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Y se hizo justicia

JAMA (1) publicó una extensa información acerca de los manejos de Brown & Williamson (B&W) y de British American Tobacco Company (BAT). Glantz y col. (2) manifiestan que esa documentación investigada demuestra que los científicos de estas compañías fueron manipulados por sus abogados en un intento por ocultar información: “B&W y BAT reconocieron que estaban al tanto desde hace más de 30 años que la nicotina es adictiva y el humo del tabaco biológicamente activo y en ambos casos carcinogénicos”.

No obstante, el poder financiero de las compañías tabacaleras –y costados que ofrecían blancos propicios sobre los efectos del tabaco–, hicieron que utililzaran un procedimiento paradigmático: atacar, para no ser atacados. Y así lo hicieron.

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BAT, perteneciente al Reino Unido, es la segunda manufacturera privada de cigarrillos. “En 1992, la compañía vendió 578 billones de cigarrillos, el 10,7 % del total vendido en el mundo. La subsidiaria de Estados Unidos, B&W, en 1993 participó con un 11 % del mercado de 48 billones de su país”. Se consultaron 1384 documentos aclarando que están disponibles en Internet. Las argumentaciones utilizadas por las empresas para negar las acusaciones se basaron en que no existen pruebas concluyentes que demuestren que “fumar es causa de muertes por cáncer y enfermedades cardíacas. En segundo lugar proclamaron que la nicotina no es adictiva y que en

ningún caso logró demostrarse que es mortal”. Glantz y colaboradores se remiten a los documentos en los que consta que en los 60 B&W y BAT comprobaron en laboratorio con animales que el cigarrillo causa cáncer. Y agregaron: “a principios de los 60 científicos de BAT y letrados de B&W supieron que la nicotina era adictiva”. Por mucho que se esforzaron no pudieron evitar que interviniera la Justicia por considerar que se habían violado las leyes federales.

Tampoco fue posible que las tabacaleras aceptaran un cigarrillo “seguro” (sin nicotina) porque sabían que tácitamente estaban reconociendo sus efectos deletéreos.

John Slade y col. (3) documentan que durante un período de 22 años (entre 1962 y 1984) B&W y BAT estaban al tanto del daño que hacía la nicotina. A continuación se refirieron a la experiencia realizada en el Batelle Memorial Institute Laboratory, en Genève, Suiza, con respecto a desarrollar una “nicotina exenta de la toxicidad en los cigarrillos comunes”. El proyecto, que se denominó Hippo I “involucraba animales en los cuales se experimentó los efectos de la nicotina en el estrés, la obesidad, balance de las secreciones orgánicas y la regulación hormonal. El Proyecto Hippo II, extendía el trabajo hasta los efectos hipotalámicos, observando cómo actuaba la nicotina en relación con similares o mayores drogas tranquilizantes, como la reserpina [...] finalmente, el proyecto Ariel trataba de desarrollar un artificio liberador de la nicotina”.

En el proyecto Hippo I, las conclusiones fueron que “la nicotina inhibía la ingestión de comida en animales que toleraban o no la adicción. La reserpina no modificaba esta acción. La nicotina estimulaba rápidamente la movilización de los depósitos de

lípidos y estimulaba la degradación de los ácidos grasos libres”.

En el proyecto Hippo II, Batelle extendió la investigación al hipotálamo. El primer paso consistió, como hemos dicho, en verificar si “los efectos de la nicotina sobre el cerebro eran similares a los producidos por las drogas tranquilizantes, particularmente, la reserpina”.

“A primera vista aparecen similitudes y ciertamente vale la pena su estudio: 1) la nicotina, como la reserpina, descarga adrenalina desde sus reservas; algo similar a la liberación de serotonina sobre el cerebro. 2) La administración de una dosis de nicotina mejora la hiperproducción de corticoesteroides como respuesta al estrés, tal como lo hace la reserpina”.

Los resultados de este estudio demostraron: “la nicotina tenía menos efectos adversos que la reserpina”.

Con respecto a los “beneficios” de la nicotina, los autores se expiden de la siguiente manera: “Son de dos clases: 1) Aumentando el efecto sobre el eje hipófisoadrenal, responsable del estrés y 2) Regulando el peso corporal”.

“En este modelo, la nicotina actúa en el cerebro en el nivel hipotalámico afectando el apetito, las reacciones de estrés mediante la glándula adrenal y cambios en la presión sanguinea así como en el balance de líquidos por su efecto antidiurético. Los datos experimentales obtenidos por los científicos de Batelle, en los dos proyectos, Hippo I e Hippo II, dan validez a este modelo”.

“La estimulación hipotálamo-hipofisiaria que produce la nicotina es el mecanismo beneficioso que hace fumar a la gente; en otras palabras, la nicotina ayuda a la gente que tiene que vérselas con el estrés [...] En un fumador crónico el normal equilibrio en el sistema de liberación de corticotropina puede

ser mantenido solamente a través de la constante inhalación de nicotina”.

Esta es la hipótesis tentativa de los científicos de Batelle, que consideraron “beneficiosos” sus efectos de reducción del estrés y del peso corporal.

“B&W, en 1962, cuando condujo la investigación en el proyecto Hippo, tenía un entendimiento sofisticado de la acción de la nicotina sobre el sistema nervioso. La infografía extraida de uno de los documentos obtenidos de B&W representa los efectos de la nicotina y de la reserpina sobre las funciones hipotalámicas”.

Slade y colaboradores concluyen su trabajo diciendo que “Hoy, B&W públicamente aceptan una, y solo una, conclusión del informe de 1964: la nicotina es una droga habitual y no adictiva”.

Hanauer y colaboradores (4), por su parte, informaron respecto de la intervención de los abogados de la firma en las decisiones y proyectos de elaboración e investigación, sumados al temor de que los documentos comprometidos pudieran ser utilizados en un juicio. Así lo comentan cuando plantean: “Obviamente, nuestro problema se vuelve enteramente diferente y mucho más serio cuando agentes y empleados de la compañía o de la casa central, que son demandados, se convierten en voceros en su contra”.

Un director ejecutivo de BAT, el Dr. L. C. F. Blackman, escribió una carta que tituló: “Controversia sobre fumar y salud, algunos hechos y anomalías”. En este escrito Blackman hace una “razonable y completa presentación de la evidencia en cuanto a que fumar es causa e enfermedad”.

En conclusión, Hanauer y colaboradores, entienden que “los documentos demuestran que la industria del tabaco, en general, y B&W en particular, estaban muy intranquilos

Los niños expuestos al humo del tabaco presentan más enfermedades del sistema respiratorio. (Health, Education Council, UK)

Vuelta Abajo, N° 476 (16 de noviembre de 1907)

Caras y Caretas, N° 492 (7 de marazo de 1908)

acerca del trato de productos potencialmente judiciables, y ellos ilustraron algunos de los pasos que debían tomar los abogados de una compañía para evitar el descubrimiento de documentos que podrían ser utilizados por un demandante en caso de juicio. Estos pasos incluyeron esfuerzos para controlar el lenguaje del discurso científico sobre los efectos relacionados con el acto de fumar y la salud, sumado al daño potencial interno derivado del trabajo de los abogados y el privilegio cliente-abogado, para dejar sin efecto el descubrimiento, para remover y aislar documentos de B&W que podrían potencialmente causar daño a otras compañías de BAT”.

Aconcagua, N° 52 (mayo de 1934)

Lisa Bero y colaboradores (5) con respecto al uso de la investigación de proyectos especiales para la industria del tabaco, las relaciones públicas y las políticas de actividades públicas, concluyó: “Los documentos muestran que el principal propósito de estos proyectos especiales fue generar resultados que podrían ser útiles para la industria, perpetuando efectivamente la controversia acerca de los efectos adversos del uso del tabaco. Los proyectos especiales fueron también utilizados para apoyar ante el público su posición política en cuanto a que la industria de los cigarrillos no debería ser reglamentada. En suma, los proyectos especiales generaron una buena publicidad para la industria del tabaco y mantuvo a los abogados de la industria del tabaco de frente a los últimos datos científicos acerca del tabaco”.

Caras y Caretas, N° 514 (8 de agosto de 1908)

Las siglas indican: CRF (Factor liberador de corticotropina); GRF (Factor liberador de gonadotropina); TRF (Factor liberador de tirotrofina); SRF (factor liberador de somatotropina)

Otro aspecto muy hábilmente manejado por esta industria, dicen Bero y colaboradores (6), es la publicitación de actos filantrópicos. Por ejemplo, financiar investigaciones tales como el caso: “Martin Cline de la UCLA (Escuela de Medicina) que recibía anualmente 350 000 dólares entre 1974 y 1982 para investigar una posible relación entre el tabaco y la enfermedad pulmonar, incluyendo cáncer”.

En este trabajo también se pone especial énfasis en la intromisión del departamento legal de la compañía involucrada.

Otro aspecto denunciado en estos documentos es el problema que se plantea a los no fumadores con relación al humo de tabaco y el medio ambiente. Tema que ya hemos considerado.

Tim Graham, gerente editor del Tri-Valley Herald (7) en su extenso artículo menciona la responsabilidad de la compañía B&W, haciendo hincapié en que, entre otros procedimientos utilizados por esta empresa para evitar el escarnio público y un juicio perjudicial para su futuro, recurrió a sobornos. El articulista denuncia que B&W proporcionó al doctor Williams, ex empleado de la empresa, una casa de 100 000 dólares sobre la costa del Golfo de Mississipi, dos coches y un bote a cambio de su cooperación. “Williams copió y se apropió de miles de páginas de documentos de B&W confidenciales que contenían comunicaciones entre abogados y clientes sobre productos”.

En una entrevista con el Louisville Courier-Journal, Williams, de 54 años, dijo: “Conozco mucha gente que piensa que Merrell Williams es un héroe. No he hecho nada equivocado. Y declinó hablar de los documentos o explayarse acerca de sus acuerdos financieros”.

Anuario La Razón 1938

Estos artículos publicados por JAMA provocaron un cambio en la actitud de las tabacaleras y de las autoridades gubernamentales, especialmente porque estos llevaban la firma de prestigiosos investigadores interesados en reducir los altos costos que representaba el uso del tabaco en el presupuesto nacional y en la salud del pueblo.

Consideramos importante incluir un artículo publicado por Vanity Fair, que sirviera como base para la película: “The insider” (titulada en español: El informante).

Dicha revista, el 16 de mayo de 1996, publicó una investigación periodística de Marie Brenner (8) titulada: “The man who knew too much”, en la que describe lo sucedido con Jeffrey Wigand, denunciante de los turbios manejos llevados adelante por las empresas tabacaleras. Los diálogos mantenidos entre el Dr. Jeffrey Wigand (doctor en ciencia y doctorado en medicina en las especialidades de endocrinología y bioquímica) y los representantes de la industria tabacalera BAT, fueron la base de acciones posteriores que significaron un gran perjuicio para la firma involucrada y también para las otras compañías del rubro. Se ponía blanco sobre negro sobre lo que siempre motivó sospechas, pero que nunca había provocado la intervención de la justicia, por lo menos, de manera imparcial.

Dicho testimonio fue realizado el 29 de noviembre de 1995 en el Estado de Mississipi. En esa oportunidad los abogados representantes de Brown & Williamson o BAT, insistieron en recordar al fiscal general, doctor Motley, a cargo del interrogatorio, que el Dr. Wigand había contraído un compromiso contractual con la empresa para la cual trabajó desde enero de 1989 al 24 de marzo de

1993, que le impedía revelar secretos de fabricación.

En ese acto, hicieron constar que le estaba prohibido exhibir documentos o materiales al respecto. Pese a las objeciones y al intento fallido de evitar declaraciones comprometedoras por parte del testigo Wigand, Motley hizo caso omiso y procedió a indagar a Wigand.

En su declaración, el testigo informó que reportaba su trabajo al Sr. Thomas Sandefur, presidente y jefe operativo de la firma, y también al vicepresidente de planificación estratégica de BATUS, la compañía accionaria de Brown & Williamson en Estados Unidos (British American Tobacco Company). Su tarea consistía en investigar la manera de fabricar un cigarrillo seguro, aclarando que se trataba de una ingeniería de producción, de fabricarlo artificialmente, no consistiendo totalmente en tabaco, muy similar al primigenio. Asimismo, comunicó que en la investigación intervinieron abogados de la firma que revisaron los documentos.

Wigand informó al Dr. Motley que existió una reunión muy importante, en Vancouver, en la que intervinieron todos los jefes investigadores de todas las compañías BAT. Se trataba de científicos y en esa reunión se abarcó un número de tópicos tales como una nicotina análoga y se discutió sobre ensayos biológicos y metodologías de tests biológicos. Así como reducir selectivamente la particular nocividad del humo del cigarrillo.

La preocupación había llegado a las tabacaleras.

En dicha reunión estaba presente el Dr. Ray Thornton, secretario de esta, que trabajaba para BAT. Este señor memorizó lo conversado y tuvo a su cargo la confección del acta respectiva.

Wigand dijo tener la copia de un diario donde

anotaba todo lo que pudiera ser relevante y aclaró que el original le fue sustraido.

Cuando, posteriormente, se llevó a cabo una reunión con Pritchard, máxima autoridad de la compañía, Sandefur, su segundo y Kendrick Wells, abogado, consejero general, responsable de haber eliminado las consideraciones comprometidas de Vancouver, Wigand pudo constatar que Thornton había alterado las actas, para no dejar constancia de temas comprometedores. Según Wigand, se eliminaron referencias que pudieran demostrar la adicción que trae la nicotina. Sandefur dijo que era preciso rescatar el negocio de la nicotina y que el único equipaje negativo era el alquitrán. Wigand declaró que Sandefur reconoció el carácter adictivo de la nicotina en varias oportunidades.

En ese momento, el Dr. Motley expuso la evidencia documental de la falsedad de las declaraciones de Sandefur cuando dijo que la nicotina no era adictiva.

Wigand tenía a su cargo 243 científicos y empleados y el presupuesto que manejaba para gastos era de 28 a 30 millones de dólares. Además declaró que en muchas oportunidades la empresa manifestó estar al tanto de que el alquitrán era un veneno.

Ante la observación del Dr. Motley, respecto del comentario de Sandefur acerca de que si la ciencia afecta a las ventas saldría por la puerta trasera, Wigand ratificó sus palabras, y agregó que había insistido en numerosas oportunidades ante el Sr. Sandefur, con quien tuvo serias discusiones, respecto de cuidar el nivel científico.

El doctor Motley le preguntó si estaba en conocimiento de que B&W estaba usando veneno de ratas en el tabaco de pipa, a lo que Wigand asintió, aclarando que se trataba de un compuesto

denominado cumarin, y que la FDA no autorizó el uso de cumarin en comidas con aditivos. La razón por la que se mantuvo en el tabaco de pipa es porque de suprimirlo se modifica el gusto y eso perjudicaría las ventas.

Respondiendo a una pregunta de Motley, Wigand respondió que hasta el día en que se retiró de la compañía se siguió utilizando cumarin en el tabaco para pipa. Ante la pregunta de si había consultado a la FDA, Wigand respondió que sí y que además habíaen una investigación antitrust emprendida contra B & W y otros, e incluso dio testimonio bajo juramento en Pascagoula, Mississipi.

Preguntado acerca de porqué había grabado un video con todo lo actuado, respondió que lo hizo debido a que el 22 de abril de 1994 recibió una advertencia sobre sus hijas y otra posterior el 28 de abril, razón por la cual concurrió al FBI local para efectuar la correspondiente denuncia. En ese momento, solamente pensó en el bienestar de sus hijas y en el suyo propio. También porque habían intentado atropellarlo con un auto en la escuela Du Pont, donde dictaba clases.

El Dr. Motley le preguntó si le habían mostrado estudios secretos denominados Proyecto 16, acerca del objetivo de captar a los niños para venderles cigarrillos. Su respuesta fue negativa. Respecto de la política de fabricar un producto adictivo, comunicó que había un proyecto en el que se incluían de 0.4 a 1.2 miligramos de nicotina para mantener la adicción de los fumadores. Asimismo, se manipulaba el nivel de nicotina en los cigarrillos utilizando aditivos, usualmente en forma de bases de nitrógeno. La explicación dada por Wigand fue la siguiente: “la nicotina como tal existe

en una planta de tabaco y es observada en una forma inactiva de sal. En orden de librar la sal para hacerla activa farmacológicamente se necesita cambiar el pH del tabaco. También se debe cambiar el pH del humo, de tal modo que convierta la nicotina total en nicotina libre porque ésta es farmacológicamente activa. La nicotina es una sal, como el mismo tabaco, no es activa farmacológicamente . Asimismo declaró haber estado manipulando las concentraciones de nicotina y alquitrán. Esto tenía que ver con el caso de las semillas que se llevaron a Brasil. Se trataba del proyecto Y-1, dedicado a incrementar la proporción alquitrán-nicotina”.

Ante una pregunta del doctor Motley respecto a la manipulación de la nicotina, respondió que a través de compuestos de amoníaco se puede modificar. Cualquier compuesto que pueda cambiar el pH crea un equilibrio en la liberación de nicotina. Ante la combustión del cigarrillo, compuestos de urea, nitrógeno, y de algunos compuestos conteniendo proteínas, también forman una base. Esa base cambia el pH del humo”. Motley le inquirió sobre otros proyectos que respondían al nombre de ariel, mad hatter e hippo, y el testigo alegó haber oído esos nombres aunque ignoraba de qué se trataba.

Wigand reconoció haber investigado cigarrillos de otras marcas analizándolos física y químicamente para comprobar la liberación de nicotina. Otra pregunta por parte del fiscal general fue acerca del “Manual de mezcla de hojas”, a lo que Wigand respondió que este “estipula el tratamiento del uso de amoníaco y sus compuestos que, efectivamente, convierte, equilibra, y cambia la sal de nicotina liberándola”, y agregó que “la FDA dispone de ese manual”, y reconoció que este pertenece a B&W.

La nicotina libre produce respuesta psicológica y se sabe que está asociada con el impacto de la satisfacción, del despertar, y que sus efectos farmacológicos atraviesan intactos la barrera hematoencefálica. Imita mucho a las endorfinas, las cuales son un compuesto analgésico natural del organismo humano que calma los dolores. Posee una actividad de neurotransmisor. Bajo un nivel de 0.4 miligramos no produce satisfacción, sobre 1.2 miligramos comienza siendo demasiado áspera y produce un gran impacto asociado con el efecto psicológico. Motley preguntó sobre el acetaldehido y Wigand respondió que aumentaba la acción de la nicotina con un efecto multiplicador sobre el fumador al intensificar el impacto y es el transporte de la nicotina. El acetaldehido es sinergista de la nicotina y su efecto fisiológico; esto está bien documentado fuera de la industria tabacalera. Agregó que B & W había utilizado ese compuesto químico como adictivo.

De esta manera, en esta declaración previa al juicio, quedó claramente demostrado que B&W no solo estaba al tanto del daño que hacía a los fumadores, sino que, además, recurrió a mentiras para defender sus intereses.

El resultado final fue catastrófico para las tabacaleras que tuvieron que soportar posteriormente juicios multimillonarios.

Para finalizar, un fallo condenó a la tabacalera Philip Morris a pagar una indemnización de 3.000 millones de dólares a un enfermo de cáncer. Según las publicaciones periodísticas, se trataba de un agente de bolsa de 56 años, que fumaba dos atados diarios de cigarrillos durante más de 40 años, estimulado por la publicidad de las empresas tabacaleras

que negaban el daño que producía el acto de fumar. La Corte Superior de Los Angeles rechazó las argumentaciones de Phlip Morris respecto de su no culpabilidad.

Clarín (9) en su artículo sobre el tema, transcribe palabras del abogado defensor Pieze, en su alegato final: “Philip Morris es el mayor narcotraficante del mundo, algo que llena de verguenza a los carteles colombianos de la droga”. El mismo artículo informa: “Un tribunal de Nueva York condenó a Philip Morris, R.J. Reynolds, Brown & Williamson y Lorillard a compensar con 17.780.000 dólares a la aseguradora Empire Blue Cross & Blue Shield. La aseguradora, con 4 800 000 clientes, había denunciado a las tabacaleras por considerar que mintieron durante décadas acerca de lo peligroso que son los cigarrillos para la salud”. “El tribunal consideró que Philip Morris –que tiene el 50 % del mercado del cigarrillo– es culpable de los cargos de fraude, negligencia y conspiración.

Pese a todas las trabas interpuestas por las empresas para evadir responsabilidad en las acusaciones que les llueven desde distintos ámbitos, los investigadores no se arredran y continúan acumulando pruebas científicas que demuestran palmariamente la peligrosidad de la nicotina, cuando se hace un uso indebido de esta.

El descubrimiento de una estructura molecular que actúa sobre los receptores de la nitocina, podría servir para desarrollar drogas contra la adicción a esta (10).

BIBLIOGRAFÍA:

1. Jama, Vol. 274, Nº 3, july 19, 1995. 2. Glantz SA; Barnes De; Bero L; Hanauer P; Slade J: “Looking through a keyhole at the tobacco industry”, JAMA, 219224: Vol. 274, 3. July 19, 1995.

3. Slade J; Bero LA; Hanauer P; Barnes DE; Glantz SA: “Nicotine and adicction”, JAMA, 225-33: (ob.cit.). 4. Hanauer P; Slade J; Barnes DE; Bero L; Glantz SA, “Lawyer control of internal scientific research to protect against products liability lawsuits”, JAMA, 234-240: (ob.cit.). 5. Bero L; Barnes DE; Hanauer P; Slade J; Glantz SA: “Lawyer control of the tobacco industry´s external research program”, JAMA, 241-247 (ob. cit.). 6. Idem, ibidem. 7. Graham T, “The Brown and Williamson documents”, JAMA: 254-255 (ob.cit.). 8. Brenner M, “The man who knew too much”, Vanity Fair. May 16 1996. 9. “Una indemnización de 3.000 millones para un enfermo de cáncer”, Buenos Aires, Clarín, 7 de junio de 2001. 10. Katjujsa K; van Dijk WJ; Klaassen RV; Schurmans M; Van deer Oost J; Smit AB & Sixma TK, Crystal structure of an ACh-binding protein reveals the ligand-binding domain of nicotinic receptors”, Nature Vol 411:269-276, 17 may 2001.

La pose y el cigarrillo entre los dedos configuraban una actitud que marcó toda una época a principios –y hasta mediados– del siglo XX.

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