Pepita Jimenez

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LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS

NIVEL 3

JUAN VALERA

Juan Valera

Pepita Jiménez

PEPITA JIMÉNEZ

El joven seminarista don Luis de Vargas regresa una breve temporada a su pueblo natal en Andalucía antes de ordenarse sacerdote. Su padre, don Pedro, se dispone a contraer nupcias con Pepita Jiménez, una joven y hermosa viuda de 20 años. A través de la correspondencia que el joven mantiene con su tío, el deán, descubrimos su progresivo enamoramiento, las dudas que lo acosan acerca de su vocación religiosa y la lucha interior que libra entre este amor profano por Pepita y su amor por Dios. ¿Cuál de ambos vencerá al final? El gran clásico de la literatura española adaptado para el nivel B1.

NIVEL 3

Las Lecturas ELI son una serie de lecturas graduadas, magníficamente ilustradas, que van de originales historias actuales a los clásicos de siempre.

JUAN VALERA PEPITA JIMÉNEZ

En esta publicación vas a encontrar: - Información sobre la vida de Juan Valera - Documentación sobre el ambiente y el contexto - Glosario con las palabras y expresiones difíciles - Actividades de comprensión - Preparación al DELE - Test final

Temas Religión

Tentación

Amor

Matrimonio

Honor

600 palabras

A1

NIVEL 2

800 palabras

A2

NIVEL 3

1 000 palabras

B1

NIVEL 4

1 800 palabras

B2

NIVEL 5

2 500 palabras

C1

NIVEL 6

Textos integrales

C2

Clásico

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www.eligradedreaders.com

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Con CD audio + lectura completa en MP3 que se puede descargar del sitio web

LECTURAS ELI JÓVENES Y ADULTOS

NIVEL 1

Venganza

ELE B1

LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS


LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS

Las Lecturas ELI son una completa gama de publicaciones para lectores de todas las edades, que van desde apasionantes historias actuales a los emocionantes clásicos de siempre. Están divididas en tres colecciones: Lecturas ELI Infantiles y Juveniles, Lecturas ELI Adolescentes, y Lecturas ELI Jóvenes y Adultos. Además de contar con un extraordinario esmero editorial, son un sencillo instrumento didáctico cuyo uso se entiende de forma inmediata. Sus llamativas y artísticas ilustraciones atraerán la atención de los lectores y los acompañarán mientras disfrutan leyendo.

B1


El Certificado FCS garantiza que el papel usado en esta publicación proviene de bosques certificados, promoviendo así una gestión forestal responsable en todo el mundo.

Para esta serie de lecturas graduadas se han plantado 5 000 árboles.


Juan Valera

Pepita Jiménez Reducción lingüística, actividades y reportajes de David Tarradas Agea Ilustraciones de María Hergueta

LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS


Juan Valera Pepita Jiménez Reducción lingüística, actividades y reportajes de David Tarradas Agea Control lingüístico y editorial de Carlos Gumpert Ilustraciones de María Hergueta Lectura ELI Ideación de la colección y coordinación editorial Paola Accattoli, Grazia Ancillani, Daniele Garbuglia (Director artístico) Proyecto gráfico Airone Comunicazione – Sergio Elisei Compaginación Airone Comunicazione Director de producción Francesco Capitano Fuente utilizada 11,5/ 15 puntos Monotipo Dante © 2016 ELI s.r.l. P.O. Box 6 62019 Recanati MC Italia T +39 071750701 F +39 071977851 info@elionline.com www.elionline.com Impreso en Italia por Tecnostampa – Pigini Group Printing Division Loreto – Trevi – ERA 328.01 ISBN 978-88-536-2113-9 Primera edición febrero 2016 www.eligradedreaders.com


Sumario 6

Personajes principales

8 Antes de leer 10 Capítulo 1 El regreso a casa 18 Actividades 20 Capítulo 2 Las dudas 28 Actividades 30 Capítulo 3 La tentación 38 Actividades 40 Capítulo 4 La ofensa 48 Actividades 50 Capítulo 5 La caída 58 Actividades 60 Capítulo 6 El duelo 70 Actividades 72 Reportaje Juan Valera 74 Reportaje La España de Juan Valera 76 Reportaje La vida de la obra 78 Test final 79 Programa de estudios

Estos iconos señalan las partes de la historia que han sido grabadas: empezar parar


PERSONAJES PRINCIPALES

Pepita JimĂŠnez

don Luis de Vargas 6

don Pedro de Vargas (padre de don Luis)


el deán (tío de don Luis y hermano de don Pedro) Antoñona

el vıcarıo

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ANTES DE LEER

La obra 1

Contesta marcando (3) la opción correcta.

1 La obra de Juan Valera es una novela… A ■ pastoril. B ■ epistolar. C ■ policiaca. 2 ¿Cuál es la principal característica de este género? A ■ Se basa en historias de la Biblia. B ■ Trata de temas filosóficos. C ■ Una sucesión de cartas enviadas o recibidas por los protagonistas construye la trama. 3 Otras obras literarias que usan el mismo recurso son… A ■ Las amistades peligrosas de Pierre Choderlos de Laclos (1782). B ■ El Lazarillo de Tormes de autor anónimo (1554). C ■ Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes (1605). D ■ Cartas marruecas de José Cadalso (1789). E ■ Las cuitas del joven Werther de Wolfgang Johan von Goethe (1774). F ■ Guerra y paz de León Tolstói (1865). G ■ Lolita de Vladimir Nabokov (1955). 4 Para dar verosimilitud a su obra, Valera utiliza… A ■ el recurso del manuscrito encontrado. B ■ la personificación. C ■ la regla de las tres unidades.

2

La obra se desarrolla en un pueblo andaluz sin determinar. ¿Sabrías colocar en el mapa las 8 provincias que componen actualmente la Comunidad Andaluza?

Almería • Cádiz • Córdoba • Granada • Huelva • Jaén • Málaga • Sevilla

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Completa el siguiente texto con las palabras que tienes a continuación para conocer el origen de la frase latina que era el título original supuesto de la obra: “Nescit labi virtus”. diamante • tormenta • cartas • equivoca • título • pureza • escudo • reflejo • caída

Esta máxima latina puede traducirse como “La virtud no se ____ a ____” o “La virtud desconoce la ____ b ____”, un pensamiento muy propio del autor. Sabemos por las ____ c ____ dirigidas a Gumersindo Laverde que iba ser el ____ d ____ inicial de la novela. Esta frase estaba presente en el ____ e ____ de armas de la familia belga Croy-Dülmen que Valera conocía. En el libro sobre la emblemática de Gabriel Rollenhagen aparece una figura de un ____ f ____ suspendido sobre un mar amenazador. El lema que aparece es precisamente “Nescit labi virtus”. Este corresponde a la fuerza, la sinceridad y la ____ g ____ que resisten a la ____ h ____ de la pasión amorosa que simboliza el mar. Estas figuras son el ____ i ____ de la historia de amor que contra viento y marea se producirá entre don Luís y Pepita Jiménez.

¡Tienes la palabra! 4 ¿Qué pretendía Valera al utilizar esta sentencia latina? A B C D

■ Mostrar su profundo conocimiento del latín. ■ Introducir uno de los temas principales de la novela. ■ Crear un cierto misterio en el relato. ■ Relacionar su obra con una obra clásica.

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Capítulo 1

El regreso a casa

2 El señor deán* de la catedral de..., muerto hace pocos años, dejó

entre sus cosas unos papeles que han llegado a mis manos. Llevan por título la frase latina Nescit labi virtus (y no el nombre de mujer que yo le doy ahora) y, tal vez, pensando que se trataba de un sermón o de teología, nadie antes que yo desató el manuscrito y lo leyó. Contiene tres partes. La primera dice: Cartas de mi sobrino; la segunda, Paralipómenos; y la tercera, Epílogo. Cartas de mi hermano. Todo ello está escrito con una misma letra, probablemente la del señor deán. Imaginé en un principio que se trataba de una novela; pero me inclino a creer ahora que las cartas son copia de cartas verdaderas, que el señor deán rompió, quemó o devolvió a sus dueños, y que la parte narrativa, designada con el título Paralipómenos, fue escrita por el señor deón para completar el relato con acontecimientos que las cartas no refieren. Como me interesó la lectura de estos papeles, he decidido publicarlos, sin más averiguaciones, cambiando solo los nombres propios, para que las personas que en ellos se citan no se reconozcan. Las cartas de la primera parte parecen escritas por un joven de pocos años, con poco conocimiento del mundo, educado al lado del un deán eclesiástico de una catedral de rango inferior al obispo

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pepita jiménez señor deán, su tío, en el seminario, y muy decidido a ser sacerdote. Lo llamaré don Luis de Vargas. ===

Cartas de mi sobrino

22 de marzo

Querido tío y maestro: Hace cuatro días que llegué con toda felicidad a este lugar de mi nacimiento, donde he encontrado bien de salud a mi padre, al señor vicario* y a la familia y amigos. Como salí de aquí a la edad de diez años para venir con usted, en el pueblo todos me llaman Luisito o el niño de don Pedro, aunque tengo ya veintidós años. Todo me parece más pequeño pero también más bonito que en mis recuerdos. La casa de mi padre es una gran casa de rico labrador; pero yo estoy sobre todo encantado con las huertas y todas las tardes me paseo por ellas un par de horas. Mi padre quiere llevarme a ver sus olivares, sus viñas, sus cortijos*, pero aún no hemos tenido tiempo. Mi padre es el cacique* del lugar. Nadie aquí comprende mi deseo de hacerme sacerdote, que para ellos es cosa de pobres, y me aconsejan que deje los estudios de la Iglesia para casarme y darle hermosos y robustos nietos a mi padre, de quien heredaré una gran fortuna. Para adularme y adular* a mi padre, dicen hombres y mujeres que soy un buen mozo*, muy salado*, y otras sandeces* que me entristecen, disgustan y avergüenzan, a pesar de que no soy tímido. El único defecto que me encuentran es que estoy muy delgadito de tanto estudiar y para que engorde quieren hacerme comer cuantos platos exquisitos de cocina y de repostería se confeccionan en el lugar. Ya me han invitado a comer varias personas importantes de aquí. un vicario cargo de la Iglesia que realiza las funciones del obispo en sustitución de él un cortijo propiedad rustica con casa de campo e instalaciones para labor un cacique persona influyente en un medio rural

adular decir elogios exagerados para agradar un/a mozo/a persona joven salado/a con gracia una sandez dicho sin fundamento o sin base lógica

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juan valera Mañana como en casa de Pepita Jiménez, de quien usted ha oído hablar sin duda alguna y con quien mi padre desea casarse. No la conozco aún. Todos dicen que es muy linda. Pepita tiene unos veinte años y es viuda. Es hija de doña Francisca Gálvez, viuda de un capitán retirado que no les dejó nada a su muerte. Durante años Pepita vivió con su madre casi en la miseria hasta que su tío don Gumersindo, un hombre rico gracias a la usura*, le propuso matrimonio y Pepita aceptó, obedeciendo a su madre. El anciano tenía casi ochenta años, la joven iba a cumplir los dieciséis. Veo que me extiendo demasiado hablando de esta Pepita Jiménez y de su historia; pero me interesa y supongo que debe de interesarle, si va a ser cuñada de usted y madrastra mía. Trataré, sin embargo, de ser breve. Pepita Jiménez se casó con don Gumersindo. En efecto, el valor moral de este matrimonio es muy discutible; pero no debemos juzgar rápidamente a la muchacha. No hay que olvidar que su madre se lo rogó y hasta se lo ordenó. Probablemente consideró que casarse con aquel viejo era dedicar su vida a cuidarlo, a ser su enfermera y a iluminar los últimos años de su vida con su hermosura y su juventud. Lo cierto es que vivieron en paz durante tres años. Don Gumersindo parecía más feliz que nunca; ella lo cuidaba con una dedicación admirable. Y en su última y penosa enfermedad lo atendió y veló* con infatigable y tierno afecto. A su muerte heredó una gran fortuna. Aunque hace más de dos años que perdió a su madre, y más de año y medio que enviudó, Pepita lleva aún luto*. Como es rica y hermosa, todos le tienen enorme respeto. Los mejores la usura préstamo en el que se cobra un interés excesivo velar cuidar con mucha atención

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llevar luto ir vestido/a de negro por la muerte de un ser querido


pepita jiménez partidos* la pretenden pero, al parecer, ella los rechaza a todos con mucha dulzura y prefiere dedicar su vida a la caridad y la piedad religiosa. Mi padre no lleva más ventaja que los demás pretendientes. Pepita se esfuerza en mostrarle la amistad más franca, afectuosa y desinteresada; pero siempre que mi padre trata de hablarle de amor, ella cambia dulcemente de tema. Confieso a usted que he oído hablar tanto de esta mujer que empiezo a tener curiosidad por conocerla. No creo que mi curiosidad tenga nada de pecaminoso*. Yo deseo que mi padre disfrute de una vejez tranquila y feliz, casándose con una mujer honrada, buena y que lo quiera. Por esto deseo conocer a Pepita y ver si ella puede ser esta mujer. Pronto saldré de este lugar, donde usted mismo me envía a pasar algún tiempo con mi padre y, en cuanto me vea elevado a la dignidad del sacerdocio, dejaré España y me iré como misionero a tierras lejanas a predicar el Evangelio. Siento una gran tranquilidad en mi conciencia y doy por ello las más fervientes gracias a Dios Adiós tío, le escribiré a usted muy pronto. === 28 de marzo Cada día deseo más volverme con usted y recibir las órdenes*; pero mi padre quiere que me quede aquí con él dos meses por lo menos. Se muestra tan agradable y cariñoso conmigo, que sería imposible no contentarlo en todo. Para complacerle, me violento* y trato de fingir que me gustan las diversiones de aquí, las excursiones campestres y un buen partido persona en edad de casarse que disfruta de una buena posición social pecaminoso/a relacionado/a con el pecado

recibir las órdenes obtener un grado eclesiástico violentarse obligarse a hacer algo contra la propia voluntad

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juan valera hasta la caza, a todo lo cual le acompaño. Intento mostrarme más alegre de lo que naturalmente soy. Hace tres días Pepita Jiménez nos invitó a su casa. Me pareció tan bonita como dicen. Como es posible que sea mi madrastra, la he mirado con atención y me parece una mujer singular*, cuyas condiciones morales no consigo establecer con seguridad. Hay en ella una tranquilidad, una paz exterior, que puede provenir de una frialdad de espíritu y de corazón, de calcularlo todo; pero también de la tranquilidad de su conciencia, de la pureza de su pensamiento. Posee Pepita una distinción natural que la levanta y separa de cuanto la rodea. No se advierten en ella ni cosméticos ni artificios; pero la blancura de sus manos, las uñas tan bien cuidadas y todo el aseo y pulcritud* con que está vestida, indican que cuida de estas cosas más de lo que parece razonable en una persona que vive en un pueblo y que además, dicen, rechaza las vanidades del mundo y solo piensa en las cosas del Cielo. Tiene la casa limpísima y en ella reina un orden perfecto. Tanto en el patio como en las salas y galerías hay multitud de flores y plantas. Varios canarios en jaulas doradas animan con sus cantos toda la casa. En un extremo de la sala principal hay un pequeño altar adornado de flores, donde resplandece un niño Jesús. No se puede negar que la Pepita Jiménez es discreta. Habló conmigo de las cosas del lugar, de la labranza*, de la última cosecha de vino y de aceite; todo ello con modestia y naturalidad, sin mostrar deseo de pasar por muy entendida*. Estaban también presentes el médico, el escribano* y el señor vicario, gran amigo de la casa y padre espiritual de Pepita. El señor vicario tiene una muy buena opinión de ella y varias veces me habló singular único/a, extraordinario/a o fuera de lo común la pulcritud aseo, limpieza y buen aspecto la labranza cultivo de los campos

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entendido/a especialista o experto/a un escribano antiguo funcionario público


pepita jimĂŠnez

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juan valera de su caridad, de lo compasiva y buena que era para todo el mundo; en resumen, me dijo que era una santa. Cuando volvimos a casa, mi padre me habló de sus esperanzas amorosas con una sinceridad, una ingenuidad y un entusiasmo propios de un chico de mi edad. Tales son, querido tío, las cosas tan extrañas para mí y tan alejadas de mis propósitos y pensamientos que me ocupan el tiempo en este pueblo. === 4 de abril La monotonía de mi vida en este lugar empieza a cansarme. Aquí me paseo mucho, voy al campo y, para complacer a mi padre, frecuento los casinos y reuniones; pero mi vida intelectual es inexistente; no leo un solo libro ni apenas me dejan un momento para pensar y meditar con tranquilidad. Otra causa de inquietud para mi espíritu es que en estos momentos, cuando se halla tan cercana la realización del sueño de mi vida, no puedo evitar sentir admiración por la belleza de las cosas creadas: por el cielo tan lleno de estrellas en estas serenas noches de primavera, por estos alegres campos cubiertos ahora de verdes sembrados, por estas frescas y amenas* huertas… Me parece pecaminosa distracción e imperdonable olvido de lo eterno por lo temporal. Sé perfectamente que amar a Dios es amarlo todo, porque todo está en Dios y Dios está en todo. También sé que no es pecado amar las cosas, porque ¿qué son ellas sino la manifestación, la obra del amor de Dios? Y, sin embargo, no sé qué extraño temor, qué clase de remordimiento apenas perceptible e indeterminado me atormenta ahora, cuando ameno/a que entretiene agradablemente

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pepita jiménez oigo el canto del ruiseñor, veo las flores o miro las estrellas. A veces creo que hay en todo esto algo de deleite* sensual, y que la hermosura terrenal me distrae de la contemplación de la hermosura divina. Confieso que en estos últimos tiempos siento un cierto abandono de la voluntad. Me emociono y lloro tan fácilmente cuando veo una florecilla o contemplo la luz misteriosa de una lejana estrella, que casi tengo miedo. Dígame usted qué piensa de estas cosas, si cree que mi alma está enferma.

el deleite placer de los sentidos

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Elige la respuesta más adecuada. 1 Las cartas de don Luís de Vargas van destinadas… A ■ a su madre. C ■ al médico. B ■ a su tío. D ■ al vicario. 2 Pepita Jiménez al principio de la novela está… A ■ soltera. C ■ divorciada. B ■ casada. D ■ viuda. 3 Pepita Jiménez y el señor Gumersindo son… A ■ tío y sobrina. C ■ primos. B ■ nieta y abuelo. D ■ cuñados. 4 Tras haber pasado unos días en su pueblo, don Luis se siente… A ■ triste. C ■ feliz. B ■ aburrido. D ■ a gusto. 5 Don Luis encuentra a la futura esposa de su padre… A ■ distante y orgullosa. C ■ discreta y bonita. B ■ introvertida y D ■ antipática y tímida. charlatana.

Vocabulario 2

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Busca en la sopa de letras las palabras que designan a miembros de la familia (solo las que aparecen en el texto). S

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Gramática 3

Pon los verbos entre paréntesis en el tiempo correspondiente del pasado (pretérito indefinido, imperfecto o pluscuamperfecto) para conocer la historia real en la que Valera se basó para escribir su novela.

Posiblemente la obra Pepita Jiménez (estar) _____ a _____ inspirada en la vida de la tía de Juan Valera, Dolores Valera y Viaña, quien (mantener) _____ b _____ una relación amorosa con un joven que (pertenecer) _____ c _____ a una familia humilde, Felipe de Ulloa y Aranda. Esta relación (terminarse) _____ d _____ y Dolores (casarse) _____ e _____ con Casimiro Valera Roldán, su tío abuelo, bastante mayor que ella ya que (tener) _____ f _____ 82 años. Cuando su anciano marido (morir) _____ g _____, Dolores (volver) _____ h _____ con Felipe que (ingresar) _____ i _____ en el seminario para ordenarse como sacerdote. Al final ambos (casarse) _____ j _____ y (tener) _____ k _____ dos hijos: Francisco y Juan Ulloa. Las relaciones de Juan Valera con su tía y su primo Juan Ulloa (ser) _____ l _____ bastante tensas debido a que en varias ocasiones (estar) _____ m _____ enfrentados en las elecciones a las Cortes.

ANTES DE LEER

¡Tienes la palabra! 4 Al cabo de un tiempo en el pueblo de su infancia, don Luis empieza a sentirse extraño. ¿Qué piensas que le ocurre? A B C D

■ Padece una grave enfermedad física. ■ Sufre una depresión nerviosa. ■ Sufre los cambios físicos propios de su edad. ■ Experimenta los primeros síntomas del amor.

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Capítulo 2

Las dudas

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8 de abril Siguen las diversiones campestres, en las que participo sin ganas. He acompañado a mi padre a ver sus fincas*, y él y sus amigos se sorprenden de mis conocimientos acerca de las cosas del campo. Anteayer Pepita Jiménez nos invitó a mi padre y a mí a su huerta. Es un hermoso lugar con un arroyo y muchos árboles, y donde crecen las más variadas hortalizas. Pepita nos sirvió una espléndida merienda en la que comimos las fresas tempranas que en su huerta se cultivan. Vinieron también a esta excursión el médico, el escribano, mi tía doña Casilda y el señor vicario, padre espiritual, admirador incondicional de Pepita, a la que siempre está elogiando. Llevaba Pepita un modesto vestido y un pañuelito de seda negra cubría su espalda y su pecho. No llevaba en la cabeza ni tocado*, ni joya, ni flor, ni más adorno que el de sus propios cabellos rubios. Posee unos grandes ojos, verdes, bellos y rasgados*; se diría que ella ignora el poder de sus ojos y que solamente los usa para ver. Lo que más mérito y valor da a su hermosura es que parece que no es consciente de ella, pues no se descubre en Pepita la menor intención de agradar. Todo su ser despide serenidad y dulzura. una finca terreno rústico agrícola un tocado prenda femenina de tela para cubrir la cabeza

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rasgado/a de forma alargada


pepita jiménez Yo me pregunto si todo esto será estudiado, si esta Pepita será una gran comedianta*; pero sería tan perfecto el fingimiento que me parece imposible. ¿Qué sé yo lo que pasa en el alma de esa mujer para censurarla*? Yo la censuro porque cuida su aspecto; casi la censuro de la modestia y sencillez con que se viste. ¿Es esto normal? Un alma pura y limpia, ¿no puede desear que el cuerpo también lo sea? Es extraña esta malevolencia* con que miro el cuidado y el aseo de Pepita. ¿Será tal vez porque va a ser mi madrastra? Mi padre se mostró tan encantado como siempre con Pepita. Ella fue cariñosa con él, aunque con un cariño más filial de lo que mi padre quisiera. Durante el camino de vuelta, volví a insistir para que mi padre me dejara regresar con usted; pero él está tan contento de tenerme a su lado, cuidando de sus fincas, ejerciendo como cacique, que halla siempre un pretexto para retenerme aquí. Me parece sentir que mi fervor* religioso disminuye y cuando rezo, me distraigo. Y la ternura de mi corazón, que no se emplea en lo que debe, se manifiesta en ocasiones por objetos y circunstancias que me parecen sin importancia y ridículos, y de los cuales me avergüenzo. El otro día sentí una ternura y una emoción casi infantil cuando vi un nido de pajarillos caído al suelo; se me saltaron las lágrimas. En fin, querido tío, le cuento esto porque tengo una gran confianza en usted. Necesito volver a mi antigua vida, a mis estudios y hacerme sacerdote para dar al fuego que devora mi alma el alimento sano y bueno que debe tener. ===

un/a comediante/a persona que finge lo que no siente en realidad censurar juzgar negativamente

la malevolencia mala intención o mala disposición hacia los demás el fervor sentimiento muy intenso

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juan valera 14 de abril Sigo haciendo la misma vida de siempre y retenido aquí por deseo de mi padre. Mi mayor placer es conversar con el señor vicario, con quien suelo dar largos paseos a solas. El señor vicario no ha leído ni estudiado mucho pero tiene las ideas claras y su fe es sincera. Ejerce con sencillez y naturalidad las más penosas obras de caridad, en las que lo ayuda Pepita Jiménez, cuya devoción* y carácter natural compasivo siempre está él poniendo por las nubes*. Pepita ejerce mil buenas obras, como las limosnas y el cuidado de los necesitados. Así es que cuando no hablo yo de mi vocación o de mis estudios, la conversación suele acabar siempre en Pepita Jiménez, a quien visita con frecuencia y con quien tiene las más íntimas conversaciones. De lo que cuenta el señor vicario se comprende que Pepita está dotada de un espíritu inquieto y le plantea a veces curiosas cuestiones y problemas que lo dejan confuso. Aseguro a usted que no sé qué pensar de todas estas extrañezas. ¡Conozco tan poco a las mujeres! Lo que el padre vicario me cuenta de Pepita me sorprende y, si bien entiendo que es buena y no mala, a veces siento miedo por mi padre. Con los cincuenta y cinco años que tiene, creo que está enamorado; y Pepita, sin quererlo, puede tener una coquetería* irreflexiva e instintiva, más eficaz y funesta* aún que la que procede de la premeditación y el cálculo. Veo que sin darme cuenta hago lo mismo que el padre vicario y le hablo solamente de Pepita Jiménez. Pero esto es natural, aquí no se habla de otra cosa. Se diría que todo el lugar está lleno del espíritu, de la imagen de esta singular mujer, que yo no consigo aún determinar si es un ángel o una astuta coqueta. ¡Cuánto siento haber venido aquí y tener que quedarme tan largo tiempo! En el seminario no conocía nada del mundo sino por la devoción práctica religiosa poner algo por las nubes hablar muy bien de ello

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la coquetería intento de agradar con métodos estudiados para seducir funesto/a que causa tristeza, dolor o consecuencias dramáticas


pepita jiménez especulación y teoría; y de pronto me veo lanzado en medio del mundo, y distraído de mis estudios, meditaciones y oraciones… === 20 de abril Sus últimas cartas, querido tío, han sido un gran consuelo para mi alma. Benévolo como siempre, me amonesta* y da útiles advertencias. Sé que tengo mucho orgullo y debo intentar ser humilde para que Dios no me castigue. No creo, a pesar de todo, estar tan expuesto a una fatal caída como usted me advierte. No presumo de invencible ni desdeño* los peligros, pero confío en la misericordia de Dios. Con todo, tiene usted razón en aconsejarme no unirme mucho en amistad con Pepita Jiménez; pero sepa que tengo muy poca relación con ella y apenas le hablo. Prefiero pasar por tímido y arisco* a dar la menor ocasión a la sospecha o a la maledicencia*. No olvidaré sus consejos, pero le aseguro que hasta ahora nada descubro en mi conciencia que me haga temer lo que usted teme. Yo veo en Pepita Jiménez solo a una hermosa criatura de Dios, y por Dios la amo como a una hermana. Si la he admirado alguna vez es a causa de las alabanzas que sobre ella oigo a mi padre, al señor vicario y a casi todos los de este lugar. Perdóneme si me defiendo con energía de ciertas reticencias de la carta de usted que suenan a acusaciones y a fatídicos pronósticos. Pienso seguir los prudentes avisos que me da. Los tomo yo como una muestra de su interés por mí y se los agradezco de todo corazón. ===

amonestar regañar severamente por una falta desdeñar no dar importancia arisco/a difícil de tratar o poco amable

la maledicencia acción de difamar o de hablar mal de los demás

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juan valera 4 de mayo No he tenido tiempo de escribirle, pero mi padre no me deja parar ni un momento. Las visitas me mantienen ocupado todo el día. Está también el casino, lleno a todas las horas del día de gente que charla, lee algún periódico y juega al tresillo*. Y en ocasiones extraordinarias hay otras faenas y diversiones que dan a todo más animación, como en tiempo de la siega*, de la vendimia* y de la recolección de la aceituna; o bien cuando hay feria y toros aquí o en otro pueblo cercano; o bien cuando hay romería* al santuario de alguna milagrosa imagen de la Virgen. La vida de aquí tiene cierto encanto. Para quien nada ambiciona, comprendo que sea una muy descansada y dulce vida. Su última carta me ha causado un poco de pena. Veo que insiste en sus sospechas y no sé qué decirle excepto repetirle que no hay entre Pepita Jiménez y yo nada más que cierto cariño fraternal. Hace un par de días, mi padre invitó a Pepita a visitar su quinta* del Pozo de la Solana, adonde solo se puede ir a caballo. Mi padre, el escribano y mi primo Currito iban en buenos caballos. Mi tía doña Casilda, que pesa mas de diez arrobas*, iba en una enorme y poderosa burra; el señor vicario en una mula. Y yo, como nunca he aprendido a montar, fui en una mula mansa y serena como la del anciano vicario. Imaginaba que Pepita Jiménez vendría también en una burra y me sorprendió apareciendo en un caballo tordo muy fogoso*, vestida de amazona* y manejando el caballo con mucha habilidad. Me pareció que Pepita me miraba con compasión al ver el aspecto lastimoso que debía yo de tener sobre la mula. Mi primo Currito me miró con una sonrisa burlona y empezó a bromear. Lo soporté todo pero ¡cuánto sufrí por dentro! el tresillo juego de naipes que se practica entre tres personas la siega corte y recolección del cereal maduro la vendimia recolección de la uva una romería fiesta popular en honor de un santo o de una virgen

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una quinta casa de campo una arroba unidad de peso que equivale a unos 11,5 kg fogoso/a ardiente, vivo/a e impetuoso/a una amazona mujer que monta a caballo


pepita jimĂŠnez

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juan valera Cuando llegamos, recorrimos a pie la variada y extensa propiedad. Hay allí viñas y olivares y un bosque de encinas. Andando por el bosque, hubo un momento en que Pepita y yo nos encontramos solos. Todo mi cuerpo se estremeció*. Era la primera vez que me veía a solas con aquella mujer. En aquel lugar apartado me pareció aún más hermosa. Pepita llevaba un vestido corto y un sombrerillo andaluz, colocado con gracia. El látigo* que llevaba en la mano me hizo pensar en una varita* con la que podía hechizarme* aquella maga. —¡Qué callado está don Luis! —Pepita rompió el silencio, sacándome de mis meditaciones— ¿A qué se debe su mal humor? —¿Qué mal humor? —No se ofenda usted si le descubro alguna falta que me parece poco importante. Perdone si no es cierto, pero me parece que está usted molesto por las bromas de Currito y por ir montado en una mula mansa como el señor vicario, que tiene ochenta años, y no en un brioso caballo, como debería hacer un joven de su edad. La equitación no se opone a la vida que usted piensa seguir. Si usted va como misionero al lejano Oriente, allí aún no hay ferrocarriles, y tal vez pierda credibilidad el misionero entre aquellos bárbaros, a causa de esta torpeza, y luego quizás hasta lo perjudique al ir a predicar. Estos y otros razonamientos más expresó Pepita y quedé convencido de lo útil que es la equitación para un misionero. —En la primera nueva excursión que hagamos —le prometí—, montaré en el caballo más fogoso de mi padre. —Mucho me alegraré —contestó Pepita con una suave sonrisa. En esto llegaron los demás al sitio en que estábamos. A continuación los criados de mi padre nos sirvieron una rústica y estremecerse temblar con movimiento agitado y repentino un látigo instrumento consistente en una cuerda flexible con un mango fijo para controlar los caballos

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una varita palo con poderes extraordinarios hechizar ejercer una influencia mediante poderes mágicos


pepita jiménez abundante merienda. La conversación fue muy animada y Pepita mostró mucho ingenio y discreción. Nada más ocurrió aquel día que merezca contarse. Cuando por la tarde volvimos, yo iba distraído en mi mula mansa. Nada de lo que en mi alma pasa debe ser un misterio para usted. La figura de Pepita era como el centro de estas imaginaciones vagas; algún demonio se agitaba invisible en torno mío, sugiriéndome mil disparates*. Aquella misma noche anuncié a mi padre mi deseo de aprender a montar y él se alegró mucho. Espero que usted no vea nada malo en que yo aprenda el arte de la equitación. Mi padre está muy contento y disfruta enseñándome. No quiere que nadie me vea hasta que pueda sorprender a todos con mi destreza*. Me da dos lecciones diarias. —¡Bien se ve que eres mi hijo! —exclama orgulloso mi padre al contemplar mis adelantos. Con la llegada de la primavera, Pepita recibirá todas las noches y mi padre quiere que yo sea de la tertulia*. Pepita ha dejado el luto y está ahora más hermosa, con trajes ligeros y casi de verano, aunque siempre muy modestos. Espero que mi padre me deje irme de aquí en junio. Y ya, libre de Pepita, tendré la dicha* de abrazarlo y ser por fin sacerdote.

un disparate dicho sin razón ni sentido la destreza habilidado arte para hacer algo bien hecho

una tertulia reunión de personas que se juntan para conversar la dicha felicidad

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Di si las siguientes afirmaciones son verdaderas (V) o falsas (F). V F 1 Don Luis no sabe nada acerca de las cosas del campo. ■ ■ 2 Don Luís pone en duda la perfección de Pepita y cree que ella está interpretando un papel. ■ ■ 3 El seminarista piensa que Pepita Jiménez se muestra demasiado cariñosa con su padre. ■ ■ 4 Don Luís se encuentra muy a gusto en compañía del vicario del pueblo. ■ ■ 5 El deán aconseja a su sobrino reforzar su amistad con Pepita Jiménez. ■ ■ 6 El primo de Luis, Currito, se burla de él porque no sabe montar a caballo. ■ ■ 7 Pepita Jiménez le propone enseñarle a montar a caballo. ■ ■ 8 Don Luis espera irse del pueblo en cuanto empiece la primavera. ■ ■

Gramática 2

Después de lo que ha pasado entre don Luis y Pepita, el futuro sacerdote está cada vez más decidido a irse del pueblo. Conjuga los verbos entre paréntesis en futuro y tendrás una idea de lo que don Luis piensa que le pasará a Pepita si él se va definitivamente.

Al principio ella (estar) ____ a ____ tan triste que (ponerse) ____ b ____ enferma. También (perder) ____ c ____ el apetito. No (poder) ____ d ____ dormir. No (querer) _____ e _____ salir de casa. No (hacer) ____ f ____ nada, Pepita solo (pensar) ____ g ____ en el amor perdido. (Tener) ____ h ____ un profundo sentimiento de abandono e injusticia. E incluso me (despreciar) ____ i ____. Pero con el tiempo, estoy seguro de que (olvidar) ____ j ____ nuestro amor imposible. Es muy joven y ella y mi padre (casarse) ____ k ____ y (ser) ____ l ____ felices juntos.

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Vocabulario 3

El capítulo comienza con la visita al magnífico huerto de Pepita. Clasifica en la columna correspondiente algunas frutas y hortalizas que podríamos encontrar en él. manzana • pepino • almendras • rábano • coliflor • nueces • uvas • calabacín • ajo • perejil • zanahoria • romero • cebollas • avellanas • melocotón • berenjena • albahaca • ciruela • laurel • pomelo

FRUTAS

VERDURAS Y HORTALIZAS

FRUTOS SECOS

HIERBAS AROMÁTICAS

ANTES DE LEER

¡Tienes la palabra! 4 Don Luis se encuentra ante un grave dilema: quedarse en el pueblo y reconocer su amor por Pepita, o irse definitivamente para que todo vuelva a ser como antes. ¿Qué crees que hará? A ■ Tendrá miedo de caer en la tentación y se irá del pueblo. B ■ Su padre descubrirá que está enamorado de Pepita y lo expulsará de casa. C ■ Se quedará porque su padre se lo exigirá. D ■ Se quedará porque siente una fuerte atracción por Pepita.

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Capítulo 3

La tentación

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7 de mayo Todas las noches tenemos tertulia en casa de Pepita, esencialmente compuesta de mi padre, del boticario, del médico, del escribano y del señor vicario. Yo preferiría no ir, pero mi padre insiste en que vaya. Se sorprende además de que no sepa jugar al tresillo: —Tu tío te ha criado con mucha teología y dejándote a oscuras de lo demás que hay que saber. Precisamente porque no podrás ni bailar ni enamorar en las reuniones, necesitas saber jugar a las cartas. Así pues mi padre me está enseñando a jugar al tresillo. También ha querido enseñarme la esgrima, a fumar y a disparar la pistola, pero no he aceptado yo aprender estas actividades extravagantes e impropias* de un futuro sacerdote. Cada día monto mejor y mi padre asegura que dentro de poco ya podré montar en Lucero, un fogoso caballo árabe negro. A veces medito y hago examen de conciencia. La imagen de Pepita está siempre presente en mi alma. ¿Será esto amor?, me pregunto. Pero por encima de esta inclinación que me arrastra* hacia Pepita está el amor de lo infinito y de lo eterno, y mi compromiso moral, mi promesa de consagrarme a los altares. La vista diaria de esa mujer y el oír cantar sus alabanzas impropio/a no conveniente o adecuado/a

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arrastrar impulsar a hacer algo una fuerza invisible


pepita jiménez continuamente distraen mi espíritu hacia lo profano*. Me iré y la olvidaré. Pero mientras me quede aquí, combatiré con valor y con la ayuda de Dios. === 12 de mayo Ayer mi padre decidió que estaba listo para montar en Lucero. A las seis de la mañana salimos al campo y monté en este hermoso animal. Lo hice tan bien, fui tan seguro y elegante, que mi padre quiso mostrar a su alumno a todo el mundo, y a las once me hizo volver al pueblo y entrar por el lugar más lleno de gente, haciendo mucho ruido. Pasamos por supuesto por la calle de Pepita, que estaba en la ventana. En cuanto oyó el ruido, se levantó, dejó la costura y se puso a mirarnos. Lucero empezó a saltar y se levantó sobre las patas; pero yo me tuve firme y sereno, mostrándole que era su amo, y dobló mansamente las rodillas haciendo una reverencia. Los curiosos que se habían agrupado alrededor aplaudieron. Currito, que se hallaba entre la muchedumbre, estaba verdaderamente asombrado. Mi triunfo fue grande y solemne, aunque impropio de mí, y sentí vergüenza. Debí de ponerme colorado cuando vi que Pepita me aplaudía y me saludaba cariñosa, sonriendo. Mi padre está muy satisfecho de mí y asegura que está completando mi educación. Ya sé jugar también al tresillo. La noche que siguió a mi hazaña* sobre el caballo, Pepita me recibió entusiasmada y me dio la mano, algo que nunca había hecho antes. La suavidad de su mano me hizo comprender mejor la delicadeza de Pepita, que hasta entonces solo conocía por sus ojos. Espero que profano/a no sagrado/a o no religioso/a

una hazaña hecho importante y heroico

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juan valera en esta ceremonia social, en esta prueba de amistad y afecto, no vea usted nada malo ni peligroso. Como mi padre suele estar ocupado hasta tarde por la noche con las gentes del campo, yo lo sustituyo en la mesa del tresillo al lado de Pepita. El señor vicario y el escribano participan también al juego, que interrumpimos continuamente con agradables conversaciones sobre todo tipo de temas. Demuestra siempre Pepita una lucidez de entendimiento, una viveza de imaginación y una tan extraordinaria gracia en su modo de expresarse, que despiertan mi admiración. Sigo creyendo que se equivoca usted al pensar que Pepita pueda sentir algo por mí. Pepita me trata con el cariño natural que debe tener al hijo de su pretendiente, y con la timidez y el respeto que inspira un hombre que pronto va a ser sacerdote. Ya he dicho a usted en otras cartas que los ojos de Pepita tienen un mirar honesto y puro. No obstante, le confieso que sí creo haber notado que de sus ojos verdes y tranquilos salía dos o tres veces una luz especial cuando me miraba. Lo rápido, lo fugitivo de la impresión, me hace creer que son imaginaciones mías. Me atormenta, no obstante, esta alucinación de la mirada extraña y ardiente. De todos modos, ¡sería tan absurdo! Y si yo agrado a Pepita de otro modo que como amigo, si la mujer a quien mi padre pretende se enamora de mí, ¿no sería espantosa mi situación? Además, ¿qué podría decirle? ¿No es esto una ilusión mía? Nada prueba que Pepita esté coqueteando* conmigo. ¡Apartemos de la mente estos temores fruto sin duda de la vanidad! Lo mejor es callarme, combatir en silencio si siento la tentación e irme cuanto antes este pueblo y volverme con usted. ===

coquetear tratar de agradar con métodos estudiados para seducir

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pepita jimĂŠnez

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juan valera 19 de mayo Gracias por las nuevas cartas y nuevos consejos que me envía. Hoy los necesito más que nunca. Es cierto, ya no puedo negarlo: no debí poner los ojos con tanta confianza en esta peligrosísima mujer. No me considero perdido, pero me siento confundido. No era sueño, no era locura, no eran imaginaciones mías: era realidad. Ella me mira a veces con la ardiente mirada de que ya le he hablado, y cuando sus ojos encuentran los míos, ¡hasta me olvido de Dios! Cuando regreso a casa y me quedo solo en mi cuarto, reconozco todo el horror de mi situación y formulo buenos propósitos. Me prometo fingirme enfermo, buscar cualquier pretexto para no ir a la noche siguiente a la tertulia, y sin embargo voy. Al entrar, Pepita y yo nos damos la mano, y cuando nos la damos penetra hasta mi corazón un fuego devorante, y ya no pienso más que en ella. En cuanto entro en su casa, caigo bajo el poder de su encanto; veo claramente que estoy dominado por una maga. Cada vez que se encuentran nuestras miradas, se me figura que nuestras almas se unen y compenetran*. En este estado, no sé cómo consigo jugar a las cartas, ni hablar, ni razonar, porque ella ocupa todos mis pensamientos. Mi vida, desde hace algunos días, es una lucha constante. Veo abierto a mis pies el precipicio en que voy a caer, y siento que resbalo* y que me hundo. Apenas como, apenas duermo. No me queda más solución que huir. Sáqueme de aquí. Escriba a mi padre que me dé permiso para irme. Si es necesario, dígaselo todo. ¡Socórrame usted! ===

compenetrarse entenderse muy bien o identificarse en sus formas de pensar y de sentir

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resbalar perder el equilibrio al pisar una superficie deslizante


pepita jiménez 30 de mayo Dios me ha dado fuerzas para resistir y he resistido. Hace días que no pongo los pies en casa de Pepita, que no la veo. Casi no tengo que fingir una enfermedad porque realmente estoy enfermo. Meditando sobre el amor, hallo mil motivos para amar a Dios y no amarla a ella. Amar a Dios me parece lo contrario del egoísmo. Amándolo, puedo y quiero amarlo todo por Él, y no tengo celos de que Él lo ame todo. En cambio, cuando pienso en esa mujer, la quiero para mí, toda para mí y yo todo para ella. A su vista, en su presencia, me enamora, me atrae, me rinde con suavidad, mi virtud desfallece*. ¡Dios mío, no me abandones! ¡Ven en mi ayuda! ¿Sabré resistir y no pecar? ¡Que Dios me proteja! === 6 de junio Mi padre no nota nada e insiste para que vuelva a la tertulia, así que anoche volví. ¡Ojalá no hubiera ido! Pepita estaba sola. Al vernos y saludarnos, nos pusimos los dos colorados. Nos dimos la mano con timidez, sin decirnos palabra, y las mantuvimos unidas un corto instante. En su mirada no había amor, sino amistad, simpatía y profunda tristeza. Había adivinado toda mi lucha interior: había comprendido que el amor divino había triunfado en mi alma, que mi decisión de no amarla era firme e invencible. Mi severa mirada confirmó sus temores. De pronto dos lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas. No sé lo que pasó en mí. Acerqué mis labios a su cara para secar sus lágrimas y se unieron nuestras bocas en un beso. Una embriaguez* de los sentidos invadió todo mi ser y el de ella. Sentí que iba a desvanecerse* y la sostuve entre mis brazos. desfallecer perder fuerza o resistencia la embriaguez trastorno o alteración del ánimo

desvanecerse perder las fuerzas y el sentido

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juan valera Oímos entonces la tos del padre vicario que llegaba, y nos separamos. Recuperando mis facultades, pronuncié en voz baja e intensa: —¡El primero y el último! Me fui muy temprano de casa de Pepita. Ya en la soledad de mi cuarto, pasé toda aquella noche en un delirio interior. ¿Por qué le he hecho creer que la quería? ¿Por qué mi boca infame* buscó la suya y nos abrasamos con las llamas del infierno? Soy un ser despreciable. === 18 de junio Esta será mi última carta. Mi padre me ha prometido que nos iremos de aquí el 25, pasado San Juan. Aún es tiempo de remediarlo todo. Pronto estaré a su lado, tío. Usted me dará el valor y la fuerza que necesito. Pepita se curará de su amor y olvidará la flaqueza* que ambos tuvimos. Muchas emociones luchan en mi corazón. Dos veces he vuelto a casa de Pepita desde aquella noche. He estado frío, pero ¡cuánto me ha costado! Mi padre no sabe ni sospecha nada. Más vale así. Ayer me dijo que Pepita está enferma y no quiere visitas. La nodriza* de Pepita, hoy su ama de llaves, es alegre y hábil como pocas. Antoñona, que así se llama, acaba de entrar a verme. Durante su corta visita me ha dicho que soy un ingrato y que hago mal en no ir a ver a su señora la cual, según ella, está enferma por mi culpa. ¡Dios mío, haz que Pepita me olvide; haz, si es necesario, que ame a otro y sea feliz con él! Adiós. ¡Hasta dentro de poco! ¡Qué cambiado va a encontrarme usted! ¡Qué lleno de dolor mi corazón! ¡Qué perdida mi inocencia! ¡Qué herida y qué lastimada mi alma! infame malo/a y despreciable la flaqueza acción resultado de una fuerza de resistencia

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la nodriza mujer que cría a un niño que no es suyo


pepita jimĂŠnez

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Di si las siguientes afirmaciones son verdaderas (V) o falsas (F).

V F 1 Según don Pedro su hijo debe aprender a jugar a las cartas para no aburrirse en las reuniones. ■ ■ 2 A pesar de las lecciones de su padre, don Luis no consigue montar a caballo. ■ ■ 3 Don Pedro empieza a considerar a su hijo como a un rival. ■ ■ 4 Don Luis se da cuenta de que está enamorándose de Pepita. ■ ■ 5 Su amor por Pepita hace que don Luis se sienta feliz y sin ningún remordimiento. ■ ■ 6 Antoñona incita a don Luis a ir a ver a su señora. ■ ■ 7 Durante una visita los jóvenes se besan. ■ ■ 8 Antoñona piensa que don Luis debe irse cuanto antes del pueblo sin despedirse de Pepita. ■ ■

Vocabulario 2

Señala las actividades que don Pedro quiere enseñar a su hijo además de montar a caballo. A

B

E D

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C

F


Gramática 3

Conjuga los verbos en infinitivo en la forma “tú” del imperativo para conocer los consejos de equitación de don Pedro a su hijo.

Hijo, para montar a caballo: 1 (Poner) _________ la silla sobre el lomo del caballo. 2 Para subir al caballo (agarrar) _________ las crines con una mano y el estribo con la otra. 3 (Colocar) _________ el pie izquierdo en el estribo, (impulsarse) _________ hacia arriba y (subir) _________ al caballo. 4 Una vez situado en la montura (meter) _________ el otro pie en el otro estribo. 5 (Sujetar) _________ las riendas. 6 No (dar) _________ tirones al caballo. 7 No (tener) _________ las piernas rígidas. 8 (Mantener) _________ el tronco erguido pero (ser) _________ flexible para acompañar el movimiento del caballo. Y por último: 9 Para dar órdenes al caballo (hacerlo) _________ de manera suave pero firme a la vez.

ANTES DE LEER

¡Tienes la palabra! 4 Don Luis tiene previsto volver al seminario el 25 de junio. ¿Qué crees que terminará haciendo? A ■ Se irá del pueblo para siempre y olvidará a Pepita. B ■ Se irá del pueblo para siempre pero nunca olvidará a Pepita. C ■ Se irá del pueblo y cuando vuelva algunos años más tarde encontrará a Pepita casada y con hijos. D ■ Se quedará porque su amor por Pepita es demasiado fuerte.

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Capítulo 4

La ofensa

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Paralipómenos

No hay más cartas de don Luis de Vargas. Nos quedaríamos, pues, sin saber el fin de esta sencilla y apasionada historia, si el deán, perfectamente enterado de todo, no hubiese escrito el relato que sigue. === A nadie del lugar le extrañó la enfermedad de Pepita, ni que volviera a su retiro habitual. Nadie imaginaba que el teólogo, el santo, como llamaban a don Luis, era el rival de su padre y había conquistado el corazón de la linda y elegante viudita. Solo Antoñona conocía el misterio de su niña. Cuando la misma Pepita apenas se había dado cuenta de que amaba a don Luis, ya la leal Antoñona lo sabía. Se hizo la confidente de Pepita y con ella la joven se desahogaba*. No sabía Pepita que Antoñona había visitado a don Luis. El 23 de junio Pepita llamó al vicario a su casa. Eran las once de la mañana. Pepita estaba en su despacho recostada en un sofá. Se acababa de levantar y vestía una ligera bata de verano. Su cabello rubio parecía aún más hermoso en desorden. Su cara, llena de juventud y frescura, si bien algo pálida y con ojeras*, era con todo muy bella. desahogarse expresar un sentimiento contenido para encontrar alivio

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las ojeras manchas oscuras bajo los ojos consecuencia del cansancio


pepita jimĂŠnez

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juan valera Pepita mostraba impaciencia. Llegó entonces el padre vicario: —¡Qué blanca estás! ¿Qué padeces? —¿No adivina usted mi enfermedad? —contestó Pepita con un profundo suspiro— ¿No descubre usted la causa de mi padecimiento? La vehemencia con que ella se expresaba asustó al vicario. —Padre mío —prosiguió la joven—, yo debí hablar con usted en el confesionario, y allí confesar mis pecados. Por desgracia no estoy arrepentida. No he llamado al confesor, sino al amigo. —¿Qué pecados han de ser los tuyos, si eres tan buena? —No, padre, yo soy mala. Le he estado engañando a usted, engañándome a mí misma, queriendo engañar a Dios. —Vamos, cálmate, serénate, muchacha. Estás delirando… —¡Estoy perdidamente enamorada de don Luis! —lo interrumpió ella con voz temblorosa y lágrimas en los ojos. La sorpresa más dolorosa se pintó en la cara del cándido y afectuoso sacerdote: —Pero ese es un amor sin esperanza, un amor imposible. Don Luis no te querrá… —Me quiere —afirmó Pepita. El padre vicario miró a Pepita con incredulidad, tan de firme creía en la santidad de don Luis y en su misticismo*. —¡Me quiere! —repitió Pepita. —Vamos, cuéntame lo que ha pasado. —¿Qué ha de haber pasado? Que lo quiero, que lo amo, que lo adoro. Que él me quiere también, aunque lucha por sofocar* su amor y tal vez lo consiga. —Soy un mentecato*. Y yo, haciendo elogios del uno al otro, he contribuido poderosamente a esta obra de Lucifer. el misticismo dedicación exclusiva a Dios y a lo espiritual sofocar apagar o reprimir

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un/a mentecato/a persona tonta o de corto entendimiento


pepita jiménez —Padre mío, no es culpa suya. Usted veía en don Luis el modelo ejemplar del sacerdote, del misionero. Yo, en cambio, me lo representaba galán*, enamorado, olvidando a Dios por mí, consagrándome su vida, dándome su alma, siendo mi dulce compañero. Yo soñaba con robársele a Dios. Para cometer este robo sacrílego he procurado estar hermosa; he cuidado con infernal esmero* de todo este cuerpo miserable; y lo he mirado con miradas provocantes, y al estrechar su mano he querido transmitir de mis venas a las suyas este fuego que me abrasa. —¡Ay, niña! ¡Quién lo hubiera podido imaginar siquiera! —Pues hay más todavía —añadio Pepita—. He logrado que don Luis me ame. Sí, su amor es tan profundo, tan ardiente como el mío. Una vez, vino a verme y me halló sola. Al darme la mano lloré. Entonces no supo él resistir a la tentación y acercó su boca a mi cara para secar mis lágrimas. Nuestras bocas se unieron. ¿Qué va a ser de mí? —¡Ave María Purísima! ¡Qué vergüenza, hija mía! Pepita se cubrió la cara con las manos y empezó a llorar como una Magdalena. Estaba muy hermosa. El virtuoso vicario comprendió la caída o tropiezo* de don Luis. —!Muchacha, tranquilizate —exclamo—! Don Luis se ha arrepentido, sin duda, de su pecado. Arrepiéntete tú también y se acabó. Dios os perdonará. Don Luis se va pasado mañana y eso es una clara señal de que la virtud ha triunfado en él: huye de ti, para cumplir su promesa y acudir a su vocación. —Bueno está eso —replicó una Pepita colérica—; cumplir su promesa... acudir a su vocación... ¿después de burlarse de mí, de humillarme, de destrozarme el corazón, después de habérmelo robado por engaño? ¡Se acordará de mí! ¡Me las pagará*! un galán hombre que pretende a una mujer el esmero máximo cuidado un tropiezo equivocación o error

pagárselas a alguien hacer sufrir al culpable el castigo que merece

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juan valera El vicario callaba y la miraba casi con terror. Pepita se dejó caer en una butaca, llorando más que antes. —Pepita, niña —dijo el vicario con la más tierna compasión—, no te atormentes de ese modo. Considera que él habrá luchado mucho para vencerse; que no te ha engañado; que te quiere con toda el alma, pero que Dios y su obligación están antes. ¡Sé generosa, sé valiente! Déjalo irse, saca de tu pecho el fuego del amor impuro, ámalo como a tu prójimo. Además su padre te pretende. Por María Santísima, ¡domínate*! —¡Qué fácil es dar consejos! —contestó Pepita tranquilizándose un poco— ¡Pero qué difícil me es seguirlos! ¡Me voy a volver loca! —Deja que don Luis se vaya. La ausencia es gran remedio para el mal de amores. Él se curará de su pasión entregándose a sus estudios y consagrándose al altar. Tú, cuando esté lejos don Luis, irás poco a poco serenándote, y conservarás de él un grato y melancólico recuerdo que no te hará daño. —¡Padre mío! ¡Qué bueno es usted! Sus santas palabras me prestan valor. Que se vaya. Ya no lo veré más. —Dios te dará el premio de tan gran sacrificio. El padre vicario se despidió convencido de haber curado casi el mal de la muchacha. Cuando se quedó sola, Pepita permaneció un rato inmóvil, con la mirada perdida. De repente, se echó a llorar, y su cuerpo lindo y delicado cayó sobre las losas* frías. Antoñona la oyó gemir y se precipitó en la sala. Antoñona tenía unos cuarenta años, y era más forzuda que muchos campesinos. La alzó del suelo en sus brazos y la puso con mucho cuidado sobre el sofá. —¡Vea usted —dijo Antoñona— que habilidad tiene ese viejo tonto para consolar a sus amigas! ¿Qué te ha dicho el vicario para destrozarte así el alma? dominarse reprimirse, ejercer dominio sobre sí mismo/a

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una losa piedra grande y plana que cubre el suelo


pepita jiménez —Nada ha dicho que pueda ofenderme —contestó al fin Pepita—. El padre vicario me pide con dulzura que me arrepienta de mis pecados y deje a don Luis irse en paz, que lo olvide. Yo le he dicho sí a todo. Pero mira, Antoñona, no puedo, es algo superior a mis fuerzas. No sabía yo lo que era amor. Ahora lo sé: no hay nada más fuerte en la tierra ni en el cielo. ¿Qué no haría yo por don Luis? Dios me lo perdone... pero ¡yo daría por él hasta la salvación de mi alma! —¡Jesús, María y José! —¡Es cierto! ¡Estoy loca! ¡No sé lo que digo y blasfemo*! —¡Hija mía! ¡Me dan ganas de ir a buscar a ese teólogo y traértelo aquí de una oreja y obligarle a pedirte perdón de rodillas! —No, Antoñona. Veo que mi locura es contagiosa y que tú deliras también. No hay más remedio que hacer lo que me aconseja el padre vicario y Dios, que es tan bueno, hará que yo vuelva a verlo en el Cielo, que allí nuestros espíritus se amen. —Cálmate, niña, y no pienses en morirte. Tienes muy excitados los nervios. Mientras esto ocurría en casa de Pepita, no estaba más alegre ni tranquilo en la suya don Luis. Había pasado toda la mañana solo, entregado a sus melancólicos pensamientos. ¿Cómo podía vacilar* entre su deber y el atractivo de una joven, tal vez más coqueta que enamorada? Se mantendría más firme que una roca en su resolución de borrar de su alma la imagen de Pepita y de consagrarse a Dios por completo. Contra el amor de Pepita no luchaban solo en el alma de don Luis la vocación que sentía por el sacerdocio, sino también el respeto que debía a su padre. Así se atormentaba don Luis, cuando llegó su primo Currito: —Vengo a buscarte —le dijo—, para que me acompañes al casino. Don Luis siguió mecánicamente a Currito. blasfemar ofender gravemente a Dios

vacilar mostrar indecisión

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juan valera El casino estaba animadísimo. Don Luis entró en la sala donde estaba la flor y nata* de de la región, y se encontró cara a cara con el conde de Genazahar. Era un personaje ilustre y respetado. Tenía unos treinta y tantos años, era buen mozo y gran seductor. Había sido también pretendiente de Pepita, pero esta le había dicho que no, y aquella herida aún no se había curado. Su amor se había vuelto odio y el conde aprovechaba cualquier ocasión para hablar mal de la joven viuda: —¡Vaya la tal Pepita Jiménez! ¡Quiere hacernos olvidar que nació y vivió en la miseria, hasta que se casó con aquel viejo y le cogió el dinero! Ahora la tal viuda nos hace creer en su virtud y su castidad*. ¡Seguramente estará enredada* en secreto con algún gañán*, y se ríe de todos nosotros! Don Luis se sintió profundamente herido cuando oyó al insolente conde cubrir de inmundo lodo* la honra de la mujer que amaba. Nadie defendió a Pepita. ¿Cómo defenderla él, no obstante? Él, ya casi ministro de Dios, no podía exponerse a una riña con aquel insolente. Pensó callarse e irse, pero su corazón no le dejó y empezó a reprochar al conde sus ruines palabras. Fue como predicar en el desierto. El conde contestó con burlas al sermón y los presentes reían la gracia* del conde, a pesar de ser don Luis el hijo del cacique; el propio Currito, aunque no se rió, no defendió a su amigo. Humillado y avergonzado, don Luis se retiró a su casa.

la flor y nata lo mejor o más selecto de su género la castidad renuncia a todo placer sexual estar enredado/a tener relaciones amorosas o sexuales

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un gañán hombre que trabaja en el campo el lodo deshonra o mala reputación una gracia dicho divertido y que hace reír


pepita jimĂŠnez

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Elige la respuesta más adecuada. 1 En su despacho Pepita espera impacientemente… A ■ al vicario. B ■ a don Luis. C ■ a don Pedro. 2 Después de su conversación, el vicario aconseja a Pepita que ella y don Luis deben… A ■ arrepentirse de su pecado y separarse. B ■ casarse en secreto. C ■ confesarlo todo al padre de don Luis. 3 Tras haber recibido los consejos del vicario, Pepita comunica su decisión a Antoñona: A ■ olvidará a don Luis y no volverá a verlo. B ■ se casará con don Pedro por el bien de todos. C ■ se quedará sola porque no puede olvidar a don Luis. 4 Currito lleva a don Luis… A ■ al huerto de don Pedro. B ■ al casino. C ■ a casa de Pepita. 5 ¿Cómo reacciona Luis frente al conde? A ■ Lo reta en duelo. B ■ Se pelea con él. C ■ Le recuerda los deberes cristianos en un sermón.

Vocabulario 2

En español es frecuente el uso de expresiones y giros lingüísticos cuyo origen es la religión católica. A continuación tienes algunas expresiones muy usuales, relaciónalas con su significado. A B C D E F

■ ocurrir de Pascuas a Ramos ■ echar un sermón ■ predicar en el desierto ■ estar hecho un Cristo ■ hacer algo en un santiamén ■ estar donde Cristo

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perdió los clavos

1 2 3 4 5

hacer algo muy rápido hablar sin ser escuchado reñir a alguien encontrarse muy lejos suceder muy de vez en cuando 6 estar en muy mal estado


Gramática 3

Con este capítulo empieza la segunda parte de la novela de Valera. Conjuga el infinitivo en presente de indicativo o de subjuntivo, y tendrás un breve resumen y algunas explicaciones.

“Paralipómenos”, la palabra que da título a esta segunda parte, significa “suplemento”, “cosa añadida” y sin ella es evidente que no (poder, nosotros) ____ a ____ conocer el desenlace de la historia. Esta parte está narrada en tercera persona por el deán y el relato continúa contando la historia de amor entre Luis y Pepita. Podemos ver que el carácter de la protagonista (cambiar) ____ b ____ y descubrimos a una Pepita apasionada, que no tiene nada que ver con la discreta y tranquila joven de la primera parte. Pepita está tan desesperada que es necesario que (confiarse) ____ c ____ al vicario y a su criada. El clérigo piensa que el amor entre los dos jóvenes (ser) ____ d ____ absurdo y duda que (ser) ____ e ____ sincero. Por eso aconseja a Pepita que (olvidar) ____ f ____ a Luis para que este (poder) ____ g ____ seguir su camino hacia el sacerdocio. Pepita parece que (estar) ____ h ____ arrepentida pero al poco de irse el vicario, vuelve a sus antiguos pensamientos. Cuando en el casino el conde de Genazahar critica a Pepita, don Luis, que está presente, considera que es una vergüenza que alguien tan miserable como el conde (decir) ____ i ____ semejantes cosas de Pepita. Sale en su defensa, pero todos se burlan de él.

ANTES DE LEER

¡Tienes la palabra! 4 Después de esta humillación pública, ¿qué piensas que pasará entre don Luis y el conde?

A ■ Nada, porque don Luis se irá del pueblo tal como tiene previsto. B ■ Don Luis esperará oculto a que el conde salga del casino para matarlo. C ■ Don Luis volverá al casino y retará al conde en duelo. D ■ El joven pedirá ayuda a su padre y ambos le darán una lección al conde.

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Capítulo 5

La caída

6 Cuando llegó a su casa, la sangre de su padre, que corría por sus venas,

le despertaba la cólera y lo empujaba a ahorcar* los habitos y castigar al conde; pero todo el porvenir* que se había creado se evaporaba en un instante, y pensaba en el deán, y se tranquilizaba. —Debí callarme. ¡Dios mío! Voy a ser tu ministro. Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que debemos perdonar a quienes nos ofenden. Don Luis apenas comió ni habló durante la cena. Luego se retiró a su cuarto para meditar. Estaba muy concentrado en sus ideas, cuando sintió cerca un ruido. Alzó los ojos y vio a su lado a la entrometida* Antoñona, que había penetrado hasta allí y lo miraba con cierta mezcla de piedad y de rabia. Viendo a su señora tan enamorada y tan desesperada, había decidido tener una conversación muy seria con don Luis. —¿A qué vienes aquí? —dijo con tono brusco el joven seminarista. —Vengo a pedirte explicaciones acerca de mi niña —contestó Antoñona— y no me iré hasta que me las des. —Di lo que tengas que decir. —Tengo que decir, que lo que estás haciendo con mi niña es una maldad. Te estás portando como un sinvergüenza*. Aquel angelito se va a morir; no come ni duerme por culpa tuya. ahorcar los hábitos abandonar el estado eclesiástico el porvenir futuro entrometido/a que interfiere en asuntos de los demás

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un/a sinvergüenza persona despreciable por su mal comportamiento


pepita jiménez —Antoñona, por Dios, no me atormentes. Soy un malvado, lo confieso. No debí mirar a tu señora. No debí darle a entender mis sentimientos; pero yo la amo con todo mi corazón. Pero debo olvidar este amor. ¿Te imaginas que no es inmenso el sacrificio que hago? Pepita debe ser fuerte y hacer el mismo sacrificio. ¿Qué puedo hacer más? —Ven a ver a mi niña, que está enferma. No huyas sin despedirte como un cobarde. Haz esta obra de misericordia*. —Solo conseguiré agravar el mal en vez de curarlo. —No. Tú sabrás convencerla de que se resigne* y la dejarás consolada. —Lo que propones es peligroso para los dos, es tentar a Dios. —¿Y qué quieres, que se muera de pena o que se quite la vida? —¡Qué horror! No quiero que se desespere. Iré a verla. —¡Bendito seas! ¡Si eres bueno! Ven pues esta noche a las diez en punto. Yo te estaré esperando. Don Luis se arrepintió en seguida de haber aceptado aquella cita. Vio todo el peligro y no vio nada bueno en hacer una visita secreta a la linda viuda. Pero había prometido ir. A las ocho Antoñona previno a Pepita de la visita de don Luis. La joven, que hablaba de morirse y tenía los ojos hinchados de llorar, no pensó desde entonces más que en ocuparse de su aspecto para recibirlo. Se lavó la cara, se peinó el pelo y se puso un traje sencillo. En resumen, hizo todo lo necesario para parecer lo más bonita y aseada, sin dejar adivinar el menor indicio del artificio ni del tiempo pasado en obtener aquel resultado. Mientras Pepita se arreglaba en su tocador, don Luis estaba muy excitado. Decidió salir al campo. La luna asomaba entre los árboles, el aire era tan diáfano* que se veían miles de estrellas, las hierbas y la misericordia cualidad de Dios por la cual perdona las faltas resignarse aceptar con paciencia algo desagradable

diáfano/a trasparente

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juan valera flores impregnaban el ambiente de una suave fragancia, se oían los cantos los pájaros. Don Luis se sintió dominado, seducido, vencido por aquella voluptuosa* naturaleza que invitaba al amor. Oyó entonces sonar las diez en el reloj de la iglesia y apresuró el paso. Entró en el pueblo, que estaba animadísimo, las calles llenas de gente y por todas partes guitarras sonando. La noche de San Juan, aunque fiesta católica, conserva un rastro del paganismo* antiguo del solsticio de verano; en el aire que se respiraba todo era amor y galanteo*. El corazón le golpeaba el pecho con violencia cuando llegó al portal de la casa de Pepita. —¿Dónde estabas? —le riñó Antoñona en voz baja. Antoñona había dado la noche libre a todos los criados y en toda la casa reinaba un extraordinario silencio. Antoñona lo cogió por el brazo como a un colegial y atravesaron el patio hasta llegar al despacho. Antoñona abrió la puerta, empujó a don Luis dentro y lo anunció: —Niña, aquí tienes al señor don Luis, que viene a despedirse de ti. La discreta Antoñona salió cerrando la puerta y dejándolos solos. Los dos se saludaron con frialdad. Una lámpara dejaba la mayor parte de la habitación en la penumbra*. Por una gran ventana que daba a un jardincillo interior, abierta por el calor, penetraba un intenso olor a rosas y jazmines, así como el murmullo monótono de una fuente. Hubo un largo silencio, ninguno se atrevía a hablar. —He venido a despedirme de usted antes de mi partida. Es posible que no vuelva nunca y, si vuelvo, volveré muy cambiado. Pepita no pudo contenerse. El futuro de felicidad que había soñado desaparecía de repente. Don Luis se iba. Y ella, con veinte años de edad y tanta hermosura, estaba condenada a la soledad. voluptuoso/a que produce un intenso placer en los sentidos el paganismo religiones o creencias anteriores al cristianismo el galanteo acción de tratar de enamorar o seducir

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la penumbra estado con poca luz pero no completamente oscuro


pepita jiménez Aquel hombre era al único al que había amado en la vida. Así es que Pepita habló con humildad y una sinceridad totales: —¿Insiste usted, pues, en su propósito de ser sacerdote? ¿Está usted seguro de su vocación? Si una mujer de pueblo ordinaria, sin instrucción, sin talento y sin elegancia, con sus torpes* coqueterías, casi sin hablarle, a los pocos días de verlo y tratarlo, ha conseguido hacer tambalearse* sus convicciones y hasta ha logrado de usted una muestra de amor, ¿qué no se debe temer de usted cuando trate y vea y visite en las grandes ciudades a otras mujeres mil veces más peligrosas y más hábiles en el arte de la seducción? ¿No tengo razón en prever que va usted a ser un mal sacerdote que caerá en la tentación a cada paso? Don Luis estaba aturdido. —Por el contrario —prosiguió la joven—, si usted ha sentido una gran pasión por esta mujer de que hablamos, ¿por qué abandonarla con tanta crueldad? ¿No comprende usted que ella morirá de dolor? —Señora —contestó don Luis ocultando su emoción—, no soy un monstruo. Yo conocía el precio del sacrificio que hacía renunciando al amor de esas mujeres por una vida de sacerdote. Desde que soy hombre he despreciado toda esta hermosura terrenal, enamorado de una belleza divina y mayor. Hasta que la conocí a usted… Pepita sintió desmayarse* cuando oyó aquello. —Apareció entonces usted en mi camino y me desvió de él —prosiguió don Luis—. Me acusa usted de ser un hombre fácil de desviar y supone que cualquier otra mujer me hubiera hecho cometer esa falta. Pero no es así. Pepita, la amé desde que la vi, estaba escrito, era una predestinación*. —Entonces, si estaba escrito —interrumpió Pepita—, ¿por qué resistirse todavía? Sacrifique usted sus deseos de ser sacerdote a torpe falto/a de habilidad o destreza tambalearse perder su fuerza o firmeza

desmayarse perder momentáneamente el sentido la predestinación encadenamiento inevitable de sucesos

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juan valera nuestro amor. ¿No he sacrificado yo mucho ya? Yo también lo amo con todo mi corazon y sin usted no hay felicidad para mí. —Pepita —contestó don Luis—, el amor que usted me ha inspirado es inmenso; pero luchan contra él mi obligación, los votos* que pronto voy a pronunciar. Nuestras almas pueden amarse sin vergüenza y sin pecado; pero para ello es necesario que nuestros cuerpos se separen. —¡Ay, don Luis! —replicó Pepita toda triste—. Soy una pecadora infernal. Es su boca, sus ojos, sus negros cabellos, que deseo acariciar con mis manos, no su espíritu invisible. Yo amo en usted no ya solo el alma sino el cuerpo. Prefiero morirme. Voy a librarle de mi presencia odiosa. Adiós para siempre. Pepita se levantó de su asiento y, como loca, se lanzó hacia la puerta que daba a las habitaciones interiores. Don Luis tuvo miedo de que hiciese una locura y la siguió para detenerla; pero su figura ya se había perdido en la oscuridad. Empujado como por una mano invisible, penetró detrás de Pepita en el cuarto sombrío*. Al cabo de un largo rato don Luis apareció de nuevo y se dejó caer en una silla. En su cara había una expresión de terror. Si alguien lo veía, podía sospechar que acababa de asesinar a Pepita. Pero esta apareció después y se le acercó: —Ahora, aunque tarde, veo toda la maldad de mi corazón y mi conducta. No quiero defenderme, pero tampoco me creas peor de lo que soy. De nada eres responsable. Yo me dejé llevar por mis sentimientos y la locura se apoderó de tu noble alma. Ahora te merezco menos que nunca. Vete: ahora soy yo la que te pide que te vayas. Vete y haz penitencia. Dios te perdonará. Pepita se puso de rodillas y se inclinó luego hasta tocar con la frente el suelo: pronunciar los votos hacer una promesa las personas que toman estado religioso

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sombrío/a que tiene poca luz


pepita jimĂŠnez

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juan valera —Vete ya y no sigas solamente por piedad más tiempo al lado de esta mujer miserable. Yo tendré valor para sufrir tu olvido y hasta tu desprecio, que tengo tan merecido. Seré siempre tu esclava, pero muy lejos de ti, para no traerte a la memoria la infamia* de esta noche. Al terminar esta frase, Pepita se puso a llorar. Don Luis no pudo resistir más. Se puso en pie y levantó a Pepita entre sus brazos, estrechándola contra su corazón y cubriéndola de apasionados besos. —Alma mía —dijo finalmente don Luis—, amor mío de mi corazón, luz de mis ojos, levanta la frente y no te prosternes* más delante de mí. El pecador, el débil de voluntad, el miserable soy yo y no tú. La verdadera virtud no cae tan fácilmente. Haces mal en aconsejarme que sea sacerdote. No era más que orgullo lo que me movía. Era una ambición mundana* como otra cualquiera. O aún peor: era una ambición hipócrita, sacrílega*. —No te juzgues así, con tanta dureza —contestó Pepita, ya más tranquila y sonriendo a través de las lágrimas—. Pero quiero que me elijas por amor, libremente, no para reparar una falta ni porque te sientas obligado... Don Luis interrumpió las palabras de Pepita uniendo los labios de ella con los suyos y abrazándola de nuevo. Cuando entró más tarde Antoñona en el despacho, Pepita estaba transformada, riendo y dando otras muestras de alegría que tenían mucho de infantil y de inocente. —Adiós, amado mío —dijo Pepita a don Luis—. Yo se lo diré todo a tu padre. Él es bueno y nos perdonará. La criada acompañó a don Luis hasta el portal. —Antoñona, dime, ¿qué relaciones ha tenido el conde de Genazahar con tu señora? una infamia acción mala y despreciable prosternarse arrodillarse en señal de respeto, veneración o ruego

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mundano/a propio/a del mundo humano sacrílego/a irreverente hacia lo que se considera sagrado


pepita jiménez —Pronto empiezas a mostrarte celoso. —No son celos, solamente es curiosidad. —Mejor es así, no hay nada peor que los celos. Ese conde es un perdido*, vanidoso, jugador y mala cabeza. Pretendió a mi niña, pero como ella lo rechazó, está furioso. Además, don Gumersindo le prestó una buena cantidad de dinero y el conde se niega a devolvérselo a Pepita. —Adiós, Antoñona —dijo don Luis y salió a la calle. Eran las dos de la madrugada. Pensaba en Pepita y se sentía feliz pero, con la vanidad herida, reflexionaba… ¿Qué pensaría el deán? También le inquietaban enormemente el disgusto* y la cólera de su padre cuando supiese el compromiso que lo ligaba con Pepita. En cuanto a lo que él antes de caer llamaba su caída, fuerza es confesar que le parecía poco profunda y poco horrible después de haber caído. A sus ojos, aquello no era una caída, sino un cambio. Se confesaba indigno de ser sacerdote y se resignaba a ser lego*, casado, un buen lugareño*, cuidando de las viñas y los olivos, criando a sus hijos y siendo un marido modelo al lado de su Pepita.

un/a perdido/a persona entregada al vicio o con malas costumbres un disgusto sentimiento de tristeza ante una contrariedad

un/a lego/a persona que no ha recibido las órdenes religiosas lugareño/a habitante de una población pequeña

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Relaciona ambas columnas para formar frases. 1 2 3 4 5 6 7 8

■ Al llegar a casa, Luis no… ■ Antoñona quiere que… ■ Los dos enamorados vuelven a… ■ Don Luis llega… ■ Antes de ir a ver a Pepita… ■ Pepita acusa a don Luis de… ■ Don Gumersindo le prestó… ■ El conde de Genahazar es…

A B C D E F G H

un antiguo pretendiente de Pepita. tarde a su cita con Pepita. don Luis da un paseo por el campo. besarse en el despacho. don Luis visite a su ama para consolarla. le cuenta lo que ha pasado a su padre. dinero al conde. no ser un clérigo digno y puro.

Expresión oral 2

A pesar de su resistencia, don Luis acaba cediendo al amor de Pepita. ¿Por qué cede don Luis? ¿Cómo lo explicas?

Expresión escrita 3

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Durante su encuentro, Pepita trata de convencer a don Luis de que su amor sí es posible y don Luis dice lo contrario. Escribe cuales son los argumentos de cada uno.


Gramática 4 Los principales acontecimientos de este capítulo tiene lugar durante la noche de San Juan. Completa el siguiente texto con los conectores discursivos que tienes a continuación para conocer el origen de esta fiesta tan popular en España. porque • a pesar de • por eso • incluso • además • sin embargo

La fiesta de San Juan se celebra la noche del 23 de junio en la que se festeja el solsticio de verano (que es, de hecho, el 21 de junio). ______ a ______ tener un origen pagano, ______ b ______ es un culto al sol, la Iglesia mantuvo la costumbre popular y la hace coincidir con el nacimiento de San Juan Bautista el 24 de junio. Esta noche mágica es la más corta del año. En España muchos pueblos la celebran e ______ c ______ se saca su estatua en procesión. ______ d ______ hay muchos ritos, como son saltar hogueras o darse un baño de medianoche, que simbolizan la purificación y la transformación. ______ e ______, el gran protagonista de la noche es el fuego cuyo fin es el de purificar, ______ f ______ se echan a las llamas ropas viejas, papeles y cualquier objeto que represente lo malo y así se exorcizan los sucesos negativos del año precedente. La celebración va acompañada de bailes, comidas y bebidas.

ANTES DE LEER

¡Tienes la palabra! 5

Los dos enamorados se prometen amor. ¿Cómo crees que continuará la historia? A B

■ Don Luis y Pepita fundarán una familia. ■ Don Luis romperá con Pepita para que esta pueda casarse

con don Pedro.

C

■ Don Luis se arrepentirá de lo que ha hecho y se encerrará

D

■ Llenos de remordimientos, ambos amantes se suicidarán.

en un monasterio el resto de sus días.

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Capítulo 6

El duelo

Don Luis, en medio de la calle, a las dos de la madrugada, iba reflexionando sobre los últimos acontecimientos. Le quedaban dos dificultades por resolver cuanto antes. Una era el disgusto, quizás el enojo* de su padre, a quien había decepcionado y en cierto modo traicionado. Era la otra dificultad muy diferente y más grave. Cuando iba a ser sacerdote, don Luis hizo bien defendiendo a Pepita de los groseros insultos del conde de Genazahar solamente con sermones morales. Pero ahora, como iba a casarse con ella, don Luis, a pesar de su carácter pacífico y de las creencias religiosas que en su alma quedaban íntegras, sabía que no se sentiría en paz si no hacía nada. Decidido, pues, a retar al conde en duelo* decidió llevar aquello a cabo en seguida y buscar pelea por cualquier motivo. Supuso que el conde, jugador empedernido*, estaría todavía en el casino y se dirigió allí. El casino estaba abierto, con las luces apagadas excepto la del salón. Vio al conde de Genazahar, que jugaba haciendo de banquero*. Solo había cinco personas más: dos forasteros*, un capitán de caballería, Currito y el médico. Don Luis se fue rápidamente a su casa, cogió todo el dinero que tenía ahorrado y volvió al casino. el enojo enfado muy grande retar en duelo desafiar a un combate empedernido/a con un vicio muy arraigado

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un banquero persona que dirige una partida y presta dinero para jugar un/a forastero/a persona que proviene de otro lugar


pepita jiménez Entró en el salón donde jugaban todos muy animados. Los jugadores se quedaron sorprendidos al verlo. —¡Tú por aquí a estas horas! —dijo Currito. —¿Viene usted a echarme otro sermón? —ironizó el conde. —Nada de sermones —contestó don Luis con mucha calma—. Ahora sé que Dios no me llama por ese camino y ya he elegido otro. He dejado los estudios eclesiásticos y quiero divertirme. —Me alegro de esta noticia —interrumpió el conde. —Veo que juegan —replicó don Luis—. Me siento inspirado. —Vamos pues —dijo el conde—, pruebe suerte. Don Luis se sentó a la mesa y sacó del bolsillo todo su dinero. Aquella suma era casi superior a la que el conde tenía de banca, y ya imaginaba este que iba a ganársela al novato*. Don Luis jugó varias veces y tuvo tan buena fortuna que ganó casi siempre. El conde comenzó a irritarse. Don Luis quiso acabar de una vez: —El fin de todo esto es ver si yo me llevo su dinero o si usted se lleva el mío, ¿no es verdad, señor conde? —Así es. —Entonces, apuesto todo este montón de dinero; hay tanto sino más que en la banca. El conde, que tenía todo su capital en la banca, se asustó pero no tuvo más remedio que aceptar. Fue tirando cartas, pero no salía ninguna buena. Don Luis descubrió entonces triunfante su carta. —¡Maldito sea! El curita me ha desplumado*. Recoja el dinero. El conde echó con rabia las cartas sobre la mesa. Don Luis recogió todo el dinero con indiferencia y tranquilo. —Curita, tiene que darme usted el desquite*. —No veo la necesidad, señor conde. un/a novato/a persona sin experiencia en una actividad desplumar quitar los bienes mediante el juego, el engaño o el robo

un desquite posibilidad de recuperar el dinero perdido en el juego

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juan valera —¡Me parece que entre caballeros*…! —Así el juego nunca tiene fin —observó don Luis—. Pero venga, juguemos, quiero ser generoso y acepto el desquite. ¿Dónde está el dinero de su nueva banca? El conde se quedó confuso. —Aquí no lo tengo, pero me parece que mi palabra basta. —Señor conde —respondió con gravedad don Luis—, yo no tendría inconveniente en fiarme de la palabra de un caballero, pero viendo cómo ha pagado con insultos a alguien a quien usted debe dinero, como ha hecho con Pepita Jiménez… El conde se puso de pie, blanco de cólera, y dijo con voz alterada: —¡Mientes, hijo de la grandísima…! ¡Voy a matarte! El conde iba a lanzarse sobre don Luis, pero los presentes se lo impidieron. —Dejadme, dejadme que lo mate —decía—. ¡Que traigan armas! Don Luis eligió como testigos al capitán y a Currito. El conde, a los dos forasteros. El médico quedó para hacer su oficio. El capitán fue a su casa por sables y los trajo al momento. Don Luis no había cogido un arma en su vida. Por suerte el conde no era mucho más hábil en la esgrima. Cerraron la puerta de la sala. Don Luis y el conde empuñaron las armas. A una señal del capitán, empezó el combate. La furia del conde estalló. Era robusto y sacudía con el sable sin orden ni concierto*. Varias veces tocó a don Luis, en el pecho, el cuello y el muslo, afortunadamente sin herirlo. Le lastimó también los hombros, pero el joven teólogo resistió los fuertes golpes y el dolor de las contusiones. Tocó el conde de nuevo a don Luis y lo hirió en el brazo izquierdo. un caballero hombre que se comporta con cortesía y nobleza

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sin orden ni concierto desorganizadamente, sin seguir ningún criterio


pepita jimĂŠnez

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juan valera Don Luis arremetió* con ira y le dio al conde en la cabeza. Aturdido por el golpe, el conde cayó al suelo, bañado en sangre. Cuando don Luis miró a su rival por tierra y como muerto, sintió una angustia grandísima. Él, que no se creía capaz de matar una mosca, acaso acababa de matar a un hombre. Después de todas las emociones de aquel día, don Luis tenía fiebre. Currito y el capitán lo cogieron y lo llevaron a casa. Don Pedro de Vargas se levantó asustado cuando le llevaron a su hijo herido. Vio que las heridas no eran graves y se tranquilizó. El médico que curó a don Luis anunció que en pocos días estaría restablecido. El conde, en cambio, tenía para meses, aunque su vida no corría peligro. Don Luis consideró que era su deber confesar a su padre sus amores con Pepita e informarlo de su intención de casarse con ella. Así que, cuando se quedó solo con don Pedro, empezó su difícil confesión: —Padre, no debo seguir engañándole por más tiempo. Voy a confesarle mis faltas. —Muchacho, para eso mejor será que llames al padre vicario. Pero si quieres confiarme algún profundo secreto como amigo, te escucho. —Tengo que confesar una gravísima falta y me da vergüenza... Mi secreto es que estoy enamorado de... Pepita Jiménez y que ella... Don Pedro soltó una carcajada y continuó la frase: —Y que ella está enamorada de ti, y que la noche de San Juan estuviste con ella hasta las dos de la madrugada, y que por ella desafiaste al conde de Genazahar… Pues, hijo, ¡vaya secreto me confías! No hay perro ni gato del lugar que no lo sepa ya todo. Unas gitanas te vieron salir de la casa y se lo contaron a todo el mundo. Y Pepita viene aquí dos o tres veces al día desde que estás enfermo. arremeter atacar con ímpetu y fuerza

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pepita jiménez Don Luis se quedó con la boca abierta. —He querido engañarle. ¡He sido un hipócrita! —No seas tonto. Sé con todo detalle cómo van tus amores con Pepita desde hace más de dos meses, gracias a tu tío el deán. Oye la carta de tu tío. Don Pedro sacó del bolsillo unos papeles y leyó lo que sigue: —“Mi querido hermano: Siento tener que darte una mala noticia. Luisito me escribe, hace días, extrañas cartas, donde descubro una inclinación terrenal y pecaminosa hacia cierta viudita, guapa y coquetísima, que hay en ese lugar. Yo me había engañado hasta aquí, creyendo firme la vocación de Luisito. Aunque yo le escribo aconsejándole que huya de la tentación, estoy convencido de que caerá en ella. El problema es que la viuda en cuestión es tu pretendida. Sería un escándalo monstruoso que tu hijo fuera rival tuyo. Para evitarlo, te escribo a fin de que, con cualquier pretexto, me envíes al chico cuanto antes mejor.” Don Luis escuchaba en silencio. Su padre continuó: —A esta carta del deán contesté: “Querido hermano: mil gracias te doy por tus avisos y consejos. No te negaré que me causó pena al principio; pero después lo reflexioné todo y mi pena se convirtió en gozo*. El chico es excelente y le he tomado mucho más afecto desde que está conmigo. Mi vanidad hubiera estado contenta de tener un hijo sacerdote, pero yo me quedaría sin heredero y sin nietos para disfrutar de mis bienes después de muerto. Tengo muy buena opinión de Pepita. Es buena y discreta. Dios los bendiga a ambos y haga prosperar estos amores. En vez de llevarte al chico otra vez, lo retendré aquí, hasta por fuerza, si es necesario. He decidido conspirar* contra su vocación. Y no voy a limitarme a esperar que se confirme el gozo sentimiento de placer, satisfacción o alegría

conspirar actuar en secreto en contra de alguien

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juan valera su naciente amor, sino que he de trabajar para que se realice. Para ello cuento con la ayuda Antoñona, nodriza de Pepita, muy astuta y que quiere mucho a su dueña. Por ella ya sé que Pepita está muerta de amor. Entre los dos lograremos nuestro objetivo. Espero enviarte pronto una invitación a la boda, para que vengas a hacerla o envíes tu bendición a los novios”. Don Luis lo escucho con los ojos llenos de lágrimas, y padre e hijo se dieron un fuerte y muy largo abrazo. Al mes de esta conversación se celebró la boda de don Luis de Vargas y Pepita Jiménez, casados por el padre vicario. La novia estaba hermosísima. Aquella noche dio don Pedro un gran baile en su casa al que asistieron todas las gentes del lugar, criados y señores. Hubo guitarras, cante flamenco y un magnífico banquete. El baile duró hasta las tres de la madrugada; pero los novios se marcharon discretamente antes de las once y fueron a casa de Pepita. Don Luis volvió a entrar con luz, seguridad y como dueño legítimo en aquella habitación, donde poco más de un mes antes había entrado a oscuras, lleno de turbación* y dudas. ===

Epílogo. Cartas de mi hermano

A nadie debe quedar la menor duda de que don Luis y Pepita, unidos por un amor irresistible y llenos de bondad los dos, vivieron largos años, gozando de cuanta felicidad y paz caben en la tierra. La historia de Pepita y Luisito debería terminar aquí. Este epílogo está de más; pero el señor deán lo tenía en los papeles. En él da algunas noticias sobre algunos personajes secundarios de la narración cuyo destino puede acaso interesar a los lectores. la turbación estado en que es difícil hablar o reaccionar

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pepita jiménez Se reduce el epílogo a una colección de cartas, dirigidas por don Pedro de Vargas a su hermano el señor deán, desde el día de la boda de su hijo hasta cuatro años después. Sin poner las fechas, aunque siguiendo el orden cronológico, copiaré aquí breves fragmentos de estas cartas. “Luis muestra la más viva gratitud a Antoñona, sin cuyos servicios no poseería a Pepita; esta mujer ha sido cómplice de la única falta que él y Pepita han cometido. Luis ha logrado que vuelva a reunirse con su marido, cuyas borracheras* diarias no quería ella sufrir. Su marido ha prometido beber menos. Fiada en esta promesa, Antoñona ha consentido en volver con él. Luis ha enviado a Antoñona y a su marido a la capital de esta provincia, donde les ha comprado una magnífica taberna. Ambos viven allí contentos y probablemente se harán ricos. Él se emborracha aún algunas veces; pero Antoñona, que tiene más fuerza que él, lo suele sacudir para que acabe de corregirse”. “Currito, envidiando la felicidad doméstica de Pepita y de Luis, y queriendo imitar a su primo, buscó novia y se ha casado con la hija de un rico labrador de aquí, sana y fresca, y que promete adquirir en breve un volumen y una densidad superiores a los de su suegra doña Casilda”. “El conde de Genahazar, tras cinco meses de cama, ya está curado de su herida y, según dicen, muy enmendado* de sus pasadas insolencias. Ha pagado a Pepita, hace poco, más de la mitad de la deuda; y ha prometido pagar pronto el resto”. “Hemos tenido un disgusto grandísimo, aunque ya lo preveíamos. El padre vicario ha pasado a mejor vida*. Pepita ha estado a la cabecera de su cama hasta el último instante. El padre vicario ha tenido la muerte de un bendito siervo* de Dios. Pepita y todos nosotros la borrachera pérdida de las facultades por efecto del alcohol estar enmendado/a haber corregido o suprimido las faltas

pasar a mejor vida morir un/a siervo/a persona totalmente entregada al servicio de otra

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juan valera lo hemos llorado de verdad. Mucho lamentan todos en el lugar la muerte del padre vicario, y no faltan personas que lo consideran un santo verdadero y le atribuyen milagros. Yo solo sé que era un hombre excelente y debe de haber ido derecho al Cielo”. “Hemos esperado dos semanas, para que el bautizo sea el día mismo del primer aniversario de la boda. Periquito es un sol, muy sano y robusto. Yo he sido el padrino y le hemos dado mi nombre. ¡Estoy tan orgulloso de él!” Para no cansar a los lectores, concluiré, pues, copiando un fragmento de una de las últimas cartas. “Luis y Pepita están enamorados como nunca el uno del otro. Periquito crece muy travieso y precioso. Todo prospera en casa. La cosecha de aceite ha sido magnífica este año. Podemos permitirnos algunos lujos. No imagines, sin embargo, que la afición de Luis y Pepita al bienestar material haya disminuido en ellos en lo más mínimo el sentimiento religioso. Luis no olvida nunca, en medio de su dicha presente, el ideal con que había soñado. Hay ocasiones en que su vida de ahora le parece vulgar, egoísta y prosaica*, comparada con la existencia espiritual a la que se creyó llamado en los primeros años de su juventud; pero Pepita acude rápidamente para hacer desaparecer estas melancolías, y entonces comprende y afirma Luis que el hombre puede conjugar el amor de Dios que llena su alma con este amor lícito de lo terrenal. Luis se consuela y se conforma con no haber sido un hombre místico, tanto él como Pepita siguen con gran devoción cristiana y dan gracias a Dios por el bien de que gozan”.

prosaico/a vulgar o sin interés

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pepita jimĂŠnez

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Elige la respuesta más adecuada. 1 Cuando don Luis llega al casino para provocar al conde, este está… A ■ jugando al billar. B ■ jugando a las cartas. C ■ leyendo el periódico. 2 Don Luis reprocha al conde… A ■ la deuda que tiene con Pepita. B ■ las deudas que tiene en el casino. C ■ su falta de modales. 3 Cuando don Luis confiesa la verdad a su padre, este… A ■ tiene un enorme disgusto y deshereda a su hijo. B ■ ya está al corriente de todo. C ■ muere de un ataque al corazón. 4 La boda de Pepita y don Luís se celebra… A ■ un año después. B ■ un mes después. C ■ en primavera.

Vocabulario 2

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Indica en la imagen en qué partes del cuerpo han sido tocados y/o heridos los dos duelistas (con verde para don Luis y con azul para el conde de Genazahar).


Gramática 3

Una parte del capítulo se desarrolla en el casino. Completa el siguiente texto con las preposiciones que tienes a continuación y conocerás algo más sobre estos establecimientos de ocio muy típicos del siglo xix. hasta • bajo • en (2) • para (2) • por • entre • de

El casino cultural o recreativo surge en España en el siglo xix ____ a ____ la influencia europea de sociedades como los clubes de caballeros británicos. El término “club” tardó ____ b ____ introducirse en la lengua española, que prefirió el término italiano “casino” o el francés “círculo”. Eran lugares privados abiertos solo ____ c ____ sus socios. Nacieron ____ d ____ la necesidad de sociabilidad y comunicación ____ e ____ la burguesía y los nobles. Servían ____ f ____ trazar redes sociales de las que resultaban fructíferos negocios, vínculos políticos y ____ g ____ alianzas matrimoniales. Los casinos centran su actividad ____ h ____ los juegos como el billar, el ajedrez, el dominó o las cartas. Hay otras actividades como la lectura de periódicos y libros y también tienen lugar conciertos y bailes. Los juegos ____ i ____ de apuestas estaban prohibidos aunque a menudo algunos establecimientos se saltaban la regla.

Expresión escrita 4 Elige el fin correspondiente para cada uno de los personajes.

1 ■ Don Pedro 2 ■ Antoñona 3 ■ El vicario 4 ■ Currito 5 ■ El conde de Genahazar

5

Escribe otro final diferente para los anteriores personajes.

A ha pagado casi todas sus deudas. B se ha casado con una rica campesina. C se ha muerto. D lleva un bar con su marido. E disfruta con orgullo de su nieto.

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REPORTAJE

Juan Valera (1824-1905) Su vida Juan Valera nace el 18 de octubre de 1824 en Cabra (Córdoba), en el seno de una familia noble venida a menos. Estudia Lengua y Filosofía en el Seminario de Málaga. Cursa estudios universitarios de Derecho en Granada y Madrid; en la capital frecuenta las tertulias, los teatros y los salones. En 1844 obtiene el título de licenciado en jurisprudencia.

Entra en el servicio diplomático, lo que le lleva a viajar por Europa y América. En 1858 se establece en Madrid, donde inicia una carrera política: diputado, oficial de la Secretaría de Estado, subsecretario y director general de Instrucción Pública bajo el efímero reinado de Amadeo de Saboya. En 1862 es elegido miembro

de la Real Academia Española, de la que más tarde será el director. Se retira de la vida pública en 1895. Ciego y enfermo, fallece en Madrid el 18 de abril de 1905.

Intelectual y hedonista Valera es un epicúreo andaluz, irónico y amante del sexo. Tiene fama de ser elegante, refinado y de buen gusto. Es uno de los españoles más cultos de su época, propietario de una portentosa memoria y con un gran conocimiento de los clásicos grecolatinos; además domina a la perfección el francés, el italiano, el inglés y el alemán. Es un liberal moderado, tolerante y escéptico en materia religiosa.

El eterno femenino La sutileza con que Valera dibuja a los personajes femeninos de sus novelas es el lógico reflejo literario de su permanente admiración por las mujeres. Se enamoró en Nápoles por primera vez de la culta y madura marquesa Lucía Palladi, que lo incita a estudiar griego. Cinco años más tarde en Rusia conoce una gran pasión por la actriz francesa Madeleine Bohan, cuyo amor lo marca para siempre. 72

Tras la ruptura con Madeleine se ve mezclado en cuatro bodas al mismo tiempo; para evitarlas hace correr la voz de que es una persona poco recomendable. En 1867 se casa con Dolores Delavat, la hija de su antiguo jefe a quien dobla en edad y con la que tiene tres hijos y una relación frustrante y difícil. Su último y trágico amor es con la hija del Secretario de Estado estadounidense, Katherine, que acaba suicidándose.


Su obra El autor cultiva diferentes géneros antes de dedicarse a la novela. Colabora esencialmente con artículos políticos y literarios en los periódicos más importantes de la época. También escribe cuentos filosóficos como La buena fama (1894) o El pájaro verde (1860), ensayos como Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas (1886), así como cartas, poemas, obras de teatro o estudios de crítica literaria. Hace su entrada un tanto tardía en la narrativa a los 50 años con su novela más popular, Pepita Jiménez (1874). Más tarde publica otras novelas como Las ilusiones del doctor Faustino (1875), El comendador Mendoza (1876), Doña Luz (1879), Juanita la Larga (1895), Genio y figura (1897) y Morsamor (1899).

Una cuestión de estilo Valera busca en la novela arte, su fin es la creación de la belleza. Por eso cuida tanto su estilo, que se caracteriza por su corrección, precisión, elegancia, sencillez y armonía. Se muestra contrario a las novelas de tesis, pero sus obras tienden a demostrar que, en el conflicto entre el deseo y los impulsos humanos frente a los convencionalismos (sobre todo religiosos), vencen siempre los primeros. Sus obras poseen una ambientación precisa. Sus mejores hallazgos residen en la creación de personajes verosímiles y los análisis psicológicos que de ellos realiza, principalmente de las figuras femeninas.

Un espíritu crítico Valera es antes crítico que escritor. El hispanista y literato inglés Gerald Brenan asegura que fue “el mejor crítico literario del siglo xix después de Menéndez Pelayo”. Actuó siempre por encima y al margen de las modas literarias de su tiempo, ayudándose de la teoría de estética general.

Una sólida amistad La relación entre Juan Valera y Marcelino Menéndez Pelayo se refleja en la abundante correspondencia que ambos mantienen acerca de la vida cotidiana, las peripecias políticas y diplomáticas, los viajes internacionales, su vida privada y los secretos de la vida literaria. Aunque tienen distintos puntos de vista y una ideología diferente, esto no afecta nunca su amistad. 73


REPORTAJE

La España de Juan Valera El siglo xix es una centuria capital en la historia del progreso y la transformación de nuestras sociedades. De ese siglo arranca la experiencia de la democracia y el constitucionalismo, la lucha por la emancipación política y las primeras revoluciones sociales, lo mismo que la revolución industrial y de las ciencias, la aventura colonial, el imperialismo y conflictos bélicos de naturaleza mucho más mortífera que en el pasado.

Una vida política muy agitada Cabe destacar dos periodos: • El Sexenio Revolucionario (1868-1874) es la etapa más democrática pero también la más inestable de España. Se caracteriza por los constantes cambios de gobierno. En estos seis años se van a conocer dos formas de gobierno: una monarquía constitucional con un rey extranjero, Amadeo de Saboya, y la República. • La Restauración de los Borbones con la llegada de Alfonso XII, tras la cual se inicia una etapa de estabilidad política y económica.

Una sociedad en plena efervescencia Todos estos cambios dan lugar a un nuevo tipo de sociedad. Emerge la burguesía, que reclama su participación en el ejercicio del poder. Empiezan también a desarrollarse las ideologías obreras como el socialismo y el anarquismo: surgen los partidos políticos y los primeros intentos de crear organizaciones de defensa de los trabajadores.

La Revolución Industrial Asistimos al paso de una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada. 74

Un testigo de excepción La carrera de diplomático de Juan Valera lo lleva a viajar por Europa y América, y trabaja en las embajadas españolas de ciudades como San Petersburgo, Lisboa, Nápoles, Río de Janeiro, París, Bruselas, Viena y Washington. Asiste desde un puesto privilegiado a este nuevo mundo en ebullición.


El Realismo Este movimiento literario triunfa en Europa durante la segunda mitad del siglo xix y surge como reacción lógica ante los excesos del Romanticismo. Su principal objetivo es reflejar la realidad basándose en la observación y la descripción. Los autores buscan el reflejo de la sociedad, de la realidad en la que viven con objetividad. Presenta una cierta despreocupación por la belleza formal y por la pulcritud estilística; busca llaneza, naturalidad y precisión. La novela es el principal género.

Estética versus realidad El realismo de Juan Valera es moderado: rechaza los excesos de fantasía y sentimentalismo de los románticos, pero también elimina los aspectos más desagradables y crudos de la realidad. Para él el arte no tiene ningún objetivo, excepto servir a la belleza; pero tampoco se adscribe a los movimientos claramente esteticistas de final de siglo como el “arte por el arte” o el simbolismo. Para Valera la novela debe reflejar la vida, pero de una manera idealizada y embellecida. Declara que, si la realidad es desagradable, el escritor debe “mentir para consuelo” de sus lectores.

Estatua de Juan Valera y Pepita Jiménez. Paseo de Recoletos. Madrid

Las novelas por entregas Pepita Jiménez es publicada inicialmente por entregas en la “Revista de España” durante la primavera de 1874. Estas novelas llegan al lector por partes, a capítulos, y suelen ir acompañadas de ilustraciones. El autor escribe las entregas improvisando, según los elementos que el editor le indica, y nunca sabe cómo acabará su historia. La novela por entregas se va haciendo sobre la marcha y su extensión varía según el éxito de público, compuesto en su mayor parte por lectores urbanos, sobre todo mujeres. Trata de temas como

la familia, el trabajo, el matrimonio, el sacrificio y todo desde un punto de vista muy sentimental. El escritor escribe lo máximo y lo más rápidamente posible, lo que implica generalmente una escasa calidad literaria. Muchas novelas se publican anónimas. Sin embargo, algunos autores conocidos publican de este modo bajo seudónimos, como es el caso de Balzac. Curiosamente obras tan importantes de este siglo como El conde de Montecristo, Los miserables o Guerra y paz fueron publicadas por entregas. 75


REPORTAJE

La vida de la obra Escrita en 1874, Pepita Jiménez es la primera y más famosa novela del autor. Tiene un gran éxito cuando se publica y recibe una acogida excelente, tanto en España como fuera de ella. Vende más de 100 000 ejemplares y muy pronto se traduce a diez lenguas. Pepita Jiménez, la musa de Juan Valera, por Lorenzo Coullaut Valera. Paseo de Recoletos. Madrid

El tema El tema principal de la obra es la contradicción y el enfrentamiento entre el amor humano profano y carnal —el mutuo amor que sienten los protagonistas— y el amor divino —el amor por Dios— pues ambos se encuentran en un perpetuo éxtasis religioso. Además aparecen temas clásicos, aunque su relevancia es menor, como el amor entre el viejo y la niña, y la rivalidad amorosa entre padre e hijo.

Los personajes

El narrador

Los dos personajes principales son don Luis y Pepita, los dos enamorados. Hay otros personajes secundarios que enriquecen la narración como don Pedro Vargas (padre de Luis), el vicario (amigo de la casa), Antoñona (la nodriza de Pepita y con un papel trascendental para el desarrollo de los acontecimientos), don Gumersindo (marido de Pepita), Currito (primo de don Luis), doña Casilda (tía de Luis) y por último el conde Genazahan (pretendiente de Pepita y personaje que precipita los acontecimientos).

Percibimos en la obra a cuatro narradores: un editor, en el prólogo; don Luis, en las “Cartas de mi sobrino”; nuevamente el editor y el deán en “Paralipómenos”; y el cuarto narrador es el padre de don Luis, don Pedro, en el epílogo en “Cartas de mi hermano”. La obra es narrada en primera y tercera personas con un narrador omnisciente en “Paralipómenos”.

¡Qué escandalo! Cuando llegó a manos de los lectores contemporáneos, la historia de los amores pecaminosos del aspirante a sacerdote y de la bella viuda no se vio libre de acusaciones que la tachaban de inmoral. 76


Las adaptaciones cinematográficas

Albéniz le pone música…

La primera versión para el cine de la novela de Juan Valera es la película muda de 1925 de Agustín Carrasco. En 1946 el mexicano Emilio Fernández dirige una nueva producción, pero la Andalucía reconstruida en estudios y exteriores mexicanos resulta poco creíble, casi como una caricatura de opereta. Rafael Moreno Alba dirige en 1975 la superproducción hispana Pepita Jiménez que tiene escaso reconocimiento popular a pesar de traerse a España a rodar el film a los actores británicos Sarah Miles y Stanley Baker.

Pepita Jiménez es una ópera cómica en dos actos compuesta por Isaac Albéniz sobre un libreto en inglés de Francis Money-Coutts, basado en la novela del mismo nombre. Se estrena en el Teatro del Liceo de Barcelona el 5 de enero de 1896 en un solo acto y cantada en italiano. Después se representa en numerosas ocasiones. La obra está llena de ritmos hispánicos como boleros, malagueñas y seguidillas con un tono pianístico. Pablo Solozábal, un compositor de zarzuela bien conocido, realiza una nueva orquestación y la modifica para transformarla en una tragedia en tres actos con la heroína suicidándose al final por su corazón roto; la ópera es estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en 1964, cantada en español por Alfredo Kraus y Pilar Lorengar. Valera, viejo y desencantado, quiso disuadir a Albéniz de poner música a una obra ascética, psicológica y mística, escasa en acción y falta de dramatismo. Sin embargo, el compositor logra sortear todas las dificultades y compone una bellísima partitura. Es la única ópera del célebre compositor que ha logrado algún éxito y renombre internacional. 77


TEST FINAL Pon en orden las letras en el interior de las palabras en negrita para comprender este análisis de la estructura de la obra que acabas de leer. La estructura de la aelnvo está muy bien cuidada y se divide en cuatro partes: Prólogo. En él el rarodanr aparentemente es un editor que relata el encuentro de los papeles de un deán en una tcaldaer andaluza. Esta artificio narrativo, procedimiento ya utilizado por grandes autores como Cervantes, es llamada del “tucaonsmri encontrado” y sirve para dar verosimilitud y cutdateiinad a la obra. Cartas de mi sobrino. En esta parte epistolar don Luis de Vargas escribe una serie de asctar a su tío el señor deán, donde narra desde su llegada al elubop natal hasta el 18 de junio cuando hace el ótropipso de volver con él. En estas cartas Luis expresa sus vivencias en el pueblo, cómo al principio se siente un poco incómodo pero poco a poco se va adaptando. También nos relata los encuentros con Pepita y cómo gradualmente va progresando su pasión por la daivu y sus cuestionamientos acerca de su novóiacc religiosa y del amor a Dios. Paralipómenos. En esta parte se reconstruyen los scmoecteitinnao sucedidos posteriormente a las cartas de don Luis. Es un relato escrito en tercera persona (se deja suponer que por el señor deán) y nos permite conocer la continuación de la tisaiohr, a saber, la perdida naópis de la viuda hacia don Luis, como la vocación del joven tisameansri se rinde ante los ntcasone de Pepita Jiménez y cómo Antoñona consigue un ortneucne entre los dos y el ouitnfr de su relación. Cartas de mi hermano. Es el geooílp. Son cartas escritas por don Pedro de Vargas a su moeanrh el señor deán. En ellas el padre de don Luis nos narra lo acontecido, a través de fragmentos de cartas, cuatro años después del tairimmnoo de don Luis y Pepita Jiménez y concluye la novela con un final lzife. Conocemos asimismo el destino de algunos jarossenpe secundarios.

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PROGRAMA DE ESTUDIOS Temas Religiรณn Tentaciรณn Amor Matrimonio Honor Venganza Destrezas Expresar emociones y sentimientos Expresar opiniones Contar experiencias pasadas Resumir acontecimientos Inventar una historia Describir personas y lugares Hacer suposiciones Hablar de intenciones futuras Dar consejos Contenidos gramaticales El presente de indicativo Los pasados El futuro El imperativo afirmativo y negativo El presente de subjuntivo Las preposiciones Los conectores del discurso (conjunciones)

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LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS

NIVEL 2

Anónimo, El Lazarillo de Tormes Federico García Lorca, Bodas de sangre Juan Ruiz Arcipreste de Hita, Libro de buen amor Félix Lopez de Vega, Fuenteovejuna

NIVEL 3

Benito Pérez Galdós, Marianela Fernando de Rojas, La Celestina Leandro Fernández de Moratín, El sí de las niñas Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena Calderón de la Barca, La vida es sueño Juan Valera, Pepita Jiménez

NIVEL 4

Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha Miguel de Unamuno, Niebla Leopoldo Alas "Clarín", La Regenta Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta. Dos historias de casadas


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