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LIBROS PARA REFLEXIONAR
Fernando Celli. Graduado en historia y profesor del CES
Redescubrir la vida
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Anthony de Mello
El principal anhelo del ser humano es vivir una vida en plenitud, sin embargo, cada vez percibimos en la sociedad más insatisfacción y desilusión por vivir ¿Es posible, entonces, que la manera de buscar esa tan ansiada felicidad no sea la más adecuada? Abrir los ojos a una nueva percepción y hacer una revisión de nuestra concepción sobre ese fin último, es lo que pretende este libro. Redescubrir la vida es un libro de esos que, como decía H.P. Blavatsky, «puedes leer cinco minutos, reflexionar dos horas y vivirlo toda la vida».
En realidad, se trata de la transcripción de una conferencia dictada por Anthony de Mello, el 15 de Noviembre de 1986 en una universidad de Nueva York, último libro suyo editado antes de morir. Anthony de Mello fue un sacerdote jesuita hindú que se convirtió en guía espiritual para muchos, con una notable fama por sus charlas y libros publicados, siendo uno de los autores más vendidos en el mundo. Destaca también su singular personalidad. Fue una figura, podríamos decir, incómoda para muchos, dado que aceptaba absolutamente todas las creencias religiosas y las estudiaba; pero lo más valioso han sido todos los consejos y enseñanzas impartidas a lo largo de su vida.
Al principio, nos dice que va a compartir algo que a él le cambió la vida para siempre, convirtiéndole en un hombre nuevo, una fórmula para ser feliz por el resto de la vida.
Recalca que no es muy difícil. De hecho, esa fórmula se puede explicar en pocos segundos, pero te puede llevar muchos años comprenderlo o toda una vida, como a él mismo le pasó. Suele ocurrir que aquello que deseamos desvelar o buscamos con ahínco, se encuentra más cerca de lo que pensamos; solo que, de alguna forma, no lo vemos.
Nos advierte sobre la necesidad para captar esa fórmula, de la cualidad de escuchar, de comprender, de «ver», porque esto es más fácil de explicar que de alcanzar.
¿Y porqué ocurre eso? Porque solemos estar llenos de prejuicios y de ideas preconcebidas o erróneas de cómo debe ser la realidad.
Nos asegura que tenemos a mano la solución al problema, pero no la usamos porque «no queremos». Ese fue el secreto que descubrió. Aunque tú le digas a alguien «¡te voy a dar la llave de la felicidad!» con su actitud, la persona te dirá «¡no me lo digas!». Es como si no quisiéramos escuchar el mensaje que está delante nuestro.
Y la fórmula para ser feliz es sencilla. ¿Preparado para escuchar? Contentarte con lo que tienes y eres ahora, y ser autosuficiente, que significa saber andar escaso y sobrado, saber ser feliz a pesar de las circunstancias. No depender de nada externo, ni de nadie.
Pero, para comprender esto, antes hay que comprender algunas verdades acerca de nosotros mismos. ¿Cuáles son?
Primero, aceptar que nuestra vida es un enredo ¿Y cómo lo averiguas? Preguntándote «¿Nunca te sientes solo?» «¿Tienes algo que te inquieta?» .«¿Hay algo que te altere alguna vez?» .«¿Te preocupa el futuro?». «¿Alguna vez has tenido un conflicto interno o algún problema en las relaciones con los demás?». Probablemente hayas respondido que sí. «¿Disfrutas cada minuto de tu vida?». Si la respuesta es ¡no!, tu vida es un enredo.
Asegura que desperdiciamos mucho tiempo en estos enredos. Cuando aprendes a no saber en absoluto de ansiedades, de conflictos internos; vivir sin tensiones, presiones, desconcierto o congoja, ¿qué queda entonces? Felicidad pura, sin diluir.
Más adelante nos hace reflexionar sobre si eso que nosotros concebimos como felicidad no será en verdad una cadena. Basamos nuestra felicidad en cosas externas: un familiar, un título, un negocio, fama, etc, pero ese es el error. Aunque la ayuda externa de los demás es buena, asegura que no es necesaria para vivir y ser feliz.
Y nos revela un gran descubrimiento en una frase para tenerla en grande escrita y siempre presente «La felicidad está en uno mismo». Venimos al mundo con la felicidad dentro nuestro.
Muchas personas, durante sus charlas, se le acercaban y le preguntaban: ¿Qué hago para ser feliz? Y él les respondía que no deben hacer nada, porque no es algo que se pueda adquirir, ya la tienes; simplemente estamos casi siempre obstruyéndola. Deja de hacerlo y la tendrás.
El problema está en que no queremos salir de ahí. Queremos las cosas que la sociedad nos ha enseñado que son esenciales para la felicidad, pero esas falsedades son las creadoras del enredo. Y existen porque tenemos esas ideas equivocadas en nuestra cabeza acerca del éxito y la felicidad. Su fórmula se basa en las enseñanzas de Siddhartha Gautama el Buda: «El mundo está lleno de sufrimiento; la raíz del sufrimiento es el deseo; la supresión del sufrimiento es la eliminación del deseo».
Todos tenemos deseos. Deseamos toda clase de cosas y nos sentimos felices de obtenerlas. La cuestión está en que si no conseguimos esto o aquello, vamos a ser desdichados. A los deseos de este tipo,
Buda los llama «apegos».
Nos hace reflexionar de Mello, ¿de dónde crees que provienen todos los conflictos? De los apegos. ¿De dónde crees que proviene el sufrimiento, el vacío, los temores? De los apegos. ¿De dónde crees que viene la soledad? De los apegos.
Pone el ejemplo más común de todos, el del amor. En el amor posesivo, hay deseo; deseo de poseer a la otra persona y de ahí el apego de sentir que es de tu propiedad. El error está en la creencia de que si no la tienes, no serás feliz. Hay que aprender a ser autosuficiente y a no necesitar de las demás personas para ser felices.
La máxima que nos han inculcado desde la cuna es «Debes tener deseos de cuya satisfacción dependa tu felicidad» La clave aquí es entender que nacimos con el don de la felicidad, pero lo perdimos. Nacimos con el sentido de la vida, pero lo perdimos cuando nos enseñaron a apegarnos, cuando nos enseñaron a tener deseos tan intensos que no podemos ser felices a menos que sean satisfechos. Eso es lo que debemos redescubrir.
Y nos regala una práctica: todo lo que debemos hacer es sentarnos durante dos minutos y limitarnos a observar cuán falso es decir que no serias feliz sin tu
coche, sin tu empresa, sin tu reputación… o lo que sea. Tan sencillo como observar qué equivocación es supeditar nuestra felicidad a cosas externas.
Lo más trágico -nos dice- es que seguramente no lo hagamos, porque, si nos sentáramos de verdad a observar, podríamos ver la falsedad y eso es difícil de asumir.
¿Cómo se abandonan esos apegos? Basta con mirar para comprender que están basados en una creencia falsa. En el momento en que lo comprendes te vuelves libre, y estando en ese estado de libertad no te importa lo que venga de fuera, si te aprueban o no; si te quieren o no, si tienes éxito o no, si posees esto o no. Está todo bien. Eres feliz... habrás descubierto entonces que tu felicidad no depende de esas cosas.
Luego nos plantea un dilema muy real, una pregunta que tal vez, en algún momento, nos haya surgido, puesto que vivimos en este mundo y es difícil no apegarse a los bienes materiales ¿Abandonar los apegos equivale con apartarse del mundo material? Y la respuesta es un rotundo ¡no! Nos dice que uno puede usar y disfrutar. De hecho, es necesario y es lícito que uno goce lo que nos da el mundo material, pero no debe hacer depender su felicidad de ello. Es decir, si un día eso que te hace feliz desaparece, o muere, o termina y se va; que eso no te prive de seguir siéndo feliz.
Su propuesta no es una renuncia al goce de las cosas externas a ti; es una renuncia a la posesividad, a la ansiedad, a la tensión, a la depresión frente a la pérdida de algo. Y eso no significa que estaremos libres de apegos, temores o depresiones, pero cuando vengan, podremos estar por encima de ellas, serenos y tranquilos. Los pesares físicos o emocionales no nos perturbarán, estaremos mejor posicionados para vivirlos. Esto es redescubrir la vida.
Comparto algunas claves del autor para el arte de ser feliz:
-La felicidad significa no estar apegado a los vaivenes de la existencia.
-Que tu felicidad no dependa de nada externo
-En el forcejeo que pueda existir entre, por un lado, felicidad, paz, serenidad, dominio de uno mismo; y por el otro, lo que la sociedad ha puesto dentro de nosotros como felicidad, es necesario para resolver este conflicto volver a definir lo que es el éxito para nosotros.
-Estamos atados a cosas que no existen; tenemos miedo de cosas que no son o si son, son ilusiones, falsedades, creencias; porque nuestra felicidad no depende de nada.
-Nada en la vida, nada en el mundo te perturba; nada tiene el poder de perturbarte. Toda perturbación existe en
ti, no en la realidad, si no existiera la mente humana, no habría problemas.
-No hay que culparse a uno mismo ni a los demás, por que nadie tiene la culpa. Son los programas mentales y la manera en que interpretamos la realidad su verdadera causa.
-Madura, y madurar es ver qué algo anda mal y empezar a remediarlo, comenzar a reprogramarnos; y se comienza por poner en duda las ideas que nos inculcaron de lo que es la felicidad.
-En vez de cambiar a los demás para que
no nos perturben, cambia tú; recuerda que la solución está en ti. Cambia tu mirada y veras a los demás y a la vida con nuevos ojos. Eso es despertar a la vida consciente, eso es redescubrirla.
Me despido de ti con las mismas palabras que el señor De Mello lo hace en su libro: Quizás, en el transcurso de toda mi exposición, habrás mirado y visto a través de toda esta red de mentiras, condicionamientos y programaciones a los que estamos sujetos, y habrás adquirido alguna noción acerca de quién eres. Si es así, habrá valido la pena.
Esta historia transcurre en la India y se refiere a un hombre que se mudó de aldea y se encontró con un Sennyasi (mendicante errante que, tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo entero es su hogar, el cielo su techo y Dios, su Padre que cuidará de él)
Al encontrarse con el Sennyasi, el aldeano le dijo:
-¡No lo puedo creer! -¿Qué es lo que no puede usted creer? Y el aldeano respondió:
- Anoche soñé con usted. Soñé que el Señor Vishnú me decía:
«Mañana por la mañana abandonarás la aldea, hacia las once, y te encontrarás con este Sennyasi». Y aquí me encuentro con usted.
-¿Qué más le dijo el Señor Vishnú? -le preguntó el Sennyasi.
- Me dijo: «Si el hombre te da una piedra preciosa que posee, serás el hombre más rico del mundo»... ¿Me daría usted la piedra?
Entonces el Sennyasi dijo: - Espere un minuto.
Revolvió entonces un pequeño zurrón que llevaba y dijo:
-¿Será ésta la piedra de la cual usted hablaba?
Y el aldeano no podía dar crédito a sus ojos, porque esa piedra era un diamante, el diamante más grande del mundo. Lo tomó en sus manos y dijo:
-¿Podría quedármelo?
-¡Por supuesto!, puede conservarlo - respondió el Sennyasi- lo encontré en un bosque. Es para usted.
El Sennyasi siguió su camino y se sentó bajo un árbol, en las afueras.
El aldeano tomó el diamante entre sus manos y en ese momento ¡qué inmensa fue su dicha! Pero ¿Cuánto duró esa dicha?
Cuentan que el aldeano, en vez de ir a su hogar, se sentó también bajo un árbol y permaneció todo el día sentado, sumido en meditación. Y al caer la tarde, se dirigió al árbol bajo el cual estaba sentado el Sennyasi, le devolvió a éste el diamante y le dijo:
-¿Podría hacerme un favor? -¿Cuál? - le preguntó el Sennyasi
-¿Podría darme la riqueza que le permite deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?
No mires arriba. Director: Adam McKay
Sátira protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, dos astrónomos que intentarán advertir a la humanidad sobre un cometa que se aproxima a la Tierra y que en seis meses destruirá la civilización humana. Pero ni a los medios de comunicación centrados en el sensacionalismo, ni a los políticos, pensando en ganar votos, les interesará solucionar el problema. En clave de comedia, nos habla del cambio climático, a la vez que critica el poder de las redes sociales, la proliferación de las fake news (falsas noticias), la indiferencia de los gobiernos y la superficialidad de un mundo cada vez más insensibilizado.
El abanico de seda. Autora: Lisa See
Hábitos atómicos Cambios pequeños, resultados extraordinarios. Autor: James Clear
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