Había una vez, pero al revés. Cuentos de cabeza

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Había una vez pero al revés Vivian Mansour

Mariana Villanueva, ilustración




Dirección editorial Ana Laura Delgado Cuidado de la edición Angélica Antonio Revisión del texto Sonia Zenteno Diseño Javier Morales Soto © 2013. Vivian Mansour, por el texto © 2013. Estelí Meza, por las ilustraciones © 2013. Mariana Villanueva, por las ilustraciones Primera edición, julio de 2013 D.R. © 2013. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Cerrada Nicolás Bravo núm. 21-1, Col. San Jerónimo Lídice, 10200, México, D. F. Tel/fax: + 52 (55) 56 52 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx La presente obra se publica con la colaboración de Fundación TV Azteca A. C. Vereda núm. 80, Col. Jardines del Pedregal, C. P. 01900, México, D. F. www.fundacionazteca.org Las marcas registradas: Fundación TV Azteca, Proyecto 40 y Círculo Editorial Azteca se utilizan bajo licencia de: TV Azteca, S. A. de C. V., México, 2013. ISBN 978-607-7661-63-4 Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin el permiso por escrito de los titulares. Impreso en México • Printed in Mexico

Había una vez Cuentos de cabeza y al revés

se imprimió en el mes de junio de 2013, en los talleres de Offset Rebosán • El tiraje consta de 3 000 ejemplares.


Había una vez pero al revés Vivian Mansour

Mariana Villanueva, ilustración



Índice 5

EL CUENTO MÁS CONTADO

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ESPEJITO, ESPEJITO…

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¡YA NO ARROJES TU CABELLERA!

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EL PRÍNCIPE VALIENTE

15

UN FAVOR PARA UN FLAUTISTA

17

¿ZAPATILLAS DE CRISTAL O TENIS?

20

LA PRINCESA Y EL SAPO

23

MMM... FRIJOLES MÁGICOS

25

LA MANZANA DE LOS SIETE ENANOS

29

HABÍA UNA VEZ...



El cuento más contado El cuento más contado es, sin duda, el de Caperucita Roja. Tantas veces ha sido relatado, que Caperucita se cansó de ser devorada todas las veces por el lobo, de caminar por el camino corto y de cargar la canasta con los pastelillos de miel. Estaba cansada porque ustedes —como yo— saben que una historia sucede cada vez que se cuenta. Entonces, la Caperucita de este cuento me pidió ya no vestirse con su capa roja, ya no visitar a su abuelita ni llevarle pastelillos de miel ni dejarse devorar por el lobo. Me pidió que sólo por esta ocasión, quería quitarse la capa roja para ponerse pantalones de mezclilla, no visitar a su abuelita, sino chatear con ella por Internet, y no llevarle pastelillos de miel, sino ordenarle pizzas a domicilio y que por una vez —por esta única vez— el lobo se quedara sin cenar. Porque hasta los personajes de los cuentos necesitan, a veces, unas buenas vacaciones.

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Espejito, espejito… —Espejito, espejito, ¿quién es la más hermosa del reino? —le preguntó la bruja malvada al Espejo Mágico. El espejo, que estaba obligado a decir la verdad, observó atentamente esa cara un tanto regordeta, esos ojos un poco separados y esas cejas pobladas. Tenía la boca grande, un espacio entre los dientes delanteros y el cabello suelto, esponjoso y algo salvaje. Ese día, el Espejo Mágico se atrevió a hacer algo diferente, contestó con otra pregunta: —¿Por qué quieres saberlo? —Porque yo quiero ser siempre la más bonita. —Mmmm, te propongo algo. —¿Una cirugía plástica? —Claro que no. ¿Qué haces todos los días? —Bueno, me levanto un poco tarde, me hago pedicure y manicure, desayuno abundantemente y después me dedico a investigar, entre las mujeres del reino, quién engordó, quién adelgazó, quién se casó y, sobre todo, quién es más hermosa que yo, para intentar hacerle todas las maldades que surjan de esta cabeza que ahora ves. ¿Acaso me lo piensas impedir? —empezó a alzar el tono de voz conforme hablaba. —No, por supuesto que no. Pero permíteme sugerirte algo: con esa cabeza tuya tan brillante y a la que le gusta tanto investigar, ¿no querrías usarla, por ejemplo, para realizar reportajes?

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El diente del vampiro El vampiro, después de algunas noches de sequía, se encontraba bastante sediento. Los vampiros no siempre tienen la oportunidad de hacer su escapatoria nocturna para proveerse de víctimas. A veces llueve mucho por la noche, las víctimas están de fiesta y regresan hasta el día siguiente o, incluso, algunos vampiros despistados olvidan la llave que abre la cerradura de su ataúd. Pero esa noche, por fin, se habían alineado los astros y el vampiro estaba listo para su festín. Este vampiro era bastante mayor: tenía alrededor de tres siglos de edad. Aunque la alimentación a base de sangre lo había mantenido en condiciones razonables, ya la edad le estaba pesando. Sin embargo, pese a tener su tarjeta de descuentos de la tercera edad de los vampiros, aún disfrutaba la metamorfosis a murciélago y el sabor fresco y metálico de la sangre. Algunos días antes ya había localizado a su nueva víctima: se trataba de un hombre joven, oficinista, algo aficionado a los dulces. Por ello, se imaginaba que la sangre que bailaba por sus venas tendría un regusto azucarado que le resultaría apetitoso. Vivía el joven en un edificio de varios departamentos, habitaba el 408, y su cama afortunadamente se encontraba junto a la ventana. Por no ser muy afecto a fiestas ni celebraciones nocturnas, el vampiro estaba seguro de que esa noche lo encontraría

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El astro En el primer tiempo, el astro de futbol había dado un partidazo. Sorteando varios jugadores había roto la alineación de sus rivales. Tenía el don de la multiplicación: de repente estaba a un lado de la cancha, al minuto siguiente reaparecía veloz en la banda derecha, y luego, mago de la invisibilidad, se materializaba junto al portero. En el minuto cuarenta, de una manera rotunda e imparable, disparó su pérfido veneno redondo al corazón calado de la portería. ¡Gooool! El público aulló y no se hincó sólo porque las gradas eran duras y las rodillas de los presentes no resistirían el beso del cemento. El astro casi rey, bañado en sudor, sonrió satisfecho al ver a sus feligreses rendirle homenaje. Pero algo carcomía su alma y nublaba su felicidad. Su mirada, inquieta, se dirigía insistente a las bancas cercanas a la cancha. Una mujer ya mayor no sonreía ni coreaba los goles del muchacho, sostenía una gran bolsa de tela, en cuyo interior parecía haber algo de gran importancia. El árbitro anunció con dos enérgicos gestos el término de la primera parte del partido. El jugador, con pasos decididos, se dirigió a la mujer. Le llamó “mamá”. La señora abrió la bolsa y sacó una prenda suave, con un conejito estampado ya decolorado por las lavadas. El astro, en lugar de irse a los vestidores como el resto del equipo, se sentó junto a su mamá y sacó la cobijita. La olisqueó satisfecho, encontrando algún aroma

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Índice 5 7 11 15 17 20 25 28 31 35 39 41 45 47

El astro EL COLOR VERDE EL DIENTE DEL VAMPIRO ¿O SÍ? EL CHOQUE EFERVESCENTE SECRETO DE ESTADO SÍ, ACEPTO EL DÍA DESPUÉS LOS QUINCE PASTELES VALIOSO MOTÍN UNA LECCIÓN DIFERENTE REUNIÓN MISTERIOSA ¿DÓNDE ESTÁ? LA DECISIÓN DE LA ABUELA


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Cuentos de

cabeza Vivian Mansour

Estel铆 Meza, ilustraci贸n

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Cuentos de

cabeza Vivian Mansour

Estel铆 Meza, ilustraci贸n

ISBN

3-4 978-6 07 - 7661-6


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