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Con un tizón en la mano

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Y se hizo justicia

Y se hizo justicia

Las barreras geográficas, en este caso, los grandes océanos, aislaron a los continentes y dieron motivo a que la fauna y la flora tuvieran características particulares en cada uno de ellos.

Un sólido ejemplo, que tuvo enorme influencia en la alimentación primigenia del hombre, fueron los tipos de cereales que se desarrollaron en cada región: trigo, centeno y cebada en Europa y Medio Oriente; maíz y quina en América; arroz en Asia y mijo en la India, así como sorgo en África. La civilización occidental basó su alimentación en el cultivo del trigo; mucho antes, cuando las tribus eran del tipo de cazadores recolectores, el hombre saciaba su hambre en el invierno con harina de bellotas; mucho después, las hambrunas del siglo XVII se paliaban con la papa, el tubérculo de una planta originaria de América.

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Del continente americano es el tabaco, tal vez el vegetal cuyo particular uso fue más dañino para el hombre y el que más rápidamente se extendió por el mundo entero. Recordemos que, en un principio, se consideró tóxica a la papa debido a que en sus brotes contiene papaína, un glucósido que, efectivamente, es tóxico. Con el tabaco, aparentemente, no sucedió nada similar.

A una larga historia americana, el tabaco contrapone una breve historia euroasiática que se inicia con el descubrimiento de América, a fines del siglo XV.

Cristóbal Colón y los tripulantes que lo acompañaban

contemplaron asombrados el uso que los nativos daban al tabaco. En su diario, Colón, escribió, el 13 de octubre de 1492, un día después de haber pisado las islas que circundaban este continente, que los indígenas le ofrecieron “ojas (sic) de tabaco”(1).

“En la religión maya también fumaban los dioses y había curiosas creencias sobre ello. Las estrellas fugaces eran las colillas que tiraban los dioses y cuando estos sacaban chispas del pedernal para encender los cigarros, se producían rayos y truenos”.

“Las nubes se formaban con las bocanadas de sus enormes cigarros, y las extendían soplándolas [...] El emperador Moctezuma, después de comer, y mientras contemplaba a los danzarines, tenía la costumbre de fumar en una caña ricamente adornada, hasta que caía rendido por el sueño. Esto hace sospechar que el tabaco lo mezclaban con hierbas somníferas, pues los indios se dormían fumando y, en cambio, entre nosotros, el tabaco combate el sueño”(2).

Otro autor dice: [...] “La costumbre de fumar es antiquísima. Se han encontrado pipas prehistóricas a lo ancho de Europa, desde Islandia hasta Rusia. En Pompeya, en una pintura conocida por ‘Jugadores de taba’, se puede observar a tres mujeres de pie, mirando el juego, y una de ellas con una pipa en la boca”(3).

Continuando con el relato de Colón, y otorgando un hito para la adicción, en el libro de bitácora quedó debidamente registrada la experiencia, tal como se lee en el texto del Primer viaje (sábado 13 de octubre) donde, refiriéndose a los nativos, escribió: “Traían ovillos de algodón filado y otras cositas que sería tedio de escribir y todo daban por cualquier cosa que se les diese”.

Muy poco tiempo después, el día martes 6 de

Relieve en piedra de Palenque. México (siglos VI o VII que representa a un sacerdote maya fumando.

noviembre, el tabaquismo hace su presentación en sociedad, es decir, se muestra a los europeos. Colón relató el extraño episodio vivido por dos de sus tripulantes que había enviado a ver “la tierra adentro”: “Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba sus pueblos, mujeres y hombres, con un tizón en la mano (el resaltado es nuestro), hierbas para tomar sus zahumerios que acostumbraban”.

Esa fue la primera aproximación del hombre occidental, del hombre de piel blanca, configurados por las variadas nacionalidades que acompañaban a Colón en la gesta (españoles, italianos, portugueses), con el hábito que dominaría la adicción humana

Grabado en cobre de un libro de 1791 (Barcelona) que representa un tratamiento por medio de bocanadas de humo de tabaco, entre los indígenas brasileños.

durante los siguientes siglos. Los dos primeros en adquirirlo, fueron los tripulantes del primer viaje, Rodrigo de Jerez y Luis de la Torre, procesados por la Inquisición con la siguiente acusación: “Solo Satanás puede conferir al hombre la facultad de expulsar humo por la boca”.

Esta costumbre americana parece haber comenzado muy tempranamente. Un relieve en piedra de un templo de Palenque, México, representa a un sacerdote maya fumando. Esta obra estaría datada en los siglos VI o VII d.C. y contrasta, es evidente, con el tiempo en que el hábito es adquirido por los europeos, el tabaco se difundió en el Viejo Mundo muchos años después del viaje de Colón a América.

Cuando los españoles arribaron a este continente, el tabaco se usaba de muy distintas formas: cigarros, tabaco picado y aspirado por la nariz (rapé). Aún no está bien establecido si los sacerdotes mayores, en sus rituales y mientras fumaban sus pipas con forma de cucurucho, lo hacían con tabaco u otro vegetal.

Indios Uitosos (Comarca del Orinoco) se insuflan mutuamente polvo de parica en la nariz

Todo parece indicar –ante la carencia de otros testimonios– que eran las hojas de tabaco las que usaban en todo el continente americano. En el norte –preferentemente– fumándolo en pipas, en América Central en forma de cigarros, y en la Cuenca del Amazonas y también entre los Incas, reducido a polvo y aspirado por la nariz a través de varitas huecas de madera o de huesos largos de aves, aprovechando el canal medular. En el siglo XX, se impuso otra adicción, la cocainomanía, con un procedimiento similar a través de un tubo; a veces, un simple rollo de papel era suficiente para complacer a los adeptos.

En las zonas amazónicas mencionadas anteriormente, es probable que también se hayan aspirado otros polvos preparados con semillas, hojas desecadas y pulverizadas de distintos vegetales. Además, imitando la costumbre de coquear (4) que tenían los Incas, se masticó tabaco.

Los habitantes de América del Norte habitualmente masticaban tabaco. Menos difundida, quizás, era la costumbre de beber una infusión de sus hojas verdes o bien desecadas del vegetal.

Grabado en cobre de la obra Tabac Publicada en Zúrich en 1616.

Hasta hoy, los ya pasados de moda Westerns que nos llegan de la industria cinematográfica de Estados Unidos, reproducen la inveterada costumbre de los indígenas lugareños de fumar una pipa con sus vecinos –potenciales enemigos– como símbolo de pacificación, que en algunos otros rituales religiosos, es emblemática. En estos casos, la pipa ritual, que denominan calumet, proviene en su concepción artesanal de un bastón ceremonial adornado con símbolos de divinidades tribales; de ahí el aspecto decorativo (derivado de los pendientes y colores) que tienen estos adminículos.

La ofrenda de hojas de tabaco que recibiera Cristóbal Colón por parte de los aborígenes americanos en su primer viaje, muestra claramente su sentido ceremonial, religioso.

Entre los tupí-guaraníes, la entrada al poblado de los caraíbas, supremas autoridades religiosas de esas etnias, encargados de una especie de confesión de los habitantes y con múltiples prerrogativas por su rango –profusas libaciones, mujeres según sus apetencias–, se realizaba al son de maracas, plumas multicolores que los adornaban y la práctica del tabaquismo por medio de pipas de alargados cucuruchos. El abigarrado emplumado era índice manifiesto del origen caribeño de estas tribus (5).

El uso del tabaco en América se basaba en supuestas propiedades: como reparador de la fatiga y una forma de saciar el hambre y la sed. Algunos extendían sus efectos hasta el tratamiento del dolor.

El hábito del tabaquismo que, como condición humana, deben haber padecido los primitivos americanos, no habrá sido el único empleo dado al tabaco.

Su utilización en las ceremonias religiosas, así

como la ofrenda de las atractivas y enormes hojas del vegetal a los diversos dioses de los distintos grupos lingüístico-culturales, fue otro aprovechamiento.

Las culturas y subculturas americanas, en virtud de un extenso territorio poco poblado, con barreras geográficas casi infranqueables, deben haber ejercido sus efectos sobre la dispersión de las modalidades rituales y del uso mismo del tabaco.

BIBLIOGRAFÍA:

1. Colón Cristóbal, Los cuatro viajes del Almirante y su testamento. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1946. 2. Moreno Echavarría JM, “Vida y aventuras del tabaco”, Historia y Vida, Nº 68, Barcelona, 1973. 3. Idem, ibídem. 4. Romano R, “Historia, coca y cocaína”, Todo es Historia, Nº 176, pp. 8-20. Buenos Aires, enero 1982. 5. Pérgola F, Brujos y cuasi médicos en los inicios argentinos, Edimed, Buenos Aires, 1986.

Grabado de sacerdotes caribeños echando humo de tabaco a sus guerreros (Francfort, Alemania, 1593).

29

DE AYER...

Primera representación impresa conocida del uso del tabaco Cosmographie Universelle de Thevet, 1575

A HOY...

Cigarrera filipina fumando un puro

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