LOS MÉDICOS Y EL VICIO DE FUMAR Este es un tema que ha sido considerado por autoridades de los distintos países, preocupadas por un flagelo que ha penetrado en las mismas facultades de medicina. El vicio, arraigado en los jóvenes, se continúa en la adultez y no discrimina niveles educativos ni condición social. El Dr. Serrano Piqueras (1) se expresa en estos términos con respecto a la docencia: “¡Qué espectáculo más lamentable se nos ofrece! Allí, donde creíamos firmemente encontrar los más refinados perfiles de la higiene. Allí donde está toda la responsabilidad del desarrollo y formación psíquica de los niños nos encontramos con que salvo raras excepciones, los señores profesores, lucen con el mayor desenfado ante los infelices muchachos, el humeante tizón, del que sorben con avidez los deletéreos gases y partículas del hollín nicotínico, con el que intoxican e impurifican la atmósfera de la sala, por si no fuera bastante su enrarecimiento con las emanaciones fisiológicas de todos los allí reunidos”. El hecho de ser un profesional no es un argumento que convierta al médico en un ser excepcional, desprovisto de las virtudes y defectos del resto de los mortales. También es un producto de la sociedad de consumo y por lo tanto, no ha podido en muchos casos escapar a sus reglas. Pero no debemos cargar las tintas sobre quien no es responsable directo en cuanto a la actitud que
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