ESTÍMULOS PARA LA ADICCIÓN: CONCURSOS, PREMIOS, ETC. A principios del 900, la situación económica provocó la proliferación de los conventillos y la gente deambulaba en busca de un trabajo, por misérrima que fuera la paga. Esto alertó a los publicistas y a los industriales tabacaleros, que entrevieron la posibilidad de estimular el consumo del tabaco a través de concursos con tentadores premios. Alejados por completo de la ética y poseídos por un desmedido afán de lograr jugosos dividendos, desligados totalmente del enorme perjuicio que causaban a la población, especialmente a la infantil, como pudimos apreciar en las ilustraciones, acudieron a recursos más eficaces, conscientes de la apetencia que el juego –posible escapatoria de la miseria– despierta en la mayoría de la población. El juego siempre tuvo un gran atractivo para muchas personas, sin distinción de edades. En lo que se refiere a la propaganda del cigarrillo, la competencia para ofrecer los mejores y más variados premios, en muchos casos suntuosos, estuvo hábilmente conducida a despertar el interés en sectores de la población afectas a determinados deportes, o carecientes, que entreveían la posibilidad de adquirir objetos a los que de otra manera les sería completamente imposible acceder. La adquisición de bienes, no imprescindibles, a través de mecanismos que eximan de esfuerzos
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