Cachorros

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Cachorros Berta Hiriart

Ilustraciรณn

Adriana Quezada





Cachorros


Para Emilia, Damiana y los Cachorros de Ana Laura Berta Hiriart

Dirección editorial: Ana Laura Delgado Cuidado de la edición: Graciela S. Silva Diseño: Raquel Sánchez © 2017. Berta Hiriart, por el texto © 2017. Adriana Quezada, por las ilustraciones Primera edición, octubre de 2017 D. R. © 2017. Ediciones El Naranjo, S. A. de C.V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, C. P. 10400, Ciudad de México. Tel. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx ISBN: 978-607-8442-48-5 Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de esta obra, por cualquier medio, sin contar con la autorización por escrito de los titulares de los derechos. Impreso en México / Printed in Mexico

Cachorros se imprimió en el mes de octubre de 2017, en los talleres de

Pandora Impresores, Av. Caña 3657, Col. La Nogalera, Guadalajara, Jalisco. www.pandoraimpresores.com En su composición tipográfica se utilizaron las familias Bembo y Franklin Gothic BT. Se imprimieron 3 000 ejemplares en papel opalina de 120 gramos, con encuadernación en rústica.


Cachorros Berta Hiriart

Ilustraciรณn

Adriana Quezada


Los relatos que hallarás en este libro tratan sobre diversas familias de mamíferos. Las aventuras de los personajes están basadas en observaciones de los naturalistas, pero llevan también cierta dosis de imaginación, inevitable en cualquier biografía. Aquí, los cachorros humanos, a pesar de ser tan mamíferos como la musaraña, no juegan el papel principal, pues la intención es asomarnos al mundo de otras especies desde sus propios ojillos y narices. Espero que te cautive la idea de sentirte foca o murciélago durante unos momentos, mientras encuentras las semejanzas que te vinculan con ellos y también los rasgos que distinguen a cada especie, dándole un carácter único e insustituible. Seguir las huellas de los cachorros implica todo un viaje. El libro te servirá de guía para ubicar los territorios, algunos muy


lejanos, donde habitan. También, en ocasiones, ha de llevarte hasta los orígenes de sus familias, millones de años atrás. Pero el universo de los mamíferos es aún más amplio. Ojalá te dejes picar por la curiosidad y sigas indagando por tu cuenta. Tanto en Internet como en bibliotecas y librerías encontrarás mapas, diccionarios y fascinantes estudios sobre el reino animal. Tal vez, a partir de estos descubrimientos, te entren unas incontrolables ganas de cuidar a los animales, de no dejar que se extingan como si fueran objetos sin importancia. La tierra sería menos amable si le faltaran, por ejemplo, los elefantes asiáticos, de los que únicamente quedan 15 mil ejemplares. No solo porque echaríamos de menos su hermosura, sino también porque cada especie cumple una función para la buena marcha de la totalidad que implica la vida.



Daruma La noche caía sobre las onduladas colinas del sur de la India. Mamá elefanta sintió el aviso de que el cachorro que había crecido en su vientre a lo largo de casi dos años estaba por nacer. Así que, sin demora, buscó un lugar tranquilo entre los matorrales para concentrarse en el monumental esfuerzo de dar a luz a su criatura. Algunas hembras de la manada de elefantes asiáticos se acercaron a ella. No solo querían protegerla de las hienas, cuya visita, por decir lo menos, resultaría inoportuna, también deseaban animarla y, en caso necesario, servir de ayuda. Finalmente, Daruma asomó la cabeza para luego caer con toda la potencia de sus 120 kilos en una especie de alfombra que la hierba ofrecía. Era un hermoso elefantito, al que el mundo recibió con una ingrata sorpresa: las aguas que la habían consentido dentro del útero se abatieron sobre ella, como si fueran una cascada. La madre observó al recién nacido, dándose cuenta de que se hallaba en problemas: el líquido había


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entrado en sus pulmones y le impedía respirar. El cachorro permaneció inmóvil en la tierra. Mamá elefanta le dio una suave patada, pero no surtió efecto. Luego otra y otra más. Se sabe que los elefantes son muy emotivos, y así lo expresaban los bramidos, mezcla de dolor y de miedo, de la madre. Las otras hembras intentaron consolarla. “No todos los cachorros logran sobrevivir”, parecían decirle con gestos y caricias. Pero ella no iba a darse por vencida: enredó su trompa en la trompa del recién nacido y lo sacudió hasta que, al fin, el pequeño abrió los ojos. No era la primera vez que mamá elefanta salvaba una vida. En el último sismo que sacudió el océano, todos en la manada percibieron la proximidad de una serie de olas gigantescas minutos antes de que llegara a la playa. No les hizo falta ponerse de acuerdo para darse a la estampida hacia lo alto del monte. Allá iba corriendo mamá elefanta cuando advirtió que un niño jugaba muy tranquilo en la arena. Sin más, lo enredó en su trompa y, cargando con él, siguió adelante. Desde lo alto, el cachorro humano contempló la catástrofe. Lloró durante varias horas, pero puesto que se hallaba vivito y coleando, al fin bajó a buscar a los suyos. Nadie intentó detenerlo: los humanos tienen sus propios medios para sobrevivir. Ahora, lo importante era velar por la recuperación de Daruma. Más que satisfecha, mamá elefanta lo miró ponerse en pie


para recibir la bienvenida de la familia completa.Tíos, primos y hermanos tomaron turno para olisquearlo con cariño. Los siguientes días, el pequeño permaneció bajo la sombra que regalaba el cuerpo de su madre, sin más tarea que tomar leche y dormir.

Hay cachorros que por venir al mundo jun-

to con un montón de hermanos, necesitan varias tetas al alcance. Mamá cerda, por ejemplo, tiene 16 para lo que pudiera ofrecerse. Pero a Daruma le bastaban las dos de su madre. Un día, sin embargo, le entró el antojo de jugar en el río con los demás cachorros. Atrás quedó el difícil episodio de su nacimiento. No es que lo olvidara —los elefantes tienen excelente memoria— solo que

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debía abrirse paso a un sinnúmero de aprendizajes: distinguir las plantas comestibles de las venenosas, por ejemplo, o reconocer la cercanía del peligro, como el proveniente de otros animales, pero también, y sobre todo, el de los cazadores que ambicionan el marfil del que están hechos los colmillos de los machos. El padre de Daruma y decenas de miles de integrantes de la familia habían caído por mano de estos traficantes, quienes no se conforman con la parte del diente que sobresale del rostro, sino que lo desean entero. Y aquí la anatomía, tan sabiamente estructurada, se convierte en una trampa mortal: los colmillos del elefante resisten cualquier carga porque una cuarta parte de ellos se aloja en el cráneo. De manera que para llenar los almacenes con toneladas de marfil y mantener vivo el mercado, los elefantes son asesinados. Por el momento, Daruma tiene todavía dientecillos de leche. Se le caerán cuando cumpla un año y, en su lugar, surgirán dos dientes nuevos que no dejarán de crecer durante toda su vida. En unos años lucirá un par


de formidables colmillos que, llegada a la vejez, tal vez se enrosquen al modo de los del extinto mamut, su pariente lejano.

Los colmillos le servirán para cavar la tie-

rra en busca de raíces y agua; para ayudar a los humanos en el transporte de leña y de otras cargas, y para defenderse. Este es un punto importante, podrían servirle para protegerse de los leones hambrientos. Porque eso sí, cuando los elefantes se enojan, su natural nobleza da lugar a arrebatos furiosos de los que nadie querría estar cerca. Excepto si se trata de un hombre con un rifle entre las manos, pues, frente a una bala, no hay colmillo ni trompa que valga de defensa. Mamá elefanta acaricia a su cachorro. Sería una pena que, por un descuido, Daruma perdiera la vida que ella salvó con ternura ejemplar, tan solo para que sus colmillos sean usados como adorno de un mueble, un bastón o una cajita.

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Berta Hiriart escritora Cuando era niña, no soñábamos siquiera con los aparatos electrónicos que hoy entretienen a todos. Nos divertíamos con otras cosas. A mí me gustaba leer, inventar historias y cuidar a mis mascotas. Perros, patos, peces y conejos se hicieron cargo de enseñarme un buen número de aspectos interesantes de la vida. Es lógico que, dadas mis aficiones, disfrutara de aquellas historias en las que intervienen animales, como las de Rudyard Kipling, autor de El libro de la selva. También que cuando yo misma me dediqué a escribir, mis cuentos y obras de teatro incluyeran personajes cuadrúpedos, reptantes o voladores. Los pájaros Kipa y Checú, de Primavera, y Justinita, la víbora que aparece en La bienvenida, son algunos de ellos. Aunque dejé la infancia hace incontables años, me sigue encantando leer e inventar historias. Ahora las escribo en computadora, acompañada por mi perra Funi, y al hacerlo me siento —de algún modo— sin edad, metida de cabeza en la realidad que van tejiendo las palabras.


Adriana Quezada ilustradora Nací y crecí en la Ciudad de México en 1982. Me recuerdo fascinada por el pasillo de cereales del supermercado y sus cajas desbordantes de color; por lo que descubría en los libreros y rincones de mi casa: entradas a muchos mundos. Siempre me ha gustado lo colorido, dibujar, pintar, modelar cosas y observar bichos chiquitos, lo pequeño me llama de manera especial. Tuve un abuelo que hacía cosas con sus manos todo el tiempo y sin buscarlo aprendí a vivir así; crear es de las cosas más bonitas que uno puede hacer, también me interesa observar y cuidar el entorno: que todos estemos bien. Me gustan el pastel, los animales, las plantas, el café y el brillo del agua cuando le da el sol. Me emocionan el pasado, las palabras, el color bermellón y los pájaros. Tengo dos gatos y si pudiera tendría unos cinco, junto con un león y varios mapaches. Me gustan las siestas, el chocolate, el puerto de Veracruz, los jardines y la historia, en especial la de México.




colección mar de cuentos

Para niños lectores

Un libro sobre el nacimiento de diversos mamíferos, en el que cada animal es el protagonista de la aventura de nacer: ballenas, dromedarios, ornitorrincos, jirafas, musarañas y otras crías son vistas muy de cerca, en su propio hábitat, y relatan las dificultades a las que se enfrentan, así como la manera en que se relacionan con los seres humanos. Berta Hiriart nació en la Ciudad de México. Se dedica a escribir teatro, narrativa y ensayo. Cuenta con más de treinta obras publicadas, en su mayor parte dirigidas a niños y adolescentes. Algunos de sus trabajos han sido premiados y traducidos al inglés, el italiano, el alemán y el polaco. Cachorros es el noveno libro que publica en Ediciones El Naranjo. Adriana Quezada nació en la Ciudad de México. Es una ilustradora egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Academia de San Carlos. Ha colaborado en algunos libros para niños y en diversas revistas. Fue ganadora del III Catálogo Iberoamérica Ilustra en 2012, y de la convocatoria Vissual Impressions 2014. Este es su primer libro en El Naranjo.

ISBN 978-607-8442-48-5

www.edicioneselnaranjo.com.mx

9 786078 442485


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