Francisco Hinojosa Ilustraciรณn
Mariana Villanueva
Para Abril, la Cuchurrita Francisco Hinojosa
Dirección editorial: Ana Laura Delgado Cuidado de la edición: Graciela S. Silva Diagramación: Raquel Sánchez © 2017. Francisco Hinojosa, por el texto © 2017. Mariana Villanueva, por las ilustraciones Primera edición, septiembre de 2017 D. R. © 2017. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, C. P. 10400, Ciudad de México. Tel. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx Este libro fue escrito con el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte. ISBN: 978-607-8442-46-1 Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes. Impreso en México / Printed in Mexico
Francisco Hinojosa Ilustraciรณn
Mariana Villanueva
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abía una vez un niño que no se divertía con nada. Sus papás lo invitaban a la feria, le compraban un algodón de azúcar, lo subían al carrusel, y él ponía su cara de fastidio. Lo llevaban de paseo al campo, lo subían a un caballo y no lo regañaban por pintar las paredes con sus crayolas, y él pedía a cambio que dejaran de molestarlo. El niño se llamaba José Rubén Carafina, pero todos lo conocían como José Rubencito. Acababa de cumplir diez años. Un rizo negro le caía justo a la mitad de la frente. Tenía los ojos cubiertos con unos pequeños anteojos redondos, los cachetes rosados, las orejas muy pequeñas y la nariz respingada. Su arreglo personal era impecable: camisa blanca, short azul marino, medias blanquísimas y zapatos recién boleados.
En la escuela no le gustaba juntarse con nadie, nunca era escogido para formar parte de los equipos de futbol o de quemados y era siempre el primero en contestar las preguntas de la maestra Lola. —¿Ocho por siete? —Cincuenta y seis —se apresuraba a responder antes de que alguien le ganara. —¿Cuántas patas tienen los in…? —¡Seis! —gritaba José Rubencito antes de que la maestra terminara de decir la palabra “insectos”. Era, lo que se dice, un niño chocante, insoportable, creído, sabelotodo, baboso, altivo y aburrido. Ni siquiera Ludzmila, que también era medio pegajosa, creída, boba y geniuda, se juntaba con él. Ni los hermanitos Gómez Conde, que francamente eran todo un caso de pesadez. Por si fuera poco, José Rubencito tenía una horrible mascota: Hércules, un perro sin raza reconocible, color terracota, oloroso a jabón perfumado y con un moño turquesa anudado al cuello. Además, el odioso perro tenía la costumbre de ladrarle a su sombra, a la sombra de los vecinos y a la de su propio dueño. Los dos juntos, José Rubencito y Hércules, eran la pareja más horripilante, infame, detestable y petulante que nadie jamás haya conocido en toda la escuela, en toda la colonia, en toda la ciudad, en todo el país, en todo el mundo y seguramente en todos los planetas del universo. Un día, la singular pareja del jovencito insoportable y su odiosa mascota se paseaba por el Parque Central, el niño con un algodón de azúcar color rosa y el perro guiado por él con una elegante correa color anaranjado mandarina. De pronto, a Hércules no le gustó la sombra de un señor que leía tranquilamente el
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periódico en una banca y le ladró. Le ladró tanto que parecía que el tipo le había hecho algo. —Niño, llévate a tu espantoso perro antes de que le dé una patada —le dijo el señor. —Si usted le da una patada a mi linda mascota, Hércules lo va a morder duro, duro, duro… —¿Morderme tu perrito, niño bab…? Y antes de que terminara de pronunciar la palabra “baboso”, Hércules se fue contra la pierna del señor y le clavó sus afilados colmillos. —¡Ay, ay, ay, ay, ay! —gritaba la víctima de la mordida—. ¡Un perro rabioso me está mordiendo! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio!
Tardó mucho más la policía, los bomberos y la ambulancia en acudir a los llamados del pobre hombre mordido, que el insoportable niño y su odioso perro en huir a seis patas hacia el otro extremo del parque. En ese mismo momento, una hermosa niña llamada Suspiro Corazón Vidales del Valle se paseaba por allí. Tenía diez años y medio, anteojos redondos de color rojo, las uñas de las manos pintadas de distintos colores, dos trenzas amarradas con un listón azul y unas botas verdes. Al ver a José Rubencito y Hércules tan agitados y con la respiración agolpada, le hizo una pregunta: —¿Están huyendo, verdad? —Un malo señor quería pegarle a mi lindo perrito. —¿Lindo perrito? —Muy lindo. Se llama Hércules, y yo me llamo José Rubén. —¿José Rubén? Tienes cara de José Rubencito. —Así me llaman en mi casa. ¿Y tú cómo te llamas? —Suspiro Corazón Vidales del Valle. Soy escritora. —Tienes cara de Suspirita. —Pues no, todos me dicen Suspi. —Un lindo nombre, porque Suspiro no es muy bonito, ni tampoco Suspirita. —La verdad, yo preferiría que me llamaran por mi nombre. ¿De qué estás huyendo? —De un malo señor y los policías. —¿Y qué hiciste para que te persiguieran? —El malo señor… —Debe decirse “señor malo”, no “malo señor”. —… le quería dar una patada a Hércules. Por eso lo mordió. —Ven a mi casa. Allí no te encontrarán.
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Francisco Hinojosa escritor Lo que más disfruto hacer es cocinar, a veces con ajo, sal y pimienta, y a veces con palabras. En el primer caso me gusta leer recetas para inspirarme, aunque casi siempre termino haciendo un platillo distinto. En el segundo, me gusta que cada historia que escribo no se parezca a las anteriores. Por eso me he inventado países y ciudades (Venelombia, Turambul, Tierra Dulce, Guadaliscorintia), mujeres temibles, niños y adultos malcriados, un alcalde que no tolera a los niños, fórmulas para rejuvenecer, ogros filantrópicos que vuelan, niñas que se transforman en sirenas y otros personajes dignos de habitar los cuentos que me hubiera gustado conocer de niño. También me apasiona viajar, leer y ver futbol (antes lo jugaba). Hace poco soñé que le pegaba al balón con un fuerte derechazo. El sueño fue tan vívido que en efecto hice el movimiento para meter un gol. El resultado fue que me caí de la cama y terminé con una costilla rota. Algo similar me sucede con los cuentos que escribo: sus personajes están tan vivos para mí que a veces temo toparme con algunos de ellos en la calle y que me reclamen por haberlos puesto en aprietos.
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Mariana Villanueva ilustradora Una de las cosas que más disfruto de mi trabajo es imaginar la vida de los personajes de los cuentos que ilustro. Me pregunto qué les gusta desayunar, de qué color son sus calzones, cuál es su serie de televisión favorita, si acaso se arrancan los pellejitos de los dedos, qué cara pondrían si los regaña su mamá o cómo reaccionarían si les dicen que van a irse a vivir a un zoológico. Antes de ponerme a dibujar, me encanta pensar en cómo se comportan en situaciones cotidianas. Así fue como una vez descubrí que un niño muy, pero muy, muy aburrido llamado José Rubén antes de irse a dormir se lavaba los dientes y hacía gárgaras con un enjuague bucal para niños, rosa y de sabor a chicle, aunque en realidad no sabía a chicle. También aprovechaba para practicar la “R” francesa y decía palabras como rouge u orange mientras el enjuague le hacía cosquillas en las amígdalas. De esas y otras curiosidades me entero cuando hago dibujos para libros como este.
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El caso del insoportable niño aburrido José Rubencito y su odioso perro Hércules se imprimió en el mes de septiembre de 2017, en los talleres de Iniziativa Graphic DV, S. A. de C. V., Alcanfores 45, Col. Valle del Sur, C. P. 09819, Ciudad de México. En su composición tipográfica se utilizó la familia Berkeley Oldstyle. Se imprimieron 3 000 ejemplares en papel couché de 150 gramos, con encuadernación rústica. El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ediciones El Naranjo.
colección mar de cuentos
Para niños lectores
José Rubencito es un niño al que no lo divierte nada, los demás piensan que es aburrido. A partir de un curioso incidente en el Parque Central, se desencadenará una excéntrica trama que los conducirá —a él y a su perro Hércules— de una patrulla a un juzgado y de un zoológico a un circo, en donde exhibirán sus extraordinarias habilidades. Vivirán sus aventuras acompañados por Suspiro, una escritora primeriza que los alentará con un único objetivo: conseguir la trama perfecta para su novela.
Francisco Hinojosa nació en la Ciudad de México. Ha escrito libros para niños, jóvenes y adultos. También ha obtenido reconocimientos importantes como el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí y el nombramiento de Embajador filij. Entre sus libros están La peor señora del mundo, La fórmula del doctor Funes, El peor día de mi vida y Un pueblo lleno de bestias, este último publicado por Ediciones El Naranjo.
Mariana Villanueva estudió Diseño en la enap. También tiene un máster en Ilustración por la Eina de Barcelona y otro por la esat de Valencia. Ganó el segundo lugar en la Sharjah Exhibition for Children en Emiratos Árabes Unidos, el tercer lugar en el XXII Catálogo de Ilustradores y mención en el III Catálogo Iberoamericano de Ilustración. Ha publicado diversos libros en los últimos años. En El Naranjo también ha ilustrado Había una vez, pero al revés. Cuentos de cabeza.
ISBN 978-607-8442-46-1
www.edicioneselnaranjo.com.mx
9 786078 442461