12 minute read
Roffo y su lucha antitabáquica Efectos del tabaquismo de acuerdo con las más
ROFFO Y SU LUCHA ANTITABÁQUICA
Roffo fue un auténtico pionero de la lucha antitabáquica en la Argentina. Además de haber efectuado experimentos –que en su época fueron novedosos y más tarde reproducidos por otros investigadores–, se ocupó de una labor poco difundida entre los médicos de esa camada: la comunicación con los mass-media.
Advertisement
En efecto, muchas de sus publicaciones tuvieron el destino de educar a la población y disuadirla del hábito adictivo. Las revistas Viva Cien Años y Aire Puro publicaron trabajos tales como “Del cigarrillo al cáncer” o “350 millones de pesos en humo”. En 1940 hizo lo propio junto con Bartolomé Luchetta, con un folleto titulado “Cáncer y tabaco”. Los programas radiales y las revistas de moda de la primera mitad del siglo XX tenían a Roffo como interlocutor en programas donde el tema obligado era el tabaquismo.
En el mes de julio de 1941, la revista Temas publicó un escueto artículo de Roffo: “La humanidad marcha actualmente por un derrotero que ha de llevarla a un precipicio, lo que equivale a ir contra la especie misma, pues la vida actual y los refinamientos que la sociedad moderna ha introducido, son tantos modos de matarse de un suicidio refinado, lento y colectivo.
“El alcohol, la morfina, la cocaína, el opio, el tabaco y otras drogas tóxicas; la gran ciudad con su aire viciado, su nerviosidad, sus incesantes ruidos, su cocina refinada, que producen el complejo del
Broadway stomach, bien descrito por Montague, son tantos enemigos del hombre; apareciendo como peor entre todos ellos, porque es el más solapado y mortal, el tabaco”.
Por último, siempre en la misma publicación, y demostrando la perspicacia del médico profundamente preocupado por la falta de visión de quienes pudieron impedir el avance de tan nefasto vicio, culmina este escrito anticipatorio advirtiendo: “Y los gobiernos cierran igualmente los ojos a los daños y perjuicios sufridos, atribuyéndolos a otras causas y, en su afán de aumentar el rendimiento del impuesto tabáquico, no solo permiten, protegen el consumo del tabaco y fomentan el cultivo de la planta que, por su triple veneno, intoxica irremisiblemente a sus pueblos minando su propia existencia y siendo por lo tanto el mayor enemigo –el enemigo mortal– de la humanidad civilizada”.
Si bien no es la cocaína el objetivo principal de este trabajo, no podemos dejar de mencionar la importancia que tuvo –y lamentablemente tiene– en este proceso destructivo de la personalidad y el subsecuente deterioro físico. Para el caso, nada más ilustrativo que la letra de un couplet español “La Cocaína”:
“Un amante tuve yo/lleno de pasión y fe/pero sin saber por qué/el cruel me abandonó/. Le buscaba sin cesar/y entre copas de champagne/olvidar así quería/la locura de mi afán. Quise olvidar con el licor/ quise matar mi cruel dolor/y entre la orgía yo ansiaba/ al hombre que tanto amaba. Cuando el querer me hizo penar/cuando el amor yo vi alejar/fue la morfina consuelo/para mi anhelo feroz calmar/Yo cenaba en un foyer/y a mi antiguo amigo vi/que besó con frenesí/a una estrella del couplet/Su maldita ingratitud
agitó mi corazón/y oprimiendo así un cuchillo/vengar quise su traición/¡Viva el champagne/que da placer/ Quiero olvidar, quiero beber/mi juventud ya declina/ dadme a probar cocaína/Amante infiel yo vengo a tí/ loca grité de exaltación/y en mi fatal desvarío/hundí el cuchillo en su corazón”.
Tangos y canciones como “Amapola”, formaron parte de una intensa campaña –voluntaria o involuntaria– que contribuyó a impulsar a la infancia y a la juventud a adquirir costumbres y vicios que terminarían destruyendo sus vidas.
Contra esta parafernalia inmoral y mercantilista, Roffo volcó todo su conocimiento y esfuerzo personal en un intento por frenar lo que el definió como: “un mal de la civilización”.
En 1941, Roffo (1) llegó a conclusiones que el futuro se encargó de refrendar reconociendo el acierto de sus trabajos. Las cifras que constaban en estos fueron corroboradas con la realidad: 1) El cáncer del fumador, que en 1931 representaba el 23,3 % sube, diez años después, al 36,43 %; 2) Las localizaciones de los cánceres de pulmón y de laringe y 3) las mujeres estaban hasta ese momento casi exentas de tumores con esas localizaciones.
Finalmente, comentaba la presencia de tumores malignos (50 %) en orejas de conejos pinceladas con alquitrán extraído de nueve tipos de tabaco. En solo tres páginas el médico argentino pinta una realidad dura, importante, que hoy es reconocida en todo el mundo.
“Una década antes que Ewing, Angel H. Roffo había dado a luz su tesis de doctorado titulada “El cáncer, contribución a su estudio” donde, en 421 folios, historió la enfermedad, fundamentó las características de su diseminación, descubrió la biopsia por congelación
y sugirió que se podrían hallar anticuerpos con pequeños trozos de tejido tumoral que incidieran en los sanos.
Su maestro Telémaco Susini, señaló que la tesis había logrado cuatro conclusiones fundamentales: 1. El cáncer no puede tener una sola causa etiológica. 2. La causa inmediata es la que produce la multiplicación celular. 3. La causa del poder vegetativo de estos tumores está en las condiciones mismas de la alteración primera, que la convierte en un elemento parasitario del organismo. 4. Las condiciones experimentales especiales de estas células determinan los mismos procesos que las células de tejido de especie extraña, o sea, promoción de anticuerpos y también sustancias que favorecen su desarrollo”.
“Roffo seguía las pautas trazadas por Virchow, pero agregaría la relación entre el alquitrán del tabaco y el cáncer” (2). Él mismo fue un adicto al cigarrillo.
“Hacia 1919, el doctor Roffo fue un gran fumador. Pero des esa fecha, al sospechar que el tabaco es el causante de la casi totalidad del cáncer en la laringe, dejó por completo ´el vicio´. Nunca más el doctor Angel H. Roffo ha sabido lo que es llevar a la boca un cigarrillo y hoy se suman por millones las personas que vivamente impresionadas por su violentísima campaña le siguieron en la abstención” (3).
Con respecto a la importancia que tienen las publicacones de distribución masiva para ilustrar al público en general acerca de lo expuesto, tomamos de la revista Leoplán (4) un esbozo de biografía. Ángel H. Roffo nació en 1882. En este artículo titulado: “La vida de los argentinos célebres”, lo muestra en un primer retrato cuyo epígrafe dice: “Con un bastón que casi sobrepasa su
altura, tuvo el capricho de retratarse Ángel H. Roffo un día de diciembre de 1885, cuando acababa de cumplir los tres años de edad, y cuando ya su padre soñaba con que fuera un experto comerciante, pues calculaba que con su vivacidad y el dominio de los números, que adquiriría a ciencia cierta, podría labrarse un brillante porvenir. Pero el pequeño, poco después, expresaba sus deseos de ser médico, y no médico clínico, sino cirujano...”.
A los nueve años concluyó su educación primaria y posteriormente se recibió de perito mercantil, sin abandonar su intención de ser médico, destino que alcanzaría finalmente. Poco antes de recibirse había contraído matrimonio con Helena Larroque, quien también al poco tiempo se recibiría de médica. Roffo había sido destacado dirigente del Centro de Estudiantes de Medicina, que siguió frecuentando mucho tiempo después de graduado.
Inclinó sus pasos hacia una especialidad inexistente en ese momento: la cancerología (actualmente conocida como oncología). Por formación y vocación, podemos decir que fue el primer oncólogo argentino.
Roffo, que fuera un gran fumador, decidió apartarse del cigarrillo cuando proclamó a los cuatro vientos que el tabaco era el causante de casi la mayoría de los cánceres de laringe.
Además de las condiciones naturales de docente que Roffo poseía para comunicarse con sus conciudadanos fue, desde sus comienzos, un investigador nato. A partir de su etapa como estudiante de medicina, había concurrido a la Cátedra de Anatomía Patológica, en la que transcurrió una buena parte de su vida. En el cuarto año de su carrera presentó su primer trabajo: Las nuevas ideas sobre la célula nerviosa, su amiboísmo. Luego vendría su tesis que recibió el Premio Facultad de Medicina y pocos años después Cáncer experimental, que presentó en la Academia Nacional de Medicina. El entusiasmo que despertó esta publicación, inspiró a Penna, por entonces presidente del Departamento Nacional de Higiene, para crear en el Instituto de Bacteriología la “Sección cáncer”, llamando a Roffo para colaborar con el jefe de esta. Fue practicante de los
Ángel H. Roffo (señalado con una x) aparece con todos los integrantes de la comisión directiva del Centro de Estudiantes de Medicina, durante el movimiento estudiantil de 1909 (Leoplán, N° 180, 3 de diciembre de 1941)
hospitales de Clínicas y San Roque (Ramos Mejía), anatomopatólogo del hospital Muñiz, entre muchos otros nombramientos y muchísimas distinciones (4).
Una justa decisión de Eufemio Uballes, sancionando una moción de Domingo Cabred, hizo que una fracción del terreno de la Facultad de Agronomía y Veterinaria, en Villa del Parque, se destinara a levantar el edificio del Instituto de Medicina Experimental, cuyo director –por ordenanza del 16 de junio de 1922– fue Roffo. Hoy el instituto lleva su nombre. Sus estudios experimentales con el alquitrán del tabaco (en 1939 extre el 1-2 benzopirene de esa sustancia), lo llevan a la teoría de su acción cancerígena sobre le pulmón.
Posteriormente, publicó Cancerización gástrica por ingestión de tabaco.
Se iniciaba 1920 cuando él y su esposa fueron agasajados en la Sorbona, París. Había sido reconocido cuando todavía no había cumplido 40 años. Tiempo después recibiría por parte de Francia, la distinción de caballero de la Legión de Honor (5).
No obstante, la tragedia lo acechaba: en 1923 –a poco de regresar al país– la doctora Helena Larroque de Roffo muere en un accidente.
Roffo dirigirá el Instituto de Medicina Experimental durante muchos años durante los cuales y hasta 1939, se inauguraron nuevos pabellones. A través de los Boletines del Instituto de Medicina Experimental, aunque también lo hizo en otros órganos de difusión, Roffo expuso muchas de sus investigaciones, aportes que la ciencia mundial recibió con interés. Flory (6), médico del Medical Center, Jersey, Estados Unidos, tal como se publica en uno de esos boletines en 1936, ratificó los estudios de Roffo, y así lo hizo saber a través de una carta en la cual elogic dichos estudios.
El texto en idioma original decía: The fact that there is some substance in tobacco tars which will cause a great many tumours on rabbit’s lars seems to be undoubted fact. My work has adequately confirmed this essential portion of your work. Most of our facts are of complete confirmation.
Fundador de la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC), en 1936 publicó El tabaco y el cáncer. Sin embargo, su labor pionera para la ciencia argentina se produjo en aquel lejano 1909, cuando colocó la piedra fundamental de la oncología argentina (7).
En la década del 40 Roffo publicó dos libros: Un mal de la civilización y Memoria del Instituto de Medicina Experimental.
La Memoria detalla la tarea médica, científica, docente, cultural, social y de investigación, realizada por Roffo en el Instituto de Medicina Experimental durante los años 1940-1943. Es un verdadero tratado de cancerología; y quien lea con atención este volumen de 750 páginas, ilustrado con hermosas fotografías, esquemas, cuadros, estadísticas, diagramas, mapas, radiografías, microfotografías, protocolos técnicos, etc., podrá adquirir en forma clara el conocimiento integral de la cancerología, a través de la estructuración científica y filosófica creada por Roffo (8).
Entre sus muchos trabajos dedicados al tabaco destacamos: Un mal de la civilización (Historia del tabaco); Sobre los filtros en el tabaquismo, el narguile y el algodón con filtro de Acción del humo del tabaco sobre el aparato cardiovascular; La herencia, el tabaco y la nacionalidad en el cáncer; El tabaco como cancerígeno; El tabaquismo en la mujer, entre muchos otros.
En el trabajo sobre los efectos del humo sobre el aparato cardiovascular escrito conjuntamente con López Ramírez (9) –presentado como una comunicación a la Sociedad de Farmacología y Terapéutica– a partir de observaciones hechas en hombres, arriba a las siguientes conclusiones: “... haciendo respirar humo de tabaco a perros anestesiados al cloral morfina, se produce: hipertensión arterial, con bradicardia inicial, achicamiento renal por vasoconstricción. Polipnea inicial y luego bradipnea con aumento de la amplitud respiratoria. Los trastornos funcionales cardíacos pueden resumirse así: bradicardia sinusal inicial, luego ritmo nodal con bloqueo AV, taquiarritmia polifocal por extrasistolia nodal, ventricular derecha e izquierda, que pueden llegar hasta el aleteo y fibrilación ventricular final”.
De esta forma Roffo se estaba adelantando varias décadas a los descubrimientos posteriores de los efectos nocivos de la nicotina. No se había limitado a estudiar solamente el efecto cancerígeno.
De la metodología experimental de este médico argentino puede ser un ejemplo su trabajo El tabaco en el cáncer de vejiga (10), que data de 1931 y en él, a través del alquitrán se descubre la producción de tumores en vejiga en ratas de laboratorio. Roffo describe en la clínica los enfermos con este tipo de tumores que concurren a su hospital, pero experimenta en ratas (200) donde lo hizo respectivamente con perlas de resina, de tricerol, de aceite anilina, de alquitrán y de tabaco.
La mayor alteración biológica de la vejiga de estos animales se encontró con alquitrán de tabaco. El trabajo, sumamente detallado, está acompañado por numerosas figuras y cortes histológicos.
Como todo hacedor, tuvo detractores que no
comprendieron la profundidad y el valor de sus trabajos. Tal vez porque conmovía los cimientos de grandes intereses internacionales.
Con honores de toda la sociedad y sobre todo de sus colegas, Roffo falleció el 24 de junio de 1947.
BIBLIOGRAFÍA:
1. Buzzi Alfredo y Pérgola Federico M, Clásicos argentinos de medicina y cirugí, Tomo I, Buenos Aires, López Editores, 1993. 2. “La vida de los argentinos célebres, Ángel H. Roffo”, Leoplán,
Nº 180, pp. 52-55, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1941. 3. Idem, Ibidem 4. Idem, Ibidem. 5. Idem,Ibidem. 6. Flory C, Acción cancerígena del alquitrán de tabaco, Boletín del Instituto de Medicina Experimental, Tomo
VIII, pp. 277-321, Buenos Aires, 1931. 7. Roffo Ángel H, El cáncer. Contribución a su estudio, Tesis, Universidad de Buenos Aires,109. 8. Pérgola FM, Angel H. Roffo, Capítulo Médico, 2 (Nº 13): 2,
Buenos Aires, 1998. 9. Roffo AH y López Ramirez R, Acción del humo del tabaco sobre el aparato cardiovascular, Estudio experimental. Sociedad de Farmacología y Terapéutica, 2 (Nº 8) L 16771683, Buenos Aires, 1932. 10. Roffo AH, El tabaco en el cáncer de vejiga, Boletín del Instituto Experimental, Tomo VIII, pp. 277-321, Buenos Aires, 1931.
Los esposos Roffo cuando fueron agasajados en la Soborna de París.
(Leoplán, N° 180, 3 de dieciembre de 1941)
139
El Correo de la Unesco, 1970.