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Los médicos y el vicio de fumar

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Fumando espero

Fumando espero

Este es un tema que ha sido considerado por autoridades de los distintos países, preocupadas por un flagelo que ha penetrado en las mismas facultades de medicina. El vicio, arraigado en los jóvenes, se continúa en la adultez y no discrimina niveles educativos ni condición social.

El Dr. Serrano Piqueras(1) se expresa en estos términos con respecto a la docencia: “¡Qué espectáculo más lamentable se nos ofrece! Allí, donde creíamos firmemente encontrar los más refinados perfiles de la higiene. Allí donde está toda la responsabilidad del desarrollo y formación psíquica de los niños nos encontramos con que salvo raras excepciones, los señores profesores, lucen con el mayor desenfado ante los infelices muchachos, el humeante tizón, del que sorben con avidez los deletéreos gases y partículas del hollín nicotínico, con el que intoxican e impurifican la atmósfera de la sala, por si no fuera bastante su enrarecimiento con las emanaciones fisiológicas de todos los allí reunidos”.

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El hecho de ser un profesional no es un argumento que convierta al médico en un ser excepcional, desprovisto de las virtudes y defectos del resto de los mortales. También es un producto de la sociedad de consumo y por lo tanto, no ha podido en muchos casos escapar a sus reglas.

Pero no debemos cargar las tintas sobre quien no es responsable directo en cuanto a la actitud que

debe asumir frente a la sociedad. Entendemos que el médico es un damnificado más en la escala social.

Verdaderos responsables son los funcionarios a cuyo cargo está la atención sanitaria de la población, ellos son quienes deben imponer los criterios por adoptar en la Facultad de Medicina y en los Centros de Salud, así como alertar a la población –de manera insistente y reiterativa– acerca de los peligros que entraña, no solo para el fumador sino para quienes compartan las emisiones tóxicas del humo de tabaco.

Nadie mejor que el médico para conocer en profundidad el daño que el tabaco acarrea al organismo propio y al ajeno.

El Dr. Mario Gée (2), radicado en la ciudad de Viedma, Provincia de Río Negro, en su artículo “El hábito de fumar en los médicos”, realizó una encuesta entre sus colegas, durante los meses de diciembre de 1993 y enero de 1994. “De los 107 médicos inscriptos en el Colegio Médico local, fueron entrevistados 92, o sea un 85,98 %”.

Este estudio, es un muestreo que incluye un grupo etario que oscila entre los 30 y 49 años. Entre otros datos, informa que los médicos con mayor poder adquisitivo son los que más fuman. En cuanto al tipo de tabaco preferido, el rubio alcanza un promedio de 84,44 %, quedando excluido en las mujeres el tabaco negro. El 69 % el grupo etario oscila entre los 10 a 20 años en lo atinente a iniciación como fumadores. Otra observación demuestra que quienes más fuman son los que han superado los 10 años de profesión. Entre los varones, los que más fuman son los cirujanos así como los que se desempeñan privadamente. En cuanto a la cantidad de cigarrillos diarios, la cifra varía entre 10 y 20.

Asimismo, el Dr. Gée informa que en ese

momento (1994) la mayoría de los médicos estaban concientizándose respecto de abandonar el vicio de fumar, como también estaban alertando a sus pacientes acerca de los riesgos para la salud que implica el acto de fumar.

El Día Médico en 1970 (3) publicó, sin firma, un artículo titulado: “Fumadores de cigarrillos entre los médicos”. En el que comentó el resultado de una investigación realizada entre el cuerpo médico en los Estados Unidos que apareció en New England Journal of Medicine, el 16 de abril de 1954, y se refería a una encuesta llevada a cabo en ese año y repetida cinco años después, en la cual se demuestra “que muchos médicos que fumaban cesaron de hacerlo, pensando la mayoría que el cigarrillo podía llevar al cáncer de pulmón”.

Posteriormente, en octubre de 1967, en Massachusetts, Estados Unidos, los médicos (el 92 %) respondieron a un cuestionario referente a la úlcera péptica; en 1968 a un 2º cuestionario, que incluia preguntas sobre los hábitos tabáquicos de los médicos con úlcera y sin úlcera. El 78 % (550 sobre 703) de los médicos varones con úlcera y el 74 % (530 sobre 703) de un grupo de muestra similar respondieron sobre sus hábitos tabáquicos”.

No hubo variantes respecto de los no fumadores entre los años 1954 y 1968 “sin embargo, en 1968 solo el 24 % fumaban corrientemente cigarrillos en comparación con el 52 % que lo hacía en 1954”.

Otro resultado de este estudio demostró que: “Los hábitos tabáquicos a los 20 años de edad llegan al 40 % mientras que a partir de los 30 disminuye considerablemente esa proporción”.

Finaliza el artículo mencionando que el número de médicos fumadores de cigarrillos disminuyó

“regularmente en los últimos 14 años”.

Pero, paradoja de la farsa científica: cuando en la década del ´70 se inauguró en Buenos Aires el, en ese entonces llamado Hospital Escuela José de San Martín (hoy Hospital de Clínicas José de San Martín), su director hizo colocar enormes ceniceros repartidos por todos los pasillos. Verdaderos catafalcos, hubiera sido más elegante, higiénico y saludable remplazarlos por sintéticos carteles con la leyenda: PROHIBIDO FUMAR. En concordancia con lo que se ofrece en un hospital.

BIBLIOGRAFÍA:

1. Serrano Piqueras M, “Tabaquismo o peste azul”, Edición del autor, Madrid,1953. 2. Gée M, “El hábito de fumar en los médicos”, Revista argentina del tórax, Nº 56, Viedma, 1995. 3. “Fumadores de cigarrillos entre los médicos”, El Día Médico, 1970.

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