del 40 Roffo publicó dos libros: Un mal de la civilización y Memoria del Instituto de Medicina Experimental. La Memoria detalla la tarea médica, científica, docente, cultural, social y de investigación, realizada por Roffo en el Instituto de Medicina Experimental durante los años 1940-1943. Es un verdadero tratado de cancerología; y quien lea con atención este volumen de 750 páginas, ilustrado con hermosas fotografías, esquemas, cuadros, estadísticas, diagramas, mapas, radiografías, microfotografías, protocolos técnicos, etc., podrá adquirir en forma clara el conocimiento integral de la cancerología, a través de la estructuración científica y filosófica creada por Roffo (8). Entre sus muchos trabajos dedicados al tabaco destacamos: Un mal de la civilización (Historia del tabaco); Sobre los filtros en el tabaquismo, el narguile y el algodón con filtro de Acción del humo del tabaco sobre el aparato cardiovascular; La herencia, el tabaco y la nacionalidad en el cáncer; El tabaco como cancerígeno; El tabaquismo en la mujer, entre muchos otros.
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En el trabajo sobre los efectos del humo sobre el aparato cardiovascular escrito conjuntamente con López Ramírez (9) –presentado como una comunicación a la Sociedad de Farmacología y Terapéutica– a partir de observaciones hechas en hombres, arriba a las siguientes conclusiones: “... haciendo respirar humo de tabaco a perros anestesiados al cloral morfina, se produce: hipertensión arterial, con bradicardia inicial, achicamiento renal por vasoconstricción. Polipnea inicial y luego bradipnea con aumento de la amplitud respiratoria. Los trastornos funcionales cardíacos pueden resumirse así: bradicardia sinusal inicial, luego ritmo nodal con bloqueo AV, taquiarritmia polifocal por extrasistolia nodal, ventricular derecha e izquierda, que pueden llegar hasta el aleteo y fibrilación ventricular final”. De esta forma Roffo se estaba adelantando varias décadas a los descubrimientos posteriores de los efectos nocivos de la nicotina. No se había limitado a estudiar solamente el efecto cancerígeno. De la metodología experimental de este médico argentino puede ser un ejemplo su trabajo El tabaco en el cáncer de vejiga (10), que data de 1931 y en él, a través del alquitrán se descubre la producción de tumores en vejiga en ratas de laboratorio. Roffo describe en la clínica los enfermos con este tipo de tumores que concurren a su hospital, pero experimenta en ratas (200) donde lo hizo respectivamente con perlas de resina, de tricerol, de aceite anilina, de alquitrán y de tabaco. La mayor alteración biológica de la vejiga de estos animales se encontró con alquitrán de tabaco. El trabajo, sumamente detallado, está acompañado por numerosas figuras y cortes histológicos. Como todo hacedor, tuvo detractores que no
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comprendieron la profundidad y el valor de sus trabajos. Tal vez porque conmovía los cimientos de grandes intereses internacionales. Con honores de toda la sociedad y sobre todo de sus colegas, Roffo falleció el 24 de junio de 1947. BIBLIOGRAFÍA: 1. Buzzi Alfredo y Pérgola Federico M, Clásicos argentinos de medicina y cirugí, Tomo I, Buenos Aires, López Editores, 1993. 2. “La vida de los argentinos célebres, Ángel H. Roffo”, Leoplán, Nº 180, pp. 52-55, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1941. 3. Idem, Ibidem 4. Idem, Ibidem. 5. Idem,Ibidem. 6. Flory C, Acción cancerígena del alquitrán de tabaco, Boletín del Instituto de Medicina Experimental, Tomo VIII, pp. 277-321, Buenos Aires, 1931. 7. Roffo Ángel H, El cáncer. Contribución a su estudio, Tesis, Universidad de Buenos Aires,109. 8. Pérgola FM, Angel H. Roffo, Capítulo Médico, 2 (Nº 13): 2, Buenos Aires, 1998. 9. Roffo AH y López Ramirez R, Acción del humo del tabaco sobre el aparato cardiovascular, Estudio experimental. Sociedad de Farmacología y Terapéutica, 2 (Nº 8) L 16771683, Buenos Aires, 1932. 10. Roffo AH, El tabaco en el cáncer de vejiga, Boletín del Instituto Experimental, Tomo VIII, pp. 277-321, Buenos Aires, 1931.
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Los esposos Roffo cuando fueron agasajados en la Soborna de París. (Leoplán, N° 180, 3 de dieciembre de 1941)
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El Correo de la Unesco, 1970.
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EFECTOS DEL TABAQUISMO DE ACUERDO CON LAS MÁS RECIENTES INVESTIGACIONES En la medida en que la tecnología posibilitó el estudio de las estructuras más ignotas –hasta ese momento– de las células, la actividad genética y el intrincado juego de enzimas y proteínas que alberga el organismo, los efectos del tabaco, con toda una gama de alteraciones inadvertidas aunque muchas veces sospechadas, fueron puestas en evidencia. Los cambios que produce en el aparato vascular estaban caracterizados desde hacía muchos años por un ligero aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca. Las arterias coronarias estaban expuestas a ver comprometida su vasodilatación, dependiente del endotelio y, por ende, a la reducción del diámetro luminal. Ahora se sabe que el tabaquismo aumenta el nivel del fibrinógeno circulante con efectos protrombóticos, activa a las plaquetas sanguíneas y altera la secreción de ATP y su inhibidor, que se combinan para reducir la actividad fibrinolítica. De este modo, el fumador está provocando sobre su organismo, un efecto contrario al buscado cuando el individuo ingiere bajas dosis de aspirina: inhibir ligeramente la actividad plaquetaria. Debido a que el aumento del fibrinógeno circulante es un proceso general en la senectud, los senescentes fumadores están más expuestos.
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La serie de variantes, o vertientes, que se suscitan con el tabaco, que surgen de un cultivo intensivo a los largo de centurias, son interminables. Más aún, llegan a inmiscuirse en el abono que se utiliza para el desarrollo ponderal de estos vegetales. Ruíz y Romero (1) del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Granada, España, refiriéndose al metabolismo del boro en el interior de las plantas, luego de señalar que con la aplicación de fertilizantes se obtiene mayor rendimiento en la cosecha, dice sobre este tema: “La calidad de la siembra es una compleja combinación de características visuales, físicas y químicas. El abono de la planta, principalmente en forma de nitratos, incrementa la biomasa pero no solo eso: en las hojas se acumulan nicotina y nitratos”. “Los niveles de nitratos en las hojas ejercen un efecto destacado sobre la composición química del humo. Parte de los nitratos del humo son absorbidos por el cuerpo. Pueden entonces convertirse en nitritos y causar metahemoglobinemia. Si los nitritos reaccionan con aminas, se forman nitrosaminas cancerígenas”. Este es otro agregado al riesgo que de por sí significan los efectos nocivos del tabaquismo, efectos que fueran prontamente reconocidos por los médicos y observadores diversos del siglo XVI. Todo hubiera estado aclarado si la adicción no hubiera jugado su papel. Las experiencias posteriores a 1950, el abultado número de enfermos (sobre todo en los trabajos de Wynder y Graham así como en los de Doll y Hill) y una metodología estricta utilizada por estos investigadores, ya no dejaron dudas. En este sentido, el trabajo original de Richard Doll y Bradford Hill (2) no
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tiene desperdicio, pese a que ya ha pasado medio siglo desde su publicación. Es curioso como nadie es profeta en su tierra: Angel H. Roffo, pese a la falta de medios estadísticos, se hallaba en la misma pista muchos años antes. Este trabajo primigenio –por su enfoque– de Doll y Hill merece ser destacado porque demostró palmariamente por los trabajos de Schrek, un aumento, en los varones, de cáncer de pulmón (en Inglaterra y Gales) que fue del 1,1 cada 100 000 habitantes entre 1901 y 1920, y de 10,6 cada 100 000 en el período 1921-1930. Entre 1940 y 1944 esta última tasa se multiplicó por seis. Los autores hacen un relevamiento de los trabajos de investigación que demuestran efectivamente que entre los fumadores, la prevalencia del cáncer de pulmón es decididamente importante. El estudio lo realizaron en 20 hospitales de Londres y, como precaución diagnóstica, incluyeron también a pacientes con cáncer de estómago, colon o recto. Entre abril de 1948 y octubre de 1949 recibieron la notificación de que 2370 pacientes padecían estas enfermedades. Finalmente, la cifra quedó reducida a 2140 enfermos ya que se descartaron los mayores de 75 años, los que estaban incorrecta o dudosamente incluídos, los que habían recibido el alta, los muy enfermos, etc. Posteriormente, la cohorte fue dividida en grupos. Con respecto al tabaco, los investigadores ingleses se ocuparon de evaluar el hábito de fumar (lo definieron como la persona que fumó no menos de un cigarrillo al día por un período de un año, desestimando cualquier cantidad menor); fumadores y no fumadores, cantidad de tabaco consumida, antecedentes de los fumadores y cigarrillos, pipas e
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hidratación del humo de tabaco. Algunas de las conclusiones a las que arribaron estos investigadores fueron terminantes: “El efecto del tabaquismo, como cabía esperar, varía de acuerdo con la cantidad que se fume […] …el riesgo de contraer carcinoma de pulmón aumenta de manera regular a medida que aumenta la cantidad de tabaco que se fuma […] de acuerdo con los supuestos reconocidamente especulativos que hemos formulado, el riesgo parece variar en una proporción aproximadamente simple respecto de la cantidad fumada […] la mayor prevalencia del carcinoma de pulmón en los varones, en comparación con las mujeres, sugiere, de manera natural, que el tabaquismo puede ser una causa, dado que fumar es sobre todo un hábito masculino. “Aunque un número creciente de mujeres está empezando a fumar, la gran mayoría de los que han alcanzado ya la edad del cáncer o bien no han fumado nunca, o solo han empezado a hacerlo recientemente. En consecuencia, es tentador atribuir la desproporción entre los sexos al mayor consumo de tabaco por parte delos varones. Si eso fuera cierto, habría que esperar que la incidencia del carcinoma de pulmón fuese la misma entre los no fumadores de ambos sexos”. En un estudio hecho sobre fumadores en Londres, con cifras especulativas, estas “sugieren que, por encima de los 45 años de edad, el riesgo de contraer la enfermedad aumenta en proporción simple con la cantidad fumada, y que puede ser aproximadamente 50 veces mayor para quienes fuman 25 o más cigarrillos al día para los no fumadores”. Por último, afirmaron: “el agente carcinógeno del
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humo del tabaco se introduce en el producto final durante su cultivo y preparación. Quizás los cambios hayan sido mayores en los métodos utilizados en esos procesos que en la cantidad real de tabaco consumida”.
Cosecha de hojas de tabaco (Vea y Lea, N° 247, 18/10/1956)
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Doll y Hill creyeron que el factor cancerígeno del cigarrillo era el arsénico, elemento constitutivo del humo del tabaco. El fumador de los últimos tiempos tiene, habitualmente, acabados conocimientos sobre los efectos nocivos del cigarrillo. Es lógico que si no posee estudios médicos tendrá un panorama borroso, global, pero no menos esclarecedor sobre el peligro a que está expuesto, pero, como el daño no es inmediato, sino a largo plazo, no le da importancia. Peto y colaboradores (3) en 1990, en 44 países, hicieron un relevamiento de las muertes debidas al tabaco y el resultado fue aterrador: 24 % correspondía a hombres y 7 % a mujeres. Doll y colaboradores (4) hicieron un seguimiento de 22 años de 6194 médicos británicos fumadores. Durante ese lapso, murieron 1094. La enfermedad isquémica de miocardio, el cáncer de pulmón y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica fueron, estadísticamente, las causas más significativas de muerte. La injuria y los efectos deletéreos que causa el tabaco representan una cuarta parte de las causas globales de enfermedad (5). Los efectos del tabaco sobre los organismos vivientes han sido vastamente realizados en animales de laboratorio. Algunos de ellos, efectuados en forma burda tal cual lo hemos relatado. La ciencia actual lo ha expresado con los métodos más refinados y por mencionar algunos ejemplos, citemos a los de Boykin y colaboradores (6), con perros sometidos a la inhalación crónica con patentes no uniforme de afección pulmonar; los de Nilsson y colaboradores (7) con ratas expuestas al humo de tabaco y luego irradiadas, o bien el artilugio que empleó McGrego (8), en estos últimos animales,
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irradiando con rayos beta la piel y luego topicando con extracto de humo de tabaco y promoviendo cáncer en ese tejido (una repetición con variantes actuales de las experiencias de Roffo). Debido a lo complejo de las investigaciones, hace pocos años que se conoce el efecto del humo del cigarrillo –como lo demostraron Baluk y colaboradores (9) como inhibidor en las ratas de los receptores de neurokinina NK1 causando la adhesión de leucocitos neutrófilos y eosinófilos sobre las vénulas en las mucosas de las vías aéreas. Como sufre el acompañante del fumador los efectos perniciosos de ese acto, de esta forma padece el feto en las entrañas maternas de la adicta, con la secuela de problemas en el desarrollo y menor peso al lnacer, así como una posible apnea (cese de la respiración) en el momento del parto(10). Sin embargo, las investigaciones más importantes sobre la nocividad tabáquica giran en torno de las influencias genéticas que, como dice Rossing (11), incluyen tanto la iniciación de la adicción como su cese. En ese sentido, de acuerdo con una determinación genética: el genotipo NAT110 (12) los efectos podrían ser mayores. Otros genotipos, relacionados con afecciones respiratorias, han sido reportados. No se puede soslayar el efecto global del tabaquismo sobre el material genético. La inducción de cambios cromosómicos, que evidentemente es multifactorial, se inscribe preferentemente en la mutación del gen P53. La actividad de este incide fundamentalmente en favorecer la apoptosis (muerte celular). Este fenómeno tiene el sentido de la destrucción celular programada y ello ocurre puesto que entre las teorías postuladas, el gen P53, sería supresor de
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tumores y controlaría la calidad del ADN. Cuando ésta es deficiente impediría la división celular y obligaría a la destrucción de la célula mutante. El gen P53, localizado en 17p 13.1, al mutar (por la acción del tabaco) estaría implicado en el 50 % de los tumores, sobre todo en los cánceres de pulmón y de mama. La proteína P53, que induce en su producción este gen, de vida media muy corta (30 minutos), controla el ciclo celular y la calidad del ADN, y también lo hace con la regulación celular y, en especial, la apoptosis. Cuando el gen está alterado ninguna de estas funciones puede ser realizada eficientemente (13, 14, 15). Entre otros, Denissenko, Pao, Tang y Pfeifer (16), de Estados Unidos, demostraron –superando esa etapa signada por el desconocimiento– que el benzopireno, una sustancia que se desprende de la combustión del tabaco, inactiva el gen P53 que actúa a su vez, induciendo la apoptosis (un tipo especial de destrucción) de las células que al dividirse alteran su conformación y se transforman en mutantes. Sin el control del gen P53, las células pueden comenzar un crecimiento anárquico y constituir tumores. Todas estas calamidades del tabaquismo, las advertencias que sugieren estos estudios, de poco o nada sirven para impulsar a un adicto a que abandone el hábito. Siempre el mal le ocurrirá a otro. Existe cierto grado de omnipotencia, la del adolescente, etapa vital en la cual habitualmente se adquiere el vicio. Todos los peligros que la ciencia médica certificó y certifica alertando al fumador sobre los peligros del vicio de fumar, se estrellan, como lo señalamos, contra el poder de la adicción. Paralelamente, coadyuva la propaganda, pertinaz, subliminal, afanada por conquistar adeptos que le permitan ensanchar el
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negocio. “La creciente producción de tabaco argentino ha permitido superar los también crecientes niveles de consumo, evitándose así el drenaje de divisas para importaciones. Teniendo en cuenta las cifras correspondientes al año pasado, así como los cálculos de producción para el presente año, se estima que muy pronto la Argentina dejará de importar tabaco –y lo que es más importante– podrá inclusive exportar en cantidad ese producto”. Podemos apreciar en las siguientes imágenes el informe que acompaño al gráfico ilustrativo que publicara la revista Vea y Lea (N° 247) el 18 de octubre de 1956. NIVEL DECRECIENTE DE LAS IMPORTACIONES AÑO
CANTIDAD
1926 (1)
13 000 000 kg
1950
4 000 000 kg
1951
2 600 000 kg
1952
130 000 kg
1953
108 000 kg
1954
141 000 kg
1955
69 000 kg
(1) Fue el año de máximo nivel de importación)
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Leoplán, N° 119 (2 de agosto de 1939)
Leoplán, N° 92 (20 de julio de 1938)
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Caras y Caretas, N° 492 (7 de marzo de 1908)
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UN ENEMIGO DECLARADO (Informe tomado del Boletín de la OMS) Se calcula que el número de fumadores asciende a un tercio de la población adulta mundial, esto es, 1100 millones de personas, y el consumo de tabaco en otras formas aumenta a velocidad alarmante en muchas regiones del mundo. En los países en desarrollo fuman un 48 % de de los hombres y un 7 % de las mujeres. Cada año el tabaco mata a cuatro millones de personas, lo que significa casi 11.000 al día, y un millón de muertes se producen en los países peor preparados para soportar esta carga sanitaria y económica”. “La epidemia de tabaquismo mundial se cobrará previsiblemente las vidas de unos 250 millones de los niños y adolescentes ahora vivos, de ellos un tercio en los países en desarrollo. Según las proyecciones actuales, en el año 2030 el tabaco será la causa principal de muerte y discapacidad, con más de 10 millones de víctimas mortales al año; es decir, ocasionará más muertes en todo el mundo que el VIH, la tuberculosis, la mortalidad perinatal, los accidentes de tráfico, el suicidio y el homicidio juntos” (1). Ante esta realidad, no es posible concebir actitudes indiferentes por parte de las autoridades y la comunidad toda. La amenaza cierta y comprobada de una tendencia epidémica que, como los cuatro jinetes del Apocalipsis, avanza arrasando con la salud de la población, cautiva involuntaria de un sistema 155
propagandístico basado en prebendas o sugerencias subliminales, ha llevado a decir a la OMS: “Las autoridades reguladoras de todos los países deberían prohibir las estrategias de comercialización que dan falsas seguridades acerca de los riesgos para la salud y desvían la atención de la importancia de abandonar el hábito” (2). Claro que no todo es tan sencillo. Un ejemplo de ello es el caso de médicos de Costa Rica (128), en un estudio que se hizo con 650 médicos, entre los meses de agosto de 1993 y octubre de 1994 (solamente el 76 % de los consultados cumplimentó el cuestionario), se comprobó que el 40 % eran ex fumadores y que el 19 % aún fumaba. Pero, lo más grave es que: “Si bien conocían los riesgos para la salud asociados al tabaco, no recomendaban ninguna de las técnicas de reconocida eficacia para ayudar a los pacientes a dejar de fumar. Esta misma entidad publicó en el Bulletin of de World health Organization, un completo informe sobre el tema, en el que manifiesta: “Últimamente, las grandes compañías multinacionales tabaqueras han experimentado reducciones de las vantas de cigarrillos en los países desarrollados. En consecuencia, esas compañías han desplazados sus esfuerzos hacia nuevos mercados en América Latina y otros países en desarrollo, donde promueven intensamente el uso del tabaco. En esos países, existen pocos obstáculos al crecimiento de la industria del tabaco y es posible comercializar y vender los cigarrillos con total libertad y a precios relativamente reducidos” (3). Un dato alarmante es el que brinda Hurt: “En particular resulta preocupante el hecho de que dos tercios de los médicos fumadores admitían que fumaban en el lugar de trabajo, donde los pacientes y otras
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personas podían observar su comportamiento”(4). Esto representa un 67 % de los encuestados. Con respecto al consumo de tabaco entre estudiantes de secundaria portugueses, estudio llevado a cabo en Oporto, la segunda ciudad en importancia de Portugal: “Los resultados globales mostraron que el 35,8 % de los estudiantes no habían fumado nunca, el 39,4 % habían probado el tabaco (fumadores ‘experimentales’) pero no eran fumadores, el 3,3% eran ex fumadores, el 6,6 % eran fumadores ocasionales, y un 14,9 % fumaba regularmente. La edad media a la que habían empezado a fumar era de 13,4 ± 2,1 años en los hombres y de 13,4 ± 1,6 años en las mujeres”(5). Respecto de la iniciación en el vicio por parte de los niños, consideran probable que lo hagan durante la adolescencia “edad en que diversos factores, tales como la presión de los compañeros, la influencia de la familia, la clase social y otros determinantes psicosociales inducen al individuo a adoptar y conservar ese hábito (6). Otro aporte por considerar en este trabajo, es que: “El 77,2 % de los fumadores y consumidores de drogas ilícitas empezaron a fumar antes que a consumir ese tipo de drogas” (7). Los problemas que se puedan plantear en materia educativa por el bajo rendimiento de los estudiantes, parece ser un factor desencadenante del vicio. Tal lo afirmado por Azevedo y colaboradores (8) cuando establecieron: “El 21 % de los estudiantes con rendimiento inferior al promedio eran grandes fumadores, en comparación con el 7% de los alumnos con rendimiento superior al promedio”. Continuando con los informes publicados por la OMS en el boletín Nº 1 del año 1999, López AD (9), en
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su estudio “Medición de los riesgos del tabaco para la salud: un comentario”, parte de la comprobación de que el cigarrillo es un factor importante en la producción del carcinoma de pulmón. En este informe, el autor destaca que solo después de 1950 se produjo un cambio radical en la opinión generalizada de que el tabaco no era perjudicial para el organismo. Menciona cinco trabajos (entre ellos el que se hiciera más popular, el de Doll y Hill) como causantes de ese cambio. Influyó la casuistica presentada (más de 600 en cada caso). López destaca: “Tras 40 años de seguimiento, los resultados han descrito, quizá mejor que ninguna otra investigación, los extraordinarios riesgos del tabaquismo persistente, dado que las tasas de fallecimiento por todas las causas son, en el caso de los fumadores, dos veces mayores que las de los no fumadores y, de acuerdo con su predicción hecha casi medio siglo antes, 20 veces superiores en la mortalidad por cáncer de pulmón” (10). Completamos este capítulo con datos extraídos de Tobacco or health: a global status report publicado por la World Health Organization (11). Refiriéndose a la prevalencia estimada entre mujeres y hombres de 15 o más años, por ciudad y ajustado a un orden predominante de hombres, ubica a la Argentina en el puesto 42 (dato de 1992) estimando que son fumadores el 40 % de los hombres y el 23 % de las mujeres. En 1994, se produjeron en nuestro país 40 600 millones de cigarrillos (0,7 % del total fabricado en el mundo), se exportaron 32.820 toneladas métricas de tabaco seco (1.8 % del total mundial), el consumo interno de cigarrillos manufacturados fue de 41 800 (0.8 % del total mundial). En ese mismo año los Estados Unidos exportaron
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220 221 millones de cigarrillos (2,3 % del total mundial). Con relación a las muertes por cáncer de pulmón, en 1990, en la Argentina, las cifras por cada 100 000 habitantes fue de: Hombres (55.9 %), Mujeres (8.9 %). En 1990 se utilizaron para el cultivo de tabaco 52 277 hecáreas (0.2 % de la tierra cultivable) y se esperaba el incremento de esta cifra. “La Argentina es uno de los mayores productores de tabaco virgen o manufacturado en el hemisferio occidental. En 1992 se produjeron 108.570 toneladas (un incremento del 61 % sobre 1990 (67.588 toneladas) o 1.6 % del total mundial. Las importaciones de cigarrillos crecieron de 1600 millones a 2200 durante el mismo período, contabilizando el 0.3 % del total mundial y la exportación fue de 1150 millones de cigarrillos”. En 1990 se exportaron 74 000 dólares en cigarrillos y 95 millones de dólares en tabaco no manufacturado. Los costos fueron de 70 000 dólares para cigarrillos y 450.000 dólares para tabaco no manufacturado. Según WHO, la producción argentina es dominada por dos subsidiarias de multinacionales tabacaleras. La mayor parte del tabaco que se produce en Argentina es para consumo interno. El contrabando de cigarrillos representa el 12 % del mercado. En 1994, el 100 % de los cigarrillos se fabricaban con filtro. En 1990 se estimó que el 13 % de las muertes masculinas (14.000) se debían al consumo de tabaco. Todavía no era la mayor causa de muerte en las mujeres. La conclusión es que aumentó en las mujeres y disminuyó en los hombres. WHO recomienda que urgentemente los países deben implementar medidas políticas de control que
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podrán evitar realmente una epidemia de tabaco. Para ello, propone un programa basado en los siguientes principios: * Monitoreo continuo de la epidemia de tabaco * Medidas preventivas para evitar la adicción al tabaco en los niños * Medidas de protección para las personas expuestas involuntariamente alhumo del tabaco * Promoción efectiva de la salud, educación sobre el particular, programas sobre cesación de fumar * Advertencia acerca de la salud en los paquetes de cigarrillos * Progresiva eliminación de la publicidad del tabaco * Utilización de medidas financieras –como impuestos– para desalentar la consumición del tabaco (12). CAUSA DE MUERTE POR CÁNCER DE PULMÓN POR CADA 100.000 PERSONAS HOMBRES
MUJERES
AÑO
%
%
%
59.8
7.9
1970/72
57.9
8.2
1980/82
56.0
8.2
1990/92
Un paso importante en la Argentina fue la obligación de inserar en los paquetes de cigarrillos la leyenda: “El fumar es perjudicial para la salud. Ley 23344”. Por último, para ilustrar al lector acerca del porcentaje de dinero que se invertía en cigarrillos en el año 1957 en la Argentina, cuando ya era conocido el informe de Doll y Hill, la revista Mundo Argentino publicó una 160
estadística tomada de una importante proveeduría sindical. En esta, se estableció el siguiente promedio mensual: $
RUBRO Artículos de tocador Menaje Reparaciones varias Artículos de limpieza 2 asistencias al cine 2 asistencias deportivas 1 diario 2 revistas 2 libros Viáticos (calle y transporte) Cigarrillos Total
106.15 91.50 20.00 87.00 56.50 15.00 19.00 7.00 70.00 150.00 174.00* 795.45
* el resultado es nuestro.
Pese a la arbitrariedad de la estadística, un ato significativo es el importe destinado al cigarrillo en comparación con el resto de las cifras.
BIBLIOGRAFÍA: 1. Hurt RD, “Tratar el tabaquismo e invertir la tendencia”, Boletín de la OMS, Recopilación de artículos, p.8. (Nº 1), 1999. 2. Idem. 3. Grossman DW; Knox JJ; Nash C; Jimenez JG, “Tabaquismo: Actitudes de los médicos de Costa Rica y oportunidades de intervención”, Boletín de la OMS (op. cit.). 4. Idem, ibidem. 5. Idem, ibidem. 6. Idem, ibidem. 7. Idem, ibidem.
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8. Azevedo A; Machado AP; Barros H, “Consumo de tabaco entre estudiantes de secundaria portugueses”, Boletín de la Organización Mundial de la Salud, pp 87-91, Nº 1, 1999. 9. López AD, “Medición de los riesgos del tabaco para la salud: un comentario”, Boletín de la OMS (op. cit.). 10. Idem. 11. World Health Organization (Organismo creado en 1948 como Agencia especializada de las Naciones Unidas y autoridad coordinadora para materias de Salud Pública e Internacional) Geneva, 1997. 12. Mundo Argentino, Nº 2504, Buenos Aures, 25/2/1959.
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Selecciones del Reade’s Digest, N° 115 (junio1950)
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UN GOLPE DE TIMÓN Las agencias publicitarias representan la etapa intermedia entre la producción y el destinatario de esta. Las diversas variantes que aceleran o desaceleran la promoción, están estrictamente condicionadas por las circunstancias que movilizan el mercado. En el caso del tabaco, la publicidad, tal cual lo dijimos en páginas anteriores, manejó sumas siderales. Solamente en los Estados Unidos, según un artículo publicado en el diario La Razón (1), se movilizan 45 000 000 000 millones de dólares por año en la industria del tabaco. Evidentemente el porcentaje publicitario es lo suficientemente sustancioso como para interesar sobremanera a las agencias publicitarias. Lo mismo ocurría en nuestro país aunque en menor proporción, así lo informaba la revista Descubrir (2): “Se calcula que los argentinos, en todo el año 1992, fumaron cerca de 360 000 millones de cigarrillos, algo así como 580 paquetes por habitante”, lo cual indicaría que la suma de dinero empleada tanto en su fabricación como en la comercialización –publicidad incluida– fue muy importante. Se sabe que aumentó notablemente el consumo de tabaco entre los jóvenes, público cautivo de hábiles publicistas que responden a los intereses de los fabricantes. Decimos esto, porque la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC), comunicó que: “A pesar de todas las campañas que durante los
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últimos años se llevaron adelante contra el consumo de tabaco, lamentablemente, siempre son más las campañas a favor que la gente ve a través de la publicidad” (3). Desde luego se puede alegar que la agencia solamente actúa como intermediario sin abrir opinión sobre el particular. Estamos de acuerdo, no es su función oficiar de juez. El negocio es difundir, evidentemente sin medir las consecuencias de esa difusión. El Correo de la Unesco (4) publicó la siguiente información: “Emerson Foote, ex presidente de la National interagency council on smoking and health, escribió una carta a John F. Kennedy en la que decía: ‘La publicidad televisada incita a la gente a fumar cigarrillos. Los cigarrillos causan la muerte a muchas personas’”. Tal incitación al suicidio es moralmente injustificable. Por consiguiente, debería prohibirse la publicidad de los cigarrillos en la televisión [...] “La Task force for smoking and health in the United States, hizo pública esta declaración: No vemos cómo, a la larga, se podrá continuar haciendo publicidad a un producto tan peligroso para la salud como los cigarrillos”. Por último, en el mismo artículo, agrega el cronista: “se tomaron medidas importantes contra la propaganda del tabaco en Inglaterra, Dinamarca, Francia, Irlanda, Italia, Noruega, Suecia, Suiza y Checoeslovaquia. Como dato curioso, podemos agregar que John Barrat (5) describe un hecho ocurrido el 11 de septiembre de 1928: “En Schenectady, Nueva York, una atractiva mujer está sentada junto a una pequeña mesa de madera fumando un cigarrillo”. Esta sería la primera emisión realizada en televisión de lo que hoy
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conocemos como “teleteatro”. En Europa, considerando que el problema es muy serio, en un intento por terminar con este flagelo, similar a la peste que asoló a esa región a fines de la Edad Media, se pensó que un camino podría ser la reconversión industrial y tomaron la determinación de finalizar con la publicidad del tabaco. Una noticia de la agencia AFP, publicada por el diario La Nación (6), dice: “La publicidad del tabaco desaparecerá completamente en Europa al terminar la última carrera de Fórmula 1 en la temporada del año 2006. La controvertida directiva sobre la prohibición de la publicidad del tabaco fue aprobada ayer por el Consejo de Ministros de la Unión Europea. El acuerdo que los ministros de sanidad de los ‘Quince’ alcanzaron después de más de doce horas de discusiones, el 4 de diciembre último, fue normalizado ayer en cuestión de minutos. El fin de la publicidad del tabaco se considera vital para luchar contra el tabaquismo”. Es sabido que son muchas las publicaciones en todo el mundo que no aceptan la publicidad sobre el tabaco. Las denuncias sobre el particular son abundantes y de distintos orígenes. El Diputado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Dr. Agustín Zbar (7), dijo: “como consecuencia, soportamos campañas publicitarias agresivas lideradas por empresas multinacionales oligopólicas que dependen de nuestros países para seguir asegurando sus altos niveles de rentabilidad”. Influye mucho en la adicción, la publicidad encubierta (no generada en agencias del ramo) y la opinión ambivalente de hombres vinculados con la ciencia.
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Por ejemplo, la revista Noticias (8) publicó un informe del epidemiólogo de la Universidad de Minnesota, Thomas Sellers respecto al estudio que hizo sobre el cáncer de pulmón contabilizó que “en treinta y siete familias y encontró un gen –aún no identificado– que aumentaba el riesgo de la enfermedad antes de los cincuenta años”. A esto se suma, agregó, que la combinación del cigarrillo y el gen elevaba la cifra de afectados de 27 % (en los casos no combinados) a 42 %. Finaliza el artículo transcribiendo la opinión de neil Caporaso del National Center Institute quien “estudió un gen que codificaba una encima que destruia sustancias químicas en el cuerpo. En las personas en las que la enzima funcionaba mejor, la posibilidad de contraer cáncer de pulmón aumentaba seis veces. Por esto Caporaso dice que la enzima transformó los componentes del humo del cigarrillo en sustancias cancerígenas”. Concluye con una afirmación inadmisible que deja flotando la duda: “De ser así, tanto aquellos que fuman mucho como los que no, podrían contraer cáncer de pulmón”. Opinión que no podemos compartir desde el momento en que la misma Philip Morris reconoce que fumar tabaco es causa de grave enfermedad. Por otra parte, ya en ese año, 1990, había suficientes elementos como para no dudar sobre el tema. La OMS estima en 52 las enfermedades provocadas por el hábito de fumar (9), y Mabel Bianco, presidenta de FEIM, médica epidemióloga y experta sobre tabaco y salud de la OMS, afirmó “El tabaco también es promocionado entre las mujeres como un medio para mantenerse esbeltas y en silueta. Este mito se sustenta en imágenes y modelos de mujeres hermosas, estilizadas, seductoras y
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PBT, N° 303 (17 de septiembre de 1910)
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sofisticadas que aparecen en televisión, las revistas y/o el cine fumando, siempre exitosas, rodeadas de admiradores, de riquezas y de belleza. Nunca las vemos tosiendo, ni expectorando flemas, ni respirando dificultosamente”. Muchos “personajes” que ocupan altos cargos en las administraciones nacionales, como el titular de la Cámara baja de los Estados Unidos, el Sr. Gingrich, legislador republicano (10), fue acusado de defender los intereses de la industria tabacalera porque “había desestimado la influencia de personajes publicitarios como Joe Camel y dijo que la mayor influencia para los jóvenes son los actores que fuman en pantalla”. Todos recordamos perfectamente al cow boy que afrontaba todo tipo de peligos y era capaz de superarlos. Esa imagen de héroe mediático subyugó a los chicos que intercambiaban figuritas del personaje impreso en las marquillas de cigarrillos. No es posible seguir desconociendo los perjuicios derivados de fumar. El diario La Nación (11) informa: “La publicidad de las tabacaleras incita a unos 700 000 adolescentes estadounidenses por año a fumar antes de los 18 años, según un estudio publicado en Estados Unidos”. De todos modos, esto parece no arredrar a los eternos confundidores. Se dijo que la revista Selecciones del Reader’s Digest fue una de las pioneras en denunciar el daño que hace el tabaco, sin embargo, aún después de conocerse en su país y a principios de la década del 50 el trabajo de Doll y Hill, dos periodistas que se agenciaban la cruzada contra el tabaco, titularon un artículo: “La nicotina: enigma del fumador” (12). Entre otras observaciones, reproducen conceptos de Los Anales de Medicina Interna en los que se asegura:
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“no hay una respuesta precisa”. Y agrega: “La falta de investigación explica porqué sigue sin resolverse el enigma de la nicotina”. No conformes con las dudas planteadas avanzan diciendo: “La moderación puede consistir en disminuir el consumo, fumar cigarrillos que contengan menos nicotina, o usar boquilla con filtro”. Culmina este artículo con un consejo: “Para los fumadores normales, los cigarrillos con poca nicotina y las buenas boquillas con filtro sí ofrecen ventajas”. Habían pasado ocho años desde la publicación de los trabajos que para muchos significaron el verdadero inicio de la toma de conciencia por parte de científicos y público consumidor en general. Ya hemos dicho con anterioridad que existían sobrados elementos probatorios como para no dudar pero, al parecer, pesaba mucho la difusión de noticias contradictorias. Es preciso tener en cuenta el peso notable que la elaboración y venta del tabaco en todas sus formas tiene sobre los presupuestos de las naciones. Esto explica que se subsidie a esta industria. La prohibición de publicitar, decisión de la Unión Europea tomada el 4 de diciembre de 1997, no puede ser inmediata porque produciría un colapso económico –no solo a las tabacaleras– a todo el comercio que está relacionado con esta industria. Llevó nueve años lograr un acuerdo que prohibiera “todo tipo de publicidad del tabaco y la promoción del tabaquismo en medios de comunicación así como en encuentros culturales y deportivos […] Los países miembros tendrán, sin embargo, hasta tres años para retirar posters y carteles de la vía pública, y a la prensa escrita se le confirió un año más de gracia, de modo que puedan cumplir contratos suscriptos de hasta cuatro años de duración. La publicidad en televisión ya está prohibida
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en la Unión Europea desde el año 1989” (13). Hubo una excepción –por el volumen operativo– que otorgó un plazo de cinco años a los patrocinadores de la Fórmula 1. Se debe considerar que en Europa se inviertieron 35 000 millones en publicidad en 1996. La Unión Europea gasta 2000 millones de dólares “en subsidiar a agricultores que cosechan tabaco y recoge 20 millones por día en concepto de impuestos a los cigarrillos”. Caroline Jackson, eurodiputada, dijo: “Estoy en favor de poner fin a la promoción del tabaquismo, pero me parece una hipocresía si no se hace nada para detener los subsidios”. La situación en la Argentina también es preocupante porque se manejan sumas demasiado importantes para nuestra alicaída economía, más acentuada en muchos sectores, como es el caso de las provincias. En Salta (14) el ingreso por tabaco es de 90 millones de pesos anuales. El Fondo Especial del Tabaco (FET), subsidia en siete provincias del Norte a 25 000 tabacaleros. “Massalin Particulares, filial argentina de la tabaquera Philip Morris, no cerrará como había previsto su planta en la provincia de Corrientes, pese a un nuevo impuesto que aumentará del 7 al 21 % el gravamen sobre los cigarrillos” (15). Por último, un problema que se plantea a los gobiernos y fundamentalmente a quienes se desempeñan como trabajadores en la industria tabacalera, es la posibilidad de que prosperen las demanas y finalmente se cierren plantas elaboradoras. El día 20 de enero de 2000, la periodista Luisa Valmaggia, en el programa radial “Punto de encuentro”, entrevistó a la hermana Marta Pelloni. La religiosa comunicó a la audiencia que la filial de Philip Morris, Massalín Particulares, había insinuado la posibilidad de cerrar
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su planta en la localidad de Goya, Corrientes, ante la disminución notoria del consumo de cigarrillos. Esto significaría la “muerte” de dicha población ya que sus habitantes viven prácticamente del trabajo en esta empresa. La producción, en ese lugar, es de 22 millones de cigarrillos diarios. La hermana Pelloni dijo que también la ciudad de rosario, aunque con muchos menos obreros debido a la tecnificación de la planta, la firma mencionada producía una cantidad similar. Es evidente que nadie, gobierno o ciudadanos, desea que cierre una fuente de trabajo, en especial, teniendo en cuenta la crítica situación por la que atraviesa el país en materia de empleo y desarrollo industrial. Aunque la empresa aseguró que no piensa cerrar la fábrica, creemos que ha llegado el momento de la reflexión y en lugar de fabricar veneno, aplicar toda su tecnología para producir alimentos que atendieran a la necesidad, creciente, de la mitad de la población mundial que padece hambre (16). Asimismo, los directivos de Massalín (17) manifestaron que no podían afrontar el perjuicio que les ocasionaba el contrabando o el ingreso ilegal de cigarrillos en el país. “Dos días antes, la empresa multinacional había enviado otra nota a la Bolsa informando sobre el cierre de la planta, en respuesta al incremento de impuestos dispuesto para el sector en la reforma tributaria”. Esto planteó un serio conflicto ya que levantar la fábrica significaría la miseria para 300 familias. Transcribimos la opinión de un calificado representante de la industria tabacalera, Diego Segura, ejecutivo de Nobleza-Piccardo, quien después de proponer que no se publicite el tabaco dentro del horario de 8 a 22, dijo: “No hay que olvidar
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que fumar encierra un riesgo para la salud de los consumidores” (18). Solo el 15 de febrero de 2000 (19) se tuvo noticias del pacto acordado en 1992 entre las dos más poderosas firmas elaboradoras de tabaco: Philip Morris y BAT. Dicho acuerdo consistía en regular los precios del mercado mundial. En todo el orbe, Philip Morris (Estados Unidos) factura 17.220 millones de dólares y la British America Tobacco (Inglaterra) 14.584 millones de la misma moneda. En la Argentina estas empresas están representadas por las siguientes subsidiarias: Massalín Particulares (Philip Morris) que posee el 60 % del mercado y Nobleza Piccardo (British America Tobacco) el 40 % restante. En Latinoamérica, estas empresas venden 2.200 millones de dólares. BIBLIOGRAFÍA: 1. Castelli LD, “El cigarrillo libra una pelea sin filtro”, La Razón, Buenos Aires, 22 de marzo de 1996. 2. Descubrir, Buenos Aires, Febrero de 1994. 3. “Crecen las ventas en la Argentina”, La Razón, Buenos Aires, 3 de mayo de 2000. 4. Taylor RM, “El tabaco en el banquillo de los acusados”, Buenos Aires, Correo de la UNESCO, Mayo de 1970 5. Barrat J, “Prehistoria de la televisión”, Historia, Buenos Aires, Nº 33, mar-may 1989. 6. “Fin a la publicidad de cigarrillos”, La Nación, Buenos Aires, 13 de febrero de 1998. 7. Zbar A, “Juicio a tabacaleros”, La Nación, “Correo del lector”, Buenos Aires, 3 de noviembre de 1999. 8. “El gen fumador”, Noticias, Buenos Aires, 7 de octubre de 1990. 9. Bianco M, “La trampa del tabaco”, La Nación, Buenos Aires, 18 de noviembre de 1999. 10. “Gingrich...”, La Nación, Buenos Aires, 22 de abril de 1998. 11. “La publicidad...”, La Nación, Buenos Aires, 18 de febrero de 1998.
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12. Mattox L y Monaham J, “La nicotina: enigma del fumador”, Selecciones del Reader’s Digest, Nº 209, Abril de 1958. 13. Iglesias G, “Prohiben en Europa los avisos de tabaco”, La Nación, Buenos Aires, 4 de diciembre de 1997. 14. Pastrana CF, “Las tabacaleras a la espera de respuestas”, La Nación, Buenos Aires, 8 de noviembre de 1999. 15. “Massalin Particulares...”, La Nación, Buenos Aires, 11 de enero de 2000. 16. Valmaggia L, “Punto de encuentro”, Buenos Aires, 20 de enero de 2000 17. “No cierra y fumando espera”, Página 12, Buenos Aires, 8 de enero de 2000. 18. “Reacción por la veda a los avisos de tabaco”, La Nación, Buenos Aires, 29 de abril de 1999. 19. William J, “Descubren un pacto de las grandes tabacaleras”, Clarín, Buenos Aires, 15 de febrero de 2000.
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Del libro del Dr. Jorge Thomason, prologado por el Dr. Ă ngel H. Roffo: Enemigos de la humanidad (1949)
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ESTÍMULOS PARA LA ADICCIÓN: CONCURSOS, PREMIOS, ETC. A principios del 900, la situación económica provocó la proliferación de los conventillos y la gente deambulaba en busca de un trabajo, por misérrima que fuera la paga. Esto alertó a los publicistas y a los industriales tabacaleros, que entrevieron la posibilidad de estimular el consumo del tabaco a través de concursos con tentadores premios. Alejados por completo de la ética y poseídos por un desmedido afán de lograr jugosos dividendos, desligados totalmente del enorme perjuicio que causaban a la población, especialmente a la infantil, como pudimos apreciar en las ilustraciones, acudieron a recursos más eficaces, conscientes de la apetencia que el juego –posible escapatoria de la miseria– despierta en la mayoría de la población. El juego siempre tuvo un gran atractivo para muchas personas, sin distinción de edades. En lo que se refiere a la propaganda del cigarrillo, la competencia para ofrecer los mejores y más variados premios, en muchos casos suntuosos, estuvo hábilmente conducida a despertar el interés en sectores de la población afectas a determinados deportes, o carecientes, que entreveían la posibilidad de adquirir objetos a los que de otra manera les sería completamente imposible acceder. La adquisición de bienes, no imprescindibles, a través de mecanismos que eximan de esfuerzos
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PBT, N° 77 (10 de marzo de 1906)
personales, no es el mejor ejemplo para niños y adolescentes, especialmente si el medio para obtener estos “beneficios”, es la estimulación de una adicción. Los concursos se realizan estimulando la participación de todos los estratos sociales deseosos de acceder a los premios, como una posibilidad de escapar de situaciones económicas agobiantes o incrementar su patrimonio, en un aspecto lúdico adictivo; el jugador juega por jugar. Las empresas tabacaleras, atentas al diario acontecer en materia propagandística, se hicieron presentes en los medios ofreciendo suculentos beneficios a los posibles ganadores del sorteo. Las especificaciones en cuanto a limitación de edad para participar (no menores de 18 años), resultan ridículas
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y para nada impiden que los jóvenes se tienten y recurran a amigos e incluso parientes e intenten, a través del juego, modificar su situación económica. Una de las pasiones que concita gran interés en una importante franja poblacional –al margen del fútbol– es el automovilismo, y allí es donde, precisamente con más intensidad, se ha enfocado la propaganda tabacalera, tal cual se puede apreciar permanentemente en diversas publicaciones y emisiones televisivas. Todos los ciudadanos tienen derecho a manifestarse públicamente teniendo como única valla el perjuicio que puedan ocasionar a terceros. Ya hemos mencionado los límites que la ética impone a la difusión de noticias o publicidades. Entendemos que, por lo menos, cabe una reflexión por parte de las autoridades y de la gente en general. Los medios gráficos rápidamente vieron el filón y concedieron espacios en sus publicaciones evaluando el rédito económico que les significaban los avisos comerciales, y el tabaco ocupó un lugar preferencial en muchos casos. En su descargo, podemos decir que hasta las primeras décadas del siglo XX, aún no estaba debidamente establecido –por parte de las autoridades científicas y estatales– si era perjudicial fumar. Los antecedentes sobre el particular no habían sido suficientemente difundidos ni existía, por parte de las autoridades, una política definida al respecto. A los avisos ya expuestos, sumamos los aparecidos en el diario La Nación en 1898 y 1899. “Avisos - ‘La Popular’ - fabrica los mejores cigarrillos, vende más barato y pone premios de relojes y cadenas en todos los artículos de su fabricación. Desarmar las marquillas y paquetes para encontrar las suertes”. (Viernes 12 de agosto de 1898).
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“Avisos - La mejor lotería - Cigarrillos Tómbola con premios en todos los atados, 10 centavos”. (Miércoles 17 de agosto de 1898). “Aviso - ¡Buena noticia! La cigarrería de Londres regala todos los sábados un ejemplar de Caras y Caretas, a todo comprador de dos atados de cigarrillos Teléfono o Pierrot. Révisense los paquetes para ver si tienen vales por suscripción a domicilio. Florida esq. Rivadavia y Buen Orden 413. En venta en todas partes”. (Lunes 16 de octubre de 1899). “Campo neutral - ‘Mauser argentino’ - Avisamos a los fumadores de nuestros cigarrillos Mauser Argentino, que el que sea poseedor del vale núm. 5124 de la jugada del 7 de diciembre, puede pasar a recoger de nuestra casa el cronómetro oro 18 kilates que le pertenece como premio. Testoni Chiesa y Ca. Avenida de mayo 646”. (Viernes 8 de diciembre de 1899). Hoy, los premios han crecido en volumen de valores y se ofrecen hermosos coches o fabulosos viajes. A principios de siglo estaban muy de moda los juegos de ingenio que son estimulantes para la formación de los niños, pero que no lo son tanto cuando detrás de estos se proyectan estímulos nocivos para la salud. En materia publicitaria uno puede encontrarse con sorpresas increíbles. Ignacio Escribano (1) denuncia la difusión de un aviso pernicioso. Luego de mencionar datos estadísticos tales como “el fumador pierde, en promedio, entre 20 y 25 años respecto de su esperanza de vida”, se pregunta: “¿Ignoran nuestros gobernantes la magnitud del daño y el engaño social de las tabacaleras? ¿O lo saben y miran hacia el costado?”. Con respecto al aviso en sí, que ofrece un atado de 14 cigarrillos por un peso, su comentario final resume la inmoralidad de este en este párrafo: “Precio de amigo. Un peso, convidan los carteles. Debieran
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decir, en verdad, precio de canalla y embustero”. La prohibición de publicitar el uso del tabaco se ha extendido en todo el mundo, pero los artilugios de los publicistas es causal de que, subliminal o elípticamente, las marcas aparezcan en los medios. La Nación (2) refiriéndose a este tema, argumenta que debe primar la ética en la información criticando actitudes de algunos medios: “Lo que aquí se dice en términos generales del mensaje televisivo es trasladable, por supuesto, a todo el periodismo y también al campo de la publicidad. El propósito de que un aviso publicitario sea recordado o provoque un impacto en el público no justifica la utilización de cualquier recurso”. En otro aspecto, dada la enorme difusión del tabaquismo y la tentación que significaba la marquilla para los personajes de la pollítica, éstas fueron utilizadas en ese sentido. Tanto es así, que José Hernandez, expresó –en 1874– que su nombre y su imagen “no andarán nunca en las cajetillas de cigarros porque no tendrá historiador”. BIBLIOGRAFÍA: 1.
Escribano I, “El cigarrillo suele ser un amigo poco fiable”, La Nación, Buenos Aires, 2 de abril de 2000. 2. “TV y antivalores”, La Nación, Buenos Aires, 14 de mayo de 2000.
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PBT, N° 157 PBT, N° 58 (16 de noviembre de 1907) (28 de octubre de 1905) “Carta de Catedrático” Después de enumerar las distintas carreras al pie se lee: “Los fabricantes de los CIGARRILLOS SIGLO XX ofrecen un magnífico reloj de oro 18 kilates a la persona que remita a su escritorio, B. Mitre 2271, en sobre cerrado, una Carta de Catedrático, rescrita en una marquilla en la que figuren cinco de los siete caballos ganadores de esta reunión”. En caso de acertar varias se hará un sorteo, quien no resulte favorecido, recibirá un “rico alfiler corbata o un magnífico par de gemelos para puño”. PBT, N° 254 (3 de octubre de 1909)
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LA PUBLICIDAD EN EL SIGLO XX La televisión, y posteriormente las computadoras –con su acceso a internet– modificaron totalmente el mercado publicitario, conformando una cultura mediática la cual, hábilmente conducida, influyó notablemente en la mentalidad del público en general, y particularmente, en jóvenes y niños. Este es un aspecto que deberían considerar los expertos que tienen a su cargo el control de la difusión de noticias y publicidad en los medios. Tenemos a la vista los perjuicios que ocasiona la publicidad cuando no se ajusta a lo pautado por la Cámara Internacional de Comercio. El tabaco es un ejemplo palpable. La gran profusión de periódicos y revistas, surgidas en la primera década del siglo XX, permiten apreciar la invasión de avisos de toda índole, en los que se mezclan, confusamente, la ética y la charlatanería. La habilidad de los publicistas está enfocada en la captación del potencial consumidor, creándole necesidades que lo condicionarán. Para ello, contaron con los conocimientos adquiridos de estudiosos de la conducta humana. El fenómeno del consumo ya fue previsto en el siglo XIX por Alexis de Tocqueville (1) quien anticipó una revolución en la estructura social provocada por quienes tenían como único objetivo, entronizar la productividad y la competitividad. Lo que hoy conocemos como “globalización”, no es otra cosa que un mercado compacto controlado por un sector reducido de la sociedad. 185
PBT, N° 254 (2 de octubre de 1909)
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“Lo que debe desterrarse para siempre en el campo social es la suposición de que el progreso económico lleva automáticamente al progreso humano ‘espiritual’ y cultural” (2). Marshall McLuhan (3) dijo: “La tecnología de la imprenta creó el público, la tecnología eléctrica creó la masa”. “Todas las nuevas tecnologías provocan la tristeza cultural, lo mismo que las antiguas evocan el dolor fantasma después de haber desaparecido”. Cita, además, un pensamiento de Edmund Burke, político del siglo XVIII, quien dijo: “El primer derecho de todo hombre en una sociedad civilizada es el derecho a verse protegido contra las consecuencias de su propia estupidez”. Creemos que la cinematografía, de alguna manera introdujo a los espectadores en un mundo ilusorio pero deseable, por su contraste con el mundo real. Esta nueva maravilla, que de alguna manera pretende derrotar al tiempo, fue astutamente aprovechada por los publicistas que entrevieron el filón que representaba la propaganda subliminal. Según McLuhan: “De los tres millones de puntitos por segundo de la televisión, el espectador es capaz de aceptar, en una captación icónica, solo unas pocas decenas; unos setenta poco más o menos. Suficientes para lograr el objetivo de quienes administran estos medios”. El razonamiento que utilizaba este notable sociólogo estaría resumido en la siguiente frase: “Los dueños de los medios siempre intentan darle al público lo que éste quiere, debido a que sienten que su poder está en el medio y no en el mensaje ni en el programa [...] Los anuncios han demostrado que son una forma de diversión de la comunidad que se liquida a sí misma”. Otro estudioso de la importancia que tiene la
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publicidad dirigida con fines comerciales, ha sido Vance Packard (4). Refiriéndose a este rubro, respecto de las marcas de cigarrillos, dijo: “Casi el 65 % de los fumadores son absolutamente leales a su marca, y el 20 % le profesan una lealtad un poco menos firme”. Una investigación realizada por Social Research, por encargo del diario The Chicago Tribune y mencionada por este autor, delineó el perfil de los principales cigarrillos: Camels: “Se los considera masculinos y fuertes, adecuados para la gente de trabajo”. Lucky Strike: “Fuertes para hombres, más para gente común que para el obrero” (discriminación de todo punto de vista insólita). Chesterfield: apropiados para hombres y mujeres, más bien suaves, y no se limitan a ninguna clase social”. “El estudio realizado poco después de difundirse el temor del cáncer, que según palabras de uno del gremio de la publicidad la puso ‘en un aprieto de los mil demonios’, comenzó el éxodo de fumadores bajando las ventas”. Para superar el problema, los fabricantes recurrieron a un nuevo tipo de filtro “el cigarrillo con filtro aumentó sus ventas en un 1800 %, y agregó: “Las ventas de cigarrillos aceleraron su marcha ascendente comenzada en 1955”. Asimismo, puntualizó: “El pánico del cáncer de principios de la década del 50 fue el último golpe asestado a la venta de cigarrillos”. De 350 fumadores consultados a través de una batería de tests en el estudio realizado por la Social Research “el principal descubrimiento de los investigadores fue que los norteamericanos fuman para demostrar que son gente viril y madura”. Se
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entremezclan pensamientos tales como: “¡Los jóvenes que fuman tratan de parecer mayores; y los mayores que fuman tratan de parecer más jóvenes” (5). “El cigarro es símbolo de rudeza masculina, el favorito de los gangsters y banqueros de corazón de piedra” (6). En 1955, la venta de cigarros alcanzó una cifra astronómica: 6 000 000 000. “El Cigar Institute of America gastó en 1956, 200 000 Dólares en anuncios que pintaban a una mujer aprobando a su marido por fumar cigarros. Era una campaña publicitaria en ocasión del día del padre” (7). Las compañías tabacaleras recurrieron a diversos ardides para retener a los fumadores, especialmente luego del pánico desatado por la difusión de comprobaciones médicas, indicadoras de la posibilidad cancerígena del tabaco en todas sus formas. El caso de Malboro, según Packard, fue paradigmático. Comenzó a estructurar campañas publicitarias en las que se destacaba la masculinidad. Una leyenda “el cigarrillo de los hombres que también gusta a las mujeres”, se difundió profusamente. No faltaron las especulaciones freudianas inclinadas a demostrar que fumar estaba vinculado a la etapa anal. Packard concluye que: “La necesidad hondamente arraigada de ingerir por la boca surge originariamente como reacción ante el hambre y la tensión en el infante, a quien se apacigua poniéndolo al pecho, o dándole un biberón” (8). Este enfoque psicoanalítico, fue planteado por Freud, gran fumador que falleciera de cáncer en 1939, quien destacó el placer infantil de succionar. Packard relata que en 1956, en una convención de dentistas, el Dr. Maury Massler del Colegio de Odontología, dijo: “Es un método de aliviar las
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tensiones internas, e hizo una interesante distinción: el hombre que chupa su cigarro, se está chupando el dedo mientras que el hombre que masca su cigarro se está comiendo las uñas” (9). Reflexión en cierto modo infantil, a la que no adherimos, máxime cuando se conoce el efecto adictivo de la nicotina. De acuerdo con un estudio realizado por una agencia de Chicago, Weiss and Geller (10): “Los hombres fuman cigarros para afirmar su masculinidad”. Vance Packard comentó que mientras escribía su libro “oyó a su hijita de 8 años cantar alegremente el anuncio de cigarrillos: ¡No se pierda el placer de fumar!” (11). El siguiente dato estadístico facilitado por Packard, es un claro ejemplo de la importancia que esta industria tiene para la economía del país productor: “En 1955, se gastaron 9000 millones de dólares en la publicidad de los Estados Unidos con un aumento de mil millones desde 1954 y de tres mil millones desde 1950. Por cada hombre, mujer y niño americanos se invirtieron alrededor de 35 dólares para persuadirlos a que compraran productos industriales” (12). Las sumas que se invierten en publicidad, llegan a importar ingresos que representan sustantivas ganancias, no solo para las agencias publicitarias, sino también para todo el mercado paralelo que se moviliza alrededor de estas. Otro aspecto por considerar, muy importante debido a su envergadura, son los impuestos que percibe el Estado. Eso puede explicar actitudes que, a primera vista, parecen confusas. El interés en captar clientes, ha involucrado a todos los sectores de la sociedad haciéndolos participar con sus imágenes, voluntariamente o no, en las que es posible verlos disfrutando o
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elogiando el acto de fumar. Es clásica la visión de Humphrey Bogart, una víctima del cigarrillo, así como la de numerosos artistas, incluido el sexo femenino (Bette Davis antes, Sharon Stone hoy, son algunas de ellas) que adoptaron el cigarrillo como símbolo de status. Las cifras que facilitaron investigadores de la Universidad de California, que analizaron “los cinco mayores éxitos de taquilla de Estados Unidos a lo largo de varios años”, indican que “en 1990 solo encontraron un protagonista cinematográfico que fumara. Entre 1991 y 1996, el 80 % de los actores principales apareció en pantalla con un cigarrillo”. Salvo la empresa Walt Disney, que prohibió filmar escenas con protagonistas fumando, al resto no les preocupa el tema (13). BIBLIOGRAFÍA: 1. García Puga A, Pérgola F, “Sudamérica en la visión de Tocqueville y Mantegazza”, Historia, Nº 66, junio-agosto 1997. 2. Mafud J, “Los argentinos y el status”, Americalee, Buenos Aires, 1970. 3. McLuhan M - Quentin Fiore, “El medio es el masaje”*, PaidósIbérica SA, Barcelona, 1967. 4. Packard V, “Las formas ocultas de la propaganda”, Sudamericana, Buenos Aires, 1967. 5. Idem, Ibidem. 6. Idem, Ibidem. 7. Idem, Ibidem. 8. Idem, Ibidem. 9. Idem, Ibidem. 10. Idem, Ibidem. 11. Idem, Ibidem. 12. Idem, Ibidem. 13. “¿Quién dijo que estaba prohibido fumar en el cine?”, La Nación, The Wall Street Journal Americas, 18 de octubre de 1998.
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* Título original de esta versión
Del libro de lectura para 3° grado La señorita Raquel (E. A. López de Nelson). Sin fecha de edición.
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EL CINE, LA TELEVISIÓN, LAS REVISTAS Y SU INFLUENCIA EN EL IMAGINARIO POPULAR La cinematografía, nacida a fines del siglo XIX como resultante de experimentaciones varias debidas al talento de hombres como Edison y los hermanos Lumière, inicialmente tuvo como objetivo prioritario el entretenimiento. La gente, que en un principio acudía a las primitivas salas para extasiarse e incluso asustarse con la locomotora que avanzaba sobre la platea, comenzó a frecuentar estos espectáculos que desplazaban a su antecesora, el “fenaquistiscopio”. Este dispositivo consistía en dos discos superpuestos, uno de ellos con perforaciones que permitían ver en movimiento las figuras al verlo girar, su inventor era Hitler Von Stampper, natural de Viena, Austria (1). Quienes tenían el manejo de esta incipiente industria, entrevieron la posibilidad de realizar un gran negocio y las “vistas” comenzaron a adquirir otras características, ayudadas por la inclusión del argumento. Este nuevo elemento, ingenuo en sus comienzos, modificó el espectro inicial y poco a poco la gente se fue volcando masivamente a esa nueva maravilla que revolucionó el siglo XX. Surgió entonces una nueva modalidad, la imitación gestual o en el vestir, de quienes intentaron emular a los héroes o heroínas que deslumbraban desde las pantallas. Obviamente, el acto de fumar no podía estar 193
ausente y ya en los primeros filmes se podían observar a hombres y mujeres fumando, costumbre que se incrementaría con el transcurrir de los años, llegando en algunos casos a constituirse en ejemplos destacados del “saber vivir”. Las agencias publicitarias, siempre atentas a captar el interés de los potenciales inversores en el rubro, conscientes de la necesidad constante de incrementar sus ventas, no desperdiciaron la oportunidad de interesar a los industriales y comerciantes quienes, seducidos por la posibilidad de aumentar sus ganancias, decidieron incursionar en los nuevos emprendimientos que podrían incrementar sus ingresos. En un principio fue la gráfica el terreno elegido para desplegar sus campañas. Las tabacaleras no fueron ajenas a la penetración domiciliaria de los medios de difusión y volcaron grandes sumas de dinero en publicitar sus productos, tal cual lo hemos visto en páginas anteriores. El enorme crecimiento en cantidad de ejemplares editados tanto en diarios como en revistas, estuvo íntimamente ligado a la publicidad. El beneficio era recíproco. La industria tabacalera rápidamente captó la importancia de propagar las bondades de sus marcas e inundó todas las publicaciones con sus promociones. Paralelamente, el público lector influido por las imágenes que para un gran sector simbolizaban aspiraciones no cumplidas, adoptó el cigarrillo en un afán de suplir déficits internos, enfermizos, tal como lo supusieron Freud y otros científicos. A esta tendencia no escapó prácticamente nadie y fue posible observar fotografías de personalidades que accedieron a entrevistas periodísticas fumando pipas o cigarrillos, por desconocimiento o indiferencia,
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ante el perjuicio que significaba para su salud esta adicción. André Maurois en su admirable biografía de Disraeli, relató lo siguiente: “Cuando el Primer Ministro inglés tenía que conversar con Bismarck, contrariaba su habitual abstinencia y encendía un formidable habano. Cuando le preguntaron el porqué de esa actitud, contestó: Porque necesito tender una cortina de humo frente a mi rostro, para que los ojos de Bismarck no me taladren, tratando de adivinar intenciones” (2). Desde Groucho Marx que aseguró lo fácil que era desprenderse del vicio al decir “Yo lo he dejado un montón de veces”, pasando por Marlene Dietrich, Laureen Bacall, y más recientemente, Julia Roberts o Sharon Stone, la lista de artistas –hombres y mujeres– es interminable, sin olvidar a famosas figuras que fallecieron a causa del tabaco, como el ya mencionado Humphrey Bogart o Steve McQueen. Instalado en todos los ámbitos, sin distinción de profesiones ni etnias, comprendiendo a todos los estratos sociales, se constituyó en el aditivo infaltable y compañero irremplazable de hombres y mujeres. Artistas de toda índole llenaban vacíos literarios o simplemente trasladaban a la pantalla o al lienzo al adicto. No se trata de juzgar actitudes de las personalidades que fuman, sino de poner en evidencia el peligro que representa, para los jóvenes especialmente, ver a figuras notorias a las cuales un vasto sector de la sociedad considera arquetipos y que en muchos casos, pretende imitar hasta en sus menores gestos. La sociedad de consumo y la moda son factores determinantes del tema abordado.
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“La publicidad engendra publicidad, y se multiplica a sí misma. Llega a tener un valor por encima de las marcas y aun de los géneros: si bien el ciudadano puede perder la noción de los nombres que se le obligaría a retener, en cambio se crea en él una mentalidad de consumidor, de hombre que ha de comprar. Por todas partes recibe la orden y el estímulo” (3). La modificación constante y vertiginosa de gustos y costumbres convierte a los seres humanos en objetos manipulables, ansiosos hasta la alienación por no quedar rezagados en el avance tecnológico. Un rasgo predominante es la captación de las características menos edificantes de culturas superiores y la no elaboración intelectual de sus virtudes y sus defectos. Esta especie de colonización mental se mantiene vigente en las sociedades no desarrolladas o marginadas en la economía mundial. BIBLIOGRAFÍA: 1. “Antecedentes del cine en el siglo XIX”. Hechos Mundiales Nº 4, Santiago, Chile, Zig-Zag, 1967. 2. Leoplán Nº 77, Buenos Aires, 1977. 3. “La Sociedad de Consumo”, Navarra, España, Salvat, 1975.
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Cine Argentino, N° 4 (2 de junio de 1938)
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FUMANDO ESPERO El tango, fue otra de las expresiones populares que recogió imágenes vinculadas al vicio de fumar. Tal como apreciamos en la partitura musical, el cigarrillo remplaza a los afectos, es el compañero insustituible en el momento de abandono y soledad. La lista de tangos alusivos al cigarrillo no solo es extensa en títulos, sino también en contenido: “Sobre el pucho”, “Tabaco”, “Fumando espero”, “Nubes de humo”, etc. El cigarrillo, en el tango, más que un compañero o un amigo, es también motivo de vehículo publicitario desprovisto de todo prejuicio y, tal como lo observamos en la publicidad gráfica de principio de siglo XX, en muchos casos carece del más elemental decoro. Si bien la ética no era obviamente un problema que inquietara a quienes diseñaron la portada del tango “Carbonilla”, la situación que se plantea ante la utilización de criaturas, excede los límites de lo tolerable. Teniendo en cuenta la nefasta influencia que ejerció sobre la niñez la publicidad desenfadada de niños fumando o estimulados y gratificados por sus padres, no se justifica la insistencia en mostrar a las criaturas con un cigarrillo en los labios, con una expresión entre pícara y placentera. Es harto conocida la figura de Gardel con un cigarrillo en la mano, al punto que es posible observar en el monumento que corona su tumba en el cementerio de Chacarita, que más de una vez alquien coloca un cigarrillo entre los dedos de la estatua. Asimismo, 199
los cultores del género se han habituado a la imagen de conocidos fumadores que son fotografiados fumando. Conocido el daño que produce, en este caso en el instrumento por antonomasia, la garganta, no se explica la porfía en su adicción. “Aprovechá la bolada!”, de F. Bohigas, es otro ejemplo de todo lo expuesto.
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Un ejemplo de publicidad mal encaminada, que si bien no se refiere al cigarrillo, por sus características, es una prueba evidente de cómo se viola la ley impunemente, y se exceden todos los límites que establece la ética, es posible apreciarlo en un tango que el doctor Eduardo Franca, taumaturgo, tituló: “La Lugolina”. ¿Qué es la Lugolina? “La Lugolina es un agua maravillosa que cura todas las enfermedades de la piel, eczemas, herpetes (Sic) y conserva la piel siempre fresca, etc. En venta en todas las droguerías y farmacias”. Este texto está inserto en el interior de la partitura.
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La lista de mistificaciones es interminable y desnudar las falacias de estos “hacedores de milagros” es impostergable, porque entendemos que es preciso alertar a la población sobre los peligros que entraña el sucumbir ante cualquier propaganda advenediza. Esta propaganda descarada de un producto “medicinal”, como dijimos, viola todas las leyes escritas y constituye una verdadera afrenta a los médicos (el autor se dice doctor) y a los desprevenidos creyentes de los beneficios que puede reportarle un producto de esta naturaleza.
Dedicado a los Sres. Alejandro Masssalin, José Celasco y Rafael Piccinni muy sinceramente (el resaltado es nuestro)
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La Prensa (20 de junio de 1919)
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DEPORTE Y CIGARRILLO Al margen de todo tipo de especulaciones, si existe un ámbito en el cual el cigarrillo no tiene cabida es, indiscutiblemente, en el deporte. Sin embargo, abundan los casos de deportistas fotografiados con un cigarrillo entre los labios o entre los dedos. Un claro ejemplo de ello lo constituyó la imagen de César Luis Menotti, deportista de larga trayectoria nacional e internacional. Es por todos conocida su afición al cigarrillo, como se pudo apreciar en la foto que le tomara el diario La Nación el 22 de agosto de 1999. Asimismo, otro ex director técnico de la selección nacional de fútbol, Daniel Passarella, a menudo fue fotografiado fumando. Bernabé Ferreira, un futbolista muy famoso e ídolo de multitudes en la década del 30, es también una evidencia irrefutable de que esta mala práctica deviene de mucho tiempo atrás.
Famoso futbolista de la década del 30.
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Pero no es en este deporte donde el cigarrillo ha marcado pautas: es en el automovilismo donde ha alcanzado su mayor expresión propagandística, llegando a imponer condiciones a los organizadores de grandes competencias internacinales de Fórmula 1, como se pudo verificar en los medios que publicaron las noticias al respecto. La Nación (1), en su edición del 17 de octubre de 1998, informó acerca de la situaciòn planteada por Marlboro ante el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires “por las multas a la que quedaría expuesta, aunque el recurso de amparo salió en favor de la tabacalera”. El mismo periódico, pocos días después (2), comunicó una resolución firmada por los cuatro bloques que integran la Legislatura de esta ciudad: “La norma de prohibición para la publicidad tabacalera no será aplicable a la organización de competencias o programas deportivos internacionales”. Vergonzante claudicación. El Cronista, en 1998 (3) publicó la siguiente noticia: “El cuerpo directivo de la Fórmula 1 Internacional está considerando dar por terminada la competencia entre este deporte y la industria del tabaco si le presentan evidencia de que hay una conexión entre la publicidad de cigarrillos y el hábito de fumar”. Por último, una anécdota vinculada al talentoso jugador de billar, Carrera, fue publicada en la revista Aquí Está (4). En ese artículo se destacaron sus virtudes como jugador afirmando: “Sin cigarrillos, Carrera no gana”, y completó esta aseveración con comentarios del propio Carrera: “¡Diablos! ¡Me quedé sin cigarrillos! ¿Qué hago ahora?”. En 1943, por no tener cigarrillos perdió una partida con Juan Navarra, otro brillante billarista.
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Demás está decir que la adicción al cigarrillo ha invadido todos los ámbitos deportivos y el erjuicio que ocasionó a los deportistas ha sido noticia en los medios. Recientemente, La Nación (5) informó que Nicolino Locche, conocido ex-campeón mundial de boxeo, fue internado “con una insuficiencia cardiopulmonar descompensada”. El médico que lo atendió, según esta publicación, manifestó: “Su estado mucho tiene que ver con su adicción al cigarrillo”. De acuerdo con sus declaraciones, Locche “tiene 61 años, pero varios de sus órganos tienen más de 80”. Y agregó: “Si sigue fumando, algún día esto va a explotar”. Otro argumento utilizado frecuentemente por mucha gente está vinculado a la energía física y al consumo de calorías que aumentarían cuando se fuma, excusa de aquellos que no quieren engordar. El Dr. Jorge Thomason (6), en la década del 40, publicó las experiencias realizadas por el Secretario de Educación Física de la Junta Internacional de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Nueva York, y el Dr. Elber Berry, profesor de fisiología de la misma entidad en el Colegio de Springfield, Estados Unidos. En tres pruebas deportivas (tirar al blanco con dardos, trazar una línea en zigzag y jugar al baseball) los fumadores, después de hacerlo, demostraron pérdida de la precisión física. Concluyeron: “En ciertas pruebas científicas, se comprobó que en el lanzamiento de pelotas, el fumar un solo cigarro reducía la puntería en un 12 %”. Asimismo, “Tres cigarrillos reducían en un 9 % la resistencia de los ciclistas”. Si mencionamos estas experiencias es porque fueron hechas antes de 1950, año al cual se le asigna un carácter de revelador en cuanto al daño que el
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tabaco hace al organismo. Johnny Bench, un catcher famoso, víctima de su adicción al tabaco (7), dijo: “Con harta frecuencia es una cosa común y casi suicida... me han operado de un pulmón y nadie puede desear una cosa así...”. En otro pasaje leemos un comentario de Pelé: “No he fumado nunca. Los deportistas tienen que mantener en buenas condiciones la inversión que es su cuerpo. Fumar no protege el cuerpo. Lo destruye”. La importancia que tiene la publicidad de las tabacaleras y su vinculación con el deporte, está notablemente reflejada en un problema que se suscitó entre la FIA (Federación Internacional del Automovilismo) y nuestro país. La Nación del 17 de octubre de 1998, publicó la controversia planteada entre ese organismo y la ordenanza municipal del Concejo Deliberante “que obligaba a realizar publicidades de tabaco en blanco y negro también irritó a Ecclestone. Marlboro (la empresa que patrocina la carrera argentina y que en el presupuesto internacional para 1999 la tiene incluída) se enfrentó con el ahora Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por las multas a la que quedaría expuesta, aunque el recurso de amparo salió en favor de la tabacalera”. Por último, recogemos la opinión del profesor Alberto Borrini, considerada una de las más representativas autoridades en materia publicitaria. En el diario La Nación (8) dijo, refiriéndose a la televisación de espectáculos deportivos: “El medio, en este caso, es muy superior al mensaje, porque convirtió a los miles de espectadores que asisten personalmente a un partido en millones que pueden verlos con toda comodidad desde su propia casa”. A continuación menciona casos en los cuales fueron utilizados deportistas para promocionar marcas: “En
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1930, una yerba mate, Ñanduty, utilizó al notorio boxeador Justo Suarez como señuelo para aumentar sus ventas, y el corredor de autos Raúl Riganti, unos años después, posó en apoyo de los cigarrillos Piloto”. BIBLIOGRAFÍA: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
“El tabaco en Buenos Aires”. Buenos Aires, La Nación, 17 de octubre de 1998. “Vía libre para las tabacaleras”. Buenos Aires, La Nación, 6 de noviembre de 1998. El Cronista. Buenos Aires, 1998. Aquí Está Nº 1191. Buenos Aires, 16 de octubre de 1947. La Nación, Buenos Aires, 11 de enero de 2000. Thomason J (o.cit.). Dra. Dee Burton y Gary Wohl: “La alegría de dejar el tabaco”, Madrid, Edaf, 1970. Borrini A: “Cómo convertir hinchas en clientes”. Buenos Aires, La Nación, 13 de junio de 2000.
Ahora, N° 682 (28 de noviembre de 1941)
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Les Medicines Celebres, Les Editions Contemporaines, ParĂs, 1947.
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LOS MÉDICOS Y EL VICIO DE FUMAR Este es un tema que ha sido considerado por autoridades de los distintos países, preocupadas por un flagelo que ha penetrado en las mismas facultades de medicina. El vicio, arraigado en los jóvenes, se continúa en la adultez y no discrimina niveles educativos ni condición social. El Dr. Serrano Piqueras (1) se expresa en estos términos con respecto a la docencia: “¡Qué espectáculo más lamentable se nos ofrece! Allí, donde creíamos firmemente encontrar los más refinados perfiles de la higiene. Allí donde está toda la responsabilidad del desarrollo y formación psíquica de los niños nos encontramos con que salvo raras excepciones, los señores profesores, lucen con el mayor desenfado ante los infelices muchachos, el humeante tizón, del que sorben con avidez los deletéreos gases y partículas del hollín nicotínico, con el que intoxican e impurifican la atmósfera de la sala, por si no fuera bastante su enrarecimiento con las emanaciones fisiológicas de todos los allí reunidos”. El hecho de ser un profesional no es un argumento que convierta al médico en un ser excepcional, desprovisto de las virtudes y defectos del resto de los mortales. También es un producto de la sociedad de consumo y por lo tanto, no ha podido en muchos casos escapar a sus reglas. Pero no debemos cargar las tintas sobre quien no es responsable directo en cuanto a la actitud que
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debe asumir frente a la sociedad. Entendemos que el médico es un damnificado más en la escala social. Verdaderos responsables son los funcionarios a cuyo cargo está la atención sanitaria de la población, ellos son quienes deben imponer los criterios por adoptar en la Facultad de Medicina y en los Centros de Salud, así como alertar a la población –de manera insistente y reiterativa– acerca de los peligros que entraña, no solo para el fumador sino para quienes compartan las emisiones tóxicas del humo de tabaco. Nadie mejor que el médico para conocer en profundidad el daño que el tabaco acarrea al organismo propio y al ajeno. El Dr. Mario Gée (2), radicado en la ciudad de Viedma, Provincia de Río Negro, en su artículo “El hábito de fumar en los médicos”, realizó una encuesta entre sus colegas, durante los meses de diciembre de 1993 y enero de 1994. “De los 107 médicos inscriptos en el Colegio Médico local, fueron entrevistados 92, o sea un 85,98 %”. Este estudio, es un muestreo que incluye un grupo etario que oscila entre los 30 y 49 años. Entre otros datos, informa que los médicos con mayor poder adquisitivo son los que más fuman. En cuanto al tipo de tabaco preferido, el rubio alcanza un promedio de 84,44 %, quedando excluido en las mujeres el tabaco negro. El 69 % el grupo etario oscila entre los 10 a 20 años en lo atinente a iniciación como fumadores. Otra observación demuestra que quienes más fuman son los que han superado los 10 años de profesión. Entre los varones, los que más fuman son los cirujanos así como los que se desempeñan privadamente. En cuanto a la cantidad de cigarrillos diarios, la cifra varía entre 10 y 20. Asimismo, el Dr. Gée informa que en ese
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momento (1994) la mayoría de los médicos estaban concientizándose respecto de abandonar el vicio de fumar, como también estaban alertando a sus pacientes acerca de los riesgos para la salud que implica el acto de fumar. El Día Médico en 1970 (3) publicó, sin firma, un artículo titulado: “Fumadores de cigarrillos entre los médicos”. En el que comentó el resultado de una investigación realizada entre el cuerpo médico en los Estados Unidos que apareció en New England Journal of Medicine, el 16 de abril de 1954, y se refería a una encuesta llevada a cabo en ese año y repetida cinco años después, en la cual se demuestra “que muchos médicos que fumaban cesaron de hacerlo, pensando la mayoría que el cigarrillo podía llevar al cáncer de pulmón”. Posteriormente, en octubre de 1967, en Massachusetts, Estados Unidos, los médicos (el 92 %) respondieron a un cuestionario referente a la úlcera péptica; en 1968 a un 2º cuestionario, que incluia preguntas sobre los hábitos tabáquicos de los médicos con úlcera y sin úlcera. El 78 % (550 sobre 703) de los médicos varones con úlcera y el 74 % (530 sobre 703) de un grupo de muestra similar respondieron sobre sus hábitos tabáquicos”. No hubo variantes respecto de los no fumadores entre los años 1954 y 1968 “sin embargo, en 1968 solo el 24 % fumaban corrientemente cigarrillos en comparación con el 52 % que lo hacía en 1954”. Otro resultado de este estudio demostró que: “Los hábitos tabáquicos a los 20 años de edad llegan al 40 % mientras que a partir de los 30 disminuye considerablemente esa proporción”. Finaliza el artículo mencionando que el número de médicos fumadores de cigarrillos disminuyó
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“regularmente en los últimos 14 años”. Pero, paradoja de la farsa científica: cuando en la década del ´70 se inauguró en Buenos Aires el, en ese entonces llamado Hospital Escuela José de San Martín (hoy Hospital de Clínicas José de San Martín), su director hizo colocar enormes ceniceros repartidos por todos los pasillos. Verdaderos catafalcos, hubiera sido más elegante, higiénico y saludable remplazarlos por sintéticos carteles con la leyenda: PROHIBIDO FUMAR. En concordancia con lo que se ofrece en un hospital. BIBLIOGRAFÍA: 1.
Serrano Piqueras M, “Tabaquismo o peste azul”, Edición del autor, Madrid,1953. 2. Gée M, “El hábito de fumar en los médicos”, Revista argentina del tórax, Nº 56, Viedma, 1995. 3. “Fumadores de cigarrillos entre los médicos”, El Día Médico, 1970.
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AQUELLOS QUE NO QUIEREN FUMAR (El fumador pasivo)
Todos los que hemos padecido y compartido durante unas pocas horas un ambiente con fumadores, tuvimos oportunidad de comprobar cómo nuestras ropas quedaban impregnadas de un fuerte olor a cigarrillo –el mismo pestilente olor que solían comentar los antiguos–, especialmente si son de lana. Algo similar, pero con olor a grasa, nos sucedía cuando concurríamos a una de esas pizzerías de antaño. Ya se trate del olor a tabaco o a pizza, en ambos casos se delataba nuestro derrotero. En el caso del tabaco el daño ocasionado permanecerá durante mucho tiempo en el organismo; es incuestionable asimismo la irritación que produce en las mucosas nasales y oculares, sobre todo en las personas más sensibles. Hoy sabemos que el problema no es tan simple, no se limita al olor o a una simple irritación, los nuevos conocimientos exponen a un cuadro patológico –la mayoría de las veces irreversible– a quienes no quieren fumar pero se ven obligados a aspirar el humo de los que desaprensivamente actúan como envenenadores, propios y ajenos, llámense cónyuge , hermano, amiga, hijo, o toda otra relación. Nos referimos al “fumador pasivo”. En 1997, el Consejo de Epidemiología y Prevención Cardiovascular de la Sociedad Argentina de Cardiología realizó un trabajo (el primero en Latinoamérica y el decimocuarto a nivel mundial) 215
con una cohorte de 2131 pacientes en 35 hospitales argentinos y a nivel país (1). Uno de los autores, Herman Schargrodsky, opinó: “Ahora los fumadores pasivos pueden demostrar científicamente que inhalar el humo hace daño. Esto generará un debate político: antes, prohibir fumar podría interpretarse como un límite a los derechos individuales y ahora se sabe con certeza que perjudica al prójimo”. La palabra “científicamente” utilizada por el entrevistado, estaba indicando que nadie dudaba de los perjuicios que sobre los demás causaba el fumador. Sin embargo, la resistencia del adicto para admitirlo, era tenaz. En ese mismo artículo se destacaba que la relación entre el humo del tabaco en el hogar y en los fumadores pasivos, se venía estudiando desde noviembre de 1991 y agosto de 1994. Dos grupos de individuos, hombres y mujeres (estadísticamente importante porque en ambos casos superaban los mil), unos que habían sufrido infarto de miocardio y otros sin afección, fueron estudiados desde un punto de vista social. Mario Ciruzzi, Jefe de la Unidad de Cardiología del Hospital Italiano, explicó que la convivencia con un fumador aumentaba en un 70 % el riesgo de sufrir un infarto. Este porcentaje se incrementaba cuando uno de los cónyuges fumaba más de 20 cigarrillos diarios. Se informó que 5000 personas morían anualmente en Estados Unidos y alrededor de 1000 en Inglaterra por ser “fumadores pasivos”. Si bien cabían dudas acerca de la veracidad de dichas cifras –por lo difícil de su comprobación–, no obstante, es indudable que el fumador provoca molestias a sus ocasionales
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acompañantes, en especial en la mucosa, como se dijo anteriormente. Estas conclusiones formaron parte del desprendimiento de otro trabajo titulado “Factores de riesgo coronario en América del Sur” (Fricas), cuya mayor envergadura demostró cabalmente la importancia de este hábito en el curso de las afecciones del aparato cardiovascular. La médica Palmira Pramparo, que dirige el consultorio de Cardiología y Menopausia del Hospital Posadas, informó que un enfermo diabético aumenta su riesgo de enfermedad cardiovascular en una proporción de cinco veces, si además es fumador pasivo. “Día tras día aumenta la evidencia de que las personas que respiran regularmente el denominado humo de segunda mano en los lugares de trabajo, restaurantes, transportes y otros sitios públicos cerrados, tienen más probabilidades de padecer cáncer, asma y otros trastornos pulmonares y respiratorios, así como problemas cardíacos, que los que inhalan un aire no tabaquizado” (2). Es interesante reflexionar sobre la calificación: segunda mano. Tal vez no sea el más dañino el humo que ha pasado a través del filtro pulmonar (o ¿traqueal?) del fumador. Allí ha dejado una buena parte de los compuestos del tabaco en ignición. Pero la costumbre ha hecho que el cigarrillo o el cigarro, permanezcan sobre el cenicero o entre los dedos del fumador quemándose lentamente y permitiendo que –papel por medio– se difunda un humo acre y pesado, que es mucho más dañino para el fumador pasivo. La contaminación del aire, problema que desvela a los ecologistas, se estudia desde hace mucho más
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de medio siglo, aunque las sospechas de sus efectos dañinos sobre la salud humana se extiendan muchos años más. Los investigadores ingleses tenían motivos para hacerlo, porque tanto Londres como otras ciudades de la isla, sufren los efectos del smog. En este sentido, fueron clásicos los trabajos de Ernest L. Kennaway y sus colaboradores, quienes aislaron sustancias cancerígenas –como lo hizo Angel H. Roffo en nuestro país– en el alquitrán de hulla y que surgían de pincelar con esta sustancia la oreja de animales de laboratorio. Toda la culpa del aumento real y sostenido del cáncer de pulmòn en el hombre, a partir de 1939 y algo después en la mujer, se atribuía a la combustión de carbón de hulla, de las cocinas y los mecanismos de calefacción e, inclusive, del adicto al hábito de fumar. Hoy sabemos que la padecen aquellos que no quieren fumar, los “fumadores pasivos”. Pero existe aún otro tipo de “fumador pasivo”, más inerme; aquel que no puede abandonar el ámbito donde se fuma, aquel que depende enteramente del adicto y que debe esperar un tiempo para “desprenderse”. Nos referimos al producto de la concepción, el individuo en gestación. Se conoce científicamente que los hijos de madres que fumaron durante el embarazo tienen menos peso corporal que los que gestan las mujeres no fumadoras. Por su parte, Hillary Klonoff Cohen (3), epidemióloga de la ciudad de California, Estados Unidos, vincula la muerte súbita del lactante con la exposición de éste al cigarrillo, aunque no establece taxativamente que exista una relación de causa-efecto: “El nuevo estudio que involucra a 200 bebés que murieron del síndrome entre 1989 y 1992, y otros 200 que viven y
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están sanos, mostró que la muerte súbita se convierte en amenaza cuando la madre fuma durante el período de amamantamiento y cuando el padre y otras personas fuman en la misma habitación donde se encuentra el bebé”. Según la prestigiosa revista médica estadounidense The Journal of the American Medical Association, la exposición pasiva al humo del cigarrillo incrementa en tres veces y media el riesgo de muerte súbita en el lactante. “El riesgo más alto aparece cuando la gente fuma habitualmente en la misma habitación del bebé. Por ejemplo, el hecho de que el padre fume en la misma habitación, incrementa 8,5 veces el riesgo de muerte súbita”. El Centro Médico de la Universidad de Duke, Estados Unidos, llegó a conclusiones gravísimas con respecto al hábito de fumar. En efecto, concluyeron que la ingestión crónica de nicotina por parte de mujeres embarazadas, produce más daño que la cocaína (si esta se consume no con tanta asiduidad, tal como ocurre en la mayor parte de los casos). Aseguran, además, que cada año mueren cientos de miles de niños en el útero materno porque la madre fumó durante el embarazo. Confirma la seriedad de estas afirmaciones la aparición del trabajo aludido en el Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics. Por su parte, Theodore Slotkin, profesor de Farmacología de esa misma facultad, dijo: “Estos datos están relacionados también con la cantidad cada vez mayor de niños con problemas de aprendizaje, con déficit de atención, con hiperactividad y con otros problemas de comportamiento que sabemos ahora que tienen que ver con la adicción de la madre a la nicotina”. Asimismo, recomienda que se investigue mejor al tabaquismo: “Tanto desde la consulta del médico
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como desde los medios de comunicación, siempre hace referencia al tabaco como algo separado y menos serio que las drogas ilegales de abuso”. La mayor parte de los fumadores consuetudinarios, adictos pertinaces al tabaco, aducen que nunca el médico les prohibió el cigarrillo; siempre la culpa es del otro. En 1998, una investigación médica publicada en el AMA’s Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine atribuia, a los niños cuyas madres fumaban más de 10 cigarrillos diarios, un 68 % más de riesgo de padecer infecciones del oído medio. La estadística reina en Estados Unidos y a veces comete excesos. La nota prosique diciendo que: “Aparte de la exposición después del nacimiento, el riesgo de muerte súbita se triplica cuando el padre fuma cerca de la mujer embarazada, aunque ella no fume”. En este caso, es como [“si la madre misma hubiera fumado durante el embarazo”. Descreemos de esta crítica tan taxativa en procesos difíciles de cuantificar por su escaso número y la gran cantidad de variables sociales que intervienen. No obstante, interpretamos que el hecho existe y es real: el humo del cigarrillo es pernicioso para la salud del bebé, y del adulto. Hay médicos que encuentran otras vías para inculpar al tabaco. John Warner (4), profesor de pediatría de la Universidad de Southampton, Gran Bretaña, en ocasión de visitar Buenos Aires con motivo del XVI Congreso Mundial de Asma (1999), expresaba: “Tenemos evidencia de que la sensibilización alérgica que dará lugar al asma ocurre durante el embarazo”. Para agregar luego: “Desde la duodécima semana y hasta la mitad del embarazo, el feto reacciona a sustancias que la madre puede comer o inhalar”.
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En conclusión: “Cuando la madre fuma durante el embarazo se producen factores que interfieren en el desarrollo del pulmón”. Newcomb y colaboradores (5) ofrecen un panorama que no permite resquicios o dudas cuando se trata de comprobar la incidencia de cáncer en los fumadores. El tabaquismo aumenta el riesgo, en algunos casos, hasta en un 90 % de formas atipicas de pulmón, laringe, cavidad bucal, esófago, páncreas, vejiga, riñón, estómago y cuello de útero. El fumador pasivo merece una protección frente a la desaprensiva actitud de los adictos, que no reparan en mantener egoístamente su hábito en cualquier medio. Estados Unidos y la comunidad europea se pusieron a la cabeza de las prohibiciones de fumar en lugares públicos: oficinas, restaurantes, universidades, hospitales, etc. Actualmente, la prohibición de fumar se ha extendido a la mayor parte del edificio pero, fue dable observar cuando esos ceniceros fueron obsoletos, devastados por personas que destrozan todo lo que los ciudadanos pagan, un tapiz de colillas (vulgo: puchos) de cigarrillos tapizó los pasillos del hospital. En un afán de proteger la salud de los otros, desde el 20 de junio de 1999, Aerolíneas Argentinas eliminó los asientos para fumadores en todos los vuelos internacionales. Ya en 1998, oficialmente se había decretado la prohibición de fumar tabaco, en cualquiera de sus formas, en todos los sectores de las aeronaves que realizan servicios de transporte aéreo comercial doméstico de pasajeros. En los vuelos de cabotaje se habían decretado anteriormente prohibiciones parciales (a determinado país). Paradójicamente, en diversos restaurantes se trató
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de aislar espacios reservados para fumadores, de otros que no lo eran. Lo absurdo de la medida, es que no tal aislamiento era inexistente ya que los clientes compartían un espacio común. A fines de 1998, se suscitó en la Facultad de Arquitectura de la U.B.A., un problema con una alumna que reclamaba por aulas con aire puro. Debido a que no se escucharon sus justas reclamaciones, finalmente abandonó sus estudios. Demás está decir que no hubo respeto –por parte de algunos alumnos y profesores– por la resolución emanada del Consejo Directivo de dicha facultad en el que se prohibía fumar en clase. El fumador es un adicto y es sabido que esta adicción no responde a las resoluciones, provengan de donde provinieren. La lucha por erradicar este vicio mortal no tiene fin. En Estados Unidos (6) “algunas empresas justifican su renuencia a emplear fumadores alegando que ´huelen mal´ o que son ´sustanciodependientes´ (un eufemismo por drogadictos)”. Agrega el articulista que dichas empresas han comprobado que “los gastos por enfermedades vinculadas con el cigarrillo crecen por miles de millones de dólares cada año, lo que coloca a los fumadores en la categoría de empleados de alto riesgo”. BIBLIOGRAFÍA: 1. Andalo P, “Convivir con alguien que fuma aumenta el riesgo de infarto en un 70 %”, Clarín. Buenos Aires, 31 de mayo de 1997. 2. La Nación (Suplemento de Salud), Buenos Aires, 29 de marzo de 1995. 3. Vasallo M, “ El humo del cigarrillo causaría la muerte súbita en los bebés”, Buenos Aires, Clarín. 9 de marzo de 1995. 4. Lipcovich P, “El cigarrillo durante el embarazo puede derivar en un niño asmático”, Página 12, Buenos Aires, 20
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de octubre de 1999. 5. Newcomb PA, Carbone PP, “The health consequences of smoking: cancer”. En Fiore MC. Ed. Cigarrette smoking: a clinical guide to assessment and treatment Medical clinics of North America, Filadelfia: WB Saunders, 1992. 6. Diament M, “Fumar ya no es sensual”, La Nación, Buenos Aires, 27 de febrero de 1999.
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NIÑOS FUMADORES La carátula del libro es suficientemente expresiva como para abundar en detalles pero, cuesta creer que alguien pueda utilizar a una criatura para incitar al vicio y al erotismo. Sabemos de pasiones lindantes con la pedofilia (al autor de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll, se le atribuyeron inclinaciones perversas en su trabajo y en sus fotografías), la mayoría de los amantes de la literatura y el cine han tenido oportunidad de leer o ver la película basada en la novela del autor ruso Nabokov: Lolita. La historia de abusos sexuales o directamente, pornografía infantil distribuida generosamente en folletos, libros e incluso Internet, son una clara muestra del grado de perversión y decadencia de un importante sector de la sociedad. La impunidad con que se manejan estos siniestros personajes que se enriquecen a costa del empobrecimiento moral de seres inocentes, sorprende. Se ha intentado impedir la difusión de este enfermizo material, pero no se ha tenido éxito hasta la fecha. A esto debemos sumar la estimulación al vicio de fumar que las tabacaleras publicitaron a fines del siglo XIX y principios del XX. El afán expansivo de las empresas productoras de tabaco, para mostrar imágenes de niños disfrutando del acto de fumar, es sencillamente aberrante. Para completar este cuadro deprimente, los
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atados de cigarrillos venían acompañados de figuritas, rompecabezas, concursos, etc., todos con obsequios importantes en la mayoría de los casos. No solamente se estimulaba un vicio que conducía casi irremisiblemente a la muerte, sino que también se incitaba a los consumidores y a sus grupos familiares, a buscar en el juego la solución de los problemas económicos, lo que implicaba una pésima enseñanza para los niños. Fumar desde temprana edad puede significar una aproximación a vicios mayores (marihuana, cocaína, y las nuevas y mortales expresiones que se están viendo). Leemos en el diario La Nación (1) de junio de 2000, que los jóvenes en Estados Unidos reemplazan el sexo por la droga y el tabaco. En cuanto al sexo, se trata del temor al sida, pero el vicio de fumar es producto de una bien dirigida publicidad. Otra información que publica La Nación (2) proviene de datos extraídos de la Secretaría de Asistencia y Prevención de las Adicciones bonaerenses, informando que los drogadictos son cada vez más jóvenes. El 29 de mayo de 2000 (3) el diario Crónica tituló un artículo: “Un criminal implacable”, subtitulándolo: “En nuestro país, el tabaquismo se cobra cinco vidas por hora; ya se empieza a fumar a los 9 años”. En el mismo artículo, al pie de página se lee: “Philip Morris, reconoció que existen pruebas científicas de que el tabaco causa cáncer de pulmón y otras enfermedades”. De acuerdo con lo estimado por la doctora Oksana Kaczmar, a cargo del programa de Lucha Antitabáquica del Ministerio de Salud de la Nación, la venta había ascendido a 1 995 519 695 paquetes.
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Nuevamente recurrimos a La Nación (4), que se ha ocupado frecuentemente del tema y nos encontramos con que: “La publicidad de las tabacaleras incita a unos 700.000 adolescentes estadounidenses por año a fumar antes de los 18 años, según un estudio publicado en Estados Unidos”. Otras informaciones periodísticas, en este caso, del matutino Clarín (5), en su edición del 1º de junio de 2000, en referencia a la Argentina, en una encuesta realizada entre adolescentes, las cifras resultantes con respecto a la edad en que comenzaron a fumar, fueron las siguientes: “Antes de los 9 años (0,6 %); entre los 9 y los 10 (2,2 %); a los 11 y 12 (12 %); entre los 13 y 16 (79,2 %); a los 17 (3,9 %) y más de 17 (2,1 %)”. Las razones para comenzar a fumar, entre otras, se atribuyeron a la publicidad (7 %). Las cifras que se leen de distintos países son alarmantes. Se nota un gran incremento de fumadores, especialmente del género femenino. En muchos casos, a edad muy temprana se inician aspirando pegamentos. Las causas de adicción son variadas, pero en general los investigadores le atribuyen una gran importancia a los conflictos familiares y sociales. Hoy, por circunstancias económicas, tanto el padre como la madre se ven obligados a trabajar para sostener el hogar y la consecuencia inmediata de esto es que los niños se crían alejados de sus padres. La pérdida de calidad de vida influye notoriamente en el ámbito familiar. En medio de este maremagnum de noticias científicas y periodísticas, de pronto es posible encontrarse con declaraciones que para nada se condicen con la decencia y son absolutamente irresponsables. El diario Clarín (6) en un artículo denunció las
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El PaĂs (31 de mayo de 2000)
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fabulosas ganancias de las tabacaleras (Philip Morris vendió en 1998: 70 000 millones), informando que la citada firma ofreció pagar “325 000 millones en los próximos 25 años, admitir la prohibición de la publicidad del cigarrillo, e incorporar leyendas en los paquetes que enfaticen el peligro para la salud, además de un programa para evitar que fumen los adolescentes”. Agregando: “Geoffrey Bible el presidente mundial de Philip Morris, encabeza la contraofensiva: la ley no hará más que fomentar el mercado negro del cigarrillo. Si sale, pelearemos por su inconstitucionalidad porque impone restricciones a los consumidores adultos, destruye el valor comercial de las marcas y aplica altos impuestos a la exportación de cigarrillos”. En un recuadro, la articulista nos espanta con estas cifras: “El sueldo de Bible es de 3,8 millones al año, y como en el 97 la empresa creció 5,3 % obtuvo un plus de 8 millones, Philip Morris ganó 13,900 millones el año pasado”. Es difícil aceptar el dualismo de la opinión empresarial que, por una parte reconoce el daño mortal que ocasiona el tabaco en las personas y, paradójicamente, su principal ejecutivo las contradice con sus declaraciones. A todos nos impresionó la foto de dos niños de 12 años, líderes de los guerrilleros birmanos, fumando un cigarro (7). Esta costumbre parece muy extendida en algunas regiones, en la revista Mundo Argentino (8) se pueden apreciar fotos de un pueblo, los Karens, ubicados al noroeste de Siam (hoy Tailandia), cuyos pobladores fuman a toda edad. En una de las fotos, se aprecia a la abuela, la hija y la nieta fumando. La ignorancia (queremos creer que de eso se trata) ha llevado a muchos dibujantes de historietas
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infantiles a delinear imágenes de personajes que fuman, tal el caso de la revista Patoruzú (9), o el caso del legendario Popeye, ídolo de tantos niños, siempre provisto de su infaltable pipa.
Mundo Argentino N° 2510 (8 de abril de 1959)
Este problema que aparentemente parece circunscripto al área de la salud, se extiende a todo el espectro social. Un alto porcentaje de los adolescentes adictos, ya sea a la marihuana o a otras sustancias, así como a la bebida (en especial la cerveza), como es posible observar al recorrer nuestras calles, incursionan en el delito. Se los ve en grupo, bebiendo o fumando marihuana, sentados en los umbrales. Influye sensiblemente en esta conducta el hecho de que, día a día, disminuyen las posibilidades de inserción en la estructura laboral; al disminuir el estímulo del progreso personal, aumenta
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Leoplán N° 20 (16 de octubre de 1933)
el desamparo social y esa falta de contención se ve reflejada en la conducta de un alto sector de la juventud. El diario Clarín (9) informó: “Seis de cada 10 alumnos de 13 a 15 años de Capital ha fumado alguna vez. El 30 % de esos chicos sigue fumando y el 10 % ya es adicto. Se comprobó que las chicas fuman más que los varones”. Es de desear que se institucionalice la idea de no aportar capitales a todo emprendimiento que pueda ser atentatorio contra la salud de la población. En Estados Unidos existen organizaciones que se ocupan de ese tema.
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BIBLIOGRAFÍA: 1. “Remplazan el sexo por la droga y el tabaco”. Buenos Aires, La Nación, 9 de junio de 2000. 2. “Los drogadictos son cada vez más jóvenes”. Buenos Aires, La Nación, 28 de febrero de 2000. 3. Crónica. Buenos Aires, 29 de mayo de 2000 (art.cit.). 4. La Nación. Buenos Aires, 18 de febrero de 1998. 5. “Los jóvenes porteños no dejan de fumar”. Buenos Aires, Clarín, 1º de junio de 2000. 6. Naishat S: “EE. UU.: jaque al cigarrillo”. Buenos Aires, Clarín, 9 de mayo de 1998. 7. “Tailandia: rescate de 700 rehenes”. Buenos Aires, La Nación, 25 de enero de 2000. 8. Ivanoff P: “Los Karens: un pueblo de extraños poetas de la selva”. Buenos Aires, Mundo Argentino Nº 2510, 8 de abril de 1959. 9. Piotto A: “Es muy alto el número de secundarios que fuma”. Buenos Aires, Clarín, 6 de marzo de 2001.
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DEMANDAS CONTRA TABACALERAS Según los datos de la OMS, el consumo de tabaco aumentó en países pobres mientras que disminuyó en los más florecientes. Las campañas implementadas contra el consumo de tabaco, no solo tiene fines benéficos, también han servido para generar nuevas conductas empresariales. “Smoke enders, Smoke stoppers y Smokeless son las empresas norteamericanas que descubrieron en las campañas contra el cigarrillo una insospechada fuente de ganancias [...] Cada una de esas empresas anuncia ganancias anuales de 3 a 4 millones de dólares, y se jacta de un éxito del 60 % en los resultados de sus programas” (1). Preferimos una publicidad gananciosa que combate el vicio. “La OMS acusa a las tabacaleras de vender en Asia cigarrillos con el triple de nicotina”. Esta noticia la subtitula: “La organización denuncia el uso del tabaco en el cine y la televisión en los países occidentales”. Menciona que las tabacaleras, ante las trabas surgidas en Europa “Las restricciones son muy fuertes tanto en Estados Unidos como en Europa, donde quedará totalmente prohibida la publicidad en 2006” derivan sus productos a los países en desarrollo “donde las normas no son estrictas y donde el consumo no para de crecer”. Y agrega: “Más del 80 % de los fumadores viven en los países pobres, según la OMS”. En el mismo artículo, al pie, una nota denuncia que “4000 afectados de cáncer presentan hoy en 16 ciudades españolas su 235
demanda contra la industria”. Algunos de los comentarios sobre el particular son lapidarios: “El catedrático Manuel Bernal, que dice defender su postura a título personal, apuesta por los ex fumadores: ´La práctica clínica me ha enseñado que casi el 100 % de los casos de afectados por cáncer de laringe son de adictos al tabaco´. Asegurando: “Nunca ha habido una campaña clara de concienciación sobre los efectos del fumar en la salud. La adicción que provoca la nicotina ha sido negada durante años por las tabacaleras [...] Por su parte, Francisco Xavier Bosch, investigador del cáncer, expresa argumentos similares, aunque lo hace de forma mucho más contundente: La historia de las tabacaleras es una de las más sanguinarias, y hay que empezar a hacer un poco de pedagogía” (2). Es sabido que la drogadicción (cocaína, crack, etc.) conduce irremisiblemente al delito a un altísimo porcentaje de los adictos La Nación (31/5/00) publicó un gráfico demostrativo que tituló “Las cifras del vicio” en la Argentina. En el mismo se puede apreciar que de 1490 millones de paquetes de cigarrillos vendidos en 1997, en 1999 se ascendió a 1996 millones. Y que el porcentaje de aumento de fumadores creció a partir del período 1992/1994 (35 %) a un 40 % entre los años 1998/2000. “En 1976, las dos grandes compañías tabacaleras del país, reunidas en la Cámara Industrial del Tabaco, se autorregularon a través de un código, que luego fue base de la ley 23.344/86. En dicha norma se prohíbe la publicidad audiovisual en horario de protección al menor (de 8 a 22 horas)” (3). Es sabido que son muchos los niños y adolescentes que ven televisión después del horario de protección al menor, lo que invalida toda restricción, especialmente
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si tenemos presente que no es solamente a través de las prohibiciones sino de la educación en los ámbitos adecuados –el hogar y la escuela– que pueden implementarse medidas que contribuyan a terminar con el flagelo de las adicciones. La discusión acerca de si la publicidad influye o no sobre las costumbres personales, más que innecesaria,
Caras y Caretas N° 377 (23 de diciembre e 1905)
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es obsoleta. Existe demasiada literatura sobre el particular como para que alguien se plantee dudas que nada tienen que ver con la realidad. No se trata de eliminar la propaganda, sino de evitar que esta influya perniciosamente sobre la niñez y la juventud. Cuando la Unión Europea decidió prohibir gradualmente la publicidad de las tabacaleras, Alemania votó en contra de la medida, al igual que la FIA (Federación Internacional del Automovilismo), aunque en ese útimo caso por distinas razones. La medida será efectivizada en su totalidad solo a partir de 2006 (4). El caso de Alemania es realmente curioso, especialmente si tenemos en cuenta que en la década del 30, el régimen nazi “lanzó la más poderosa campaña de aquellos días contra el cigarrillo, y la guerra nazi contra el cáncer fue la más agresiva del mundo”. Asimismo: “Crearon una fuerza de carácter policíaco para combatir el cáncer y el hábito de fumar [...] En 1939, Franz Hermann Müller, un médico del Bürgerhospital de Colonia, publicó un documento en una revista alemana líder de investigación del cáncer, que proveyó la prueba más contundente de que la mayor causa del cáncer de pulmón se debía al cigarrillo” (estos antecedentes fueron citados por los médicos estadounidenses Wynder y Graham en 1950) (5). Afortunadamente, son muchas las publicaciones que, como el New York Times, han decidido decir no a la publicidad de cigarrillos: “En la guerra del tabaco, Philip Morris contraataca con una revista: Unlimited” (6). Como su nombre lo indica, no reconoce límites, y para contrarrestar la campaña desatada en su contra, Philip Morris envía los ejemplares por correo a: “Un millón y medio de fumadores de Marlboro que
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aparecen en las bases de datos de la firma”. “Una tabacalera no hará más cigarrillos si provocan cáncer” (7). “El presidente de Philip Morris, primer productor mundial de tabaco, reconoció que los cigarrillos ‘han podido’ matar a decenas de miles de fumadores”. Según el abogado Ron Motley “cuyo estudio representa a 30 entidades gubernamentales del Estado de Florida que han presentado querellas contra la industria tabacalera”. En la grabación tomada a Geoffrey Bible, presidente de la compañía, éste “admitió que su compañía había utilizado la publicidad para incitar a los jóvenes a fumar”. Agregó Motley: “Ciertamente es el primer ejecutivo de la industria que dice algo de tal envergadura”. Con respecto a lo cancerígeno de la nicotina, dice el articulista: “En 1993, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) clasificó el humo del tabaco entre las sustancias cancerígenas, y en marzo último el fabricante de cigarrillos estadounidense Liggett, reconoció públicamente la dependencia causada por la nicotina y el riesgo de cáncer relacionado con el tabaco. El objetivo es que la publicidad no llegue a los menores, pero nos preguntamos: ¿la revista, no estará disponible en la casa? ¿cómo evitar que estos la lean? También La Nación (8) afirmó, al comentar la decisión europea de finalizar la publicidad sobre el tabaco para el 2006, que “el fin de la publicidad del tabaco se considera vital para luchar contra el tabaquismo”. “Los ministros de salud de la UE aprobaron una norma que obligará a aumentar diez veces el tamaño de las advertencias en los paquetes de cigarrillos. Además, pondrá límites más estrictos al contenido de alquitrán y nicotina” (9).
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La intención de restringir o eliminar la publicidad sobre el tabaco, al afectar los ingresos de estas empresas despertó indignación en ese ámbito. “El presidente del Consejo Europeo de Editores, Frank Rogers, aseguró que ‘La prohibición es una violación de las libertades de información, de comunicación y de expresión’ y, juntamente con la Asociación de Editores Europeos de Periódicos, pidió a los eurodiputados que se pronuncien en contra” (10). “Los enemigos del tabaco sufren una fuerte derrota en Europa”, artículo aparecido en La Nación con la firma de Ernst Beck, en el cual dice que “fracasó una demanda colectiva y que fue dudoso el tratamiento del tema por parte de ambos sectores, justicia y abogado querellante. La conclusión de un portavoz de ´Gallaher, que junto a Imperial controla el 80 % del mercado de cigarrillos en Gran Bretaña´, fueron terminantes al decir que la gente sabe a que se expone al fumar y que la decisión es personal. Además rechazó imputaciones tales como desde la década de los 50 conocían que su producto es mortal, pero no lo informaron” (11). “El Estado mantiene con las tabacaleras una relación particular: por un lado, recomienda no fumar POR LOS PERJUICIOS SOBRE LA SALUD, pero al mismo tiempo, los cigarrillos son una gran fuente de financiamiento para el Fisco. Este mercado mueve anualmente $ 2200 millones, por una venta estimada de 1900 millones de paquetes. El precio promedio de cada atado es de 120 pesos. El 73 % de ese valor corresponde a impuestos” (12). En este aspecto, las tabacaleras han resuelto aumentar el precio de los atados de cigarrillos para mantener el equilibrio de las cuentas estatales. El contrabando, ampliamente en los medios, es otro
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de los temas que dificultan una relación comercial ética, si es que se puede hablar de ética cuando se comercializa una sustancia venenosa. La Casa de los Comunes (Londres) “pidió al gobierno que inicie investigaciones criminales contra la British American Tobacco (BAT) por orquestar una red de contrabando internacional” (13). Lamentablemente, son muchas, demasiadas, las personalidades involucradas en el negocio del tabaco que ignoran –o hacen oídos sordos– desde cuándo se conocen los efectos perjudiciales del fumar tabaco. Por ejemplo, se comete un error al decir: “Desde 1950 los efectos dañinos y destructivos del tabaco son conocidos en todo el mundo”. Ese dato reconoce antecedentes muy anteriores. En nuestro país, el Dr. Angel H. Roffo, muy documentadamente, como lo expresamos en el capítulo correspondiente, comprobó, con sus investigaciones lo peligroso que era aspirar el humo de tabaco ya que era cancerígeno; trabajos que fueron muy comentados y apreciados en Estados Unidos. La revista De Frente, de agosto del 55, tituló un artículo: ¿El hábito de fumar, es origen del cáncer de pulmón?”. Las ambigüedades, las congtroversias sobre el tema, han hecho mucho daño. En esos años, las empresas tabacaleras estaban en franca expansión y la inversión en Propaganda era de 65 millones de dólares anuales: “En 1952 –año de máximas ventas– se vendían cuatro veces más cigarrillos que en 1932, y 117 000 más que a principios de siglo”. El Dr. Huerper, famoso cancerólogo, concluyó: “La teoría del cigarrillo está basada por completo en datos estadísticos que tienen, en el mejor de los casos, valor circunstancial y son en parte de origen dudoso”. Finaliza el artículo con esta falaz
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argumentación: “Mientras se devela la incógnita, el problema repercute sobre todos los mercados mundiales, donde las empresas productoras se adaptan a las modalidades del momento. En nuestro país, por ejemplo, han aparecido ya algunos cigarrillos ‘King size’, y hay quienes opinan que es muy posible que alcancen un auge similar al que lograron en el país del Norte” (14). En la década del 50, todavía se planteaban serias dudas acerca de la incidencia del tabaco en una patología cancerosa. La ofensiva desatada contra las tabacaleras, tuvo su actividad más virulenta a partir de la década del 50, pero, no cesó la confusión. Una muy difundida revista norteamericana, Selecciones del Reader’s Digest, en su versión en habla hispana para América Latina, en 1958 (15), da a conocer un artículo: “La Nicotina, enigma del fumador”, (obviamente, por los datos apuntados, ya no existía ese enigma) que subtituló: “¿Son satisfactorios esos cigarrillos de poca nicotina? ¿Son buenas las boquillas con filtro? “. Si bien los autores, Lois Mattox Miller y James Monahan (en 1957 recibieron el Premio Albert Lasker al Periodismo Médico por contribución a combatir el hábito de fumar), hacen hincapié en el peligro que representa el acto de fumar, avalando sus apreciaciones con opiniones autorizadas de profesionales, también colaboran a aumentar la incertidumbre de quienes se resisten a abandonar ese mal hábito. En lugar de afirmar que existen sobrados antecedentes que demuestran científicamente el perjuicio que produce fumar, escriben: “La sola falta de investigación explica porqué sigue sin resolverse el enigma de la nicotina”. A continuación, sugiere moderación: “La moderación puede consistir en disminuir el consumo,
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fumar cigarrillos que contengan menos nicotina, o usar boquilla con filtro. A continuación, desconociendo la información existente a esa fecha, dicen: “Para los fumadores normales, los cigarrillos con poca nicotina y las buenas boquillas con filtro sí ofrecen ventajas”. Esta misma publicación, en mayo de 1964 (16), en un artículo firmado por los mismos autores, transcribe lo actuado por “El tribunal seleccionado por el Médico Mayor de Estados Unidos, Dr. Luther Terry”, en el cual se advierte al público acerca de los peligros derivados de fumar comprobado en el índice de mortalidad aumentado por ese motivo. Aún así, los autores publican un comentario del Dr. Wendell Scott, Presidente de la Sociedad Norteamericana de Cancerología, quien dijo: “Es necesario investigar aún más para determinar qué componentes del humo del cigarro son los causantes del cáncer pulmonar, cómo se desarrollan estos cánceres, y si es posible eliminar aquellos componentes”. Los autores del artículo o el Dr. Scott, no tienen claro cuál debe ser el mensaje por transmitir a la sociedad, ni tampoco han incursionado en las abundantes experiencias basadas en prolijas investigaciones, como es el caso del Dr. Roffo, en las que demuestra –sin lugar a dudas– qué componentes son absolutamente perjudiciales para el organismo humano. La década del 90 fue testigo de innumerables demandas contra las tabacaleras: “Cinco abogados de Texas se repartirán US$ 3300 millones en ganancias derivadas de un acuerdo por US$ 17 300 millones, pactado entre ese estado y las grandes tabacaleras del país” (17). Los agricultores de EE. UU. demandan a los mayores fabricantes de tabaco del país del norte, exigiéndoles compensaciones por US$ 69 000 (18).
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La Nación publicó: “El Estado de Florida logró derrotar a las tabacaleras; percibirá 11 300 millones de dólares por daños y perjuicios del hábito de fumar” (19). El concepto indemnizatorio es por los gastos sufridos por el Estado para atender a enfermos por el uso exposición al tabaco. “En las declaraciones preliminares, los funcionarios ejecutivos de las fábricas de cigarrillos admitieron que el hábito de fumar era peligroso y podía causar enfermedades de consecuencias mortales. April Herrle (vocero del gobernador) afirmó que esas admisiones contribuyeron a acelerar el arreglo. Geoffrey Bible, el director de Philip Morris Co., manifestó el jueves último que el fumar pudo haber causado unas 100 000 muertes”. Steven Goldstone, director de RJR Nabisco señaló al día siguiente en otra declaración: “Fumar es uno de los factores que causan cáncer de pulmón”. “Millonario juicio contra las tabacaleras norteamericanas. Medio millón de ex fumadores demandaron a las principales firmas por unos 200 mil millones” (20). Según el abogado patrocinante, Stanley Rosenblatt “la industria tabacalera conocía desde hace mucho tiempo que la nicotina es adictiva y ocultó, por décadas, la evidencia de que fumar ocasiona cáncer de pulmón”. El letrado basó su presentación judicial “en las investigaciones realizadas en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, de Nueva York, publicadas en la revista Cancer en 1953. El argumento de las tabacaleras ha sido: “Las personas son libres de dejar de fumar cuando así lo quieran”. Finaliza el artículo con una negación unida a un reconocimiento explícito, de acuerdo con la aseveración del abogado que defendió los intereses
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de las tabacaleras, Roberto Helm, cuando dijo: “Las personas son conscientes, generalmente, de los riesgos de fumar para la salud. Toman la elección y deberían ser responsables”. En 1997, en un juicio las tabacaleras acordaron pagar 349 millones de dólares a “empleados de Aerolíneas que dijeron haber enfermado de cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas con el cigarrillo, por inhalación involuntaria del humo en los aviones”. Con argumentos similares, Guatemala inició juicio a las tabacaleras de Estados Unidos: “Guatemala demanda a las tabacaleras de E.U.” (21). Los juicios no tardaron en definirse: “Fallan en Estados Unidos contra las tabacaleras” (22). En Miami un jurado “determinó que las compañías tabacaleras fabricaron un producto defectuoso que causa enfisema, cáncer pulmonar y otros males [...] los fumadores denunciaron a RJ Reynolds Tobacco Company; Philip Morris Inc; The American Tobacco Company; Brown And Williamson Tobacco Corp; Ligget Group Inc; Dosal Tobacco Corp; el Consejo de Investigación para el Tabaco y el Instituto del Tabaco”. Revisaron más de 37 000 páginas de documentación y estudiaron cientos de testimonios. La cantidad de afectados en esta ciudad fue de 500 000 personas. También en España “Una asociación de afectados por cáncer de laringe anuncia que demandará a la industria tabacalera” (23). Esta entidad, conformada por más de 500 personas, está entre las primeras en ese país que iniciaron una demanda de este tipo. Los únicos antecedentes sobre el tema son un par de demandas hechas por particulares. En la primera de ellas, la jueza absolvió a la tabacalera y en la segunda, el juicio aún sigue abierto.
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En 1999 (24) el gobierno de Bill Clinton demandó con cifras millonarias al sector tabacalero. En dicha demanda se dijo: “Durante 45 años las tabacaleras se enfrascaron e una campaña engañosa sobre los peligros del hábito de fumar, contribuyendo así a que el gobierno estadounidense tuviera que gastar más de US$ 20.000 millones al año en la atención médica de los fumadores enfermos […] La responsabilidad civil del sector tabacalero podría superar los US$ 243.000 millones que éste pagó para llegar a un arreglo en otras demandas planteadas anteriormente en el nivel estatal”. “La industria que se hace humo: Un tribunal de Miami ordenó indemnizar con 12,6 millones a tres fumadores con cáncer. El fallo abrió la puerta a 500 000 juicios […] La revista médica The Lancet reveló que Philip Morris, la mayor empresa tabacalera, invirtió dos millones de dólares para minimizar las conclusiones de un estudio europeo de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). El trabajo concluyó que la exposición de una persona al humo de un fumador era nociva para la salud” (25). La Nación, en su sección de espectáculos, denunció: “Una comisión del Senado aprobó un proyecto de ley que castiga a las compañías tabacaleras por los daños causados a los fumadores” (26). ¿Puede alguien, interesado en el tema, ignorar lo que se sabía desde hace muchas décadas? Recientemente se estrenó la película “El informante”, cuyo argumento se basa en la grave denuncia hecha por un ex ejecutivo de la productora “Brown & Willamson Tobacco Corporation” a un periodista, con respecto a la intención de la tabacalera de producir un tabaco con alto contenido de nicotina. Su oposición a este accionar inmoral por parte de
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la empresa, le costó el despido al denunciante, e inclusive la recepción de amenazas telefónicas. La empresa mencionada, obviamente, descartó toda intencionalidad no ética, negando la idea de manipular la cantidad de nicotina. Existen indicios de que un altísimo porcentaje de cocainómanos se inició fumando cigarrillos conteniendo tabaco. La costumbre de fumar en las aulas hizo que la estudiante de arquitectura, Florencia Romano presentara “un recurso de amparo contra la Universidad de Buenos Aires (UBA) para que haga cumplir la disposición que prohíbe fumar en las aulas”. La estudiante afirmó que pese a las disposiciones legales: “Los alumnos, y algunos profesores, seguían fumando” (27). “Los abogados británicos tomando como base las tácticas empleadas por sus colegas estadounidenses argumentaron contra las tabacaleras: La demanda alega que tanto Gallaher como Imperial Tobacco Group, que controlan el 80 % del mercado británico de cigarrillos, ya sabían en los años ´50 que sus productos eran mortales, pero fueron negligentes al no reducir los niveles de alquitrán, ni advertir de su peligro en las cajas” (28). La industria tabacalera, con gran habilidad, concinuó creciendo económicamente. La Nación (29), publicó una noticia que supera a la más prolífica imaginación: “Las tabacaleras ahora subsidian una campaña... ¡antitabaco! [...] la nueva campaña antitabaco que se ha lanzado en Florida es la primera que se financia con el dinero que las tabacaleras acordaron pagarle a las autoridades del Estado, para ponerle fin a las demandas colectivas contra la industria”.
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PBT, N° 386 (20 de abril de 1912)
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“Peter Mitchell (el director de marketing designado por el Departamento de Salud de Florida), que está a cargo de la campaña antitabaco, admite que el acuerdo con las tabacaleras, valorado en 11.300 millones de dólares, no les permite ir directamente contra estas compañías”. Y agregó: “Las tabacaleras no están en esta lista (se refiere a las empresas denunciadas por promocionar el tabaco entre los adolescentes), no se me permite decir que una tabacalera es un truhán que solo busca ganancias”. Otro aspecto que conspira contra una solución efectiva, es la denuncia que publicó La Nación (30): “Los legisladores republicanos (Estados Unidos) han recibido de las grandes empresas de tabaco ‘unos doce millones en contribuciones para campañas políticas durante los últimos tres años y medio’, afirmó Doug Walker, miembro de la dirección nacional del Partido Demócrata. Para David Kessler, antiguo director de la Oficina Federal de Alimentos y fármacos (FDA) y uno de los principales artífices de las políticas antitabaco de la presidencia de Clinton, dijo que el Partido Republicano está ‘inextricablemente’ unido a las tabacaleras”. Aunque el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, se ha empeñado en enfrentar a a las tabacaleras acotando su accionar, especialmente en su intento de provocar adicción en los jóvenes, no todos sus funcionarios lo acompañan en esta empresa. “Estados Unidos demandó a las tabacaleras” (31). El objetivo era recuperar parte de los millones que el Estado gastó en atender enfermedades ocasionadas por el tabaco. La respuesta del abogado de las empresas demandadas, Timothy Lindon, fue: “Resulta hipócrita que cualquier gobierno demande a una
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tabacalera cuando éste ha estado por años asociado lucrativamente con esas industrias, en muchos casos siendo accionista y habiendo regulado el producto con total conocimiento de los riesgos de fumar”. “Una buena y otra mala para las tabacaleras. Las acciones tabacaleras subieron ayer por un fallo dividido de la Corte Suprema. Según el fallo la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) excedió su autoridad al buscar imponer duras trabas a la venta de cigarrillos a menores, una iniciativa del presidente Bill Clinton que resistió el lobby tabacalero en el Congreso. Las acciones se recuperaron así de un duro golpe en California, donde un enfermo terminal ganó un juicio antitabaco récord, por 1 700000 dólares” (32). Los productores de cigarrillos consideran que con la advertencia que colocan en cada paquete acerca del riesgo que conlleva el fumar, transfieren el problema al fumador. Entienden que la gente conoce perfectamente el peligro y por ello la decisión es del adulto que debe “optar por un estilo de vida, como por ejemplo el sobrepeso o la práctica de deportes extremos como el automovilismo, parapente, entre otros”, según palabras de Mark Cobben, presidente y gerente general de Nobleza Piccardo SAICyF. En una palabra, tratar de estimular las enfermedades mortales transfiriendo la responsabiliad al enfermo. La contraofensiva no tardó en llegar, un fallo del Tribunal Supremo de EU determinó: “La Dirección de Medicamentos y Alimentos (FDA), carece de la autoridad para regular los productos tabacaleros”. El vicepresidente Iº de Philip Morris, Steven C. Parrish, dijo que se debe “respetar el derecho de los adultos de usar cigarrillos” (33). En contraposición, “Un tribunal de apelaciones
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del Estado de Florida decidió que los abogados que representan a unos 500.000 fumadores, pueden exigir ante la justicia una única suma compensatoria, con lo que quedó anulado así, un fallo anterior por el cual cada caso debía ser presentado en forma individual (34). “BAT, tabacalera británica, sabía desde hace casi 20 años que la nicotina era adictiva, según un periódico británico. Los documentos fueron descubiertos por un grupo de abogados estadounidenses que tienen una demanda contra BAT en EE.UU.” (35). Una clara demostración de como se manipulan las versiones sobre la nocividad del tabaco lo representa el siguiente ejemplo: “R. J. Reynolds, tabacalera de EE. UU., negó rumores de que podría retirarse del acuerdo que negocia la industria tabacalera estadounidense con el gobierno del presidente Bill Clinton. Según el acuerdo, el sector tabacalero pagará US$ 368 000 millones a lo largo de 25 años y controlará la publicidad de cigarrillos, a cambio de protección con demandas legales” (36). “Una tabacalera reconoció que el cigarrillo causa cáncer de pulmón. Philip Morris admitió las evidencias científicas y los males que provoca fumar [...] como parte de su campaña, Philip Morris diseñó una nueva página Web (www.philipmorris.com) en la que informa sobre las enfermedades en los fumadores y previene a los más jóvenes de que fumar no es ‘cool’ (piola), ni da una buena sensación en el mundo de los negocios” (37). “Día sin tabaco: Reclaman $ 620 000 a dos firmas tabacaleras” (38). La demanda fue presentada por los deudos de un hombre que fumó desde los 15 a los 51 años y falleció de cáncer de pulmón. Mario Bruno, destacado oncólogo argentino, Jefe
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de Servicio de la especialidad en el Hospital T. Alvarez y vicepresidente de la Unión Antitabáquica Argentina, cuando asistió al Xº Congreso Mundial sobre Tabaco y Salud, realizado en Beijing (Pelsen) China, del 24 al 29 de agosto de 1997, en un artículo de su autoría publicado en Geriatría Práctica (39), además de confirmar todas las investigaciones demostrativas del daño causado por el tabaco, tuvo oportunidad de escuchar a representantes de esa industria que “cínicamente argumentaron que las muertes tempranas debidas al tabaquismo, evitan los altos costos en los cuidados de la salud de los ancianos y pago de jubilaciones”. Asimismo, atendiendo a los problemas de polución ambiental, sería un gran aporte a la humanidad no seguir fabricando cigarrillos que contaminan el aire, y que el dinero se invierta no en ese rubro, sino en los productos que contribuyan a mejorar la salud de la población y a paliar el hambre de los que lo padecen. Sin embargo surge una duda: ¿No estimulará un peligroso mercado negro en los adictos?
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PBT, N° 379 (2 de marzo de 1912)
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ONCE MIL MUERTES POR DÍA En 1964, Selecciones del Readers´s Digest publicó un artículo que tituló ¿Debe abolirse la publicidad?(1). El articulista menciona la crítica opinión de Aneurin Bevan que calificó de “servicio nefasto” a la publicidad. Otra crítica de este rubro provino de Arnold Toynbee: “No puedo concebir circunstancia alguna en que la publicidad no constituya un mal”. También J. K. Galbraith sostuvo: “La propaganda comercial tienta a la gente a despilfarrar el dinero en bienes ´innecesarios´ cuando debiera destinarlo a obras públicas”. En este último caso, en una clara alusión al mercado de consumo. Entre sus defensores se contaba Franklin D. Roosevelt, que agradecía a la publicidad la difusión de normas elevadas de vida, o Sir Winston Churchill, cuando dijo: “La publicidad estimula al hombre a esforzarse y a producir más”. Con relación a la disminución de los precios estimulado por la publicidad, el profesor Neil Borden de la Universidad de Harvard, vio méritos en esta actividad pero a su vez, conjuntamente con sus asesores, llegó a la siguiente conclusión: “Si bien la publicidad no está libre de censura, lejos de constituir un lastre, es un bien para la economía”. El autor de la nota llega a un punto clave cuando se pregunta: “¿Puede la publicidad encajar al consumidor un producto inferior?”. Y acotó inmediatamente: “La experiencia me ha enseñado que esto no es posible”. 257
Continuó su defensa añadiendo: “Un anuncio podrá persuadir al consumidor a comprar un producto de calidad inferior... pero solo por una vez”. Avanzó en defensa de los beneficios publicitarios al agregar: “Una empresa que haya empleado grandes cantidades de dinero para loar los méritos de determinado producto y para acostumbrar al consumidor a normas de calidad tan altas como uniformes, no puede permitirse rebajar la calidad de ese producto”. A continuación mencionó críticas de Ludwig von Mises (economista austríaco), quien “tilda a la publicidad de ´disonante, ruidosa, grosera, ampulosa´ y culpa al público por no responder a una publicidad de mayor dignidad”. Y agregó: “Por mi parte me inclino a culpar más bien a los anunciantes y a las agencias... incluyéndome entre ellas […] Si los anunciantes se dejaran de frases rimbombantes y vacías y empleasen una publicidad informativa fundada en la verdad, no solo aumentarían sus ventas, sino que se ganarían el aplauso general”. Reiteramos, capciosamente se argumenta que solo después de 1950 se tuvo cabal conocimiento del daño, cuando era perfectamente sabido que mucho antes de esa fecha existían pruebas irrefutables del perjuicio que causaba el fumar tabaco. Para López (2), en el sigloXX, la situación cambió drásticamente, por lo menos, en lo referido a conocimientos exactos sobre la enfermedad. “En 1950, con la publicación de cinco importantes estudios de casos y controles (cuatro realizados en los Estados Unidos: Schrek y colaboradores, Levin y colaboradores, Mills y Porter y Wynder y Graham) y uno en el Reino Unido (Doll y Hill), todos los cuales pusieron de manifiesto una estrecha asociación
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entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón”. Llegados a este punto, es conveniente retroceder un poco en la historia de esta planta. Grace Stewart (3) se refiere al primer libro publicado en Londres en el siglo XVII (1602 bajo el seudónimo de Philaretes) sobre el uso medicinal del tabaco: “A partir de Philaretes quedaron expuestos los efectos dañinos del tabaco en Word for chimny-swepers”. Su autor dejó claramente establecido: “Ningún remedio debería aplicarse a todas las enfermedades así como ningún zapato podría ser calzado en cualquier pie; el tabaco purgó a sus usuarios demasiado violentamente, y secó la esperma del hombre si se lo usó por mucho tiempo yendo contra los principios de la propagación y continuación de la raza humana. El tabaco posee un efecto estupefaciente, no diferente del opio; incrementa en gran medida la melancolía y perjudica la liquidez sanguínea”. Surgieron detractores, pero el tiempo demostró lo valioso de esta primera expresión científica contra el tabaquismo. Asimismo, recuerda que Jacobo I “fue el responsable de que gran parte de la controversia persistiera en el tiempo. El Rey rechazó cualquier valor medicinal asignado al tabaco. Dijo que las autopsias efectuadas en notorios fumadores, revelaron que sus partes interiores estaban sucias e infectadas con una especie de hollín aceitoso” (4). Otro inglés, John Jossely (5) en 1674 publicó un libro “An account of two voyages to New England”, en el cual, luego de enumerar virtudes del tabaco, puntualiza algunos peligros: “tomarlo con el estómago lleno... seca moderadamente el cuerpo, inflama la sangre, perjudica al cerebro, debilita los ojos y los nervios”. “A mediados del siglo XIX, el tabaco casi
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desapareció de la farmacopea estadounidense y en 1851, ya eran bien conocidos los potenciales peligros del tabaco como droga” (6). Otra prueba de que muchos médicos conocían perfectamente el daño que hace al organismo, lo menciona Grace Stewart: “L. B. Coles, un médico antitabaquista, en 1851, publicó en Boston un valioso libro que se sumó a los existentes. Lo tituló Beauties and deformities of tobacco-using or its ludicrous and solemn realities. El Dr. Coles remarcó especialmente la propiedad adictiva del tabaco, aunque no designándolo así. Dijo que el tabaco nunca se lo tomó como medicina, dejándolo de lado. Un hombre puede tomar esta denominada medicina quizás durante cuarenta años, pero no consigue cura. Para probarlo citó muchos casos históricos que demostraban que el tabaco jamás sanó aquellas enfermedades para las cuales se ha prescripto […] como prueba, ilustró con historias de casos en los que el tabaco resultó fatal e injurió por el resto de su vida a las personas (7). Por otra parte, en 1860 los médicos “generalmente abandonaron bastante el uso del tabaco como medicina y para propósitos prácticos dijeron que se derribó la estructura de la panacea. El factor que contribuyó a su caida fue, por supuesto, el descubrimiento de la nicotina. A esto se agregó el reconocimiento por parte de los profesionales médicos del hecho que la nicotina no solamente era venenosa sino que además producía adicción, lesiones prolongadas y fatalidades” (8). Finaliza Stewart informando que a partir de 1828 los químicos europeos aislaron la nicotina, principio activo del tabaco y comprobaron la presencia de veneno en este. También la historia del tabaco reúne anécdotas
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pintorescas como la que narra Grau Carreño: “Con la nicotina existe un antecedente anecdótico. Fue el primer alcaloide investigado con el método de Stas, quien debe emplear su técnica en el conocido proceso del conde Bocarmé. En 1852 el conde de Bocarmé y su esposa envenenan a Fouguies con nicotina; llamado Stas como perito, demuestra su existencia en las piezas de la autopsia, condenándose al conde a la horca” (9). En relación con nuestro país y la propaganda, la Cámara Argentina de Anunciantes nuclea a las empresas productoras de bienes y servicios dedicadas a promover la imagen y la venta de los productos que fabrican o representan. De ellas dependen las agencias publicitarias que están representadas, en el nivel nacional, en la Cámara Argentina de Anunciantes” (10). Otras entidades vinculadas al ramo son: Asociación Argentina de Agencias de Publicidad (AAAP); El Consejo Argentino Publicitario; la Asociación de productores de Cine y Video; la Asociación de Empresas de Publicidad en Vía Pública; Instituto Verificador de Circulaciones y, por último, las entidades vinculadas al personal técnico y administrativo y las compañías dedicadas a medir audiencias (M&T, IPSA, IBOPE, etc.) (11). La mayoría de las agencias dependen del extranjero, y sus ganancias son importantes. “En 1983, los gastos publicitarios de los países latinoamericanos sumaron 5.500 millones de dólares, equivalentes al 4,1 % de la inversión mundial” (12). “El gasto anual por persona en este rubro saltó en 1991 a unos 33 dólares [...] aproximadamente un 60 % de dicho gasto se derivó en 1991 a la publicidad televisiva, el gasto anual de nuestro país, por el consumo de dicho
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medio, fue cercano a los 20 dólares por persona, es decir, unos 80 dólares por hogar como promedio” (13). Según el autor (14), de acuerdo con los informes recogidos del Sindicato Único de Publicidad, los datos suministrados por las distintas empresas no responden a la realidad. La Ley de Radiodifusión, en su artículo 4 dice: “La publicidad deberá conformarse y difundirse con prudencia y con mesura, sin que los enunciados despierten reacciones o expectativas inconvenientes o constituyan una apelación abusiva a la credulidad”. El cuadro de inversiones publicitarias de acuerdo con porcentajes promedio en el período 1981-1990, fue el siguiente: Televisión 30,9 % Radio 9,7 % Cine 2,3 % Diarios 26,6 % Revistas 4,3 % Otros 6,2 % Otro aspecto, no debidamente considerado, son las campañas de orientación dirigidas al público en general. Una publicidad inteligente podría ahuyentar maliciosas tendencias de fabricantes incescrupulosos o comentarios irresponsables de notorios personajes. El diario Página 12 (15) publicó una admonición de Clinton: “Joe Camel y el hombre de Marlboro
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quedarán fuera del alcance de nuestros chicos para siempre”. A este comentario, se agrega la opinión de Dole, su antagonista en ese momento, quien “eligió ponerse del lado de las tabacaleras”. Todas las alternativas vividas alrededor de prohibición o aceptación, llenaron toneladas de papel. El New York Times rechazó la publicidad del tabaco: “No fue una decisión de último momento – dijo Nancy Nielsen– portavoz del principal periódico del grupo New York Times Co.-. Somos reacios a prohibir la publicidad de productos legales, pero... no queremos exponer a los lectores a avisos que puedan afectar la salud y su seguridad. Los avisos de la industria tabacalera representan menos del 1 % de los ingresos publicitarios de este diario” (16). Como contrapartida de los opositores a la regulación publicitaria del tabaco, en Europa se prohibieron los avisos de cigarrillos. Si bien se otorgó un plazo razonable para eliminar de sus publicaciones este tipo de propaganda, no todos estuvieron de acuerdo con dicha medida. Entendiendo que se cohartaba la libertad de prensa: “Sir Frank Rogers, presidente del Consejo de Editores Europeos (CEE), acusó al Parlamento Europeo de actuar en forma ´antidemocrática´ y adelantó que llevará la cuestión ante la Corte Europea de Justicia de Luxemburgo. Esta es una directiva discriminatoria y desproporcionada que representa un peligroso precedente para todo tipo de publicidad de cuyos ingresos depende la pluralidad de la prensa en Europa” (17). Debido a una apelación llevada a cabo por Alemania, se levantó la veda a la publicidad del tabaco. La anulación estuvo centrada en razones técnicas (18).
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En materia de imprevisión, el presidente de Nobleza Piccardo SAICyF, Sr. Mark Cobben, ha dado un verdadero ejemplo. En una carta al diario La Nación (19) dijo: “Estamos orgullosos de que nuestra compañía fabrique productos de alta calidad, que proporcionan placer a muchos millones de fumadores adultos, todos los días”. Después de reconocer que el cigarrillo puede ser causante de cáncer de pulmón, bronquitis crónica y trastornos cardíacos, sostuvo: “fumar es una decisión de adultos informados”. A continuación, de acuerdo con un estudio realizado en Europa por la Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer, dependiente de la OMS, menciona que exponerse al humo de tabaco “no es, ni siquiera, un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades”. También aseguró que la publicidad de cigarrillos “no incita a fumar”. Esta carta indica claramente cuál es la posición que tienen los empresarios tabacaleros frente a una adicción que ha causado, y causa, millones de muertes. Otra alternativa presentada por esta industria es el cigarrillo “sin productos químicos ni adictivos” (20). Parece que mucha gente no comprende que se debe combatir el hábito malsano de la adicción. En la misma publicación, en un recuadro y con relación al aumento de las ventas en nuestro país (en 1999 se consumieron alrededor de 38 mil millones de cigarrillos, 13 millones más que el año anterior) se demuestra de acuerdo con un informe de LALCEC que “a pesar de todas las campañas que durante estos años se llevaron adelante contra el consumo de tabaco, lamentablemente, siempre son más las campañas a favor que la gente ve a través de la publicidad”.
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El impedimento que encuentran quienes preconizan la no fabricación y la publicidad del cigarrillo, tiene que ver con los enormes ingresos que perciben los gobiernos a través de los impuestos y al hecho de que más de 100 millones de trabajadores dependen de esta industria; en nuestro país esa cifra asciende a alrededor de 1 000 000 (21). Según un informe del Banco Mundial, por día mueren 11 000 personas a causa del tabaco (22). Es claro que las cifras que se manejan son siderales: “En la Argentina se venden por año 40 000 millones de cigarrillos, lo que equivale a un volumen de facturación próxima a 3.200 millones” (23). El Correo de la Unesco (24) que ha combatido el vicio de fumar desde sus páginas, publicó la opinión del Sr. Emerson Foote “que en otros tiempos fue una personalidad importante del mundo de la publicidad y que ha presidido el National Interagency Council on Smoking and Health, escribió una carta al desaparecido Robert F. Kennedy en la que decía: La publicidad televisada incita a la gente a fumar cigarrillos. Los cigarrillos causan la muerte a muchas personas. Tal incitación al suicidio es moralmente incalificable. Por consiguiente, debería prohibirse la publicidad de los cigarrillos en la televisión”. Nada altera el ánimo vendedor de ciertos ejecutivos tabacaleros como se puede apreciar en el editorial del diario La Nación (25) que menciona al Sr. Andrew Schindler; titular de Reynolds Tobacco, quien “sigue insistiendo en que el cigarrillo es solo un factor de riesgo y se resiste a aceptar que provoca adicción. En los medios industriales se lo conoce por su vieja y famosa frase: “El tabaco no es más adictivo que las zanahorias”.
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Nadie puede dudar del valioso aporte que puede hacer la publicidad cuando tiene como meta beneficiar al consumidor. Hay infinidad de aportes que han hecho las agencias publicitarias difundiendo campañas preventivas, o disposiciones emanadas del gobierno en materia social. Negarlo sería incorrecto e injusto. Las críticas no están dirigidas a quienes utilizan esta valiosa herramienta como medio para evitar perjuicios o prevenir en materia de salud, sino a aquellos publicistas que tienen como único objetivo – maquiavélico en sus fines– incrementar sus ganancias sin importar las consecuencias de su accionar. En nuestro país, el COMFER tiene a su cargo el control de los medios de difusión en lo que respecta al cumplimiento de la ley, que data de mucho tiempo atrás y no ha resultado eficaz para impedir los abusos que vemos a diario en los medios. Los siguientes son algunos ejemplos de los avisos publicados a lo largo del siglo XX: “MARCONI”: Un hombre vestido a la usanza de los turcos, de un puntapié arroja lejos un Narguile, mientras sostiene un cigarrillo entre los dedos (PBT Nº 77 - 10/3/1906). “CENTENARIO”: Un gaucho sostiene una bandera argentina que en su franja superior tiene una leyenda: CENTENARIO. En la franja intermedia, se lee: 1810-1910 (PBT Nº 254 - 2/10/1909). “AVANTI”: “Fume uno y pedirá otro. El cigarro hecho a todo costo, con lo mejor de las hojas y el tabaco más escrupulosamente seleccionado” (ANUARIO “LA RAZON” 1930). “GAVILAN”: “Como una conquista de la industria del país, se destacan los cigarrillos Gavilán. Porque en ellos se da al tabaco el lugar de privilegio que le
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corresponde como único incentivo de atracción para el fumador” (LEOPLAN Nº 48 - 11/11/1936). “CRISOL” (Pipas): [...] “provistas de un filtro protector que neutraliza el bitumen del tabaco y alivia las irritaciones de garganta, ronquera, afonía, etc. Haga una prueba experimental y fumará siempre con PIPAS CRISOL”. (MUNDO ARGENTINO Nº 1808 - 12-9-1945). “DERBY”: “Preparados para triunfar” (VEA Y LEA Nº 276 - 9/1/1958). “FIBRANA”: “Elegancia de un Príncipe de Gales”. Promociona ropa de hombre. La imagen muestra a un modelo con un cigarrillo en su mano. (MUNDO ARGENTINO Nº 2475 - 6/8/1958). “CLIFTON”: En el dibujo una mano sostiene un atado de cigarrillos y otra mano se extiende para tomar uno. La leyenda dice: “Sabe que fumo Clifton” (VEA Y LEA Nº 296 - 16/10/1958). “WINSTON”: “¡Ya puede fumar lo mejor en la Argentina! ¡El cigarrillo con filtro de mayor venta en América!” (VEA Y LEA Nº 385 - 29/3/1962). “PHILIP MORRIS (MULTIFILTER)”: “Ahora - el gran cigarrillo nuevo de América con filtro de carbón absorbente cuyo nombre asegura sabor... el nuevo Philip Morris Multifilter. Un cigarrillo extraordinario, por eso es que viene en esta cigarrera extraordinaria. Philip Morris Multifilter es actualmente el cigarrillo más avanzado del mundo. En el Multifilter se usa Carbón Absorbente para purificar el humo - es un nuevo adelanto de suma importancia. El Carbón Absorbente es la substancia que se emplea para purificar el agua potable y el aire que respiran los astronautas. Los gránulos de. Carbón absorbente se entrelazan en el sistema de filtración del Multifilter por medio de un procedimiento científico especial. El humo pasa por el Carbón Absorbente, gránulo tras
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gránulo, purificándose y destilándose rápidamente. Luego el filtro exterior de acetato de celulosa, blanco y puro, suaviza el humo. Y entonces llega la sorpresa... El sabor de los finos tabacos se deja sentir en su plenitud y frescura. Y el sabor exquisito de este extraordinario cigarrillo es protegido por una cigarrera también extraordinaria - una cigarrera de lujo, la cual mantiene al Multifilter fresco como al salir de la fábrica, mucho tiempo después que cualquier otro cigarrillo. Obtenga el cigarrillo y la cigarrera más avanzados de la actualidad. El extraordinario Philip Morris Multifilter. Los cigarrillos más finos de América poseen una calidad propia: la de Philip Morris Internacional”. (7 DIAS - Revista de Editorial Abril - 2/3/1965). “L & M”: “Hay mucho más en este cien que sus 100 milímetros de largo. Sí, desde el extremo de su famoso filtro, hay mucho más que solamente 100 milímetros. Lo primero, su filtro, blanco y eficaz. En su longitud, el mismo inconfundible sabor de los suaves y excelentes tabacos que han hecho famoso a L & M. Pruébelos hoy en su paquete dorado. Los más distinguidos 100 milímetros. Por fuera, la moda, cien milímetros. Por dentro, la marca: L & M”. (GENTE Nº 212 - 14/8/1969). “L & M”: “¡Marca su nivel! El cigarrillo de los mejores momentos” (PRIMERA PLANA Nº 300 - 24 al 30/9/1968). “TRUE”: “El cigarrillo más comentado de los Estados Unidos. ¡En tamaño super 100! Boquilla de lujo. Sistema exclusivo de aerofiltración. Los tabacos más finos para un buen sabor excepcional. ¡Y el tamaño moderno... 100 mm! ¿No es verdad que su cigarrillo debe ser TRUE? (PRIMERA PLANA Nº 303 - 15/10/1968). “MASTERS 91’S”: “Master 91S’s: Humo rubio para millonarios... Fiebre de oro en su marquilla dorada... Derroche de placer en sus 91 milímetros... ¡Sí, es
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la época de MASTERS 91’S! (la imagen muestra el rostro sonriente de una mujer). Leyenda: “Sea infiel... pruébelos” (PRIMERA PLANA Nº 304 - 22 AL 28/10/1968). “ROTHMANS” (King Size): “The greatest name in cigarrettes. En todo el mundo, en seis continentes, en más de 160 países y en más de 100 aerolíneas, la tendencia es hacia Rothmans King Size. No es difícil hallar la razón: con su tamaño extra largo, filtro más fino y el mejor tabaco que pueda comprarse, Rothmans le ofrece el verdadero sabor King Size. Rothman King Size realmente satisface” (PRIMERA PLANA Nº 305 29/10 al 4/11/1968). “JOCKEY”: “La pura verdad” (GENTE Nº 278 16/11/1970). “BENSON & HEDGES 100’S”: “Si el dinero no hace la felicidad, ¿qué importan $ 200 m/n?”. (GENTE Nº 278 19/11/1970). “AMERICAN CLUB”: En la imagen se ve a un grupo de jóvenes fumando encaramados a un automóvil. La leyenda dice: “Sus padres pertenecen al grupo de los 37 que tenían a American Club como su cigarrillo exclusivo. American Club, el cigarrillo de 1.20 pesos con el sabor que vale. American Club, el sabor que vale” (GENTE Nº 278 - 19/11/1970). “TIPS Y MENTEX”: “¿Cuándo fumará su próximo cigarrillo? ¿Dentro de 5 minutos... 3 horas... una semana? No importa. Mientras tanto, sáquese el gusto con Mentex. O con Tips [...] Antes o después de fumar, en la reunión, en el trabajo o entre sus amistades, dondequiera que Ud. se encuentre, siempre hay un momento para saborear Mentex. O Tips. Son de Nestlé” (PRIMERA PLANA Nº 488 - 6/6/1972). “WINDSOR”: Una pareja fumando y la leyenda: “Hay dimensiones a las que solo se llega con imaginación... y Windsor. La dimensión exclusiva. Windsor los
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delgados cigarrillos rubios del sabor exclusivo. Windsor superfiltro y lujosa marquilla de plata”. (GENTE Nº 386 14/12/1972). “CAMEL”: Un joven de aspecto recio, parado sobre un gran tronco que flota en un río, enciende un cigarrillo. La leyenda dice: “Una aventura en sabor”. (GENTE Nº 958 - 1/12/1983). BIBLIOGRAFÍA: 1. Ogilvy D, “¿Debe abolirse la publicidad?”, Selecciones del Reader´s Digest, Buenos Aires, junio 1964. 2. López AD, “Medición de los riesgos del tabaco para la salud: un comentario”, Boletín de la Organización Mundial de la Salud, Recopilación de artículos, Nº 1, pp 180-181, 1999. 3. Stewart G, A history of the medicinal use of tobacco 14921860, Med. Hist.Vol 11, Nº 3, 228-268, 1967. 4. Idem, ibidem. 5. Idem, ibidem. 6. Idem, ibidem. 7. Idem, ibidem. 8. Idem, ibidem. 9. Grau Carreño JE, “El tabaco en la historia, las costumbres, las anécdotas y el arte”, AMA 98-99: 5 y 6, 1985, 1-12, Buenos Aires, 1986. 10. Getino O, “Las industrias culturales en la Argentina”, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1995. 11. Idem, ibidem. 12. Idem, ibidem. 13. Idem, ibidem. 14. Idem, ibidem. 15. M.F.C., “No más Joe Camel en la ´Rolling Stone”, Página 12, Buenos Aires, 24 de agosto de 1996. 16. Bounds W y Beatty S, “El NY Times dice no a la publicidad del tabaco”, La Nación, The Wall Street Journal Americas, Buenos Aires, 28 de abril de 1999. 17. Iglesias G: “Prohíben en Europa los avisos de tabaco”, La Nación, Buenos Aires, 4 de diciembre de 1997. 18. “Anulan en Europa la veda a la publicidad del tabaco”, Clarín, Buenos Aires, 6 de octubre de 2000.
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19.
“Cobben M: Tabacaleros”, La Nación, Correo del Lector, Buenos Aires, 3 de noviembre de 1999. 20. Sucalesca E, “Nace la industria de los cigarrillos sin productos químicos ni adictivos”, La Razón, Buenos Aires, 3 de mayo de 2000. 21. Idem, ibidem. 22. “Casi todos los países se unen para luchar contra el tabaquismo”. Clarín. Buenos Aires, 16 de octubre de 2000. 23. “Philip Morris aumenta sus inversiones en la Argentina”, La Nación, Buenos Aires, 8 de marzo de 2001. 24. Taylor RM, “El tabaco en el banquillo de los acusados”, Correo de la UNESCO, Mayo de 1970. 25. “La batalla del tabaco” (editorial), La Nación, Buenos Aires, 27 de julio de 2000.
Por qué fuma Usted? Si fumar es sucio. Si fumar es molesto para quienes están a su lado. Si fumar es maloliente. Si fumar da una fisonomía grotesca. Si fumar es ingerir alquitrán cancerígeno. Si fumar fue costumbre de salvajes. Si fumar es absorver un veneno triple. Si fumar es transformar una fortuna, de miles de pesos, en humo y enfermedades. Y sobre todo, ¿por qué fuma Ud. que es un ser humano y que se cree un ser superior, si el humo del tabaco es resistido por todos los animales, que según Ud. son seres inferiores? Dr. A. H. Roffo
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Y SE HIZO JUSTICIA JAMA (1) publicó una extensa información acerca de los manejos de Brown & Williamson (B&W) y de British American Tobacco Company (BAT). Glantz y col. (2) manifiestan que esa documentación investigada demuestra que los científicos de estas compañías fueron manipulados por sus abogados en un intento por ocultar información: “B&W y BAT reconocieron que estaban al tanto desde hace más de 30 años que la nicotina es adictiva y el humo del tabaco biológicamente activo y en ambos casos carcinogénicos”. No obstante, el poder financiero de las compañías tabacaleras –y costados que ofrecían blancos propicios sobre los efectos del tabaco–, hicieron que utililzaran un procedimiento paradigmático: atacar, para no ser atacados. Y así lo hicieron. BAT, perteneciente al Reino Unido, es la segunda manufacturera privada de cigarrillos. “En 1992, la compañía vendió 578 billones de cigarrillos, el 10,7 % del total vendido en el mundo. La subsidiaria de Estados Unidos, B&W, en 1993 participó con un 11 % del mercado de 48 billones de su país”. Se consultaron 1384 documentos aclarando que están disponibles en Internet. Las argumentaciones utilizadas por las empresas para negar las acusaciones se basaron en que no existen pruebas concluyentes que demuestren que “fumar es causa de muertes por cáncer y enfermedades cardíacas. En segundo lugar proclamaron que la nicotina no es adictiva y que en 273
ningún caso logró demostrarse que es mortal”. Glantz y colaboradores se remiten a los documentos en los que consta que en los 60 B&W y BAT comprobaron en laboratorio con animales que el cigarrillo causa cáncer. Y agregaron: “a principios de los 60 científicos de BAT y letrados de B&W supieron que la nicotina era adictiva”. Por mucho que se esforzaron no pudieron evitar que interviniera la Justicia por considerar que se habían violado las leyes federales. Tampoco fue posible que las tabacaleras aceptaran un cigarrillo “seguro” (sin nicotina) porque sabían que tácitamente estaban reconociendo sus efectos deletéreos. John Slade y col. (3) documentan que durante un período de 22 años (entre 1962 y 1984) B&W y BAT estaban al tanto del daño que hacía la nicotina. A continuación se refirieron a la experiencia realizada en el Batelle Memorial Institute Laboratory, en Genève, Suiza, con respecto a desarrollar una “nicotina exenta de la toxicidad en los cigarrillos comunes”. El proyecto, que se denominó Hippo I “involucraba animales en los cuales se experimentó los efectos de la nicotina en el estrés, la obesidad, balance de las secreciones orgánicas y la regulación hormonal. El Proyecto Hippo II, extendía el trabajo hasta los efectos hipotalámicos, observando cómo actuaba la nicotina en relación con similares o mayores drogas tranquilizantes, como la reserpina [...] finalmente, el proyecto Ariel trataba de desarrollar un artificio liberador de la nicotina”. En el proyecto Hippo I, las conclusiones fueron que “la nicotina inhibía la ingestión de comida en animales que toleraban o no la adicción. La reserpina no modificaba esta acción. La nicotina estimulaba rápidamente la movilización de los depósitos de
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lípidos y estimulaba la degradación de los ácidos grasos libres”. En el proyecto Hippo II, Batelle extendió la investigación al hipotálamo. El primer paso consistió, como hemos dicho, en verificar si “los efectos de la nicotina sobre el cerebro eran similares a los producidos por las drogas tranquilizantes, particularmente, la reserpina”. “A primera vista aparecen similitudes y ciertamente vale la pena su estudio: 1) la nicotina, como la reserpina, descarga adrenalina desde sus reservas; algo similar a la liberación de serotonina sobre el cerebro. 2) La administración de una dosis de nicotina mejora la hiperproducción de corticoesteroides como respuesta al estrés, tal como lo hace la reserpina”. Los resultados de este estudio demostraron: “la nicotina tenía menos efectos adversos que la reserpina”. Con respecto a los “beneficios” de la nicotina, los autores se expiden de la siguiente manera: “Son de dos clases: 1) Aumentando el efecto sobre el eje hipófisoadrenal, responsable del estrés y 2) Regulando el peso corporal”. “En este modelo, la nicotina actúa en el cerebro en el nivel hipotalámico afectando el apetito, las reacciones de estrés mediante la glándula adrenal y cambios en la presión sanguinea así como en el balance de líquidos por su efecto antidiurético. Los datos experimentales obtenidos por los científicos de Batelle, en los dos proyectos, Hippo I e Hippo II, dan validez a este modelo”. “La estimulación hipotálamo-hipofisiaria que produce la nicotina es el mecanismo beneficioso que hace fumar a la gente; en otras palabras, la nicotina ayuda a la gente que tiene que vérselas con el estrés [...] En un fumador crónico el normal equilibrio en el sistema de liberación de corticotropina puede
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ser mantenido solamente a través de la constante inhalación de nicotina”. Esta es la hipótesis tentativa de los científicos de Batelle, que consideraron “beneficiosos” sus efectos de reducción del estrés y del peso corporal. “B&W, en 1962, cuando condujo la investigación en el proyecto Hippo, tenía un entendimiento sofisticado de la acción de la nicotina sobre el sistema nervioso. La infografía extraida de uno de los documentos obtenidos de B&W representa los efectos de la nicotina y de la reserpina sobre las funciones hipotalámicas”. Slade y colaboradores concluyen su trabajo diciendo que “Hoy, B&W públicamente aceptan una, y solo una, conclusión del informe de 1964: la nicotina es una droga habitual y no adictiva”. Hanauer y colaboradores (4), por su parte, informaron respecto de la intervención de los abogados de la firma en las decisiones y proyectos de elaboración e investigación, sumados al temor de que los documentos comprometidos pudieran ser utilizados en un juicio. Así lo comentan cuando plantean: “Obviamente, nuestro problema se vuelve enteramente diferente y mucho más serio cuando agentes y empleados de la compañía o de la casa central, que son demandados, se convierten en voceros en su contra”. Un director ejecutivo de BAT, el Dr. L. C. F. Blackman, escribió una carta que tituló: “Controversia sobre fumar y salud, algunos hechos y anomalías”. En este escrito Blackman hace una “razonable y completa presentación de la evidencia en cuanto a que fumar es causa e enfermedad”. En conclusión, Hanauer y colaboradores, entienden que “los documentos demuestran que la industria del tabaco, en general, y B&W en particular, estaban muy intranquilos
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Los niĂąos expuestos al humo del tabaco presentan mĂĄs enfermedades del sistema respiratorio. (Health, Education Council, UK)
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Vuelta Abajo, N° 476 (16 de noviembre de 1907)
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Caras y Caretas, N° 492 (7 de marazo de 1908)
acerca del trato de productos potencialmente judiciables, y ellos ilustraron algunos de los pasos que debían tomar los abogados de una compañía para evitar el descubrimiento de documentos que podrían ser utilizados por un demandante en caso de juicio. Estos pasos incluyeron esfuerzos para controlar el lenguaje del discurso científico sobre los efectos relacionados con el acto de fumar y la salud, sumado al daño potencial interno derivado del trabajo de los abogados y el privilegio cliente-abogado, para dejar sin efecto el descubrimiento, para remover y aislar documentos de B&W que podrían potencialmente causar daño a otras compañías de BAT”.
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Aconcagua, N° 52 (mayo de 1934)
Lisa Bero y colaboradores (5) con respecto al uso de la investigación de proyectos especiales para la industria del tabaco, las relaciones públicas y las políticas de actividades públicas, concluyó: “Los documentos muestran que el principal propósito de estos proyectos especiales fue generar resultados que podrían ser útiles para la industria, perpetuando efectivamente la controversia acerca de los efectos adversos del uso del tabaco. Los proyectos especiales fueron también utilizados para apoyar ante el público su posición política en cuanto a que la industria de los cigarrillos no debería ser reglamentada. En suma, los proyectos especiales generaron una buena publicidad para la industria del tabaco y mantuvo a los abogados de la industria del tabaco de frente a los últimos datos científicos acerca del tabaco”.
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Caras y Caretas, N° 514 (8 de agosto de 1908)
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Las siglas indican: CRF (Factor liberador de corticotropina); GRF (Factor liberador de gonadotropina); TRF (Factor liberador de tirotrofina); SRF (factor liberador de somatotropina)
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Otro aspecto muy hábilmente manejado por esta industria, dicen Bero y colaboradores (6), es la publicitación de actos filantrópicos. Por ejemplo, financiar investigaciones tales como el caso: “Martin Cline de la UCLA (Escuela de Medicina) que recibía anualmente 350 000 dólares entre 1974 y 1982 para investigar una posible relación entre el tabaco y la enfermedad pulmonar, incluyendo cáncer”. En este trabajo también se pone especial énfasis en la intromisión del departamento legal de la compañía involucrada. Otro aspecto denunciado en estos documentos es el problema que se plantea a los no fumadores con relación al humo de tabaco y el medio ambiente. Tema que ya hemos considerado. Tim Graham, gerente editor del Tri-Valley Herald (7) en su extenso artículo menciona la responsabilidad de la compañía B&W, haciendo hincapié en que, entre otros procedimientos utilizados por esta empresa para evitar el escarnio público y un juicio perjudicial para su futuro, recurrió a sobornos. El articulista denuncia que B&W proporcionó al doctor Williams, ex empleado de la empresa, una casa de 100 000 dólares sobre la costa del Golfo de Mississipi, dos coches y un bote a cambio de su cooperación. “Williams copió y se apropió de miles de páginas de documentos de B&W confidenciales que contenían comunicaciones entre abogados y clientes sobre productos”. En una entrevista con el Louisville Courier-Journal, Williams, de 54 años, dijo: “Conozco mucha gente que piensa que Merrell Williams es un héroe. No he hecho nada equivocado. Y declinó hablar de los documentos o explayarse acerca de sus acuerdos financieros”.
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Anuario La Razรณn 1938
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Estos artículos publicados por JAMA provocaron un cambio en la actitud de las tabacaleras y de las autoridades gubernamentales, especialmente porque estos llevaban la firma de prestigiosos investigadores interesados en reducir los altos costos que representaba el uso del tabaco en el presupuesto nacional y en la salud del pueblo. Consideramos importante incluir un artículo publicado por Vanity Fair, que sirviera como base para la película: “The insider” (titulada en español: El informante). Dicha revista, el 16 de mayo de 1996, publicó una investigación periodística de Marie Brenner (8) titulada: “The man who knew too much”, en la que describe lo sucedido con Jeffrey Wigand, denunciante de los turbios manejos llevados adelante por las empresas tabacaleras. Los diálogos mantenidos entre el Dr. Jeffrey Wigand (doctor en ciencia y doctorado en medicina en las especialidades de endocrinología y bioquímica) y los representantes de la industria tabacalera BAT, fueron la base de acciones posteriores que significaron un gran perjuicio para la firma involucrada y también para las otras compañías del rubro. Se ponía blanco sobre negro sobre lo que siempre motivó sospechas, pero que nunca había provocado la intervención de la justicia, por lo menos, de manera imparcial. Dicho testimonio fue realizado el 29 de noviembre de 1995 en el Estado de Mississipi. En esa oportunidad los abogados representantes de Brown & Williamson o BAT, insistieron en recordar al fiscal general, doctor Motley, a cargo del interrogatorio, que el Dr. Wigand había contraído un compromiso contractual con la empresa para la cual trabajó desde enero de 1989 al 24 de marzo de
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1993, que le impedía revelar secretos de fabricación. En ese acto, hicieron constar que le estaba prohibido exhibir documentos o materiales al respecto. Pese a las objeciones y al intento fallido de evitar declaraciones comprometedoras por parte del testigo Wigand, Motley hizo caso omiso y procedió a indagar a Wigand. En su declaración, el testigo informó que reportaba su trabajo al Sr. Thomas Sandefur, presidente y jefe operativo de la firma, y también al vicepresidente de planificación estratégica de BATUS, la compañía accionaria de Brown & Williamson en Estados Unidos (British American Tobacco Company). Su tarea consistía en investigar la manera de fabricar un cigarrillo seguro, aclarando que se trataba de una ingeniería de producción, de fabricarlo artificialmente, no consistiendo totalmente en tabaco, muy similar al primigenio. Asimismo, comunicó que en la investigación intervinieron abogados de la firma que revisaron los documentos. Wigand informó al Dr. Motley que existió una reunión muy importante, en Vancouver, en la que intervinieron todos los jefes investigadores de todas las compañías BAT. Se trataba de científicos y en esa reunión se abarcó un número de tópicos tales como una nicotina análoga y se discutió sobre ensayos biológicos y metodologías de tests biológicos. Así como reducir selectivamente la particular nocividad del humo del cigarrillo. La preocupación había llegado a las tabacaleras. En dicha reunión estaba presente el Dr. Ray Thornton, secretario de esta, que trabajaba para BAT. Este señor memorizó lo conversado y tuvo a su cargo la confección del acta respectiva. Wigand dijo tener la copia de un diario donde
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anotaba todo lo que pudiera ser relevante y aclaró que el original le fue sustraido. Cuando, posteriormente, se llevó a cabo una reunión con Pritchard, máxima autoridad de la compañía, Sandefur, su segundo y Kendrick Wells, abogado, consejero general, responsable de haber eliminado las consideraciones comprometidas de Vancouver, Wigand pudo constatar que Thornton había alterado las actas, para no dejar constancia de temas comprometedores. Según Wigand, se eliminaron referencias que pudieran demostrar la adicción que trae la nicotina. Sandefur dijo que era preciso rescatar el negocio de la nicotina y que el único equipaje negativo era el alquitrán. Wigand declaró que Sandefur reconoció el carácter adictivo de la nicotina en varias oportunidades. En ese momento, el Dr. Motley expuso la evidencia documental de la falsedad de las declaraciones de Sandefur cuando dijo que la nicotina no era adictiva. Wigand tenía a su cargo 243 científicos y empleados y el presupuesto que manejaba para gastos era de 28 a 30 millones de dólares. Además declaró que en muchas oportunidades la empresa manifestó estar al tanto de que el alquitrán era un veneno. Ante la observación del Dr. Motley, respecto del comentario de Sandefur acerca de que si la ciencia afecta a las ventas saldría por la puerta trasera, Wigand ratificó sus palabras, y agregó que había insistido en numerosas oportunidades ante el Sr. Sandefur, con quien tuvo serias discusiones, respecto de cuidar el nivel científico. El doctor Motley le preguntó si estaba en conocimiento de que B&W estaba usando veneno de ratas en el tabaco de pipa, a lo que Wigand asintió, aclarando que se trataba de un compuesto
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denominado cumarin, y que la FDA no autorizó el uso de cumarin en comidas con aditivos. La razón por la que se mantuvo en el tabaco de pipa es porque de suprimirlo se modifica el gusto y eso perjudicaría las ventas. Respondiendo a una pregunta de Motley, Wigand respondió que hasta el día en que se retiró de la compañía se siguió utilizando cumarin en el tabaco para pipa. Ante la pregunta de si había consultado a la FDA, Wigand respondió que sí y que además habíaen una investigación antitrust emprendida contra B & W y otros, e incluso dio testimonio bajo juramento en Pascagoula, Mississipi. Preguntado acerca de porqué había grabado un video con todo lo actuado, respondió que lo hizo debido a que el 22 de abril de 1994 recibió una advertencia sobre sus hijas y otra posterior el 28 de abril, razón por la cual concurrió al FBI local para efectuar la correspondiente denuncia. En ese momento, solamente pensó en el bienestar de sus hijas y en el suyo propio. También porque habían intentado atropellarlo con un auto en la escuela Du Pont, donde dictaba clases. El Dr. Motley le preguntó si le habían mostrado estudios secretos denominados Proyecto 16, acerca del objetivo de captar a los niños para venderles cigarrillos. Su respuesta fue negativa. Respecto de la política de fabricar un producto adictivo, comunicó que había un proyecto en el que se incluían de 0.4 a 1.2 miligramos de nicotina para mantener la adicción de los fumadores. Asimismo, se manipulaba el nivel de nicotina en los cigarrillos utilizando aditivos, usualmente en forma de bases de nitrógeno. La explicación dada por Wigand fue la siguiente: “la nicotina como tal existe
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en una planta de tabaco y es observada en una forma inactiva de sal. En orden de librar la sal para hacerla activa farmacológicamente se necesita cambiar el pH del tabaco. También se debe cambiar el pH del humo, de tal modo que convierta la nicotina total en nicotina libre porque ésta es farmacológicamente activa. La nicotina es una sal, como el mismo tabaco, no es activa farmacológicamente . Asimismo declaró haber estado manipulando las concentraciones de nicotina y alquitrán. Esto tenía que ver con el caso de las semillas que se llevaron a Brasil. Se trataba del proyecto Y-1, dedicado a incrementar la proporción alquitrán-nicotina”. Ante una pregunta del doctor Motley respecto a la manipulación de la nicotina, respondió que a través de compuestos de amoníaco se puede modificar. Cualquier compuesto que pueda cambiar el pH crea un equilibrio en la liberación de nicotina. Ante la combustión del cigarrillo, compuestos de urea, nitrógeno, y de algunos compuestos conteniendo proteínas, también forman una base. Esa base cambia el pH del humo”. Motley le inquirió sobre otros proyectos que respondían al nombre de ariel, mad hatter e hippo, y el testigo alegó haber oído esos nombres aunque ignoraba de qué se trataba. Wigand reconoció haber investigado cigarrillos de otras marcas analizándolos física y químicamente para comprobar la liberación de nicotina. Otra pregunta por parte del fiscal general fue acerca del “Manual de mezcla de hojas”, a lo que Wigand respondió que este “estipula el tratamiento del uso de amoníaco y sus compuestos que, efectivamente, convierte, equilibra, y cambia la sal de nicotina liberándola”, y agregó que “la FDA dispone de ese manual”, y reconoció que este pertenece a B&W.
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La nicotina libre produce respuesta psicológica y se sabe que está asociada con el impacto de la satisfacción, del despertar, y que sus efectos farmacológicos atraviesan intactos la barrera hematoencefálica. Imita mucho a las endorfinas, las cuales son un compuesto analgésico natural del organismo humano que calma los dolores. Posee una actividad de neurotransmisor. Bajo un nivel de 0.4 miligramos no produce satisfacción, sobre 1.2 miligramos comienza siendo demasiado áspera y produce un gran impacto asociado con el efecto psicológico. Motley preguntó sobre el acetaldehido y Wigand respondió que aumentaba la acción de la nicotina con un efecto multiplicador sobre el fumador al intensificar el impacto y es el transporte de la nicotina. El acetaldehido es sinergista de la nicotina y su efecto fisiológico; esto está bien documentado fuera de la industria tabacalera. Agregó que B & W había utilizado ese compuesto químico como adictivo. De esta manera, en esta declaración previa al juicio, quedó claramente demostrado que B&W no solo estaba al tanto del daño que hacía a los fumadores, sino que, además, recurrió a mentiras para defender sus intereses. El resultado final fue catastrófico para las tabacaleras que tuvieron que soportar posteriormente juicios multimillonarios. Para finalizar, un fallo condenó a la tabacalera Philip Morris a pagar una indemnización de 3.000 millones de dólares a un enfermo de cáncer. Según las publicaciones periodísticas, se trataba de un agente de bolsa de 56 años, que fumaba dos atados diarios de cigarrillos durante más de 40 años, estimulado por la publicidad de las empresas tabacaleras
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que negaban el daño que producía el acto de fumar. La Corte Superior de Los Angeles rechazó las argumentaciones de Phlip Morris respecto de su no culpabilidad. Clarín (9) en su artículo sobre el tema, transcribe palabras del abogado defensor Pieze, en su alegato final: “Philip Morris es el mayor narcotraficante del mundo, algo que llena de verguenza a los carteles colombianos de la droga”. El mismo artículo informa: “Un tribunal de Nueva York condenó a Philip Morris, R.J. Reynolds, Brown & Williamson y Lorillard a compensar con 17.780.000 dólares a la aseguradora Empire Blue Cross & Blue Shield. La aseguradora, con 4 800 000 clientes, había denunciado a las tabacaleras por considerar que mintieron durante décadas acerca de lo peligroso que son los cigarrillos para la salud”. “El tribunal consideró que Philip Morris –que tiene el 50 % del mercado del cigarrillo– es culpable de los cargos de fraude, negligencia y conspiración. Pese a todas las trabas interpuestas por las empresas para evadir responsabilidad en las acusaciones que les llueven desde distintos ámbitos, los investigadores no se arredran y continúan acumulando pruebas científicas que demuestran palmariamente la peligrosidad de la nicotina, cuando se hace un uso indebido de esta. El descubrimiento de una estructura molecular que actúa sobre los receptores de la nitocina, podría servir para desarrollar drogas contra la adicción a esta (10). BIBLIOGRAFÍA: 1. 2.
Jama, Vol. 274, Nº 3, july 19, 1995. Glantz SA; Barnes De; Bero L; Hanauer P; Slade J: “Looking through a keyhole at the tobacco industry”, JAMA, 219224: Vol. 274, 3. July 19, 1995.
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3.
Slade J; Bero LA; Hanauer P; Barnes DE; Glantz SA: “Nicotine and adicction”, JAMA, 225-33: (ob.cit.). 4. Hanauer P; Slade J; Barnes DE; Bero L; Glantz SA, “Lawyer control of internal scientific research to protect against products liability lawsuits”, JAMA, 234-240: (ob.cit.). 5. Bero L; Barnes DE; Hanauer P; Slade J; Glantz SA: “Lawyer control of the tobacco industry´s external research program”, JAMA, 241-247 (ob. cit.). 6. Idem, ibidem. 7. Graham T, “The Brown and Williamson documents”, JAMA: 254-255 (ob.cit.). 8. Brenner M, “The man who knew too much”, Vanity Fair. May 16 1996. 9. “Una indemnización de 3.000 millones para un enfermo de cáncer”, Buenos Aires, Clarín, 7 de junio de 2001. 10. Katjujsa K; van Dijk WJ; Klaassen RV; Schurmans M; Van deer Oost J; Smit AB & Sixma TK, Crystal structure of an ACh-binding protein reveals the ligand-binding domain of nicotinic receptors”, Nature Vol 411:269-276, 17 may 2001.
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La pose y el cigarrillo entre los dedos configuraban una actitud que marcó toda una época a principios –y hasta mediados– del siglo XX.
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DERECHOS Y OBLIGACIONES
La Constitución de la Nación Argentina, en su primera parte, que trata de nuevos derechos y garantías, en el Artículo 42 dice lo siguiente: “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección y a condiciones de trato equitativo y digno”. “Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios”. “La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de los conflictos, y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de control. Cuando se refiere a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) Ley 23.054, en su artículo 13, que trata de la libertad de pensamiento y expresión, dice lo siguiente:
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“1 - Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. 2 - El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a) El respeto a los derechos o a la reputación de los demás o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas. 3 - No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones”. Una víctima indefensa de esta libertad cuando es superada por la ambición desmedida o la irresponsabilidad informativa, es el niño. El artículo 19 se refiere a los derechos del niño: “Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”.
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Mundo Argentino N° 249 (13 de octubre de 1915)
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LEY 24240 (1) DEFENSA DEL CONSUMIDOR (Sancionada el 22/9/93 y promulgada parcialmente el 13/10/93) Publicada en el Boletín Oficial el 15/10/93 En el capítulo II, que se refiere a la información al consumidor y protección de su salud, dice lo siguiente: Art. 4º - (información) Quienes produzcan, importen, distribuyan o comercialicen cosas o presten servicios, deben suministrar a los consumidores o usuarios, en forma cierta y objetiva, información veraz, detallada, eficaz y suficiente sobre las características esenciales de estos. Art. 5º - (protección al consumidor) Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios”. El capítulo X (Responsabilidad y daños), dice lo siguiente: “Art. 40 - (Responsabilidad solidaria) Si el daño al consumidor resulta del vicio o defecto de la cosa o de la prestación del servicio responderá el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. En las disposiciones finales, capítulo XVI (Educación al consumidor), dice en el artículo 61, inciso C, con relación a la responsabilidad del Estado nacional, provincias y municipalidades “orientarlo a prevenir los riesgos que puedan derivarse del consumo de productos o de la utilización de servicios”. Una aclaración relacionada con las normas de
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Sección longotudinal de una semilla de tabaco. Embrión: cotiledones (cot), bipocotilo (Tulp), raicecillas (rad). Capas de la nvoltura: edospero (alb), Nucellis (nuc), piel que recubre la semilla (seg). Interrupción de la piel de la semilla: calaza (b), micropilos (obl). Según la obra de J. Grintescu Contribution anatomique à létude du tabac cultivé en Roumaniz, Bucarest, 1915 (Actas CIBA 3-4, 1949)
fondo de la ley de defensa del consumidor, habla del período contractual y del deber de información: “El derecho del consumidor a recibir una información adecuada, que le permita realizar elecciones bien fundadas, ha sido explícitamente consagrado en el nivel universal, por las directrices sobre protección del consumidor aprobadas en 1985 por las Naciones Unidas (Art. 3º, inciso c)”.
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También existen disposiciones legales que prohíben el engaño a través de la identificación de mercaderías y publicidad comercial, el control de las ofertas con premios y el régimen de garantías, soluciones todas consagradas por la Ley 22802 de lealtad comercial. Un tema abordado por juristas es el de la publicidad comercial. En 1993 se publicó un trabajo titulado “Daño y protección a la persona humana”, de Adorno-Cifuentes y otros (2). Dicen los autores: “En los hechos, el derecho del consumidor a recibir una información adecuada que le permita hacer elecciones bien fundadas (art. 3º Inc. c, directrices de las Naciones Unidas), viene sistemáticamente vulnerado a través de distintas técnicas de comunicación (difusión, divulgación) y en especial las publicitarias, llenas de sugestión pero escasas de información, encaminadas hacia la persuasión, como mecanismos motivantes o incentivadores del consumo, más allá de la satisfacción de necesidades. Deformando la opinión del consumidor, le impide seleccionar racionalmente el producto o servicio. Restringe pues la espontaneidad de su elección; relativiza su poder de decisión, su libertad de contratar”. “Por ese motivo las legislaciones especiales prohíben la publicidad que promocione productos o servicios, atribuyéndoles características, cualidades, comprobaciones, resultados y certificaciones distintos de los que realmente tienen (ley venezolana de protección al consumidor de 1974. art.7º), persiguiendo impedir que mediante inexactitudes u ocultamientos, se induzca a error, engaño o confusión sobre dichos componentes, o sobre el uso de los productos o servicios (ley mexicana, art. 5º, ley argentina de lealtad comercial, Arts. 5º y 9º,
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proyectos de normas tipo de IOCU, Art. 6º)”. “La obligación contractual tácita de garantía es uno de los pilares básicos de la protección jurídica del consumidor, tendiente a asegurar que los bienes y servicios que adquiere sean inocuos para su persona y bienes: que no presenten peligros para su seguridad física y que satisfagan los requisitos normales de durabilidad, utilidad y fiabilidad, y sean aptos para el fin a que se se destinan (directrices de las Naciones Unidas, Arts. 3º, Incisos a y b, 10, 11 y 16)”. Ediciones La Rocca (2), en 1994 también publicó un estudio sobre el tema: Defensa de los consumidores de productos y servicios. El Capítulo III (Control de la publicidad y comercialización), en la introducción se lee: “La regulación de la publicidad debe ser un importante objetivo de cualquier política amplia de protección al consumidor. Una publicidad falsa, como aquella tal vez no literalmente falsa, pero irregular por omisión, o como resultado de una impresión general dada, puede perjudicar claramente a los consumidores, por inhibición de una opción informada, causando diferentes e irregulares resultados. La promoción de una publicidad confiable, es en interés de la ética de la gente de negocios, tanto como de los consumidores”. Refiriéndose a las técnicas de control dice: “Australia tiene prohibido desde hace un tiempo la emisión de publicidad televisiva o radial sobre tabaco, pero con una exención respecto de avisos incidentales o accidentales, exención que ha causado grandes dificultades y disputas en el contexto de eventos deportivos televisivos esponsorizados por compañías de cigarrillos. La propuesta de la directiva de la CEE para prohibir la publicidad sobre tabaco, contiene
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una extensiva definición sobre publicidad, destinada a captar pruebas para apoyar la prohibición”. Respecto de la publicidad engañosa: “La cláusula general de la ley alemana contra la competencia desleal, es complementada por una cláusula pequeña general, que prohíbe la publicidad engañosa”. El art. 12 de la directiva de la CEE referente a publicidad engañosa, en el Inciso d) especifica que los avisos televisivos no deben “incentivar conductas dañosas a la salud o seguridad” y el Inciso e) incrementar conductas dañosas al medio ambiente”. “Un creciente número de países tiene legislación prohibiendo; sea en todos o en ciertos medios (típicamente radio y TV), publicidad sobre cigarrillos y productos de tabaco. Una prohibición específica probablemente sería controvertida, siendo preferible una regulación, aunque sea finalmente discutible, a la luz del conocimiento sobre los efectos del tabaco en la salud, dicha publicidad es inherentemente engañosa o abusiva”. En materia de publicidad y libertad de expresión dice: “Un asunto cuya discusión se ha incrementado, es el alcance en que la publicidad debe protegerse bajo garantías sobre la libertad de expresión. Por ejemplo, la cuestión ha sido planteada en la propuesta de la CEE, prohibiendo publicidad sobre tabaco, que debe ser consistente con la Convención Europea sobre derechos humanos y la validez de la legislación de Quebec relativa a las exigencias sobre publicidad para niños. La Suprema Corte de Canadá sostiene que si bien dicha publicidad es protegida bajo la Carta de Derechos y Libertades de Canadá, la legislación de Quebec es válida bajo una disposición
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Clasificación de las clases de tabac según Orazio Comes de la obra Le Tabac, de Guillaume Capus, Fernand Leuliot y Etiennes Foëx, tomo 1, Par´´is, 1929 (Actas CIBA 3-4, 1949).
que establece la garantía de libertad en dicha Carta, acerca de que los ´los límites razonables prescritos por la ley, deben demostrarse y justificarse dentro de una sociedad libre y democrática´. La legislación de Canadá prohibe la publicidad sobre tabaco. En enero de este año la Corte Suprema de Canadá sostuvo que esta legislación era válida”. También los autores se refieren a lo que se entiende como publicidad subliminal: “Pero así como existen esas técnicas tan sencillas, se han desarrollado también complejos mecanismos para estimular determinadas reacciones de consumo en el público. Hoy sucede eso por ejemplo con la publicidad, en donde existe una gran dosis de persuasión que resulta 303
invisible para el público. Esa persuasión está presente en la publicidad de la misma forma en que lo está el iceberg: tres cuartas partes sumergidas bajo el agua”. En cuanto a la reacción que provoca en el sector involucrado las reglamentaciones sobre la actividad, los autores aseveran: “Con frecuencia se alega que cualquier regulación de la publicidad constituye un atentado contra la libertad de expresión; nada más absurdo, pues la libertad de expresión garantiza a las personas emitir libremente sus pensamientos o ideas. En la publicidad no se busca eso, sino vender y ganar, ya que ésta es solo un instrumento del que se vale el industrial o comerciante para colocar su producto en el mercado. Nadie puede, con el argumento de la libertad de expresión, irrogarse el derecho de engañar al público”. BIBLIOGRAFÍA: 1. Andorno-Cifuentes-Do Couto E Silva-GoldenbergKemelmajer De Carlucci-López Cabana-Mosset Iturraspe-Parellada-Fernandez Sessarego-Stiglitz: “Daño y protección a la persona humana”, Ediciones La Rocca, Buenos Aires, 1993. 2. Stiglitz-Alterini-Benjamin-Bourgoignie-Clais AulyChristianos-Domont Naert-Harland-L´Hereux-López Cabana-Morello-Reich-Stiglitz R-Trigo RepresasWoodroff y otros: “Defensa de los consumidores de productos y servicios”, Buenos Aires, Ediciones La Rocca, Buenos Aires, 1994.
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Leoplån N° 48 (11 de noviembre de 1936)
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PBT N° 77 (10 de marzo de 1906)
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PBT N° 201 (19 de septiembre de 1908)
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Caras y Caretas N° 514 (8 de agosto de 1906)
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CONCLUSIÓN Nuestro objetivo ha sido poner en evidencia cómo, pese a que ha sido demostrado ampliamente a través de los siglos que fumar tabaco es perjudicial para la salud. Factores ajenos al vicio en sí mismo (intereses privados y estatales), han contribuido a acrecentar el vicio de fumar, provocando muertes e incapacidades. Jacobo I, rey de Escocia, y posteriormente de Gran Bretaña, denunció públicamente el daño que provocaba la nicotina, negando categóricamente las propiedades farmacológicas atribuidas al vegetal, mencionando muertes ocasionadas por este vicio, por lo que prohibió, en 1619, su cultivo en el reino. A partir del siglo XVII, en sucesivas publicaciones, se abogó por erradicar tan peligrosa costumbre, suscitándose enfrentamientos -que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XX- entre los médicos que aspiraban a eliminar su uso y aquellos que no solamente lo utilizaban como medicina, sino que además escribían folletos y libros defendiendo sus virtudes curativas. Hubo factores ajenos por completo a la cuestión esencial, que primaron para que el tabaco, en todas sus formas, pero principalmente como cigarrillo, se impusiera entre un público no informado debidamente. A pesar de los trabajos que demostraban fehacientemente, desde 1700 , que fumar tabaco causaba daño al aparato respiratorio y a otros órganos, pudo más el interés mercantilista, estimulado 309
por las cifras de la economía que alcanzaron niveles siderales. Rápidamente, fabricantes y gobiernos, ante la posibilidad de recaudar considerables sumas, ignoraron los inconvenientes derivados del uso del tabaco, y ahí reside la razón fundamental de la expansión comercial de las tabacaleras. Otro factor primordial que contribuyó a estimular el vicio del cigarrillo fue la campaña publicitaria. La proliferación de avisos estimulando su uso, no sólo estaban enfocados hacia la gente adulta sino que, y esto es lo inadmisible injustificable, principalmente a los niños. En este sentido, sorprendió la enorme profusión de publicidades en las cuales el cigarrillo era un protagonista, que adquiría un carácter relevante frente a las vicisitudes cotidianas. Un enorme porcentaje de estas, han estado dirigidas a niños y mujeres y, para aumentar la adicción, se recurrió a concursos en los que se otorgaban jugosos premios, ampliando el espectro vicioso. Han sido inútiles todos los intentos para eliminar tan pernicioso vicio. De nada ha servido denunciar ante la Justicia, la enorme cantidad de incapacidades y muertes que ocasionaba el cigarrillo. Las tapas de las revistas de difusión masiva, las películas, y todo medio que sirviera a sus fines comerciales, mostraron, a lo largo del siglo pasado, a artistas, deportistas y personalidades de diversa extracción, fumando cigarrillos, pipas y habanos. Un sabio investigador, reconocido internacionalmente, como lo fue el doctor Ángel H. Roffo, que a principios del siglo pasado realizó importantes investigaciones en las que había demostrado la indiscutible asociación del cáncer
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con el acto de fumar, no fue tenido en cuenta hasta pasada la década del 50. Cuando se dio a conocer el trabajo de Bradford y Hill, en el cual se demostraba palpablemente que el cigarrillo era causante de muchas muertes por cáncer, las tabacaleras empezaron a ver tambalear su imperio. Desde ese momento, hasta la etapa finisecular, se sucedieron los juicios que ascendieron a sumas millonarias y causaron graves perjuicios a fabricantes y gobiernos, que vieron disminuidos sus ingresos. A pesar de lo expuesto y de la amplia difusión que tuvo en los medios las pérdidas sufridas por las tabacaleras, debido a los juicios ganados por familiares de damnificados, y también por instituciones empeñadas en terminar con su reinado, estas empresas se las ingeniaron para continuar promocionado su veneno. Las reproducciones que acompañan a este trabajo, son elocuentes por sí mismas, y ponen en evidencia el interesado manejo que siempre se ha tenido con el tema. Es preciso que los responsables de todas las áreas vinculadas al tabaco (producción, distribución y propaganda), comprendan que es preciso reconvertir la actividad derivándola a un fin noble, como puede serlo la industria de la alimentación, invirtiendo todo su capital en paliar el hambre que asuela al mundo. Los autores
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ILUSTRACIONES Portada del libro de Juan Neander (1622) Tabacología Tabaci seu Nicotianeue...............4 Imagen de tapa PBT N° 101 (25 de agosto de 1906)...................................................8 Venta y prepar. de tabaco en Brasil (Historia y Vida, N° 68, Barcelona.................................13 Portada del libro de Dietrich de Bry (1619) Das fechfte theil America.............................................14 Portada del libro de Raphael Thorius (1610) Hymmus Tabaci..............................................................15 Relieve en piedra, sacerdote maya fumando (Actas Ciba 3-4, 1949)...................................................23 Grabado en cobre (1791) Actas Ciba 3-4, 1949.......24 Indios Uitosos (Actas Ciba 3-4, 1949)...........................25 Grabado en cobre de la obra TABAC (Zúrich, 1616)..................................................................26 Sacerdotes caribeños (Frankfurt, Alemania, 1593)....28 De ayer… (Cosmographie Universelle de Thevet, 1575)................................................................................30 A hoy… Cigarrera filipina..............................................30 Libro de Fray R. Pané (tapa) Relación acerca de las antigüedades de los indios...............................32 Nicolás Monardes (1493-1588) (Actas Ciba 3-4, 1949)...................................................33 Tabaquera de marfil (1800-1870) (Capítulo Médico, abril de 1192).................................35 Tratamiento de enfermos (Actas Ciba 3-4, 1949)......36 El cuarto Inca Manco Capac (París, 1936).................37 William Ridout’s (Historia y Vida, N° 68, Barcelona)...38 Jean Nicot (1530-1600) (Actas Ciba 3-4, 1949)......... 39 313
Sir. Walter Raleigh (1552-1618) (Actas Ciba 3-4, 1949)...................................................41 Jacobo I (Cuadro atribuido a Pablo Van Samer – Enciclopedia Británica).................................................43 Interior de una Tabalgia holandesa (1660, Ámsterdam)........................................................50 Demonio (Cerámica peruana) E. Fubrmann Reich der Inka Hagen i/W......................52 Venenos del tabaco (Enemigos de la humanidad, Dr. J. Thomason, 1949)...................................................60 Esqueleto (Leoplán N° 48, 11 de noviembre de 1936)............................................62 Figura envuelta en humo (El Correo de la Unesco, mayo de 1970)....................64 Wilhelm Heinrich Posselt (1806-1877) (Actas Ciba 3-4, 1949)...................................................67 Johannes Neander (1596-1630)...................................70 “Iría al fin del mundo…” (Enemigos de la humanidad, Dr. J. Thomason, 1949)........................71 “Último tercio del cigarrillo…” (El Correo de la Unesco, mayo de 1970)....................76 Cigarrillos Monterrey (PBT N° 385, 13 de abril de 1912).......................................................80 Fumando en cooperativa (Revista Aquí está)...........83 Pastillas Bonald...............................................................94 Cigarrillos Marconi (PBT N° 77, 10 de marzo de 1906)....................................................96 Caricatura londinense del siglo XIX.............................97 Reo Noble (Tango) Portada.........................................99 Nubes de humo (Tango) Portada..............................101 Los italianos en Buenos Aires (Fotografía obtenida por F. Pérgola).............................................103 Cigarrillos Banqueros (PBT N° 58, 28 de octubre de 1905)..............................................106 El Fumador (Cuadro de Meissonier)..........................109
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Cigarrillos 43 (PBT N° 101, 25 de agosto de 1906)....111 Cigarrillos Particulares (Leoplán N° 44, 16 de septiembre de 1936)........................................112 Cigarrillos Banqueros (PBT N° 101, 25 de agosto de 1906)................................................113 Cigarrillos Pebete (PBT N° 101, 25 de agosto de 1906)................................................113 Cigarrillos Banqueros (PBT N° 254, 2 de octubre de 1909)................................................113 Marco Junio Bruto (Biografías que acompañaban al atado de cigarrillos)....................113 Cigarrillos Mitre (PBT, N° 254, 2 de octubre de 1909)................................................114 Cigarrillos Vuelta Abajo (Caras y Caretas N° 471, 12 de octubre de 1907).................................114 Cigarrillos París (PBT N° 101, 25 de febrero de 1903)................................................114 Cigarrillos París (PBT N° 157, 16 de noviembre de 1907)..........................................115 Cigarrillos Vuelta Abajo (Caras y Caretas N° 514, 8 de agosto de 1908).....................................115 La peste azul (Portada del libro de Serrano Piqueras).........................................................118 Habanos Avanti (Anuario La Razón 1930)................119 Dr. Á. H. Roffo (Leoplán N° 180, 3 de octubre de 1941)................................................126 “La Cocaína” (Couplet español)...............................131 Dr. Á. H. Roffo (ob. cit.)................................................133 Dr. Á. H. Roffo y Sra. (ob. cit)......................................138 El Correo de la Unesco, mayo de 1970 (Tapa, número dedicado al tabaco).......................140 “La experta cosechadora…” (Vea y Lea N° 247, 18 de octubre de 1956)..............................................145 Cigarrillos blasámicos Dr. Andreu (Leopán N° 119, 2 de agosto de 1939)..................................................150
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Idem (Leoplán N° 92, 20 de julio de 1938)................150 Cigarrillos París (Caras y Caretas N° 492, 7 de marzo de 1908)...................................................152 Cigarrillos Centenario (medallas conmemorativas)......................................154 Boquillas Crisol (Selecciones del Reader’s Digest N° 115, junio de 1950)....................................164 Cigarrillos Reina Victoria (PBT N° 303, 17 de septiembre de 1910).........................................169 Cigarrillos Centenario (relojes antiguos)...................171 “La carrera dela vida” (ob. cit.)................................178 Cigarrillos 43 (PBT N° 77, 10 de marzo de 1906)........180 Cigarrillos 43 (niños fumando, PBT N° 157, 16 de noviembre de 1907).........................................184 Cigarrillos Catedrático (PBT N° 254, 2 de octubre de 190)..................................................184 Cigarrillos París (PBT N° 58, 28 de octubre de 1905)..............................................184 Cigarrillos Centenario (PBT N° 254, 2 de octubre de 1905)................................................186 La señorita Raquel (Libro de lectura para 3° grado, E. A. López de Nelson)................................192 Cigarrillos Condal (Cine Argentino N° 4, 2 de junio de 1938)......................................................197 “Carbonilla (Tango).....................................................200 “Aprovechá la bolada” (Tango)...............................200 “Lugolina (Tango).........................................................201 “Sello azul (tango).......................................................202 “De la vida diaria” (La Prensa, 20 de junio de 1919)....................................................203 “Se acabaron los amigos” (tango)...........................204 Foto de Bernabé Ferreira (destacado jugador de fútbol de la década del 30).................................205 Cigarrillos América (Ahora N° 672, 28 de noviembre de 1941)..........................................209
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El Dr. Sigmund Freud fumando un habano..............210 Cigarrillos Combinados (Anuario La Razón, 1931)...214 Cigarrillos Montecarlo (rompecabezas)..............217-18 “La OMS acusa a las tabacaleras…” (El País, 31 de mayo de 2000)................................................. 230 Tribu de Karenz (Mundo Argentino N° 2510, 8 de abril de 1959).......................................................232 “Popeye” (Leoplán N° 20, 16 de octubre de 1935)..............................................233 Cigarrillos 43 (Caras y Caretas N° 377, 23 de diciembre de 1902)...........................................237 Cigarrillos Vuelta Abajo (PBT N° 386, 20 de abril de 1912).....................................................248 Cigarrillos Sociales (PBT N° 379, 2 de marzo de 1912)....................................................256 “How many cigarettes a day your children smoke? (Health Education Council)..........................277 Cigarrillos Vuelta Abajo (Caras y Caretas N° 476, 16 de noviembre de 1907).........................................278 Cigarrillos Monterrey (Caras y Caretas N° 492, 7 de marzo de 1908)....................................................279 “Roll-Rite” (Aconcagua, N° 52, mayo de 934).........280 Cigarrillos Monterrey (Caras y Caretas N° 514, 8 de agosto de 1908)................................................. 281 Cigarrillos Sublimes (PBT N° 386, 20 de abril de 1912).....................................................284 Fotografía de principios del siglo XX..........................293 Cigarrillos Ideales (Mundo Argentino N° 249, 13 de octubre de 1915)..............................................297 Semilla de tabaco (corte longitudinal) Acta Ciba 3-4, 1949.....................................................299 Clasificación de hojas de tabaco, Acta Ciba 3-4, 1949.....................................................303 Cigarrillos Gavilán (Leoplán N° 48, 11 de noviembre de 1936)..........................................305
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Cigarrillos París (PBT N° 77, 10 de marzo de 1906)....306 Jabón Parker (PBT N° 315, 10 de diciembre de 1935).......................................... 307 Cigarrillos París (Caras y Caretas N° 514, 8 de agosto de 1906)..................................................308 Cigarrillos Monterrey (PBT N°476, 16 de noviembre de 1907)..........................................319
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PBT N° 476 (16 de noviembre de 1907)
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Este libro se terminĂł de imprimir en septiembre de 2003, en los talleres grĂĄficos de GĂŠnesis S.A., San Lorenco 3614, Olivos, Buenos Aires, Argentina.
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