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RECONOCIMIENTO al trabajo
EL CLUB VATEL MÉXICO RECONOCIÓ A GASTROLAB DE EL HERALDO DE MÉXICO COMO MEJOR MEDIO GASTRONÓMICO 2023
La plataforma gastronómica de El Heraldo Media Group, Gastrolab fue galardonada como Medio de Comunicación del Año, por parte de Vatel Club México
“Con mucho orgullo quiero decir que el premio y reconocimiento a medios de comunicación es para una gran plataforma de información; me quedaría corto si digo impreso, medio digital o canal de televisión, al contrario, eso y más. Es para Gastrolab El Heraldo de México”, refirió Rubén Hernández, director de Comunicación de Vatel Club México.
AÑO EN EL QUE NACIÓ VATEL CLUB MÉXICO. AÑOS CUMPLE GASTROLAB ESTE 2023.
El reconocimiento fue otorgado a María Cristina Mieres Zimmermann, vicepresidenta de Desarrollo Cultural y Social de Heraldo Media Group; a Rafaela Kassian, directora de Soft News de El Heraldo de México; y a Miriam Lira, editora de Gastrolab l PREMIACIÓN.
En este sentido, María Cristina Mieres señaló, “desde que Gastrolab nació el principal objetivo fue enaltecer la gastronomía y creo que lo hemos logrado. Admiramos el trabajo de los chefs, de la gente de la industria, para nosotros recibir este reconocimiento es el principio de algo muy grande”.
Gastrolab se cocina desde hace seis años y se ha desarrollado como una multiplataforma que ha encantado a miles de paladares, “sin duda, somos la multiplataforma gastronómica más importante de México, con más de 8 millones de visitas únicas en nuestros canales digitales”.
En la ceremonia encabezada por el presidente del Club Vatel México, Guy Santoro destacaron invitados de honor, entre ellos Jean-Pierre Asvazadourian, embajador de Francia en México; y chefs de renombre como Sergio Camacho, la chef repostera Ana Ruiz y la mezcalier Lala Noguera. También se reconoció a los nuevos miembros de Vatel Club, al chef del año, Édgar Román y a Cristina Barros Valero, por su labor como divulgadora de la cocina popular mexicana.
Las ardillas siempre se comen los higos y me ponen de malas. La mía es una higuera mediana, no robusta ni chonchita pero con buena vibra y aunque no tan heroica como la higuera bajo la cual Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba Luperca, a mis perras Jaiba y Mordecai, les encanta su sombrita.
En el mismo lado oeste de mi jardín hay dos cerezos y un durazno con el que soñé hacer Peche Melba con la receta de Escoffier, pero siento que no le puse mucho cariño y la primavera no la recibirá tan ganosa como debiera. A ver si le pongo pimienta al agua con que se riega para que agarre enjundia y cachondeo, pero, la verdad, es que lo que no se cuida se marchita.
Recién mudada quise traer cítricos como mi abuela, en maceta y de variedades exóticas. Naranjitas chinas que sólo me gustan para ver, tarocco rosso que le ha costado trabajo como a la vainilla, y kumquat que pegó y pegó bonito para mis mermeladas. Que agarren más frutita para ahora hacer un trifle súper goloso que le leí a Ottolengi y, si la vida me premia y mi jardín siente como mujer que creo que es, hasta naranjitas tendremos para mucho pan de muerto.
Es que tener buena mano para las plantas y la sembrada debería tener valor curricular. Es cierto, hay que cantarles y mimarlas, pero mi huerto está en bonanza permanente y estoy convencida de que no hay un orégano más aromático y un tomate zebra más elegante que los míos y, juntos, con feta, aceite, sal y pimienta rosa, te colorea los ojos, te enchina la piel y te hace acordarte de lo valioso de un pedacito de cajón con tierra, y lo soez del supermercado.
La gente que entra a mi casa me quiere -con algunas excepciones-, y siente la energía femenina de una casa mujer, que poco se rige por la luna y que tiene feng shui propio. Hemos plantado naranjitas para la abundancia, peonías para la belleza, manzanas para para el crumble de los domingos y para verlas desde mi cama, y hasta jazmín, tan poderoso como el de mi perfume, y que desasosiega a las mujeres envidiosas de las que hay que comenzar a reírse. Pura cosa buena.
Los olivares son ya los alfiles de esta mi citadina tierra de frutas, flores, hierbas y delicias que nacen de humus y vientre clarísimamente de género femenino. Atraemos abejas con bebederos y de noche las nuevas acacias se quedan mirando a las jacarandas que acaban de florecer. Es que no hay cosa más de mujeres que eso. Ya vienen mis nuevas semillas y con ellas, mi trabajo de madre de muchas semanas empollando con cristales preciosos y danzas entre manzanilla que las acaricia y cebollín que las protege. Siento que este año los higos acabarán en un plato de china bone con una mielecita suave y algo de creme fraiche. Siento que este es mi año de higos. Higos pendientes, sueños presentes.