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Introducción
¡Bendito seas tabaco, que llegas, en una vida cada día más vertiginosa, a traernos un poco de aflojamiento de perezoso goce! (Leoplán Nº 126 - 8/11/1939)
“Vicio, placer o entretenimiento, el acto de fumar ofrece al hombre elegante la ocasión de definir su personalidad [...] En esta época, el caballero debería estar siempre pronto para ofrecer a su dama un cigarrillo en una elegante cigarrera y darle fuego con un encendedor” (De la publicación citada en el epígrafe).
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El Dr. Pablo Saves, en una nota calificada de “científica” y titulada: “Podemos fumar sin peligro”, dijo lo siguiente: “Algunos experimentadores, en particular el Profesor Sampry, han demostrado que fumando un promedio de diez cigarrillos por día, el efecto de la nicotina sería el de favorecer la circulación de la sangre del corazón”. Agregando: “Se necesita un organismo especial, predispuesto, para resentirse al fumar cinco o diez cigarrillos por día [...] A las personas normales, que experimentan un verdadero placer fumando una pipa o un habano, ¡sería bien cruel prohibirles que lo hicieran en nombre de la higiene! A mi me agrada meditar como si soñase un poco, fumando, después de la comida”. Finalizó este artículo seudo científico, citando al gran fisiólogo Carlos Richet, quien “en su bello libro L’homme impuissant (El hombre impotente), confiesa que el no puede dejar de fumar. Yo no creo
que hayáis dejado vuestro vicio, Profesor Richet; y, sin embargo, no estáis todavía muy viejo de cuerpo y de espíritu, malgrado de vuestros ochenta y cuatro años”.
Como sucede con muchas publicaciones, se fragmentan o publican intencional o irresponsablemente noticias que solo sirven para confundir. En este caso en particular, según Jorge Enrique Grau Carreño1, el profesor Richet decía: que “su manía de fumador era una demostración de la incorregible estupidez humana y era un error tanto más grave, cuanto que lo comprendía perfectamente”. La revista De Frente, en su número 74, correspondiente al 8 de agosto de 1955, publicó un artículo que tituló: “¿El hábito de fumar es origen del cáncer de pulmón?”. Su autor contribuyó a aumentar la confusión al aseverar: “Hombres de ciencia estudian afanosamente la incidencia del tabaco sobre el porcentaje de enfermos de cáncer, sin que hasta el momento hayan logrado llegar a un acuerdo concreto […] El Dr. Charles Cameron, Director médico de la Sociedad Americana del Cáncer, opinó que las acusaciones contra el cigarrillo son de tipo presuntivo, sin que pueda considerarse que el señalarlo como agente del cáncer sea más que una afirmación no probada científicamente [...] El Dr. Huerper –otro famoso cancerólogo– concluye que: la teoría del cigarrillo está basada por completo en datos estadísticos que tienen, en el mejor de los casos, valor circunstancial y son en parte de origen dudoso”.
Otra publicación, muy en boga en la década del 30 y 40, Aquí Está, en su número 1014, del 4 de febrero de 1946, decía lo siguiente: “Frantisek
1 Gran Carreños, JE: “El tabaco en la historia, las costumbres, las anécdotas y el arte”, Revista de la AMA, 5, 6, 1985 y 1-12, 1986.
Langer, como tantos colegas de su patria, Checoeslovaquia, necesita de sus derechos de autor para vivir, pero más necesita de tabaco para fumar, y en un llamado, pintoresco y angustioso a la vez, no reclama dinero. Reclama cigarrillos”.
El diario La Nación del mes de febrero de 1998, reproduce la siguiente noticia del The Wall Street Journal Americas: “B.A.T., tabacalera británica, sabía desde hace casi 20 años que la nicotina era adictiva, según un periódico británico. Los documentos fueron descubiertos por un grupo de abogados estadounidenses que tienen una demanda contra B.A.T. en EE.UU.”. También La Nación del 13 de octubre de 1999, publicó: “Philip Morris, tabacalera de EE.UU., lanzó una campaña de televisión orientada a rehabilitar la imagen de la compañía. Asimismo, la empresa creó páginas de Internet donde se reconocen los riesgos del tabaco”. Al día siguiente, en grandes titulares, se lee en el mismo diario: “Una tabacalera reconoció que el cigarrillo causa cáncer de pulmón (Philip Morris admitió las evidencias científicas y los males que provoca fumar)”.
En ese mismo artículo, comunica: “En su informe, presentado en mayo último, en Ginebra, la OMS indica que para 2024 el tabaquismo será la principal causa de muerte y que cobrará más vidas que la suma de víctimas del sida, de accidentes de tránsito y de tuberculosis”.El propósito que nos guió al escribir sobre un tema tan controvertido, fue poder transmitir, lo más fidedignamente posible, las terribles consecuencias que conlleva el acto de fumar (cigarrillos, habanos, pipa, en fin, en cualquiera de sus formas), y a la vez, demostrar que recién conocida la planta de tabaco, a principios del siglo XVI, ya se sabía que ese hábito pernicioso causaba serios perjuicios al organismo.
Hemos enfocado su análisis hacia dos áreas que consideramos prioritarias: el tabaco –a partir de su descubrimiento–, en la opinión de científicos (críticos y apólogos) y la publicación de artículos sobre el tema en medios científicos y no científicos (de divulgación masiva), así como las campañas publicitarias que estimulan su consumo.
La bibliografía existente sobre los efectos dañinos del tabaquismo es profusa, por ese motivo, nuestro enfoque ha sido dirigido preferencialmente a la propaganda, método que los mass-media han considerado ideal.
LOS AUTORES