El libro de la negación

www.edicioneselnaranjo.com.mx

ISBN 978-607-7661-72-6

9 786077 661726

Diseño de Alejandro Magallanes

Hay historias tan terribles que quisiéramos que nunca se contaran, pero sobre todo desearíamos que no hubieran sucedido para que no fueran historias. Esta es una de esas historias. Se narra aquí para que no se repita, para conjurar los hechos del pasado que se reproducen en el presente de muchas personas. Para que los niños estén a salvo de la violencia de este mundo, del mundo que han creado los adultos.

Ricardo Chávez Castañeda

Para jóvenes lectores

Dirección editorial: Ana Laura Delgado Revisión del texto: Sonia Zenteno Diseño e ilustración de Alejandro Magallanes con la participación de su taller: Abraham Bonilla, Bruno Valasse y Beto Petiches Apoyo de formación: Mariana Castro © 2014, Ricardo Chávez Castañeda, por el texto © 2014, Alejandro Magallanes, por las ilustraciones Primera edición: julio de 2014 Coedición: Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V./ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Publicaciones D.R. © 2014, Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco C. P. 10400, México, D. F. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx D.R. © 2014, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Publicaciones Avenida Paseo de la Refoma 175, Col. Cuauhtémoc, C. P. 06500, México, D. F. www.conaculta.gob.mx ISBN: 978-607-7661-72-6, Ediciones El Naranjo ISBN: 978-607-516-507-3, Conaculta Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores. Impreso en España • Printed in Spain

Seis imĂĄgenes provienen de la obra de Gustave DorĂŠ, Giovanni Pisano, Michael Wolgemut y Peter Paul Rubens.

Ricardo Chávez Castañeda Diseño de Alejandro Magallanes

Prólogo Esta historia es la peor del mundo, por lo tanto, es terrible. Para aquellos que no gusten de las historias trágicas, este libro tiene un final feliz en alguna página cercana al final.

Les recomiendo no seguir adelante después.

Mi mamá siempre me dijo que hay libros que no son para niños. No lo entendí sino hasta ayer, cuando a escondidas leí el libro que mi papá está escribiendo.

El libro de la negación se llama su libro…, pero no fue por causa del título que empecé a leerlo. Mamá estaba acostada en la cama, papá se había sentado a su lado como lo hace tantas veces ahora, y yo iba caminando por el pasillo cuando lo escuché decirle: “los niños tendrían que saberlo”. “Los niños tendrían que conocer esta historia de terror”, murmuró inclinándose como si fuera a besarla.

Me dieron ganas de leer su libro porque hace casi un año que papá no escribe nada. Nada de nada, aunque buena parte del tercer entrepaño de la biblioteca esté llena de él. “¿Cómo puede tener tantas ideas en la cabeza?”, he pensado cantidad de ocasiones mientras resbalo mis dedos por los lomos de las decenas de libros que ha publicado. En todos los lomos está inscrito su nombre con filos dorados y llamativos colores. “Es mi papá”, me sorprendo pensando, y luego me quedo viendo su apellido que también es mi apellido.

La verdad es que yo tampoco había leído nada desde hace casi un año. Casi un año en el que ni papá escribía ni yo leía.

La 煤nica de nosotros que a veces lee es mam谩. Se acoda en la cama, desdobla la carta que tiene guardada en el caj贸n del bur贸, y sus ojos se mueven lentamente por el papel como si cayeran y se levantaran, cayeran y se levantaran.

“Los niños tendrían que conocer esta historia de terror”, fue lo que dijo papá. Quizá él se había olvidado de que yo ya he leído muchas historias así. De monstruos, de muertos, de fantasmas, de casas embrujadas y de escaleras que bajan y bajan hasta el centro de la Tierra. ¿Por qué necesitaría yo conocer una nueva historia de terror?

Imagino que sucede igual que con lo dulce. Se te olvida que existe el sabor de lo dulce hasta que, de pronto, tocan a la puerta y aparece una niña vendiendo galletas. Después de escuchar a mi papá, me empezaron a dar ganas de ir a su estudio para ver el libro que estaba escribiendo porque se me había olvidado que existen las historias de terror.