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Demandas contra tabacaleras

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Niños fumadores

Niños fumadores

Según los datos de la OMS, el consumo de tabaco aumentó en países pobres mientras que disminuyó en los más florecientes. Las campañas implementadas contra el consumo de tabaco, no solo tiene fines benéficos, también han servido para generar nuevas conductas empresariales. “Smoke enders, Smoke stoppers y Smokeless son las empresas norteamericanas que descubrieron en las campañas contra el cigarrillo una insospechada fuente de ganancias [...] Cada una de esas empresas anuncia ganancias anuales de 3 a 4 millones de dólares, y se jacta de un éxito del 60 % en los resultados de sus programas” (1).

Preferimos una publicidad gananciosa que combate el vicio.

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“La OMS acusa a las tabacaleras de vender en Asia cigarrillos con el triple de nicotina”. Esta noticia la subtitula: “La organización denuncia el uso del tabaco en el cine y la televisión en los países occidentales”. Menciona que las tabacaleras, ante las trabas surgidas en Europa “Las restricciones son muy fuertes tanto en Estados Unidos como en Europa, donde quedará totalmente prohibida la publicidad en 2006” derivan sus productos a los países en desarrollo “donde las normas no son estrictas y donde el consumo no para de crecer”. Y agrega: “Más del 80 % de los fumadores viven en los países pobres, según la OMS”. En el mismo artículo, al pie, una nota denuncia que “4000 afectados de cáncer presentan hoy en 16 ciudades españolas su

demanda contra la industria”. Algunos de los comentarios sobre el particular son lapidarios: “El catedrático Manuel Bernal, que dice defender su postura a título personal, apuesta por los ex fumadores: ´La práctica clínica me ha enseñado que casi el 100 % de los casos de afectados por cáncer de laringe son de adictos al tabaco´. Asegurando: “Nunca ha habido una campaña clara de concienciación sobre los efectos del fumar en la salud. La adicción que provoca la nicotina ha sido negada durante años por las tabacaleras [...] Por su parte, Francisco Xavier Bosch, investigador del cáncer, expresa argumentos similares, aunque lo hace de forma mucho más contundente: La historia de las tabacaleras es una de las más sanguinarias, y hay que empezar a hacer un poco de pedagogía” (2).

Es sabido que la drogadicción (cocaína, crack, etc.) conduce irremisiblemente al delito a un altísimo porcentaje de los adictos La Nación (31/5/00) publicó un gráfico demostrativo que tituló “Las cifras del vicio” en la Argentina. En el mismo se puede apreciar que de 1490 millones de paquetes de cigarrillos vendidos en 1997, en 1999 se ascendió a 1996 millones. Y que el porcentaje de aumento de fumadores creció a partir del período 1992/1994 (35 %) a un 40 % entre los años 1998/2000.

“En 1976, las dos grandes compañías tabacaleras del país, reunidas en la Cámara Industrial del Tabaco, se autorregularon a través de un código, que luego fue base de la ley 23.344/86. En dicha norma se prohíbe la publicidad audiovisual en horario de protección al menor (de 8 a 22 horas)”(3).

Es sabido que son muchos los niños y adolescentes que ven televisión después del horario de protección al menor, lo que invalida toda restricción, especialmente

si tenemos presente que no es solamente a través de las prohibiciones sino de la educación en los ámbitos adecuados –el hogar y la escuela– que pueden implementarse medidas que contribuyan a terminar con el flagelo de las adicciones. La discusión acerca de si la publicidad influye o no sobre las costumbres personales, más que innecesaria,

Caras y Caretas N° 377 (23 de diciembre e 1905)

es obsoleta. Existe demasiada literatura sobre el particular como para que alguien se plantee dudas que nada tienen que ver con la realidad. No se trata de eliminar la propaganda, sino de evitar que esta influya perniciosamente sobre la niñez y la juventud.

Cuando la Unión Europea decidió prohibir gradualmente la publicidad de las tabacaleras, Alemania votó en contra de la medida, al igual que la FIA (Federación Internacional del Automovilismo), aunque en ese útimo caso por distinas razones. La medida será efectivizada en su totalidad solo a partir de 2006 (4).

El caso de Alemania es realmente curioso, especialmente si tenemos en cuenta que en la década del 30, el régimen nazi “lanzó la más poderosa campaña de aquellos días contra el cigarrillo, y la guerra nazi contra el cáncer fue la más agresiva del mundo”. Asimismo: “Crearon una fuerza de carácter policíaco para combatir el cáncer y el hábito de fumar [...] En 1939, Franz Hermann Müller, un médico del Bürgerhospital de Colonia, publicó un documento en una revista alemana líder de investigación del cáncer, que proveyó la prueba más contundente de que la mayor causa del cáncer de pulmón se debía al cigarrillo” (estos antecedentes fueron citados por los médicos estadounidenses Wynder y Graham en 1950) (5).

Afortunadamente, son muchas las publicaciones que, como el New York Times, han decidido decir no a la publicidad de cigarrillos: “En la guerra del tabaco, Philip Morris contraataca con una revista: Unlimited” (6). Como su nombre lo indica, no reconoce límites, y para contrarrestar la campaña desatada en su contra, Philip Morris envía los ejemplares por correo a: “Un millón y medio de fumadores de Marlboro que

aparecen en las bases de datos de la firma”.

“Una tabacalera no hará más cigarrillos si provocan cáncer” (7). “El presidente de Philip Morris, primer productor mundial de tabaco, reconoció que los cigarrillos ‘han podido’ matar a decenas de miles de fumadores”. Según el abogado Ron Motley “cuyo estudio representa a 30 entidades gubernamentales del Estado de Florida que han presentado querellas contra la industria tabacalera”. En la grabación tomada a Geoffrey Bible, presidente de la compañía, éste “admitió que su compañía había utilizado la publicidad para incitar a los jóvenes a fumar”. Agregó Motley: “Ciertamente es el primer ejecutivo de la industria que dice algo de tal envergadura”. Con respecto a lo cancerígeno de la nicotina, dice el articulista: “En 1993, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) clasificó el humo del tabaco entre las sustancias cancerígenas, y en marzo último el fabricante de cigarrillos estadounidense Liggett, reconoció públicamente la dependencia causada por la nicotina y el riesgo de cáncer relacionado con el tabaco. El objetivo es que la publicidad no llegue a los menores, pero nos preguntamos: ¿la revista, no estará disponible en la casa? ¿cómo evitar que estos la lean? También La Nación (8) afirmó, al comentar la decisión europea de finalizar la publicidad sobre el tabaco para el 2006, que “el fin de la publicidad del tabaco se considera vital para luchar contra el tabaquismo”.

“Los ministros de salud de la UE aprobaron una norma que obligará a aumentar diez veces el tamaño de las advertencias en los paquetes de cigarrillos. Además, pondrá límites más estrictos al contenido de alquitrán y nicotina” (9).

La intención de restringir o eliminar la publicidad sobre el tabaco, al afectar los ingresos de estas empresas despertó indignación en ese ámbito. “El presidente del Consejo Europeo de Editores, Frank Rogers, aseguró que ‘La prohibición es una violación de las libertades de información, de comunicación y de expresión’ y, juntamente con la Asociación de Editores Europeos de Periódicos, pidió a los eurodiputados que se pronuncien en contra” (10).

“Los enemigos del tabaco sufren una fuerte derrota en Europa”, artículo aparecido en La Nación con la firma de Ernst Beck, en el cual dice que “fracasó una demanda colectiva y que fue dudoso el tratamiento del tema por parte de ambos sectores, justicia y abogado querellante. La conclusión de un portavoz de ´Gallaher, que junto a Imperial controla el 80 % del mercado de cigarrillos en Gran Bretaña´, fueron terminantes al decir que la gente sabe a que se expone al fumar y que la decisión es personal. Además rechazó imputaciones tales como desde la década de los 50 conocían que su producto es mortal, pero no lo informaron” (11) .

“El Estado mantiene con las tabacaleras una relación particular: por un lado, recomienda no fumar POR LOS PERJUICIOS SOBRE LA SALUD, pero al mismo tiempo, los cigarrillos son una gran fuente de financiamiento para el Fisco. Este mercado mueve anualmente $ 2200 millones, por una venta estimada de 1900 millones de paquetes. El precio promedio de cada atado es de 120 pesos. El 73 % de ese valor corresponde a impuestos” (12).

En este aspecto, las tabacaleras han resuelto aumentar el precio de los atados de cigarrillos para mantener el equilibrio de las cuentas estatales. El contrabando, ampliamente en los medios, es otro

de los temas que dificultan una relación comercial ética, si es que se puede hablar de ética cuando se comercializa una sustancia venenosa.

La Casa de los Comunes (Londres) “pidió al gobierno que inicie investigaciones criminales contra la British American Tobacco (BAT) por orquestar una red de contrabando internacional” (13).

Lamentablemente, son muchas, demasiadas, las personalidades involucradas en el negocio del tabaco que ignoran –o hacen oídos sordos– desde cuándo se conocen los efectos perjudiciales del fumar tabaco. Por ejemplo, se comete un error al decir: “Desde 1950 los efectos dañinos y destructivos del tabaco son conocidos en todo el mundo”. Ese dato reconoce antecedentes muy anteriores. En nuestro país, el Dr. Angel H. Roffo, muy documentadamente, como lo expresamos en el capítulo correspondiente, comprobó, con sus investigaciones lo peligroso que era aspirar el humo de tabaco ya que era cancerígeno; trabajos que fueron muy comentados y apreciados en Estados Unidos.

La revista De Frente, de agosto del 55, tituló un artículo: ¿El hábito de fumar, es origen del cáncer de pulmón?”. Las ambigüedades, las congtroversias sobre el tema, han hecho mucho daño. En esos años, las empresas tabacaleras estaban en franca expansión y la inversión en Propaganda era de 65 millones de dólares anuales: “En 1952 –año de máximas ventas– se vendían cuatro veces más cigarrillos que en 1932, y 117 000 más que a principios de siglo”. El Dr. Huerper, famoso cancerólogo, concluyó: “La teoría del cigarrillo está basada por completo en datos estadísticos que tienen, en el mejor de los casos, valor circunstancial y son en parte de origen dudoso”. Finaliza el artículo con esta falaz

argumentación: “Mientras se devela la incógnita, el problema repercute sobre todos los mercados mundiales, donde las empresas productoras se adaptan a las modalidades del momento. En nuestro país, por ejemplo, han aparecido ya algunos cigarrillos ‘King size’, y hay quienes opinan que es muy posible que alcancen un auge similar al que lograron en el país del Norte” (14).

En la década del 50, todavía se planteaban serias dudas acerca de la incidencia del tabaco en una patología cancerosa.

La ofensiva desatada contra las tabacaleras, tuvo su actividad más virulenta a partir de la década del 50, pero, no cesó la confusión. Una muy difundida revista norteamericana, Selecciones del Reader’s Digest, en su versión en habla hispana para América Latina, en 1958 (15), da a conocer un artículo: “La Nicotina, enigma del fumador”, (obviamente, por los datos apuntados, ya no existía ese enigma) que subtituló: “¿Son satisfactorios esos cigarrillos de poca nicotina? ¿Son buenas las boquillas con filtro? “. Si bien los autores, Lois Mattox Miller y James Monahan (en 1957 recibieron el Premio Albert Lasker al Periodismo Médico por contribución a combatir el hábito de fumar), hacen hincapié en el peligro que representa el acto de fumar, avalando sus apreciaciones con opiniones autorizadas de profesionales, también colaboran a aumentar la incertidumbre de quienes se resisten a abandonar ese mal hábito. En lugar de afirmar que existen sobrados antecedentes que demuestran científicamente el perjuicio que produce fumar, escriben: “La sola falta de investigación explica porqué sigue sin resolverse el enigma de la nicotina”. A continuación, sugiere moderación: “La moderación puede consistir en disminuir el consumo,

fumar cigarrillos que contengan menos nicotina, o usar boquilla con filtro. A continuación, desconociendo la información existente a esa fecha, dicen: “Para los fumadores normales, los cigarrillos con poca nicotina y las buenas boquillas con filtro sí ofrecen ventajas”.

Esta misma publicación, en mayo de 1964 (16), en un artículo firmado por los mismos autores, transcribe lo actuado por “El tribunal seleccionado por el Médico Mayor de Estados Unidos, Dr. Luther Terry”, en el cual se advierte al público acerca de los peligros derivados de fumar comprobado en el índice de mortalidad aumentado por ese motivo. Aún así, los autores publican un comentario del Dr. Wendell Scott, Presidente de la Sociedad Norteamericana de Cancerología, quien dijo: “Es necesario investigar aún más para determinar qué componentes del humo del cigarro son los causantes del cáncer pulmonar, cómo se desarrollan estos cánceres, y si es posible eliminar aquellos componentes”.

Los autores del artículo o el Dr. Scott, no tienen claro cuál debe ser el mensaje por transmitir a la sociedad, ni tampoco han incursionado en las abundantes experiencias basadas en prolijas investigaciones, como es el caso del Dr. Roffo, en las que demuestra –sin lugar a dudas– qué componentes son absolutamente perjudiciales para el organismo humano.

La década del 90 fue testigo de innumerables demandas contra las tabacaleras: “Cinco abogados de Texas se repartirán US$ 3300 millones en ganancias derivadas de un acuerdo por US$ 17 300 millones, pactado entre ese estado y las grandes tabacaleras del país” (17).

Los agricultores de EE. UU. demandan a los mayores fabricantes de tabaco del país del norte, exigiéndoles compensaciones por US$ 69 000 (18).

La Nación publicó: “El Estado de Florida logró derrotar a las tabacaleras; percibirá 11 300 millones de dólares por daños y perjuicios del hábito de fumar” (19).

El concepto indemnizatorio es por los gastos sufridos por el Estado para atender a enfermos por el uso exposición al tabaco. “En las declaraciones preliminares, los funcionarios ejecutivos de las fábricas de cigarrillos admitieron que el hábito de fumar era peligroso y podía causar enfermedades de consecuencias mortales. April Herrle (vocero del gobernador) afirmó que esas admisiones contribuyeron a acelerar el arreglo. Geoffrey Bible, el director de Philip Morris Co., manifestó el jueves último que el fumar pudo haber causado unas 100 000 muertes”. Steven Goldstone, director de RJR Nabisco señaló al día siguiente en otra declaración: “Fumar es uno de los factores que causan cáncer de pulmón”.

“Millonario juicio contra las tabacaleras norteamericanas. Medio millón de ex fumadores demandaron a las principales firmas por unos 200 mil millones” (20). Según el abogado patrocinante, Stanley Rosenblatt “la industria tabacalera conocía desde hace mucho tiempo que la nicotina es adictiva y ocultó, por décadas, la evidencia de que fumar ocasiona cáncer de pulmón”. El letrado basó su presentación judicial “en las investigaciones realizadas en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, de Nueva York, publicadas en la revista Cancer en 1953. El argumento de las tabacaleras ha sido: “Las personas son libres de dejar de fumar cuando así lo quieran”.

Finaliza el artículo con una negación unida a un reconocimiento explícito, de acuerdo con la aseveración del abogado que defendió los intereses

de las tabacaleras, Roberto Helm, cuando dijo: “Las personas son conscientes, generalmente, de los riesgos de fumar para la salud. Toman la elección y deberían ser responsables”. En 1997, en un juicio las tabacaleras acordaron pagar 349 millones de dólares a “empleados de Aerolíneas que dijeron haber enfermado de cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas con el cigarrillo, por inhalación involuntaria del humo en los aviones”.

Con argumentos similares, Guatemala inició juicio a las tabacaleras de Estados Unidos: “Guatemala demanda a las tabacaleras de E.U.” (21).

Los juicios no tardaron en definirse: “Fallan en Estados Unidos contra las tabacaleras” (22). En Miami un jurado “determinó que las compañías tabacaleras fabricaron un producto defectuoso que causa enfisema, cáncer pulmonar y otros males [...] los fumadores denunciaron a RJ Reynolds Tobacco Company; Philip Morris Inc; The American Tobacco Company; Brown And Williamson Tobacco Corp; Ligget Group Inc; Dosal Tobacco Corp; el Consejo de Investigación para el Tabaco y el Instituto del Tabaco”. Revisaron más de 37 000 páginas de documentación y estudiaron cientos de testimonios.

La cantidad de afectados en esta ciudad fue de 500 000 personas.

También en España “Una asociación de afectados por cáncer de laringe anuncia que demandará a la industria tabacalera” (23). Esta entidad, conformada por más de 500 personas, está entre las primeras en ese país que iniciaron una demanda de este tipo. Los únicos antecedentes sobre el tema son un par de demandas hechas por particulares. En la primera de ellas, la jueza absolvió a la tabacalera y en la segunda, el juicio aún sigue abierto.

En 1999 (24) el gobierno de Bill Clinton demandó con cifras millonarias al sector tabacalero. En dicha demanda se dijo: “Durante 45 años las tabacaleras se enfrascaron e una campaña engañosa sobre los peligros del hábito de fumar, contribuyendo así a que el gobierno estadounidense tuviera que gastar más de US$ 20.000 millones al año en la atención médica de los fumadores enfermos […] La responsabilidad civil del sector tabacalero podría superar los US$ 243.000 millones que éste pagó para llegar a un arreglo en otras demandas planteadas anteriormente en el nivel estatal”.

“La industria que se hace humo: Un tribunal de Miami ordenó indemnizar con 12,6 millones a tres fumadores con cáncer. El fallo abrió la puerta a 500 000 juicios […] La revista médica The Lancet reveló que Philip Morris, la mayor empresa tabacalera, invirtió dos millones de dólares para minimizar las conclusiones de un estudio europeo de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). El trabajo concluyó que la exposición de una persona al humo de un fumador era nociva para la salud” (25).

La Nación, en su sección de espectáculos, denunció: “Una comisión del Senado aprobó un proyecto de ley que castiga a las compañías tabacaleras por los daños causados a los fumadores” (26). ¿Puede alguien, interesado en el tema, ignorar lo que se sabía desde hace muchas décadas?

Recientemente se estrenó la película “El informante”, cuyo argumento se basa en la grave denuncia hecha por un ex ejecutivo de la productora “Brown & Willamson Tobacco Corporation” a un periodista, con respecto a la intención de la tabacalera de producir un tabaco con alto contenido de nicotina. Su oposición a este accionar inmoral por parte de

la empresa, le costó el despido al denunciante, e inclusive la recepción de amenazas telefónicas.

La empresa mencionada, obviamente, descartó toda intencionalidad no ética, negando la idea de manipular la cantidad de nicotina.

Existen indicios de que un altísimo porcentaje de cocainómanos se inició fumando cigarrillos conteniendo tabaco.

La costumbre de fumar en las aulas hizo que la estudiante de arquitectura, Florencia Romano presentara “un recurso de amparo contra la Universidad de Buenos Aires (UBA) para que haga cumplir la disposición que prohíbe fumar en las aulas”. La estudiante afirmó que pese a las disposiciones legales: “Los alumnos, y algunos profesores, seguían fumando” (27).

“Los abogados británicos tomando como base las tácticas empleadas por sus colegas estadounidenses argumentaron contra las tabacaleras: La demanda alega que tanto Gallaher como Imperial Tobacco Group, que controlan el 80 % del mercado británico de cigarrillos, ya sabían en los años ´50 que sus productos eran mortales, pero fueron negligentes al no reducir los niveles de alquitrán, ni advertir de su peligro en las cajas” (28).

La industria tabacalera, con gran habilidad, concinuó creciendo económicamente. La Nación (29), publicó una noticia que supera a la más prolífica imaginación: “Las tabacaleras ahora subsidian una campaña... ¡antitabaco! [...] la nueva campaña antitabaco que se ha lanzado en Florida es la primera que se financia con el dinero que las tabacaleras acordaron pagarle a las autoridades del Estado, para ponerle fin a las demandas colectivas contra la industria”.

PBT, N° 386 (20 de abril de 1912)

“Peter Mitchell (el director de marketing designado por el Departamento de Salud de Florida), que está a cargo de la campaña antitabaco, admite que el acuerdo con las tabacaleras, valorado en 11.300 millones de dólares, no les permite ir directamente contra estas compañías”. Y agregó: “Las tabacaleras no están en esta lista (se refiere a las empresas denunciadas por promocionar el tabaco entre los adolescentes), no se me permite decir que una tabacalera es un truhán que solo busca ganancias”.

Otro aspecto que conspira contra una solución efectiva, es la denuncia que publicó La Nación (30): “Los legisladores republicanos (Estados Unidos) han recibido de las grandes empresas de tabaco ‘unos doce millones en contribuciones para campañas políticas durante los últimos tres años y medio’, afirmó Doug Walker, miembro de la dirección nacional del Partido Demócrata. Para David Kessler, antiguo director de la Oficina Federal de Alimentos y fármacos (FDA) y uno de los principales artífices de las políticas antitabaco de la presidencia de Clinton, dijo que el Partido Republicano está ‘inextricablemente’ unido a las tabacaleras”.

Aunque el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, se ha empeñado en enfrentar a a las tabacaleras acotando su accionar, especialmente en su intento de provocar adicción en los jóvenes, no todos sus funcionarios lo acompañan en esta empresa.

“Estados Unidos demandó a las tabacaleras” (31). El objetivo era recuperar parte de los millones que el Estado gastó en atender enfermedades ocasionadas por el tabaco. La respuesta del abogado de las empresas demandadas, Timothy Lindon, fue: “Resulta hipócrita que cualquier gobierno demande a una

tabacalera cuando éste ha estado por años asociado lucrativamente con esas industrias, en muchos casos siendo accionista y habiendo regulado el producto con total conocimiento de los riesgos de fumar”.

“Una buena y otra mala para las tabacaleras. Las acciones tabacaleras subieron ayer por un fallo dividido de la Corte Suprema. Según el fallo la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) excedió su autoridad al buscar imponer duras trabas a la venta de cigarrillos a menores, una iniciativa del presidente Bill Clinton que resistió el lobby tabacalero en el Congreso. Las acciones se recuperaron así de un duro golpe en California, donde un enfermo terminal ganó un juicio antitabaco récord, por 1 700000 dólares” (32).

Los productores de cigarrillos consideran que con la advertencia que colocan en cada paquete acerca del riesgo que conlleva el fumar, transfieren el problema al fumador. Entienden que la gente conoce perfectamente el peligro y por ello la decisión es del adulto que debe “optar por un estilo de vida, como por ejemplo el sobrepeso o la práctica de deportes extremos como el automovilismo, parapente, entre otros”, según palabras de Mark Cobben, presidente y gerente general de Nobleza Piccardo SAICyF.

En una palabra, tratar de estimular las enfermedades mortales transfiriendo la responsabiliad al enfermo.

La contraofensiva no tardó en llegar, un fallo del Tribunal Supremo de EU determinó: “La Dirección de Medicamentos y Alimentos (FDA), carece de la autoridad para regular los productos tabacaleros”. El vicepresidente Iº de Philip Morris, Steven C. Parrish, dijo que se debe “respetar el derecho de los adultos de usar cigarrillos” (33).

En contraposición, “Un tribunal de apelaciones

del Estado de Florida decidió que los abogados que representan a unos 500.000 fumadores, pueden exigir ante la justicia una única suma compensatoria, con lo que quedó anulado así, un fallo anterior por el cual cada caso debía ser presentado en forma individual (34).

“BAT, tabacalera británica, sabía desde hace casi 20 años que la nicotina era adictiva, según un periódico británico. Los documentos fueron descubiertos por un grupo de abogados estadounidenses que tienen una demanda contra BAT en EE.UU.” (35).

Una clara demostración de como se manipulan las versiones sobre la nocividad del tabaco lo representa el siguiente ejemplo: “R. J. Reynolds, tabacalera de EE. UU., negó rumores de que podría retirarse del acuerdo que negocia la industria tabacalera estadounidense con el gobierno del presidente Bill Clinton. Según el acuerdo, el sector tabacalero pagará US$ 368 000 millones a lo largo de 25 años y controlará la publicidad de cigarrillos, a cambio de protección con demandas legales” (36).

“Una tabacalera reconoció que el cigarrillo causa cáncer de pulmón. Philip Morris admitió las evidencias científicas y los males que provoca fumar [...] como parte de su campaña, Philip Morris diseñó una nueva página Web (www.philipmorris.com) en la que informa sobre las enfermedades en los fumadores y previene a los más jóvenes de que fumar no es ‘cool’ (piola), ni da una buena sensación en el mundo de los negocios” (37).

“Día sin tabaco: Reclaman $ 620 000 a dos firmas tabacaleras” (38). La demanda fue presentada por los deudos de un hombre que fumó desde los 15 a los 51 años y falleció de cáncer de pulmón.

Mario Bruno, destacado oncólogo argentino, Jefe

de Servicio de la especialidad en el Hospital T. Alvarez y vicepresidente de la Unión Antitabáquica Argentina, cuando asistió al Xº Congreso Mundial sobre Tabaco y Salud, realizado en Beijing (Pelsen) China, del 24 al 29 de agosto de 1997, en un artículo de su autoría publicado en Geriatría Práctica (39), además de confirmar todas las investigaciones demostrativas del daño causado por el tabaco, tuvo oportunidad de escuchar a representantes de esa industria que “cínicamente argumentaron que las muertes tempranas debidas al tabaquismo, evitan los altos costos en los cuidados de la salud de los ancianos y pago de jubilaciones”.

Asimismo, atendiendo a los problemas de polución ambiental, sería un gran aporte a la humanidad no seguir fabricando cigarrillos que contaminan el aire, y que el dinero se invierta no en ese rubro, sino en los productos que contribuyan a mejorar la salud de la población y a paliar el hambre de los que lo padecen.

Sin embargo surge una duda: ¿No estimulará un peligroso mercado negro en los adictos?

BIBLIOGRAFÍA:

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PBT, N° 379 (2 de marzo de 1912)

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