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premios, etc
ESTÍMULOS PARA LA ADICCIÓN: CONCURSOS, PREMIOS, ETC.
A principios del 900, la situación económica provocó la proliferación de los conventillos y la gente deambulaba en busca de un trabajo, por misérrima que fuera la paga. Esto alertó a los publicistas y a los industriales tabacaleros, que entrevieron la posibilidad de estimular el consumo del tabaco a través de concursos con tentadores premios. Alejados por completo de la ética y poseídos por un desmedido afán de lograr jugosos dividendos, desligados totalmente del enorme perjuicio que causaban a la población, especialmente a la infantil, como pudimos apreciar en las ilustraciones, acudieron a recursos más eficaces, conscientes de la apetencia que el juego –posible escapatoria de la miseria– despierta en la mayoría de la población.
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El juego siempre tuvo un gran atractivo para muchas personas, sin distinción de edades. En lo que se refiere a la propaganda del cigarrillo, la competencia para ofrecer los mejores y más variados premios, en muchos casos suntuosos, estuvo hábilmente conducida a despertar el interés en sectores de la población afectas a determinados deportes, o carecientes, que entreveían la posibilidad de adquirir objetos a los que de otra manera les sería completamente imposible acceder.
La adquisición de bienes, no imprescindibles, a través de mecanismos que eximan de esfuerzos
PBT, N° 77 (10 de marzo de 1906)
personales, no es el mejor ejemplo para niños y adolescentes, especialmente si el medio para obtener estos “beneficios”, es la estimulación de una adicción.
Los concursos se realizan estimulando la participación de todos los estratos sociales deseosos de acceder a los premios, como una posibilidad de escapar de situaciones económicas agobiantes o incrementar su patrimonio, en un aspecto lúdico adictivo; el jugador juega por jugar.
Las empresas tabacaleras, atentas al diario acontecer en materia propagandística, se hicieron presentes en los medios ofreciendo suculentos beneficios a los posibles ganadores del sorteo. Las especificaciones en cuanto a limitación de edad para participar (no menores de 18 años), resultan ridículas
y para nada impiden que los jóvenes se tienten y recurran a amigos e incluso parientes e intenten, a través del juego, modificar su situación económica.
Una de las pasiones que concita gran interés en una importante franja poblacional –al margen del fútbol– es el automovilismo, y allí es donde, precisamente con más intensidad, se ha enfocado la propaganda tabacalera, tal cual se puede apreciar permanentemente en diversas publicaciones y emisiones televisivas. Todos los ciudadanos tienen derecho a manifestarse públicamente teniendo como única valla el perjuicio que puedan ocasionar a terceros.
Ya hemos mencionado los límites que la ética impone a la difusión de noticias o publicidades. Entendemos que, por lo menos, cabe una reflexión por parte de las autoridades y de la gente en general.
Los medios gráficos rápidamente vieron el filón y concedieron espacios en sus publicaciones evaluando el rédito económico que les significaban los avisos comerciales, y el tabaco ocupó un lugar preferencial en muchos casos. En su descargo, podemos decir que hasta las primeras décadas del siglo XX, aún no estaba debidamente establecido –por parte de las autoridades científicas y estatales– si era perjudicial fumar. Los antecedentes sobre el particular no habían sido suficientemente difundidos ni existía, por parte de las autoridades, una política definida al respecto. A los avisos ya expuestos, sumamos los aparecidos en el diario La Nación en 1898 y 1899.
“Avisos - ‘La Popular’ - fabrica los mejores cigarrillos, vende más barato y pone premios de relojes y cadenas en todos los artículos de su fabricación. Desarmar las marquillas y paquetes para encontrar las suertes”. (Viernes 12 de agosto de 1898).
“Avisos - La mejor lotería - Cigarrillos Tómbola con premios en todos los atados, 10 centavos”. (Miércoles 17 de agosto de 1898).
“Aviso - ¡Buena noticia! La cigarrería de Londres regala todos los sábados un ejemplar de Caras y Caretas, a todo comprador de dos atados de cigarrillos Teléfono o Pierrot. Révisense los paquetes para ver si tienen vales por suscripción a domicilio. Florida esq. Rivadavia y Buen Orden 413. En venta en todas partes”. (Lunes 16 de octubre de 1899).
“Campo neutral - ‘Mauser argentino’ - Avisamos a los fumadores de nuestros cigarrillos Mauser Argentino, que el que sea poseedor del vale núm. 5124 de la jugada del 7 de diciembre, puede pasar a recoger de nuestra casa el cronómetro oro 18 kilates que le pertenece como premio. Testoni Chiesa y Ca. Avenida de mayo 646”. (Viernes 8 de diciembre de 1899).
Hoy, los premios han crecido en volumen de valores y se ofrecen hermosos coches o fabulosos viajes.
A principios de siglo estaban muy de moda los juegos de ingenio que son estimulantes para la formación de los niños, pero que no lo son tanto cuando detrás de estos se proyectan estímulos nocivos para la salud.
En materia publicitaria uno puede encontrarse con sorpresas increíbles. Ignacio Escribano (1) denuncia la difusión de un aviso pernicioso. Luego de mencionar datos estadísticos tales como “el fumador pierde, en promedio, entre 20 y 25 años respecto de su esperanza de vida”, se pregunta: “¿Ignoran nuestros gobernantes la magnitud del daño y el engaño social de las tabacaleras? ¿O lo saben y miran hacia el costado?”. Con respecto al aviso en sí, que ofrece un atado de 14 cigarrillos por un peso, su comentario final resume la inmoralidad de este en este párrafo: “Precio de amigo. Un peso, convidan los carteles. Debieran
decir, en verdad, precio de canalla y embustero”.
La prohibición de publicitar el uso del tabaco se ha extendido en todo el mundo, pero los artilugios de los publicistas es causal de que, subliminal o elípticamente, las marcas aparezcan en los medios. La Nación (2) refiriéndose a este tema, argumenta que debe primar la ética en la información criticando actitudes de algunos medios: “Lo que aquí se dice en términos generales del mensaje televisivo es trasladable, por supuesto, a todo el periodismo y también al campo de la publicidad. El propósito de que un aviso publicitario sea recordado o provoque un impacto en el público no justifica la utilización de cualquier recurso”.
En otro aspecto, dada la enorme difusión del tabaquismo y la tentación que significaba la marquilla para los personajes de la pollítica, éstas fueron utilizadas en ese sentido. Tanto es así, que José Hernandez, expresó –en 1874– que su nombre y su imagen “no andarán nunca en las cajetillas de cigarros porque no tendrá historiador”.
BIBLIOGRAFÍA:
1. Escribano I, “El cigarrillo suele ser un amigo poco fiable”, La
Nación, Buenos Aires, 2 de abril de 2000. 2. “TV y antivalores”, La Nación, Buenos Aires, 14 de mayo de 2000.
PBT, N° 157 PBT, N° 58 (16 de noviembre de 1907) (28 de octubre de 1905)
“Carta de Catedrático” Después de enumerar las distintas carreras al pie se lee: “Los fabricantes de los CIGARRILLOS SIGLO XX ofrecen un magnífico reloj de oro 18 kilates a la persona que remita a su escritorio, B. Mitre 2271, en sobre cerrado, una Carta de Catedrático, rescrita en una marquilla en la que figuren cinco de los siete caballos ganadores de esta reunión”. En caso de acertar varias se hará un sorteo, quien no resulte favorecido, recibirá un “rico alfiler corbata o un magnífico par de gemelos para puño”. PBT, N° 254 (3 de octubre de 1909)